Noticias relativas al conflicto

DSV

Colaborador
Un empresario argentino quiere comprar la mayor compañía de Malvinas
Eduardo Elsztain se acercó a la empresa Malvinas Islands Holding con una oferta.


Eduardo Elsztain, CEO de IRSA.

“Billonario argentino en una oferta en las Malvinas”, dice el enorme titular del diario británico Evening Standard cuya información Clarín pudo confirmar de fuentes empresarias en Londres, Malvinas y Buenos Aires. Eduardo Elzstain, uno de los pocos empresarios argentinos con proyección global, hizo una oferta a través de una de sus compañías en Uruguay para comprar parte de la Malvinas Islands Holding Group Plc. El presidente y accionista mayoritario de IRSA es dueño de la mayoría de los shoppings del país, de edificios de oficinas, hoteles y de una de las mayores agropecuarias, además de participar en el Banco Hipotecario y tener inversiones en Israel.

Entre tanto, en Malvinas no sólo ya tomaron nota de “las trasacciones” que hay “en la mesa” y a través de un comunicado, el gobierno local señaló que “cualquier propuesta de cambio de dueños que afecte los activos en las islas serán puestos bajo escrutinio de la legislación legal".

La FIH es el emblemático miniconglomerado de las Malvinas, que en el pasado tuvo un esquema netamente colonial, siendo la corona británica su dueño principal. Hoy, ya transformado, mantiene muy diversos negocios y funciones. Es el mayor operador comercial, con 60% de mercado, a través de supermercados y locales. Además, es dueño de 40 propiedades para alquiler, concesionaria y alquiler de camionetas 4 x 4 y servicios para pesca, entre otros. Pero lo que es central a la idea de que un argentino se convierta en uno de sus principales accionistas se vuelve resonante porque el FIH sigue siendo el mayor dueño de la tierra de Malvinas.

Video
[URL='http://www.clarin.com/politica/elsztain-empresario-vive-hace-crecer-pais_0_SJ3VuNs4e.html']Elsztain: "El empresario que vive del Estado no hace crecer el país"

Entre lo que cuenta la prensa británica y lo que pudo saber Clarínes que el Dolphin Fund, uno de los instrumentos financieros de IRSA, pero con oficinas en Uruguay, envió una oferta a la Malvinas Islands Holding. “Dolphin Fund Limited (“Dolphin”) anuncia que ha enviado una carta al Directorio de la FIH para pedir información que le permita evaluar una oferta en efectivo con premio a la actual oferta de Staunton Holdings Limited (“Stauton”) de 300 peniques, por las acciones del capital emitidas y por ser emitidas de la FIH que aún no posee Dolphin”.

Lo curioso, y desconocido hasta ahora es que hoy, a través de Dolhpin, Elsztain ya es dueño de un 2,54 % de las acciones de FIH. “Dolphin desea entrar en un diálogo con FIH y su mayor accionista con la vista puesta en una oferta recomendada y en curso. Dolphin anuncia su propuesta como un medio para encarar el proceso futuro”.

La oferta inicial para FIH llegó de parte de la firma Staunton Holdings Limited, ligada a la familia Rowland, dueña a su vez del 22,65% del conglomerado. Staunton tiene, por su parte, 2,34%. Uno de los miembros de la familia, Edmund Rowland, es presidente ejecutivo a su vez de FIH, y ha dicho que no quiere a Dolphin con más acciones en el Holding.

El Evening Standard señala que la oferta de Staunton sería por 37 millones de libras y que a través del fondo Dolphin, Elsztain elevaría ese monto en efectivo. El diario señaló que igual esta es una prueba para la primera ministro Theresa May: si va a aceptar o no que “empresas extranjeras”, tengan propiedades en las disputadas islas. Más elegante que el periódico, el presidente de la Asamblea Legislativa de Malvinas, Barry Elsby, dijo que, “como en cualquier país”, lo que van a hacer en el archipiélago es ver si el movimiento de Elsztain juega o no “contra los intereses nacionales”.
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http://www.clarin.com/politica/empr...prar-mayor-compania-malvinas_0_SJa9j3Fog.html
 

Herr Professor

forista tempera-mental
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Desde el Cementerio de Darwin, Nobel de la Paz defiende soberanía de las Islas Malvinas

Junto con la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, encabeza una delegación argentina en visita a las Islas Malvinas. Piden la identificación de los soldados muertos y la soberanía del archipiélago.

