Noticias de Mali evolución del conflicto

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El Consejo de Ministros ha autorizado la ampliación de la participación española en la misión EUTM Mali. De aprobarse en el Congreso, el nuevo despliegue en zona de operaciones se haría a mediados de julio

Lunes 10 de Junio de 2013 09:13

(defensa.com) El Consejo de Ministros ha autorizado incrementar el número de efectivos de las Fuerzas Armadas españolas en la misión EUTM-Malí hasta un máximo de 110 y los elementos puntuales de apoyo necesarios para contribuir al Cuartel General de la Misión, a las funciones de adiestramiento y a la fuerza de protección. Este acuerdo será enviado a la Comisión de Defensa del Congreso para su ratificación. La autorización, en concordancia con la duración del Mandato otorgado a la Misión por el Consejo de la Unión Europea, tendrá un período de vigencia de quince meses, a contar desde el 18 de febrero de 2013, fecha en la que se aprobó el inicio de la Misión EUTM-Malí. Este plazo podrá ser prorrogado posteriormente si las circunstancias así lo aconsejasen.

Además, el Consejo de Ministros ha autorizado al titular de Defensa a realizar los ajustes operativos necesarios en nuestra participación, de acuerdo con los condicionantes operativos de cada momento y de la situación específica sobre el terreno.

El pasado 18 de enero el Consejo de Ministros acordó autorizar el sobrevuelo y aterrizaje temporal de medios aéreos de países miembros de la Unión Europea y de la OTAN para facilitar las operaciones establecidas en apoyo a las Resoluciones 2071 y 2085 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Así mismo se autorizaba poner a disposición de la operación liderada por Francia un avión T-10 para contribuir al transporte estratégico de las capacidades regionales de los países participantes en la misión AFISMA y de Francia y se confirmaba la participación de hasta cincuenta efectivos, dentro de la misión EUTM Malí, para labores de adiestramiento de las Fuerzas Armadas de Malí y las unidades de apoyo necesarias.

EUTM Mali

La Misión de Entrenamiento de carácter militar EUTM Malí, lanzada el 18 de febrero y por un período inicial de quince meses, contribuirá a restaurar la capacidad militar de las Fuerzas Armadas de Malí para, bajo el control de las Autoridades civiles, llevar a cabo la recuperación de la integridad territorial del país.

Actualmente, la misión cuenta con 542 efectivos de 22 países de la Unión Europea, de los cuales 56 son españoles:

•8 ocupando puestos en el Destacamento de Enlace Avanzado, en el Cuartel General Principal y en el Cuartel General del Campo de Entrenamiento, situado en Koulikoro;
•33 constituyendo una Sección de Protección de la Fuerza del Campo de Entrenamiento en Koulikoro;
•15 formando el Equipo de Adiestramiento de Operaciones Especiales.

Al objeto de dar solución a los posibles problemas que podrían afectar a la Misión EUTM-Malí a partir del segundo semestre de este año, motivados fundamentalmente por la reducción de efectivos franceses, que afectarían a la Compañía de Protección de la Fuerza del Campo de Entrenamiento de Koulikoro (a la que España contribuye con una de las cuatro Secciones que la forman), y de dieciséis (16) puestos en Cuarteles Generales de la Misión, se celebró el pasado 21 de mayo una Conferencia de Generación de Fuerzas. En ella, España, además de continuar cubriendo los puestos previamente asignados, ha ofrecido aumentar el contingente hasta un máximo de 110 unidades con capacidades adicionales (mando y control, reconocimiento de artefactos explosivos, medios de vigilancia táctica y gestión logística y de personal).

La necesidad de incrementar la fuerza motiva este nuevo acuerdo de Consejo de Ministros por el que se solicita autorización a la Comisión de Defensa del Congreso para la ampliación de los efectivos españoles. Caso de aprobarse, las unidades tienen previsto comenzar su despliegue en Zona de Operaciones a mediados del mes de julio.

Así, la contribución total española, que sería el segundo país contribuyente a la misión, podría cifrarse a partir de julio en:

•8 efectivos en Cuarteles Generales;
•22 efectivos en Equipos de Entrenamiento (Operaciones Especiales y Apoyos de Fuego - Artillería y Morteros); y,
•80 efectivos en la Compañía de Protección de la Fuerza (Equipo de Mando y dos Secciones).

El despliegue del avión T-10 (C-130) y el contingente necesario para su operación y mantenimiento (54 efectivos), denominado Destacamento Aéreo "Marfil", se inició el 26 de enero en la Base Aérea francesa de Dakar (Senegal), alcanzando la operatividad completa y, por tanto, dando inicio al cumplimiento de las misiones asignadas el 2 de febrero. Desde el 8 de marzo, y atendiendo a la solicitud realizada por el Comandante Aéreo francés, por considerarlo una capacidad crítica, el Mando de Operaciones autorizó al avión español la ejecución de misiones de reabastecimiento en vuelo, lo que suponía la ampliación de los cometidos inicialmente previstos.
Desde el 2 de febrero al 30 de mayo, el Destacamento español ha realizado vuelos a Malí, Costa de Marfil, Chad, Níger, Burkina Faso y Mauritania completando, en apoyo de la Operación "Serval" y AFISMA, 117 operaciones.

Atendiendo a criterios económicos y logísticos (menor consumo de combustible y reducción del contingente), así como a criterios operativos (no habría impacto significativo en las operaciones) se decidió cambiar el modelo de avión con el que España apoya a las operaciones antedichas, pasando de un TK-10 (C-130 Hércules) a un T-21 (C-295). Asimismo, el contingente que conforma el Destacamento Aéreo "Marfil" se reduce de los 54 a los 48 efectivos.
 

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ESPAÑA el Congreso autoriza el aumento de tropas en Malí

El Congreso de los Diputados autorizó ayer –con el respaldo de todos los grupos excepto Izquierda Plural y ERC– la ampliación de la misión en Malí que pasará de 56 a 110 militares, tal y como expuso el ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien justificó este refuerzo por un posible rebrote del terrorismo yihadista: «Sigue siendo una amenaza en Malí.
abc.es
 

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Un oficial español será el segundo jefe de la misión de la Unión Europea en Malí. España asumirá el mando de la fuerza desde mediados de julio hasta diciembre, Morenés cifra en 9 millones de euros el coste de la operación

Jueves 20 de Junio de 2013 09:16


(defensa.com)

Durante su comparecencia en el Congreso para pedir la autorización que duplique el actual contingente español en Mali, pasando de 56 a 110 efectivos, Morenés ha informado que un oficial español ejercerá de segundo jefe de la EUTM Malí, cargo que hoy ostenta un coronel italiano, y que España asumirá el mando de la fuerza de protección desde mediados de julio hasta diciembre de este año. Además se enviarán más vehículos "Lince", que se sumarán a los seis ya existentes.

El Congreso de los Diputados autorizaba al Gobierno a ampliar la participación española en la misión de la Unión Europea en Malí (EUTM-Malí) con 54 militares, que se unirán al contingente ya desplegado en el país africano, hasta alcanzar en septiembre un total de 110 efectivos. El aumento del despliegue fue defendido por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ante la Comisión de Defensa del Congreso y obtuvo 32 votos a favor y dos en contra, de Joan Tardá de ERC y Joan Josep Nuet de IU.

