Personal Argentino en zona de combate

En las primeras horas del día 3 de mayo, diez hombres tripulando la aeronave Neptune 2-P-111, despegaron del aeropuerto de Río Grande con rumbo al área del hundimiento del Crucero, con la misión y el anhelo de encontrar a los sobrevivientes.

Los tripulantes, actualmente condecorados fueron:
Capitán de Navío (RE) Julio Pérez Roca, al Capitán de Fragata (RE) Luis Guillermo Arbini, al Capitán de Fragata (RE) José Alberto Andersen, al Suboficial Mayor (RE) Oscar Rodríguez, al Suboficial Mayor (RE) Miguel Noell, al Suboficial Mayor (RE) José Ledesma, al Suboficial Mayor (RE) Juan Carlos Olivera, al Suboficial Principal (RE) Selso Omar Fossarelli, al Suboficial Principal (RE) Ramón Leiva y al Suboficial Primero (RE) Carlos Alberto Soria.

el tema fue tratado en:

http://www.zona-militar.com/foros/malvinas-1982/20909-personal-argentino-en-zona-de-combate-20.html
 
HUGO ALBERTO MAIORANO (Mayor- Jefe de la Artillería Antiaérea de la Fuerza Aérea)


Telefónicamente, ya habíamos acordado una entrevista con el Com. Para dialogar sobre la Guerra de Malvinas, en la que participó activamente.
Me sumerjo en la frescura de la tarde y me dirijo hacia su departamento. Maiorano me recibe con la mano tendida de la bienvenida. Luego Marta, su esposa, me invita a compartir un café.
El Com. me muestra varias fotografías que guarda en su computadora y otras que mantiene en un álbum. Ellas denotan su estadía en la guerra. Sentí un temblor involuntario al ver imágenes verdaderamente escalofriantes.
Mi entrevistado es un hombre aplomado, seguro de sí mismo. En el verdor de su mirada se le trasluce su bonhomía. Está intacto. No escapa ni tampoco salta encima del recuerdo.
Lentamente lo va envolviendo la nostalgia y su boca se llena de palabras que le va dictando su corazón.
Presto atención a su relato como si tuviera que aprenderlo de memoria y para siempre.

Estoy destinado a la Base Aérea Militar Mar del Plata. Soy jefe del Escuadrón Antiaéreo de tres Unidades Antiaéreas llamadas Baterías. Dos de ellas están equipadas con radar-director de tiro y cañones y la restante con cañones. Mi dotación está constituida por sesenta hombres entre oficiales, suboficiales y soldados.
Me ordenan que una de las Baterías debe dirigirse a Malvinas y las dos restantes actuarán como defensas antiaéreas en las Bases Aéreas del continente.

Al quedarme sin Escuadrón, la única tarea que puedo llevar a cabo es la de prepararlos para el despliegue.
Como tengo experiencia en todo lo referente a material antiaéreo, debido a que en años anteriores viajé a Suiza para aprender a usar dicho material que la Fuerza Aérea había comprado a ese país, le rogué a mi jefe que me permitiera ir a Malvinas.
Siento que me empuja mi sentido del deber y el amor a mi Patria, olvidando que dejaría sumidas en la más profunda tristeza a mi esposa Marta y a mis tres hijas: Silvina, Constanza y Luciana de doce, diez y dos años respectivamente. Mis dos hijas mayores, pese a su corta edad, comprenden la peligrosidad de mi misión.
Marta, además de buscar consuelo para las niñas, deberá encargarse de organizar nuestro nuevo hogar dado a que acabamos de llegar de otro destino.
5 de abril. Son las cuatro de la madrugada. Pasan a buscarme para abordar el avión que me llevará a destino. En él transportamos no sólo al personal sino también el material que necesitaremos.
Tardamos tres horas y media en llegar. Mientras sobrevolamos a las islas siento un aleteo inusitado en mi corazón. Mi ansiedad, curiosidad y nerviosismo se masifican en un sólo deseo: defender a mi Patria.
Aterrizamos en una pista de 1000 mts. de largo. Allí se había organizado la Base Militar Malvinas, un pequeño hangar y una torre de vuelo.
Este aeródromo será el único medio de contacto que tendremos con el continente. Servirá para evacuar heridos, aprovisionarnos de medios logísticos y alimentos.
Ni bien desembarcamos, ubicamos el radar mientras esperamos a otro avión que traerá dos cañones de 35 mm. de calibre y generadores.
En el posible lugar de emplazamiento de la Batería, instalamos una gran carpa para alojarnos.
Oscurece. El viento y el frío me calan hasta los huesos.
Buscamos las raciones de alimentos en la cocina de la Base y luego de cenar nos entregamos al descanso.
Me tapo hasta las orejas con una manta. Trato de apartar de mi mente el lamento quejumbroso de mis chiquillas. Finalmente me vence el cansancio y caigo en profundo sopor.
Todo es distinto ahora.
Los días se nos presentan en incontables tonos de grises. Preparamos alojamientos, alistamos el radar, los cañones…
El racionamiento lo provee la Base. Como nunca disfruto de las sabrosas polentas y guisos con carne y fideos. Mientras paladeo chocolates y alfajores que me mandó mi familia, oigo con atención la opinión de un artillero que nos pone en sobre-aviso del peligro que corremos si nos quedamos en la carpa. “Cualquier bombazo nos hará volar en mil pedazos”- nos dice.
Esto me hace recordar que en el barco en el que viajó con anterioridad a nosotros mi hermano, My. Raùl Maiorano, hay una topadora que sirve para ampliar la pista y plataforma para los aviones. Con ella, con los “durmientes”y chapas de zinc que encontramos podremos construir un refugio. Mis camaradas tomaron a bien mi idea y pusimos manos a la obra. Una vez que lo terminamos tapamos con tierra el techo y con bolsas de arena armamos parapetos.
Desde Río Gallegos ya habían enviado una Unidad Antiaérea con personal, un radar de corto alcance y nueve cañones antiaéreos de calibre 20 Mm. a los que llamamos “fierros”, numerándolas desde el 1 al 9.
Este personal había distribuido a los nueve cañones cercanos a la pista de aterrizaje en donde cada Unidad Antiaérea había construido refugios para el personal de cada “pieza”.
Junto a esta Batería constituimos un Escuadrón Antiaéreo.
Tengo cuarenta años y soy el más antiguo, ésta es la causa por la cual soy el jefe.
Durante varios días practicamos tiro, mejoramos refugios, acopiamos combustible para los generadores y víveres.
Estamos a mediados de abril. Mis superiores me dan una noticia que me hunde en el más profundo quebranto: Debo dejar el Escuadrón ubicado en el aeropuerto. ¡No puede ser!. Me cuesta aceptarlo y pido seguir en mi cargo. Me deniegan esa posibilidad. La desilusión me corroe el alma pero mi obligación es obedecer las órdenes. En adelante deberé trabajar con desconocidos.
Junto a dos oficiales, uno del Ejército y otro de Infantería de Marina, seremos los responsables de toda la defensa antiaérea de la isla.
Con dos excelentes camaradas, el Teniente Coronel Arias y el Capitán de Corbeta, Silva, implementamos en la ciudad el Comando Conjunto de Defensa Antiaérea. Nos repartimos los sectores de defensa.
Establecemos la comunicación con el Centro de Información y Control de la Fuerza Aérea y con los radares de vigilancia de ambas Fuerzas. Ellos nos darán la información sobre incursiones aéreas y marítimas debido a que tienen mayor alcance de detección.
En estos días nos enteramos, a través de la radio, que una flota numerosa de la ROYAL NAVY viene rumbo a Malvinas y con ella dos portaviones de cuyas plataformas decolarán los aviones SEA HARRIERS.
Sé, por haber leído libros especializados en armamentos, que estamos en inferioridad de condiciones. ¡Nos atacarán con un poderoso arsenal de armas modernas, misiles antirradar y bombas antipersonales de fragmentación ( Belugas )!.El miedo se apodera de mí, pero debo disimular. Soy el que debe dar coraje, no el que atemorice a mis hombres.
Es 26 de abril y puedo constatar que no me equivoqué en mis deducciones. Los ingleses nos atacan con una tecnología que nos supera ampliamente.
En la pantalla de nuestro radar aparecen numerosos “ecos”, pequeños puntos blancos que indican que hay barcos aproximándose a Malvinas.
Inmediatamente pasamos la alarma roja a toda la Isla pero, a 16 Km. de distancia, desaparecieron todas las señales.
¡Hijos de perra!... Los ingleses no sólo están en condiciones de emitir señales erróneas sino que, además, pueden detectar y localizar cualquier onda electromagnética que emitamos.
Siento que la adrenalina me sube a mil…
Pasaron cuatro días. Voy al aeropuerto para pedirle al Capitán Savoia, a cargo del Escuadrón, que se traslade a la ciudad durante un día y me deje en su lugar.
Una vez ubicado, reúno a toda la gente para transmitirle tranquilidad (que en realidad no tengo).¡No ocurrirá nada!- digo. Es inútil tratar de disfrazar a la realidad. Caemos en una trampa casi mortal.
Es 1ero. de mayo. En el aeropuerto sufrimos el ataque más violento que podíamos imaginar.
Mientras comparto el puesto de Comando del Escuadrón con el Capitán del Ejército, Reyes, éste ordena poner en funcionamiento la Batería del Ejército que está desplegada a un costado de la pista. Esto nos permitirá cambiar el turno con nuestra Unidad.
Son las cuatro de la madrugada. Pasaron cuarenta minutos y el Jefe de Batería informa que en la pantalla del radar ve “ecos” a una distancia de 20 Km. Inmediatamente entramos en contacto con el radar de la Fuerza Aérea. No tienen novedades.
Pienso en que ésta es una oportunidad para disparar contra el avión enemigo cuando esté a nuestro alcance. La duda me corroe. Me atemoriza que podamos confundir al enemigo con uno de nuestros aviones que sirven de transporte durante la noche. No podemos esperar… El Capitán ordena “:¡Abran fuego sobre el incursor!.”
Ya es tarde. Un VULCAN (bombardero pesado de los ingleses) que viene desde la isla Ascensión y que se abasteció de combustible en el aire para volver a destino, acaba de descargar bombas de 500 KS. sobre el aeropuerto.
El ruido es atronador. El aeropuerto se convierte en un verdadero aquelarre. Las bombas explotan cada cinco minutos. La última estalló a las ocho de la mañana.
Todo se me presenta como un grotesco ballet. Es la coreografía de un demente sobre un enorme escenario.
Los que estamos en el puesto de Comando tenemos suerte. Una bomba estalló a 50 mts. de nuestro refugio, sobre un montículo de tierra que sobrepasa la altura del techo del mismo. Sentimos los golpes de los enormes pedazos de tierra que caen sobre el techo pero nada se destruye.
En medio de la punzante oscuridad oímos gritos desgarradores que provienen de un grupo de hombres que alcanzamos a ver a lo lejos como si fueran verdaderos fantasmas de calzoncillos largos y camisetas blancas. Nos acercamos. Están aturdidos, desorientados, choqueados.
Con linternas los orientamos hasta nuestro refugio. Una bomba cayó cerca de la carpa que ocupaban, destruyéndola. El soldado de Infantería Romero muere en el acto mientras que al El Sub-oficial Gómez se le cae la carpa encima, una piedra lo golpea, un caño le abre la cabeza cuando la tierra se levanta para luego semienterrarlo.
Gómez reza y grita pidiendo ayuda. El Cabo Oliva oye el pedido de auxilio y con esfuerzo sobrehumano logra arrancarlo de la tierra que se lo había tragado.
El Suboficial respira con gran dificultad. El dolor que tiene en el pecho es punzante. Con rapidez pedimos una ambulancia a la ciudad. Tardó cuatro horas en llegar. Son las ocho y llevamos a Gómez hasta la ambulancia que está esperándonos a unos ciento cincuenta metros del refugio en la entrada del aeropuerto.
En el momento en que se retira, escucho en mi equipo de comunicaciones el aviso de un nuevo ataque. Con el oficial que me ayudó a llevar a Gómez, lo único que atinamos es a correr hasta la pieza de artillería más próxima (fierro 9) y vemos cuando un HARRIER se acerca hacia el cañón y nos dispara con sus cañones, pasando muy cerca de nosotros una ráfaga que deja su estela en la tierra.
Son unos diez aviones que se acercan desde el norte y en vuelo rasante. El cielo malvinense se convierte en un verdadero festival de luces trazantes dado a que todos los cañones disparan a destajo.

