Fuego sobre los mitos

Derruido

Colaborador
Fuego sobre los mitos
Por el Teniente Coronel Ricardo Borrastero
¿Quién dijo que la artillería con munición convencional es inofensiva contra los blindados?
Es bastante común presenciar el debate sobre la aptitud de la artillería para dañar fuerzas blindadas. La discusión es histórica y se vincula al tema de la evolución de la protección frente a la capacidad de las armas para penetrarla.

Antecedentes históricos
Desde que el tanque apareció en el campo de batalla en 1916, con cierto aire de invencibilidad, se consideró a la artillería como uno de sus más eficientes rivales. Así, en la Primera Guerra Mundial, en Flesquieres, el 20 de noviembre de 1917, una batería alemana con cañones de campaña y munición normal, en medio del estupor inicial, produjo grandes daños a los blindados ingleses, que debieron detener su ataque. En estos primeros enfrentamientos entre cañones y blindados, se utilizaron armas de tiro tendido, que luego evolucionaron a los cañones antitanques empleados en muchos ejércitos, varios con un papel relevante, como el cañón FLAK 18 (Flugzeugabwehrkanone) de 88 mm –antiaéreo en su concepción–, que fue una formidable arma antitanque usada por el Afrika Korps y una de las principales herramientas del Mariscal Rommel en su lucha en el desierto.
Sin embargo, la acción del tiro indirecto también fue muy eficaz contra los tanques; por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial, cuando el 23 de febrero de 1943, el 84to Batallón de Artillería de Campaña detuvo una incursión alemana en el Thala que podría haber hecho fracasar los inicios de la campaña en Africa de los EE.UU. De la misma manera, el 23 de mayo de 1944, la artillería rechazó un contraataque alemán con tanques, luego de un fallido ataque de la 1ra División de Canadá –con numerosas bajas y pérdidas de material– sobre la línea Hitler, en Italia. El fuego detuvo y neutralizó las fuerzas alemanas y les ocasionó tantas pérdidas que no pudieron aprovechar la situación de ventaja que tenían y debieron suspender el ataque. Como éstos, hay muchísimos otros ejemplos.


Tecnología moderna

Actualmente, existen y se están desarrollando ingenios que convierten a la artillería en una amenaza real e importante para los blindados. Hay proyectiles inteligentes, como la munición Copperhead o Krasnopol, con guiado láser terminal, y otras más modernas, con capacidades muy superiores, como la Excalibur, apta para batir blancos blindados móviles a una distancia de hasta 50 km. El problema es que son muy costosas y no lo suficientemente abundantes como para usarlas en todas las oportunidades. Incluso, muchos ejércitos no disponen aún de esta tecnología.
Cabe, entonces, preguntarse: ¿Por qué actualmente la artillería de tiro indirecto con munición explosiva no es eficaz tal como lo fue en la Segunda Guerra Mundial, según lo prueban los ejemplos antes citados? ¿Cuáles son los cambios en el material que han modificado esa situación? ¿O será, quizá, que la artillería con munición explosiva continúa teniendo vigencia contra blindados?
Muchos dudan de la efectividad de la munición explosiva –la más abundante en los arsenales y empleada por la artillería de tubo– para afectar los blindados. Al respecto, son muy interesantes los estudios realizados por los EE.UU. y descritos por el My (R) George A. Durham (“Who says dumb artillery rounds can’t kill armor?”, Field Artillery, Nov-Dic 2002).
Estos estudios buscaban determinar qué cantidad de munición y cuánto tiempo, incluyendo el número de armas requeridas, serían necesarios para que los efectos sobre el blanco sean aceptables. La relación entre el costo de la misión de fuego (en términos de munición, tiempo y recursos afectados, no económicamente) es fundamental en el momento en que un comandante (jefe) debe adoptar una resolución.
Es importante para el comandante de una fuerza en combate tener a disposición una herramienta para actuar contra blancos blindados en movimiento –principal amenaza contra las fuerzas convencionales–, necesidad que no puede ser satisfecha por el apoyo de fuego aéreo cercano (más efectivo contra blancos fijos y de mayor magnitud). Además, hay que considerar la falta de suficientes armas inteligentes –aun en caso de tenerlas en un futuro– para ser empleadas en todo momento, tal como lo exige la necesidad de fuego cercano y continuo de las tropas empeñadas.
El My Durham explica que la inquietud de iniciar los estudios surgió de la dualidad existente entre lo establecido por los soviéticos y lo dispuesto por las fuerzas de la OTAN en tablas similares sobre el volumen de fuego necesario (que indican la cantidad de munición requerida para lograr el efecto deseado en el blanco), especialmente en relación con la munición explosiva.
Por ejemplo, para alcanzar un 30 % de afectación –porcentaje con el cual una fuerza quedaría momentáneamente inhabilitada para combatir– sobre un blanco blindado, los soviéticos estimaban un tercio menos de la cantidad de munición que calculaban las fuerzas de los EE.UU.