El contingente español contará en septiembre con 76 militares dedicados a labores de protección y con 33 para instruir a las Fuerzas Armadas de Malí, además del segundo jefe de la misión. El Ejército del Aire tiene desplegado en Dakar (Senegal) el destacamento ‘Marfíl’ que, con medio centenar de efectivos y un avión C-295, contribuye al transporte estratégico de las capacidades regionales de los países participantes en la Misión Africana de Apoyo a Malí (AFISMA) y de Francia.
Durante su intervención, Morenés ha advertido de que el terrorismo islámico sigue siendo una amenaza en Mali, "aun habiendo sido prácticamente expulsados del país por las fuerzas francesas, conservan capacidad de regenerarse y reagruparse en el momento más insospechado". El ministro ha justificado el apoyo de España por la necesidad de restablecer en su totalidad la estabilidad en las zonas de Gao, Tombuctú y Kidal, que eran controladas por grupos terroristas, así como apoyar a Mali para que pueda contar con unas Fuerzas Armadas que impidan que esa situación se repita en el futuro.

Así mismo, el ministro de Defensa ha cifrado en 9 millones de euros el coste de la contribución española a la misión, que se sumarían a los 29,8 millones correspondientes al destacamento desplegado en Dakar (Senegal), con el C-295 y medio de centenar de militares. El nuevo contingente español se desplegará entre julio y septiembre, y comprenderá dos secciones de la compañía de protección del campo de entrenamiento de la UE en Koulikoro, a 60 kilómetros de Bamako.
 

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"Es injusto imponer una guerra a Mali, un país que ya tiene muchos problemas"

La intervención militar del ejército francés para frenar el avance de los islamistas ligados a Al Qaeda en el norte de Mali -en la que participa España- contó con un amplio consenso internacional, con el amparo de la ONU e incluso con el apoyo de varios países africanos. Las críticas a esta operación, en cambio, llegan desde el mismo corazón del país africano: Aminata Traoré (Bamako, Mali, 1947), exministra de Cultura de Mali durante el periodo 1997-2000, y una de las voces más destacadas de la antiglobalización en el continente, se opone duramente al despliegue de Francia: “Es totalmente injusto imponer esta guerra a un país que ya tiene muchos problemas”. La autora de ‘La violación del imaginario’ y ‘África humillada’, mujer de personalidad desbordante y cuyas palabras brotan como un río africano, pide dedicar más dinero a erradicar el paro y el hambre que a las guerras. “Puede que la África de hoy sea la Europa de mañana si continuamos con este sistema que destruye el empleo”, sentencia en francés.
¿Qué opina usted de la intervención francesa?
Creo que lo que Francia ha hecho, es decir, destruir las armas, los vehículos… no ha sido positivo para Mali. Francia tenía los medios tecnológicos y el material de guerra para haber obtenido el mismo resultado sin haber desplegado 5.000 de sus soldados sobre el terreno. Además, nos enfrentamos a un enemigo del que no conocemos su cara, quizá entre ellos haya algunos fanáticos que vienen del exterior, pero la inmensa mayoría de la gente son los candidatos a la emigración, los parados, que son reclutados para hacer la guerra. Hoy, los extranjeros siguen en Mali para combatir el terrorismo, mientras tenemos muy pocas posibilidades de eliminar el paro para que los jóvenes malienses no tengan que emigrar. Un informe de Naciones Unidas muestra que, entre los terroristas que hay encarcelados en prisiones de Bamako, hay muchos niños soldados, y la mayoría de esos combatientes son demasiado jóvenes, gente desesperada. Por eso, pienso que a medio plazo, hace falta que Europa, Occidente, repiense su enfoque de este fenómeno, porque es una fuente de insurrección. No es solamente quien se suma a estos movimientos, también hay muchas víctimas. Si queremos erradicarlos, tenemos que centrarnos en los parados que no han tenido nunca trabajo y que quieren únicamente trabajar.
¿Qué papel debería jugar entonces Europa ante esta amenaza islamista?
La amenaza islamista no viene de aquí, Mali es víctima de un fenómeno que ha nacido en otra parte, que ha nacido a partir de la lucha de los Estados Unidos contra los talibanes y Al Qaeda, nosotros somos víctimas de nuestra geografía, porque nos encontramos en un país amplio donde ellos se han refugiado. Por lo tanto, ¿es necesario, en nombre de la lucha contra el terrorismo, que suframos una ocupación de nuestro país por parte de los cascos azules? Los cascos azules no llegan a un país y se van rápidamente, pueden estar aquí 10 años y desfigurar un país. Cuando tienes miles de soldados extranjeros desplegados en tu país, eso lo cambia todo. Por lo tanto, mi combate es contra la militarización de África. Es totalmente injusto imponer esta guerra a un país que ya tiene muchos problemas. Occidente dice “hemos donado tres billones de euros”. Pero no es para nosotros. Es para gastarlos, en el nombre de Mali, pero es un dinero que lo malienses no tendrán jamás, y que las generaciones futuras de malienses deberán reembolsar.