"Artillería Antiaérea Fierro 3" (P. Argentino, 01/5/1982) - Exequiel Martínez
Al enemigo, esta incursión les costó cara. ¡Derribamos a un par de aviones! Estoy eufórico pero, sin quererlo, pienso en las familias que llorarán la pérdida de un marido, padre o hijo. No obstante me comunico con las “piezas” y emocional y desaforadamente grito:¡VIVA LA PATRIA, CARAJO!. Con toda vehemencia me responden casi al unísono .¡VIVA LA PATRIA!. Nuestros artilleros demostraron una gran habilidad.
Después de este ataque, el aeropuerto tiene un aspecto devastador: cráteres provocados por las bombas, edificios dañados, y el suelo bañado por trozos de hierro que quedaron de las BELUGAS (bombas que explotan en el aire y, antes de caer, se divide en 238 bombas más chicas) que nos tiraron los enemigos.
La tranquilidad nos dura poco. Después del medio día se acerca un barco inglés para bombardear el aeropuerto. Dos de nuestros aviones MIRAGE no tardan en hacerlo alejar. Una gran cortina de humo tapa todo el horizonte. Es de noche, otra vez se acercan barcos que nos tiran cañonazos. El refugio nos cobija. ¡Zafamos!. Los mismos que vinieron a matarnos se retiran en la madrugada.
Desvelados y aún con temblor en nuestras entrañas, nos sorprende la mañana. El Capitán Savoia viene a relevarme para que pueda ocupar mi puesto, nuevamente, en la ciudad.
¡Qué locura!, no tenemos ni siquiera un vehículo para transportar heridos ni alimentos. No puedo quedarme de brazos cruzados. Sé que voy a actuar incorrectamente pero debo pensar en mis hombres. Me acerco hasta el Supermercado “The Penguin” y le pido a su dueño que me entregue el vehículo de su propiedad (Land Rover) y que se dirija a la gobernación con un formulario que acabo de firmar para que le paguen el alquiler del auto. ¡Cómo no entender su indignación!.Aunque no es lo lógico es la única manera que tengo para salir de esta situación. Toda la guarnición militar comprende que ésta no es una “maniobra” ni es un juego de guerra. Es LA GUERRA. Sentimos que en cualquier momento podemos morir. Nuestra única defensa es armarnos. En el aeropuerto asignamos un sector como puerta de entrada para nuestros aviones.
Nuestro MIRAGE, piloteado por el Cap. García Cuerva, viene desde el continente pero calcula que no puede regresar al mismo, entonces decide aterrizar en nuestro aeropuerto sin respetar la zona acordada. Además eyecta, frente a Puerto Argentino, sus tanques suplementarios que se encienden en su caída. Nuestra tropa lo confunde con el enemigo y le dispara a destajo. El avión cae del otro lado de la isla. Sentimos un gran dolor al derribar a uno de los nuestros.
Abatimos a tres aviones enemigos a pesar de que ellos lo nieguen. Esto los hace repensar y cambian su táctica: Ya no nos atacan a baja altura sino que lo hacen por encima del alcance de nuestro armamento. Vuelan a 5000 metros. No dejan de hostilizarnos pero no logran su objetivo de rompernos la pista debido a que no pueden ser efectivos desde tanta altura. No dejan de tirarle a nuestros cañones y al radar. Así lo demuestran los cráteres de bombas que nos arrojaron de 250 y 500 Kg.; algunas de ellas no explotaron. Nos carcomen los nervios porque no sabemos si hay espoletas de retardo.
Ya es 4 de mayo. Recibimos el ataque en altura de un HARRIER que lanzó siete bombas sobre el aeropuerto que después de dos horas siguen explotando.
En estos días reforzamos la defensa antiaérea con misiles portátiles SAM 7, parecidos a las Bazookas pero para tirar a los aviones. Poseen un buscador de temperatura. Argentina los había adquirido al libanés Kadafi. También llega el personal que debe operarlos a cargo de los Tenientes Ugarte y Garay.
Recién comienza la mañana. Consigo un helicóptero del Ejército (Ten. Anaya Ej.) para trasladarme a la cima del monte Low equipado con los SAM. El Cabo Canessini, aún sabiendo lo riesgosa que es esta tarea, porque por allí pueden pasar los aviones enemigos, se ofrece voluntariamente a acompañarme. Llevamos un radar portátil para que forme parte de la Red de Observadores adelantados que había creado la Fuerza Aérea en el lugar.
El Ten. Ugarte y los Cabos Bivilacqua y Peirone, también se prestan para ir a un parque entre dos cerros, bajo las mismas condiciones.
El helicóptero que traslada a Ugarte y a su personal desciende casi a la vista del enemigo. Transcurren los días y quedan tras la línea del enemigo y son capturados. Tiempo después me enteré de que gracias a un oficial inglés no fueron degollados por los GURKHAS. A medida que pasan los días, las bombas explotan cada vez más cerca de las piezas de artillería, especialmente cerca del radar y los cañones de 35 Mm. Entonces decidimos trasladar a los cañones cerca de la cabecera oeste de la pista, dejando el radar que había quedado fuera de servicio en el mismo lugar, llevando otro de reemplazo que nos enviaron desde el continente. Además agregamos otro cañón con su respectivo generador.
¿Cómo lograr mover semejante cañón de cinco toneladas con un vehículo que, encima, se empantana?. La única manera es trasladarlo con el helicóptero. Le pido a mi compañero de promoción. Mayor Posse, que con su CHINNOOK saque al cañón del lugar. Acepta, pero con la condición de que se realice al atardecer para evitar a los aviones que orbitan sobre nuestras cabezas .y que lo acompañe para indicarle el lugar preciso en donde debe colocarlo.
Por vía terrestre enviamos a los responsables de izar el cañón.
Al crepúsculo iniciamos el primer intento. Cuando estamos en el aire escuchamos alarma roja y aterrizamos. Al terminar la alarma nos dirigimos hacia donde nos están esperando. Estamos a 50 metros de altura y con el cañón colgando del helicóptero cuando volvemos a oír la alarma roja. Totalmente desesperado, mi compañero me pide que le indique el lugar justo donde debemos bajarlo. Ya casi es de noche.
A mí también me carcomen los nervios. Le indico que debe dejarlo cercano a uno de los dos generadores que ya habíamos dejado con anterioridad. Allí lo puso. Cuando estamos por aterrizar veo una luz muy intensa desde la escotilla de popa. Creo que nos están atacando pero sólo se trata de una bengala que arrojaron desde tierra.
Ya de mañana voy al aeropuerto para colaborar en la instalación de la Batería en una nueva posición. Recibo la peor de las noticias, el suboficial Cardozo (encargado del cañón), me dice que lo habíamos colocado en un campo minado. ¡Maldición!. Volvemos al lugar. El cañón debe ser sacado de allí…Se me paraliza la respiración cuando veo que a centímetros de una de sus ruedas hay un cable que, supuestamente, pertenece a una mina. Pero tenemos un Dios aparte… Logramos sacarlo.
Durante el atardecer voy al depósito de víveres y saco varias botellitas de ginebra Bols para repartir entre el personal. Además de calentarnos por dentro nos dará más ánimo.
 
¡No podemos aflojar!.
¡Qué ironía!. En algunos refugios, pese al ruido ensordecedor de las bombas, juegan al truco.
El soldado VIANO, con total valentía y bajo el rugido de los aviones enemigos, escapa del refugio para indicarle a nuestro artillero la ubicación de los mismos.
Desde el continente nos mandan relevo de todo el personal de artillería. Es evidente que del otro lado del charco tienen otra idea de la realidad dado a que el Capitán Aguilar nos dice: “Nosotros que recién llegamos nos llevaremos los lauros de la victoria, y no los que se van”. No imaginaron la situación desesperante que estamos viviendo. Es de noche pero nadie duerme, todos estamos alborotados por la artillería argentina e inglesa.
Me reconforta la actitud del Teniente Jorge Reyes que decide quedarse conmigo en la lucha pese a que le llegó su reemplazo..
Durante toda la guerra el enemigo nos lanzó 130 toneladas de bombas pero nuestros artilleros mantuvieron sus fuerzas indómitas.
Todo fue inútil. Llega la hora de la rendición argentina.
Después de la capitulación, el 14 de junio por la tarde, organizamos el campo de prisioneros en el aeropuerto donde se traslada toda la guarnición militar argentina (unos 12000 hombres).
No sabemos cuánto tiempo estaremos, por lo tanto, antes de dirigirme al lugar, voy con un saldado al depósito de víveres de la Fuerza Aérea y completo la Land Rover con la mayor cantidad posible de alimentos. En el momento en el que estamos por salir nos intercepta el dueño del Supermercado y de la camioneta, acompañado por un soldado inglés. A los gritos y cargando el arma nos hacen señas para que bajemos del vehículo y nos apuntan con odio. Nos permiten alejarnos sin dejar de apuntarnos Al llegar a la esquina, desaparecimos de su vista.
En realidad pensamos que nos acribillarían. Agitados y con gran temor, nos dirigimos caminando hacia el aeropuerto.
Poco antes de llegar al mismo hay un vallado que sirve de barrera. Allí, el enemigo obliga a dejar las armas antes de entrar al “campo de prisioneros”. No sé cuál es la causa pero a mí me dejan el arma reglamentaria .Supongo que se debe a que debo seguir ejerciendo mi autoridad.
Los artilleros volvemos a nuestros refugios antiaéreos. Todo se me presenta como una película de terror. Cerca de 10.000 hombres del Ejército y la Marina, deberán permanecer a la intemperie por varios días. Como en nuestros refugios no falta comida, alcanzamos a darle algunos víveres a los soldados del Ejército, cercanos a nuestras posiciones.
Pasaron veinticuatro horas. Un grupo de 200 hombres es trasladado al puerto para ser enviado al continente. A los oficiales y sub-oficiales que fuimos capturados nos envían a un frigorífico de corderos en San Carlos, ubicado a 80 Km. de la ciudad.
Pasaron unos días y nos informan que las ordeñes que tienen es que los oficiales con jerarquía de jefe debemos ser enviados a la ciudad y desde allí al continente. El Capitán Aguilar me pide que me vaya. ¡No debo ni quiero dejar a mis hombres!. Me quedo con ellos. Somos el último grupo de la Fuerza Aérea para embarcamos rumbo a nuestra Patria. Nos llevan a la ciudad. Al cruzar la barrera somos revisados nuevamente y ahora sí me quitan la pistola. Tardamos casi una hora en llegar. Debemos ir formados, flanqueados por soldados ingleses fuertemente armados.
Ya en la ciudad nos quedamos un día entero en un galpón a la “supuesta” espera de un barco que nos llevará a casa.
Este lugar es inhumano, espantoso… Fue lugar de espera de otros grupos y al no tener baños, el piso ofició de retrete. Hay algunos guardias que, a destajo, permiten salir a unos baños improvisados.
Pasaron dos días. No tenemos agua ni comida. Hay personas enfermas, especialmente con enterocolitis. Nuestro malestar va en aumento.
Mi compañero, ARGENTE, encuentra en el fondo del galpón algunos elementos de enfermería que supongo serian del Ejército. Con varios saches de suero fisiológico, logra construir algo similar a un destilador y cada uno toma un sorbo. Algunos tienen la suerte de beber un poco de jugo de una lata de duraznos al natural que apareció escondida por algún rincón.
Por la mañana vemos, por la rendija de los portones, a una señora que nos está observando. Por la noche nos acercan un tanque con agua y una cocina de campaña con víveres para cocinar.
Después me enteré de que esta orden la emitió la señora que fisgoneaba el lugar, debido a que pertenecía a la Cruz Roja Internacional.
Somos unos trescientos presos. Por suerte, entre nosotros hay un cocinero que prepara un guiso. La vajilla con la que contamos data de tres o cuatro platos e igual cantidad de cucharas. Hacemos una “cola” y comemos lo más rápido posible para pasarle la vajilla al que está detrás para que todos podamos llevar un bocado de comida a nuestros estómagos dolientes y vacíos.
Es 20 de junio por la tarde y nos llevan formados en fila hacia el puerto, distante a dos cuadras, para subir a una barcaza que nos llevará hasta un barco fondeado en el medio de la bahía. Otra vez nos prometen que seremos llevados a casa. Estoy en el final de la fila. A dos oficiales que están delante de mí los demoran. Uno de ellos me llama para hablar con el inglés debido a que no entiende lo que le quiere decir. Cuando me acerco, éste me pide que separe a todos los oficiales y suboficiales que están en la hilera. Le comento que no entiendo lo que me pide y me retiro.
Cuando me toca el turno, el mismo oficial inglés al que no le contesté lo que me preguntó, no me permite subir a la barcaza diciéndome que me llevarían en helicóptero, por mi jerarquía. A mis dos compañeros y a mí nos retornan al galpón en el que pasamos otros dos días.
Me siento sucio, asqueado, indignado. Es de noche y tengo necesidad de ir al baño. Un joven Teniente de un Regimiento Galés (Boina Verde), no sólo me deja pasar sino que, además, entra en una amena charla conmigo. La nostalgia nos lleva a mostrarnos las fotografías de nuestras familias. Sentimos que no podemos odiarnos. Ambos cumplimos con nuestro deber.
Durante la tarde del segundo día me llevan con otros oficiales hacia el hipódromo donde un helicóptero “SEA KING” nos está esperando para llevarnos a un destino que desconocemos. Vemos a los soldados que nos custodian fuertemente armados.
Esta incertidumbre me pone bastante nervioso. ¿Qué quieren hacer con nosotros?...
Después de cuarenta minutos aterrizamos en “San Carlos”. Nos llevan a un ex - frigorífico de corderos.
Ingresamos a un gran salón. Somos requisados nuevamente.
A los fines de controlar quiénes somos los ingresantes, los ingleses nos requieren nuestros datos personales, el número de nuestra identificación, el “cargo” y la Fuerza a la que pertenecemos.
Miro a mi alrededor y veo a los prisioneros. Están todos sentados y llevan consigo sus pocos efectos personales. Me entristece no ver a ningún aeronáutico.
Un Teniente del Ejército me tranquiliza al comunicarme que mis camaradas están en un salón contiguo. Mi ansiedad me lleva prontamente hasta el lugar. ¡Necesito saber si está mi hermano!...
Miro a un lado y a otro. Veo a Raúl. Creo que una tropilla está cabalgando dentro de mi pecho. Lo llamo mientras agito mi mano. Corro hacia él. Nos estrechamos en un apretado abrazo que nos redime de toda la angustia sufrida.
El destino me depara otra sorpresa. A pocos metros veo al Capitán Ugarte, de quien desconocía su paradero desde el día que lo envié a los cerros.
Estos reencuentros son un bálsamo en medio de tanta desolación.
Recorro con la vista el lugar. Sólo hay una puerta. En una de las paredes alguien dibujó con una tiza una ventana. Quedo absorto ante esta metáfora de libertad.
Mis compañeros me proveen de lo necesario, además de una colchoneta y vajilla. Luego me comentan sobre sus experiencias como prisioneros.
“Una vez por día, durante la mañana, nos sacan a tomar fresco a un patio rodeado por alambres de púas”- revela un camarada.
“Sí, a ese patio lo llamamos la pingüinera”- agrega otro. Sonreímos, burlándonos de nuestra propia suerte.
Las horas pasan lentamente como si estuvieran desperezándose.
Llega el momento de cenar. Formamos fila frente a unos tachos de racionamiento con comida caliente y jarros con agua.
Durante la tarde del segundo día de hacinamiento, un oficial inglés llama a un camarada y le dice que prepare sus “bártulos” porque lo vendrán a buscar.
¿Dónde lo llevarán?, ¿por qué?- nos preguntamos. No tenemos respuesta. Entre nosotros crece la inseguridad. Coincidimos en que si vienen a buscar a otro deberá dejar como señal de bienestar, una hoja blanca sobre una piedra que hay en la pingüinera. El próximo que vienen a buscar es al Mayor Viñals. Al día siguiente lo “dejan tomar fresco” y cumple con lo acordado. Nos tranquiliza saber que se encuentra bien.
Los días se suceden, aciagos, plenos de incertidumbre porque seguimos sin saber nada sobre nuestro destino.
Comienza a correr el rumor que nos llevarán a la Isla Ascensión en la que permaneceremos once años según lo indica la Convención de Ginebra debido a que nuestros gobernantes aún no firmaron la rendición.
El viento suena como nuestro propio lamento deprimente.
Estamos a fines de junio.
Nos trasladan, en grupos y con helicópteros, a un barco anclado en medio de la Bahía San Carlos. Es el SAN EDMUND, un Ferry que trajo la tropa inglesa. Somos requisados. Nos tratan con desagrado debido a que a dos de los nuestros le encuentran, en sus bolsos, un fusil FAL desarmado.
Nos trasladan hacia los camarotes con cuchetas para dos personas pero en grupos de a tres. Esto implica que debemos turnarnos para dormir en ellas; uno de nosotros deberá hacerlo en el piso.
Frente a los camarotes están los baños. Uno de ellos sirve para ducharnos. Después de un mes sin bañarme siento que el agua no sólo arrastra la mugre de mi cuerpo sino también la de mi alma. Me siento reconfortado.
Dos veces por día subimos al restaurante para ingerir una salchicha y un pote de té con leche y cereales. Además, podemos fumar un cigarrillo.
El desayuno debemos tomarlo en el camarote. Nos sirven un jarro de té y cuatro galletitas con proteínas. Si bien la comida no es abundante, nos mantiene alimentados.
El tiempo pasa lentamente…
Las posibilidades que se barajan sobre nuestros destinos se mueven como un péndulo entre dos posibilidades: que nos lleven a Ascensión o a Inglaterra. Nos tranquiliza la presencia del Capellán de la Fuerza Aérea Argentina, quien tuvo la generosa actitud de pedirles a los ingleses que lo dejaran con nosotros en vez de volver a Argentina. El camina libremente por el barco proporcionándonos ayuda espiritual además de acercarnos víveres que nos pertenecen y están encajonados en un depósito. Los ingleses no se atreven a probar nada porque piensan que los alimentos pueden estar envenenados.
Saboreo como al mejor de los manjares un “cacho” de dulce de membrillo.
El cura nos consigue algún libro y diarios ingleses que leemos como si fueran obras maestras. Esta es una buena terapia para alejarnos de la depresión. Rescato un pedazo de la novela “El pájaro canta hasta morir”.
Pasaron diez días. En las primeras horas de la mañana escuchamos el ruido de los motores. Comenzamos a navegar, supongo que con rumbo “este”.
¿Hacia dónde vamos?. ¿Será Europa nuestro nuevo destino?. Como en un “sube y baja” volvemos a dar de bruces sobre la aplastante duda.
Nos detenemos después de navegar durante una hora. Por el ojo de buey alcanzo a ver a otro barco que nos abastece de agua y combustible.
Después del mediodía, a la entrada de un pasillo vemos a hombres que están sentados frente a una mesa. Nos piden que nos acerquemos en orden. Al llegar a ellos nos entregan ocho libras esterlinas a cada uno de nosotros como prisioneros de guerra según lo establece la Convención de Ginebra. No pueden mantenernos como rehenes pero los ingleses no tienen en claro si capitulamos o no.
Un Capitán de Corbeta inglés que habla perfectamente el “porteño” porque, según nos comenta, vivió su infancia y adolescencia en Buenos Aires, nos hace saber que se siente sorprendido por el “atrevimiento” que tuvimos al “retar” a una potencia militar y que está sorprendido por el coraje que demostró la Fuerza Aérea Argentina al hacerles pasar muy malos momentos cuando atacamos a sus barcos. Además, nos informa que no pueden hacernos regresar a nuestro país porque las autoridades argentinas no quieren comunicarse con ellos para gestionar nuestro retorno. Siento un gusto amargo en mi boca. Prefiero no creerle.
El atardecer del 13 de julio se nos presenta nubloso.
Otra vez, el ronroneo de los motores nos anuncia que estamos navegando. Avizoro, por el ojo de buey, que vamos hacia el oeste. ¡Rumbo a casa!- me digo.
El viento arrecia. De a ratos deja de soplar como si estuviera tomando nuevas fuerzas para continuar. Las olas toman un aspecto taimado: tiemblan, aletean, se revuelcan, sisean cada vez más fuerte. El temporal las desmenuza.
¡Qué nochecita!.... Me mareo. Respiro hondo, el tórax se me llena de aire. Juego con la idea de que pronto estaré en tierra firme y me aplaco.
Son las ocho de la mañana del 14 de julio. Llegamos a Puerto Madryn. Los lugareños miran con curiosidad al barco inglés.
A los prisioneros de la Fuerza Aérea nos llevan al Aeropuerto. Nos espera un BOEING 707 que nos llevará hasta Comodoro Rivadavia. Ya en tierra, hablo por teléfono a mi familia para tranquilizarla. Previamente debo firmar en un formulario de llamadas de larga distancia para que puedan descontarme el pago de la misma al mes siguiente.
Después del almuerzo tenemos que esperar que el Comandante organice nuestro regreso a Buenos Aires. Llegamos a Ezeiza a las 20 horas. Nos homenajean con un “acto”.
Un avión, GUARANI, viene a buscar a un prisionero que vive en Tandil. Aprovecho la ocasión para pedirles que me lleven hasta Mar del Plata. Viajo junto a un Suboficial. Somos los únicos prisioneros de guerra que quedamos. Arribamos a la Base Aérea Mar del Plata a las 22 hs. ¡No quepo en mí. Ya estoy viajando rumbo a casa!.
No tengo palabras para describir el encuentro con mi familia. Reímos, lloramos. Tratamos de disimular todo lo vivido como si nada importante hubiera pasado.
Nuestra delgadez es el único referente que marca un tiempo de zozobra.