También participó del diálogo la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, quien coincidió en que los isleños deberían tener "la libre determinación" y convertirse en un "pueblo libre". "¡Qué terminen esta colonización! Qué el Gobierno inglés se retire y deje que el pueblo sea libre", aseveró la octogenaria defensora de los Derechos Humanos.

https://mundo.sputniknews.com/politica/201703151067620710-soberania-islas-malvinas/
Inmorales.... oportunistas....

Bien escrachados estuvieron cuando arribaron a AEP, no hay que dejarlos actuar, la sociedad toda debe saber que tras este aparente acto humanitario se esconde una vil maniobra política y económica

NO HAY NN EN MALVINAS
 
Palabra autorizada sobre la reciente visita de unos impresentables a las islas.

Comunicado de prensa

La Federación de Veteranos de Guerra de la República Argentina, representando a los Centros de Veteranos de Guerra de Malvinas de todo el país, REPUDIA ENÉRGICAMENTE la visita efectuada a nuestras Islas Malvinas por personas ajenas al sentimiento malvinero, como fue el caso de la Comisión Provincial de la Memoria, representado por el señor PEREZ EZQUIVEL; madres de Plaza de Mayo y el VGM ERNESTO ALONSO, politizando un acto que debió ser humanitario y ser representado por la “Comisión de Familiares” y combatientes con un alto sentido patriótico.
En principio esta Federación sostiene que no hay soldados NN, sino héroes con nombre y apellido que dieron su vida por la patria y rechazamos por arbitrario e inconducente que hayan colocado un cartel de denuncia que, demuestra claramente el sentido político que tuvo dicha visita.
La conducta inconsciente de los integrantes de aquella “comisión”, vergonzoso a los ojos del mundo, constituyó un atropello al honor del “soldado de la patria”, y una injustificada agresión a las Fuerzas Armadas de nuestra Nación.
Nuevamente hemos asistido con estupor a un nuevo acto de violencia, cometido esta vez por la Comisión Provincial de la Memoria, que no tuvo nada de “derechos humanos”, por lo que exhortamos a todas las fuerzas políticas a defender el principio de RESPETO POR NUESTROS HEROES DE MALVINAS Y EN DEFENSA DE LA SOBERANIA NACIONAL, haciendo quitar ese “cartel de denuncia” ofensivo para todos aquellos que sentimos el legítimo orgullo de combatientes y para todo el pueblo argentino que comparte tan caro sentimiento.

Buenos Aires, 21 de marzo de 2017

http://www.fundacionmalvinas.org/contenido/leer/18106/comunicado-de-prensa/
 

Grulla

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Impactantes imágenes del hundimiento de una fragata británica durante la Guerra de las Malvinas (fotos)

La foto, tomada de la filmación de la cabina del avión del capitán Horacio Mir González, muestra el preciso momento en que el piloto enfoca su mira en el buque inglés, al tiempo que, a un costado, se observan los misiles disparados desde la fragata, que terminó hundiéndose.

https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201703231067818121-guerra-malvinas-fotos-combate/
 

Grulla

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Si, la nota tiene muchos errores. Debe ser producto de la traducción del ruso al castellano, pero está bueno que difundan el tema

Enviado desde mi ALE-L23 mediante Tapatalk
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
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INFOBAE-26 DE MARZO DE 2017

Día D, hora H: el desembarco argentino en Malvinas en primera persona

El capitán de fragata José Luciano Acuña partió de Puerto Belgrano al mando de un buque repleto de tropas y con cinco sobres lacrados. Cuando recibió la orden de abrir uno de ellos, supo que estaba ante un momento histórico para el que se había preparado toda su vida



El 28 de marzo fue un día radiante: "un día que da gusto ser marino", recuerda Acuña, quien zarpó con la flota ese mañana aunque todavía sin tener certezas sobre cuál sería su destino final. Antes de partir, el comandante de la flota, el contraalmirante Carlos Büsser, le entregó cinco sobres lacrados con el mandato de esperar órdenes para abrirlos, según se le indicara. Al llegar a bordo, un oficial trató de convencerlo de abrir el primer sobre y ver su contenido, algo que él descartó: "Cuando llegue la orden lo vamos a abrir", respondió.