¿Qué ha cambiado en Mali desde que comenzó la guerra?
Ahora tenemos miedo, no sabemos a dónde vamos con esta guerra, nos han hecho creer que nos va a servir para desarrollarnos, pero se ve que el modelo del sistema capitalista que fracasa por todas partes. Lamentablemente, los políticos no han entendido la democracia en términos de cambio, en términos de alternativa. Hoy tenemos únicamente políticos que quieren acceder al poder para hacer las mismas cosas, escuchar y repetir el sonido del FMI, de Europa, del Banco Mundial, continuar con las mismas políticas e impedirle al pueblo maliense entender qué ocurre. Este es mi combate actual, permitir a las víctimas de este sistema entender mejor el mundo globalmente. Hay que saber que el sistema está en crisis incluso en Francia, por lo tanto Francia no puede ayudar a Mali donde ellos mismos han fracasado. Francia no crea empleo. El gran problema hoy de François Hollande [presidente de Francia] es el desempleo. Cuando hay un 24% de paro en los países occidentales se expande el pánico, pero en Mali hay un 50% de paro desde hace 30 años. Puede que la África de hoy sea la Europa de mañana si continuamos con este sistema que destruye el empleo.
¿Qué le gustaría cambiar si fuera presidenta de Mali?
Me encantaría cambiar radicalmente el enfoque sobre el desarrollo. Pero yo no seré presidenta, ni tengo ganas de serlo, porque en Mali hay que seguir los dictados del Fondo Monetario Internacional al igual que en España hay que seguir los dictados de la troika. Son las instituciones financieras las que dictan a los dirigentes elegidos democráticamente las políticas que deben seguir. Por lo tanto, hoy no veo la manera, dentro del marco del orden global, de que África cree industrias y empleos, porque la división internacional del trabajo quiere mantener a África en el rol de exportador de materias primas. Si África no ofreciera petróleo o uranio no tendría ningún espacio en la globalización. Queda como mero proveedor de recursos energéticos que, al final, son recursos de guerra. La guerra que en estos momentos divide Mali todo el mundo sabe que es por el control de los recursos.
¿Considera que las elecciones del próximo 28 de julio serán un avance?
Me parece un despropósito ir a las elecciones el 28 de julio
, durante la estación de lluvias, durante el Ramadán, hay refugiados que están fuera, no ha habido una campaña electoral que permita a la ciudadanía comprender la causa de la guerra… Creo que las elecciones no son solo una cuestión de ir a elegir a alguien, sino también de una buena comprensión de las causas del fracaso, porque las causas no son solo humanitarias, son económicas. Es un problema evidentemente económico.
¿Cómo es la situación de los desplazados actualmente?
Grave. Terrible. Es por ello que considero escandaloso gastar dinero en las elecciones en lugar de en esa pobre gente que está en los campos de refugiados y no tienen nada que llevarse a la boca, ni agua ni medicamentos. Usted no ha encontrado la manera de responder a esta crisis humanitaria pero encuentra el dinero para traer lo necesario para votar. Eso me supera. ¿Por qué ha llegado el extremismo religioso a un país como Mali? Existe por todas parte, porque la gente está desesperada. El radicalismo religioso no es de hoy, pero la cuestión que hace falta poner de relieve es por qué ahora, en tiempos de internet, la gente escucha su mensaje. La respuesta es la misma por todas partes. ¿Quién va a las mezquitas en Francia? ¿Por qué cada vez más gente se convierte al Islam? Porque no tiene respuestas a las cuestiones existenciales.
¿Hay verdaderamente un riesgo de secesión del norte de Mali respecto al resto del país?
Eso dependerá de Francia y de Europa. Los occidentales dieron armas a los rebeldes, como han hecho también en Siria y en otros países. La moda ahora es darles armas a los rebeldes. Pero en Mali los rebeldes son nuestros hermanos. Nunca hemos explicado la rebelión a la luz de la no satisfacción de las necesidades de la gente. El norte es una región desértica, donde la vida es muy difícil, y aun así hemos llevado a cabo privatizaciones de servicios y bienes públicos en el norte. Cuando dices que la gente va a pagar por el agua o por la sanidad, eso es así en Bamako pero también en Kidal, en el norte del país. No hay ningún esfuerzo para educar a la ciudadanía para que la gente pueda comprender lo que ocurre. Por eso, vamos hacia la catástrofe, es decir, la emigración, la inseguridad, el paro… Lo estamos destrozando todo. No hay un discurso político en nuestro país que permita a la gente desarrollar una conciencia ciudadana y hacerle a los candidatos presidenciales las preguntas adecuadas.
¿En qué está trabajando en estos momentos?
Estoy terminando en estos momentos un libro, ‘Emblematique Mali’, que espero que salga en las próximas semanas. En este libro hago la pregunta de cuál es la alternativa para Mali, en qué debe consistir la transición. No se trata de cambiar solo de dirigentes políticos, se trata de cambiar el paradigma. Si los países europeos, con la ayuda de la UE, reconocen que el Banco Mundial se ha equivocado en Grecia, entonces tienen que reconocer que en Mali se han equivocado siempre. Pero nadie lo reconoce. Somos un pueblo por el que no tienen ninguna consideración.
¿Ha cambiado la relación de Mali con los países vecinos por culpa del conflicto?
Creo que todos los países de la región están en el mismo error que Mali. Todos piensan que se van a convertir en países emergentes, como China, gracias al liberalismo. En ese discurso están las élites políticas y económicas, porque es un discurso que permite obtener la financiación exterior. Las élites pretenden emerger, pero la situación es la misma aquí, en Bamako, que en el norte, para los tuaregs, así como en Burkina Faso, Costa de Marfil o Senegal. Tenemos el problema de la deuda, del paro, y de muchísimo sufrimiento de la población que es ignorado por la clase política.
¿Cómo es la situación de la mujer en el Mali de hoy?
Las mujeres son instrumentalizadas por los políticos, la cooperación internacional. En un reciente escrito en el que explico que, si queremos mejorar realmente la situación de la mujeres, hay que hacerlo de tal manera en que no se sientan obligadas de pagar la consecuencia de las políticas económicas neoliberales.
elpais.es
 
Una combinación de reflexiones interesantes, libreto gastado y un aparente desconocimiento de la situación táctica y estratégica de lo que fue la operación en Mali y los meses previos a la intervención.
 

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Malí vota para salir del túnel

El país celebra sus primeras elecciones presidenciales después de la guerra contra los yihadistas, en medio de amenazas y graves tensiones étnicas
Estamos hartos, queremos alguien que pueda sacar a este país del agujero en el que ha caído. Y el único con la fortaleza para hacerlo es Ibrahim Boubacar Keita”. En el patio del colegio Torokorobugou B, en el centro de Bamako, decenas de personas hacen cola para votar. Quien habla es Zoumana Dembele, joven contable de una empresa local que está convencido de que este histórico de la política maliense conocido como IBK y al que sigue desde hace más de diez años, será el ganador de las elecciones presidenciales que se han celebrado este domingo en Malí bajo la amenaza de atentados terroristas y en medio de algunos problemas de organización que no han impedido una “gran movilización de votantes”, según ha afirmado un portavoz de la Red de Apoyo a las Elecciones en Malí (Apem).
Gane quien gane, no lo tendrá fácil. Con quince millones de habitantes, esta nación de África occidental —cuyas dos terceras partes se encuentran en el Sahel—, el sexto más pobre del Planeta según el último Índice de Desarrollo Humano, ha vivido en el último año y medio un auténtico shock que ha puesto en peligro su propia existencia como país. Desde que el 17 de enero de 2012 una alianza entre rebeldes tuaregs (MNLA) y grupos terroristas de corte islamista radical (AQMI, Muyao, Ansar Dine) se alzó en armas contra el Gobierno en el norte del territorio, los malienses han vivido de sobresalto en sobresalto. La rebelión, que logró hacerse con el control de todo el norte, desencadenó un golpe de estado militar en marzo de 2012 que logró tumbar el orden constitucional. Sin embargo, el Ejército, dividido, desmoralizado e insuficientemente dotado, se mostró incapaz de hacer frente a los citados grupos armados y en enero de 2013 fue Francia, con el apoyo de un puñado de países africanos, quien lanzó la operación militar Serval para hacer frente a la amenaza terrorista que se había instalado en el norte y avanzaba hacia la capital.
Gane quien gane, no lo tendrá fácil. Con quince millones de habitantes, este país de África occidental es el sexto más pobre del mundo
Si los yihadistas sufrieron un duro golpe y fueron perseguidos hasta sus últimos escondites cerca de la frontera con Argelia, el fin de la guerra no ha supuesto la llegada de la paz: las tensiones étnicas entre tuaregs y árabes, por un lado, y las etnias negras del sur se mantienen intactas y representan un problema siempre latente que puede estallar en cualquier momento.
“Estamos hartos, por eso hoy hemos salido a votar”, asegura Doumbia Touré, un ama de casa que cada mañana se levanta temprano para ir al mercado a intentar vender unas pocas frutas y verduras con las que juntar unos francos CFA para la supervivencia diaria. Con la mayor parte de la ayuda al desarrollo suspendida tras el golpe de Estado, el país espera como agua de mayo el desbloqueo de 3.000 millones de euros prometidos por los países donantes occidentales y condicionados a la celebración de estas elecciones.
Con la actividad económica ralentizada y un Estado en proceso de desmoronamiento, los malienses llevan un año y medio soñando con el día que las cosas cambien, ocupados cada día en su propia supervivencia y desconfiados, en general, de una clase política a la que consideran culpable de sus males.
Unas 300.000 personas siguen desplazadas de sus hogares
Muchos esperaban que estas elecciones supusieran el cambio de rumbo necesario para empezar a ver la luz al final del túnel, aunque los peligros eran enormes: el censo electoral, de 6,8 millones de votantes, y el reparto de los carnés electorales, se llevó a cabo en tiempo récord y no sin imperfecciones; unas 300.000 personas siguen desplazadas de sus hogares o refugiadas en otros países; la Administración no está aún del todo presente en las tres regiones del norte, Gao, Tombuctú y Kidal, sobre todo esta última; y el grupo terrorista Muyao amenazó con atentados en los colegios electorales.
Pese a todos los obstáculos, las elecciones se celebraron sin grandes incidentes. En un país donde las tasas de participación son normalmente bajas e incluso no llegan a superar el 30 por ciento, todo apunta a que esta vez sí una buena parte de los malienses inscritos en el censo ha querido tomar parte en el proceso acudiendo a votar. Y de entre los 27 candidatos que aspiran a ocupar el sillón presidencial, en todos los corrillos se apuntaba a dos de ellos con serias aspiraciones, salvo sorpresa de última hora. De un lado, Ibrahim Boubacar Keita (IBK), historiador de Sikasso (sur), ex primer ministro y considerado un halcón, el hombre fuerte que Malí necesita; del otro, Soumaïla Cissé, ingeniero informático de Tombuctú (norte), ex ministro de Finanzas, al que se percibe como un hombre de diálogo y consensos. Si ninguno alcanza la mitad de los votos, habrá segunda vuelta el 11 de agosto. De lo contrario, en las próximas horas habrá nuevo presidente de Malí.
El miedo reina en Kidal