Ejercicios prácticos

Para revisar las causas de esta dicotomía, se realizaron ejercicios prácticos de tiro de artillería sobre la base de modelos de simulación en el terreno, con el objetivo adicional de actualizar las bases de datos en función de las mejoras que se habían hecho a los blindados, ya que el material de cañones casi no había sufrido variantes desde la Segunda Guerra Mundial.
Las pruebas, desarrolladas a partir de 1988, fueron cuatro. Dos de ellas eran operacionales y contemplaban las diferencias entre el modelo predictivo y la realidad del tiro; mientras que las otras dos eran técnicas y proporcionaban datos para el uso correcto de la tabla.
Se emplearon cañones M 109 de 155 mm con munición explosiva M56 NATO –se comprobó que producían resultados similares al 152 mm ruso– con espoleta instantánea y a tiempo, y los blancos fueron maniquíes, camiones, mecanizados M 113 y M 557 y tanques M 48. Se recurrió a varios modelos a fin de predecir los resultados en la forma más aproximada posible a la realidad.
Al término de la primera prueba, se corroboró que utilizando el modelo de la tabla OTAN para alcanzar un 30 % de daños se había logrado un 67 % de destrucción. Los fragmentos de los proyectiles penetraron el blindaje en las áreas más vulnerables, destruyeron componentes críticos y afectaron la tripulación de maniquíes. Además, fueron dañados los motores, las orugas, los visores de las armas y los sistemas de rodamiento. Lo interesante es que ningún daño en los vehículos blindados fue producto de un impacto directo.
La segunda prueba se llevó a cabo a partir de una simulación de personal de infantería mecanizada, desmontado y ocupando posiciones preparadas, con los vehículos enterrados en el terreno, en un área de 250 m. En esta oportunidad, un grupo de artillería de 24 cañones disparó en varias sesiones hasta 2.600 tiros en total. Se analizaron los requerimientos del tiro para alcanzar los efectos predichos en las tablas soviéticas del 50 % de daños en el personal y en los vehículos, efectos que se lograron satisfactoriamente utilizando mucha menos munición que la contemplada en las tablas norteamericanas.
Las pruebas siguientes se realizaron durante siete meses con la finalidad de actualizar lo relativo a los daños causados por la fragmentación de la munición explosiva en los tanques y vehículos blindados más modernos. Se efectuaron varias ráfagas y se verificaron los efectos sobre los blancos: las explosiones con espoleta instantánea afectaron los sistemas de rodamiento, las orugas y los visores; los proyectiles con espoleta a tiempo dañaron los cañones de los vehículos, visores de las armas y de los vehículos, antenas, motores y depósitos exteriores de los vehículos blindados.
Se pudo comprobar que el modelo americano, que data de 1972, tenía ciertas diferencias respecto del soviético, fundamentalmente por lo siguiente:
• El modelo OTAN se basaba en la idea de que para incapacitar a un blindado se precisa un impacto directo, y despreciaba los efectos de la fragmentación del proyectil, a diferencia del modelo soviético.
• Existían discrepancias en cuanto a los criterios utilizados para definir el grado de afectación que permite considerar un vehículo neutralizado o destruido.
• Por añadidura, se escalonaban los daños, en el modelo OTAN, según el tiempo requerido para repararlo en períodos de 30 minutos, variando la intensidad del fuego proporcionalmente. El modelo soviético desestimaba estas variantes y, en general, era más sencillo.
Estas pruebas demostraron que la artillería con munición explosiva es mucho más letal de lo que las anteriores tablas de la OTAN predecían, puesto que ésta presumía la necesidad de impactos directos, habiendo subestimado una serie de factores adicionales que influyen manifiestamente en la aptitud de la tropa blindada. Se sabe que las tablas no siempre son precisas, sólo son modelos aproximados de la realidad y no reflejan todos los aspectos de la letalidad correspondientes. Aun con las bases de datos actualizadas, estas tablas, según reflexiona el My Durham, suelen ser conservadoras y no son capaces de ponderar todos los efectos de la artillería, tales como los producidos por el humo y el polvo sobre los visores, y los psicológicos y fisiológicos, sobre el personal.
Los resultados psicológicos y fisiológicos de las pruebas no pudieron ser convenientemente evaluados; sin embargo, se sabe, por la experiencia de combate, cómo afecta el tiro de artillería al personal. Además, el humo y la tierra generados por las explosiones reducen la capacidad de la tripulación para adquirir blancos con sus armas y desplazarse rápidamente. Estos son factores que incrementan la eficiencia de la artillería contra el elemento blindado y permiten detener una ofensiva o, por lo menos, demorarla o desviarla de su dirección principal, y con ello reducir su eficacia.
También debe tenerse en cuenta que, para dejar fuera de combate a un tanque, no es preciso afectar todos sus subsistemas –es decir, destruirlo–, sino que el daño en alguno de ellos –subsistema de armas, motriz u otro–, neutraliza o disminuye su capacidad de combate.
Por otra parte, se observó lo innecesario de ponderar la tabla escalonando tiempos, ya que el efecto que deben buscar los elementos de combate es detener imperiosamente el ataque en el momento en que sucede. Es importante mantener la sencillez de la tabla, y puede incorporarse el parámetro tiempo dentro de los cálculos de porcentaje de daños.
Se debe considerar que el tanque está preparado especialmente para combatir contra otros tanques y protegerse de los tiros directos; por ello, tiene un blindaje menos fuerte en su parte superior e, inclusive, en su parte trasera, y así es vulnerable a un fuego masivo y a explosiones próximas de proyectiles que, a la vez, lo afectan por sus esquirlas y la onda expansiva.
En general, el conjunto de las pruebas realizadas demostró que la capacidad de la artillería con munición explosiva es un aspecto que no debe ser dejado fuera del análisis del comandante (jefe), especialmente en una fuerza que no dispone de recursos tecnológicos, tales como munición inteligente de artillería, para afectar los blindados desde las más largas distancias.

