La República Argentina se sostiene en su extenso marco legal vigente, con más de 25.000 leyes. Sin embargo, a lo largo de los años, se han sancionado varias de ellas que modificaron o derogaron otras tantas existentes con anterioridad. Como consecuencia se han creado algunos vacíos legales, ocasionando situaciones de incertidumbre, estancamiento, o inacción.

Entre 1968 y 1988 estuvo vigente la Ley 17.649/68 Plan de Movilización que, en breves conceptos, contenía las bases jurídicas, orgánicas y funcionales para el planeamiento y la ejecución de la Movilización, la cual estaba compuesta por planes contribuyentes correspondientes a los denominados campos de la movilización: militar; económico; social, política exterior e interior. Era de carácter nacional, asignando responsabilidades a los ministerios involucrados y le atribuía al Presidente de la Nación la máxima responsabilidad en la dirección superior de la movilización.

La Ley 23.554/88 de Defensa Nacional, a la vez de crear un nuevo marco normativo en la materia, derogó la Ley de Movilización sancionada veinte años antes. A partir de entonces, en la legislación argentina, se produjo un vacío en lo referente a movilización.

Nuestro Sistema de Defensa Nacional adolece, con la falta de dos leyes complementarias previstas en la Ley de Defensa Nacional 23.554/88: Una ley de Organización Territorial y Movilización para la Defensa; y otra ley de Producción para la Defensa.

Diez años después, la Ley 24.948/98 que establece las “bases políticas, orgánicas y funcionales fundamentales para la restructuración de las fuerzas Armadas”, en su artículo 33, inc. b), punto 4 determina que se debe redactar un proyecto de ley de movilización. Lo cual no se cumplió.

Por tal motivo, actualmente no existe una normativa que establezca las bases, la orientación y la organización de una estructura que permita la coordinación interministerial o los principales sectores de la Administración Nacional para disponer, adaptar y movilizar los recursos para hacer frente a una situación crítica derivada de una catástrofe, desastre producido por causas naturales o antrópicas, o por agresiones externas producidas por un actor hostil.

Desde hace más de treinta años no se pudieron llevar adelante estas previsiones legales previstas oportunamente, y que permitirían, en parte, recuperar capacidades perdidas ante una emergencia nacional que ponga en riesgo la soberanía territorial y/o la salud y bienes de sus habitantes.

Nunca la capacidad operacional de las FFAA argentinas ha estado tan disminuida y deteriorada como en la actualidad, pero nunca en los últimos tiempos la sociedad argentina había necesitado tanto de ellas.

El continente sudamericano es el que menos invierte en defensa y la República Argentina la que menos invierte en la región desde hace más de treinta años en relación con su PBI, territorio, y cantidad de habitantes. Esto ubica a la Argentina por debajo de Brasil, Chile, Perú, Colombia, y Venezuela.

Este proceso de desinversión ha llevado a una situación de clara debilidades de las FFAA en relación con las razonables capacidades que debiera tener en orden a cumplir tanto con su rol principal como los subsidiarios.

Esta situación se ve agravada por un creciente desanimo del personal militar afectado por una política salarial que año a año se ha ido precarizando, sobre todo en comparación con las que se aplican en las fuerzas de seguridad y policiales federales; como también por una falta de horizonte profesional manifestado por una escasísima inversión en renovación de equipamiento y presupuesto de funcionamiento.

Como consecuencia, muchos hombres abandonaron los cuadros de las FFAA para encontrar un mejor destino para su desarrollo personal y material fuera del ámbito de las instituciones armadas, provocando una descapitalización del factor humano, en calidad y cantidad, ocasionando verdaderas erogaciones infructuosas al Estado Nacional, que educa, instruye, y adiestra a personal que luego no rinde lo que el Estado invirtió en su formación.

Estas circunstancias provocan tal estado de fragilidad en su sistema de Defensa Nacional que naturalmente colocan a la Nación en una situación de importante vulnerabilidad para asumir riesgos estratégicos, cualquiera sea su naturaleza, que difícilmente puedan remontarse en el corto plazo.

