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Chile renueva su flota y navega el mar presencial
Abr-05-07 - porIgnacio J. Osacar - Coordinador de la Comisión de Defensa del CENMEl 28 de marzo, en la base naval británica de Porthsmouth, la Armada de Chile recibió la nueva fragata “Almirante Lynch”, que es la segunda de ese tipo de las tres adquiridas de segunda mano a un costo aproximado de U$S 350 millones.
A fines del año 2006 ya se recibió la fragata “Almirante Cochrane” y en noviembre del 2008 se completará el grupo con la “Almirante Condell”. Esta fragata es del Tipo 23, de 3500 toneladas, y fue botada en 1990. Si bien este tipo de fragatas fueron diseñadas inicialmente para la lucha antisubmarina, las experiencias de la Guerra de Malvinas obligaron a dotarlas de sistemas de misiles antiaéreos Sea Wolf, antibuques Harpoon y torpedos Sting Ray, con el fin de otorgarles capacidad multipropósito.
Se destacan particularmente las prestaciones que dispone para la guerra electrónica, lo que define la superioridad en el combate aeronaval, y que le brindan modernos radares de búsqueda, navegación y de tiro, sonares de proa y de remolque, como así también un sofisticado sistema de comando y control de combate. Claro está que el de mantenimiento de esta fragata no será barato, ya que a los británicos les significaba un costo anual de U$S 26 millones.
La “Lynch” es la séptima de las ocho fragatas usadas adquiridas desde el 2002 en el marco del denominado proyecto Puente, para reemplazar paulatinamente aquellas que habrán cumplido su vida útil en el 2010. Este proyecto incluyó hasta el momento una británica Tipo 22, bautizada “Almirante Williams” de 4800 toneladas, botada en 1988 y cuatro holandesas del tipo L y M.
Las fragatas holandesas “Almirante Latorre” y “Capitan Prat” de 3750 toneladas, y botadas en 1986 y 1987 respectivamente, son del tipo L, principalmente antiaérea, y la “Almirante Blanco Encalada” de 3220 toneladas y botada en 1993 es del tipo M, multipropósito, la que ya se encuentra en servicio, mientras que la segunda, bautizada “Almirante Riveros”, se unirá para fines del 2007.
De esta manera el buque principal más antiguo de la escuadra chilena posiblemente tenga la misma edad que el Guardiamarina más joven que integre su tripulación.
También se acaba de entregar su pabellón de combate al submarino tipo Scorpene “Almirante Carrera” el que junto al “General O´Higgings” concluye el reemplazo del 50% de la Fuerza de Submarinos, quedando como “antiguos” los Tipo 209 alemanes botados en 1982 y 1983.
Se debe destacar el proyecto Danubio que consiste en el reemplazo de las Lanchas de Servicios Generales (LSG) mediante la construcción en Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR) de 13 unidades para cumplir funciones de seguridad marítima y resguardo de los recursos pesqueros. Dentro de este mismo objetivo de promover la industria naviera nacional, también existe un proyecto para desarrollo y construcción de dos patrulleros de alta mar con el objeto de incrementar las capacidades de vigilancia y control y combatir la contaminación acuática en las aguas de interés chileno. No escapa a nadie que este tipo de naves pueden ser equipadas con sistemas misilísticos y sensores con considerables prestaciones, que les otorgan una importante capacidad ofensiva-defensiva. La primera línea chilena en las aguas territoriales del extremo sur y norte está constituida por “lanchas misileras” israelíes y alemanas botadas a mediados de los 70 que se acercan rápidamente a su edad del retiro.
El esfuerzo presupuestario de modernización no comprende únicamente a la Escuadra y a la Fuerza de Submarinos, sino que incluye al Cuerpo de Infantería de Marina, a la Aviación Naval, a la Fuerza Anfibia y de Transporte e incluso al Comando de Fuerzas Especiales, procurando así lograr el desarrollo balanceado de todas las herramientas del poder naval.
Tal esfuerzo es solamente comprensible por el gran desafío de proyección político-económica que Chile se impone para este siglo y que se revela a través de algunos datos de particular interés.
Es indiscutible el reconocimiento de la soberanía chilena sobre su mar territorial de 12 millas de ancho, que comprenden todas las aguas adyacentes a sus costas a lo largo de 6.435 Km, así como es el derecho sobre la Zona Económica Exclusiva de las 200 millas desde las riberas o de las “líneas de base rectas” (límites exteriores de las aguas interiores: golfos bahías y canales), donde se reafirma la propiedad exclusiva de todos los recursos vivos o minerales existentes sobre la plataforma continental, en su lecho y subsuelo. Hasta aquí no se diferencia de la realidad de cualquier país ribereño, pero a partir de este punto Chile introduce un concepto nuevo denominado mar presencial.