Después de tomarme unos días de licencia, volví a mi trabajo como si nada importante me hubiera pasado. Todo había cambiado para no cambiar nada…
En general me quedan buenos recuerdos y los malos trato de olvidarlos.
Me enorgullece haber sido parte de un grupo de hombres valerosos: el Teniente Reyes, el Suboficial Alasino, el Suboficial Cardozo, el Cabo Primero Bartis, el Cabo Primero Canessini y los soldados Viano, Orozco, Olave, Riccilo, Pizarro y a la totalidad de los artilleros de la FAA.
El 25 de mayo, aviones chilenos incursionaron sobre el espacio aéreo de la Provincia de Santa Cruz. En ese momento, el Jefe de la Fuerza Aérea ordenó el despliegue al Sur de nuestra Artillería Antiaérea de Mar del Plata. Inmediatamente concurrimos a la Base Aérea para prepararnos nuevamente para cumplir la orden. Nuevamente volvía a despedirme de mi familia. Cuando ya estábamos preparados, a la espera de los aviones que vendrían a buscarnos, nos comunicaron que la “operación” de había suspendido.
En honor a los soldados que tuve el orgullo de comandar, deseo transcribir las palabras del Sr. Brigadier Castellano, nuestro jefe en MIV:
“AQUÍ QUISIERA DESTACAR LA PRESENCIA DE LOS SOLDADOS AERONAUTICOS QUE TAN VALIENTEMENTE INTEGRARON DOTACIONES DE LAS PIEZAS DE ARTILLERIA ANTIAEREA, LOS CUALES, AQUEL HISTORICO PRIMERO DE MAYO, DESDE SU HUMILDE PUESTO DE COMBATE, TUVIERON EL PRIVILEGIO Y EL HONOR DE COMPARTIR EL BAUTISMO DE FUEGO DE LAS ALAS DE LA PATRIA Y QUE EN UN DERROCHE DE CORAJE Y PATRIOTISMO, LUCHARON CODO A CODO AL LADO DE SUS SUPERIORES, TRATANDO DE FRENAR LOS EMBATES DEL INVASOR QUE LOS ACOSO POR TIERRA, MAR Y AIRE”.

En esta tarde en la que las nubes parecen filigranas que embellecen el azul celeste transparente del cielo, junto a Maiorano, desatamos los nudos del tiempo para detenernos en una escala de la vida, maestra sin diploma.
Logramos convocar a las palabras que permanecían silenciosas como marionetas y las expusimos a nuestro arbitrio. Con ellas construimos puentes que acortaron distancias.
Lo importante de esta charla es que Hugo inscribe la paz sobre la guerra y ve el sol en medio de la tormenta, vulnerando las fronteras de la indiferencia para mover el oleaje de la esperanza.
Antes de despedirnos me muestra la novela “El pájaro canta hasta morir”. No pude quedarme con la intriga de saber cómo terminaba- me dice. No puedo dejar de esbozar una sonrisa.

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seguimos si saber cuantos soldados estaban en la AA de la FAA.....
cuando se produce el relevo de dotación?
Cuanto personal de la primera dotación se queda?


de acuerdo a lo que dice MAIORANO:
“Estoy destinado a la Base Aérea Militar Mar del Plata. Soy jefe del Escuadrón Antiaéreo de tres Unidades Antiaéreas llamadas Baterías. Dos de ellas están equipadas con radar-director de tiro y cañones y la restante con cañones. Mi dotación está constituida por sesenta hombres entre oficiales, suboficiales y soldados.
Me ordenan que una de las Baterías debe dirigirse a Malvinas y las dos restantes actuarán como defensas antiaéreas en las Bases Aéreas del continente.”

Podríamos decir que la primera dotación era de unos 20, de acuerdo a los datos que tengo, serían muyt pocos los soldados que pasaron

.....................................Of....subofic ...soldado....total....muerto
BAM Mar del plata (dot.1)....5........12.........16?........17...... ....0
BAM Mar del plata (dot.2)....2.........8..........?..........10..... .....0
 
Las Malvinas - Lo Que Nunca Se Dijo Sobre La Batalla Aeronaval


Esta evocación del conflicto del Atlántico Sur, convocada por "Fin de Semana", reunió a los siguientes pilotos, protagonistas de los ataques emprendidos por la aviación de la Armada contra las fuerzas de tareas inglesas:
Capitán de Corbeta Roberto Curilovic, comandante de la Segunda Escuadrilla de Ataque de Super Etendard, 38 años, nacido en la Capital Federal.
Capitán de Corbeta Carlos Oliveira, segundo comandante de la Tercera Escuadrilla de Caza y Ataque, aviones A 4 Skyhawk, 36 años, nacido en la Capital Federal.
Teniente de Navío José Arca, jefe de Logística de la Segunda Escuadrilla de Caza y Ataque, 34 años, correntino.
Teniente de Navío Carlos Alberto Lecour, departamento Operaciones de la Base Aeronaval, 32 años, bonaerense.
Teniente de Navío Alejandro Daniel Olmedo, jefe de personal de la Segunda Escuadrilla de Caza y Ataque, 32 anos, cordobés.
Capitán de Corbeta Marco Benítez, jefe de operaciones de la Segunda Escuadrilla de Caza y Ataque, 36 años, correntino.
Teniente de Navío Roberto Gerardo Sylvester, jefe del departamento Logística de la Tercera Escuadrilla de Caza y Ataque, 33 años, rosarino.
Teniente de Navío Armando Mayora, jefe de Comunicaciones de la Segunda Escuadrilla de Caza y Ataque, 31 años, Capital Federal.
Capitán de Corbeta Benito Rótolo, segundo comandante de la Segunda Escuadrilla de Caza y Ataque, 35 años, santafesino.
El diálogo se desarrolló en dependencias ubicadas en los hangares de los Super Etendard, en la Base Aeronaval Comandante Espora. Uno da esos aviones, a pesar de ser tan moderno, constituye ya una reliquia y tiene grabados en su fuselaje dos siluetas. dos nombres y dos fechas: HMS Sheffield, 4-5-82 y ACI Atlantic Conveyor, 25-5-82.
La mesa redonda de "Fin de Semana" fue coordinada y producida por Rubén Benítez, Prosecretario de Redacción de "LA NUEVA PROVINCIA".
Finalmente rompieron la barrera del silencio. Un mutismo que se prolongó durante tres años. Entonces nos contaron su experiencia. ¿Por qué no habían hablado? ¿fue el peso inhibitorio de la derrota? Venían de ofrecer una y otra vez la vida en una guerra que, aunque no lo dicen, consideraban perdida. Una guerra que ellos libraban lejos de sus ciudades, sin la participación del pueblo. Del pueblo recordaban primero la multitudinaria concentración de plaza de Mayo ante el enardecido general Galtieri "Lo vamo a reventar, lo vamo a reventar", gritaba el gigantesco coro pensando en la victoria. Pero llegó la derrota. Y esas mismas voces se tornaron hostiles. Aun para aquellos que no habían dudado en jugarse la vida por la justa causa patriótica. Ni el reconocimiento; siquiera por los que murieron. Quizás. ni piedad por sus familiares.
Una vez, caminando por un pequeño pueblito de la sierra de Gredos, en España, una mujer, una humilde ama de casa, nos dijo: "Ustedes, los argentinos, tienen la mejor aviación del mundo". Una conclusión sorprendente para alguien que vive a 16.000 kilómetros de donde se desarrolló el conflicto. Después comprobamos que era una opinión generalizada. Reconocían a nuestros pilotos un heroísmo que nosotros ignoramos, sumergiéndolos en un desprestigio general y vago, propio de toda derrota. Al hablar con ellos mencionamos el tema del heroísmo, pero lo rechazan como cualidad que pudiera pertenecerles. Aceptan que tal vez hayan existido actitudes heroicas, pero no héroes.
"Son suicidas", es una forma de calificarlos que escuchamos varias veces. "Somos profesionales", dicen ellos "y no aceptamos la insensatez. Si alguien que se incorpora a la aviación da alguna muestra de irracionalidad, lo separamos de inmediato". Sólo confían en la disciplina, el estudio y el entrenamiento intenso. Conocen el riesgo, aun en los adiestramientos, lo aceptan y lo vencen con la capacidad desarrollada. No con la improvisación. Aman la vida. como todo ser humano y lo que más temen, en los momentos clave, es equivocarse; no hacer las cosas como deben hacerlas.



"El choque más grande que tuvimos fue cuando al regresar -después que la guerra terminó- nos encontramos con la decepción de la derrota que advertíamos en toda la gente, incluso en nuestros familiares".Los pilotos de la aviación naval tenían al iniciarse las hostilidades doce aviones de combate, 8 A 4 y 4 Super Etendard. Cuando concluyó la guerra, el cincuenta por ciento del tonelaje hundido a la armada británica lo habían conseguido ellos. Poco más de una docena de hombres, con limitadísimos recursos, causó estragos a una de las armadas líderes de la OTAN.
Las escuadrillas que participaron en la guerra del Atlántico Sur están en Comandante Espora. Muchos de sus pilotos viven en Bahía Blanca, pero no los conocemos. Casi nadie los conoce. No han hablado hasta hoy porque, como decíamos, se sienten sumergidos en la misma bolsa del desprestigio y del descrédito general que no merecieron.
Sólo una vez, para un libro, auspiciado por la Armada, dieron algunas opiniones. Después rehusaron todo contacto con el periodismo. Preferían callar.
Tres años después de concluida la última misión aceptaron por primera vez referirse a los hechos que generaron un reconocimiento universal unánime, con la excepción, quizás. de su propio país. En torno a una mesa convocada por "Fin de Semana", relataron las experiencias vividas desde que partió la primera misión hasta que regresó la última. Como principales protagonistas. narraron sus experiencias. Las sensaciones y las imágenes que acompañaron la acción tienen aún, y la tendrán seguramente siempre, la nitidez de la vivencia imborrable. Son esas imágenes vividas en los momentos cruciales que acompañan luego al ser humano durante toda su existencia.
Con esa espontaneidad que muestra cómo fue la guerra vista desde el propio campo de batalla -el aire y el mar- desde la intimidad de los protagonistas, procuramos transcribir el relato sin alteraciones.
La participación de la Aviación Naval en el conflicto Malvinas comienza el 2 de abril. El portaaviones zarpa antes para llevar a cabo el operativo Rosario. En el mismo van las escuadrillas de A 4, las escuadrillas de aviones Tracker y la escuadrilla de helicópteros. Los Super Etendard no estaban todavía calificados para operar desde a bordo, porque hacia poco que habían llegado al país. En otros buques hay helicópteros que son los que inician las operaciones del 2 de abril, con el desembarco de personal y vuelos de exploración por parte de los aviones Tracker. Los A 4 estaban en cubierta por si era necesario algún tipo de apoyo. El portaaviones estaba a unas 7O millas, en una posición no cercana a las islas. Así comenzaron las acciones de la Aviación Naval. La primera actuación donde hubo un bautismo de fuego fue en el desembarco de Gritvyken. (Curilovic) — Recién en navegación, estando a bordo del portaaviones, tomamos conocimiento de que se iban a tomar las Malvinas (Benítez). Las fuerzas aeronavales quedaron divididas en dos grupos. Uno en tierra y otro embarcado. Este ultimo compuesto por los A 4 del portaaviones y los del grupo terrestre por aviones Macchi y por Super Etendard, operando desde base terrestre.

