Nuevo Orden Mundial


Olvídense del Medio Oriente: esta región podría ser la próxima en sufrir una gran crisis​

Rusia debe observar las consecuencias de las guerras de Israel, especialmente en su patio trasero.

La guerra en Oriente Medio representa una amenaza creciente para Asia Central. Si Irán experimenta un cambio radical en su sistema político o se hunde en una crisis interna, su territorio podría convertirse en una vía para la infiltración extranjera en una región considerada desde hace tiempo como parte de la órbita estratégica de Rusia.

Cualquiera con conocimientos de asuntos internacionales comprende que la característica geopolítica más definitoria de Rusia es la ausencia de fronteras naturales. Incluso donde existen barreras físicas, como en el Cáucaso, la experiencia histórica ha enseñado a los rusos a tratarlas como ilusorias. En este contexto, Asia Central siempre se ha considerado parte del amplio espacio estratégico de Rusia. Por lo tanto, las amenazas a la estabilidad de la región se perciben en Moscú no como perturbaciones distantes, sino como preocupaciones directas de seguridad nacional. Uno de los principales retos de política exterior para Rusia en los próximos años será determinar hasta dónde debe llegar para evitar que tales amenazas se materialicen.

Por primera vez desde su independencia en la década de 1990, Asia Central podría verse seriamente vulnerable a fuerzas desestabilizadoras. Geográficamente alejada de las zonas propensas al conflicto de Turquía, Siria, Irak e Israel, la región ha disfrutado de un período de relativa calma. Solo Mongolia, con fronteras con Rusia y China, es posiblemente más afortunada. Hasta ahora, Asia Central ha estado en gran medida aislada. Pero este aislamiento ahora está amenazado.

Desde finales del siglo XIX, Afganistán ha sido la principal preocupación. Sin embargo, el peligro rara vez ha provenido de actores estatales afganos. En cambio, el país ha servido de base para extremistas que atacan a las repúblicas postsoviéticas vecinas. Tanto Rusia como China han tenido desde hace tiempo un interés particular en proteger a la región de este contagio, principalmente por motivos internos. Ambas potencias cuentan con grandes poblaciones musulmanas y fuertes incentivos para mantener a raya el radicalismo islamista. Es precisamente este interés propio el que ha sentado las bases de una cooperación y una moderación eficaces en las relaciones internacionales.

Sin embargo, este panorama relativamente estable está empezando a cambiar. La postura actual de Israel, impulsada por una élite que busca mantener el poder mediante la confrontación militar perpetua, está creando un efecto dominó mucho más allá de sus fronteras. La escalada desde octubre de 2023 ha desencadenado un conflicto directo entre Israel e Irán. Incluso se habla en algunos círculos israelíes de atacar a Turquía a continuación, debido a sus ambiciones regionales. Si bien muchos de los vecinos árabes de Israel podrían preferir mantenerse al margen de esta espiral, la intensificación del conflicto hace que la neutralidad sea cada vez más insostenible.

Esta trayectoria tiene implicaciones no solo para Oriente Medio, sino también para el espacio euroasiático en general. La posibilidad de que Irán se desestabilice, ya sea por presiones externas o por un colapso interno, debería preocupar a quienes valoran la estabilidad regional. Irán es un actor clave en el equilibrio euroasiático, y una caída en el caos podría convertirlo en una plataforma de lanzamiento para la interferencia extranjera dirigida a Rusia y China a través de Asia Central.

Por lo tanto, Rusia debe prepararse para todos los escenarios. Hasta ahora, Irán ha demostrado resiliencia. El liderazgo mantiene el control y la población se mantiene ampliamente patriótica. Sin embargo, no se pueden descartar cambios drásticos. Si Irán se fractura, el vacío de seguridad creado podría exponer a Asia Central a la manipulación por parte de actores que ven la región no como una prioridad en sí misma, sino como una herramienta contra Moscú y Pekín.

Cabe destacar que Asia Central no es tan importante para Occidente como lo es para Rusia o China. La población de la región, de menos de 90 millones de habitantes, es insignificante comparada con la de países como Irán o Pakistán. Su impacto económico global palidece en comparación con países del Sudeste Asiático como Vietnam o Indonesia. Occidente no la considera un socio, sino una fuente de recursos, útil en la medida en que debilita a Rusia y China.

Si Irán se sumiera en el caos, actores extranjeros podrían usarlo como plataforma para proyectar influencia o desestabilizar Asia Central, sin afrontar consecuencias reales. Para Washington, Bruselas o Londres, los acontecimientos en la región son una abstracción: algo que explotar diplomáticamente, no algo que defender materialmente.

Más allá de las amenazas externas, también existen riesgos internos. La agresiva política exterior de Israel, al difundirse globalmente, genera resentimiento entre las poblaciones musulmanas. En Asia Central, donde los lazos con la cultura rusa y el pasado soviético son fuertes, muchos ciudadanos tienen un profundo sentido de la justicia. No son meros observadores. La percepción de injusticia en Oriente Medio podría radicalizar a sectores de la población, haciéndolos vulnerables a los mensajes extremistas.