Este razonamiento expresado oficialmente, dice que Chile también tiene el privilegio exclusivo sobre la plataforma submarina de 350 millas alrededor de las Islas de Pascua, y de Salas y de Gomez. Al marcar sobre el globo terráqueo el paralelo que cierra por el norte el mar chileno y al trazar desde allí hasta el polo sur el meridiano que tangentea la plataforma pascuense, se forma un casquete marítimo, que en lo que queda más allá de las jurisdicción nacional, constituye una zona de especial interés para Chile por cuanto las actividades que desarrollen allí otras naciones, podrían afectar al patrimonio o amenazar la seguridad del país. Se alude a la eventual depredación de la biomasa migratoria como ilustrativa de este peligro.
Se agrega que, este casquete o espacio oceánico de interés nacional ha sido denominado mar presencial, el cual, reconocida su calidad jurídica de “alta mar” (fuera de la soberanía de Estado alguno), representa la facultad reclamada por los chilenos de estar en él, para cautelar los intereses de la nación y a la vez- junto con actores de otras banderas-realizar actividades económicas que contribuyan a su desarrollo. El mar presencial comprende 30 millones de Km2 del Océano Pacífico.
Considerando que la ubicación geográfica chilena favorece el comercio con los crecientes economías de la región Asia-Pacífico, que el 85% del tonelaje de sus cargas es transportado por mar (Asia-Australia 38%, Norte América 24%, Sudamérica-Pacífico 22%, Europa-parcialmente por Panamá-14% y Africa- exclusivamente por Atlántico- 2%), lo que representa el 53.8% del PBI, el significativo desarrollo de la explotación pesquera chilena, el litigio por la decisión unilateral de Perú de establecer un límite marítimo longitudinal con una equidistancia que lo favorece y perjudicando a Chile, el histórico reclamo de un corredor al mar por parte de Bolivia, el reclamo del Territorio Antártico Chileno, superponiéndose a territorios reclamados por Argentina y Gran Bretaña, y la decidida intención de mantener su presencia en amplios espacios oceánicos definidos como mar presencial, confluyen en la necesidad de desarrollar y mantener un importante poder naval con capacidad para disuadir y eventualmente defenderse de cualquier amenaza sobre sus rutas marítimas u otros intereses nacionales que se vean afectados.
Fuentes:
www.armada.cl consultado 2-4-07
www.elmercurio.com consultado 2-4-07
Abr-05-07 - porIgnacio J. Osacar - Coordinador de la Comisión de Defensa del CENMEl 28 de marzo, en la base naval británica de Porthsmouth, la Armada de Chile recibió la nueva fragata “Almirante Lynch”, que es la segunda de ese tipo de las tres adquiridas de segunda mano a un costo aproximado de U$S 350 millones.
A fines del año 2006 ya se recibió la fragata “Almirante Cochrane” y en noviembre del 2008 se completará el grupo con la “Almirante Condell”. Esta fragata es del Tipo 23, de 3500 toneladas, y fue botada en 1990. Si bien este tipo de fragatas fueron diseñadas inicialmente para la lucha antisubmarina, las experiencias de la Guerra de Malvinas obligaron a dotarlas de sistemas de misiles antiaéreos Sea Wolf, antibuques Harpoon y torpedos Sting Ray, con el fin de otorgarles capacidad multipropósito.
Se destacan particularmente las prestaciones que dispone para la guerra electrónica, lo que define la superioridad en el combate aeronaval, y que le brindan modernos radares de búsqueda, navegación y de tiro, sonares de proa y de remolque, como así también un sofisticado sistema de comando y control de combate. Claro está que el de mantenimiento de esta fragata no será barato, ya que a los británicos les significaba un costo anual de U$S 26 millones.
La “Lynch” es la séptima de las ocho fragatas usadas adquiridas desde el 2002 en el marco del denominado proyecto Puente, para reemplazar paulatinamente aquellas que habrán cumplido su vida útil en el 2010. Este proyecto incluyó hasta el momento una británica Tipo 22, bautizada “Almirante Williams” de 4800 toneladas, botada en 1988 y cuatro holandesas del tipo L y M.
Las fragatas holandesas “Almirante Latorre” y “Capitan Prat” de 3750 toneladas, y botadas en 1986 y 1987 respectivamente, son del tipo L, principalmente antiaérea, y la “Almirante Blanco Encalada” de 3220 toneladas y botada en 1993 es del tipo M, multipropósito, la que ya se encuentra en servicio, mientras que la segunda, bautizada “Almirante Riveros”, se unirá para fines del 2007.
De esta manera el buque principal más antiguo de la escuadra chilena posiblemente tenga la misma edad que el Guardiamarina más joven que integre su tripulación.