Una región de Malí ha permanecido ajena a la agitación electoral y a las colas de votantes en los colegios electorales. Se trata de Kidal, auténtico feudo tuareg y lugar de origen de buena parte de los miembros del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA), que en abril pasado declararon la independencia del norte del país. Allí, días antes de los comicios, las calles aparecieron llenas de carteles en las que se amenazaba a los electores que acudieran a ejercer su derecho al voto. Todo el mundo miró al propio MNLA, pero en realidad pudo haber sido cualquiera, en un lugar en el que una parte representativa de la población no se siente maliense y donde el islamismo radical ha logrado sentar sus bases.
Hasta hace tan solo un mes el Ejército maliense no había siquiera puesto el pie en Kidal, la capital regional, y en la actualidad son las tropas de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma), integradas allí fundamentalmente por tropas de países de África occidental, las que patrullan por sus calles, pues los soldados malienses se encuentran atrincherados en un campamento militar para evitar incidentes con la población o enfrentamientos con miembros del MNLA, que también se han acantonado.
“Poca gente ha acudido a votar”, asegura por teléfono un residente en Kidal. “Tienen miedo”. En algunos colegios electorales se habían arrancado las listas de votantes para impedir el desarrollo normal de la jornada. Si los acuerdos de Uagadugú, firmados hace poco más de un mes, establecían el retorno de la Administración maliense a Kidal para permitir las elecciones, en la práctica ha sido la región donde estos comicios se han enfrentado a serias dificultades.
ELPAIS.ES
 

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Dos exministros se enfrentarán en segunda vuelta por la presidencia de Malí

Ibrahim Boubacar Keita tendrá que medirse frente a su inmediato rival, Soumaïla Cissé, a mediados de agosto
Habrá que esperar hasta la celebración de una segunda vuelta electoral, prevista para el próximo 11 de agosto, para conocer quién será el presidente que regirá los destinos de Malí los próximos cinco años. Pese a que el Gobierno interino había anunciado el martes pasado que, tras los comicios presidenciales celebrados el 28 de julio y con un tercio de los votos escrutados, el candidato Ibrahim Boubacar Keita (IBK) llevaba una ventaja amplia y suficiente para proclamarse presidente sin necesidad de acudir al balotaje, lo cierto es que, al final, con un 39,24% de los votos, tendrá que medirse en las urnas frente a su inmediato perseguidor, Soumaïla Cissé, que obtuvo el 19,44%. La tasa de participación fue del 51,5%, la más alta jamás alcanzada en este país.
El recuento de votos de estas elecciones presidenciales, las primeras que celebra Malí tras el conflicto y la grave crisis que ha vivido en los últimos 18 meses, ha estado rodeado de un enorme suspense y mucha tensión. La jornada electoral se celebró el pasado domingo sin grandes incidentes y en medio de una satisfacción general por la movilización ciudadana. Sin embargo, tras el cierre de los colegios electorales, miles de seguidores del candidato IBK salieron a las calles de Bamako en una celebración prematura de su victoria después de que varios medios de comunicación señalaran que iba en cabeza del recuento.
El pasado martes, el ministro de Administración Territorial del Gobierno interino de Malí, Moussa Sinko Coulibaly, anunciaba en rueda de prensa que, con un tercio de los votos escrutados, IBK llevaba una amplia ventaja y que, de mantenerse dicha tendencia, sería proclamado presidente sin necesidad de acudir a una segunda vuelta. Inmediatamente después de sus declaraciones, el propio Soumaïla Cissé comparecía ante los medios para asegurar que una segunda vuelta era algo “inevitable” en función de los datos del recuento que obraban en su poder.
Al final, en medio de numerosos rumores, el Gobierno decidía esperar hasta este viernes, último día dentro del plazo legal, para proclamar los resultados provisionales y completos de las elecciones, que establecen que IBK ha obtenido un 39,24% de los votos, seguido de Soumaïla Cissé con un 19,44%. Así que dado que ningún candidato ha alcanzado el 50% necesario para ser proclamado presidente, ambos se enfrentarán en una segunda vuelta prevista para el 11 de agosto. En tercer lugar quedó el candidato de Adema, Dramane Dembelé, con un 9% de las papeletas.
Así las cosas, Malí tendrá que esperar para conocer a su nuevo presidente entre dos aspirantes, ambos veteranos de la política maliense que llegaron a formar parte del mismo Gobierno bajo la presidencia de Alpha Oumar Konaré. IBK, de 68 años, ex primer ministro y ex presidente de la Asamblea Nacional, es experto en Historia y Relaciones Internacionales y procede de Sikasso, en el sur del país. Por su parte, Soumaïla Cissé, ingeniero informático nacido en la región de Tombuctú hace 63 años, ha sido ministro de Finanzas y de Comercio. La segunda vuelta entre ambos se presenta, a priori, muy ajustada y su resultado va a depender de la política de alianzas que ambos candidatos desarrollen en los próximos días.
elmundo.es
 
Me e sorprendido cuando veo que compatriotas latinoamericanos en este caso brasileños integran la legion , y sobre todo el 2rep tal vez su unidad mas famosa y entrenada , y que hayan estado en el conflicto en mali integrando la 2da y 3era compania ,los legionarios paracaidistas han realizado una campaña brillante en mali comenzando con un salto de combate operativo ¡¡ nocturno , sobre tomboutou , como lo habia hecho esta unidad en mayo de 1978 en kolwezi (en ese caso diurno) ,luego lucharon duramente en las montañas de ifoghas junto a otras unidades de la 11br.paracaidista de francia, contra las guerrillas islamicas. Un fraternal saludo para los muchachos brasileños que pusieron su esfuerzo tambien para salvar a este pais de caer en mano de las guerrillas
 
pienso que si francia no hubiese actuado con la celeridad que lo realizo ,mali estaria en las garras de las guerrillas islamicas del AQMI , y los instructores de los distintos ejercitos dejaran una fuerza que pueda responder y dar seguridad al pais...
 
O por liquidados o por raje, a los grupos que pululaban por el norte de Mali no les queda otra que reagruparse.

Sahel: El grupo de Belmokhtar y el Mujao se fusionan.

