Potencias emergentes del tercer milenio: los nuevos conflictos

Asia-Pacífico: El jefe del Pentágono teme una guerra activada por los desacuerdos territoriales.

Desde hace unos días, Japón y China están comprometidos en una pulseada respecto a la soberanía de las islas Senkaku / Diaoyu, cuyas aguas son ricas en recursos ictícolas y ocultarían yacimientos de hidrocarburos.
Administradas por Tokio, estas islas son reivindicadas desde los años 1960 por Pekín, para quien representan un interés estratégico para sus fuerzas navales. En septiembre de 2010, una crisis ya había estallado entre ambos países, lo que provocó que China decretara un embargo sobre tierras raras (grupo de metales utilizados en alta tecnología).
Últimamente, la decisión japonesa de nacionalizar estas islas rescatando a una familia nipona por 26 millones de dólares suscitó el enojo de Pekín, que luego envió al sector varios patrulleros dotados de armas ligeras que pertenecían a su agencia marítima, de naturaleza paramilitar.
Además, las relaciones entre ambos países nunca fueron muy buenas, China guarda en su memoria la brutalidad de la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Y esta tensión inquieta a Leon Panetta, al secretario de Defensa norteamericano. “Estoy preocupado cuando veo países comprometidos en provocaciones diversas y que podrían llevar a actos violentos que después generan un conflicto” declaró el 16 de septiembre, llegando a Tokio, en respuesta a una pregunta sobre el desacuerdo referido a las islas Senkaku / Diaoyu. “Y este conflicto podría extenderse” agregó.
No son las únicas disputas territoriales en la región de Asia-Pacífico. Japón discute la soberanía rusa sobre las islas Kuriles, situadas entre la península de Kamtchatcka y la isla japonesa de Hokkaïdo. Estas últimas anexionadas por la URSS en 1946. Para Rusia, que tiene la intención de reforzar allí sus medios militares, estos territorios brindan el acceso al mar de Okhotsk. Este asunto envenena las relaciones entre Moscú y Tokio hasta el punto de impedir la firma de un acuerdo de paz entre ambas capitales.
Japón también discute la soberanía de Corea del Sur sobre los peñascos Liancourt (Dokdo para los surcoreanos, Takeshima para los japoneses). Las relaciones entre ambos países se distendieron, sobre este asunto, en agosto pasado.
Otras disputas territoriales conciernen más particularmente a China. Además de las islas Senkaku / Diaoyu, Pekín reivindica la soberanía del arrecife de Scarborough, administrado por las Filipinas. Más generalmente, son las aguas de las islas Spratleys y las islas Paracel objeto de una disputa entre Pekín y varias capitales regionales.

17 septembre 2012

http://www.zona-militar.com/foros/t...nio-los-nuevos-conflictos.26189/#post-1216042

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Sobre un escenario de tensión entre Japón y Taiwán, el primer portaaviones chino Shi Lang entra en servicio oficialmente en la marina china.

Entrega oficial del primer portaaviones chino.



En el puerto de Dalian, al nordeste de China, tuvo lugar la ceremonia. El ejército polular de liberación dispone así de un primer factor importante de proyección naval. Con casi trescientos metros, el buque pertenecía anteriormente a la URSS. Ha tenido numerosos trabajos de reacondicionamiento en el curso de los últimos años antes de comenzar una serie de pruebas durante el verano de 2011. Esta base aérea flotante tendrá la capacidad de desplegar una treintena de aviones de combate J15, copia del SU-33 ruso.
Incluso si China accede al selecto club de países que tienen portaaviones no puede rivalizar aún con Estados Unidos o Francia. El Shi Lang es a propulsión convencional. Es relativamente obsoleto tecnológicamente en cuanto a transmisiones y defensa aérea. Además, China ya había anunciado en 2011 que el buque serviría principalmente para entrenamiento y ensayos.
Otros dos portaaviones están siendo construidos actualmente en un puerto cercano a Shanghai, pero su entrega está prevista recién para fines de la década. A partir de 2020, China intentará contar con un portaaviones nuclear. Actualmente, submarinos, corbetas, destructores, fragatas y transportes de lanchas de desembarco están en distintos procesos de construcción en los puertos chinos.
 
A mi hay una cosa que siempre me impresiono de los asiaticos en general (pero mas en especifico y en orden de mayor a menor: corea del sur, china, japon, singapur, filipinas e indonesia, sin menospreciar al rico taiwan y la pobre corea del norte) es la capacidad de construccion naval que poseen. Yo no se si sera porque nadan en dinero o que, pero los rusos dieron vueltas mas de 4 o 5 años para construir sus nuevas fragatas y corvetas (talwar, gorshkov, gepard, stereguschy), los chinos y los coreanos construyen barcos gigantes en dos años o tres a lo sumo, y con una facilidad que parece increible.
 
A mi hay una cosa que siempre me impresiono de los asiaticos en general (pero mas en especifico y en orden de mayor a menor: corea del sur, china, japon, singapur, filipinas e indonesia, sin menospreciar al rico taiwan y la pobre corea del norte) es la capacidad de construccion naval que poseen. Yo no se si sera porque nadan en dinero o que, pero los rusos dieron vueltas mas de 4 o 5 años para construir sus nuevas fragatas y corvetas (talwar, gorshkov, gepard, stereguschy), los chinos y los coreanos construyen barcos gigantes en dos años o tres a lo sumo, y con una facilidad que parece increible.

Son países con marinas mercantes inmensas y mucho industria naval de construcción y mantenimiento. Hacen producciones seriadas y nunca sus astilleros están parados. Por tanto tienen mucha experiencia, personal e instalaciones a disposición. Aparte de que a diferencia de Rusia y Occidente que dan vueltas con una cosa y otra, cambian, modifican, paran, cancelan, los asiáticos cuando hacen algo lo hacen y lo terminan sin parar.
 
En la región todos se miran con desconfianza, ya sea por la compra de material bélico o por las pretensiones territoriales.

Corea del Sur va a aumentar el alcance de sus misiles balísticos.

En 2001, con el fin de aplacar las tensiones con su vecino y enemigo del norte, Corea del Sur había aceptado dejar pasar un acuerdo con Estados Unidos para limitar a 300km el alcance de sus misiles balísticos a cambio de permitir mantener en su territorio un contingente de 28.500 soldados norteamericanos y la garantía de ser protegidos, en caso de agresión, del “paragüas” nuclear ofrecido por Washington.
Ese año, Seúl se había sumado al Régimen de control sobre tecnología de misiles (MTCR), una agrupación informal de 34 países creada en 1987 con el fin de “evitar la proliferación de vectores no piloteados con armas de destrucción masiva” y coordinar “los esfuerzas de prevención sobre esto por las idas y vueltas de los regímenes nacionales con respecto a las licencias de exportación”.
En 2006 y en 2009, Corea del Norte procedió con dos ensayos nucleares, continuó con el desarrollo, con sanciones, de su programa balístico bajo la cobertura de sus ambiciones espaciales y realizó una serie de provocaciones, como el torpedeo de la corveta surcoreana Cheonan o el bombardeo de la isla de Yeonpeyong.
De golpe, Cora del Sur, que se siente amenazada por los misiles norcoreanos, negoció con Estados Unidos para aumentar el alcance de los suyos, particularmente después del ensayo fallido de un cohete que, lanzado en abril por Corea del Norte, escondía sin duda la puesta a punto de un cohete balístico.
El 07 de octubre se llegó a un acuerdo, según Chun Yung-woo, consejero de seguridad nacional surcoreano. Este último precisó que se trata de “frenar las provocaciones militares de Pyongyang y asegurar una respuesta más completa a las amenazas ligadas a los misiles del Norte”
Concretamente, los misiles surcoreanos podrían llegar a tener un alcance de 800km, casi el triple que los actuales, y llevar una carga de 500 kg. Este aumento de las capacidades balísticas de Corea del Sur le permitiría alcanzar los objetivos en todo el territorio norcoreano, pero también a China y Japón.
Resta ver la reacción de los dirigentes norcoreanos luego de este anuncio. Puede haber dos escenarios, que el régimen de Pyongyang ponga un freno a sus actividades balísticas y a sus provocaciones militares o endurecer su posición, utilizando el pretexto de reforzamiento de las capacidades de su vecino sureño, con el cual siempre está técnicamente en guerra.
Sin embargo, el anuncio hecho en mayo pasado por Seúl sobre el tema del refuerzo de su arsenal de misiles crucero (entre 500 y 600 misiles deberían ser adquiridos en cinco años) no dio lugar a nuevas provocaciones norcoreanas como las sucedidas en el pasado.

