El espionaje interno en los EE.UU.

Sebastian

Colaborador
Snowden, ¿héroe o traidor?

Será difícil decidir si Edward Snowden, quien compartió información confidencial, es un héroe o un traidor
No va a ser fácil para los norteamericanos ponerse de acuerdo sobre si Edward Snowden es un héroe o un traidor. Aunque los chivatos, confidentes o denunciantes tienen una larga tradición en la política y el periodismo norteamericanos –desde los papeles del Pentágono hasta la garganta profunda del Watergate-, este caso posee suficientes elementos de duda como para hacer incierto el destino de la opinión pública.

El primero es el de la gravedad de lo que se denuncia. No es lo mismo revelar bombardeos secretos en Camboya o el robo de documentos del partido rival que el registro de números telefónicos y la duración de las llamadas. Pese a que para la mayoría de los expertos, los programas de espionaje dados a conocer constituyen una grave e inaceptable intromisión en la privacidad de los ciudadanos, éstos lo ven de forma diferente.

Una encuesta hecha por The Washington Post y el Instituto Pew muestra que el 56% de los norteamericanos está de acuerdo en que el Gobierno anote sus llamadas –sin escucharlas- si eso contribuye a la seguridad de la nación. Curiosamente, ese porcentaje es aún mayor entre quienes se identifican como demócratas, un 64%.

Las dudas sobre la actuación de Snowden no parecen, por tanto, motivadas, al menos exclusivamente, por la ideología. En líneas generales, los sectores más alejados del establishment político, tanto por la derecha como por la izquierda, aplauden el gesto del joven espía, mientras que quienes están más cerca del corazón de la clase dirigente, en ambos partidos, lo condena. Al Gore ha dicho que los programas denunciados son “obscenamente indignantes”, mientras que la presidenta del comité de Inteligencia del Senado, Dianne Feinstein, también demócrata, los ha calificado de “legales y útiles”. En el otro bando, Rand Paul, un libertario, ha anunciado posibles acciones judiciales contra el Gobierno, mientras que John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes, también republicano, no ha tenido ninguna duda en que “Snowden es un traidor”.

Ese mismo corte entre los sectores más institucionales y los más contestatarios puede aplicarse a medios de comunicación y otros ámbitos de la sociedad. En las redes sociales y en Internet, la actividad a favor de Snowden ha sido dominante en las últimas horas, mientras que prensa tradicional se mueve entre el tibio apoyo de The Washington Post, el silencio de The New York Times y las críticas de The Wall Street Journal. Activistas de derechos humanos y libertades civiles simpatizan con él, mientras que altos funcionarios, militares o juristas tienden a condenar sus actos.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/11/actualidad/1370972072_039803.html
 

Sebastian

Colaborador
La Casa Blanca comprende el reclamo de más transparencia hecho por los gigantes de Internet

Google, Facebook, Microsoft, Yahoo y Twitter han hecho saber al Gobierno en los últimos días que están preocupados por el carácter secreto de la vigilancia que las autoridades ejercen sobre sus productos

La Casa Blanca “comprende” la preocupación de las principales compañías de Internet afectadas por el espionaje del Gobierno y parece dispuesta a discutir su reclamación de una mayor transparencia y de que se hagan públicos los programas de vigilancia conocidos en los últimos días.

El Departamento de Justicia, que está estudiando la demanda de las empresas, es el órgano por el que se canalizará cualquier modificación de la política actual.

Google, Facebook, Microsoft, Yahoo y Twitter han hecho saber al Gobierno en los últimos días que están preocupados por el carácter secreto de la vigilancia que las autoridades ejercen sobre sus productos y han reclamado un cambio de la normativa actual.

“Google no tiene nada que esconder”, ha asegurado el responsable de asuntos legales de esa compañía. “Reconocemos la importancia de la privacidad y de la seguridad, pero también creemos que la transparencia ayudará a generar confianza en el público”, ha manifestado Yahoo.

En una declaración escrita, Microsoft afirma que “la transparencia ayudará a que la comunidad entienda y discuta estos importantes asuntos”. “Nos gustaría más transparencia y Twitter apoya los esfuerzos para que ocurra”, tuiteó el consejero general de esa marca, Alex Macgillvray.

El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, respondió ayer que la Administración “comprende que estas empresas tengan dudas sobre cómo podemos hablar para avanzar con estos programas”, lo que hace pensar que se está tratando de buscar un terreno común.

Falta hace. En estos momentos, la colaboración entre el Gobierno y las grandes empresas de Internet es uno de los pilares de la economía de Estados Unidos, por lo que el escándalo de las filtraciones hechas por Edward Snowden, al margen de sus implicaciones políticas, puede tener otras consecuencias imprevistas.

Las empresas de Internet están tan o más interesadas que el propio Barack Obama en esclarecer esta situación y controlar sus daños.

Esos nuevos gigantes económicos se encuentran atrapados entre dos lealtades que hoy parecen contradictorias, pero que les son imprescindibles.

Por un lado, se deben a un público que cree en la libertad de movimientos en Internet y confía en el respeto a su privacidad; al mismo tiempo, tienen un compromiso con un Gobierno que les ha ayudado enormemente en su promoción.

A diferencia de poderes económicos tradicionales, como Boeing o General Motors, las compañías de Internet gozan de una imagen juvenil y atrevida, y han sido favorecidas por un público, muy distinto a los compradores de aviones o de coches, que se identifica genéricamente con una visión más liberal y distante de la autoridad constituida.

Su negocio depende, esencialmente, de que la gente quiera seguir expresándose y actuando en la Red, algo que puede ponerse en peligro si los potenciales clientes sospechan de la empresa por medio de la cual lo hacen o pierden su fe en ella.

Pero las empresas de Internet también le deben mucho al Gobierno norteamericano, que las ha exhibido como el emblema del revitalizado liderazgo internacional del país, por no mencionar las ayudas recibidas en la creación de algunas de ellas. Cuando Obama tuvo que hacerle un regalo a la reina de Inglaterra, no escogió un producto de la industria de Detroit sino un iPad.

También el Gobierno necesita a las compañías de Internet, no solo por los ingresos que aportan a las arcas públicas –y a las campañas electorales-, sino incluso como instrumento de su diplomacia. Defiende con más eficacia los intereses norteamericanos en China Google que la Embajada en Pekín.

Esta crisis, por tanto, amenaza una relación que es vital para el mantenimiento del papel actual de Estados Unidos en el mundo, y por esa razón es muy posible que se encuentre una solución. Las empresas no están negando tajantemente el derecho del Gobierno a vigilar las comunicaciones, lo que quieren es transparencia para que sus clientes entiendan que no están ejerciendo una siniestra función de policías secretos de Internet.

“Si estas empresas no pueden ser transparentes con sus clientes respecto a su participación en la vigilancia del Gobierno norteamericano, perderán mucho negocio, y si otras compañías extranjeras creen que usando gmail.com se arriesgan a ser espiadas por EE UU, van a usar otras plataformas”, afirma en The Washington Post Peter Eckersley, un experto en la materia.

El temor a ser espiados no es solo de los terroristas, sino de millones de personas que diariamente aportan su dirección y otros muchos datos personales en sus transacciones en Internet.

Uno de los problemas actuales de esas empresas es que no pueden salir de esta situación por sí solas. Por mucho que ofrezcan a sus clientes disculpas por lo ocurrido y garantías sobre los controles impuestos para respetar la privacidad, de nada valdrá si no van acompañadas de una promesa del Gobierno de poner límites al espionaje o aportar más transparencia.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/12/actualidad/1371060274_314717.html
 

Sebastian

Colaborador
¿Por qué en secreto?

Dianne Fienstein, presidenta del comité de Inteligencia, ha pedido que los programas se hagan públicos para que puedan ser discutidos abiertamente

Una de las principales defensoras de los dos programas de espionaje que se han conocido gracias a la audacia de Edward Snowden, la senadora demócrata, Dianne Feinstein, presidenta del comité de Inteligencia, ha pedido a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que haga públicos ambos para que puedan ser discutidos abiertamente.

Su argumento, y el de otros muchos en este país, es que el Gobierno no tiene por qué avergonzarse de esos programas, que han sido muy útiles para evitar actos terroristas, causando un perjuicio mínimo a los norteamericanos.

No es, desde luego, el punto de vista de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), que, como grupo dedicado a la protección de las libertades individuales de los ciudadanos, ha presentado una demanda contra el Gobierno por lo que considera una violación de la Constitución. Pero desde los ojos de la mayoría de los ciudadanos que, según la encuesta Pew-The Washington Post, respaldan esos programas, el asunto tiene un color distinto.

¿Qué tipo de espionaje ha salido a la luz? Por un lado, el del registro de las llamadas telefónicas efectuadas en Estados Unidos y su duración, no la escucha de esas llamadas, ni el nombre del propietario de la cuenta. El otro programa desvelado, conocido como Prisma, es el del espionaje del tráfico en Internet producido entre extranjeros y fuera del territorio de Estados Unidos. Es decir, teóricamente, ningún ciudadano norteamericano se ve afectado.

Sobre el papel, no parecen dos programas indefendibles. Cualquier compañía de teléfonos registra los números de sus clientes y la duración de las llamadas, información necesaria para la facturación. ¿Cuántos datos sobre nuestros hábitos y nuestros movimientos poseen las empresas de Internet, una realidad que aceptamos dócilmente? ¿Por qué negarle automáticamente al Gobierno el uso de esos datos? Además, puesto que espionaje ha existido siempre, ¿por qué renunciar al rastreo del medio que se ha demostrado como el de uso más frecuente entre terroristas? ¿No siguen los servicios secretos de otros países del mundo las pistas en Internet de sus potenciales enemigos? ¿Es una gran sorpresa o un motivo de enojo que EE UU posea medios para detectar potenciales peligros en Internet?

Lo más escandaloso de este caso es el hecho de que esos programas sean secretos, lo que demuestra que el Gobierno se atribuye una autoridad que no necesariamente le corresponde, y con muy pocos controles para evitar que el uso razonable de ciertos instrumentos de vigilancia pueda convertirse en abuso.

Es cierto que el Congreso había sido informado y que un tribunal firmaba las correspondientes autorizaciones, pero también en secreto, fuera del conocimiento público. Los ciudadanos pueden entender que el Gobierno recurra a ciertas prácticas que invaden su privacidad para mejorar su seguridad. Aceptan, por ejemplo, los controles exhaustivos en los aeropuertos. Pero, probablemente, prefieren ser tratados como adultos y ser informados al respecto.

En programas como estos, el secreto no se justifica por la necesidad de ocultar datos al enemigo. Vale que la operación de seguimiento de Osama Bin Laden sea secreta, pero ¿qué puede aportarle a Al Qaeda saber que se registran números de teléfono y se espía en Internet?, ¿acaso no lo saben de antemano?
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/12/actualidad/1371055108_134773.html
 

Sebastian

Colaborador
El FBI confirma que Snowden es objeto de una investigación criminal

El director de la agencia, Robert Mueller, no precisa qué cargos se presentarán contra el joven que reveló programas de vigilancia
El director del FBI, Robert Mueller, ha confirmado este jueves que Estados Unidos ha abierto una investigación criminal con objeto de que Edward Snowden, el joven que reveló los programas de vigilancia masiva de llamadas telefónicas y correos electrónicos, responda ante la justicia por esas filtraciones, que, según el funcionario, han dañado a la seguridad del país.

En una comparecencia ante un comité de la Cámara de Representantes, Mueller no precisó, sin embargo, qué cargos concretos se presentarán contra Snowden ni si éstos serán suficientes como para solicitar su extradición a Hong Kong, donde parece encontrarse actualmente, o al país al que pueda trasladarse después.

“Estamos dando los pasos necesarios para tener a la persona responsable de estas revelaciones”, dijo el director del FBI, quien no quiso ser más preciso sobre la categoría de los posibles delitos cometidos por Snowden ni el camino por el que EE UU piensa hacerle pagar por ellos.