Conclusión

La artillería constituye un recurso fundamental a disposición del comandante para influir decisivamente en la operación. La confianza en que la artillería podía destruir cualquier blanco se fundó en su aptitud para efectuar fuegos masivos o precisos en apoyo de la maniobra. Actualmente, es posible afirmar, sobre la base de los estudios citados, que la capacidad de la artillería se mantiene inalterable para apoyar los requerimientos de los elementos de combate directo y destruir todo tipo de amenaza.
Si bien el tanque es considerado el principal recurso para luchar contra otros tanques, se debe saber que, de ser necesario, también la artillería puede hacer frente a los elementos blindados, al servicio de la maniobra. En general, cuando el enemigo actúa ofensivamente, dispone de una mayor cantidad de tanques, mientras que las armas antitanques de la infantería no son suficientes o tienen un alcance reducido para afectar la amenaza blindada. Es por esto que se debe recurrir a otras alternativas, y la artillería es una de ellas.
No hay que olvidar que esta capacidad de la artillería es relevante y que es posible desarrollarla a través de medios de adquisición y procesamiento de datos que le permitan cumplir la misión de la mejor forma. Es cierto que los proyectiles pueden causar un daño significativo; entonces, de acuerdo con un concepto de sistema, todos los componentes del apoyo de fuego deben estar orientados hacia el mismo fin. Esto es fundamental si, además, se considera la imposibilidad de emplear armas inteligentes, por lo menos en el corto plazo, para afectar una amenaza blindada.
Es pues responsabilidad de todos conocer las capacidades de las armas a fin de proporcionarle a la Fuerza la mayor ventaja que el poder de fuego pueda aportar en el combate.

Bibliografía
* Durham, George, My (R), “Who says dumb artillery rounds can’t kill armor?”, revista Field Artillery, EE.UU., Nov-Dic 2002.
 
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