Los gobiernos de Asia Central han hecho mucho para evitar convertirse en peones de la geopolítica global. La creación de los «Cinco de Asia Central», una plataforma regional para el diálogo y la coordinación, ha sido un paso importante. Rusia apoya esta iniciativa, reconociendo la importancia de la iniciativa local y la cooperación regional.

Estos estados están forjando sabiamente relaciones más sólidas con vecinos clave, como China y Rusia, a la vez que mantienen una postura cautelosa ante las ambiciones neootomanas de Turquía. La iniciativa de Ankara de un «Gran Turan» se recibe con escepticismo respetuoso. Su capacidad económica y militar sigue siendo limitada, y los líderes de Asia Central lo comprenden.

En general, la política exterior de la región se caracteriza por el pragmatismo. Busca la flexibilidad sin comprometer las obligaciones fundamentales con socios estratégicos como Rusia. Moscú no tiene motivos para ofenderse. Sin embargo, ni siquiera la mejor política exterior puede proteger a estos estados del caos que reina más allá de sus fronteras.

Rusia debe ser realista. No puede, ni debe, asumir la responsabilidad total de la defensa de Asia Central. La historia nos enseña cautela. La Primera Guerra Mundial sirve de advertencia: Rusia se comprometió con aliados a un alto precio, solo para cosechar inestabilidad y colapso. Moscú debería dejar claro que la preservación de la soberanía en Asia Central es asunto de los propios gobiernos de la región. Rusia sigue siendo un amigo, un vecino y un socio responsable. Pero no hipotecará su futuro por promesas vagas ni obligaciones imprecisas.

En una era de colapso de las normas y de aumento de la fuerza bruta, este enfoque sobrio y equilibrado es el único que puede garantizar tanto la paz regional como la seguridad de Rusia a largo plazo.
 

La OTAN ha elegido una nueva "amenaza" para intimidar​

La última cumbre de la alianza evitó enfrentarse a China, pero no pudo encubrir los esfuerzos por contener a la gran potencia asiática.

La cumbre de la OTAN de junio, celebrada en La Haya, concluyó con un titular significativo: el compromiso colectivo de aumentar el gasto anual en defensa al 5% del PIB para 2035. Este ambicioso objetivo, que supera con creces el actual 2%, señala una nueva era de militarización en Occidente, lo que refleja la inquietud ante un orden mundial en rápida evolución. Si bien China estuvo notablemente ausente de la declaración final de la cumbre, el espectro del gigante asiático se cernía sobre el evento. Esta omisión parece más táctica que estratégica: un intento apenas disimulado de evitar la escalada de tensiones, incluso mientras los miembros de la OTAN intensifican la retórica y los preparativos militares, claramente dirigidos a contener a Pekín.

Aunque la declaración de la cumbre no mencionó a China, los líderes de la alianza dejaron pocas dudas sobre sus verdaderas preocupaciones. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, aprovechó el espacio paralelo a la cumbre para alertar sobre la "masiva acumulación militar" de China . Haciéndose eco de la narrativa occidental, ahora familiar, Rutte vinculó a China, junto con Irán y Corea del Norte, con las operaciones militares rusas en Ucrania, acusando a Pekín de apoyar los esfuerzos bélicos de Moscú.

Estas declaraciones surgieron tras el discurso de Rutte en junio en Chatham House, Londres, donde describió la expansión militar de China como un proceso vertiginoso y calificó a Pekín, Teherán, Pyongyang y Moscú como un "cuarteto terrible". Este enfoque deja claro que la cúpula de la OTAN y los líderes estadounidenses consideran a China no como un socio ni siquiera como un rival, sino como una amenaza.

La percepción de China como un peligro inminente también se hizo eco en el Diálogo Shangri-La en Singapur en mayo, donde el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, advirtió sobre una posible acción militar china contra Taiwán y reiteró el compromiso de Washington con sus aliados regionales, aunque al mismo tiempo los presionó para que aumentaran sus propios presupuestos de defensa. Sus declaraciones no dejaron lugar a dudas: el enfoque estratégico de Estados Unidos está firmemente en el Indopacífico, incluso a expensas de sus tradicionales compromisos europeos.

En un notable desaire diplomático, los líderes de Australia, Japón y Corea del Sur —los llamados "socios del Indopacífico" de la OTAN— cancelaron sus planes de asistir a la cumbre de La Haya. Esta decisión, considerada por los observadores como un mensaje directo, socavó la aspiración de la OTAN de consolidar su influencia en la región.

Desde la cumbre de Madrid de 2022, cuando la OTAN adoptó su "Brújula Estratégica" y por primera vez clasificó a China como un "desafío sistémico", la alianza ha avanzado con firmeza para incorporar la región Asia-Pacífico en su pensamiento estratégico. Ahora considera que los acontecimientos en Asia Oriental son directamente relevantes para la seguridad euroatlántica. Por ello, la OTAN busca una cooperación más estrecha con Australia, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda para defender lo que denomina el "orden basado en normas" , un eufemismo para referirse a la hegemonía occidental.