No es un caso sencillo desde el punto de vista jurídico para el Gobierno de EE UU. Aunque Snowden viajó hasta territorio bajo soberanía china para proceder a las filtraciones, no desveló los secretos a un país extranjero sino a dos medios de comunicación, uno de ellos norteamericano, The Washington Post.

Snowden, un técnico de espionaje subcontratado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y, anteriormente, por la CIA, dijo en una entrevista con el otro de los medios elegidos para la filtración, el diario británico The Guardian, que había seleccionado el material secreto que había pasado por sus manos y que había decidido hacer público únicamente aquello que no ponía en riesgo la vida de personas.

En el caso de un acusado de filtraciones que está siendo juzgado en este momento, el del soldado Bradley Manning, que facilitó información a Wikileaks, los fiscales militares le acusan de colaboración con el enemigo por haber revelado información que, además, ponía en peligro a ciudadanos norteamericanos. En la residencia de Pakistán en la que un comando mató a Osama bin Laden en 2011 se encontraron papeles que Manning había filtrado.

No es probable que existan pruebas así contra Snowden, que lo único que ha hecho es dar a conocer dos programas de vigilancia telefónica y en Internet que, aparentemente, no mencionan la actividad específica de agentes determinados en países concretos, como sí hacían los papeles de Wikileaks.

En todo caso, las autoridades norteamericanas sostienen que Snowden ha hecho un daño considerable puesto que ha desvelado programas que, según la versión oficial, habían ayudado a prevenir decenas de atentados terroristas, por lo que, indirectamente, podría ser sospechoso de facilitar la actuación del enemigo. No es tan sencillo, sin embargo, construir un caso en esa dirección en la justicia civil, donde debería de ser juzgado Snowden, como en la jurisdicción castrense, ante la que está respondiendo Manning.

Los abogados de Snowden podrían sostener, eventualmente, que, tal y como el joven ha confesado, su intención, no solo no era la de perjudicar a EE UU, sino la de robustecer su sistema democrático, facilitando a los ciudadanos información que nunca debería de haber sido secreta.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/13/actualidad/1371142006_374226.html
 

Sebastian

Colaborador
EE UU dice que el programa de vigilancia evitó “docenas de atentados terroristas”

El director de la Agencia Nacional de Seguridad asegura en el Senado que hicieron lo correcto

Keith Alexander, ante un comité del Senado. / MICHAEL REYNOLDS (EFE)​

El director de la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU (NSA), Keith Alexander, aseguró hoy que los programas de vigilancia basados en registros de llamadas de particulares y datos de Internet que han sido filtrados evitaron "docenas y docenas" de potenciales ataques terroristas. En una audiencia ante una comisión del Senado, Alexander afirmó que los equipos de inteligencia estadounidenses "están haciendo exactamente lo correcto" para proteger a los ciudadanos de las posibles amenazas a su seguridad.

Preguntado por el senador demócrata Patrick Leahy, Alexander declaró que su agencia está "tratando de ser transparente, proteger las libertades civiles y la privacidad, pero también la seguridad de Estados Unidos". El director general de la NSA testificó ante los legisladores en una audiencia dedicada a ciberseguridad, pero fue interpelado por el último escándalo en el que se ha visto envuelta su agencia tras las filtraciones del extécnico de la CIA Edward Snowden a dos diarios sobre programas de vigilancia secretos.

El senador demócrata Dick Durbin preguntó directamente a Alexander sobre el propio Snowden y puso en tela de juicio que alguien como él, con su bajo perfil educativo, pudiera tener acceso a documentos clasificados. El director de la NSA explicó que personas como Snowden poseen habilidades extraordinarias como técnicos de las agencias federales, pero confesó que él también tiene preguntas al respecto y que la conducta del joven, de 29 años, será investigada.

El ingeniero informático trabajó durante cuatro años para la NSA como empleado de varias compañías adjudicatarias de contratos de defensa, la última de ellas Booz Allen Hamilton, desde la que tuvo acceso a la información secreta. El joven ha estado una década relacionado con la inteligencia estadounidense, primero como ingeniero informático de la CIA, basado en Ginebra, y después como consultor en varias empresas externas de defensa que colaboran con la NSA, según reveló él mismo a The Guardian.

Sobre la recopilación de datos, Alexander insistió en que los programas de vigilancia que filtró Snowden no están destinados a observar identidades sino a localizar conexiones entre datos más amplios para tratar de detectar hipotéticos complots terroristas.

Snowden filtró la semana pasada al diario británico The Guardian y al estadounidense The Washington Post que la NSA y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) tienen acceso a millones de registros telefónicos amparados en la Ley Patriota, aprobada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE UU.

Posteriormente, los periódicos revelaron un programa secreto conocido como PRISM, que permite a la NSA ingresar directamente en los servidores de nueve de las mayores empresas de internet estadounidenses (incluidas Google, Facebook, Microsoft y Apple) para espiar contactos en el extranjero de sospechosos de terrorismo.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/13/actualidad/1371100650_311442.html
 

Sebastian

Colaborador
Snowden denuncia el “amplio” ciberespionaje de EE UU a China
"No soy un traidor ni un héroe", dice el exanalista en una entrevista a un diario de Hong Kong
Edward Snowden, el joven estadounidense que ha desvelado el programa ultrasecreto de vigilancia masiva de comunicaciones llevado a cabo por Washington, asegura que tiene documentos que prueban que el Gobierno del presidente Barack Obama ha pirateado de forma amplia redes de ordenadores en China continental y Hong Kong desde hace años.

Así lo afirma en una amplia entrevista concedida al diario de Hong Kong South China Morning Post (SCMP), publicada este jueves. “No soy un traidor ni un héroe. Soy un americano”, dice el exempleado de la CIA, quien añade que luchará contra cualquier intento de extradición por parte de Estados Unidos.

El SCMP anunció a última hora del miércoles algunos detalles de la entrevista, que fue realizada ese mismo día en “un lugar secreto en Hong Kong”. El periódico –el principal en habla inglesa de la excolonia británica- asegura que el joven estadounidense ha pedido que no se proporcionen detalles de cómo se produjo el encuentro, que duró una hora.

Las revelaciones suponen un fuerte golpe para Obama y sus continuas quejas a Pekín de que empresas y organismos de Estados Unidos son objeto de ciberataques por parte de China, ya que pierde con ellas credibilidad y autoridad moral para realizar exigencias a Pekín. Además, de ser ciertas dan respaldo a la posición de China, que suele responder que ella misma es objeto de ciberataques cuando es acusada de ciberespionaje.

Snowden afirma que Washington ha pirateado redes de ordenadores en China continental y Hong Kong desde hace años

Snowden trabajaba para un contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) de Estados Unidos cuando decidió viajar a Hong Kong el 20 de mayo. Desde allí filtró a los diarios británico The Guardian y estadounidense The Washington Post el extenso programa estadounidense de espionaje a llamadas telefónicas y transmisiones por Internet en grandes compañías como Google, Microsoft, Facebook y Skype.

Según documentos que Snowden tiene en su poder -vistos por SCMP, pero no verificados por el diario-, la NSA ha espiado ordenadores en China y Hong Kong desde 2009. Entre sus objetivos en la excolonia, se encuentran la Universidad de Hong Kong, funcionarios del Gobierno, empresarios y estudiantes.
La entrevista no entra en detalles sobre los ciberataques en el continente. Pero, según el joven, ninguno de los documentos revela información sobre los sistemas militares chinos.

El exespía cree que la NSA llevó a cabo más 61.000 operaciones de pirateo en todo el mundo, cientos de ellas en China y Hong Kong. “Pirateamos las redes troncales que nos dan acceso a las comunicaciones de cientos de miles de ordenadores sin tener que piratear cada uno de ellos”, afirma. “La semana pasada, el Gobierno americano operaba alegremente en la sombra sin respeto por el consentimiento de los gobernados, pero ya no. Cada capa de la sociedad está pidiendo responsabilidades y supervisión”.

Snowden afirma que ha filtrado la información para demostrar “la hipocresía del Gobierno de Estados Unidos cuando asegura que, a diferencia de sus adversarios, no tiene como objetivo infraestructuras civiles”. “No solo lo hace, sino que tiene tanto miedo de que se sepa que está dispuesto a utilizar cualquier medio, como la intimidación diplomática, para evitar que esta información se haga pública”. Dice que se siente orgulloso de ser estadounidense y que cree “en la libertad de expresión”. “Actué de buena fe, pero es correcto que la gente se forme su propia opinión”.
El exespía cree que la NSA llevó a cabo más 61.000 operaciones de pirateo en todo el mundo

Snowden cuenta que siente temor por su seguridad y no ha contactado con su familia. “Nunca me sentiré seguro. Las cosas son muy difíciles para mí en todos los aspectos, pero decir la verdad al poder nunca ha estado exento de riesgos. Ha sido difícil, pero me ha alegrado ver a la gente en todo el mundo hablar contra estos actos de violación sistémica de la privacidad. Lo único que puedo hacer es confiar en mi formación y esperar que los Gobiernos del mundo rechacen ser acosados por Estados Unidos para perseguir a gente que busca refugio político”.

El antiguo analista de la CIA asegura que Washington está acosando a Hong Kong para que lo extradite, y a quienes creen que su intención es esconderse contesta: “La gente que piensa que he cometido un error al elegir Hong Kong malinterpreta mis intenciones. No estoy aquí para esconderme de la justicia. Estoy aquí para revelar unos hechos criminales”.

Dice que luchará contra cualquier intento de extradición por parte de Estados Unidos y que se quedará en la región administrativa especial china hasta que le pidan que se vaya. “He tenido muchas oportunidades de huir de Hong Kong, pero prefiero quedarme y luchar contra el Gobierno de Estados Unidos en los tribunales, porque tengo fe en el gobierno de la ley en Hong Kong”. “Mi intención es pedir a los tribunales y al pueblo de Hong Kong que decidan mi destino”. Recuerda que no ha cometido ningún crimen en el territorio y que no tiene motivo para dudar de su sistema legal. Otra opción para él sería solicitar protección en la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas en Hong Kong.

El Gobierno de la excolonia ha rechazado, de momento, manifestarse sobre el caso. Aunque el estadounidense ha recibido las simpatías de diputados, expertos legales y activistas locales, otros como la diputada Regina Ip, exresponsable de la seguridad de Hong Kong y cercana al Gobierno de Pekín, le han pedido que se vaya.

Snowden dejó el hotel Mira, situado en el distrito de Kowloon –en la parte continental de Hong Kong-, en el que estaba alojado, el lunes a mediodía, después de que el día anterior The Guardian desvelara con su consentimiento que era la fuente de una de las filtraciones de seguridad más importantes de la historia de Estados Unidos.

La excolonia británica tiene un tratado de extradición con Estados Unidos firmado en 1996, que incluye algunas excepciones, como crímenes considerados políticos, y Snowden podría intentar acogerse a esta posibilidad. Washington ha comenzado el proceso para acusarle de violación de secretos de Estado, pero, de momento, no ha solicitado su detención y envío.

Cualquier negociación sobre su entrega pasará por Pekín. Aunque Hong Kong goza de un alto grado de autonomía desde su devolución a China por Reino Unido en 1997, su legislación recoge que el Gobierno central puede dictar instrucciones para que se conceda o no una extradición en casos en los que los intereses de China “en asuntos relacionados con la defensa o la política exterior se vean afectados de forma significativa”. Los expertos creen que la potencial extradición llevaría bastante tiempo. Snowden ha dicho que una de las razones por las que decidió volar a la excolonia británica es que piensa que en Estados Unidos no tendría un juicio justo.