8 octobre 2012
 
Los gastos militares de los países asiáticos se duplicaron en diez años.



Las conclusiones del último estudio del Center for Strategic and International Studies (CSIS) sobre el tema de los gastos militares en Asia no sorprende a aquellos que siguen regularmente la actualidad de las políticas de defensa. Pero a la hora donde los ejércitos europeos están sumidos en fuertes restricciones económicas, permite tomar conciencia del riesgo de pauperización militar del viejo continente en la materia.
Los presupuestos militares en Asia han ido en aumento esencialmente en cinco países, China, India, Taïwan, Corea del Sur y Japón. En efecto, el total de los gastos militares de estos últimos mencionados se acerca a los 224.000 millones de dólares en 2011, es decir, casi el doble que lo gastado en el año 2000.
El CSIS nota que esta progresión no es lineal pero que se acelera a partir del 2005, año en que los gastos militares de China sobrepasaron a los de Japón. Además, con un incremento promedio oficial del 13,4% en el curso de este período, el presupuesto entregado a las fuerzas armadas chinas se transformó en el segundo mundial, justo por detrás del Pentágono.
Encima Pekín puso el acento en la renovación del material del ejército popular de liberación con 26.000 millones de inversiones estimadas, la cual es consagrada a la investigación y desarrollo (R&D). En 2001, este monto llegaba apenas a los 7.000 millones.
Y como China rivaliza con India, que también tiene como adversario a Pakistán, y que es percibida como una amenaza por Taïwan, Japón y Corea del Sur, todo esto explica el derrotero de estos países en materia de gastos militares. Para los dos últimos, se suma además la amenaza norcoreana.
Además, Japón ha gastado 58.000 millones de dólares para su defensa, lo que representa 238.000 dólares por militar, es decir, entre 5 y 8,5 veces más que los otros. Para el CSIS, es una cuestión de la prioridad acordada por estos países según la talla de sus ejércitos más que por sus cualidades.
Sea como sea, el resultado está presente. Si ese monto sigue creciendo comparado con los años precedentes llega un momento donde las curvas se cruzan, y de aquí surge la conclusión del centro de investigación norteamericano: “con los gastos militares en Asia que superarán a los de Europa a fines de este año, la estrategia de Estados Unidos de reequilibrarse hacia la región Asia-Pacífico debe continuar”.







http://csis.org/files/publication/121005_Berteau_AsianDefenseSpending_Web.pdf

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Shandor

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Instrumento de los países centrales

La OMC, expresión de la hegemonía liberal de la década del ’90, es una herramienta a través de la cual las potencias buscan limitar el crecimiento de las naciones emergentes. Opciones para una nueva arquitectura financiera internacional.

La crisis internacional deja en evidencia la vulnerabilidad del sistema financiero globalizado y la debilidad de la regulación vigente. Hoy, se vuelven imperiosas las intervenciones públicas por medio de re-regulaciones que reduzcan la fragilidad. Sin embargo, nuevas normativas podrían entrar en conflicto con compromisos asumidos en la Organización Mundial de Comercio (OMC) bajo el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS, GATS en inglés).
La liberalización financiera ha impulsado grandes movimientos de flujos especulativos a corto plazo que se caracterizan por generar una gran volatilidad que deriva en crisis, recesión y desempleo. Estos flujos no sólo no aumentaron la inversión productiva, sino que la limitaron dificultando la instrumentación de políticas de desarrollo. El capital financiero fue primando su valorización dejando atrás su función histórica de alimentar los procesos de acumulación nacionales.
A su vez, creció de manera considerable la influencia de ciertos actores financieros bajo un sistema bancario sumamente concentrado, con un alto poder de incidencia sobre las economías nacionales. Claro que este proceso no sólo fue producto de las libres fuerzas del mercado o de la revolución tecnológica, sino de políticas que alentaron la innovación financiera y la expansión de flujos.
Con todo, se vuelve necesario contar con regulaciones y controles a los movimientos de capitales que brinden a los gobiernos instrumentos de política macroeconómica capaces de reducir la vulnerabilidad de las economías, evitar las crisis y mitigar los impactos sociales. En esta ocasión, el epicentro de la crisis se da en los países más ricos, lo que ha redundado en que –a diferencia de lo observado cuando los principales afectados fueron Asia y América latina– diversos gobiernos aplicaran medidas tendientes a limitar la especulación y mejorar el manejo de sus cuentas corrientes y de capital. No obstante, estas regulaciones podrían tener contradicciones con compromisos asumidos bajo el AGCS. Así, los Estados corren riesgos de ser sancionados por tribunales arbitrales de la OMC.
El AGCS se firmó en 1995 con el fin de fomentar el comercio de servicios entre países a través de una liberalización progresiva. En este esquema, las definiciones del Acuerdo tienen una gran incidencia en las medidas de control de capitales. Según establece el AGCS, los servicios se suministran bajo cuatro modos. Dos de ellos (suministro transfronterizo y presencia comercial) exigen la apertura de las cuentas comerciales para asegurar que las transacciones involucradas se realicen libremente.
Por otro lado, los estados firmantes no están en condiciones de aplicar medidas que limiten el tamaño de sus mercados, la cantidad de oferentes, el volumen de las firmas, el valor o la cantidad de transacciones, ni de fijar requisitos sobre los tipos de entidades jurídicas que pueden ofrecer los servicios. A su vez, deben garantizar un trato nacional “extendido” bajo el principio de no discriminación.
En Argentina, el gobierno de Menem asumió compromisos en la totalidad de los doce sectores incluidos en Servicios Bancarios y demás servicios financieros. Y si bien, prácticamente no se contrajeron obligaciones bajo el modo de suministro transfronterizo, sí se hizo en el que se refiere a presencia comercial. Además, se han firmado numerosos Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) que suponen una mayor cesión de soberanía y dificultan, aún más, la instrumentación de controles de capitales.
Con el fin de desalentar la volatilidad y fortalecer la estabilidad, desde el 2002 las herramientas de manejo de la cuenta capital se reinstalaron en la Argentina con la implantación inicial de fuertes restricciones sobre el mercado cambiario. En 2005 se instauró un encaje que grava el ingreso de capitales y, más adelante, con el objeto de frenar las salidas de capital se impusieron límites a las compras de monedas extranjeras. Estas medidas, en principio, no serían contradictorias con el AGCS, pero, sin embargo, sería deseable que las regulaciones que pudieran surgir no encontraran ningún tipo de riesgos ni eventuales cuestionamientos.
Sin dudas, modificar aquellos acuerdos internacionales de tinte neoliberal permitiría ganar grados de libertad para la definición de políticas micro y macroeconómicas, de modo de prevenir crisis financieras, sociales y ambientales, sin enfrentar amenazas de represalias. No obstante, es preciso no perder de vista que, en tanto el sistema financiero sea más rentable que el productivo, los procesos de especulación y crisis se sostendrán en el tiempo.
Consecuentemente, debe propiciarse la creación de una nueva arquitectura financiera internacional que procure una mejora sustancial en los aportes al desarrollo. En esta línea, los países periféricos deben lograr una coordinación regional bajo un esquema multilateral que centre al comercio en un eje de cooperación en cuestiones clave para extenderse así hacia el desarrollo de capacidades productivas complementarias.
* Investigadora del Cefid-AR.