La orden de abrir el sobre número 5 llegó cuando el "Cabo San Antonio" estaba en el punto donde comienza el canal de acceso a Puerto Belgrano: "En ese momento me enteré que formaba parte del grupo de tareas que iba a recuperar las Islas Malvinas", cuenta el marino. "Yo nunca supuse que iba a tener tanta responsabilidad. Me había estado preparando desde 1954 para esto", añade Acuña, quien al recibir la noticia cayó en la cuenta de que apenas conocía a su tripulación -acababa de ser transferido- y atravesaba el duelo por la repentina muerte de su esposa. "No quería que mis oficiales miraran y vieran a un viudo lloroso", sostiene al recordar cómo debió buscar fuerzas dentro de sí mismo.

El desembarco de los cerca de 400 infantes de Marina y Ejército que se encontraban a bordo quedó programado para "el día D a la hora H". Una vez que supo su destino, Acuña se lo comunicó a la tripulación y comenzó a navegar rumbo a Malvinas, con una trayectoria oblicua: debía evitar que los barcos que navegaban cerca la costa los vieran, pero también a los pesqueros que suelen navegar cerca de la zona de las 200 millas.

El 29 de marzo, el tiempo comenzó a desmejorar: "el 29, el 30 y el 31 soportamos un temporal del suroeste que nunca en mi vida había tenido que afrontar". El buque de desembarco de tropas y tanques Cabo San Antonio tenía portalones que se abren y bajan para permitir el desembarco, pero no muy resistentes a los "golpes de mar". Acuña sabía que "dos buques gemelos habían tenido problemas en un temporal y no habían podido abrir las compuertas", por lo que debió navegar evitando que se dañaran. "En ese temporal me di cuenta que tenía una tripulación muy marinera", explica.


Contraalmirante Carlos Büsser, comandante de las fuerzas de desembarco (Rafael Wollmann)
El día "D" estaba originalmente previsto para el primer día de abril, pero el mal clima retrasó los planes dado que era preciso al menos un día de mar calmo para organizar el desembarco. La ocupación de las Malvinas había sido bautizada inicialmente como "Operación Azul", pero en medio del fuerte temporal el entonces teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, embarcado en el Cabo San Antonio, recordó que cuando ocurrieron las invasiones inglesas al Río de la Plata, el general Liniers había enfrentado similares inclemencias, que cesaron cuando invocó a la Virgen del Rosario. Por su sugerencia, el almirante Büsser, jefe de la fuerza de desembarco, rebautizó la operación como "Operación Rosario": el cambio en las condiciones climáticas que posibilitó el inicio de las operaciones el 2 de abril quedó para siempre adjudicado a la intercesión de la Virgen.

Cuando el capitán Acuña dio la orden de alistar a las tropas para el desembarco, notó con sorpresa que no había movimientos en el buque: nadie había dormido en la noche del 1° al 2 de abril y ya todos estaban en sus puestos. Antes del desembarco, el comandante Büsser pronunció una arenga que se transformaría en mítica: instó a sus subordinados a ser duros con el enemigo pero amables con los habitantes, previno a las tropas de asalto acerca de que actuaría con máxima severidad ante delitos como el abuso de autoridad o el pillaje, prohibió el ingreso a las propiedades privadas y exigió el respeto a las mujeres y niños. La dictadura argentina apostaba a una operación "limpia" que no impidiera futuras negociaciones. "El viva la Patria que escuché en ese momento fue como un grito que salía de las entrañas del buque. Nunca me voy a olvidar de eso, cómo me emocioné", explica Acuña.

El "Cabo San Antonio" entró a Puerto Groussac sin radar ni sonda, en medio de la noche, y sólo una vez que recibió la contraseña por parte de los barcos que le daban cobertura. Antes, un grupo de buzos tácticos habían inspeccionado el lugar indicado para el desembarco, tras lo cual llegaron un grupo de comandos anfibios. "Siempre me acuerdo cuando estoy en un semáforo, porque la contraseña era 'luz verde'", recuerda Acuña con nostalgia. A las 6 se abrieron las compuertas y los vehículos anfibios se lanzaron al agua. Con el mar calmo y en la oscuridad de la madrugada malvinense, venciendo al temor natural que inspira la guerra, las tropas pisaron tierra firme e iniciaron la marcha por la turba, esquivando alambrados y obstáculos naturales. Horas después, centenares de soldados argentino tomaban el control de las islas sin producir bajas británicas.