Hong Kong tiene una larga tradición de protesta callejera en defensa de las libertades, y el próximo sábado hay convocada una marcha en apoyo del joven estadounidense para presionar al Gobierno local con objeto de que le proteja. Los manifestantes, entre los cuales se prevé que haya diputados, se dirigirán en primer lugar al consulado de Estados Unidos y luego a la sede del Gobierno local para pedir que Snowden no sea extraditado en caso de que Estados Unidos lo solicite. “Debemos protegerlo. Pedimos al Gobierno de Hong Kong que defienda la libertad de expresión”, ha afirmado Tom Grundy, portavoz de los convocantes, informa France Presse. “No sabemos qué ley puede haber o no haber violado; pero si Pekín tiene la última palabra, entonces no debe ser extraditado si es un disidente político”.

In-media, una página web que apoya a los periodistas autónomos y ha organizado la manifestación, ha instado a la gente a manifestarse porque Snowden ha sacrificado su seguridad personal y su libertad para defender la libertad de expresión.

Entre los diputados que han afirmado que participarán en la marcha, están Abert Ho Chun-yan, Claudia Mo y Charles Mok, según SCMP. The Civil Human Rights Front, que es responsable de las convocatorias a favor de la democracia que tienen lugar cada año el 1 de julio –aniversario de la devolución de Hong Kong a China- ha confirmado que tomará parte.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/12/actualidad/1371052377_616709.html
 

Sebastian

Colaborador
EE UU se comporta como China

Ambos gobiernos creen que hacen lo que más les conviene al Estado y a la gente. Pero, como sé muy bien, ese abuso de poder puede destruir vidas

Aunque ya sabemos que los gobiernos hacen todo tipo de cosas, no pude dejar de sorprenderme e indignarme al leer las informaciones sobre el programa de vigilancia Prisma en Estados Unidos. En mi opinión, ese programa es un uso intolerable de la capacidad del gobierno de entrometerse en la intimidad de las personas. Y es una ocasión importante para que la sociedad internacional reflexione y proteja los derechos individuales.

Viví 12 años en Estados Unidos. Este abuso del poder del Estado va totalmente en contra de lo que para mí significa ser una sociedad civilizada, y me sorprendería que los ciudadanos estadounidenses dejen que siga adelante. Estados Unidos posee una gran tradición de individualismo y privacidad y es, desde hace mucho tiempo, un centro de libertad de pensamiento y, como consecuencia, de creatividad.

En la experiencia de quienes vivimos en China, a la hora de la verdad, la privacidad no existe; por eso nuestro país está muy por detrás del resto del mundo en aspectos importantes; a pesar de haberse enriquecido tanto, continúa atrasado en pasión, imaginación y creatividad.

Por supuesto, vivimos en diferentes circunstancias legales: en Occidente, en los países desarrollados, existen leyes que pueden compensar o restringir el uso de la información que pueda tener el gobierno. Pero en China no es así, y el resultado es que las personas están desnudas. Aquí, las intromisiones pueden destruir por completo la vida de una persona, cosa que no creo que pudiera ocurrir en los países occidentales.

No obstante, si de lo que hablamos es de una injerencia intolerable en los derechos individuales, Prisma hace lo mismo. Coloca a los individuos en una situación muy vulnerable. La privacidad es un derecho humano esencial, uno de los valores fundamentales. No hay garantías de que China, Estados Unidos o cualquier otro gobierno no vaya a utilizar la información de manera engañosa o con fines inapropiados. Creo, en especial, que un país como Estados Unidos, tan avanzado desde el punto de vista técnico, no debería aprovecharse de su poder, porque sirve de estímulo a otros países.

Antes de la era de la información, el gobierno chino podía decidir que uno era contrarrevolucionario solo porque un vecino denunciaba alguna cosa que había oído. La mala utilizacioón de esas informaciones arruinaron miles, millones de vidas. Hoy, con su capacidad técnica, el Estado pueden introducirse sin problemas en las cuentas bancarias, los correos privados, las conversaciones y las cuentas de redes sociales de cualquiera. Internet y las redes sociales nos ofrecen nuevas posibilidades de exploración.

Pero nunca nos habíamos expuesto como ahora, y eso nos deja vulnerables ante la posibildiad de que alguien decida utilizarlo en nuestra contra. Cualquier información, cualquier comunicación puede ser excusa para someter a un joven a la vigilancia del Estado. Es frecuente que, cuando un Estado represor detiene a alguien, tenga en sus manos ese tipo de información. Es una forma de controlarle, de decirle: Sabemos exactamente lo que estás pensando o lo que estás haciendo. Y eso puede arrastrar a una persona a la locura.

Cuando las personas tienen miedo y sienten que el gobierno tiene acceso a todo, se autocensuran y se abstienen de pensar con libertad. Y eso es peligroso para el desarrollo humano.

En la Unión Soviética en otros tiempos, en la China actual e incluso en Estados Unidos, las autoridades siempre piensan que están haciendo lo necesario, creen firmemente que hacen lo que más les conviene al Estado y a la gente. Pero la historia nos enseña que es necesario limitar el poder del Estado.
Un gobierno elegido por el pueblo, que de verdad trabaje para el pueblo, no debe ceder a estas tentaciones.

Durante el periodo que pasé encarcelado en China, me vigilaban las 24 horas del día. La luz estaba siempre encendida. Junto a mí estaban dos guardias en turnos de dos horas, que me miraban incluso cuando me tomaba una medicina: tenía que abrir la boca para que me vieran la garganta. Debía ducharme delante de ellos; me miraban cuando me lavaba los dientes, para asegurarse, según decía, de que no iba a hacerme daño. Tenían tres cámaras de vigilancia para garantizar que los guardias no hablasen conmigo.

Aun así, los guardias me hablaban en susurros. Me contaban historias sobre sí mismos. La humanidad y la intimidad siempre salen a relucir, incluso en las condiciones más represivas.

Limitar el poder es proteger a la sociedad. No solo proteger los derechos individuales, sino hacer que el poder sea más sano.
La civilización se apoya en la confianza, y todo el mundo debe luchar para defenderla y para proteger nuestros aspectos más vulnerables: nuestros sentimientos íntimos, nuestras familias. No debemos ceder nuestros derechos a nadie. No se puede depositar tanta confianza en ningún poder del Estado. Ni en China, ni en Estados Unidos.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/13/actualidad/1371124857_646894.html
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
FACEBOOK Y MICROSOFT ENTREGARON DATOS DE SUS USUARIOS AL GOBIERNO DE LOS EE UU

Las solicitudes fueron realizadas por organismos locales, estatales y federales. Se pidió información de 19.000 usuarios de Facebook y 32.000 de Microsoft en el último semestre de 2012

según las compañías, se trata de una «diminuta» proporción de sus clientes

La red social Facebook recibió peticiones de datos de hasta 19.000 usuarios por parte del Gobierno de Estados Unidos y la compañía informática Microsoft de hasta 32.000 personas en la último semestre del año pasado, según han desvelado este sábado ambas compañías. Diversos organismos de la Administración presidida por Barack Obama realizaron, en total, entre 9.000 y 10.000 peticiones de información de entre 18.000 y 19.000 usuarios a Facebook, que ha destapado ahora dichos datos en virtud de un acuerdo alcanzado con las autoridades de Seguridad estadounidenses.
Microsoft, por su parte, recibió entre 6.000 y 7.000 peticiones, avisos y órdenes de organismos locales, estatales y federales de Estados Unidos que afectaban a entre 31.000 y 32.000 usuarios. Difunde estos datos, al igual que Facebook, previo acuerdo con la Administración estadounidense. En un comunicado, el abogado general de Facebook, Ted Ullyot, precisa que las peticiones de información iban «desde asuntos como un sheriff local tratando de encontrar a un niño desaparecido, hasta un jefe policial federal que perseguía a un fugitivo, un departamento policial que investigaba un asalto o un funcionario de la Seguridad nacional investigando una amenaza terrorista».
Facebook enfatiza que «examinó cada petición gubernamental que recibieran sin importar la esfera de procedencia». Es más, el abogado de la red social sostiene que «rechazaron con frecuencia algunas peticiones en el acto o requirieron al Gobierno que rebajaran sustancialmente sus solicitudes o simplemente les facilitaba muchos menos datos de los que había pedido». No obstante, Ullyot subraya que las leyes, tradicionalmente, han establecido importantes restricciones en su capacidad para «confirmar o dar fe de tales acuses de recibo».
Microsoft, a través de su vicepresidente, John Frank, aclara en un comunicado que, en virtud del acuerdo firmado con la Administración estadounidense, la compañía solo puede facilitar datos «agregados» de no más de seis meses sobre las solicitudes de información, sin poder especificar la naturaleza o procedencia, y en horquillas de 1.000 peticiones.

Tanto Facebook como Microsoft recalcan en sus respectivos comunicados que los datos suministrados a las autoridades estadounidenses corresponden a una diminuta proporción de sus clientes y ambas compañías han coincidido en urgir al Gobierno de Obama más transparencia.
Google, asimismo, ha anunciado este sábado que negocian con el Gobierno de Estados Unidos la posibilidad de difundir, al igual que Facebook y Microsoft, una cifra aproximada de peticiones formuladas por las autoridades y de usuarios afectados. El escándalo sobre el «acceso directo» conseguido por el Gobierno estadounidense a ordenadores a través del programa Prism, de la Agencia Nacional de Seguridad, destapado por los diarios '«he Guardian» y «The Washington Post», ha exacerbado la preocupación sobre la privacidad en Internet y la transparencia gubernamental, precisamente en un momento en el que el Congreso debate cómo garantizar la privacidad de los datos de los usuarios en la Red y aumentar la transparencia de la Administración en tareas de Inteligencia.
ABC.ES
 

Sebastian

Colaborador
La UE advierte a Estados Unidos de que la seguridad nacional no lo justifica todo

La vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, asegura que los Estados no tienen "un derecho ilimitado" de vigilancia secreta

El ministro irlandés de Justicia e Interior, Alan Shatter (derecha), junto al secretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, en un encuentro bilateral entre la UE y EE UU en el que se trató el tema del ciberespionaje, hoy en Dublín / Mac Inne (EFE)​
Bruselas ha recibido hoy las primeras explicaciones concretas de Estados Unidos respecto a la red de espionaje orquestada por el Gobierno.

El fiscal general estadounidense, Eric Holder, ha asegurado a la vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de Justicia, Viviane Reding, que los registros se han limitado a casos concretos y bajo orden judicial. Sin dar credibilidad absoluta a las palabras de Holder, Reding ha dicho en público:

“El concepto de seguridad nacional no significa que todo vale. Los Estados no tienen un derecho ilimitado de vigilancia secreta”.

El encuentro bilateral mantenido esta mañana en Dublín ha sido “el principio de un diálogo” que debe continuar para resolver las dudas que Reding mantiene respecto a cómo Estados Unidos ha espiado a ciudadanos extranjeros y, más concretamente, cómo el programa ha afectado a los europeos. Porque la seguridad no puede defenderse “a expensas de los europeos”.

Holder ha dicho que los programas de vigilancia solo se autorizan cuando hay sospechas claras vinculadas a amenazas terroristas

En la misma mesa de Reding, y mucho más comedido, Holder ha justificado una vez más los programas de vigilancia: no permiten registrar el contenido de las comunicaciones y solo se autorizan cuando hay sospechas claras vinculadas a amenazas terroristas.

El fiscal ha evitado responder a la pregunta de por qué Estados Unidos aún no ha pedido el arresto de Edward Snowden, responsable de haber desvelado la trama de espionaje. Holder se limitó a responder que el culpable deberá “rendir cuentas” cuando culmine la investigación.

La reunión de hoy, programada desde hacía mucho tiempo, venía precedida por la tensión que ha generado estos días en las instituciones europeas saber que el programa de seguimiento de datos Prism estaba dirigido principalmente a ciudadanos no estadounidenses.

Reding aprovechó para airear el principal punto de fricción entre Europa y Estados Unidos respecto a la protección de datos personales: las diferencias de trato a europeos y estadounidenses.
“Un acuerdo significativo [sobre protección de datos] debe asegurar un tratamiento idéntico a los ciudadanos europeos y estadounidenses”, recalcó.