En mayo pasado, el Movimiento para la unidad y la jihad en África del oeste (Mujao), implantado en el Norte de Mali, había reivindicado dos ataques cometidos en Níger contra un sitio del grupo nuclear francés Areva en Arlit y un cuartel de Agadez, 240 km más al sur.
Más tarde, se pudo saber que estos atentados eran supervisados por Mokhtar Belmokhtar, conocido como el Tuerto, un ex comandante de al-Qaeda en el Magreb islámico (AQMI), transformándose luego en jefe del grupo los “Signatarios por la sangre", el cual se había hecho tristemente célebre durante la toma de rehenes de In Amenas, en Argelia, al comienzo del año.
A priori, estos ataques en Níger presuponían la fusión del Mujao y del grupo de Belmokhtar. En efecto, según la Agence Nouakchott information (ANI), las dos entidades decidieron unirse para formar un único movimiento llamado “Al Mourabitoune” ("Los Almorávides"), nombre de una dinastía berebere que, del siglo XI al XII, reinó sobre un imperio que iba desde Sahara occidental y del Magreb hasta España. (Continúa...)

http://analisis-global.blogspot.com.ar/2013/08/las-operaciones-francesas-y-onusinas-en.html

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La Brigada Paracaidista aporta los primeros instructores de Apoyos de Fuego españoles a la misión en Mali

Jueves 29 de Agosto de 2013 09:37

(defensa.com)

El equipo de instructores de Apoyos de Fuego español que se incorporará próximamente a la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (EUTM) en Mali ultima su preparación en territorio nacional. La decena de militares que lo componen este despliegue, que pertenecen al Grupo de Artillería de Campaña Paracaidista y a la Bandera "Roger de Flor", I de Paracaidistas, deberá instruir y asesorar a los mandos de una Batería de Artillería del Ejército del país africano. Serán los primeros españoles en desarrollar esta labor dentro de la misión, relevando a un equipo británico.

Su preparación abarca desde el conocimiento del país, del conflicto y del material que tiene en dotación el Ejército maliense, hasta los procedimientos de protección de la fuerza que se aplican en dicho contexto. El equipo desarrollará su trabajo en el campo de entrenamiento de Koulikoro, donde se unirán al equipo de instructores del Mando de Operaciones Especiales que forman a los militares malienses en técnicas propias de comandos.

La aportación española, que desde el mes de julio ya supera el centenar de hombres, se completa con los militares de la Brigada Paracaidista que integran la compañía de la Fuerza de Protección, a la que aportan el Mando, la Plana Mayor y dos secciones, encargados de la seguridad de los instructores y de las instalaciones.

Fuente y Foto: Ejército de Tierra Español
 

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Mali celebra la llegada del presidente Keita

Hollande es recibido por el presidente Keita en Bamako.| Afp

  • acudió en enero en ayuda de Mali para combatir, junto con efectivos de la Unión Africana, a la insurgencia islamista que había ocupado el norte del país tras un golpe de estado militar.

    Entre los más de 30.000 invitados a la ceremonia estaban también más de 20 jefes de Estado y gobierno africanos, entre ellos el rey de Marruecos, Mohamed VI, el presidente nigeriano Goodluck Jonathan y su homólogo de Chad, Idriss Déby. Hollande y Déby fueron dos de los mandatarios más celebrados, pues en los combates contra los extremistas perdieron la vida 36 soldados de Chad.

    "Hoy celebramos una gran victoria para Mali", dijo Hollande. "Hemos ganado la guerra y expulsado a los terroristas", gracias sobre todo a la Unión Africana y la solidaridad de los Estados africanos.

    Keita, dijo Hollande, es "un buen hombre" al que conoce personalmente desde hace tiempo. "Sé que su abuelo dio su vida por Francia. Su padre luchó por Francia. Y ahora nos tocaba ayudar a Mali", dijo dirigiéndose directamente al presidente.

    Keita, de 68 años, ya asumió el poder oficialmente a comienzos de septiembre, pero la ceremonia festiva se había postergado hasta hoy.
    elmundo.es
 

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Tombuctú, la vida después de la guerra
La mítica ciudad del desierto maliense lucha por regresar a la normalidad
Los habitantes huidos retornan por el río Níger a este faro histórico de cultura. Atrás quedan meses de rigorismo islamista
Vuelven el fútbol y la calma. El reto: que regresen los turistas