— La escuadrilla Tercera de Ataque era bastante vieja, veterana, con 10 años en el país, venía con un desgaste natural logístico a lo largo de toda su existencia. Cuando se produce el operativo Rosario contaba con sólo 3 aviones. Cuando regresa el portaaviones a puerto y se inicia la segunda zarpada, ya en pleno conflicto, la escuadrilla embarca 8 aviones en servicio. Lo cual significó un esfuerzo logístico digno de mención. Eran todos los aviones disponibles. No quedaban más. (Oliveira) — Eso implicó, traer pilotos que estaban en el extranjero. Volvieron de sus destinos y en menos de una semana comenzaron a operar.
— Volvimos el 23 de abril y embarcamos el 27 de abril. (Arca)— Desde el 2 de abril al 1 de mayo hay un período de gestiones políticas para solucionar el conflicto. Mientras tanto la flota hace operaciones para alistamiento de medios, entre ellos como dice el capitán Oliveira, los aviones en si y el reequipamiento de pilotos, porque hay que pensar que la Armada había adquirido los Super Etendard y los pilotos estaban saliendo de los A 4. Significaba tala una transición. Incluso dos pilotos se hallaban finalizando un curso que quedaba de Super Etendard. En ese período se acondicionan todos los elementos y finalmente, 4 días antes del 1 de mayo zarpa la flota para operar como tal. Forma parte de una fuerza de tareas que se establece en el norte de Malvinas. La otra fuerza de tareas estaba integrada por el crucero "General Belgrano" y dos destructores en la parte sur. Todavía no sabíamos que pasaba. Dependíamos de gestiones políticas. El 1 de Mayo se recibe la orden de que las fuerzas del sur y del norte se aproximan a dos fuerzas similares inglesas. Se establece un contacto bastante cercano, a unas 80 millas. Los aviones reciben la orden de atacar al amanecer, a una distancia aproximada de 120 millas. Lo que no nos convencía mucho a nosotros porque el radio de acción de nuestros aviones era mayor que el de los Harrier. Sin embargo, nuestro ataque se iba a producir dentro del radio de acción de los Harrier. Con el Harrier ellos tenían cierta superioridad aérea, lo que nos preocupaba. Pero ya estaba decidido. Nos afectaba la situación meteorológica. Parecía una noche de verano en el Pacífico. Luna, mar planchado, sin viento, al revés de lo que ocurre siempre en el sur. Nosotros rogábamos que hubiera viento para despegar a la mañana, porque no salíamos con todo el armamento si no contábamos con el viento adecuado. Eso empezó a pesar. Finalmente a las 2 de la mañana se dio la orden de repliegue para una mejor oportunidad. El día anterior había ocurrido la primera incursión de la Fuerza Aérea desde tierra hacia las islas, con el resultado que todo el mundo conoce. Hubo acciones esporádicas que no fueron tan contundentes como se pintaron al principio. Al día siguiente se produce el hundimiento del "Belgrano". Eso nos pone sobre aviso de la gran amenaza submarina. (Rótolo)


- La noche del 1º al 2 de mayo, a las dos menos cinco, se produce el primer toque de combate real del portaaviones "25 de Mayo", ante la presencia de dos ecos en los radares, supuestamente dos Harrier. (Arca)
- El buque con el resto de la flota, inició su repliegue.
- Después hubo 9 despegues de A4 para interceptar amenazas sin establecerse combate. Nunca nos encontramos con los Harrier.
- ¿Qué sintieron cuando se enteraron del hundimiento del "Belgrano"?
- Creo que tomamos realmente conciencia de que habíamos entrado en un conflicto bélico, de que iba a ser muy seria la confrontación y que debíamos prepararnos para lo peor. (Benítez)
- Y tomamos conciencia de nuestra deficiencia antisubmarina, lo que tiene mucho que ver con el repliegue de la flota.
-Volvemos a Puerto Belgrano y la Tercera de Ataque se traslada con todos sus aviones para operar desde Río Grande, donde ya estaban los Super Etendard. (Curilovic)
-Nuestra primera víctima es el teniente Larlos Alberto Benítez, quien a bordo de un Macchi realiza un vuelo de reconocimiento en Puerto Argentino y cuando regresa tiene un accidente con el avión cargado con bombas y fallece… Fue el 28 de abril. El primer aviador que muere en el conflicto. (Olmedo)
-Conviene destacar las diferentes tecnologías de los elementos con que hubo que enfrentar a la flota británica. Teníamos una escuadrilla recién incorporada, la de Super Etendard, con aviones de una tecnología avanzada. pero todavía no experimentada. Estaban además los A 4, con tecnología demasiado atrasada para enfrentar una fuerza de tareas que electrónicamente estaba a primer nivel. Y los Macchi, que no tenían ninguna capacidad ni para atacar ni electrónica; eran exclusivamente de adiestramiento. Eso determina la forma en que tiene que enfrentar cada una de las escuadrillas a las fuerzas de tareas. Crean en sus propios adiestramientos las diferentes formas de enfrentar a los buques. A 4 hace sus técnicas particulares, para bombas, y los Super Etendard para los misiles. En los trabajos previos al conflicto, lo más importante era eso, rescatar el adiestramiento y el trabajo de los distintos cuadros de operación de las escuadrillas en La preparación de los perfiles de vuelo y las tácticas a desarrollar para enfrentar a las naves inglesas, cada uno con las medios disponibles. (Curilovic)
-¿Tenían ya ustedes conciencia de la gran diferencia entre ambas fuerzas?
-Sí. Y como teníamos buques británicos, comprados a Inglaterra, estábamos actualizados en cuanto al material de que disponían. Muchos de los perfiles y formas de aproximación de ataques fueron practicados sobre nuestros buques, en la ría de Puerto Belgrano. En el caso de Super Etendard el trabajo fue exhaustivo en la preparación del material que no tenía aún capacidad operativa. Ni en Francia había sido utilizado como avión lanzador de misiles. (Curilovic)
-La "Sheffield" es la destinataria del primer lanzamiento pero no la primera misión que cumple el Super Etendard. La primera la realiza en la mañana del 1º de mayo, cuando todas las aeronaves argentinas reciben la orden de atacar. Tanto la Fuerza Aérea como nosotros iniciamos el ataque contra las fuerzas británicas. El Comando de la Aviación Naval ordena la salida de los cuatro aviones que teníamos en ese momento con cuatro de los cinco misiles existentes para lanzar ese misma día. Pero, primero por una falla logística y, segundo, por falta de tanque de reaprovisionamiento, porqué teníamos en ese momento –y tenemos todavía- dos aviones tanque nada más, y también los usaba la Fuerza Aérea, no pudimos hacer el otro vuelo. El primero sale, pero tiene que volver por una falla de combustible. El segundo no sale por falta de tanque de reaprovisionamiento. E1 2 y el 3 de mayo tenemos alerta, y el 4 de mayo a la mañana nos informan que ha sido detectado un eco, todavía indeterminado, por un Neptune que había salido muy temprano y nos ordenan salir. Ibamos el capitán de corbeta Bedacarratz y yo, como numeral de él. Despegamos a las 9 y cumplimos exactamente lo que habíamos hecho durante toda la fase de adiestramiento. (Mayora)



-Con una diferencia. Que no era lo mismo. ¿Qué pensaban mientras se dirigían en busca del blanco?
-Lo que yo sentía era temor a hacer algo mal. Habíamos practicado tanto que después de habernos ejercitado durante años para llegar a eso, tenia miedo de equivocarme.
-No miedo a la muerte.
-Sí, obviamente. Como todo el mundo uno quiere vivir, pero había que pasar el momento. De todos modos yo tenía más miedo a equivocarme, a no cumplir con lo que debía hacer. Salimos nerviosos. Nos reunimos con el avión tanque de la Fuerza Aérea; hicimos el reaprovisionamiento en vuelo. Desde el momento en que despegamos hasta que hicimos el primer contacto con los buques ingleses no dijimos ninguna palabra entre los dos aviones porque nos habíamos impuesto un silencio radiotelefónico estricto. Habíamos empezado el adiestramiento dividiéndonos por parejas. Nos conocíamos mucho. No era necesario hablar. Cada uno sabia perfectamente que es lo que iba a hacer el otro. Después de reaprovisionarnos cumplimos todas las secuencias que hay que seguir para lanzar un Exocet, que es bastante complicado…
-¿A qué altura volaban?
-Con el tanque nos reunimos en altura, hicimos un perfil de aproximación a la fuerza y luego descendimos a unos 30 metros, más o menos.
-¿Es muy riesgoso volar a esa altura?
-No es sumamente riesgoso. Es una maniobra más complicada que otras. Es todo cuestión de adiestramiento. Recibimos la información del Neptune, introdujimos los datos en nuestro sistema de navegación, en el cual se puede poner un punto inercial, un punto geográfico en medio del mar; se lo puede introducir en la computadora del avión y le da todos los datos como para poder llegar a ese punto. Una vez realizada esa inserción en el sistema comparamos los datos, ya que nos habían dado dos blancos, uno más chico y otro más grande. Tenían muy poca diferencia en distancia y también en azimut y decidimos ir al más grande. Terminamos toda comunicación, hicimos un pequeño cambio de rumbo para acercarnos al punto y cumplimos con la táctica que habíamos practicado. Nos elevamos un poquito. Emitimos. No tuvimos ningún tipo de contacto, volvimos a rasante, a muy baja altura, nos acercamos una milla mas y volvimos a ascender. En ese momento tuvimos una detección. El capitán Bedacarratz encontró dos ecos. Uno en la proa más chiquito y otro, más grande, unos veinte grados abierto por derecha. Yo no vi el de la proa. Vi el de la derecha. Yo pude observar tres ecos. Uno grande con dos chiquitos al costado. En el radar no se pueden distinguir formas ni colores ni nombres ni nada por el estilo. Sólo se determina una marquita que puede ser una isla, un buque o algo que refracte la energía electromagnética emitida. Uno va hacia ese punto que reconoce como enemigo gracias a que ellos también emiten. Si de esa fuente sale una emisión es señal de que hay alguien adentro. Y por las características de los radares sabemos que es un buque enemigo. De esa manera se lo reconoce. Cumplimos las fases de aproximación, a través de la computadora pasamos los datos al misil y cuando entramos en la distancia de lanzamiento tuvimos que hacer un giro por derecha, con lo que quedamos un poco adelantados. Las condiciones meteorológicas eran muy malas, había 200 metros desde el agua al tope de las nubes y apenas unos 2.000 metros de visibilidad, por lo cual, el capitán Bedacarratz en determinado momento entró en un chubasco y yo no lo vi. En ese momento, él lanzó su misil. Cuando salí del chubasco vi el lanzamiento del misil y le dije ¿lanzó? El me respondió: "sí, ya lancé". Entonces yo lancé el mío. Todo piloto esta acostumbrado a que cada vez que aprieta un botón salen los cañones, o los cohetes o las bombas. En cambio en el Exocet hay un tiempo de retardo. Se aprieta el botón y, hasta que sale, transcurren dos segundos. Como uno está automatizado y cree que es instantáneo el lanzamiento del arma, esos dos segundos se le hacen una eternidad. Además, era el primer lanzamiento. Nosotros no sabíamos si iba a andar. Salieron bien. Yo vi los dos misiles que hicieron una curva descendente, se nivelaron y parecían una bengala que se alejaba. Se metieron en una nube y nosotros de inmediato giramos y nos desplazamos de la zona.
-¿Qué es lo primero que dicen cuando rompen el silencio?
-Como las condiciones meteorológicas eran tan males, cuando giramos el capitán Bedacarratz se mete en un chubasco y yo lo vuelvo a perder. Aflojé un poco el giro y eso me llevó a pasar por atrás de él. Como yo estaba emitiendo radar... Nosotros tenemos un sistema que nos indica si estamos siendo iluminados por un radar. Entonces él tuvo la indicación de que en la cola lo estaba iluminando un radar. Y me avisó: "ojo, que tengo una emisión, estamos siendo iluminados". Yo le contesté "no, señor. No se preocupe, que soy yo que estoy pasando por la cola". "Está bien -me contestó- nos vamos para abajo y escapamos". Descendimos lo más bajo posible y nos escapamos de la zona sin ninguna novedad. Estábamos bastante tranquilos por las condiciones meteorológicas. Nosotros temíamos una interceptación de Harrier que, por las condiciones meteorológicas era poco factible. No obstante, escapábamos pensando que podíamos ser interceptados. A medida que transcurrían los minutos veíamos que eso no ocurría. No hablábamos nada, salvo esa comunicación; y luego avanzamos todo lo posible hasta que llegó el momento en que el combustible no era suficiente para volar bajo y rápido, así que tuvimos que subir. Estábamos fuera y casi con seguridad a salvo. El tanque empezó a llamarnos para ver cuál había sido el resultado de la misión. Nosotros no le contestamos hasta que tuvimos Río Grande a la vista. Entonces le dijimos que habían sido lanzados dos misiles en condiciones favorables.
-¿Cuándo se enteraron de que habían hecho impacto?
-Aterrizamos a las 12. Fuimos a almorzar. Estuvimos haciendo un posvuelo...
-¿Qué es un posvuelo?
-Donde se desarrolla la critica y autocrítica del vuelo y se sacan experiencias para las futuras misiones. Hicimos un informe para inteligencia, y mientras estábamos en eso llegó el comunicado del departamento de Defensa inglés diciendo que en la mañana había sido tocado el destructor "Sheffield" con dos misiles Exocet. Fue la primera noticia que tuvimos sobre el blanco al que habíamos lanzado y sobre el resultado del lanzamiento.
-¿Qué hicieron cuando recibieron la noticia?
-Nos abrazamos. Todo el mundo nos vino a felicitar. Fue un momento muy especial. Era la primera vez que combatíamos. Habíamos aprendido y veíamos que lo que habíamos practicado durante tanto tiempo era posible realizarlo. Pensamos que éramos un puño fuerte para el país y que teníamos poder. Y estábamos orgullosos de ello. (Mayora)
-La gran duda de la escuadrilla era saber si el sistema, que ni siquiera se había puesto en uso en Francia, funcionaba. Y con esta operación todas las dudas quedan de lado. (Rótolo)
-La duda surgió porque en la escuadrilla había técnicos franceses, pero sólo para una asistencia técnica del avión en sí, no del sistema de armas. Eso motivó comentarios periodísticos donde se decía que la marina francesa estuvo apoyando también para la utilización del misil. Lo cual no fue cierto. (Arca)
-¿Pensaron alguna vez que la guerra se podía ganar o creyeron siempre que se trataba de una guerra perdida?
-Creíamos que podíamos hacer un forcing diplomático. Si nosotros lográbamos producir un nivel de bajas importantes podíamos llevar a un forcing diplomático. Durante todo el conflicto estuvimos convencidos de que mañana llegaban más misiles. Esa fue siempre nuestra mira, porque teníamos muy pocos. Constantemente se hablaba de que los misiles ya estaban en el país, "vienen mañana"… Y como sabíamos que era un arma formidable, teníamos la esperanza de seguir causando bajas. (Mayora)
-A esta altura, el 4 de mayo, y con el éxito de la primera misión del Super Etendard, hay expectativas. Todavía no hemos podido volar lo suficiente sobre el enemigo ni hemos visto los buques cara a cara, como para tener una dimensión exacta sobre el desarrollo de la guerra. Y si bien había sido hundido el crucero "Belgrano", el golpe contra la "Sheffield" significa un impacto grande y provoca expectativas. (Benítez)
-Las pequeñas batallas ganadas, como el hundimiento de la "Sheffield", las averías de la "Antílope" y otros buques, nos dan ciertas expectativas de llegar a un fin exitoso desde el punto de vista bélico, pero no vislumbrábamos una victoria contundente. Después esas expectativas se derrumban. (Arca)
-Yo quisiera rescatar dos puntos importantes. Uno de ellos, que a raíz del hundimiento de la "Sheffield" se levanta la moral que estaba decaída por el hundimiento del crucero "General Belgrano", en el cual todos teníamos amigos, o conocidos. Entre los británicos la reacción fue inversa. Tenían la moral alta por el hundimiento del "Belgrano" y en ese momento pierden el buque orgullo de ellos. De inmediato reciben la orden de alejarse de la zona de las islas. Eso los obliga a trabajar de una manera distinta: no entrando dentro del radio de acción de los aviones. Además, como se dijo, comprobamos que el sistema del misil Exocet, funcionaba. Ante lo poco que había –creo que fue uno de los juegos importantes de la aviación naval- se resolvió dosificar el uso para mantener una amenaza latente a lo largo del conflicto. Ellos sabían perfectamente la cantidad de misiles que teníamos. (Curilovic)
-El 4 de mayo la flota inglesa se retira y ya no trabaja al oeste de las Malvinas, sino que lo hace de Malvinas hacia el Este. Se produce una impasse grande en las acciones bélicas hasta el día del desembarco, el 21 de mayo a la madrugada, en San Carlos.(Benítez)
-Yo quiero agregar algo con respecto a la pregunta sobre si pensábamos que íbamos a ganar la guerra. Creo que los aviadores navales éramos totalmente conscientes de la importancia que tenían las fuerzas aéreas en general y el Ejército en este conflicto, una vez que se decidió el retiro de los buques, de las unidades de superficie de la zona de operaciones, o más que el retiro el repliegue o la demora para que entren en acción. Más que el hecho de pensar que íbamos a ganar era la responsabilidad que implicaba armas tan poderosas como lo son los aviones de ataque, que pueden causar gran efecto, moral y logístico. Esa responsabilidad creo que hacía que nosotros sintiéramos que teníamos una gran posibilidad de parar por lo menos el avance inglés. Hasta el día 21 de mayo, yo creo que nosotros estábamos totalmente convencidos que con nuestras fuerzas aéreas y con la colaboración del Ejército desde tierra, podíamos parar el intento de desembarco. Tan es así que el día 21 de mayo la Tercera Escuadrilla de Caza y Ataque, los A 4, tienen el bautismo de fuego: esa es nuestra primera misión. Hace doce vuelos durante el día, de los cuales seis entraron en combate, pero los doce estuvieron en Malvinas en un esfuerzo muy crítico para tratar de detener a las unidades de superficie. Se daba todo, absolutamente todo, con tal de pararlos porque éramos conscientes de la importancia que tenía el desembarco de ellos. Y así fue. Después que desembarcaron las acciones cambiaron notablemente. (Sylvester)
-El 21 de mayo salimos a la mañana con seis aviones. Volamos sobre Malvinas sin reabastecernos en vuelo por la urgencia con que desde tierra requerían apoyo aéreo. Ahí tomamos conciencia de lo enorme que son las islas. Volando con A 4 después de cruzar 300 millas sobre el agua, no teníamos la ubicación exacta de dónde habíamos recalado. Volamos durante 20 minutos sobre las islas y nos vimos forzados a regresar por falta de combustible a Río Grande, con unas condiciones meteorológicas horribles. De inmediato vuelven a salir otros seis aviones que poco después van a establecer contacto con el enemigo. (Benítez)
 
