Brasil haría bien en no creer nada de lo que les prometa EE.UU., y de eso puede dar fe AIRBUS que fue engañada para aliarse con una empresa estadounidense haciéndole creer que así se quedaría con el contrato de los reabastecedores para la USAF, que a pesar de haber ganado, se lo birlaron para favorecer a Boeing.
Es parte del negocio. Si hay un producto local que compite, es normal que los gobiernos prioricen los productos de su industria; es absolutamente normal y no tiene nada de malo. Europa hace exactamente lo mismo: protege a sus productores en todo, incluso cuando son ineficientes, y no se equivocan.
Ahora mismo, a pesar de toda la propaganda que vemos aquí, los E2 de Embraer están perdiendo de goleada frente a los A-220 de Airbus. Es un problema que no solo afecta a la calidad de cada producto, sino que va mucho más allá: los europeos compran el A-220 en detrimento del E2 para favorecer su industria y sus empleos, y no se equivocan.
Y no podemos olvidar que, sin el mercado norteamericano, Embraer deja de existir, porque todos los demás mercados juntos no le darían la escala suficiente para seguir existiendo como tal. Brasil debería estar agradecido.
Lo cierto es que Embraer existe gracias al mercado estadounidense, donde realmente vende aviones; las demás marcas son accesorios. El E2 está sufriendo una dura paliza de los A-220 en el mercado europeo.
¿Sabe quién entregó personalmente a Ozires Silva el certificado de vuelo de la FAA para el avión Bandeirante operar en EE. UU.? El presidente Jimmy Carter.