Expresión de la época


Por Martín Burgos *

Sabemos que las instituciones no son más que la cristalización del estado de la disputa entre bloques sociales en un período dado. Así es como la hegemonía liberal de los años ’90 creó la Organización Mundial del Comercio, entre otras cosas, para administrar a nivel mundial un sistema de comercio que reafirma las desigualdades básicas entre centro y periferia: mientras se permitió proteger a los sectores agrícolas de los países centrales mediante subsidios, la industria de los países periféricos sufrió una apertura sin precedente, con fuertes limitaciones en el uso de las herramientas de protección.
La crisis económica mundial abre un escenario propicio para cambiar esa institución. Por un lado, porque la principal respuesta de todos los países frente al desempleo, a los problemas de balanza comercial y las fuertes turbulencias en el mercado monetario mundial, pasa por un incremento del proteccionismo. Su implementación responde a variedades de coyunturas: algunas medidas son tomadas con el único objetivo de un control social de la población, mientras en otras se toman para impulsar el desarrollo de una industria nacional. Pero la consecuencia para una institución como la OMC es similar: se disgrega su legitimidad, ya maltrecha desde las manifestaciones de Seattle en 1999. Sus últimos informes muestran indicadores que instalan una “tendencia inquietante” dada la cantidad de medidas que están tomando todos los países, y que incluso ya desbordan los límites que estaban permitidos en su marco. Frente a eso, la OMC aparece como mera gestora de las “diferencias” comerciales, cuando no simple espectadora, y sólo puede llamar a los gobiernos a no “ceder al canto de las sirenas” de la protección y la sustitución de importaciones.
Argentina es uno de los países que más intensamente utilizó esas herramientas de protección a la industria nacional desde que empezó la crisis. La razón principal es que, por el “conflicto del campo”, el gobierno quedó imposibilitado de utilizar una devaluación compensada por un aumento de las alícuotas a las retenciones a las exportaciones y tuvo que apelar a las licencias no automáticas, medidas antidumping y declaraciones juradas anticipadas de importaciones. Eso trae aparejado numerosas tensiones con nuestros socios comerciales, como el freno en la compra de aceite de soja de parte de China o de los limones de parte de Estados Unidos.
Pero debemos reconocer que esas tensiones no son una particularidad argentina: es el carácter que está tomando la crisis económica mundial, donde Brasil impugna a Estados Unidos por su política monetaria, la Unión Europea acusa al Mercosur de proteccionista y la campaña electoral estadounidense puso en el centro de la escena el nivel de importaciones de los automóviles de origen chino. Porque entre las regiones más proteccionistas encontramos también a la Unión Europea y a Estados Unidos, paladines del discurso liberal, cuyos principales socios afectados son los países de la periferia (y en esto China se lleva todos los premios). A eso le tenemos que agregar las dificultades existentes para que los países del centro cumplan con las decisiones de la OMC, cuando los órganos de solución de controversia se definen en su contra.
Porque de eso se trata: el ascenso de nuevas potencias como China, India, Brasil, Rusia y hasta el crecimiento económico de continentes que se pensaba condenados a la pobreza como Africa o América latina, cambia el orden de las cosas. No es sólo una coyuntura, el resultado de un buen contexto de precios de las commodities. El surgimiento de esos países es el resultado de políticas económicas acertadas, en la cual la relación sur-sur, sea mediante integración regional o mediante comercio intersectorial, fue un articulador de políticas heterodoxas a nivel nacional que modificaron la realidad de la periferia. Lejos quedaron los convidados de piedra de la OMC, esos países del “Tercer Mundo”, expresión que acuñó Alfred Sauvy en 1952 en referencia al “Tercer Estado” del Ancien Régime francés. Por el contenido ideológico de varios de los gobiernos de la periferia y su rechazo a cargar con las consecuencias de la crisis, podríamos identificarlos como “el club de los jacobinos”, si seguimos con el simbolismo de la Revolución Francesa. Así como las cuestiones económicas más importantes pasaron de debatirse en el G-7 a hacerlo en el G-20 –incorporando a varios de los “jacobinos” en la mesa de discusión–, es necesario aprovechar la crisis mundial para reformar la OMC, y orientarla hacia reglas de comercio más justas que impidan la generación de abultados desequilibrios comerciales.
cronista comercial
 

Sebastian

Colaborador
¿Cómo será 2030? La Inteligencia de EEUU predice.
La clase media, por primera vez, será el sector económico y social más importante de la “vasta mayoría” de países en todo el mundo (crecerá de 1.000 millones a 3.000 millones, superando la población empobrecida), lo que contribuirá a “acelerar sustancialmente” el poder del individuo. Eso, junto con la ausencia de una dominante potencia hegemónica (EEUU pasará a potencia económica nº 2; en términos globales bajará a ‘primero entre iguales’), llevará a una mayor difusión de poder, concretado en “networks informales” y una nueva era de democratización. Ese es el horizonte de 2030 que dibuja un estudio de la Inteligencia de Estados Unidos. Además: ‘improbable’ un enfrentamiento armado EEUU-China; las zonas de más conflicto serán Oriente Medio y Sureste asiático (la modernización llevará a más tensión); las nuevas oportunidades energéticas en muchos países quitarán mercado a Rusia, lo que podría debilitarla y empujarla a mayor agresión.

‘Global Trends 2030′, elaborado por el National Intelligence Council de EEUU (centro de estrategia para medio y largo plazo) y presentado hoy en Washington, no pretende determinar el camino exacto que tomará el mundo en estos próximos 15-20 años, sino apuntar algunas tendencias que probablemente serán seguidas -otras son vistas como riesgos- y considerar varios escenarios hipotéticos. Proviniendo de EEUU, llama la atención la tranquila aceptación de que este país ya no tendrá un papel de tanto dominio.