-Ese día llegaron de regreso los aviones de la misión anterior. Río Grande era un espectáculo de película porque estaba también un escuadrón de Dagger de la Fuerza Aérea y se oía en todo momento el rugir de los aviones que despegaban en distintas misiones: se escuchaba desde el amanecer. Tomamos conciencia de la realidad. El A 4 es un avión que navega y tiene ayuda radioeléctrica de tierra, pero carece de un aviador inercial para recalar en un punto geográfico. Recala visualmente. Como había mucha niebla y nubosidad, los pilotos que nos precedieron no encontraron objetivos y por falta de combustible volvieron. Entonces sacamos dos conclusiones rápidas. Una, que debíamos ser muy cuidadosos en la recalada de la navegación y lejos de la zona enemiga. Y segundo que, en lo posible, teníamos que usar tanques de reabastecimiento. No obstante en el segundo vuelo, por apuro, tampoco usamos el tanque. Partimos el capitán Philippi –que era ex comandante de la escuadrilla y se acopló a la misión- el teniente Arca y el teniente Márquez. En los otros tres aviones estábamos yo de sublíder, el teniente Sylvester y el teniente Lecour. Tanto era el apuro que no pudimos salir juntos, ya que a los aviones había que cargarlos y colocarles las bombas, que es una maniobra bastante lenta. Además, nos corría la luminosidad del día, ya eran las 2 de la tarde. Así que los tres primeros aviones despegaron seis minutos antes. También nuestros ataques estaban previstos rasantes, porque no hay otra defensa. A diferencia del Super Etendard, el lanzamiento de nuestras armas es sobre el buque y no a una distancia prudencial. Por lo que es un buque hoy, no se concibe pasar por encima debido a su defensa electrónica y misilística. (Rótolo)


-O sea que ustedes iban con la idea de que las posibilidades de éxito se reducían a un diez o un 15 por ciento.
-No. Existían posibilidades concretas porque durante años habíamos hecho ataques sobre buques similares de nuestra flota. Teníamos valores con los que a veces vulnerábamos los sistemas electrónicos. Realizamos un cálculo. De cuatro aviones dos podían quedar, pero dos pasaban. El armamento nuestro era muy efectivo. Una sola bomba que le pegara al buque lo dejaba destruido en un 50 por ciento. Esa era nuestra posibilidad y nuestra guerra. No había otra. Así que seis minutos después partió la división mía, siempre con la prudencia de no hablar. Mi avión tenía una pequeña ventaja, un sistema Omega de navegación que depende de antenas ubicadas internacionalmente en el globo. Pero durante la guerra no las cortaron, lo que nos favoreció. Hicimos unas comparaciones con el teniente Sylvester y no hablamos más. Escuchábamos lo que le ocurría a la primera sección. (Rótolo)
-Nosotros, como dijo el capitán Rótolo, habíamos salido unos seis minutos antes. El capitán Philippi iba de líder, de número dos el teniente Márquez y de número tres yo. Hicimos una aviación escolástica en altura, perfil alto bajo, como se llama, descendimos a 60 millas de la isla, hablamos por primera vez cuando yo dije "Señor, ahí están las islas", y descendimos a menos de 30 metros. Los cerros, las costas de la isla estaban muy por encima nuestro. Yo diría que íbamos entre 10 y 5 metros de altura; tan es así que a veces el mar salpicaba el parabrisas. La velocidad era de alrededor de 950 kilómetros por hora. La misión nuestra era atacar un buque que salía por el canal de San Carlos, averiado. No existió nunca. Al menos no lo vimos. Ahí hubiera terminado nuestra misión. Pero teníamos un objetivo secundario que eran los veinte buques que estaban desembarcando en la bahía de San Carlos. Cruzamos a la islas Soledad iniciando el ataque hacia la bahía de San Carlos. Pasamos por encima del "Carcarañá", un buque de transporte averiado por los Harrier, que estaba varado en la costa. En un momento dado vimos un buque navegando cerca de la orilla, unas dos o tres millas hacia adentro.
Mi primera intención es ir al ataque, pero el capitán Philippi ordena mantenerse en el mismo rumbo, hasta llegar a 90 grados del buque. (Arca)
-¿Estaban ya detectados por el buque?
-No teníamos indicación para saberlo, carecíamos del instrumental que posee el Super Etendard. Si un misil nos lleva por delante lo advertimos cuando explotamos. De todos modos supimos que el buque nos había detectado porque empezó a realizar maniobras evasivas. Se fue hacia afuera del canal. Desde que lo vimos transcurrió un minuto, un minuto treinta, sin que nos lanzara ningún proyectil. ¿Por qué no lo hacía? Porque nosotros estábamos pegados a la costa y el sistema de ellos no les permitía discernir entre el blanco y la costa. (Arca)
-Intencionalmente ustedes estaban pegados a la costa.
-Claro. Nos mimetizábamos con la costa, bien bajos. El sistema de armas de ellos no discernía el blanco.
-Conviene aclarar que los buques tienen sus máximas capacidades, cuando el sistema de armas está diseñado para trabajar en aguas abiertas. Cuando están cerca de la costa sus radares ven limitadas sus capacidades por los ecos que representan las costas. Eso estuvo a favor de nuestros aviones y los de la Fuerza Aérea. En aguas abiertas las posibilidades de supervivencia del avión son nulas. (Curilovic)
-Estando en posición giramos hacia el buque, que era la fragata "Ardent". Cuando asomamos el avión en el agua, empiezan a tirarnos, y nos forman una pared de fuego entre el buque y nuestro avión. Era algo que yo no había visto nunca. Sólo en las películas. Mientras avanzábamos iban explotando las granadas y se veía el efectos de los impactos en el agua. (Arca)
-¿Qué pensaba usted en ese momento?
-En ese momento uno no es tan razonable, más bien está automatizado para actuar de acuerdo con el adiestramiento que tuvo en su vida. Por eso uno defiende tanto la posición del piloto que está formado. Comprobamos que no improvisa absolutamente nada. Hace exactamente lo que aprendió.