En el marco regional, cuando un país socio o aliado no está a la altura de sus vecinos, lejos de constituir una solución colaborativa y sinérgica a una política de defensa regional, pasa a formar parte del problema. En síntesis, es una rémora para el conjunto.

La dinámica de los conflictos internacionales, como también las emergencias por fenómenos naturales, o aquellas de origen antrópico (generadas por el ser humano), no permiten remontar en forma oportuna capacidades que se abandonaron en su momento. Por ello, estos escenarios hay que afrontarlos con lo que se tiene desde la época de paz y normalidad.

Los fenómenos propios de la naturaleza, sumados a los provocados por el ser humano por descuido o negligencia (antrópicos), producen daños y consecuencias variadas, como la pérdida de vidas humanas y daños materiales, económicos, sociales y políticos.

Estos fenómenos naturales o provocados son permanentes e inevitables, representan una constante probabilidad de daño, y por lo tanto constituyen una amenaza natural no agresiva, al no existir un actor hostil.

En cambio, en el contexto de las relaciones internacionales resulta previsible establecer las amenazas originadas por las actitudes de un actor hostil.

Dichas amenazas, permanentes o aleatorias, más las debilidades descriptas anteriormente, se resumen en una sola palabra: vulnerabilidad.

Esta vulnerabilidad, ante la presencia de una situación crítica, da origen a la improvisación, metodología utilizada frecuentemente ante la ausencia de una pronta capacidad de reacción y que normalmente arroja los mismos resultados: soluciones precarias, tardías, inadecuadas, parciales y/o insuficientes.

Mientras las amenazas son elementos externos sobre los cuales no se puede tener control sobre las mismas, la vulnerabilidad es un elemento propio, es una debilidad sobre la cual se puede actuar oportunamente, disminuyendo el riesgo o la situación de contingencia de daño.

Una pandemia como la del COVID 19, provoca inesperadamente una gran variedad de consecuencias de distinta naturaleza, magnitud, y alcance. Esto está actualmente produciendo un impacto social y económico tremendo, y una gran incertidumbre. Nuevamente se acudió a la improvisación frente a un “enemigo desconocido e invisible”, apenas disimulada por las experiencias previas en el hemisferio norte.

El actual Ministro de Defensa ha expresado que el Operativo Manuel Belgrano en apoyo a la población civil con motivo de la actual pandemia de COVID 19 es el más grande desde la época de Malvinas, caracterizado por un fenomenal operativo logístico, a pesar de la limitación de medios disponibles.

Cabe destacar que gran parte del material desplegado por las Fuerzas Armadas son medios logísticos de uso dual, lo que permite una fácil y rápida adaptación a empleos no estrictamente militares, siendo usados para atender necesidades en caso de emergencias a requerimiento del Ministerio de Defensa.

El actual Ministro de Desarrollo Social ha expresado su sorpresa por la capacidad de despliegue de las Fuerzas Armadas argentinas, dado que su distribución territorial le permite llegar a casi todos los rincones del país donde se las necesita.

Esta circunstancia ha cambiado radicalmente la percepción pública respecto de la consideración de sus FFAA. Hay un trabajo que hoy se visibiliza y se valora porque se conoce, y que ha colocado a las instituciones armadas en el tercer lugar de consideración de la opinión pública, sólo por debajo de la Universidad y las escuelas, con un 66% de aprobación.

El actual jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA, General Juan Martín Paleo ha expresado que: “La pandemia no tiene mucha diferencia con una guerra bacteriológica. O sea que el ambiente QBN (químico, biológico, nuclear) está. En el mundo existe armas biológicas”.

EL ESCENARIO DE LA GUERRA BIOLÓGICA

Más allá de las consideraciones médico – científicas relacionadas con la forma de enfrentar individual y colectivamente la pandemia que nos afecta, es indispensable desde el punto de vista de la defensa nacional, que el instrumento militar de la Nación encare la problemática como un hecho biológico hostil.