La comisaria se queja desde hace años de que un estadounidense que considere violado su derecho a la privacidad puede reclamar ante instancias europeas, mientras que un europeo en las mismas circunstancias no puede hacer lo mismo en Estados Unidos. Y ese escollo tiene empantanado desde 2011 un acuerdo global de intercambio de datos entre las dos potencias.

Al igual que hizo en la carta que envió al fiscal general estadounidense previa al encuentro de hoy, Reding terminó su discurso con una amenaza velada. Para la responsable europea de Justicia, la capacidad para cerrar ese acuerdo “será esencial para negociar el acuerdo comercial”, una cuestión clave para facilitar los intercambios de bienes y servicios entre los dos bloques.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/14/actualidad/1371225009_706865.html
 

Sebastian

Colaborador
“Confío en Dios, vigilo a los demás”

Los servicios de espionaje presionan desde hace casi un siglo a compañías de telecomunicaciones, pero la tecnología ya hace posible un Gran Hermano

La sede de la Administración Nacional de Seguridad, en Fort Meade. / Patrick Semansky (AP)​
“En Dios confiamos”, dice un viejo chiste de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. “A todos los demás los vigilamos”. The Guardian fue el primero que informó de una operación policial relacionada con teléfonos particulares, en la que la compañía Verizon se había visto obligada a proporcionar a la NSA los detalles de todas sus llamadas nacionales e incluso locales.

Luego, The Guardian y The Washington Post revelaron otro amplísimo programa de vigilancia de la Agencia, llamado Prisma, que exigía a los grandes proveedores de Internet del país que les transmitieran en secreto todo tipo de datos: correos electrónicos, fotos, vídeos, servicios de chat, transferencias de archivos, datos almacenados, registros y videoconferencias.

Aunque el Gobierno de Obama y los miembros del comité de inteligencia del Senado defienden el espionaje como elemento crucial en la lucha contra el terrorismo, este no es más que el capítulo más reciente en casi un siglo de presiones a las compañías de telecomunicaciones para forzar su cooperación secreta con la NSA y sus predecesores.

No obstante, en la medida en que los asombrosos avances tecnológicos permiten pasar cada vez más informaciones personales, el peligro de que EE UU se convierta en un Estado Gran Hermano se multiplica.

La NSA recibió tantos miles de millones de dólares de los incrementos presupuestarios después del 11 de septiembre de 2001 que cayó en una locura edificadora y además amplió su capacidad de espiar.

Se construyeron habitaciones secretas en grandes instalaciones de telecomunicaciones, como la centralita de 10 pisos de AT&T en San Francisco.
Allí existen réplicas de los cables entrantes de voz y datos que se desvían a salas ocupadas por unos ordenadores y programas especiales, preparados para filtrar el correo electrónico y las llamadas y transmitirlas a la NSA para su análisis.

La Agencia de Seguridad amplió su capacidad de espiar después del 11-S

Se lanzaron nuevos satélites espía y se construyeron nuevas estaciones de escucha, como el centro de operaciones abierto hace poco cerca de Augusta, en Georgia. Diseñado para albergar a más de 4.000 agentes con sus auriculares, constituye la mayor base de espionaje del mundo.

Mientras tanto, en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, en Tennessee, donde se llevaron a cabo tareas secretas relacionadas con la bomba atómica durante la Seguda Guerra Mundial, la NSA está construyendo en secreto el ordenador más rápido y poderoso del mundo. Pensado para que ejecute un trillón de operaciones por segundo, podrá examinar enormes cantidades de datos; por ejemplo, todos los números de teléfono marcados en EE UU cada día.

En la actualidad, la NSA es la mayor organización de espionaje del mundo, con decenas de miles de empleados y un complejo central del tamaño de una ciudad en Fort Meade, Maryland.
En 1920, su primer antepasado, llamado la Cámara Negra, ocupaba un estrecho adosado en la calle 37 Este de Manhattan.

El Gobierno ha obtenido siempre acceso ilegal a las comunicaciones

La Primera Guerra Mundial había terminado hacía poco, y con ella la censura oficial, y volvía a estar en vigor la Ley de Comunicaciones por Radio de 1912.
Esta ley garantizaba el secreto de las comunicaciones electrónicas y fijaba duros castigos para cualquier empleado de una compañía de telégrafos que divulgara el contenido de un mensaje.
Para la Cámara Negra, sin embargo, la ley no era más que un gran obstáculo que era preciso sortear, de manera ilegal si era necesario.

Así que el responsable de la Cámara Negra, Herbert O. Yardley, y su jefe en Washington, el general Marlborough Churchill, director de la División de Inteligencia Militar, hicieron una visita al número 195 de Broadway, en Manhattan, a la sede central de Western Union, que era la mayor compañía nacional de telégrafos, el correo electrónico de la época.

Los dos funcionarios tomaron el ascensor hasta la planta 24 para una reunión secreta con el presidente de Western Union, Newcomb Carlton. Su objetivo era convencerle de que les concediera acceso secreto a las comunicaciones privadas que se realizaban a través de los hilos de su empresa.
Fue mucho más fácil de lo que Yardley había imaginado. “En cuanto se pusieron todas las cartas sobre la mesa”, contó Yardley más tarde, “el presidente Carlton pareció deseoso de hacer todo posible por complacernos”.

Es un comportamiento que se ha repetido una y otra vez a lo largo de los años. La NSA, o cualquiera de los organismos anteriores, logra acuerdos secretos con las principales empresas de telecomunicaciones del país y obtiene acceso ilegal a las comunicaciones privadas de los ciudadanos estadounidenses.

Una historia que se ha contado a menudo es la del influyente estadista republicano Henry L. Stimson, del que se dice que se sintió profundamente ofendido por la mera idea de espiar las comunicaciones privadas de la gente.

Cuando acababa de ser nombrado secretario de Estado, en 1929, Stimson desmanteló la Cámara Negra con una frase ya inmortal: “Un caballero no lee el correo de otros”. Sin embargo, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt le nombró secretario de Guerra durante la Segunda Guerra Mundial, Stimson cambió de opinión.

Dedicó sus esfuerzos a escuchar todas las comunicaciones posibles, sobre todo, de alemanes y japoneses. Ahora bien, cuando los cañones de la guerra empezaron a callar, las leyes de privacidad de las comunicaciones volvieron a estar vigentes.
Y el general de brigada W. Preston Corderman, jefe del Servicio de Inteligencia de Señales —otro antecesor de la NSA—, afrontó el mismo dilema que Yardley después de la Primera Guerra Mundial: la falta de acceso a los cables que entraban, salían y atravesaban el país.

De modo que, una vez más, se llegó a un acuerdo con las principales compañías de telégrafos —los proveedores de Internet de entonces— que concedía al SIS (y más tarde a la NSA) acceso secreto a sus comunicaciones.

Con el nombre en clave de Operación Trébol, los agentes llegaban a la puerta posterior de cada cuartel general de telecomunicaciones en Nueva York alrededor de la medianoche; recogían todo el tráfico de telegramas de aquel día, y lo llevaban a una oficina que fingía ser una empresa de tratamiento de cintas de televisión. Allí empleaban una máquina para reproducir todas las cintas de computadora que contenían los telegramas y, horas después, devolvían las originales a la compañía.

El acuerdo secreto duró 30 años. No se anuló hasta 1975, tras la conmoción que supusieron para el país las asombrosas revelaciones sobre los servicios de espionaje hechas durante una investigación del Congreso encabezada por el senador Frank Church.

La ilegalidad y la inmensidad de aquella operación asombraron por igual a izquierda y derecha, republicanos y demócratas. Los partidos se unieron para elaborar una nueva ley que garantizara que nunca iba a volver a ocurrir nada semejante.
Denominada la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera, incluyó la creación de un tribunal secreto, el Tribunal de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera, con el fin de garantizar que la NSA solo vigilara a ciudadanos estadounidenses cuando existieran causas suficientes para sospechar que estaban involucrados en delitos graves contra la seguridad nacional, como el espionaje o el terrorismo.

Durante más de un cuarto de siglo, la NSA respetó esta ley. La agencia de inteligencia volvió sus gigantescos oídos hacia el exterior, lejos de la vida diaria de los estadounidenses. Pero todo cambió poco después del 11 de septiembre de 2001, cuando el Gobierno de Bush puso en marcha su programa de escuchas sin necesidad de orden judicial.

De nuevo un director de la NSA buscó la cooperación secreta del sector nacional de las telecomunicaciones para obtener acceso a sus canales y enlaces. De nuevo las compañías aceptaron hacerlo, a pesar de estar infringiendo las leyes y violando la privacidad de sus decenas de millones de clientes. Con el tiempo, cuando se descubrió la operación, varios grupos se querellaron contra las empresas, pero el Congreso aprobó una ley que les otorgaba la inmunidad.

Parece que la NSA ha vuelto a acudir a Verizon y otras empresas telefónicas, además de muchos de los grandes proveedores de Internet, y ha obtenido acceso a millones, incluso miles de millones de comunicaciones privadas.

Sin embargo, los peligros actuales de la cooperación secreta entre el sector de Internet y las telecomunicaciones y la NSA son incomparables y no tienen nada que ver con el caso de Yardley y la Cámara Negra. Con el estado de la tecnología en aquellos tiempos, los únicos datos que podía obtener el Gobierno eran los telegramas, y era poca gente, en general, la que los enviaba o recibía.

Hoy, los registros telefónicos y el historial de Internet de una persona pueden abrir una ventana increíblemente íntima de acceso a su vida.
Los datos telefónicos revelan a quién llama, adónde llama, con qué frecuencia llama a alguien, desde dónde llama y cuánto tiempo habla con cada persona.

Los datos de Internet proporcionan el contenido de sus correos electrónicos, sus búsquedas en Google, fotos, datos sobre sus finanzas y detalles personales. Vivimos en una era en la que el acceso a la cuenta de correo y las búsquedas en Internet de alguien puede ofrecer una imagen más detallada de su vida que la mayoría de los diarios personales. En una democracia no pueden permitirse los acuerdos secretos entre los servicios de inteligencia y las compañías de comunicaciones. El riesgo es demasiado grande.

En un rincón polvoriento de Utah, la NSA está terminando de construir un nuevo edificio gigantesco, un almacén de datos de más de 90.000 metros cuadrados para guardar los miles de millones de comunicaciones que está interceptando.

Si se permite que continúe en pie la vieja costumbre de los acuerdos secretos entre la NSA y las compañías de telecomunicaciones, es posible que todos acabemos teniendo presencia digital allí.
A pesar de lo que decía Stimson, los hombres (y las mujeres) sí leen el correo de otros, por lo menos si trabajan para la NSA.

Y en el futuro, dada la irrefrenable incursión de la NSA en las tecnologías avanzadas, es posible que lleguen a leer, además de nuestro correo, nuestros pensamientos.