Si bien la resistencia de los Royal Marines fue débil, en esas operaciones se produjo la primera baja argentina: el capitán Pedro Edgardo Giachino avanzaba con algunos de sus hombres sobre la casa del gobernador, que estaba cercada por fuerzas propias, cuando fue alcanzado por balas enemigas.

Treinta y cinco años después, Acuña recuerda aquellos días del desembarco y reflexiona: "La parte táctica estuvo muy bien. Muy pero muy bien. Fuimos justos, mostramos estar adiestrados, hicimos las cosas bien". Y añade: "Si alguna vez escuchan esas palabras 'los chicos de la guerra', por favor no lo repitan. Los conscriptos que estaban en el "San Antonio" eran marineros hechos y derechos, que cumplían con su obligación y querían más. Antes de terminar la guerra, cuando llegó una nueva camada de conscriptos, los que estaban a bordo no se querían ir".

En la "Operación Rosario" intervinieron unos 700 Infantes de Marina y 100 integrantes de fuerzas especiales. La cantidad de tropas fue decisiva para la toma de todos los objetivos planificados sin encontrar resistencia. Tras más de un siglo y medio de soberanía británica, las Islas Malvinas volvían a estar bajo bandera argentina.
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
SOCIEDAD- INFOBAE 26 DE MARZO DE 2017
La increíble aventura del fotógrafo que retrató la rendición de los ingleses
Rafael Wollmann estaba en Malvinas cuando desembarcaron los marinos argentinos. Sus fotos del 2 de abril son un símbolo en la historia de la guerra





Rafael Wollmann, en acción durante el desembarco argentino en Malvinas
Wollmann tenía 24 años recién cumplidos cuando se encontró en el lugar justo y en el momento indicado. Había llegado a las islas el día de su cumpleaños, el 23 de marzo, para hacer un fotos "geográficas" encargadas por una agencia francesa y de repente se encontró con sus cámaras cargadas el 2 de abril en el corazón de un conflicto inesperado: el prólogo de la guerra.


Wollmann sigue de cerca a los jefes militares, que sonríen tras la breve recuperación de las islas, el 2 de abril de 1982
Rafael, de rulos crecidos y bigote negro, llevaba dos semanas en las Islas y había entrevistado a su gobernador, Sir Rex Hunt, dos veces cuando la tarde del 1° de abril escuchó salir su voz de los parlantes de la radio del pub del hotel. Un silencio estruendoso invadió el lugar. La radio era el medio por el que se comunicaban los isleños: avisos clasificados, mensajes entre amigos, noticias, era lo común. Por eso, al oir a Hunt, que hablaba desde su residencia, todos apoyaron sus vasos de cerveza sobre la mesa y prestaron atención al tono grave.

"Tenemos evidencias aparentemente sólidas de que militares argentinos podrían aproximarse a Puerto Argentino en la madrugada de mañana", reveló a la población, respetando las exactas palabras de un telegrama que había recibido ese día, a las tres y media de la tarde, desde la Foreing Office de Londres. El fotógrafo recuerda que el movimiento siguiente de la gente del pub fue mirarlo a él, el único argentino del lugar.

Rex Hunt dio órdenes precisas. Se suspendían las clases y nadie saldría de sus casas. Y los malvinenses se lo tomaron en serio. Le creyeron. Wollmann no tanto. Intuyó que el gobernador podría haber malinterpretado alguna noticia, ya que unos días antes se había desatado un conflicto en las Islas Georgias del Sur con unos argentinos que desarmaron una ballenera allí sin permiso. Además, Rafael estaba convencido de que Argentina no podía invadir ni recuperar nada.

Pero Hunt tenía razón.


El fotógrafo, de frente, en el momento que registra el desarme de los marines ingleses
El propio gobernador se acercó a Wollmann y a otros colegas ingleses -que habían llegado un día antes por lo de las Georgias del Sur- y les dijo que se tenían que ir del hotel, que los alojarían en la casa de su chofer y que no salieran de allí porque los marines tenían órdenes de disparar a matar.