Para ello las FFAA y FFSS necesitarán instruirse, adiestrarse y alistarse para operar en un ambiente operacional contaminado biológicamente, para poder apoyar a la comunidad en cumplimiento de sus respectivas misiones subsidiarias.

 A muchos comunicadores no les gusta decir o escuchar que “es una guerra”, y ciertamente no lo es, si consideramos una guerra de tipo “convencional” donde se encuentran actores claramente identificados y con destrucción de bienes materiales y pérdidas humanas por ambos lados.

 Los tipos de guerra “no convencionales” son: la química, nuclear, y biológica.

Los efectos de la guerra química (gas sarín; napalm, etc.) y nuclear (incendios, destrucción masiva, radioactividad residual) son bien conocidos, como también las medidas necesarias para su neutralización o minimización de sus secuelas, y de alguna manera han sido aplicados en diferentes escenarios bélicos en distintas épocas.

Ambos tipos de guerra y sus armas específicas están prohibidas o limitadas por tratados internacionales de distinto tipo por los efectos devastadores que producen principalmente en los seres humanos.

Lo que resulta absolutamente novedoso es la guerra biológica que, por sus efectos intensivos y extensivos sobre poblaciones enteras, nunca fue aplicada en ningún conflicto y en gran escala con anterioridad.

La guerra biológica es silenciosa y no requiere declaración de guerra previa entre Estados nacionales. Puede ser desatada por un Estado o por una ONG con intereses inconfesables, produciendo bajas masivas.

Estas no distinguen entre civiles y militares, hombres o mujeres, niños o adultos. Además, las bajas son de tres tipos: confinados preventivamente; internados infectados, y fallecidos. No tiene un teatro de operaciones definido, puede afectar por igual a toda una región como a  diversas partes de la misma, y sólo afecta a los humanos dejando incólume los bienes materiales. Consecuentemente, paraliza la actividad industrial y debilita la economía por afectación de los recursos humanos.

En un pequeño tubo de ensayo puede llevarse un virus capaz de producir en poco tiempo una epidemia o una pandemia a partir de un punto de propagación predeterminado, disimulando el verdadero origen de esta. Esta operación puede ser llevada a cabo por una sola persona en forma discreta.

LA PANDEMIA COVID 19

Hace pocos años tanto el ex presidente de los EE. UU. George Bush como el científico Bill Gates alertaron con mucha firmeza sobre la posibilidad de una agresión biológica mencionando el Coronavirus.

Actualmente hay científicos que afirman que el virus en cuestión se generó a partir de “mercados húmedos” y como consecuencia de prácticas de alimentación milenarias. Otros opinan que es imposible que un virus de las características del COVID 19 se haya generado espontáneamente, sino elaborado en un laboratorio específico. En este caso la pregunta que la humanidad se hace es si fue un descuido o algo intencional. Posiblemente nunca se sepa.

Sus características permiten clasificar esta pandemia como un fenómeno antrópico y externo, lo que hace que el mundo en general no estuviera debidamente preparado para afrontarlo.

El mundo que sobrevendrá se verá seriamente afectado en sus economías y desarrollos políticos sociales con las correspondientes secuelas de desocupación, pobreza, migraciones masivas, incremento de la criminalidad y del crimen organizado, mientras los líderes de las grandes potencias se acusan o se solidarizan entre sí.

Este escenario será propicio para una mayor intervención de los Estados sobre la vida de la población, con los beneficios y riesgos que esto conlleva, por ejemplo, en relación con el ejercicio de las libertades individuales.

LAS ACTIVIDADES ESENCIALES

La actual situación de confinamiento o aislamiento social, preventivo y obligatorio ha llevado a valorar aquellas ocupaciones que apuntalan la actividad diaria de la población para su prevención o subsistencia (actividades agrícola- ganaderas, distribución de alimentos; seguridad; bomberos; saneamiento urbano; encargado de edificios; médicos, enfermeros, laboratoristas; acompañantes terapéuticos; etc.) no siempre bien consideradas y/o remuneradas. Pero luego, también se incorporaron las vinculadas con estaciones de servicio y talleres mecánicos; las bancarias, etc.