CAMBIOS TECTÓNICOS.
1.- Casi en todas partes del mundo en desarrollo las clases medias se expandirán sustancialmente tanto números absolutos como en porcentaje.
2.- El mayor poder de individuos y pequeños grupos también tendrá su lado negativo: les permitirá tener más acceso individual a “tecnologías letales y desbaratadoras” (capacidad de ataques con precisión, ciberataques y bioterrorismo), permitiéndoles perpetrar violencia a gran escala, algo que antes era monopolio de los estados. De todos modos, para 2030 se habrá acabado el ‘terrorismo islamista’ que hoy conocemos.
3.- Asia sobrepasará a Norteamérica y Europa juntas en términos de poder global; China sola adelantará a EEUU como la mayor economía poco antes de 2030, si bien como potencia China no ocupará el papel hegemónico que hasta ahora tenía EEUU.
4.- El envejecimiento de la población ya no será solo un problema de Occidente; también en muchas otras sociedades el número de población juvenil se encogerá.
5.- El proceso de urbanización se acelerará. Africa reemplazará gradualmente a Asia como la región con mayor índice de crecimiento urbano.
6.- La demanda de alimentos, agua y energía crecerá aproximadamente un 35%, 40% y 50% respectivamente. Será un riesgo mayor para Africa y Oriente Medio, pero también dejará vulnerables a China e India.
7.- La independencia energética de EEUU se habrá podido alcanzar gracias al desarrollo del ‘fracking’.

CHINA: DEMOCRACIA O COLAPSO. China pasará el umbral de los 15.000 dólares de renta en paridad de poder adquisitivo dentro de unos cinco años, un nivel que, según el informe, con frecuencia se considera “desencadenante” de democracia. Pero una China democrática también podría ser más nacionalista. Por otro lado, una China económicamente colapsada provocaría inestabilidad política y afectaría a la economía global.

EEUU, PACIFICADOR EN ASIA. La posición de EEUU en el mundo será determinada por el grado de éxito en ayudar a gestionar crisis internacionales, “típicamente el papel de las grandes potencias y, desde 1945, lo que la comunidad internacional espera de Estados Unidos”. Si en Asia se reproducen las tensiones que hubo en Europa en el siglo XIX y primera mitad del XX, EEUU estará llamado a ser el “equilibrador” que asegure la estabilidad regional.
http://abcblogs.abc.es/capital-america/2012/12/10/¿como-sera-2030-la-inteligencia-de-eeuu-predice/
 

Sebastian

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Los atlas del futuro

Las nuevas fuentes de energía cambiarán el mapa del poder mundial
Lluís Bassets 2 ENE 2013 - 22:58 CET5
En las épocas de crisis regresa el fatalismo. Las teorías deterministas se abren paso con facilidad. Es el paraíso de la economía, aunque los economistas se equivoquen. Y es el momento propicio para el regreso de la geopolítica —una disciplina interesante pero sospechosa, que utilizaron los nazis para justificar su teoría del espacio vital y su política agresiva y expansionista—, en forma incluso de geoeconomía.

No todo es imperialismo en los conceptos geopolíticos, aunque no hay dudas sobre los orígenes imperialistas de una ciencia que pretende explicar los comportamientos políticos por los condicionamientos del entorno geográfico. Hay también algo reactivo en la recuperación de un pensamiento duro, que observa a los seres humanos desde una perspectiva estratosférica, la de los satélites que nos mandan imágenes de la tierra. Tras las épocas ideológicas, y las épocas de la virtualidad digital como la nuestra, es lógico que surjan reacciones reduccionistas.

El libro de la temporada sobre esta cuestión es La venganza de la geografía. Lo que los mapas nos dicen sobre los próximos conflictos y la batalla contra el destino, del periodista Robert Kaplan, del que basta citar estas frases para percibir su aproximación bien clásica al problema: “La geografía es el telón de fondo de la historia humana misma. A pesar de las distorsiones geográficas, puede ser tan reveladora de las intenciones de largo alcance de los Gobiernos como los conciliábulos secretos. La posición de un país en el mapa es el primer elemento que le define, más que su filosofía de Gobierno”.

Kaplan nos introduce al pensamiento geopolítico pero, sobre todo, nos invita a adoptar una conciencia geográfica a la hora de acercarnos a los conflictos mundiales. Hagámosle algo de caso, sin necesidad de dejarnos convencer ni entrar en debates filosóficos sobre la libertad y el determinismo en la historia de las naciones. Volvamos por un momento a los mapas, aprovechando el año nuevo, momento propicio para interesarse por las noticias que trascienden la novedad de un solo día o una semana.

No nos bastan para este ejercicio los viejos atlas coloreados de geografía física y política, que nos mostraban el patchwork de las fronteras y soberanías nacionales de colores, aunque alguna utilidad pueden tener en un momento de agudización de rivalidades nacionales. En Asia, por ejemplo, donde nos servirán para escudriñar el mar de China en busca del archipiélago de las Spratley, las islas Paracelso o las Diaoyu (Senkaku en japonés), todas ellas disputadas entre China y sus vecinos. O en el Ártico, donde nos permitirán atisbar las futuras rutas de navegación entre Asia y Europa.

Estos son los mapas clásicos de superficie que albergan unos nuevos mapas menos conocidos, pero más interesantes para nuestra época, una nueva cartografía que debe recoger, precisamente, las novedades que nos proporcionan tanto la tecnología como las modificaciones del planeta producidas por el calentamiento global. Las primeras levantan, por ejemplo, la nueva cartografía de los yacimientos de gas y de petróleo que va a revolucionar la economía de la energía. Las segundas, tanto las costas en peligro como los resultados de la fusión en los casquetes polares, de efectos ambivalentes sobre la economía humana: catástrofes de un lado y nuevos recursos del otro.

Basta con centrarnos, de momento, en los efectos de la cartografía del subsuelo terrestre y marino que alberga nuevos yacimientos gasísticos y petrolíferos para concluir muy rápidamente en la utilidad de la geopolítica para entender los tiempos que nos esperan. A los avances en la extracción en fondos marinos a gran profundidad se han añadido los enormes progresos en detección de yacimientos, en extracción horizontal y en el llamado fracking, que consiste en extraer gas o petróleo de los esquistos bituminosos en las profundidades del subsuelo.

Estados Unidos asegurará su suministro de petróleo para los próximos cien años y en 2020 tendrá una total autonomía energética, además de exportar gas licuado al resto del mundo y principalmente a Europa. Hay probabilidades de que Polonia se convierta también en un gigante gasístico, liberado de la dependencia energética de Rusia. Esta última, al igual que los países árabes productores de gas y de petróleo, deberá acomodarse a la nueva situación. Recordemos que el conflicto entre Repsol y Cristina Kirchner tiene su origen en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, una enorme bolsa de arcilla bituminosa.

Las técnicas extractivas, que consisten en inyectar un cóctel de agua y componentes químicas a alta presión, suscitan muchas reservas por sus efectos contaminantes en las aguas subálveas e incluso sobre la salud de las poblaciones afectadas. Pero a la vez estos yacimientos pueden ser una bendición económica, como se espera que le suceda a Barack Obama en su segundo mandato con un boom inmediato del gas y del petróleo de piedra. Habrá que optar.

El mapa del siglo XXI está mutando gracias a la energía oculta e inagotable que hay bajo la superficie de la tierra. Y unas nuevas e inesperadas relaciones de poder nos esperan bajo los nuevos atlas todavía desconocidos.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/02/actualidad/1357163929_886470.html
 

Sebastian

Colaborador
El mapa del mundo: el regreso de la geopolítica

29 de abril de 2013 Serguéi Karagánov, Védomosti
La globalización, el cambio climático y el auge de Asia son algunas de las razones que han vuelto a poner de actualidad este concepto.