También se acaba de entregar su pabellón de combate al submarino tipo Scorpene “Almirante Carrera” el que junto al “General O´Higgings” concluye el reemplazo del 50% de la Fuerza de Submarinos, quedando como “antiguos” los Tipo 209 alemanes botados en 1982 y 1983.
Se debe destacar el proyecto Danubio que consiste en el reemplazo de las Lanchas de Servicios Generales (LSG) mediante la construcción en Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR) de 13 unidades para cumplir funciones de seguridad marítima y resguardo de los recursos pesqueros. Dentro de este mismo objetivo de promover la industria naviera nacional, también existe un proyecto para desarrollo y construcción de dos patrulleros de alta mar con el objeto de incrementar las capacidades de vigilancia y control y combatir la contaminación acuática en las aguas de interés chileno. No escapa a nadie que este tipo de naves pueden ser equipadas con sistemas misilísticos y sensores con considerables prestaciones, que les otorgan una importante capacidad ofensiva-defensiva. La primera línea chilena en las aguas territoriales del extremo sur y norte está constituida por “lanchas misileras” israelíes y alemanas botadas a mediados de los 70 que se acercan rápidamente a su edad del retiro.
El esfuerzo presupuestario de modernización no comprende únicamente a la Escuadra y a la Fuerza de Submarinos, sino que incluye al Cuerpo de Infantería de Marina, a la Aviación Naval, a la Fuerza Anfibia y de Transporte e incluso al Comando de Fuerzas Especiales, procurando así lograr el desarrollo balanceado de todas las herramientas del poder naval.
Tal esfuerzo es solamente comprensible por el gran desafío de proyección político-económica que Chile se impone para este siglo y que se revela a través de algunos datos de particular interés.
Es indiscutible el reconocimiento de la soberanía chilena sobre su mar territorial de 12 millas de ancho, que comprenden todas las aguas adyacentes a sus costas a lo largo de 6.435 Km, así como es el derecho sobre la Zona Económica Exclusiva de las 200 millas desde las riberas o de las “líneas de base rectas” (límites exteriores de las aguas interiores: golfos bahías y canales), donde se reafirma la propiedad exclusiva de todos los recursos vivos o minerales existentes sobre la plataforma continental, en su lecho y subsuelo. Hasta aquí no se diferencia de la realidad de cualquier país ribereño, pero a partir de este punto Chile introduce un concepto nuevo denominado mar presencial.
Este razonamiento expresado oficialmente, dice que Chile también tiene el privilegio exclusivo sobre la plataforma submarina de 350 millas alrededor de las Islas de Pascua, y de Salas y de Gomez. Al marcar sobre el globo terráqueo el paralelo que cierra por el norte el mar chileno y al trazar desde allí hasta el polo sur el meridiano que tangentea la plataforma pascuense, se forma un casquete marítimo, que en lo que queda más allá de las jurisdicción nacional, constituye una zona de especial interés para Chile por cuanto las actividades que desarrollen allí otras naciones, podrían afectar al patrimonio o amenazar la seguridad del país. Se alude a la eventual depredación de la biomasa migratoria como ilustrativa de este peligro.
Se agrega que, este casquete o espacio oceánico de interés nacional ha sido denominado mar presencial, el cual, reconocida su calidad jurídica de “alta mar” (fuera de la soberanía de Estado alguno), representa la facultad reclamada por los chilenos de estar en él, para cautelar los intereses de la nación y a la vez- junto con actores de otras banderas-realizar actividades económicas que contribuyan a su desarrollo. El mar presencial comprende 30 millones de Km2 del Océano Pacífico.
Considerando que la ubicación geográfica chilena favorece el comercio con los crecientes economías de la región Asia-Pacífico, que el 85% del tonelaje de sus cargas es transportado por mar (Asia-Australia 38%, Norte América 24%, Sudamérica-Pacífico 22%, Europa-parcialmente por Panamá-14% y Africa- exclusivamente por Atlántico- 2%), lo que representa el 53.8% del PBI, el significativo desarrollo de la explotación pesquera chilena, el litigio por la decisión unilateral de Perú de establecer un límite marítimo longitudinal con una equidistancia que lo favorece y perjudicando a Chile, el histórico reclamo de un corredor al mar por parte de Bolivia, el reclamo del Territorio Antártico Chileno, superponiéndose a territorios reclamados por Argentina y Gran Bretaña, y la decidida intención de mantener su presencia en amplios espacios oceánicos definidos como mar presencial, confluyen en la necesidad de desarrollar y mantener un importante poder naval con capacidad para disuadir y eventualmente defenderse de cualquier amenaza sobre sus rutas marítimas u otros intereses nacionales que se vean afectados.
Fuentes:
www.armada.cl consultado 2-4-07
www.elmercurio.com consultado 2-4-07