Desde el punto de vista militar las actividades logísticas han tenido un realce importante en los ámbitos de la sanidad; intendencia; infraestructura, en aspectos públicamente conocidos. En el área del material se vienen realizando grandes esfuerzos para poner y mantener en servicio medios terrestres, navales, y aéreos para contribuir al esfuerzo nacional con medios de transporte modo terrestre, acuático, y aéreo, que permitan llegar con ayuda a los lugares más necesitados de la población.

En particular cabe destacar la pérdida de una capacidad de transporte aéreo de carga estratégica a nivel nacional que afecta la logística por la particular posición insular de la República Argentina.

La actual decisión de adquirir un B 737 para la Fuerza Aérea, seguramente permitirá recuperar parcialmente una capacidad perdida, aunque posiblemente su implementación llegue tardíamente, y sería inconveniente para la logística institucional si no viene acompañada con su correspondiente incremento de presupuesto de funcionamiento (operación y mantenimiento).

ESFUERZO SOSTENIDO

Se estima que no se dispondrá de una vacuna capaz de frenar la expansión del virus en un lapso no menor de un año.

Por otra parte, se estima que un 70% de la población será infectada, de la cual un 5% fallecerá, siendo la franja etaria más comprometida por arriba de los 60 años.

Hasta que pueda restablecerse la seguridad de desplazamiento y relación social pasará un tiempo considerable en donde deberá continuarse con las operaciones de apoyo logístico en lo que podría denominarse un “esfuerzo sostenido de apoyo” por parte del personal militar y civil que en actividades esenciales se encuentran en peligro constante de contagio con el virus, lo cual producirá necesariamente bajas entre los mismos.

En este caso, igual que en un conflicto bélico, será necesario prever los reemplazos (civiles y militares) necesarios en cantidad y calidad para asegurar dicho “esfuerzo sostenido de apoyo”.

Asimismo, se requerirá de una reconversión industrial para asegurar la obtención en plaza de insumos necesarios para enfrentar la emergencia.

Igualmente habrá que tomar las medidas para disponer en el más breve plazo posible de una capacidad de transporte aéreo estratégico de cargas que permita contar con los insumos importados necesarios, así como la repatriación de ciudadanos argentinos que se encuentran aislados en diferentes partes del mundo.

LEY DE MOVILIZACIÓN

Pareciera más que oportuna la oportunidad para proponer contar con una Ley de Movilización para la República Argentina cuya necesidad ya fuera tratada oportunamente por el Congreso de la Nación en la Ley de Defensa Nacional.

El Estado debería contar con un instrumento legal que le permita al Gobierno Nacional adoptar decisiones acordes a la situación imperante, independiente de la inspiración del gobernante, de la buena voluntad de la población o de actitudes solidarias.

Una normativa de estas características de prevención, planeamiento, coordinación, y alistamiento de todos los sectores de la Administración Nacional resulta de fundamental importancia a los efectos de optimizar la capacidad de reacción eficiente y oportuna ante cualquier situación de crisis.

La movilización es una necesidad y una responsabilidad del Estado Nacional y por lo tanto, para que sea apta, factible, y eficiente, debe contener responsabilidades y procedimientos de todos los sectores de la Administración Nacional y las consecuentes acciones de coordinación entre los mismos, (como era antes de 1988).

De esta forma se evitarían improvisaciones o las pruebas de acierto-error, cuyos resultados, en muchas circunstancias, son costosas y llegan tarde.

Dicho instrumento legal debería ser suficientemente flexible para adaptarse a distintos escenarios que alteren la vida normal de la Nación en su conjunto, sea esto en caso de guerra o de paz (agresión militar externa, fenómenos naturales, y/o antrópicos como la actual pandemia) y poder aplicarse integral o parcialmente, como también en forma progresiva, acorde a la evolución de la situación.