-¿Desaparece el instinto de conservación que a veces lo obliga a uno a actuar de una manera que no es lógica?
-Yo creo que estamos tan adoctrinados con nuestro adiestramiento que no permite otra cosa que cumplir con los objetivos que nos hemos trazado al comienzo. Y ese objetivo era el combate. Era el lanzamiento de las bombas. No permite otro tipo de razonamiento. De todos modos cuando salimos a volar siempre pensamos "a mí no me va a tocar". Y cada uno piensa lo mismo. (Arca)
-Suicidas no somos. Somos profesionales. Siempre uno trata de buscar esa pequeña posibilidad para uno o para el grupito... (Rótolo)
-Lo más importante del adiestramiento que nombró Arca es que en todos los casos la Aviación Naval lo hace, por supuesto, sobre el mar, con operaciones sobre el portaaviones, volando rasante, diurno, nocturno, contra buques. O sea que el propio adiestramiento tiene tal riesgo que lo habitúa al peligro.
-Mientras a uno no lo tocan, uno ve. Es un espectador maravilloso de lo que pasa. Hay una gran tensión antes de empezar la misión. Se tienen en cuenta los cálculos de riesgo que cada uno hace personalmente. Pero una vez cerrada la cabina, e iniciado el vuelo, uno se sentía como siempre, consideraba todo normal. Y si no lo tocaban, lo único que hacía es seguir para adelante hasta cumplir con la tarea. (Rótolo)
Arca prosigue su relato
-Estábamos en medio del fuego enemigo. Nos tiraban hasta con 12,7 desde el puente (lo supimos después por publicaciones). Es decir, nos tiraban con todo lo que tenían. Entramos los tres aviones. Primero el capitán Philippi; por el giro hacia adentro entré yo segundo y el teniente Márquez, tercero. Entre avión y avión debíamos llevar una diferencia de 14 segundos, pero la necesidad del combate y la urgencia con que se presentó el buque fuimos uno tras otro aproximadamente en siete segundos. El capitán Philippi disparó sus cuatro bombas sobre el buque. Las veo salir, se abren las cuatro bombas que son frenadas para permitir que el avión se aleje; y la última, mientras el buque avanza a toda velocidad, pega en la popa y explota. Mi esperanza era que el capitán Philippi errara, para no tener que agarrar todo lo que saltara para arriba. Pero no fue así. Yo me tragué todo. Pasé en medio del fuego del capitán Philippi, a trescientos pies, y tiré mis bombas. Yo había alertado al capitán Philippi de su impacto. Y el teniente Márquez que viene atrás mío me dijo: "otra en la popa". Una de las cuatro que yo tiré también pegó en la popa. Salimos los tres aviones y volvíamos escapando por el mismo lugar, separados por unos 500 metros, cuando el teniente Márquez ve los Harrier. Ese fue un baldazo de agua fría, porque sabíamos que debíamos entrar en combate con ellos. A los 10 o 15 segundos, el teniente Márquez desaparece. Después nos enteramos que había explotado en el aire. El piloto que le tiró con sus cañones dijo que su avión se había desintegrado en el aire. Uno de los Harrier casi llega a nivel mío. Yo lo veo ahí. Dispara el misil y le pega en el tubo de chorro al capitán Philippi. En ese instante vi los piques de los cañones en el agua. El capitán se eyecta y yo empiezo a combatir con el otro Harrier, sin armas. Mis cañones estaban trabados y había tirado las bombas. Me impactó unos diez tiros mientras yo trataba de evadirlo. El combate duró pocos segundos, tal vez 30, y con el avión totalmente averiado me voy a Puerto Argentino, perseguido por dos Harrier que estaban haciéndome intercepción porque yo iba hablando requiriendo pista y pidiendo que me ubicaran porque estaba totalmente fuera de control. Desde abajo observan cuando los dos Harrier me disparan nuevamente. De Puerto Argentino me piden que eyecte. Yo no eyecto. Cuando intento aterrizar no puedo hacerlo porque me faltaba uno de los trenes de aterrizaje. En definitiva eyecto sobre el agua y soy rescatado por uno de los helicópteros del Ejército.
-¿Cuánto tiempo permaneció en el agua?
-Treinta minutos, y tuve principio de congelamiento de pies y de manos. Eso demandó un trabajo médico continuo de 24 horas para volverme a la normalidad. Salí colgado del helicóptero porque no tenía medios de rescate, agarrándome con los brazos, ya que el helicóptero puso los esquíes casi adentro del agua. Yo me monté en caballito invertido y salí del agua así... Estuve ocho días en Puerto Argentino, con el bombardeo constante.
-¿Tenia familia aquí, en el continente?
-Tenía mi señora y tres chicos. El día 24 de mayo pude hablar con mi señora desde Puerto Argentino y ese día coincidió con el cumpleaños de mi hijo. Yo no me acordaba,
-Debe haber sido un momento muy emocionante.
-Sí, porque ella se enteró de que los aviones habían sido derribados, lo que ocasiona el problema sentimental que cualquiera puede imaginar. Cuando escuchó mi voz se tranquilizó. Lo único que yo tenia era una fractura en el brazo. El éxito que habíamos tenido en esa misión era muy redituable para la escuadrilla. (Arca)
Mientras todo esto ocurría, los pilotos que habían quedado en tierra vivían momentos de incertidumbre y preocupación, pues ninguno de los tres A 4 que habían partido en la misión retornaba dentro del tiempo previsto.
-Estábamos en un vehículo de comunicaciones en el que interceptábamos los mensajes de los aviones cuando regresaban. Creo que fue la tarde más angustiosa que hemos pasado. No sabíamos nada de lo que estaba ocurriendo, hasta que recibimos las comunicaciones de la segunda sección que regresaba. Cuando el capitán Rótolo se comunica con el aeródromo de Río Grande, aproximadamente a 160 o 170 millas, tenemos la seguridad de que la primera escuadrilla había sido derribada, porque en ese momento ya debería estar aterrizando. Esa noche nos enteramos de que un piloto había eyectado en Puerto Argentino y que estaba bien. No sabíamos quién era. De los otros dos no teníamos noticias. Al otro día, a la mañana, supimos que el que estaba en Puerto Argentino era Arca, y cinco días más tarde tuvimos noticias de que Philippi estaba vivo.
-¿Cómo se había salvado?
-Hizo una supervivencia en el agua y logró llegar a tierra, donde se unió a una familia de kelpers, estuvo dos días con ellos, hasta que por radio se comunicó con Puerto Argentino y un helicóptero lo fue a buscar. (Arca)
-Primero se había refugiado en una cabaña y para comer tuvo que matar un cordero.
-Nosotros íbamos atrás y escuchamos las comunicaciones. Como recordará habíamos partido seis minutos más tarde. Escuchamos cuando dijeron que ya estaban rasantes sobre el agua para no ser detectados. otro dijo "qué ancho es el estrecho", un detalle que nos sorprendió; escuchamos también la detección del buque y tras el ataque intuimos que habían sido derribados. Uno dijo "me eyecto"; otro gritó "Harrier", y se perdieron las comunicaciones. Nosotros estábamos descendiendo y nos dijimos "eso es lo que hay. Eso es lo que nos espera". Realizamos el mismo trayecto que ellos recostándonos un poco más sobre tierra. Atravesamos una bahía, encolumnados, protegiéndonos, bien rasantes. Sabíamos que arriba había Harriers. Desde la bahía descubrimos tres buques en el canal. Les pregunto a los demás si estaban conmigo, en una forma un poco jocosa; yo no los veía, ellos venían atrás. Les designo el blanco y nos largamos hacia ese blanco. El fuego era intenso. Nos tiraban todos los buques. En ese momento uno a lo que aspira es a no fallar y a que no lo toquen. No puede pensar mucho más, porque todo sucede muy rápido. Yo lanzo mis bombas y trato de escapar, cuando veo un buque atravesado que también me estaba tirando, así que cambio el escape y me voy por detrás de las islas. (Rótolo)
-Yo iba siguiendo al avión líder cuando vi que le estaban tirando. Recién me di cuenta de los buques que estaban al costado. No noto que me tiren. En el momento en que atravieso la columna de humo descubro al líder que se me está viniendo encima. No sabía que ocurría. "Quiere atacar otra vez", pensé, en lugar de escapar, "se enloqueció". Entonces oí que me decía "para acá no, que nos están tirando". Nos metimos en la costa y enfilamos por unos cañadones. En ese instante -después de haber arrojado las bombas- es cuando uno deja de ser un autómata y vuelve a tomar conciencia de que tiene que sobrevivir. En ese momento se siente un paria porque no tiene municiones, está en un terreno que no conoce, con poco combustible. (Lecour)
-Además estábamos a 8.000 metros de altura, es decir que podíamos ser detectados por cualquier unidad de superficie. Cualquier buque próximo nos podía derribar con toda facilidad. Carecíamos de defensas. (Sylvester)
-Para nosotros ése fue un día importante, ya que era nuestro bautismo de fuego. A la mañana, como los aviones fueron y volvieron, todo parecía normal. No había entrado todavía en la realidad de la crudeza que tiene la guerra. El primer impacto lo sentí en vuelo al oír la voz del capitán Philippi avisando que se eyectaba. Entonces me di cuenta de que las cosas eran distintas a un adiestramiento normal. En ese instante, no sé por qué, rompí el silencio electrónico. Lo llamé a Arca y también a Márquez. Tuve la impresión de que estaban todos derribados, y comprendía la crudeza del lugar donde íbamos a entrar. Estábamos recalando en la Gran Malvina y allí decidió el capitán Rótolo seguir a la isla Soledad. Según el capitán Philippi eso fue lo que nos salvó y nos permitió atacar. Nuestro camino estaba previsto por el estrecho, no por la isla Soledad. Según supimos después, mientras el capitán Philippi nadaba hacia la costa, vio pasar varias veces los Harriers patrullando el estrecho. Marchábamos sobre tierra con idea de llegar a la bahía de San Carlos, que era donde se estaba desembarcando. Pero tuvimos que cruzar la bahía Ruiz Puente, ubicada un poco antes, y tuvimos que atacar a los buques que estaban ahí, porque no quedaba otra alternativa. Había cuatro buques. Tres al costado y uno en la proa del avión líder. Yo, como iba tercero, vi el ataque desde una cómoda platea. Notaba sobre todo los piques de la artillería en el agua; vi pasar muchos disparos al costado del capitán Rótolo: no tantos al lado mío. Observé cómo el capitán Rótolo atacaba al buque volando a baja altura y según nuestros procedimientos. Todas las bombas que lanzó él explotaron. El lanzamiento fue muy bueno, pero con la mala suerte de que el buque quedó horquillado, con unas bombas antes y otras después. Es impresionante el efecto que producen las bombas, el humo, los fragmentos que se elevan de un modo sorprendente. Mucho más alto que nuestras alturas de lanzamiento. Las bombas de Lecour, que fue el segundo que tiró, horquillaron la nave nuevamente. Una pegó muy cerca del buque y lo encerró. El buque para mi desapareció en una bola de humo y de fragmentos. Estimamos que era un fragata tipo 21. En la numerosa nómina de buques averiados que tuvo la flota inglesa no logramos nunca averiguar cuál era... Yo atravesé esa nube de humo y cuando estaba encima empecé a divisar la sombra del barco que intentaba salir con todo timón hacia la izquierda, es decir hacia el lado opuesto en el que había caído la bomba. Hice mis lanzamientos, cuyo efecto no pudo ser verificado, pues no venía nadie atrás mío. En el escape nos habíamos quedado casi sin combustible y no podíamos volar a baja altura; así que nos alejamos a casi 8.000 metros de altura y con la seguridad de que podíamos ser interceptados. Aterrizamos en Río Grande con muy poco combustible. Dos aviones estaban averiados, presumiblemente por las propias esquirlas de nuestras bombas. (Sylvester)


-¿Fue casi milagroso el regreso?
-No. Milagroso, no. Pero tuvimos mucha suerte. La suerte que no tuvieron los tres que nos antecedieron. Sabiendo lo que le habla ocurrido a ellos, nosotros estábamos permanentemente esperando ser derribados, hasta que nos alejamos un poco de las Malvinas. (Sylvester)
-Esa suerte es la que no tuvimos nosotros. Ni bien salimos de los buques y nos disponíamos a escapar y descansar, teníamos encima a los Harrier. (Arca)
-Hubo una comunicación en el momento de escapar del capitán Rótolo, que nos hizo reír mucho, no en ese instante sino después. "¿Estamos todos?", preguntó. Escuché que Lecour respondía "yo, sí". Enseguida agregué "yo, también". Y Rótolo exclamó "¡qué suerte!". Le salió del alma. (Sylvester)
-Demuestra lo que pensábamos. No teníamos muchas esperanzas. Además de las defensas de los buques ellos atacaban desde las lomas y, como era el último ataque del día, ya no podíamos aprovechar el factor sorpresa.
-Lo que tiene que quedar claro es que esto no fue obra de la casualidad. Nosotros hicimos en las Malvinas lo que hablamos practicado durante toda la vida en tiempo de paz. Volamos como volamos siempre, utilizamos la técnica de ataque que teníamos prevista y tiramos el armamento apropiado para ese tipo de unidades de superficie. No fue casualidad que una unidad nuestra terminara de hundir a la "Ardent", atacada previamente por la Fuerza Aérea, como ha sido reconocido. Y que otra tenga responsabilidad en el hundimiento de la "Antílope". (Sylvester)
El 22 de mayo las operaciones aéreas quedan suspendidas por mala meteorología tanto en Río Grande como en Islas Malvinas. Nos quedaban solamente cuatro aviones por los derribos y las averías sufridas el día anterior. El 23 a la mañana tuvimos una misión ante un buque que presumiblemente se estaba acercando a Río Grande, a unas 150 millas. El capitán Castro Fox estaba a cargo de la Tercera de Ataque. Estaba sin vuelo debido a un accidente muy grande que tuvo a bordo del portaaviones. No podía cerrar la cabina por un defecto en un brazo. Se la cerraban desde afuera. Zubizarreta era el segundo comandante, el capitán Oliveira y yo integrábamos el grupo. Fue un falso contacto, así que tuvimos que volver nuevamente a pre-vuelo. Nos enteramos de que probablemente atacaríamos el puerto de San Carlos, lugar de desembarco inglés. Después de una división cae 4 A4 de Fuerza Aérea, llegaríamos nosotros y luego los Dagger de la Fuerza Aérea. Despegamos pasado el mediodía. A raíz de la experiencia del día 21 solicitamos hacer reaprovisionamiento en vuelo. Había una pésima meteorología. Creo que fue una verdadera casualidad poder encontrar al tanque y reabastecernos. Cien millas antes estábamos rasantes y recalamos en San Jorge. Por el oeste entrábamos al puerto de San Carlos. Primero nos informaron que allí había cuatro buques. Después nos confirmaron que eran alrededor de doce. Uno de nuestros aviones tuvo un problema de combustible y se vio obligado a regresar a Río Grande. Así, que nuestra misión continuaba sólo con tres aviones. Durante la aproximación nos comunicábamos con una nave de Fuerza Aérea que estaba a 40.000 pies y que era la que dirigía la maniobra de las tres secciones de ataque. Cuando empezamos a navegar rasante le pedimos informes sobre la primera sección. Queríamos saber qué había encontrado. Ya sobre las islas escuchamos la primera comunicación de un numeral dé la Fuerza Aérea. No lo entendíamos bien. Después salió el número 3 diciendo "El número 2 no viene, el número 4 está perdiendo combustible por todos lados y pide tanque". 0 sea, que uno habla sido derribado, otro estaba en una situación critica y el tercero probablemente, el que daba las comunicaciones, regresaba bien. Así que mí primera impresión era que al llegar a San Carlos encontraríamos una gran humareda. Cuando íbamos a saltar un morro para caer sobre el canal escuchamos al capitán Castro que nos dijo ."Buena suerte". Avanzábamos encolumnados a una distancia de cien metros entre avión y avión. A llegar a San Carlos estábamos a 1.000 pies, demasiado alto para nuestras técnicas de ataque. Yo sigo al capitán Castro que pone punta abajo y avanza rasante. Cuando miro alcanzo a divisar cuatro buques y veo que él se dirige al más grande, que era un destructor. A mi derecha queda una fragata tipo 21. Hasta ahí no pasaba nada. El mar permanecía absolutamente calmo, mucho sol, gaviotas por todos lados y ni una sola columna de humo. -¿Qué habla pasado? La misión anterior de Fuerza Aérea se vio precisada a atacar a un buque en el estrecho y no había llegado a la bahía. Nuestra primera sorpresa fue que los buques no tiraban. Los fogonazos venían desde tierra y se veía a los misiles como una bengala roja. Uno de ellos pasa entre los dos aviones, el de Castro y el mío. Traté de ocuparme de mi buque y puse todo el acelerador para llegar cuanto antes hasta él. Cuando estuve a distancia traté de tirar, también con mis cañones. La fragata 21 que yo ataqué tenía su cañón apuntando al avión de Castro y le disparaba en forma permanente. Cuando siento que el buque se me viene encima se me traban los cañones, no sale ningún tiro y cambio de selector para tomar las bombas. Al lanzar las bombas se me va la nariz violentamente arriba por el desprendimiento del peso. En ese momento dejé de ver a Castro. Tres bombas hablan salido y una quedó trabada. Entonces escuché al capitán Zubizarreta que decía "Yo ataco al buque del estrecho". Yo pasé la cordillera norte de San Carlos. El capitán Castro sigue y se interna en la isla Soledad. Después regresamos todos en forma independiente por el mismo camino. Recuerdo que antes de entrar en combate el temor más grande mío era cometer un error. Creo que revisé treinta veces los selectores. Cuando ya estaba en el escenario tuve la sensación de estar presenciando una película muda. (Benítez)
-¿Desde qué altura lanzaban las bombas?
-Desde unos treinta metros más o menos.
-¿Veían gente a bordo?
-No. El buque que yo ataqué no tenía una sola persona en cubierta. Me acuerdo que era gris perla clarito. Estaba brillante, parecía nuevo. Tampoco veía a nadie en tierra. Solamente los fogonazos. En el regreso me encontré con Zubizarreta sobre la Gran Malvina. El no había podido lanzar sus bombas por una falla de armamento. Atrás venía Castro con un problema de combustible. Nos avisaba que ascendía a pesar del riesgo de ser interceptado. Al llegar a Río Grande encontramos muy mala meteorología, la pista mojada y el viento fuera de límite. Zubizarreta estimó que no era necesario largar las bombas. Las quería conservar para un próximo ataque. Yo aterricé con dificultad en la pista, pero el avión era controlable. Cuando aterriza Zubizarreta tiene la desgracia de reventar un neumático, con todas las bombas abajo, el avión se va de pista, él eyecta y muere en la eyección. Castro, a pesar de la falta de combustible, aterrizó sin problemas. Según el relato de los ingleses y de la Fuerza Aérea, la "Antílope" sufrió ese día varios ataques. Mis bombas no estallaron. La "Antílope" es hundida cuando tratan de desactivar la bomba que tiene adentro el buque. (Benítez)
 
Rabinos en el Conflicto del Atlantico Sur

Notar el post 5256:
http://www.zona-militar.com/foros/m...nflicto-de-malvinas-fotos-351.html#post953378

La idea de la comunidad judía era de enviar rabinos a MLV para prestar asistencia espiritual a soldados de ese credo religioso y se tuvo la autorización del Jefe del Estado mayor Conjunto (Vicealmirante SUAREZ DEL CERRO). Por razones operativas mediados del mes de mayo no pudieron cruzar a las Islas y quedaron en el continente en distintos lugares de la Patagonia.
En total fueron 5 rabinos, en relevos.El primero en llegar(mediados de mayo) fue Baruj PLAVNICK en CRV y relevado por Felipe YAFE. A Río Gallegos fue Tzi GRUNBLATT relevado por su hermano Natan GRUNBLATT y por último Efrain DINES que se movió entre CRV, Rawson y Puerto Madryn. Más información al respecto no tengo pero conozco una persona que podría aportar algo más pero me parece que no será relevante.

aparentemente se envió un rabino a las islas,
sería bueno conocer fechas o nombres......


una posivilidad es que se trate del rabino Baruj Plavnick

el forista Willypicapiedra acota:
"No parece MLV, yo diría que es el sur, pero con respecto al rabino, por lo que pude hablar, fueron un pastor y un rabino para atender necesidades espirituales de varios soldados, incluido el operador de radio de la Ca Cdo(s) 602 que era judío. "


en tanto que cartero:
"De acuerdo al Padre Vicente Martinez Torrens, el rabino solo llego hasta Comodoro Rivadavia, y no cruzo a las Malvinas."
 
Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración

Misión de exploración aérea electrónica detecta blancos
Un avión Neptune de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración con asiento en la base naval de Rio Grande comandado por el capitan de la armada Perez Roca detecta durante un vuelo de exploracion que busca garantizar condiciones de vuelo seguras para aviones Hercules C-130 en mision de aprovisionamiento a las tropas en las islas una concentracion naval britanica al sureste de la isla Gran Malvina. Los blancos de oportunidad detectados permiten poner en marcha la primera mision de ataque con aviones navales armados con misiles Exocet de la guerra. La actuacion de la tripulacion del Neptune es relevante por los riesgos asumidos al permanecer en la zona para confirmar la posicion de los blancos aun despues de ser detectado por las naves britanicas y por las limitaciones tecnicas y precarias condiciones de funcionamiento de su radar a las que han sabido sobreponerse.



Todo comenzó con un vuelo de exploración, que curiosamente no estaba directamente ligado a la conducción de un ataque con Super Etendard sino a una exploración antisuperficie para verificar si el área estaba libre de buques enemigos, y permitir así la llegada a Puerto Argentino de tres aviones C-130, Hércules, de la Fuerza Aérea Argentina, con abastecimientos para la isla. Así partió el avión Neptune, de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración, sin protección alguna pues nadie podía proveerla por razones de autonomía. Diseñado en 1954 este avión había rendido en la Argentina todo lo que podía dar, es un modelo viejo del que es difícil conseguir repuestos y que con sus sensores disminuidos no daba mayores seguridades en su operación. Pero aún así intervino en el conflicto. La Escuadrilla contaba solamente con dos aviones de ese tipo y en similar estado.
El Neptune, comandado por el (Capitan de Corbeta Ernesto Proni Leston )*(1) , despegó a las 04.00 del 4 de mayo y se internó en el mar, con un arrumbamiento que lo llevaba inicialmente por el sur de Malvinas, antes de rodearlas totalmente. Poseía un elemental sistema MAE (Medida de Apoyo Electrónico) que podía proveerle un pobre aviso de haber sido iluminado por un radar enemigo. En otras palabras, al no ser muy confiable este sensor, podía darse el caso de volar, casi ciego, hacia un buque equipado con misiles. El tiempo era malo, con nubes bajas, lo que si bien por un lado dificultaba el vuelo, por otro le daba cobertura visual contra el enemigo. La forma de operar era la clásica. Se volaba bajo y cuando había que hacer una emisión radar para investigar se ascendía con rapidez hasta unos 1.000 metros, se hacía el barrido descendiendo luego rápidamente con un sensible cambio de rumbo para dificultar la posible detección o el seguimiento por radar del enemigo, si era descubierto. A las 05.00 obtuvo el primer contacto, pero fue informado por su Comando que se trataba del Aviso ARA Comodoro Same/lera, en su estación de salvamento. A las 07.00 se le informó que Puerto Argentino estaba bajo ataque, lo que eliminaba la posibilidad del vuelo de los 3 C-130. El explorador se mantuvo en el área esperando órdenes. En mitad de su tarea, el radar quedó fuera de servicio, pero en lugar de anular la misión y regresar, actitud que nadie le habría reprochado, se trabajó afanosamente en pleno vuelo para lograr su reparación.

A las 07.50, recuperado el equipo, se obtuvo un nuevo contacto sobre un "duende" mediano, que los sorprendió pues el análisis de su emisión radar lo mostraba corno un buque de guerra, posiblemente destructor misilístico tipo D-42. Una de las naves más modernas de Gran Bretaña. Se informó al Comando de la Fuerza Aeronaval FT 80 y se dio su posición y datos de radar. Estaba a 85 millas al sur de Puerto Argentino, y a 90 millas al este del Neptune. Casi con seguridad también el buque había detectado al explorador, por las indicaciones del MAE. Minutos después se le ordenó mantener contacto discreto sobre ese "duende", quedando definitivamente anulada la exploración para los C-130. Así lo hicieron, pero en cada ascenso y barrido radar que se realizaba para verificar novedades del "duende" comprobaron que el enemigo volvía a tenerlo inmediatamente en su pantalla; en una oportunidad se escucharon las comunicaciones de transferencia a una Patrulla Aérea de Combate, de una estación a otra, para interceptarlo.

La emisión radar propia de las 08.45 trajo otra sorpresa. La pantalla presentaba tres ecos; al anterior se había sumado uno grande y otro mediano, todos a 60 millas de distancia. El explorador continuó con sus maniobras evasivas, alejándose en distintas piernas hacia el sur. En ese período, al hacer nuevas pruebas de radar volvieron a quemarse sus cristales. Su Comando estaba en conocimiento de este inconveniente por lo que se le pidió que informara la posición de los buques a las 10.30 —cosa que se cumplió—; el Neptune presumía, con razón, que estos datos contribuirían a una misión de Super Etendard en desarrollo. En su último ascenso para utilizar el radar comprobó que había sido detectado nuevamente. Dio la posición de los blancos, retomó su vuelo rasante y se alejó de la zona, para aterrizar, luego de siete horas de vuelo total, en conocimiento ahora de que los Super Etendard estaban en camino. Para éstos, ése iba a ser el único ataque efectuado casi de acuerdo con la planificación clásica, que exigía exploración antisuperficie previa al despegue para dar una posición inicial del objetivo y su constitución y mantenerse luego en contacto para actualizar la posición antes del ataque.

Con la ubicación inicial del enemigo a unas 100 millas al sur de Puerto Argentino y aproximadamente a 380 millas de la Base Aeronaval Río Grande, el Comando de la Aviación Naval ordenó el despegue de los Super Etendard, a las 09-45. El binomio encargado de la misión estaba constituido por el capitán de corbeta A. Bedacarratz, Segundo Comandante de la Escuadrilla y el teniente de fragata A. Mayora, quienes luego del despegue ascendieron rápidamente hasta los 4.500 metros, proa al punto de encuentro con el avión tanque KC-130 de la Fuerza Aérea. Tanto el vuelo como la maniobra de transferencia de combustible se realizaron, como es disciplina de esa Unidad Aeronaval en el más estricto silencio. Entre ambos aviones de ataque sólo existían comunicaciones por señas, y a veces el entendimiento entre ambos pilotos era tal que podían prescindir de ellas.

A las 10.04, una vez completado el reabastecimiento, se desengancharon de las mangueras del avión tanquero y a 250 millas del blanco comenzaron la fase final del ataque. A medida que se acercaban al objetivo, mientras las condiciones meteorológicas empeoraban, empezaron a recibir débiles señales de alarma en sus equipos MAE, que los alertaban de que radares enemigos los estaban iluminando en una primera fase de detección. Iniciaron el descenso a ras del mar, un mar oscuro, con blancas olas que contrastaban su color y que los veían pasar a 800 km por hora. El tiempo era decididamente malo, con chubascos y bancos de niebla que disminuían la visibilidad a 1.000 metros, mientras que un colchón de nubes les daba un techo de 150 metros. A las 10.30, como se ha dicho, el avión explorador les dio su informe final sobre los blancos que tenía en su pantalla, y cerró su mensaje con una última palabra no contemplada en el severo léxico naval para estas comunicaciones operativas: "Aries, aquí Mercurio: confirmo duende grande y dos medianos en 52° 33' 5" Sur y 57" 40' 5" Oeste; otro mediano en 52O 48'5" Sur y 57O 31' 5" Oeste... Suerte".
 
Policía federal en Malvinas

Lo que sigue es parte del relato de un forista muy confiable, que confirma la presencia de personal de la PFA en Malvinas:

Uno de los jets de la PFA depositó a un oficial de PFA allá en Puerto Argentino. La misión era muy clara: lograr la apertura de la caja fuerte del Gobernador Ingles de Malvinas. La tarea se realizó con todo éxito, sin atentar contra la integridad de la caja.

El Gobernador de Malvinas por ese entonces confirmó entusiasmado al aire (en una entrevista radial) este asunto, confirmando además que fue personal de la PFA especialista en este tipo de misiones que lo asistió a su pedido en aquella oportunidad y que el contenido de la caja (billetes, papel moneda local) fue utilizado por su gobernación para hacer frente a los gastos de arriendo de equipos y propiedades de los isleños como así también, le permitió hacer frente al pago de los animales que reforzaron la dieta de parte de la tropa en aquellos lejanos días de 1982.



Del libro: Malvinas, guerra oculta. Victor Hugo RANDAZZO (autor del libro)
El libro está cargado de errores, es más se duda que el autor haya ido a MLV...



Julio José DERITO y Alberto Iazurlo

los únicos que estuvieron en las islas y participaron de la apertura de la caja.
llegan el 10 de abril y regresan a fines de mes.





Además hay que sumar a 5 pilotos que formaron parte del escuadrón fenix:
MANTERO Aníbal Oriente - Subcomisario
ARCIDIACONO Ignacio Juan - Oficial Principal
CANCRINI Miguel Ángel -Oficial Principal
DIAZ Oscar Alberto - Oficial Inspector
MARTINEZ Aníbal - sargento ..........mecánico de vuelo
MASCARIN Pedro - cabo..........mecánico de vuelo

POLICIAS
BERTOLA Oscar Alberto - Oficial Ayudante policía provincia de Santa Fe
FORASTIERO José Alberto - Oficial Subinspector
PIÑEIRO Fernando Alberto - Subcomisario (R) PFA
SOLDAN Fernando - Oficial Subinspector
VIÑUELAS Sergio René - Oficial Sub-ayudante policía provincia de Santa Fe


Aclaración del forista Flakiten
“Don Fernando Soldan era en esa época Oficial Subinspector, pero de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que junto al Oficial Subinspector José Alberto Forastiero (también PBA) conformaban la tripulación del MBB Bo-105CBS-2 cn395 LQ-MOA (PB395), destacado hasta donde tengo evidencia en San Julián.”



Del libro escuadrón fénix (J Muñoz)
A raíz del conflicto, se aprestaron en la PFA hombres y equipos apropiados para cumplir tareas en las Islas. Con tal motivo la jefatura dispuso que efectivos del cuerpo de infantería y otras dependencias operativas tales como Transito, Comunicaciones, y Bomberos especializados. El ofrecimiento efectuado por el entonces jefe de la policía a los mandos del gobierno militar, no tuvo cabida en cuanto a enviar efectivos al archipiélago.
 
Última edición:

J@vier63

Veterano Guerra de Malvinas
Nippur 1967: Es excelente el trabajo que estas haciendo, la verdad, IMPRESIONANTE, deberias escribir un libro con esto.
 
jua!
te agradezco, pero primero debería aprender a escribir......
un abrazo

Nippur, vos que junto a Ulugali son los capos de esto, coincido con Javier, te pido un favor, si me podés conseguir información, listados, etc. o lo que sea del personal del GADA 101 Batería B, que sirvió en Cambers agregado al GADA 601. Tengo el relato del desempeño del GADA 101 del combate del 13 y 14 de Junio, pero estoy interesado en más datos.
Desde ya muchísimas gracias y felicitaciones por tu trabajo y buen año que comienza.

Un abrazo.
 
Nippur, vos que junto a Ulugali son los capos de esto, coincido con Javier, te pido un favor, si me podés conseguir información, listados, etc. o lo que sea del personal del GADA 101 Batería B, que sirvió en Cambers agregado al GADA 601. Tengo el relato del desempeño del GADA 101 del combate del 13 y 14 de Junio, pero estoy interesado en más datos.
Desde ya muchísimas gracias y felicitaciones por tu trabajo y buen año que comienza.

Un abrazo.

El amigo ulugali tuvo la gentileza de enviarme por correo todo el personal del BIM5 y del GADA 101, entre otros.
Aun no terminé de tipear, de hecho me falta bastante…..
Trataré, de en estos días, postear el personal del GADA 101.
 

J@vier63

Veterano Guerra de Malvinas
Nippur 1967: jua jua, eso se arregla con el corrector ortografico del word! (me lo dijo un amigo) je. AL margen de la joda, lo del libro es en serio, es mucho material el que tenes, de buena fuente, detallado y podria agregar varias cosas mas, pero ya seria adulacion.
 
ESCUADRON "DAGGER"

El 4 de abril de 1982 el Comodoro Tomás Rodríguez, recibió instrucciones para alistar los aviones hacia tierras patagónicas. El 25 de abril de 1982 se constituyeron 2 Escuadrones aeromóviles a saber:

El I Escuadrón Aeromóvil “Avutardas Salvajes” en la Base Aérea Militar Río Grande a 690 Km. de Malvinas a órdenes del Mayor Carlos Martínez e integrado por los Capitanes Cimatti, Maffeis, Mir González, Rhode, Janett, Moreno, Robles, los Primeros Tenientes Ratti, Luna, Gabari, Ardiles, Antonietti, y los tenientes Bernhardt, Bean, y Volponi.

El II Escuadrón Aeromóvil “La Marinete” en la Base Aérea Militar San Julián a 700 Km de Malvinas a órdenes del Mayor Sapolsky que al poco tiempo fue reemplazado por el Vcom L. Villar e integrado por los Mayores Piuma, Puga, los capitanes Donadille, Díaz, Dellepiane, Dimeglio, Demierre, los Primeros Tenientes Musso, Senn, Román, Callejo y los Tenientes Aguirre Faget, Valente y Castillo.


Cada Escuadrón disponía de 10 a 12 Dagger y operaron con 3 tanques pendulares de 1300 Lts y con bombas inglesas de cola lisa de 1000 y 500 libras con paracaídas de frenado de origen español. Para misiones de combate aéreo estaban disponibles los misiles Shafrir Mk IV.