Esa noche nadie durmió. La radio local, que usualmente cortaba la transmisión a las 21, se mantuvo en línea toda la madrugada. Hunt se quedó escondido debajo de su escritorio y sacó a su familia de la residencia de Gobierno. Por la onda corta llegaba información confusa desde la BBC en Londres. "Está pasando algo en Malvinas pero no sabemos qué", decía el locutor británico.


Wollmann registra al comandante Carlos Büsser al bajar de un tanque anfibio en Malvinas
Wolmann y todos los que estaban en Puerto Argentino sí sabían qué. A metros de la ventana de la casa del chofer resonaban los gritos en inglés, y los disparos, y los estruendos de las granadas y, con el correr de las horas, la presencia de voces en castellano se hacía cada vez más clara.

Los anfibios argentinos desembarcaron a la medianoche, los buzos tácticos tomaron una base en la playa y luego comenzaron a avanzar. La noche fue larga. Con las primeras luces del día, Wollmann se asomó por una ventana y vio aparecer al vicecomodoro argentino Héctor Gilbert con una bandera blanca, que iba hacia la casa de Hunt a pedirle la rendición. Primero disparó su cámara. Y casi simultáneamente un soldado argentino o inglés le disparó a él.

La bala que podría haber decretado el fin de esta historia reventó uno de los cuatro vidrios de la ventana desde donde fotografió Rafael. Su vida no se terminó en ese instante por centímetros. "Confundieron la lente con algún arma, seguramente. Me asusté mucho y bajé arrastrándome, pero lo gracioso es que en la planta baja de la casa estaba el chofer preparándonos el desayuno, huevos revueltos, todo, como si afuera no pasara nada", ríe ahora el fotógrafo argentino.


Wollmann, de espaldas, retrata el momento donde se rinden marines ingleses, la mañana del 2 de abril
Pero el aire helado de las Malvinas era una masa cargada de cientos de años de tensión que podía rebanarse con un cuchillo desafilado. Hunt insultó a Gilbert y a los "malditos argentinos" y luego se rindió. Se puso su traje de gala y salió de su casa con destino a Montevideo, a bordo de un avión de la Fuerza Aérea. El 5 de abril ya estaba en Gran Bretaña, aportando información a las tropas que horas después partieron desde Portsmouth a la guerra en el Atlántico Sur.

Wollmann salió al patio y se encontró con la escena de su vida. Varios de los 80 marines que había en la Isla, y que estaban escondidos en la zona, fueron obligados rendirse. "Estaban marchando hacia el patio de la casa del gobernador donde hacían la entrega de armas. Luego pasaron al jardín y los sentaron. Ya eran prisioneros de guerra", relata Rafael, que tuvo plena conciencia del lugar que ocupaba y de los riesgos que corría por estar en la línea de fuego.

Por eso apenas usó dos rollos de película fotográfica. "Tuve mucha precaución, y no quería que me metieran preso o me sacaran la cámara, así que disparaba una foto y me iba de la escena, sin saber qué me iba a encontrar al momento de revelar", explica Wolmann, que andaba con dos cámaras, una con rollo color y otra, con blanco y negro.

Con el correr de las horas la tensión se dispersó. La tarde del 2 de abril los anfibios desaparecieron y algunos militares que quedaron tomaron la radio y les hablaron al pueblo malvinense. "Pero lo hacían en español y yo les decía, 'al menos háblenles en inglés para que les entiendan'. Era parte de las escenas surrealistas que vi ese día", comenta, como cuando notó que los argentinos tomaban los vehículos militares ingleses con el volante a derecha y manejaban de contramano permanentemente.


Wollmann, hoy, a los 59, junto a su célebre foto de hace 35 años
Ese día Wollmann tomó dimensión de su aventura. "Me di cuenta que tenía grandes fotos, y a la vez no. No sé si era del todo consciente del lugar privilegiado en el que había estado". Eso ocurrió con el paso del tiempo. Años después el Museo de Houston, Estados Unidos, la eligió como una de las 25 fotos más importantes en la historia universal de la guerra, en una exposición con más de 400 imágenes históricas. Y la periodista francesa Marie-Monique Robin la seleccionó para su libro sobre las 100 fotos del siglo XX.

