Me parece que las posibles negociaciones con vistas a incorporar el F-16 pueden haber sufrido un golpe muy duro por la reciente situación política y diplomática planteada con EE.UU. debido a la prohibición de exportar biodisel argentino a ese país anunciada ayer, un negocio de 1.200 millones de dólares anuales, y que era además el principal producto de exportación de nuestro país hacia ellos.
El Gobierno argentino está entre sorprendido y furioso, no me parece que en el este contexto vaya a tener muchas ganas de avanzar en un acuerdo militar por aviones de combate, precisamente con un país que nos está ocasionando un tremendo daño comercial.
Se podrá pensar que son cosas distintas, uno es un tema comercial y el otro es militar, y que van por carriles separados, pero creo que en la política, todo tiene que ver con todo.