Durante casi medio siglo, la teoría geopolítica estuvo prácticamente prohibida. En la Unión Soviética a esta rama de la ciencia se la tachaba de “burguesa”. En Occidente era tenida por políticamente incorrecta y, por lo general, solo mostraban interés por ella los profesores de provincia sin ninguna oportunidad de entrar en el establishment.

La geopolítica también se vio afectada por las armas nucleares, que hicieron mucho para acabar con su hija militar y política, la geoestrategia, y para hacer de la guerra un instrumento mucho menos conveniente y mucho menos moralmente aceptable de la política.

La situación comenzó a cambiar con la llegada del nuevo siglo y hoy el uso de la geopolítica se ha vuelto a normalizar y ha recuperado rápidamente su legitimidad y corrección política.

No hay una única definición de geopolítica. Pero en términos generales se puede describir como la ciencia que investiga el vínculo entre la política exterior, las relaciones internacionales y el entorno geográfico y natural.

La recuperación del término y la disciplina académica que lo sustenta es interesante en muchos sentidos. Detrás de su renacimiento se encierran nuevas realidades.

Es probable que Irán hubiese sido objeto de un ataque hace ya mucho tiempode no ser por su capacidad para cerrar el estrecho de Ormuz, a través del cual se exporta el 40% de la producción petrolífera mundial.

Por ejemplo, las declaraciones de que el destino de toda la humanidad depende de la situación en el Estrecho de Ormuz (el único paso marítimo que comunica el Golfo Pérsico con mar abierto), a través del cual se exporta el 40% de la producción petrolífera mundial, o del Estrecho de Malaca (entre Indonesia y Malasia), a través del cual pasa el 40% de todo el comercio internacional, no parecen exageradas. Si de repente, por alguna razón, se cerraran estos pasos, países y continentes enteros comenzarían a tambalearse.

El crecimiento sin precedentes de Asia ha aumentado la demanda de materias primas, energía y alimentos, en especial de agua y de bienes que requieren mucho elemento líquido. El valor económico y político de los territorios capaces de producirlos también ha aumentado drásticamente.

La competencia se está dando no solo por las islas en la periferia de China, con sus recursos submarinos y naturales sino también por África, durante décadas olvidada por todos. Reabierto el interés en el continente africano por parte de China en su búsqueda de materias primas y provisiones, este ha pasado a ser el foco de una nueva lucha de poder, que ha devuelto la atención a las crisis locales, ignoradas en el pasado.

Otra razón para el regreso de la geopolítica es el cambio climático. Los fluctuantes patrones meteorológicos que provocan inundaciones, sequías y estallidos sociales a lo largo de vastas regiones sirven como recordatorio de que la humanidad todavía depende de la naturaleza y la geografía. La contaminación ambiental y sus consecuencias también nos están obligando a volver a nuestras “raíces”.

La geopolítica también vuelve a escena por la renacionalización de la política mundial. El sueño de un concierto de grandes potencias o de un órgano liberal que gobernara el mundo sobre la base de un mandato democrático no se ha hecho realidad. Los temores por la futura omnipotencia de las corporaciones internacionales también estaban fuera de lugar.

Estas y los círculos relacionados con las mismas son influyentes, sin duda, pero en todas partes se ven obligadas a ceder ante los Estados y ante las políticas de sesgo nacional.

El auge de Asia representa el auge de los Estados-nación fundados sobre la soberanía y los valores de la política exterior tradicional. Por otra parte, el retorno de la geopolítica es resultado de la desaparición de la hegemonía bipolar de la Guerra Fría y de la década unipolar de 1990.

Las relaciones de antaño eran injustas, pero impusieron un marco externo de comportamiento y congeló conflictos, incluidos los territoriales, que ahora resurgen.
Por último, la geopolítica está regresando, asimismo, por la globalización económica.

El enorme incremento del comercio internacional y la interdependencia entre estados los hace dependientes de la geografía y de la seguridad en el transporte de mercancías. Cada vez es más perceptible que la política mundial ya no gira alrededor de las rutas de caravanas, como hace mil años, o de las vías ferroviarias, como en los siglos XIX y XX, sino de las vías marítimas, tanto las actuales como las futuras.

El aumento del tráfico aéreo sólo corrige parcialmente esta tendencia, pero no la altera. Es probable que Irán hubiese sido objeto de un ataque hace ya mucho tiempo de no haber sido por su capacidad para cerrar el Estrecho de Ormuz. Estados Unidos está reduciendo drásticamente su dependencia del petróleo de Oriente Próximo para no depender de Irán.

¿Qué significa el regreso de la geopolítica para Rusia? Moscú juega bien la baza de la política exterior basada en las tradiciones de la Realpolitik y de la geopolítica. Añade peso y autoridad política a un país cuyos activos económicos no son grandes y cuya crisis de identidad intelectual no permite siquiera el uso de su legado cultural de “poder blando”.

Este éxito relativo ha estado facilitado, en no poca medida, por factores geopolíticos. El territorio de Rusia, con sus recursos naturales y su capacidad cada vez mayor para producir los escasos bienes de alto consumo de agua y productos alimenticios, de nuevo se está convirtiendo en un activo poderoso, al menos potencialmente.

Las riquezas energéticas y la capacidad –gracias a la geografía- de influir en el Oriente Próximo, rico en energía, desde Pakistán hasta los países del Magreb, son también un activo.

La creciente y cada vez más abierta rivalidad entre Estados Unidos y China también refuerza el peso de Rusia en materia de política exterior, lo que le permite actuar como equilibrador.
Y de momento lo está haciendo con bastante habilidad, ya sea participando en los ejercicios navales claramente antiamericanos (a ojos de Pekín) junto a China, ya sea practicando ejercicios con las flotas del viejo Occidente y sus aliados en el Pacífico.

Aunque Moscú no participe en la multilateral “lucha política por las islas” entre China, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas y Estados Unidos, creo que algunos diplomáticos rusos deben de estar sonriendo.

En la próxima década el centro de la economía global y de las rivalidades geopolíticas será el Océano Pacífico. A finales de la década, dado el auge de la India y los nuevos conflictos en el Oriente Próximo, este centro podría desplazarse parcialmente hacia el océano Índico.

Y dentro de 10-15 años, debido a todas estas rivalidades, la sobrecarga y la vulnerabilidad de las arterias de transporte y el crecimiento de la demanda de materias primas, aumentará la importancia geopolítica del Ártico, especialmente la de su parte rusa.

El combate en la sombra por la región ya ha comenzado. Rusia lleva la delantera, por ser la primera en reivindicar los potenciales yacimientos de hidrocarburos de la región. Y lo más importante, una cuestión de geografía: su litoral ofrece una alternativa a algunas rutas de transporte del Océano Índico y del Pacífico. La Ruta del Mar del Norte, como se la denomina, actualmente está operativa de Norilsk a occidente. Hay que empezar a desarrollarla en dirección este.

Y por supuesto Rusia podría cosechar enormes beneficios del crecimiento sin precedentes de la región Asia-Pacífico. Pero por ahora no hemos sido capaces de aprovechar estas oportunidades para desarrollar la región Transbaikal y el país en su conjunto, exceptuando la construcción de nuevos gasoductos hacia el Pacífico.