El 1 de mayo de 1982 tuvo lugar el bautismo de fuego de la FAA jornada durante la cual los Dagger completaron 13 salidas.

Durante el conflicto fueron derribados los siguientes aviones:

C-433 Recibido el 29-03-81. Derribado a las 16:37 en combate aéreo el 01-05-82 en las Islas Bougainville por impacto de misil AIM-9L Sidewinder, lanzado desde el Sea Harrier XZ455. El 1 Ten José Ardiles, muerto en acción.

C-428: Recibido el 29-03-81 Derribado a las 10:31 en ataque a buque el 21-05-82 la escuadrilla Ñandú se trabó en combate en el Estrecho San Carlos contra la fragata HMS(F88) “Broadsword” y HMS(F56) “Argonaut”, en esta acción un misil B Ae Sea Wolf destruyo el dagger causando la muerte del teniente Pedro Bean cayendo al mar en las proximidades de Promontorio Güemes (Fanning Head).

C-409: : Recibido el 06-12-78. Derribado a las 14:47 en intercepción aérea el 21-05-82 en la Isla Gran Malvina por impacto de misil AIM-9L Sidewinder lanzado por el sea Harrier XZ455. Piloto 1er Ten Luna eyectado.

C-403: Recibido el 26-11-78. Derribado a las 14:58 en intercepción aérea el 21-05-82 en el Estrecho San Carlos por impacto de misil AIM-9L Sidewinder lanzado por el Sea Harrier ZA190. Piloto Capitán Donadille eyectado. Marinete

C-404: Recibido el 26-11-78. Derribado a las 14:58 en intercepción aérea el 21-05-82 en el Estrecho San Carlos por impacto de misil AIM-9L Sidewinder lanzado por el sea Harrier ZA190. Piloto Mayor Piuma eyectado. Marinete

C-407: Recibido el 26-11-78. Derribado a las 14:58 en intercepción aérea el 21-05-82 en el Estrecho San Carlos por impacto de misil AIM-9L Sidewinder lanzado por el sea Harrier ZA175. Piloto 1er ten Senn eyectado. Marinete

C-437 Recibido el 27-09-81. Derribado a las 14:58 en intercepción aérea el 23-05-82 en la Isla de Borbón al Norte del estrecho San Carlos en combate, cuando intentaba un ataque muere el Teniente Héctor Volponi al recibir el impacto de un misil AIM-9L Sidewinder, lanzado desde el sea Harrier ZA194.

C-419: Recibido el 23-12-80. Derribado a las 14:08 en intercepción aérea el 24-05-82 en la Isla de Borbón al Norte del estrecho San Carlos por impacto de misil AIM-9L Sidewinder, lanzado desde el Sea Harrier XZ457. Piloto Mayor Puga eyectado. Marinete

C-430: Recibido el 12-04-81. Derribado a las 14:08 en intercepción aérea el 24-05-82 en la Isla de Borbón al Norte del estrecho San Carlos por impacto de misil AIM-9L Sidewinder, lanzado desde el Sea Harrier XZ457. Piloto Capitán Díaz, eyectado. Marinete

C-410: Recibido el 23-11-78. Derribado a las 14:08 en intercepción aérea el 24-05-82 en la Isla de Borbón al Norte del estrecho San Carlos. Piloto Teniente Carlos Castillo cayó junto a su avión al NE de First Mount a causa del impacto de un misil AIM-9L Sidewinder, lanzado desde el Sea Harrier ZA193. Marinete

C-436: Recibido el 29-07-81. Derribado a las 12:25 en reconocimiento ofensivo el 29-05-82 en el Estrecho San Carlos cuando los Dagger se encontraban realizando misiones de ataque contra posiciones terrestres enemigas. El impacto de un misil Rapier provocó su derribo. El piloto el Teniente Juan Bernhardt, muerto en acción.

El 21 de Mayo el Teniente"Pollo"Bernhardt integrante de la Escuadrilla Cueca con su Dagger C-436 logró un certero impacto contra la fragata HMS "Ardent".

El Dagger C-436 del Cap. "Dardo" Mir González sobrevolando al buque de asalto anfibio "Sir Berdivere" 24 de Mayo de 1982. Ambos Escuadrones de Aviones dagger completaron 115 salidas de combate siendo derribados once aviones y entregaron heroicamente su vida por la Patria 5 pilotos: el 1 Ten José Ardiles, los Tenientes Juan Bernhardt, Pedro Bean, Héctor Volponi y Carlos Castillo.

Las naves alcanzadas por los Dagger son las siguientes:

Los cruceros HMS(D19) “Glamorgan”, HMS(D18) “Antrim”.

Las Fragatas HMS(F173) “Arrow”, HMS(F174) “Alacrity”, HMS(F88) “Broadsword”.

HMS(F56) “Argonaut”, HMS(F184) “Ardent”, HMS(F90) “Brilliant”, HMS(F126) “Plymouth” .

Buque de desembarco RFA(L3004) “Sir Bedivere”.
 
apostadero naval

EL APOSTADERO NAVAL MALVINAS
Por Daniel G. Gionco

Luego de una escalada de situaciones ríspidas en la isla San Pedro (Georgias del Sur), entre la República Argentina y Gran Bretaña, un contingente de fuerzas argentinas desembarcó en la capital de las Malvinas el día 2 de abril de 1982 y sin ocasionar bajas al pequeño destacamento británico ni a los malvinenses, reestableció la soberanía argentina sobre las islas. En esas circunstancias, y ante la necesidad de brindar apoyo logístico a las unidades navales que operaban en el puerto de la capital de las islas, ese mismo día 2 de abril, el comandante de la Flota de Mar dispuso la creación del Apostadero Naval Malvinas, designando como jefe del mismo al capitán de fragata Adolfo A. Gaffoglio. De esta forma, el Apostadero Naval Malvinas se constituyó en la primera dependencia oficial de la Armada Argentina que se estableció en suelo malvinense, disponiendo de sello oficial distintivo y su correlativa proposición orgánica, roles de funciones y planillas de armamento. Sin embargo, con el desarrollo posterior de los acontecimientos que conducirían a un conflicto bélico en gran escala, ese campo inicial de actividades se extendió notablemente, exigiendo un gran despliegue de la dotación asignada a lo largo de toda la geografía de las islas. Así los integrantes del Apostadero fueron desarrollando tareas tales como:

1)La carga y descarga de los buques que operaban a las islas, el apoyo a las maniobras de muelle y el control de acceso a la zona portuaria.
2)El traslado y distribución de equipos, alimentos, medicamentos, combustibles, armamentos y otros aprovisionamientos para el personal destacado en la capital y en los distintos puertos del archipiélago.
3)La ejecución de operaciones marítimas de búsqueda y rescate de combatientes.
4)El patrullaje naval de las islas.
5)La defensa terrestre de la península Camber, incluyendo el rechazo del intento de desembarco enemigo.
6)La ejecución de operaciones bélicas terrestres en la localidad de Pradera del Ganso, hasta la caída de la plaza en manos de los británicos.
7)La realización de acciones de combate contra aviones caza-bombarderos y helicópteros artillados.
8)La protección, transporte e instalación nocturna de la batería terrestre de misiles Exocet antibuques.
9)El minado de las aguas circundantes y el pilotaje de barcos a través de los campos minados navales.
10)La descarga de las aeronaves que arribaban al aeropuerto de la capital y la limpieza de su pista.
11)La custodia y operación del Faro San Felipe.
12)La realización de jornadas de recuperación física y anímica para los soldados de la Infantería de Marina.
13)El lanzamiento sistemático de cargas explosivas subácuas antipersonal (antibuzos).
14)La operación de radios y centrales telefónicas de la población civil.
15)La elaboración de pan para las unidades de la Armada.
16)Muchas otras acciones de colaboración con diversas unidades militares argentinas.

Estas múltiples actividades fueron realizadas mayormente por personal de conscriptos de la clase 1962 con instrucción de marinería, provenientes de distintos destinos militares del país; como Salta, Catamarca, Santa Fe, Buenos Aires, etcétera. Asimismo, el Apostadero Naval Malvinas se integró con varios conscriptos, que estando bajo bandera, solicitaron ir voluntariamente a las islas para defender la soberanía argentina. Para lograr ese noble propósito, tuvieron que realizar muchas gestiones y mover importantes influencias, además de luchar contra la incomprensión de parientes y amigos.


es bastante dificil rastrear al personal, por lo pronto de los que tengo seguridad son:


PERSONAL DEL APOSTADERO NAVAL MALVINAS
....................................................OF......SOF........S..........tot.....bajas
Comandancia…………..............………………7…...….0……......0…....…….7……...0
Agrupación de buzos tácticos...............2.......1 0.........0.........12........0
ITB............................................... ..1........0............0...... ...1.........0
Faro Cabo San Felipe..........................0........1...........6...........7........0

Personal embarcado
Yehuin...........................................3. .........12.......0......15........0
Forrest..........................................3...........8.........6.....17.........0
Monsunen......................................3... .......7.........2......12........0.....(2)
Penélope........................................1.. .......5.........1........7.........0
Lively...........................................0...........1.........0........1………..0
2EDPV...........................................0.. .........1.........0.......1.........0
2Zodic............................................ ..........................?.............0
Chata de combustible....................................... ..........?..............0
“lancha roja”

-Agrupación de prefectura estaba incluida en el apostadero (62 hombres)
-Notar que los comandos anfibios no pertenecían al apostadero
(2) mas dos soldados dle EA


Creo que le personal militar de los mercantes también pertenecía al apostadero

FORMOSA: SIMQ(RE) BASILUK Miguel
Río Carcaraña: CCCBNA ROBELO Daniel Eduardo
Bahía Buen suceso: CC ZUKOWSKI Héctor
Isla de los estados:
Cabo Ppal. Rubén Torres muerto
Cabo Enfermero Orlando Cruz muerto
Cabo 2º Oscar José Mesler muerto
CCCB PAYAROLA Alois Esteban ADMV (participó del minado en el mar)


Las dos EDPV abastecieron al BIM2


Una serie de preguntas que ayudarían a rastrear el resto del personal
-Había algún grupo de personas que se encargaba de la carga y descarga de los buques?
-No estoy seguro que el personal de los mercantes estuviese a órdenes del apostadero
-Había subestructuras dentro del apostadero?
-había un destacamento de sanidad dentro del apostadero?
-quien custodiaba y mantenía operable el faro?
-Quien se encargaba de la recuperación física y anímica para los soldados IM?
-que personal trabajaba en la panadería?
-seguramente Gaffoglio habrá tenido a un grupo de suboficiales y solados de ayudantes
 
Última edición:

Daniel G. Gionco

Veterano Guerra de Malvinas
La verdadera lista del Apostadero

Confeccionar la verdadera lista del Apostadero o determinar si la cantidad de pares de primos mellizos es infinita, son dos tareas misteriosas aún sin resolver.


A mas de 28 años del conflicto, aún no he podido hacer la lista de integrantes del Apostadero Naval Malvinas ni mucho menos delimitar bien quien era del Apostadero y quien no lo era.

En los listados de la Armada las cosas tampoco están muy claras, pues aparecen las siguientes personas como integrantes del Apostadero:

HUSSEY Barry Melbourne
MOZZARELLI Antonio José
OTERO Edgardo Aroldo

Y también aparece:

TURANO Juan Ramon

Que falleció a fines de mayo en la zona de Fox.


Esto ocurre porque después de mediados de abril de 1982, se "fueron montando sobre las espaldas" del Apostadero otras "superestructuras" formales.
Pero, en la práctica, la base fundamental del componente naval de la Armada en las Malvinas (sin infantería ni aviación naval) siempre fué el Apostadero.


Sin embargo, en algunos textos se presentan las cosas desde otro punto de vista, con una estructura organizativa mas piramidal, que era un poco irreal...


Una característica FUNDAMENTAL del personal del Apostadero fué su polifuncionalidad.

Por ejemplo quien escribe desarrolló tareas de carga y descarga de buques, apoyo a la batería terrestre de misiles Exocet, descarga de aeronaves, tareas de enfermería, etcétera.

Otros compañeros tripularon mercantes, o lucharon contra Harriers, helicópteros...


<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" width="646"><tbody><tr height="17"><td class="xl19" style="height: 12.75pt; width: 117pt;" height="17" width="156">
</td><td class="xl19" style="width: 108pt;" width="144">
</td><td class="xl19" style="width: 60pt;" width="80">
</td><td class="xl19" style="width: 200pt;" width="266">
</td> </tr></tbody></table>
 
Estimado Daniel, en los últimos días creo haber entrado al foro no menos de 20 veces esperando sus comentarios……

El personal que yo incluí dentro del apostadero fue en base a la estructura descrita en la separata 14, que es de lo que puedo estar “seguro”. Por otra parte hace algun tiempo un forista me pasó un listado el personal, seguramente en base al listado de la ARA. Yo trate de agrupar algunos de ellos en relacion a tareas como el minado en el agua, los 20 preimeros, los CC voluntairos, etc.

Por lo pronto encontre que el TFBQ BIDEGORRY Raúl Héctor Manuel, figura en la SPAC y también el el listado del apostadero.

Ud. menciona superestructuras a espaldas del apostadero, podría ampliar un poco ese tema, que superestructuras eran?

Hace unos días en forista me comento sobre el personal que cumplió la custodia del faro San Felipe, espero que en breve me amplíe el tema y lo comento.

Ud. tiene presente los responsables de la panadería?

Los tripulantes de los cargueros Rio Carcaraña, Bahia Buen Suceso, Isla de los Estados, eran parte del apostadero?
 

Daniel G. Gionco

Veterano Guerra de Malvinas
Hallazgos en las estrellas centrales de las nebulosas planetarias

Estimado Walter:

En un correo electrónico que usted me mandó en julio de 2009, me contaba que era doctor en astronomía y becario del CONICET; y también afirmaba que el destino de la información del Apostadero solicitada, era sólo por interés personal.

¡Va a ser mas fácil que usted realice hallazgos en las estrellas centrales de las nebulosas planetarias, que usted pueda lograr armar la lista del Apostadero!.

En ese intercambio, le hice llegar bastante material, como el organigrama del "Comando Naval Malvinas", que fuera publicado en la página 80 de "La Infantería de Marina de la Armada Argentina en el Conflicto del Atlántico Sur 1982 - Cronología" de Jorge A. Errecaborde (Argentina, 2001 - ISBN 987-433-641-2); ó la nómina ex combatientes de la Armada discriminada (entre otras cosas) por destino...

Pero para usted pueda obtener un trabajo historiográfico serio con los medios que está usando, yo tendría que hacerle casi todo el trabajo.

Y como decía anteriormente: a mas de 28 años del conflicto, aún no he podido hacer la lista de integrantes del Apostadero Naval Malvinas ni mucho menos delimitar bien quien era del Apostadero y quien no lo era.

Reitero: no es una tarea fácil. Fíjese que, al igual que en el caso de Bidegorry, yo también trabajé en el cuartel del SPAC y en el Apostadero.

Y con esto, doy fin a este intercambio.
 
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