hay tres estrategías.
la primera estrategía es la tradicional artillería antiaérea (Cañones, misiles, etc.). Lo mismo que puede derribar un avión y un helicóptero, también puede derivar un drón.
Un drón aéreo no deja de ser una máquina voladora.
Los problemas aquí son tres.
Primero, hay una gran variedad de drones aéreos. Desde alguno tan pequeños que caben en la palma de una mano, hasta otros tan grande como aviones de pasajeros. Y de multiples formas (parecidos a aviones, helicópteros, misiles, etc.). Muchos sistemas antiaéreos no fueron diseñados para esto y, simplemente, sus radares “no ven” a muchos de estos drones o los perciben como ruido que debe ser desestimado.
El segundo problema puede ser de escalas. Una táctica que puede tener el atacante es enviar un enjambre de drones, saturando las defensas del enemigo. Pueden derivar algunos, pero no a todos. Táctica que parece tener más potencial con drones relativamente pequeños y baratos. Con los drones más grandes y complejos es más difícil y sus escuadrones pueden tener cantidades similares a la que cabe esperarse de un escuadrón de aviones tripulados.
Podrá encontrar en YouTube demostraciones de algunos sistemas de artillería antiaérea tradicional demostrando sus capacidades de derribar pequeños drones. Recuerdo el año pasado haber visto un video de una versión actualizada del Skyguard con sus cañones de 35 mm. derribando dos drones del tamaño de un DGI Phantom, por ejemplo.
La segunda estrategia tiene que ver con la guerra electrónica.
La mayoría de los drones tienen que enviar sus videos y demás en tiempo real. Reciben todo el tiempo ordenes desde sus centros de comando. Muchísimas transmiciones de radio ocupando un importante espectro de microondas.
La forma más sencilla de inutilizar no sólo a uno, sino a decenas de drones simultáneamente, consiste en interferencias electrónicas que interrumpan esas señales.
Los drones pueden quedar ciegos. Imposibilidades de coordinar ataques con otros sistemas de armas como aviones o artillería.
Hoy en dia los drones tienen importantes capacidades autonómas para no tener que depender de las comunicaciones. Pero en el proceso se pierde la capacidad de explorar un territorio en tiempo real.
Hay una discusión si se puede delegar en la inteligencia artificial de los drones la toma de decisiones para atacar un enemigo. Sin intervención humana. El futuro promete mucho de esto.
Actualmente, de todos modos, parece que la mayoría de los drones involucrados en exploración y combate dependen de comunicaciones permanentes, especialmente al momento de ejecutar un ataque, por lo que las contramedidas electrónicas ayudarían mucho.
Si sirve de recuerdo, en la reciente última cumbre del G20 que se realizo en Argentina se termino incorporando un sistema de interferencia electrónicas de drones de fabricación israelí previendo esta situación.
La tercera estrategia es muy antigua: inutilizar las bases desde donde operan los drones.
Por ejemplo, un ataque convencional que destruya el centro de comando, control y comunicaciones de drones que tenga el enemigo. De hecho, los sistemas de guerra electrónica debieran contribuir a detectar donde se encuentran algunos de estos nodos, especialmente los de comunicaciones.
Destruir los aeropuertos. Los drones más grandes y capaces necesitan aeropuertos convencionales.
Destruir los depósitos de combustible. Los drones más grandes y capaces consumen el mismo combustible de los aviones.
Etcétera. Lo mismo que debilita el poder aéreo convencional del enemigo también debilitará el poder aéreo de sus drones.