James Bramford es un periodista norteamericano especializado en las agencias de espionaje, sobre cuyas actividades ha publicado varios libros. El último, en 2008, se tituló The Shadow Factory: The Ultra-Secret NSA from 9/11 to the Eavesdropping on America.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/15/actualidad/1371327354_762712.html
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
Sin marcha atrás: a pesar de la polémica, el espionaje llegó para quedarse

El gobierno norteamericano no se muestra dispuesto a ceder en sus programas de vigilancia electrónica, que, además, cuentan con apoyo.
WASHINGTON.- Una semana después de la explosión de un nuevo escándalo por espionaje y del reclamo de "respeto a la intimidad", crece, sin embargo en Estados Unidos la convicción de que el "Gran Hermano que vigila" llegó para quedarse y que, por muchas quejas que reciba el gobierno norteamericano, difícilmente se recupere el concepto de privacidad, tal como se lo conocía hasta hace pocos años.
"Hoy nos movemos dejando atrás un rastro electrónico tan largo que buena parte de nuestras acciones -compras, viajes, relaciones, gastos, simpatías y preferencias- pueden ser observadas por un tercero sin que seamos conscientes ", resumió Frank Hammond, experto en sistemas de gobierno de la Universidad de Chicago.
"El problema, más bien, parece reducirse a quién es el que conoce ese largo rastro electrónico y si es correcto que el gobierno acceda a esa información sin que el ciudadano lo sepa", dijo, en diálogo con LA NACION. Allí se centra, ahora, una disputa que, sin embargo, parece más apoyada en lo político que en la búsqueda de un límite ético a la gestión de gobierno.
A eso se suma la relativa docilidad con la que, según pasan las horas, parecen responder los norteamericanos. Aquietadas las primeras oleadas de ira, las encuestas revelan un respaldo de más del 55 % al poder de vigilancia del Estado "si eso contribuye a la seguridad".
Desde esa perspectiva, podría ponerse en duda el "gesto patriótico" del joven de 29 años, ex subcontratista privado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que renunció a la "comodidad y al confort" prodigados por los 200.000 dólares de sueldo anual al desertar de su trabajo como espía e "informar" sobre el "enorme poder de espionaje" que, en secreto, detenta el Estado.
"No hice nada ilegal al revelarlo", aseguró Edward Snowden desde el refugio que buscó en Hong Kong y mientras procura un asilo político que lo ponga a salvo de los muchos que aquí quieren juzgarlo por "traidor". Entre ellos, James Clapper, el director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a quien dejó desnudo y expuesto con sus dichos.
Pero, por mucha denuncia y debate que se instale, parece improbable que haya marcha atrás en la vigilancia que existe sobre la vida cotidiana de buena parte de los ciudadanos de Occidente.
"Es imposible ir contra el rastro electrónico", dijo Hammond. Lo queramos o no, un abanico de herramientas reconstruyen a diario los movimientos de millones de personas: cámaras de seguridad, tarjetas de crédito, llamadas por teléfono móvil y conexiones a Internet constituyen puertas infinitas a la vida privada.
"Esto es como los que protestan contra la globalización. No hay modo de frenarla. La cuestión es cómo se banaliza", dijo el ingeniero John McClapton, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) a la cadena MNSBC.
En la medida en que pasan los días y los argumentos se contraponen, la cuestión parece conducir no tanto a ser o no ser observados sino a quién lo hace y cómo lo hace.
"¿Por qué en secreto?" fue, por caso, la protesta de la senadora demócrata Dianne Fienstein, presidenta del comité de Inteligencia de la Cámara. Lejos de plantarse en contra de que el Estado almacene millones de datos sobre los ciudadanos, lo que pidió es que no lo haga desde la actitud vergonzante del secreto sino abiertamente.
Tras prometer que cortaría con las prácticas antiterroristas de su predecesor republicano George W. Bush, el presidente Barack Obama volvió a quedar en incómoda evidencia cuando el "arrepentido" Snowden reveló la existencia de poderosos motores cibernéticos de espionaje en la estructura estatal.
No se sabe qué más tiene en su poder el ex espía. Pero, por lo pronto, el topo sacó a luz un programa de registro de llamadas y otro para la obtención de datos personales a través de las gigantes de Internet. Entre ellos, Facebook, Yahoo, Google y Microsoft. O sea, herramientas de uso cotidiano para millones de personas.
La agravante, en este caso, es que se usa también con ciudadanos extranjeros, lo que valió reclamos de la Unión Europea (UE) y amenaza con abrir un frente diplomático como ya lo hizo, hace una década, el programa Echelon, que más o menos planteaba lo mismo que ahora y del que pocos se acuerdan.
Obama, en todo caso, volvió a los argumentos que por entonces usó Bush: la necesidad de la defensa. Pero las circunstancias son otras: "Cuando hay miedo, la gente está más dispuesta a perder privacidad. Cuando el miedo disminuye, la reclama", dijo Héctor Schamis, de la Universidad de Georgetown. Aunque el programa era anterior, el escándalo con Echelon estalló en la marea del atentado a las Torres Gemelas.
Obama urgió a lo que más le gusta, esto es, un "debate en la sociedad". En este caso, sobre la privacidad que está dispuesta a ceder a cambio de una mayor seguridad. "No se pueden tener las dos cosas", dijo. Es aquí donde se planta la resistencia, escasa, pero vociferante, de quienes claman que ese dilema entre una cosa y otra está mal planteado y ponen pecho a la invasión estatal. La Asociación por los Derechos Civiles llamó a no bajar los brazos frente a lo que considera una violación de la Constitución.
Lo curioso es que muchas de las herramientas de espionaje están incorporadas en los hábitos cotidianos. El mejor ejemplo es lo que ocurrió con Snowden. Apenas se presentó como el autor de las filtraciones, miles de periodistas se lanzaron a las redes a ver qué obtenían. En cuestión de minutos, se conocieron fotos, domicilio, amigos y filiación política: votó por el ultraliberal Ron Paul y le aportó dinero a la campaña. Todo eso, en un abrir de ojos y sin pasar por los espías del Estado.
la nacion
 

Sebastian

Colaborador
Origen, impacto y consecuencias de los papeles de Snowden
Los programas secretos de espionaje de EE UU desvelados por un contratista de la NSA abren un debate sobre la intromisión del Gobierno en la privacidad de los ciudadanos

De todo lo que se ha conocido en los últimos días gracias a la audacia de un joven de 29 años con una cierta obsesión por el espionaje, hay algo que no es novedad: la privacidad ha desaparecido, somos constantemente objeto de la mirada de alguien. Ahora hemos sabido que entre esos muchos que nos observan está el Gobierno de Estados Unidos, lo cual tampoco es exactamente una gran sorpresa.

EE UU es la mayor potencia económica y militar del mundo. Tiene intereses planetarios y tropas y bases en los cinco continentes. Es el objetivo declarado número uno del terrorismo internacional, que le demostró sus intenciones y recursos el 11 de septiembre de 2001. Ha sido blanco de numerosos ataques cibernéticos de parte de su gran rival en el mundo, China. Es el país que inventó Internet y en el que han nacido y residen Google, Microsoft, Facebook, Apple, Twitter y otras marcas de menos renombre que dominan la actividad en la Red. Tiene, por tanto, los motivos y los medios. Que el Gobierno de EE UU, en colaboración más o menos voluntaria con las empresas de EE UU que poseen toda la información existente en Internet, haya accedido a esos datos con el propósito de localizar a sus enemigos, puede ser cualquier cosa menos una sorpresa.

Tampoco es un una ilegalidad, puesto que el Gobierno se proveyó de todas las autorizaciones parlamentarias y judiciales que eran pertinentes. Sí puede ser una inmoralidad y un atropello de las libertades públicas, algo en lo que las autoridades de todos los países incurren frecuentemente con la ley en la mano. Pero el juicio de esa actitud puede producir resultados distintos si se observa desde el concepto liberal e individualista, en cuyo caso el veredicto sería severo, o desde una idea más estatista sobre el papel del Gobierno, que podría dictar una sentencia más benevolente.

¿Qué es lo que está en juego en el caso que el joven Edward Snowden ha puesto sobre la mesa? ¿Qué es lo que realmente ha sacado a relucir y qué debate ha desencadenado eso? ¿Debe preocuparle a los ciudadanos ser espiados? ¿Por qué? En EE UU, la opinión pública parece decantarse a favor de permitir ciertas incursiones del Gobierno en su privacidad, si eso ayuda a mejorar su seguridad, lo que responde a la lógica de que una mayoría de población cuyo comportamiento es intachable no tiene en principio ningún temor a que revisen su vida. Pero, por supuesto, no se trata de eso. Se trata de cuáles son los límites del Estado y qué pueden hacer las personas corrientes para protegerse.

Edward Snowden, un contratista privado al servicio de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), entregó a The Guardian, primero, y después a The Washington Post dos documentos que recogían otros tantos programas secretos de espionaje del Gobierno de EE UU, uno para el registro de los números de teléfono y duración de las llamadas telefónicas de la compañía Verizon en EE UU, y otro, conocido como Prisma, que permite el acceso a correos electrónicos, chats, fotos y otro material intercambiable en Internet entre ciudadanos extranjeros y fuera de territorio de EE UU.

De acuerdo a las autoridades norteamericanas, ambos son programas son muy valiosos, han permitido en el pasado abortar decenas de intentos de ataques terroristas y su revelación constituye un gran perjuicio para EE UU. De acuerdo a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), que ha presentado una demanda contra el Gobierno, es una violación de la Constitución. El presidente Barack Obama los defendió diciendo que, en el mundo actual, “no se puede tener el 100% de privacidad y el 100% de seguridad”. Esos programas representan, dijo, una mínima molestia que los norteamericanos pueden permitirse en aras de dormir más tranquilos.

Ahí es donde está el meollo de la cuestión. ¿Dormimos más tranquilos sabiendo que el ojo del Gran Hermano orwelliano vigila? Tal vez sí o tal vez no, pero, en todo caso, la única alternativa es permanecer despiertos.

Para analizar el impacto y las consecuencias de los papeles de Snowden es necesario inscribirlos en el tiempo en que se han producido. Así como los papeles del Pentágono cayeron sobre una población horrorizada con la guerra y el Watergate aterrizó en un país asqueado de las marrullerías de la política, los papeles de Snowden encuentran a una sociedad adormecida por los encantos ilimitados de las nuevas tecnologías.

Hoy la privacidad es objeto de ataque constante e impune. Cuando se entra en un banco, uno es observado por una cámara tras la que hay un agente de seguridad; cuando se sube al metro o se accede a un aeropuerto, todos somos, igualmente, filmados y registrados. Simplemente paseando por la calle podemos ser grabados y, posteriormente, nuestra imagen puede ser contemplada por un funcionario, que, aburrido, podría llegar a entretenerse con algunos detalles de nuestro físico. Hay cámaras en los más diversos escenarios públicos y privados, desde un teatro a un taxi, y a nadie parece importarle mucho.

Esa realidad adquiere una proporción desmesurada cuando se traslada al campo de Internet. Nuestros mensajes, nuestras fotos de cumpleaños, cualquier indiscreción personal, incluso nuestros más íntimos pensamientos ofrecidos al amigo o la persona amada están almacenados en algún lugar de lo que, muy gráficamente, se llama “la nube”. Será una nube, pero no es un limbo. Empresas concretas y personas precisas tienen acceso a esa información, la procesan y, eventualmente, la usan con motivos comerciales.

¿Cuál es la diferencia de que la use el Gobierno con motivos más nobles, como la seguridad? En primer lugar, es necesario recordar que el programa Prisma no afecta, al menos en lo que se sabe, a ciudadanos norteamericanos o que residan en EE UU. Por lo demás, el espionaje es una actividad tan antigua como el propio ser humano.

En otros tiempos se hacía con rudimentarias antenas parabólicas y micrófonos ocultos en un jarrón. Hoy basta un ordenador. Los países se espían unos a los otros, y espían a sus propios ciudadanos, sus finanzas y movimientos sospechosos.

Cuando ese espionaje produce resultados satisfactorios, que es relativamente frecuente –piensen, en cada país, en la cantidad de indeseables detectados en los últimos años por el seguimiento de sus cuentas bancarias o sus llamadas telefónicas–, nos alegramos todos. ¡Cuántos inocentes no habrán sido espiados hasta llegar a los verdaderos culpables! Pero, al mismo tiempo, cuando nos queda constancia de que ese espionaje existe, nos horrorizamos. Y ese horror se produce, no tanto por el espionaje en sí, sino por su carácter secreto.

Lo secreto nos asusta y, con razón, nos alarma. El secreto protege la actuación legítima de un agente del bien, pero también tapa el abuso de un funcionario inescrupuloso. El secreto deja a los ciudadanos inertes ante el Gobierno, que queda como la única autoridad para decidir qué hacer en cada situación. El secreto es, obviamente, el caldo de cultivo del autoritarismo.