Son las diez de la noche. Decenas de personas se amontonan en el muelle de Mopti ocupando los espacios libres que dejan sus enseres. No hacen nada, simplemente esperan. Hasta las conversaciones parecen haberse detenido en la noche calurosa. De repente, entre la oscuridad comienza a emerger la imponente figura del General Abdoulaye Soumaré, uno de los barcos insignia de la Compañía Maliense de Navegación (Comanav), que hace sonar su sirena para general regocijo. Llega con ocho horas de retraso, pero en Malí cada cosa lleva su tiempo. La mayoría de los que aguardan en el muelle tuvieron que huir de la ciudad de Tombuctú en abril de 2012 a causa de la ocupación de la ciudad por terroristas y narcotraficantes. En realidad llevan un año y medio esperando, así que ocho horas más o menos no les van a aguar la fiesta. Ahora vuelven a casa.
Han sido tiempos difíciles para Malí. Primero, en enero de 2012, el estallido de la enésima rebelión tuareg. Dos meses después, un golpe de Estado que truncaba 20 años de democracia, y una semana más tarde, la ocupación de todo el norte del país por los rebeldes y sus aliados, grupos terroristas de corte islamista radical que llevaban años en el Sahel dedicados al secuestro de occidentales y al tráfico de drogas. Una buena parte de la población civil del norte del país, casi medio millón de personas, huyó en desbandada. Surgieron campos de refugiados en Níger, Mauritania y Burkina Faso, pero la mayoría se fueron al sur del país, a casas de parientes o amigos. Y para acabar, una guerra.
el Ejército francés puso en marcha la Operación Serval. En menos de 30 días, las ciudades de Gao y Tombuctú eran recuperadas, y los terroristas, perseguidos hasta sus escondrijos en el inmenso desierto maliense. De eso hace ya seis meses. El pasado agosto, unas elecciones que sorprendieron por su relativa calma y participación auparon a un nuevo presidente, Ibrahim Boubacar Keita. Por fin, una luz al final del túnel. Por fin, la lenta recuperación de la normalidad. Y la corriente humana que empieza a fluir en la otra dirección. Suena la hora del regreso.
En Mopti, el embarque es lento y complicado. A través de una estrecha pasarela acceden enseres y personas. La carga es diversa como un mercadillo. Sacos de aromáticas cebollas, arroz, antenas parabólicas, muebles, bidones de agua, alfombras, cestos con pescado o fruta, cientos de maletas, 5.000 botellines de cerveza… Los porteadores se tropiezan, los pasajeros buscan su hueco. En el barco, como en la vida, hay varias categorías, que van desde los casi cien euros de un billete en primera (camarote para una sola persona y te llevan la comida) hasta los ocho euros de la cuarta (dormir al raso, y la comida ni la hueles). Como los medios son escasos, casi todos se inclinan por esta última y se acomodan en la cubierta superior.
A estas alturas del año, en plena estación húmeda, Isaga Ber desciende generoso. Así se conoce en lengua songhay al Níger, Isaga Ber (el Gran Río). Cuna de las más grandes civilizaciones e imperios de África occidental, nace en las montañas de Guinea, y antes de morir en un enorme delta en el sur de Nigeria atraviesa Malí, Níger, Benín y la propia Nigeria. El barco avanza con parsimonia y permite asomarse a la vida que late en las orillas del río. Surgen los pueblos de pescadores de la etnia bozo con sus casas de barro y sus enormes pinazas (piraguas) con las que se desplazan, siempre en movimiento como el propio Níger. Ousmane Aly Traoré, de 14 años, contempla el espectáculo con la mirada perdida. Mira, pero no ve. Solo piensa en llegar, solo piensa en Tombuctú.
“Cuando me tuve que ir, no sabía qué estaba pasando, nadie me contó. Hui con mi hermana en una pinaza y cogí poca ropa, pensé que íbamos a Bamako a pasar unos días, como otras veces”, asegura. Pero los días se convirtieron en semanas y luego en meses y finalmente en un año y medio. Se instalaron en la región de Segou, y allí el joven, que aspira a ser médico, pudo continuar sus estudios. “Pero echaba de menos todo, a mis amigos del barrio, jugar al fútbol con ellos, pero sobre todo a Badji, mi novia”, añade con una media sonrisa. “Lo primero que haré será ir a buscarla”. Además de mercancías, el barco rebosa ilusiones como la de Ousmane.
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Votantes consultando las listas el pasado mes de julio. / JOE PENNEY
Tras cruzar el lago Débo, donde el Níger se ensancha, hacemos una primera escala. Las mujeres del pequeño pueblo costero se acercan al barco en pinazas para vendernos pescado. Un gendarme intenta que la cosa no se desmadre. Para garantizar la seguridad, 15 miembros de la Gendarmería Nacional han ocupado dos camarotes y hacen turnos para no perder de vista ambas orillas. Aunque la situación es mucho mejor que hace medio año, aún pueden quedar terroristas escondidos en el desierto. Por eso se toman muy en serio cualquier movimiento y recorren el barco esquivando los numerosos braseros donde las mujeres cocinan arroz o pescado.
Boureima Cissée, de 50 años, viaja en un camarote de tercera clase. Es la segunda noche a bordo y el calor le impide dormir. Es uno de los comerciantes más respetados de la región de Tombuctú, un miembro de la etnia peul que ha sabido prosperar vendiendo televisores, antenas y ordenadores. “Lo de este país ha sido culpa de sus políticos, que han permitido que el diablo se hiciera fuerte, en lugar de cortar por lo sano”, comenta, “solo le pido al Todopoderoso que se acabe de una vez tanta violencia y que comience un nuevo ciclo de estabilidad”. Calla un instante, mira al río y remata. “La guerra es mala para mi negocio”. Sinceridad obliga.
Ya queda menos. El verdísimo paisaje del delta Central ha quedado atrás y ahora son las dunas de arena y la tierra seca del desierto las que se asoman al río. Por la tarde, una tormenta se cruza en nuestro camino. El impasible capitán Traoré decide parar y arrimarse a la orilla a esperar que escampe. Cuando pasa el aguacero, ya es de noche y los primeros contornos de Tombuctú se adivinan en el horizonte.
Su solo nombre evoca mil y una historias. Fundado en el siglo XII por los pastores y comerciantes nómadas tuaregs para abastecer a sus camellos de agua y pastos por la cercanía del río, Tombuctú pronto se convirtió en un punto clave para el intercambio. Aquí cambiaban de manos la sal que venía del Norte y el oro y los esclavos que procedían del Sur. De ahí su identidad mestiza, que llega hasta nuestros días: soninkés, songhays, tuaregs, árabes, fulanis. Cuando el riquísimo emperador Mansa Musa lo anexionó al imperio de Malí y ordenó al arquitecto granadino Abu Haq Es Saheli construir la gran mezquita de Djingareyber, es cuando comenzó la leyenda de Tombuctú.
En el siglo XVI, ya bajo la dominación del imperio songhay, la Universidad de Sankoré y las 180 escuelas coránicas de la ciudad la convirtieron en un imán para estudiantes e intelectuales de todo el orbe musulmán, que acudían a la llamada de Tombuctú, donde se enseñaba teología, pero también literatura, derecho o matemáticas. En esta época, el viajero León el Africano tuvo ocasión de visitarla, ensalzando en sus crónicas el amor de sus habitantes por el saber y la palabra escrita. Para entonces, su luz ya llegaba a Europa envuelta en el misterio porque el acceso estaba vetado a todo no musulmán. El primero en lograrlo (y en volver para contarlo) fue el francés René Caillié en 1827.
Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), de los grupos armados Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y Ansar Dine se hacía con el control de Tombuctú sin que el Ejército de Malí ofreciera apenas resistencia. Fue aquí donde, durante el tiempo de la ocupación, conocidos terroristas como Moctar Belmoctar y Abou Zeid instalaron sus bases; donde su radical versión de la sharía o ley islámica se aplicó en toda su crudeza; donde las mujeres eran encerradas en un cajero a la vista de todos por el “delito” de llevar mal puesto el velo o hablar con un hombre en la calle; donde se prohibió la música, la ropa occidental; donde se derribaron antiguos mausoleos y se quemaron manuscritos.
Y, pese a todo y a su manera, Tombuctú resistió. No se enfrentó a los invasores, se adaptó a ellos. Se dobló como un junco. La sede de la primera universidad de África escuchó la voz de sus marabúes, de sus líderes religiosos: “Se irán, un día ellos se irán y las cosas serán como antes. Hagamos como que compartimos sus creencias, su falsa manera de entender el islam y todo saldrá bien”. Y así fue. A finales de enero pasado, soldados franceses y malienses lograban entrar en la ciudad provocando la precipitada huida de sus señores durante diez meses. La calma ha tardado en regresar, se produjeron ataques y atentados en las semanas siguientes, pero poco a poco las cosas vuelven a estar en su sitio.
Da gusto pasear por las intrincadas calles de Sankoré, el barrio antiguo, contemplar sus casas de barro y sus puertas de estilo marroquí. El miedo y la desconfianza en las miradas que los periodistas encontramos aquí a finales de enero han dejado paso de nuevo a la hospitalidad. ¡Tubabu nana, tubabu nana! (¡Los blancos han vuelto, los blancos han vuelto!), cantan los niños cuando se tropiezan con los primeros turistas solitarios o con los trabajadores de agencias humanitarias. “Las cosas van mejor, Alhamdoulilah [gracias a Dios], pero aún queda mucho para que Tombuctú vuelva a ser lo que era”, asegura Baba Cissé, un conductor que tiene serias dificultades para mantener a su familia.
En el campo de fútbol, una explanada de arena de formas irregulares, se juega un partido. Decenas de vecinos acuden a verlo. Se enfrentan el Madugu y el Khamabongo, dos equipos locales. Es la primera semifinal de un torneo por la paz que acaba cero a cero y se dilucida desde el punto de penalti. Escuchar los cánticos de las dos aficiones en un lugar en el que hasta el fútbol se prohibió durante meses es un buen indicio de que la vida se abre camino.
Por la noche suenan tambores. A la mañana siguiente hay una ceremonia de circuncisión. Una quincena de niños serán “cortados”. Es un momento muy especial en la vida masculina. Durante la ocupación yihadista, nadie se atrevió a continuar con el rito. Los recién llegados son los primeros en participar. Tienen ansias de Tombuctú.
En el centro de la ciudad, la sede del banco BMS ha reabierto. Mucho dinero no hay, pero al menos se pueden hacer ingresos y algunas operaciones. Justo al lado, la tienda del árabe Ahmed Ould Oumar, que en enero fue destrozada por la población en represalia por su “colaboracionismo” con los terroristas, también está operativa. Que los comerciantes árabes se dejen ver de nuevo es un síntoma. “Están volviendo hasta los camellos”, asegura Abdoulaye, guía turístico. “Muchos tuaregs y beduinos se llevaron sus animales al desierto tras la llegada de los narcoterroristas, pero ahora los vemos otra vez”, dice.
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Además de los soldados malienses, medio centenar de militares de Naciones Unidas velan por la seguridad. / JOE PENNEY
Para las mujeres, el cambio ha sido total. Durante la ocupación yihadista debían cubrirse de pies a cabeza, sufrieron vejaciones y algunas fueron violadas en la sede de la Policía Islámica. Encuentro a Fatoumata en el mercado, comprando patatas y zanahorias. Acaba de regresar. “Nunca entendí que esta gente tuviera que venir a decirnos cómo teníamos que vestirnos, llevar el velo o cómo comportarnos. En Tombuctú siempre hemos sido musulmanes y hemos respetado las creencias”, asegura esta mujer. Sobre ellas recayó toda la presión y ahora se sienten liberadas.
Los militares están por todas partes. Los malienses, por supuesto, pero la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma), que cuenta con unos 500 soldados en la ciudad, lleva la voz cantante. Un militar nigeriano que silencia su identidad asegura que “todo va bien”. “Claro que persisten ciertos riesgos y que hay que estar vigilantes. Los terroristas se esconden en la arena, pero no tememos que pueda haber grandes ataques”, dice. La presencia castrense tranquiliza, aunque hay quien augura “problemas de convivencia” si la misión se prolonga mucho.
El gran reto, coinciden todos, es que vuelva el turismo. El lujoso hotel La Colombe es una sombra de lo que fue. Ni un cliente. El vigilante pasa las horas con la mirada perdida. Los esfuerzos de las agencias humanitarias son bienvenidos, pero no serán las donaciones de sacos de arroz y harina las que permitirán que Tombuctú salga de la parálisis. Solo la llegada de visitantes, que generaba más de la mitad de la actividad económica en los buenos tiempos, permitirá que Tombuctú vuelva a ser lo que fue. El Festival del Desierto, el próximo enero, podría ser el punto de inflexión, el mensaje que el mundo necesita para saber que esta ciudad vuelve a ser un lugar que merece el esfuerzo de venir.
Porque la recompensa es enorme y va mucho más allá de sus monumentos o sus más de 100.000 manuscritos en árabe y en ajami (lenguas africanas transcritas con caracteres árabes), datados en los siglos XV y XVI. Una parte de esos 100.000 manuscritos, 7.000 en concreto, tienen una estrecha vinculación con España. Conforman el fondo Kati, también llamado Biblioteca Andalusí. Su propietario, Ismael Daidié Haidara, dispersó una parte de esos documentos y los que permanecieron en la sede de la biblioteca en Tombuctú fueron protegidos por el chófer de la institución.
A la puerta de la mezquita de Djingayreber está sentado un anciano, Gorko Maiga, muecín desde hace 45 años. “Nunca podrán con Tombuctú. La arena y la tierra de nuestras casas han visto pasar demasiadas invasiones. Hemos aprendido a esperar”, asegura. “¿Sabes?, Dios siempre protegerá a Tombuctú porque nosotros hemos protegido siempre sus enseñanzas”, remata.
Cae la noche y se encienden las luces de la ciudad. Solo hay cuatro o cinco horas de electricidad. Todos aprovechan para cargar móviles y neveras, ver la televisión, arrimarse al ventilador. Las condiciones de vida que encuentran los desplazados en su regreso a la ciudad no son fáciles. Y, pese a todo, vuelven. Ellos son las fibras del fino tejido del que está hecho Tombuctú, ellos han poblado siempre estas calles y, como la ciudad misma, han superado todas las pruebas. Algunas heridas tardarán en cerrar, pero ni el desierto ni los hombres han podido con Tombuctú. Su resistencia, su tenacidad, su capacidad de adaptarse y esperar forman parte ya de su leyenda.
En Abarayu me vuelvo a cruzar con el joven Ousmane Aly Traoré. “El barrio ha cambiado mucho, hay muchas casas destruidas, unas por la lluvia y otras porque pertenecían a bandidos y la gente las ha saqueado”. La ilusión que tenía en el barco ya no brilla en sus ojos. ¿Qué ha pasado? “He visto a Badji, pero no quiere hablarme. Dice que yo la dejé, que me fui sin despedirme, sin avisar. Ahora está con otro”. Imposible convencerle de que habrá otras mujeres. “La recuperaré algún día, es a Badji a la que quiero”, me dice casi enfadado. Ousmane sabrá ser tenaz y paciente. Él también es Tombuctú.
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Francia lanza una operación para evitar que resurja el terrorismo en Malí
El miércoles, un atentado suicida mató a dos cascos azules chadianos
La intervención francesa en el país comenzó hace nueve meses
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Soldados franceses patrullan en la ciudad de Gao, en febrero de este año. / Reuters