Está claro que la geopolítica y la nueva economía global requieren un aumento cualitativo de la atención hacia el Oriente ruso. Pero la política no sólo debe basarse en cálculos geopolíticos, aunque se hayan vuelto importantes una vez más.
Por diversos motivos sería un disparate alejarse de Europa debida a otras influencias. En primer lugar, desde los tiempos del Imperio bizantino, la modernización económica, social y espiritual de Rusia ha venido de Europa, especialmente en los últimos trescientos años y abandonar esto equivaldría a la autonegación.

En segundo lugar, Europa podría reagruparse, aunque de forma truncada, en torno a Alemania. El reciente trato duro a Chipre, en colaboración con sus aliados del norte, para la edificación de los sureños, inspira esperanzas.
Serguéi Karaganov, presidente honorario del Consejo de Política Exterior y Defensa.
http://rusiahoy.com/opinion/2013/04/29/el_mapa_del_mundo_el_regreso_de_la_geopolitica_27293.html
 

Sebastian

Colaborador
EE UU está cansado, Europa no puede. ¿Queda Asia?

9 de mayo de 2013 Serguéi Manukov, Expert
En los últimos años en el planeta se ha producido un vacío de poder global. Ha llegado el momento de buscar al nuevo 'gendarme mundial'. El antiguo, Estados Unidos, parece que se ha cansado de gobernar el planeta. Es evidente que actualmente Europa no está por recuperar el papel que perdió tres cuartos de siglo atrás. La búsqueda del nuevo líder nos conduce inevitablemente a Asia, pero también allí hay problemas.
Ya en 1998 la entonces Secretaria de Estado Madeleine Albright, definió EE UU como una “nación irreemplazable”. Desde entonces ha pasado décadao y media. Ahora a Estados Unidos le sienta mejor otra definición: “La nación exhausta”, una superpotencia que tiende a la decadencia, más interesada en los problemas internos que en Afganistán o Oriente Medio.

No hay nada de extraño en ese cansancio, si tenemos en cuenta que después de que terminara la Guerra Fría, los soldados norteamericanos han destinado a la guerra el doble de tiempo que en las décadas anteriores.
Washington ha empleado en defensa unos recursos sin precedentes: en el año 2011 EE UU gastó en defensa más que las siguientes 19 potencias juntas. Los costes militares, como no es difícil de adivinar, han jugado un papel nada desdeñable en la formación de la deuda americana, valorada en 16 billones de dólares.

No fue precisamente casualidad que en su segundo discurso de inauguración Barack Obama no recordara ni una sola vez las famosas palabras del discurso inaugural de John F. Kennedy, pronunciado en 1961, sobre que “EE UU pagaría cualquier precio y soportaría cualquier privación en aras de proteger la libertad del globo terráqueo”.

En la última intervención de Obama el mensaje fue otro: la década de las guerras se ha acercado a su fin. El presidente, laureado con el Premio Nobel de la Paz, no ha inventado ninguna definición altisonante de la idea moderna de la nación, que se puede formular con una única y sencilla frase: la prosperidad y el bienestar de EE UU son muchísimo más importantes que los del resto del planeta.

El predecesor de Barack Obama, George Bush, tenía una visión mesiánica de los objetivos de la política exterior de los Estados Unidos. Al actual líder norteamericano parece que le gusta más la así llamada doctrina Eisenhower, quien, a pesar de haber sido un héroe de guerra, en los ocho años que gobernó el país (1953-1961) trató de evitar a toda costa el derramamiento de sangre. O como mínimo, el derramamiento de sangre norteamericana. Semejante cambio de prioridades no implica el fin de mundo, aunque es difícil prever lo que ocurrirá si EE UU se recluye definitivamente dentro de sus fronteras.

¿Qué hay de nuevo?
En el mundo actual, hacer pronósticos resulta una tarea tan ingrata como compleja. Pero por algún motivo parece que durante el segundo mandato presidencial de Barack Obama no se producirán cambios significativos en política exterior. La situación económica y financiera de EE UU no le permitirá perpetuarse como gendarme mundial porque este asunto, además de ser engorroso, sale caro.

Surge una cuestión ineludible: ¿quién sustituirá a EE UU? China actualmente se ha apartado un tanto de la política exterior debido a notorios problemas económicos; Rusia ya hace tiempo que ha perdió esta capacidad que poseía la Unión Soviética, que sin duda alguna habría aprovechado una oportunidad que le venía rodada. Para la India y Brasil está claro que es demasiado temprano para aspirar al liderato mundial.
Las organizaciones internacionales también tienen graves problemas: la ONU, la OTAN y la Unión Europea se están replanteando su sistema de valores y están buscando, por así decirlo, su misión en el mundo moderno.

En EE UU predomina la opinión de que es Europa quien puede y debe sustituirle en el cargo de 'gendarme mundial'. Pero el hecho de que sea eso lo que quieren los norteamericanos no implica que su deseo coincida con el de los propios europeos.

Lo más desagradable para los partidarios del nuevo papel de Europa es la ausencia de una unidad real en la Europa unificada, algo que la crisis y las exacerbadas discusiones en torno a la política de austeridad económica han puesto de manifiesto de un modo evidente.

Y resulta que EE UU no quiere seguir siendo el líder mundial, al mismo tiempo que Europa no puede serlo. Nos guste o no, China es el candidato más factible. En cuanto Pekín se haya orientado con sus problemas en la economía, que no se pueden comparar con el hecho de que actualmente el Viejo y el Nuevo Mundo hayan tropezado, tendrá las manos libres. Aunque al Imperio Celeste no le va a quitar el sueño aventajar en todo a EE UU.
Texto abreviado, publicado originalmente en ruso en Expert.
http://rusiahoy.com/opinion/2013/05/09/ee_uu_esta_cansado_europa_no_puede_queda_asia_27669.html
 
Análisis del Conflicto Territorial China - Japón

23 de abril de 2013


China es el mayor socio comercial de Japón, por lo que cualquier enfriamiento en las relaciones entre ambos países tiene el potencial de tener un impacto significativo en la economía de Japón. Las relaciones entre ambos países han sido tensas en los últimos meses por una disputa sobre la soberanía de las islas deshabitadas en el Mar de China Oriental, reclamada por ambas partes (y Taiwán). Por otra parte, la historia de las aventuras imperiales de Japón en lo que hoy es la República Popular China, incomodan a los chinos y a otros países asiáticos que fueron invadidos durante el conflicto.

El primer ministro Abe llegó al poder con la promesa de regeneración económica a través del fin de la deflación y (principalmente) un suministro ilimitado de dinero en efectivo para las medidas de estímulo. También prometió tomar una postura firme en contra de China con respecto a las islas en disputa. Abe ha declarado que respondería con la fuerza si China desembarcaba gente en cualquier pueblo de las islas. Sus declaraciones vinieron luego de una visita al Santuario Yasukuni de japoneses muertos en la guerra (incluidos los criminales de guerra) por alrededor de 168 parlamentarios. Estas visitas son siempre objeto de controversia por los vecinos de Japón.

En la actualidad, China cuenta con ocho barcos en las proximidades de las islas, mientras que hay diez buques pesqueros japoneses tripulados por activistas en la región. Japón no es una potencia nuclear, pero está bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos; China es una potencia nuclear en su propio derecho. La tensión sobre la soberanía de las islas ya ha dado lugar a una reducción en el comercio entre las dos potencias.