Cualquiera puede entender que los gobernantes tengan que actuar en secreto en ocasiones. A nadie se le ocurre que la CIA debiera haber ido informando al Congreso sobre sus pasos en la localización de Osama bin Laden. Pero el secreto no se justifica siempre ni con tanta frecuencia como las autoridades desearían. Probablemente, no se justifica en los papeles de Snowden. No se aprecia a primera vista qué dicen esos papeles que los terroristas no dieran ya por supuesto. ¿A alguien se le ocurre que Al Qaeda se comunicaba por correo electrónico sin sospechar en absoluto que pudiera ser leídos por los servicios de espionaje?

Así pues, el problema de fondo detectado gracias a los papeles de Snowden es el del insuficiente control de la intromisión del Gobierno en las vidas privadas de los ciudadanos. No el ataque en sí a una privacidad que ya no existe, ni el hecho mismo de que EE UU, como le corresponde, espíe para protegerse, sino la preocupación por la extensión de ese espionaje debido a la falta de control democrático. El Congreso era informado, pero en secreto. Un juez firmaba la autorización para ese espionaje, pero era el juez de un tribunal secreto –creado en 1978 y conocido por las siglas de FISA- que en último año aprobó todas, absolutamente todas, las solicitudes de intervención presentadas por los responsables de seguridad. A todas luces parecen garantías escasas para una recolección tan masiva de datos.

El último ángulo controvertido de esta historia es el del papel de las empresas de Internet, que ahora tratan de limpiar su imagen. Este sábado, Facebook dijo que en 2012 había recibido alrededor de 10.000 peticiones de distintos niveles del Gobierno para acceder a cuentas de sus clientes. Microsoft informó de haber recibido entre 6.000 y 7.000 reclamaciones similares. Difícil resistirse a esas peticiones, que iban firmadas por el correspondiente juez de FISA. Pero esas empresas y otras grandes de Internet que esta semana hicieron públicas reclamaciones de más transparencia, se deben también a sus clientes, con los que se han comprometido a no desvelar sus datos privados.

De nuevo, nos encontramos ante un dilema muy propio de este tiempo y dificilísimo de resolver. La tensión entre el interés público y el espacio privado existe desde que las personas conviven. En nombre de atender el bien de la mayoría se han cometido grandes gestas y tropelías a lo largo de la historia de la humanidad. Los papeles de Snowden prueban que la tentación de actuar por encima del conocimiento de los ciudadanos, aunque sea en su propio favor, no solo no ha desparecido sino que se ha incrementado y hecho más peligrosa en la era de Internet.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/15/actualidad/1371315270_917129.html
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
Gran Bretaña espió a políticos durante una cumbre mundial

Fue en una reunión del G-20 en Londres, en 2009. Intervino computadoras y teléfonos.

Cuando los líderes del mundo se reunieron en el G-20 en Londres, en 2009, para enfrentar la gran crisis económica mundial, tenían todas sus computadoras, mails, celulares y líneas telefónicas interceptadas por orden de su huésped, Gran Bretaña. Muchos de los delegados tenían sus mails leídos por los servicios secretos de Su Majestad gracias a cibercafés que se habían instalado en esos amplios edificios del este de Londres, donde se desarrolló la cumbre. Entre los vigilados también estaban Turquía, Sudáfrica y patrullaban de la misma manera a los líderes del Commonwealth para tener ventajas en las negociaciones diplomáticas. El presidente ruso Dmitri Medvedev fue vigilado por la agencia de seguridad norteamericana durante esa reunión.
El diario británico The Guardian reveló anoche esta embarazosa información gracias a los documentos aportados por Edward Snowden, el ex empleado de la CIA que develó en Hong Kong el sistema de vigilancia estadounidense a teléfonos y correos electrónicos en el mundo. La revelación se produce cuando el primer ministro David Cameron va a iniciar hoy la cumbre del G-8 en Irlanda de Norte. Se supone que todos los presentes serán también monitoreados.
Los documentos muestran la interacción entre el sistema de vigilancia británico desde sus cuarteles llamados GCHQ en North Yorkshire y su contraparte estadounidense, la National Security Agency (NSA).También pondrá en una difícil posición a Cameron, cuando la Unión Europea se aprestaba a interrogar al presidente Barack Obama sobre su vigilancia y los derechos de los ciudadanos europeos a mantener su privacidad.
Generalmente los países sospechan de intercepciones de sus pares pero ahora están los documentos de Snowden, que prueban esa vigilancia. La inteligencia británica había colocado en los cibercafés instalados en la cumbre un sistema de intercepción de mails y un software para espiar las computadoras de los delegados.
Con su tecnología podían penetrar la seguridad de las Blackberrys y tenían 45 personas que analizaban quién llamaba a quién en la cumbre al segundo. “Por primera vez analistas tienen una fotografía en vivo de quién está hablando con quién, actualizada constantemente y automáticamente”, sostiene uno de los documentos.
Según esta documentación, la información era elevada rápidamente a los funcionarios británicos en los encuentros del G-20, para tener ventajas de negociación con sus aliados.
Las informaciones serán muy incómodas, tanto para el primer ministro Cameron como para Obama. Ambos deben mantener ahora reuniones con el presidente Vladimir Putin de Rusia y con sus aliados europeos, todos sometidos a su espionaje.
clarin
 

Sebastian

Colaborador
China califica “absurdas” las insinuaciones de que Snowden trabaja para Pekín

Pekín, 17 de junio, RIA Novosti.

La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, calificó de “absurdas” las insinuaciones de que el estadounidense Edward Snowden, que se refugió en Hong Kong después de filtrar datos clasificados, trabaja para Pekín.
“Es completamente absurdo”, declaró la diplomática a los periodistas al instar a EEUU a seguir con mayor atención la situación en torno a las filtraciones para “dar las explicaciones necesarias” a la comunidad internacional.

Ex vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, afirmó este domingo en una entrevista al diario New York Daily News que Snowden podría ser un espía chino que infligió “un daño enorme” a la seguridad de EEUU.

“Tengo mis sospechas en cuanto a huida a China. No es un país adonde suelen ir en busca de la libertad. Cabe preguntarse si tenía contactos antes”, constató.

Mientras tanto, un periódico oficial chino, Global Times, señaló que los actos del informante responden a los intereses de la comunidad internacional subrayando que su extradición a las autoridades estadounidenses sería una traición “hacia el propio Snowden y el mundo” y supondría una pérdida de autoridad para China y Hong Kong.

“La extradición de Snowden a EEUU llevará a pérdidas de reputación para las autoridades de Hong Kong y el Gobierno central de China. A diferencia de criminales comunes Snowden no hizo ningún daño físico a nadie, su único ‘delito’ consiste en revelar la violación de libertades y derechos civiles por parte de las autoridades estadounidenses”, indica el editorial del rotativo.
http://sp.rian.ru/international/20130617/157317343.html
 

Sebastian

Colaborador
La ley británica permite a las autoridades espiar a diplomáticos

Las normas son suficientemente amplias como para dar cobertura a todo tipo de actividades

Los poderes que permiten que los servicios de inteligencia británicos espíen a individuos, incluidos diplomáticos extranjeros, quedaron establecidos en la Ley de Servicios de Inteligencia de 1994 (ISA en sus siglas en inglés).

Se decidió proporcionarles un marco de gran amplitud para permitir que todos los funcionarios involucrados en actividades de espionaje pudieran llevar a cabo cualquier tipo de operación respaldados por la autoridad ministerial, y las técnicas empleadas durante la cumbre del G-20 de hace cuatro años indican una creatividad y una capacidad tecnológica que para Ian Fleming no habrían sido más que un sueño.

Esto queda reflejado en la sección 1 de la ISA, que dice que las agencias trabajan “en interés de la seguridad nacional, con especial referencia a las políticas exterior y de defensa del Gobierno de Su Majestad en el Reino Unido; o en interés del bienestar económico del Reino Unido; o para facilitar la prevención o detección de delitos graves”.

Cuando se publicó la ley, otros países europeos la recibieron con gran suspicacia, preocupados en especial por la posibilidad de que la inclusión del bienestar económico (EWB en sus siglas en inglés) pudiera aprovecharse para proporcionar a empresas británicas informaciones que les dieran ventaja sobre sus rivales. La definición exacta de “seguridad nacional” también está abierta a interpretaciones, porque no parece que exista ninguna definición oficial de lo que significa. Todo ello hace que los servicios británicos se encuentren con un enorme paraguas bajo el que ocultarse cuando pretenden desarrollar operaciones de espionaje clásico.

Después de que la ISA estableciera las competencias del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ) y los servicios del MI5 y el MI6, la Ley de Regulación de los Poderes de Investigación (Ripa) les suministró unas herramientas más precisas para reunir informaciones mediante técnicas como las interceptaciones selectivas.

Según lo previsto en Ripa, el director general del MI5, el jefe del MI6 y el director del GCHQ están entre los 10 altos funcionarios que pueden solicitar una orden de actuar directamente a los ministros de Exteriores o Interior.

los servicios británicos se encuentren con un enorme paraguas bajo el que ocultarse

Y los motivos que pueden servirles de justificación son casi idénticos a los que figuran en la ISA, incluida la protección de la seguridad nacional y el EWB. Varios documentos demuestran que se apeló al bienestar económico para justificar que se espiara a diplomáticos turcos y sudafricanos.
Un informe elaborado por el GCHQ y al que ha tenido acceso The Guardian no dice de manera explícita que apelaran a la autorización concedida por Ripa o ISA para espiar a otros diplomáticos en el pleno del G-20 celebrado en abril de 2009 y en la reunión de ministros de economía de cinco meses después, pero parece inconcebible que no la solicitaran, dado que era evidente que para el entonces primer ministro, Gordon Brown, la cumbre era una prioridad estratégica. El documento demuestra que el GCHQ, por su parte, tenía intención de hacer todo lo posible para impulsar las políticas del primer ministro.
“Un objetivo fundamental del primer ministro es la reunión de los jefes de Estado del G-20 en Londres, el 2 de abril”, explica el documento.

“Tiene el empeño de aprovechar la reunión para progresar hacia dos objetivos: coordinar la recuperación económica mundial con el fin de evitar que la recesión se transforme en una depresión y acordar una forma de reforzar la gobernanza económica mundial y lograr la reforma de las instituciones financieras internacionales. La intención del GCHQ es garantizar que las informaciones relevantes para los propósitos del Gobierno de Su Majestad durante su presidencia del G-20 lleguen a sus clientes en el momento oportuno y de manera que les permita sacarles el máximo provecho”.
Cuando se publicó la ley, otros países europeos la recibieron con gran suspicacia,

Los “clientes” del GCHQ son los ministros y los otros dos servicios de inteligencia, el MI5 y el MI6.

Da la impresión de que los tres organismos agencias se emplearon al máximo y contaron con la ayuda de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense. Se intervinieron teléfonos móviles y se interceptaron correos en smartphones.

Aunque la convención de Viena de 1961 “protege” las comunicaciones diplomáticas, pero no deja claro si eso excluye la vigilancia, el MI6 ayudó a “establecer” falsos cibercafés para obtener datos de diplomáticos y funcionarios que debieron de pensar que allí estaban a salvo de los fisgones gubernamentales.

No existen pruebas de que mediara en ningún momento el comisario de interceptación de comunicaciones, que es el responsable de supervisar los servicios de inteligencia y el marco legal en el que operan.

En 2009, los ministros aprobaron 1.706 autorizaciones para intervenir dispositivos. Sir Paul Kennedy dijo en su informe anual que “no dejaba de sentirse impresionado por la calidad, la dedicación y el entusiasmo de los funcionarios que llevan a cabo esta tarea. Poseen un conocimiento detallado de la legislación y están siempre deseosos de asegurarse de que respetan tanto la ley como las salvaguardias apropiadas”.