Al día siguiente de un atentado suicida en el norte de Malí en el que murieron dos soldados de la fuerza de la ONU, y cuando falta poco más de un mes para las elecciones legislativas en Malí, el Estado Mayor francés anunció este jueves haber lanzado cuatro días antes una “operación de gran envergadura” conjunta con el ejército mali y las fuerzas de la ONU en el norte de Malí. Su objetivo es evitar un “resurgimiento” de los “movimientos terroristas”, nueve meses después del inicio de la intervención francesa en el país.
“Hemos iniciado, con el ejército malí y la MINUSMA (Fuerza de la ONU en Malí) una operación de gran envergadura”, señaló a la prensa el coronel Gilles Jaron, portavoz del Estado Mayor de los ejércitos franceses. Bautizada “Hydra”, la operación se inició el pasado domingo y cuenta con “varios cientos” de soldados franceses, y con un numero similar de malíes y de efectivos de la ONU. Su objetivo “es presionar a los movimientos terroristas eventuales para evitar su resurgimiento (…). Forma parte de esas operaciones que se llevan a cabo de forma habitual (…) para participar en la estabilidad del país”, aseguró el coronel.
“Es la primera vez que se lleva un operación de este tipo que coordina a las tres fuerzas”, aseguró por su parte un portavoz de la MINUSMA en Bamako. Un responsable de la fuerza francesa en Malí, Serval, confirmó a la radio pública France Infos, que se trataba de “una de las mayores operaciones llevadas a cabo desde hace tiempo”. En concreto, los soldados tienen por misión rastrear la zona en busca de arsenales de armas y de las bases logísticas de los grupos terroristas para destruirlas. La operación sigue en marcha y podría alargarse.
El coronel Jaron aseguró también que la operación estaba prevista desde hace tiempo y que no se trataba de una respuesta directa a los ataques terroristas de las últimas semanas. “Siempre se trata de operaciones muy concentradas geográficamente, que no duran y que se basan en un modo de acción de terroristas”, dijo sobre estos ataques, cuyo objetivo es “crear impacto sin tener obligatoriamente capacidad para llevar a cabo un combate en el tiempo”. “Sabemos que no se han eliminado la totalidad de los grupos terroristas presentes en Malí”, admitió y apuntó a las elecciones legislativas previstas el 24 de noviembre como uno de los motivos del recrudecimiento.
El miércoles, un atentado suicida mató a dos soldados naturales de Chad pertenecientes a la MINUSMA y dejó a otros seis heridos en Tessalit, en el norte del país, cerca de la frontera con Argelia. El ataque fue reivindicado por el Sultán Ould Bady, jefe de un pequeño grupo vinculado a Al Qaida para el Magreb Islámico (AQMI). Este era el tercer ataque en el norte del país desde el mes de septiembre.
Unos 3.200 soldados franceses siguen desplegados en Mali en el marco de la operación Serval, lanzada en enero para desalojar a los rebeldees islamistas que controlaban los dos tercio del país y que se dirigían hacia la capital. Francia se ha fijado como objetivo reducir sus efectivos hasta los 1.000 soldados en enero o febrero del año que viene. Tomarán progresivamente el relevo el ejército malí y la MINUSMA, que actualmente cuenta con 6.000 hombres y debería pasar a más de 12.000 antes de finales de año.
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Asesinados dos periodistas franceses de RFI en Mali

Los periodistas asesinados en Mali Ghislaine Dupont y Claude Verlon. AFP
Dos periodistas franceses han sido asesinados este sábado en Kidal, al noreste de Mali, por cuatro hombres armados que les había secuestrado horas antes, según ha confirmado el Ministerio de Asuntos Exteriores. Sus cuerpos, acribillados a balazos, han sido encontrados a las afueras de la ciudad.
Ghislaine Dupont y Claude Verlon trabajaban para Radio France International. Tenían cita esta tarde en el Banco Solidario de Mali (BMS) y acababan de entrevistar a Ambeiry AG Ghissa, líder del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), sobre el cual preparaban un reportaje. Al salir del domicilio de este último, en el centro de Kidal, fueron apresados y conducidos a las afueras de la ciudad, informa Reuters.