Las disputadas islas son conocidas como Senkaku por Japón y Diaoyu. Son territorios estratégicamente importantes y tienen una significativa riqueza pesquera; también se especula que podría haber reservas de gas y petróleo en aguas cercanas a las islas.

http://es.dailyforex.com/forex-fund...s-del-Conflicto-Territorial-China-Japón/20238
 

Sebastian

Colaborador
En la mira el poderío naval de EE.UU. y China
Jonathan Marcus
BBC
Sábado, 1 de junio de 2013

El USS Freedom es un símbolo de la estrategia naval de Estados Unidos en Asia.

Fines de mayo en Singapur. El buque de guerra más nuevo de Estados Unidos -el USS Freedom- está anclado en la base naval de Changi y los ministros de Defensa de toda la región se dirigen al opulento Hotel Shangri-La.

El único foro regional anual de seguridad, el Diálogo de Shangri-La, organizado por el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en inglés) ha vuelto a la ciudad.

Se pone en marcha tras un año que vio no sólo crecientes tensiones marítimas, sino también preguntas sin responder sobre el futuro de algunas de las relaciones clave en la región, de las cuales no es menos importante el encuentro estratégico y abarcador entre EE.UU. y la pujante China.

El director general y jefe ejecutivo del IISS, John Chipman, dijo a la BBC que tales tensiones se están haciendo demasiado frecuentes.

"Cada año parece producirse una tensión espantosa en la región Asia-Pacífico", señaló.
"Ciertamente, en los últimos cuatro o cinco años, nos hemos enfrentado a pruebas de misiles norcoreanos y toda clase de controversias sobre el Mar de China Meridional, mientras que este año el Mar de China Oriental ha estado particularmente agitado", advirtió.

"De modo que el Diálogo de Shangri-La ofrece una oportunidad", sostiene, "para hacer una pausa y tener a todos los ministros de Defensa de la región y a quienes tienen un interés en la seguridad en Asia-Pacífico para discutir los problemas y cómo encararlos más eficientemente".

"Comenzamos este diálogo en 2002", explica, "porque no había un lugar donde los ministros de Defensa de la región Asia-Pacífico se pudieran reunir".

El Diálogo de Shangri-La, insiste, "siempre está allí para garantizar que la mayor cantidad de países con participación en la Seguridad de Asia-Pacífico se reúnan por lo menos una vez al año".

Las tensiones marítimas, las disputas territoriales en las aguas asiáticas y el malestar ante una China más robusta y asertiva serán parte del debate.
Igualmente figurarán las acusaciones de piratería informática china denunciada recientemente en EE.UU. y Australia. Un encuentro de expertos en ciberseguridad es una de las pocas sesiones estrictamente extraoficiales.

El diálogo incluirá una serie de reuniones bilaterales ministeriales al margen de la conferencia.

Reequilibrio


Chuck Hagel estará muy ocupado durante la conferencia.

El nuevo secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel -quien tuvo un papel crucial en respaldar el establecimiento del diálogo hace más de diez años- sostendrá reuniones trilaterales con los ministros de Defensa de Corea del Sur y Japón, así como los de Australia y Japón por separado.

Hagel también visitará el USS Freedom -un buque que simboliza el pivote o reequilibrio de Washington hacia la región Asia-Pacífico, después de más de una década de guerras enfocadas en Irak y Afganistán.

El Freedom es el primero de una nueva clase de embarcación -polémica porque ha tenido tantos problemas iniciales- pero de todos modos una señal de hacia dónde se dirige el poderío naval estadounidense.

Es un buque que puede operar durante periodos extendidos lejos de su puerto base: estará en Singapur unos diez meses.

Es pequeño y ágil, destinado a llevar a cabo una serie de funciones, desde guerra de superficie hasta medidas contra las minas y guerra antisubmarina.
Su bajo calado le permite operar cerca de la costa, de ahí su nombre: buque de combate litoral. Es una nave programada para operar junto a los buques de los aliados de Washington en la región.

Voceros estadounidenses insisten en que el reequilibrio hacia Asia tiene un aspecto diplomático y económico tan importante como su dimensión militar.

Pero la parte militar es lo que ha llamado la atención de Pekín. Le preocupa cada vez más el "pivote" que muchos analistas chinos ven como un intento escasamente disimulado de contener el creciente poder de China.

Suspicacias mutuas


John Chipman dice que China "valora el Diálogo de Shangri-La como independiente, justo y abierto".

Cuando el presidente chino, Xi Jinping, viaje a California la próxima semana para una cumbre con el presidente Obama, estará buscando una nueva relación estratégica con Washington. Para los chinos eso implica una voluntad de parte de EE.UU. de aceptar el cada vez más grande papel regional de China.

China también estará representada aquí en el Diálogo de Shangri-La, no por su ministro de Defensa, sino por el subjefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Liberación, teniente general Qi Jianguo (un hombre que, como se apresura a puntualizar John Chipman, tiene estatus ministerial en el sistema chino. Ocurre que también es el jefe de la inteligencia militar china).

China, según el director general del IISS, dice que "valora el Diálogo de Shangri-La como independiente, justo y abierto".

"El IISS", agrega tal vez con cierta picardía, "espera con ansias el día en que el presidente de la Comisión Militar Central, o sea, el presidente chino, pueda pronunciar aquí el discurso principal".

Mientras insiste en que desea más cooperación con Pekín, no hay indicios de que la Casa Blanca esté dispuesta a renunciar a su posición como el actor militar dominante en la región Asia-Pacífico.

Los analistas temen que las suspicacias mutuas entre EE.UU. y China representen un riesgo de avivar las tensiones en una región que, a veces, ya se asemeja a un polvorín marítimo.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130531_eeuu_china_tension_maritima_jgc.shtml
 
Japón dice enfrenta amenazas crecientes de China y Corea del Norte

Japón enfrenta cada vez más amenazas a su seguridad por parte de China y Corea del Norte, dijo el Ministerio de Defensa en su primer reporte anual desde que el primer ministro Shinzo Abe asumió el poder.
El reporte fue muy crítico de las acciones de China en aguas cercanas a islotes del Mar de China Oriental reclamadas por ambos países y desató una dura respuesta de Pekín, donde una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que Japón estaba exagerando la amenaza para "crear artificialmente tensión y confrontación regional".
Las relaciones sino-japonesas han estado tensas por la disputa territorial así como por declaraciones de Abe sugiriendo que quiere presentar la historia de guerra de Tokio en un tono menos pesaroso.
"Hay varios temas y factores desestabilizantes en el ambiente de seguridad que rodean a Japón, algunos de los cuales se están volviendo cada vez más tangibles, agudos y serios", dijo el documento de defensa, emitido en momentos en que políticos del partido gobernante llamaron al Ejército japonés a fortalecer su habilidad para responder.
El general que comanda una brigada aérea japonesa, cuyos paracaidistas estarían entre los primeros soldados en responder a un ataque en una isla lejana, dijo a Reuters que su unidad podría beneficiarse de herramientas de inteligencia, incluyendo aviones no tripulados.
"Para cualquier operación en una isla, la inteligencia es crucial", dijo Tadao Maeda, general al mando de la Primera Brigada Aérea, en una entrevista.
En la actualidad, su unidad depende de inteligencia de fuerzas terrestres o marítimas. Japón ha destinado fondos en su presupuesto de este año para analizar la posibilidad de adquirir aviones no tripulados.
El reporte del Ministerio de Defensa dijo que "China ha intentado cambiar el status quo por la fuerza basado en su propia afirmación, que es incompatible con el orden existente de la ley internacional".
"China debe aceptar y atenerse a las normas internacionales", agregó.
La disputa sobre los islotes del Mar de China Oriental estalló en septiembre pasado después de que Japón nacionalizó las islas, conocidas como Senkaku en Japón y Diaoyu en China.
Barcos de ambos países patrullan rutinariamente las islas, generando preocupaciones de que una colisión no intencional o cualquier otro incidente pueda llevar a un enfrentamiento mayor.