En su documento explicaba que “cuando ha habido errores, son errores de detalle o de procedimiento, no de contenido”, y que, como antiguo juez, confiaba en que los ciudadanos se sintieran “tranquilos sabiendo que sus actividades están supervisadas por una persona independiente que ha ocupado un alto cargo judicial”. En las 22 páginas del resumen no se menciona en ningún momento la cumbre del G-20.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371465985_510767.html
 

Sebastian

Colaborador
El escándalo de ciberespionaje salpica a Reino Unido
Redacción
BBC Mundo
Hace 3 h 37 min

El GCHQ, uno de los organismos más secretos de Reino Unido, tiene 5.000 empleados.​

Todo parece indicar que la información filtrada la semana pasada por Edward Snowden, el exanalista de la inteligencia de EE.UU. que reveló cómo ese país espía a millones de personas alrededor del mundo, fue sólo la punta del iceberg.

El domingo, nuevas revelaciones de Snowden, quien se cree está escondido en Hong Kong, mostraron cómo Reino Unido espió a funcionarios diplomáticos de diferentes países -Turquía y Sudáfrica, entre otros- durante el encuentro del G20 que tuvo lugar en su territorio en septiembre de 2009.

La denuncia se publicó en el diario británico The Guardian -como las anteriores- un día antes de un nuevo encuentro del G8 en Irlanda del Norte.

Según las nuevas filtraciones, en aquel encuentro de 2009, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico (GCHQ, por sus siglas en inglés) intervino las conversaciones y espió los correos electrónicos de algunos de los políticos invitados a la cumbre.

Hace una semana, Snowden reveló su identidad en una entrevista con Glenn Greenwald, periodista estadounidense de The Guardian, después de haber dado a conocer documentos en los que se detallaba cómo la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés) recolectaba vastas cantidades de información privada de usuarios de internet y teléfonos móviles alrededor del mundo.

clic Lea también: La NSA, la agencia de espionaje más secreta de EEUU
Los programas de recolección de información y vigilancia en los dos países estaban respaldados por leyes que dicen tener el fin de defender la seguridad de la nación y los ciudadanos.

Mientras que el presidente estadounidense, Barack Obama, defendió el programa de vigilancia con el argumento de que era una "necesidad en la lucha contra el terrorismo", ahora que el gobierno británico se ve involucrado en el escándalo el primer ministro británico, David Cameron, se abstiene: "Nunca comentamos sobre asuntos de seguridad e inteligencia", le dijo el lunes a la cadena británica Sky News.

"No sé si habrá más filtraciones, o si hay más información en algún lugar, o si alguien va a tener que renunciar, pero les diré que yo creo que esta es la punta del iceberg."​
Loretta Sanchez, representante en el congreso de EE.UU.​

La controversia, no obstante, continúa.

Cafés internet y BlackBerrys
¿Cómo fue que Reino Unido espió a diplomáticos extranjeros en 2009?
En las conferencias internacionales suelen haber rumores de espionaje de este estilo, pero no es usual que emerja evidencia como la que publicó The Guardian el domingo, donde se evidencie y especifique la manera como el gobierno anfitrión espía a sus invitados.

Según los documentos secretos del GCHQ, Reino Unido puso en las instalaciones del G20 diferentes cafés internet equipados con un sistema especial de intercepción de correos electrónicos y un software -conocido como keylogger - que registra el uso del teclado de un computador para memorizarlo en un archivo.
Asimismo, el GCHQ desarrolló un sistema para penetrar las barreras de seguridad de los BlackBerrys de los funcionarios internacionales.

También tenían un equipo de 45 analistas monitoreando las conversaciones telefónicas entre los funcionarios internacionales presentes en el encuentro.
Los documentos sugieren, anota The Guardian, que el programa fue aprobado por el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, y que la información era entregada a ministros del gobierno.

A quiénes
Snowden, exfuncionario de la NSA, reveló a The Guardian documentos secretos de EE.UU. y Reino Unido.​

Los documentos hablan de que representantes de tres países en particular fueron vigilados.

Uno de ellos fue el ministro de finanzas de Turquía, Mehmet Simsek, y 15 otros ministros subalternos y funcionarios de su delegación.

En los documentos no hay ninguna sugerencia de que Simsek y su partido estaban involucrados en algún tipo de delito, pero justifica la vigilancia con que se busca "establecer la posición de Turquía sobre los acuerdos de la cumbre de abril en Londres" y su "voluntad (o no) de cooperar con el resto de las naciones del G20".

Otro informe dice que especialistas de la NSA que operaban desde North Yorkshire, en Inglaterra, estaban encargados de intervenir y decodificar llamadas desde Londres a Moscú que fueron hechas por el entonces presidente ruso, Dmitry Medvedev.

Las comunicaciones de los delegados de Sudáfrica también fueron intervenidos, de acuerdo al reporte.

Mientras se han ido publicando las diferentes filtraciones sobre los programas de vigilancia de la NSA y el GCHQ, muchos han mostrado preocupación por lo que llaman la falta de transparencia de los gobiernos y la violación de la privacidad de los ciudadanos.

Y otros, como la representante demócrata ante le congreso de EE.UU. Loretta Sanchez, se han visto sorprendidos.

El miércoles, la congresista dijo: "No sé si habrá más filtraciones, o si hay más información en algún lugar, o si alguien va a tener que renunciar, pero les diré que yo creo que esta es la punta del iceberg".
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130617_eeuu_reino_unido_snowden_g20_dp.shtml
 

Sebastian

Colaborador
El espionaje masivo incluye a los amigos

Reino Unido se ampara en una ley de 1994 para pinchar comunicaciones de sus socios en el G-20

Las revelaciones de los últimos días sobre la guerra sucia del espionaje de EE UU y Reino Unido están poniendo en jaque al mundo diplomático. China se ha visto obligada a aclarar que Edward Snowden, el hombre que ha desatado la caja de los truenos con sus revelaciones, no trabaja para ellos por mucho que se haya refugiado en Hong Kong. Turquía, espiada en las reuniones del G-20 en Londres en 2009 habla de “escándalo”. Suráfrica y Rusia callan pero un poderoso diputado ruso también habla de escándalo. Y los países de la Commonwealth también estaban en el menú de los insaciables espías británicos en la cumbre que celebraron también en 2009 en Trinidad y Tobago.

Y, sin embargo, pese a toda esta ensalada de conflictos más o menos latentes, espiar a diplomáticos extranjeros es perfectamente legal en Reino Unido: lo ampara una ley aprobada por los conservadores británicos en 1994 que pone el interés económico nacional por encima de la cortesía diplomática. Y el espionaje se practica sin distinguir demasiado entre amigos o enemigos. Los únicos que se salvan, aparentemente, son los países anglosajones con los que los británicos trabajan más de cerca para saber lo que pasa en el mundo.

Turquía se supone que es una firma aliado británico, pero eso no ha evitado que su ministro de Finanzas y una quincena de sus colaboradores fueran espiados en las reuniones del G-20 que se celebraron en Londres en 2009, año en el que Reino Unido ocupaba la presidencia del grupo. El Ministerio de Exteriores ha pedido explicaciones al embajador británico en Ankara, aunque no ha llegado hasta el extremo de convocarle para presentar una protesta.
Según el diario 'The Guardian', Londres pinchó los móviles y ordenadores de varias delegaciones, entre ellas las de Turquía y Suráfrica

El primer ministro británico, David Cameron no ha querido hacer comentarios sobre esas informaciones, publicadas el domingo por la noche por el diario The Guardian a partir de documentos obtenidos a través de Snowden, el exempleado subcontratado por la CIA que huyó a Hong Kong para denunciar las prácticas del espionaje de EE UU a través de grandes firmas de Internet y cómo los servicios secretos británicos han utilizado el programa estadounidense Prisma con el que Washington espía a ciudadanos no estadounidenses.

Según The Guardian, los británicos pincharon los móviles y los ordenadores de varias delegaciones, incluidas las de Turquía y Suráfrica, durante varias cumbres del G-20. También asegura que los servicios secretos estadounidenses llegaron a interceptar llamadas del entonces presidente ruso, Dimitri Medvedev, aunque no llegaron a descifrar el código con el que los rusos las protegían.

Aunque en aquellos momentos el primer ministro británico era el laborista Gordon Brown, las revelaciones son especialmente molestas para su sucesor, el conservador David Cameron, porque coinciden con la celebración este lunes y martes de una cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de los países del G-8 en Irlanda del Norte. Se da la circunstancia de que Cameron se reunió el domingo con el presidente ruso, Vladímir Putin, apenas horas antes de que se conociera el espionaje a su antecesor.

Rusia, cuyas relaciones tanto con EE UU como Gran Bretaña no pasan por un buen momento debido al conflicto de Siria o a problemas bilaterales como el asesinato en Londres del exagente secreto Alexander Litvinenko, ha reaccionado con mucha prudencia. Quizás porque la propia Rusia no debe estar libre de pecado en cuestiones de espionaje, el Gobierno no ha querido hacer comentarios. Pero el presidente de la comisión de Exteriores de la cámara baja del parlamento ruso, Alexey Pushkov, dijo: “¡Escándalo! En 2009 en el G-20, los servicios especiales de EE UU y Reino Unido escucharon las llamadas telefónicas de Medvedev. EE UU lo niega, pero quién les puede creer. Esto es un completo fraude”.

En Ankara la reacción ha sido oficial, quizás porque el caso coincide con los disturbios de Estambul y los intentos del Gobierno turco de achacarlos a una conspiración extranjera auspiciada por medios como la televisión pública británica, la BBC. El Ministerio de Exteriores ha hecho público un comunicado en el que dice que las informaciones de The Guardian “son alarmantes”.

Rusia, cuyas relaciones con EEUU o Gran Bretañana no atraviesan un buen momento por Siria, ha reaccionado con mucha prudencia
“Si hay aunque sea solo una brizna de verdad en todas esas informaciones, constituirían sin duda un escándalo, en primer lugar para el país afectado”. “En un entorno en el que la mutua confianza, respeto y transparencia deberían ser esenciales para la cooperación internacional, un acto semejante llevado a cabo por un aliado sería inaceptable si esas informaciones son ciertas”, continúa el comunicado. “Esperamos que las autoridades británicas presenten una explicación oficial y satisfactoria. De hecho, se han puesto en marcha las oportunas iniciativas diplomáticas en ese sentido”, concluye el texto.

Según The Guardian, los servicios secretos británicos tenían también planes para espiar en la cumbre de países de la Commonwealth que se celebró en Trinidad y Tobago en 2009. El diario ha tenido acceso a un memorando de una página secreta de la Intranet que el cuartel general de escuchas británico, el GCHQ, comparte con la agencia de seguridad nacional estadounidense, la NSA. Entre los listados que aparecen respecto a esa cumbre figuran frases como “Inteligencia para informar a altos UK Bi-lats”, “Inteligencia sobre las opiniones de Suráfrica sobre Zimbabue antes de la reunión Brown/Zuma” o "Informe cambio climático”.

China ha entrado por primera vez en escena. Y lo ha hecho para aclarar que Edward Snowden no es un espía de ellos. Lo ha dicho la portavoz del ministerio de Exteriores, que aseguró ante la prensa que esas especulaciones “no tienen ninguna base”. Desde Hong Kong, en una entrevista digital a través de la web de The Guardian, Snowden ha afirmado que esos rumores son interesados y forman parte de una campaña que ya se esperaba. Y subraya que si realmente fuera un espía chino se habría ido directamente a la República Popular en lugar de buscar refugio en Hong Kong.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371485410_961738.html
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
Lon Snowden le pidió a su hijo que no revele más secretos


Foto: Cadena Fox
Lon Snowden, padre del joven responsable de las filtraciones sobre los programas de vigilancia secretos de Estados Unidos, le pidió este martes a su hijo que "no revele secretos que pueden constituir traición" y que "regrese a casa" para enfrentar las acusaciones.
“Espero, rezo y pido que no reveles secretos que puedan constituir traición”, afirmó Lon Snowden, en su primer entrevista en el canal Fox, en la que comenta la situación de su hijo Edward Snowden, informa el portal español 20 Minutos. También aseguró que le gustaría ver a “Ed de regreso en casa y encarando esto” y agregó qué fue lo que les explicó a los agentes del gobierno con quienes conversó.
El padre de Snowden, un oficial retirado de la guardia costera de Estados Unidos, se divorció de su madre, Elizabeth, en 2001. En la conversación televisiva, apuntó que la última vez que vio a su hijo fue a comienzos del mes de abril y que éste parecía “estar soportando una pesada carga”.
Mirando directamente a la cámara, Lon Snowden le envió un mensaje a su hijo: “Creo que estás bajo una gran cantidad de estrés en función de lo que he leído recientemente, y te pido que no sucumbas a esa presión y tomes una decisión equivocada”.
Su hijo, exempleado de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), informó a principios de mes a los periódicos The Guardian y The Washington Post la existencia de dos programas secretos mediante los que el Gobierno de su país supuestamente recopila registros telefónicos y datos digitales de millones de usuarios.
Poco después de reconocer que era el autor de las filtraciones, Edward Snowden, de 29 años, desapareció del hotel de Hong Kong en el que se alojaba la pasada semana. En las últimas horas ha señalado que realizará más revelaciones.