Situada 1.500 kilómetros al noreste de la capital maliense, cerca de la frontera con Argelia, Kial es la cuna de la comunidad tuareg y de la rebelión MNLA.
La reportera con años de experiencia en temas africanos, Ghislaine Dupont ya había estado trabajando en esta ciudad cuando cubrió en julio y agosto para RFI las pasadas elecciones presidenciales de Malí. En esta ocasión había vuelto para preparar una serie de reportajes que se iban a emitir los próximos días 7 y 8 de noviembre.
Su secuestro y ejecución se produce cuatro días después de la liberación de los cuatro empleados franceses secuestrados en 2010 en Arlit (Níger) por Al- Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
Según fuentes oficiales, siete ciudadanos franceses siguen secuestrados por grupos terroristas en distintas partes del mundo
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FRANCIA A manos de un grupo islamista
Identificados los asesinos de los periodistas franceses en Mali
  • El jefe de comando sería el mismo sería el caudillo tuareg Abdelkrim el Targui

Los periodistas asesinados en Mali Ghislaine Dupont y Claude Verlon. Afp.
Francia ya ha puesto nombre a tres de los asesinos de Ghislaine Dupont y Claude Verlon, reporteros de Radio France Internacional secuestrados y ejecutados el pasado sábado en Kidal (Mali) por un comando yihadista.
Aunque el ministro galo de Defensa, Jean-Yves Le Drian, no ha querido dar más detalles, según RFI el jefe del mismo sería el caudillo tuareg Abdelkrim el-Targui, que dirige la katiba Ansar al Sunnah, grupo armado que viene operando desde hace años en el Sahel bajo los auspicios de Al Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi).
La propia organización terrorista ha reivindicado el asesinato, según el portal de noticias mauritano Sahara Medias, que ha dicho haber recibido un comunicado en su nombre.
Un documento hallado en el 'pick up' que los terroristas abandonaron estropeado a 15 kilómetros de Kidal -y que habría servido para trasladar a los dos periodistas desde el centro de la ciudad hasta las afueras- ha proporcionado la pistas de los criminales, de acuerdo con los datos que maneja la cadena informativa BFMTV. Varios de ellos, incluso, habría sido interrogado recientemente por las tropas francesas como sospechosos de pertenecer a Al Qaeda del Magreb Islámico (Aqmi) y puestos en libertad sin pruebas.
De nombre real Hamada Ag Hama, Abdelkrim el-Targui es primo del antiguo dirigente de Ansar Dine Iyad ag Ghaly, además de un viejo conocido de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), que le considera sospechoso de haber dado muerte a dos rehenes franceses: Michel Germaneau, asesinado en julio de 2010, como represalia por una operación de rescate fallida emprendida por el gobierno de París en el Adrar de Iforas, así como Philippe Verdon, ejecutado de un disparo en la cabeza en marzo de 2013, en el valle de Tahort, cuando los islamistas huían del acoso de los soldados galos y chadianos durante la batalla de Tigharghar.
Según han revelado fuentes de seguridad malienses, al menos 35 personas han sido detenidas e interrogadas en los últimos días en 45 kilómetros a la redonda de Kidal, en el marco de la investigación por el asesinato de los dos enviados especiales de RFI. Sin embargo, ninguno de ellos es uno de los tres integrantes de la brigadas Ansar al Sunnah identificados hasta ahora.
El dinero ¿la causa?
El dinero pudo ser uno de los móviles en el secuestro de Ghislaine Dupont y Claude Verlon.
Se especula actualmente con que Abdelkrim el-Targui habría sido uno de los carceleros de Pierre Legrand, Thierry Dol, Daniel Larribe y Marc Féret, los cuatro empleados de la mina de uranio de Areva en Arlit (norte de Níger) secuestrados en 2010, que volvieron a casa el pasado 31 de octubre después de tres años cautivos en el Sahel, previo pago de una cantidad próxima a los 20 millones de euros.
Aunque el Elíseo afirmó entonces que no negociaba rescates pecuniarios con terroristas, se ha sabido luego que la suma fue pagada por la compañía minera gala y negociada entre el Gobierno de Níger y Iyad ag Ghaly, a la sazón primo de Targui y uno de los hombres con más poder en la región salvaje de los Iforas, quien se habría llevado una buena parte del dinero además de haber obtenido un compromiso de impunidad a cambio de prisioneros.
Castigo por la operación en Mali
¿Hubo un desacuerdo respecto al reparto del rescate entre los dos líderes yihadistas? Podría ser. Pero también se especula con que Abdelkrim el-Targuiha haya hecho del secuestro su principal actividad, poniendo sus miras en los expatriados con pasaporte de la República Francesa para castigar la Operación Serval emprendida por François Hollande en enero de 2013 atendiendo a la llamada de auxilio del gobierno maliense de Bamako.
Lo que parece cada vez más claro es que la intención inicial de los terroristas no eran matar a sus prisioneros, cosa que hubieran podido hacer en la misma Kidal, sin arriesgarse a conducirles en 4x4 a los suburbios.
El análisis de la 'pick up' que dejaron abandonada los yihadistas ha permitido descubrir que el vehículo sufrió una avería en medio de la ruta, en una zona demasiado próxima a la base francesa.
Sintiéndose perseguidos por las fuerzas de seguridad malienses, parece posible que los secuestrados huvieran optado por deshacerse de sus prisioneros por la vía expeditiva antes de darse a la fuga a pie
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Detenido en Malí el líder del golpe militar del año pasado, Amadou Sanogo
El general debe aclarar varios casos de muerte y desaparición de soldados que se resistieron a su insurrección

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Amadou Sanogo, en abril de 2012, cuando era jefe de la junta militar, en un campamento militar cerca de Bamako
Las fuerzas de seguridad de Malí han detenido al general Amadou Sanogo, líder del golpe militar ocurrido en marzo de 2012, según el Ministerio de Defensa, que solo ha explicado que ha sido puesto bajo custodia por soldados.
Sanogo hizo caso omiso de varias citaciones del Ministerio de Justicia para que declarase por las seis muertes ocurridas durante una protesta militar en septiembre de este año. Un diplomático en Bamako también ha explicado que las autoridades querían que el líder golpista aclarase varios casos de muerte y desaparición de soldados que se resistieron a su insurrección.
Un testigo ha visto una gran presencia de tropas en la base militar de Djicoroni, donde estaría detenido Sanogo, si bien por el momento el Gobierno ha optado por la discreción.
Control del norte
El recién elegido presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, tiene entre sus principales cometidos recuperar la estabilidad política perdida a raíz del golpe de marzo de 2012 y afianzar el control de su Gobierno en la parte norte del país, ocupada por separatistas tuaregs y milicianos islamistas.
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