REFORZAR LA DEFENSA

Abe volvió al poder después de que su bloque gobernante ganó una elección general a fines del año pasado, prometiendo revivir la economía y fortalecer las defensas de Japón.
También quiere revisar la Constitución pacifista posterior a la Segunda Guerra Mundial para legitimizar a su Ejército, aunque obtener apoyo para estas revisiones podría llevar tiempo.
Japón ya está reforzando la defensa de las disputadas islas y este año aumentó el presupuesto en la cartera por primera vez en 11 años.
El Ejército está realizando ejercicios conjuntos con Estados Unidos, su principal aliado de seguridad, y fortaleciendo las defensas contra ataques de misiles, mientras el Gobierno revisa su política de defensa de mediano plazo.
Japón planea diseñar un nuevo plan de defensa en diciembre y el Partido Liberal Democrático (PLD) de Abe presentó al Gobierno recomendaciones que incluían analizar la posibilidad de adquirir la capacidad para atacar objetivos enemigos.
Japón ha sostenido que tiene derecho a atacar blancos enemigos cuando hay una intención clara de atentar contra Japón, la amenaza es inminente y no hay otras opciones.
Pero cualquier muestra de que Japón avance hacia obtener esas capacidades podría molestar a China y Corea del Sur.
Corea del Norte lanzó un misil en diciembre, incrementando la amenaza que el Estado aislado y pobre representa para sus rivales. En febrero, realizó un nuevo test nuclear, que dejó a Pyongyang más cerca de desarrollar misiles nucleares.
"El lanzamiento de un misil (...) mostró que Corea del Norte ha avanzado en sus tecnologías para extender el rango y mejorar la puntería de sus misiles balísticos", destacó el documento.

Reuters (Editado en español por Lucila Sigal) 09 de julio de 2013
 

Sebastian

Colaborador
Multipolaridad

Moscú, arquitecto del eventual apaciguamiento de la crisis siria, vuelve a poner el pie en Asia


Miguel Ángel Bastenier 17 SEP 2013 - 18:18 CET
Por si cabía alguna duda el embrollo diplomático sobre la guerra en Siria prueba que la unipolaridad norteamericana nunca pudo ser. Pese a su potencial militar, superior todavía hoy al del resto del planeta, a EE. UU. le falta el poder blando, el sostén de una opinión dispuesta a pagar el precio en tesoro y vidas que la hegemonía planetaria implica, y del que sí gozaba la pax britannica en el siglo XIX.

Una de las explicaciones más sobadas para justificar el repliegue de Washington —con etapas en Irak, Afganistán, y, de momento, la abortada operación contra el Gobierno de Damasco— es la del neo-aislacionismo, o enfermedad recurrente del cuerpo político de EE UU que después de una fase expansiva aspira a recogerse tras las inexpugnables fronteras de dos océanos. Eso fue lo que ocurrió tras la victoria de la Entente en la Gran Guerra, y si la figura no pudo repetirse en 1945 fue porque había que reinventar Alemania extirpando lo que quedara de nazismo. Pero en esta ocasión el deseo de guarecerse dentro de sí, obedece a razones diferentes. En lugar de retirarse en 1919 como vencedor, EE UU ha perdido una guerra en Irak, con el corolario de una mejora sustancial en la posición estratégica de Irán, y una prognosis sobre la aventura de Afganistán que no puede ser optimista.

El concurso de Moscú era imprescindible para el sostenimiento de una hegemonía mundial compartida llamada Bipolaridad. Pero falto de uno de los dos atlantes el sistema adolecía de inestabilidad congénita y la paradoja contemporánea es que el regreso de Moscú, arquitecto del eventual apaciguamiento de la crisis siria, no solo no reconstruye esa Bipolaridad, sino que da paso a una multipolaridad cierto que aún en vías de cristalización.

Mientras EE. UU. y la URSS militaban en campos ideológicamente opuestos, sabedores de que el arma nuclear hacía impensable el enfrentamiento armado, su mutuo interés era “cerrar” el espacio geopolítico sin que hubiera vencedores ni vencidos. Hoy, en cambio, la porosidad de una geopolítica sin divisiones ideológicas permite buscar y rehacer alianzas. Y es así como Rusia hace pie de nuevo en Asia sin necesidad de vender la buena nueva del marxismo-leninismo. ¡Qué alivio quitarse de encima ese fardo para Moscú!

Si el plan ruso-norteamericano se cumple con la destrucción del arsenal de armas químicas de Damasco, el resultado será catastrófico para la atomizada oposición siria, que imploraba una acción de castigo de Washington para detener la progresiva erosión de sus posiciones militares.

El presidente Bachar el Asad saldría, consecuentemente, fortalecido pese a la liquidación de su arsenal, porque está mejor sin armas químicas que con ellas, cosa que ha podido comprobar por el riesgo que le ha supuesto su mera existencia, tanto si las utilizó como si no lo hizo. Irán aun sale mejor parado porque la remisión a tiempo indefinido del bombardeo norteamericano hace más improbable una operación similar contra Teherán. E Israel puede temer que no haya salido ganando porque prefería cualquier acción que debilitara al régimen sirio a la permanencia de un Gobierno alauí que garantizaba, en lo que era un alianza de facto, que la frontera común estuviera perfectamente controlada y en paz con el Estado sionista.

El espectáculo que ha dado la diplomacia del presidente Obama, con sus correcciones, rectificaciones y conversiones sobre la oportunidad de machacar a Siria, ha sido penoso, pero, aun así, el líder norteamericano puede acabar salvando hasta cierto punto la cara, con el argumento de que la mera amenaza de los misiles ha bastado para obligar a Damasco a renunciar a su química de guerra.

Y que China no está a punto de sustituir a EE. UU. en el pináculo del poder mundial lo subraya su discreto papel en toda la crisis, encantada de que fuera Rusia quien hiciese casi todo el gasto. Solo en el Pacífico asiático Pekín aspira a mantener a raya a Washington.

Pero el gran vencedor ha sido la Rusia del presidente Putin que, además de convertirse en albacea testamentario del conflicto, le ha hecho un segundo gran favor a EE. UU —el primero amordazando a Snowden, sobre el espionaje cibernético de Washington— con el pacto que evita que Obama tenga que afrontar una votación del Congreso que, de haber sido desfavorable, habría hecho añicos su presidencia.

El historiador norteamericano Immanuel Wallerstein resume lacónico las consecuencias de una crisis que hoy apenas comienza: “EE. UU. carece del poder de hacer cumplir sus mandatos”. A eso se le llama multipolaridad.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/17/actualidad/1379434720_899699.html
 
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