Nuestro país dispone de una experiencia importante en la materia debido a que aún dispone de los recursos humanos, civiles y militares, que participaron en el conflicto de Malvinas en las áreas de logísticas de personal y material, los cuales, sumados a quienes participan activamente en la actual experiencia multidisciplinaria, podrían producir un valioso e interesante aporte en la materia.

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6 COMENTARIOS

  1. Muy buena nota/sugerencia !.
    Siempre hemos improvisado y con resultados positivos gracias a nuestro talento natural.
    En buenahora si alguien del legislativo/ejecutivo lee y pasa a la acción tras este articulo!.
    Felicitaciones !
    PD: Dios quiera se arbitren los medios necesarios para que esta idea empiece a recorrer pasillos!

  2. Excelente análisis. Toda esta situación es responsabilidad de la clase política argentina, de todos los partidos políticos. Durante décadas no se le dio a la defensa del país la importancia que se merece, traducida en organización y en equipamiento. No es mucho lo que se puede planear cuando no tenés los medios para mucho. Revertir esta peligrosa situación llevará mucho tiempo, aún con decisión política y plata.

  3. Interesante tema. No es posible un país soberano sin FFAA correctamente equipadas, capacitadas y organizadas legalmente. Eso sí, critico la dificultad de sintetizar conceptos del autor.

  4. Es increíble lo q leo… Quieren darle más poder al gobierno para q utilice a discreción, con la población en sus casas y aterrorizadas x el virus. Esto es serio, significa legalizar cualquier acto q consideren necesario en supuesta salvaguarda del país. Abramos los ojos, con más poder no se van a hacer menos corruptos….

  5. Hay que decir que las ffaa han perdido cualquier apoyo político luego de un siglo de asonadas, levantamientos y golpes de estado. Dicha confusión en su función ha llevado a una mala profesionalización de la ffaa, Argentina gasta en sus ffaa el mismo porcentaje de pbi que cualquier otro país de la región pero lo gasta todo en salarios, lo cual produce el letargo actual y la falta total de capacidad operativa.

    Cualquier rehabilitación de las ffaa tendría que partir desde su reducción de personal para generar un presupuesto disponible para armamento, pertrechos y capacitación. La situación actual del país hace imposible dicha reducción que es abandonar a su suerte a camaradas.

    Tampoco parece viable que se aumente el gasto en defensa, falta de voluntad política interna por un lado, y por el otro ahí sí estaríamos indefensos, si el resto de los países de la región replicasen aumentando su gasto en la misma forma. Sencillamente, ellos gastarían mejor.

    Me parece que la única solución para romper el status quo actual es granjesrse el apoyo de fuerza políticas que históricamente han sido contrarias ya sea por convicción democrática o de ddhh. Esto requiere un discurso claro y contundente para condenar no sólo las violaciones de ddhh, sino también cualquier desviación e intervención en política de la ffaa.

    En otras palabras, admitir que el siglo pasado ha sido un error y completo desbarranco moral y ético. Desde esa base, proponer el desarrollo inteligente de nuestra capacidad bélica, es decir, desarrollo local y rentable. Convertirse en un sector útil en la economía para que la reconversión sea vista como un inversión y no como un gasto.

    La opción es atenerse a los sectores que históricamente han apoyado el rol de las ffaa durante el último siglo. Pero se ha comprobado, en más de una ocasión que dichos sectores han perdido sus base de apoyo popular y no dudarán en abandonarnos para salvarse ellos.

  6. No se puede conseguir un equilibrio sin hacer algún acuerdo, si no hay una convergencia general sobre el manejo de las fuerzas lo único que van a poder hacer es poner granaderos en la puerta de la Casa Rosada. La defensa requiere de medidas prácticas y no ideológicas, la política ha inutilizado la eficacia de la defensa.

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