Cameron se negó a comentar denuncias sobre espionaje



El primer ministro británico, David Cameron, evitó comentar este lunes las denuncias publicadas por el diario The Guardian, sobre tareas de espionaje a las delegaciones que participaron en 2009 de las dos cumbres del G20 realizadas en Londres.
El matutino publicó que el centro de escuchas británico GCHQ llevó a cabo un “espionaje sistemático”, interceptando los teléfonos y vigilando las computadoras de los políticos y funcionarios extranjeros que participaron en las reuniones realizadas ese año, publicó el portal del diario español La Vanguardia.
Los documentos habrían sido entregados al diario británico por el ex empleado de la CIA, Edward Snowden, quien ha realizado revelaciones que en las últimas semanas sacudieron al gobierno de Barack Obama.
En declaraciones a la cadena SkyNews desde Lough Erne, cerca de la localidad norirlandesa Enniskillen, donde se está celebrando la cumbre del G8, Cameron dijo este lunes que no debe hacer comentarios sobre asuntos relativos a la seguridad.
“Nunca comentamos asuntos de seguridad o de inteligencia, y no voy a empezar ahora; eso sería romper algo que ningún Gobierno ha hecho antes”, afirmó el primer ministro, ante la pregunta de si garantiza que los participantes de la reunión de hoy no serán espiados.
De acuerdo con la información publicada por The Guardian, el objetivo del espionaje en 2009 habría sido conocer con antelación las diferentes posiciones de los países del G20, entre ellas las de aliados como Sudáfrica o Turquía.
Entre otras prácticas llevadas a cabo, los anfitriones británicos habrían recomendado a los integrantes de esas delegaciones la utilización de una serie de internet-cafés, donde los servicios de inteligencia podían leer los correos electrónicos.
la republica
 

Sebastian

Colaborador
El ‘rebelde’ Snowden puede ser parte de un juego político

Continúa el escándalo en torno al espionaje: Edward Snowden, que antes trabajaba para la CIA y reveló los programas de vigilancia policial secreta de la agencia de Seguridad Nacional, ha denunciado que los servicios secretos de Reino Unido -en estrecha colaboración con sus colegas estadounidenses- espiaron a los presidentes y jefes de Gobierno que asistieron a la cumbre del G-20 en 2009, en particular, interceptaron las conversaciones telefónicas del entonces presidente de Rusia, Dmitri Medvédev. Las nuevas filtraciones, sin embargo, no ayudan a comprender qué es lo que sucedió realmente.

Cabe recordar que a principios de junio Washington Post y The Guardian publicaron datos sobre el programa PRISM, un proyecto de la a Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU y el FBI habían puesto en marcha para tener acceso directo a los servidores centrales de Google, Facebook, Yahoo y otros gigantes estadounidenses de Internet con el objetivo de obtener datos útiles para los servicios de inteligencia.

Éste es el segundo escándalo en torno a las redes globales de ciberespionaje. El PRISM surgió de las cenizas del programa secreto ECHELON del Gobierno de EEUU, que concluyó en 2007 después de que los medios de comunicación y de que la Corte de Inteligencia Extranjera obligaran a la Casa Blanca a cancelarlo.

Pero entonces, la existencia de ECHELON fue hecha pública mientras que ahora se trata de una filtración intencionada a los medios de comunicación de documentos, cuya fecha de desclasificación como alto secreto sería en el año 2038.
“No soy ni un traidor ni un héroe. Sólo soy un americano (...) Creo en la libertad de expresión. Mis intenciones eran buenas, pero también es bueno que la sociedad forme su propia opinión”, explicó Snowden sobre sus motivos.

¡Qué bonito! Un luchador solitario contra el sistema, un Robin Hood de la era de la información: ¡qué bien suena y cómo les tiene que gustar a las chicas! Pero algo aquí no cuadra...Parece demasiada casualidad que el escándalo en torno al PRIM haya estallado justo cuando el Presidente Barack Obama y el nuevo primer ministro chino, Xi Jinping, estaban reunidos para tratar algunas de las cuestiones que más preocupan a las dos superpotencias mundiales, entre ellos la seguridad cibernética.

Aunque difícilmente fue una jugada táctica: los detalles publicados por los periodistas estadounidenses revelan que Snowden había contactado con los medios en enero de 2013 y les entregó toda la información el 20 de mayo. Ese día abandonó su casa en Hawaii y voló a Hong Kong mientras los diarios empezaron la publicación de los documentos filtrados.

De acuerdo. Una coincidencia. Pero ahora viene una nueva ración de secretos: The Guardian escribe, citando a Snowden, que la NSA interceptó las conversaciones telefónicas de Dmitri Medvédev y la delegación rusa durante la cumbre del G-20 en 2009, celebrada en Londres. Los espías de EEUU operaban desde la base de la Fuerza Aérea británica de Menwith Hill, en Yorkshire del Norte, que se considera el centro de espionaje electrónico más grande del mundo.

El rotativo británico supone que de este modo los servicios secretos intentaban obtener ventajas en las negociaciones para sus países y plantea una pregunta muy controvertida al respecto: ¿quién es el responsable de que en el territorio de Gran Bretaña los servicios de inteligencia de una gran potencia espíen al líder de otra?

¿Y qué otras cosas salen a la luz gracias al trabajo de los agentes de EEUU en Menwith Hill?
En 1994 Airbus perdió un contrato de 6.000 millones de dólares con Arabia Saudita en favor de la empresa estadounidense Boeing, debido a que las negociaciones entre los europeos y sus interlocutores árabes habían sido interceptadas y la información facilitada a las empresas de EEUU. Quién sabe qué secretos ocultan las redes de comunicación...

Tal vez Edward Snowden sea un anarquista solitario pero sus filtraciones consiguieron asestar un fortísimo golpe a EEUU y, además, socavar sus relaciones con el mejor aliado, Gran Bretaña. Y, según los medios, no es toda la información suministrada por Snowden. El goteo continuará...
Puede que sea una coincidencia. En este caso no ocurrió nada nuevo ni extraordinario. Simplemente los servicios secretos volvieron a “cobrar”. Pero si el caso de Snowden no es una protesta del ejecutivo sino el resultado de un juego bien pensado contra Washington, entonces estamos ante una historia muy interesante.

Aún faltan datos para sacar semejantes conclusiones. Pero sobran evidencias para aceptar la versión sobre “la rebelión undividual” de Snowden.
http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130619/157340781.html

Privacidad vs. seguridad, guerra perdida

Es ilusorio pensar que volveremos a un paraíso donde quedemos preservados del afán fisgón

Igual que hay quien sostiene que la única manera segura de mantener los ahorros es guardarlos bajo el colchón, otros creen que para mantener su privacidad solo cabe renunciar al uso de Internet, redes sociales, móviles y demás instrumental electrónico de comunicación. Si los primeros corren un riesgo claro de quedarse sin nada a manos de los amigos de lo ajeno, de los segundos solo puede decirse que han perdido el sentido de la realidad sobre el mundo que habitamos.

Las innumerables huellas que dejamos en nuestra actividad diaria (aunque no empleemos teléfonos u ordenadores personales) hace ya mucho tiempo que están siendo rastreadas y registradas por una infinidad de artilugios y utilizadas con muy distintas finalidades. En unos casos el interés es puramente económico, y de ahí que a las compañías comerciales les interese saber qué bienes de consumo nos encandilan, para poder colocarnos sus ofertas, y hasta conocer dónde estamos en cada momento para atraernos a la tienda de la esquina donde nos espera la última novedad. En otros casos, la motivación es política, para conocer nuestras opiniones, inquietudes e intereses, como base para elaborar unos programas electorales a gusto del consumidor, tratando de influir en nuestro voto. A ese ámbito pertenece también el afán del espionaje industrial (público y privado), ansioso por hacerse con patentes e información privilegiada que otorgue ventajas competitivas a quien se decida a emplear estos métodos.

Pero desde el trágico 11-S y el arranque de la funesta guerra contra el terror, liderada por la Administración de George W. Bush (y mantenida en buena medida por la actual y por tantos otros Gobiernos, europeos incluidos), esa capacidad intrusiva se ha acelerado exponencialmente en nombre de la sacrosanta seguridad. Todo parece resumirse, como acaba de argumentar un acosado Obama, en que no podemos aspirar al 100% de seguridad y al 100% de privacidad. El colofón inmediato de ese planteamiento es que debemos aceptar un recorte -cada vez más notorio e imparable- del marco de derechos y libertades que nos definen como sociedades abiertas, como única vía para poder garantizar nuestra seguridad.

Es a partir de la aceptación de ese supuesto cómo se ha ido produciendo la implantación de redes como Echelon (que cabría calificar hoy como primitiva) y de tantas otras (sea la estadounidense Prisma, que también le ha servido al Gobierno británico para espiar a sus socios en el G-8, o aquellas de las que desconocemos hasta el nombre) capaces de invadir nuestra intimidad individual en nombre de la seguridad colectiva. Si aquella la controlan Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Nueva Zelanda y Australia desde la Guerra Fría, hoy debemos suponer que ha sido superada por otros sistemas desarrollados al hilo de los impresionantes avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones y del tratamiento de datos a gran escala (baste citar el software Riot, desarrollado por Raytheon).

Y para ello nadie ha pedido nuestro consentimiento, sino que sus promotores pretenden convencernos de que basta con un simple acuerdo (secreto) de Gobierno para avalar legalmente unas prácticas que quebrantan las normas básicas del Estado de derecho. Por desgracia, es ilusorio pensar que hay marcha atrás en este proceso y que volveremos a un paraíso donde nuestra individualidad quede preservada del afán fisgón de entidades estatales o privadas que no siempre atienden al bien común. Estamos condenados a vivir bajo la mirada de cámaras que eliminan nuestro anonimato y a dejar rastro de nuestros pasos en todo momento.

Visto así, podríamos al menos consolarnos pensando que, gracias a esos métodos, efectivamente nuestra seguridad está hoy mejor garantizada. Pero la cruda realidad nos dice que no solo no es así (ni en clave de lucha contra el terrorismo, ni contra ninguna otra de las amenazas que nos afectan directamente), sino que sin regulación transparente, ese camino lleva en demasiadas ocasiones al abuso y al error (con la complicidad, por cierto, de servidores informáticos que no son tan asépticos como aparentan).

Llegados a este punto es fácil escandalizarse por el hecho de que líderes como Vladimir Putin hayan mostrado inmediatamente su comprensión con las medidas estadounidenses (quizás para aliviar su cargo de conciencia por la indisimulada deriva autoritaria que lo caracteriza). Pero más problemático es desnudar a los gobiernos de la Unión Europea cuando pretenden ahora pasar factura a Washington, como si fueran absolutamente inocentes en este terreno (el recuerdo de los vuelos secretos de la CIA viene inmediatamente a la memoria). ¿Qué piensan, por cierto, nuestros gobernantes?
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371487237_851726.html
 
Arriba