El 3 de abril Wollmann se coló en un avión de la Fuerza Aérea que regresaba al continente con un maletín en el que llevaba sus tesoros sin revelar. Recién el 8 volvería un fotógrafo oficial a las islas. Cuando aterrizó en Comodoro Rivadavia, contó a los colegas que ya estaban allí lo que había vivido y las fotos que tenía y todas las agencias de noticias del mundo pujaron por comprar sus imágenes, aun sin verlas.

Editorial Atlántida, que lo había despedido cuatro meses antes, en diciembre del '81, le puso un jet privado a disposición, abrió su laboratorio, reveló sus fotos color y blanco y negro, y le dio los originales a la agencia francesa Gamma, que había contratado a Wollmann para el cándido trabajo de retratar la vida en Malvinas.

En Francia las revistas VSD y Paris Match se enfrentaron en una compulsa por ver cuál ponía más dinero para publicarla. Ganó VSD. Y al poco tiempo lo invitó al fotógrafo a su redacción para brindar. "Nunca habían pagado tanto por una foto", cuenta Rafael.


El 3 de abril Wollmann regresó a Buenos Aires en un avión privado de Editorial Atlántida
VSD tituló "Inglaterra humillada" y L'Espresso, de Italia, "Manos arriba, Inglaterra!". Algunas hipótesis incluso sostienen que esas imágenes impulsaron a Margaret Thatcher a enviar tropas al Atlántico Sur. Con los años, él lo pensó muchas veces. "Para los ingleses las fotos fueron terribles, muchos lloraron, fueron fuertes", reconoce 35 años después Wollmann.


La foto de la rendición fue un giro en el guión de la vida de Wollmann. Nunca dejó de publicarse. Y él quedó enganchado con la cuestión Malvinas: "No me obsesioné pero quise mantenerme cerca". Entonces en 1992 recorrió el país para la revista Noticias y retrató a los héroes olvidados.

En 2002 y 2012 finalmente volvió a las islas. Se reencontró con el chofer del gobernador, con la señora del hotel, con algunos isleños con los que había entablado una relación cordial y respetuosa porque nunca violó el precepto impuesto allá en el sur. Y fotografió a las mismas personas, en los mismos lugares, 20 y 30 años más tarde: "Antes de la guerra se podía ir todas las semanas a Malvinas. Por eso había un cartel en el aeropuerto que decía que éramos bienvenidos pero que no habláramos de soberanía. Y yo cumplí siempre".


El fotógrafo durante su primera visita de posguerra a las Malvinas, en 2002

Su última visita fue en 2012; quiere volver en 2022 junto a sus dos hijos
En una de sus célebres reflexiones, el pensador británico John Berger escribió que "cada fotografía es, en realidad, un medio de comprobación, de confirmación y de construcción de una visión total de la realidad". El año pasado Rafael, que vive en Pinamar, presenció en Buenos Aires "Campo minado", la obra de Lola Arias donde actúa Lou Armour, el marine protagonista de la foto de la rendición, que se encarna a sí mismo.

http://www.infobae.com/new-resizer/...24205406/minefield-Malvinas-war.jpg?token=bar
Escena de la obra “Campo minado” donde se recrea la rendición
En la pieza teatral la directora recrea el momento de la foto, con el comando anfibio argentino Jacinto Batista apuntando a Armour, y un actor hace de Wollmann en el momento de la foto. A Rafael lo estremeció verse desde afuera, cuando él siempre ve todo desde adentro. Malvinas es una experiencia tan íntima para los que estuvieron allí que el golpe de observarse se siente como una desnudez emocional.


Lou Armour, el marine inglés, con Wollmann y la foto histórica, firmada por ambos, en 2016
Lo que vio en el teatro ya no se trataba de la secuencia propiamente dicha, la 125 parte de un segundo. Era una imagen perpetuada, no sólo por su carga simbólica, sino porque además estaba Lou, la humanización posible de su experiencia. Wollman temía que Armour al verlo lo insultara, le transmitiera su dolor por la imagen de la humillación. Rafael sonríe con un gesto de alivio cuando lo recuerda: "Temí todo eso pero no. Nos dimos un abrazo, nos reímos, y nos emocionamos".
 
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