Luego de las hostilidades iniciadas por las Fuerzas británicas a través de sus bombardeos, personal perteneciente al Grupo de Construcciones I logró la reparación de la pista con cemento de fraguado rápido en tan sólo unas horas. Luego, al ver la diferencia de color de materiales, gracias al ingenio argentino, surgió la idea de generar manchas de barro simulando cráteres que mostrasen la pista fuera de servicio y así engañar al enemigo. Esto permitió que desestimaran ese objetivo, pudiendo utilizar el aeródromo hasta los últimos momentos del Conflicto