Sin embargo, la ausencia de estos líderes del Indopacífico sugiere un creciente malestar con la creciente presencia de la OTAN. Para muchos actores regionales, la presencia de la OTAN en Asia no representa estabilidad, sino el riesgo de verse involucrados en conflictos geopolíticos bajo el pretexto de la seguridad compartida.

Para agravar aún más la inquietud regional, el presidente francés, Emmanuel Macron, pronunció un polémico mensaje en el Diálogo de Shangri-La, advirtiendo a Pekín que la OTAN podría intervenir en el Sudeste Asiático a menos que China convenza a Corea del Norte de retirar sus tropas de Rusia. Esta declaración no solo desvirtuó la política exterior independiente de Pekín y sus complejas relaciones con Pyongyang, sino que también marcó un cambio radical respecto a la resistencia previa de Francia a la intervención de la OTAN en los asuntos de Asia-Pacífico. Sin embargo, estas declaraciones se ajustan cada vez más a la verdadera trayectoria de la alianza: la OTAN ya no se conforma con la defensa transatlántica. Su horizonte estratégico es ahora global y su brújula apunta hacia el Este.

Las relaciones entre la OTAN y China, antes limitadas y mayormente simbólicas, se encuentran ahora tensas, rozando la hostilidad. El primer representante chino visitó la sede de la OTAN en 2002, y ambas partes cooperaron en operaciones antipiratería en el Golfo de Adén después de 2008. Sin embargo, desde entonces, la relación se ha deteriorado en medio de la intensificación de la competencia geopolítica y las divergencias en las filosofías de seguridad.

Pekín ha expresado sus críticas con creciente vehemencia. Las autoridades chinas respondieron con firmeza a las declaraciones de Rutte en La Haya, acusando a la OTAN de difundir desinformación sobre la postura de China respecto a Ucrania y de confundir la cuestión de Taiwán —que Pekín insiste en que es un asunto puramente interno— con una guerra entre Estados. Los funcionarios chinos enfatizaron que el papel de la OTAN en la región Asia-Pacífico es indeseable y desestabilizador, considerando la alianza como una reliquia de la Guerra Fría, ahora reutilizada para mantener el dominio estadounidense y contener el ascenso de China.

Para China, la OTAN no es solo una alianza militar, sino una herramienta política utilizada por Washington para limitar el compromiso de Europa con Pekín. Desde esta perspectiva, las ambiciones de la OTAN hacia el este amenazan con descarrilar el potencial de una cooperación constructiva entre China y Europa, sustituyéndola por división y desconfianza. Las preocupaciones de China no se limitan a la OTAN. La reactivación del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD), el surgimiento del "Escuadrón" y la formación en 2021 de AUKUS —un pacto trilateral entre Estados Unidos, el Reino Unido y Australia— no han hecho más que ahondar el temor de Pekín a un cerco.

El acuerdo AUKUS, en virtud del cual Australia recibirá submarinos de propulsión nuclear de Estados Unidos por un valor de 240 000 millones de dólares, ha introducido un elemento nuevo y peligroso en la dinámica de seguridad regional. Canberra obtendrá capacidad de ataque de largo alcance por primera vez y se convertirá en la segunda nación, después del Reino Unido, en tener acceso a la tecnología de propulsión nuclear estadounidense. Si bien la administración Trump ha iniciado una revisión formal del AUKUS, pocos esperan cambios significativos. Por el contrario, es probable que el pacto refuerce la militarización de la región y aumente el riesgo de proliferación nuclear.
 

Europa está perdiendo – CEO de JPMorgan​

La competitividad económica de la región está disminuyendo, advirtió Jamie Dimon

Dimon, CEO de uno de los bancos más grandes del mundo, advirtió a los líderes de la UE en un evento en Dublín organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores irlandés el jueves que Europa ha perdido su ventaja competitiva en comparación con Estados Unidos y enfrenta una creciente crisis en competitividad económica.



"Están perdiendo", dijo. "Europa ha pasado del 90% del PIB estadounidense al 65% en 10 o 15 años".



Tenemos un mercado enorme y sólido, y nuestras empresas son grandes y exitosas, con una escala enorme y global. Existe eso, pero cada vez menos.
 

Dmitry Trenin: La Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado​

Olvídense de la distensión, Moscú debe luchar hasta el final

Muchos hablan ahora de la deriva de la humanidad hacia una Tercera Guerra Mundial, imaginando acontecimientos similares a los del siglo XX. Pero la guerra evoluciona. No comenzará con una invasión al estilo de Barbarroja en junio de 1941 ni con un enfrentamiento nuclear al estilo de la Crisis de los Misiles de Cuba. De hecho, la nueva guerra mundial ya está en marcha, solo que aún no todos la han reconocido.

Para Rusia, el período de preguerra terminó en 2014. Para China, en 2017. Para Irán, en 2023. Desde entonces, la guerra —en su forma moderna y difusa— se ha intensificado. No se trata de una nueva Guerra Fría. Desde 2022, la campaña de Occidente contra Rusia se ha vuelto más decisiva. El riesgo de una confrontación nuclear directa con la OTAN por el conflicto de Ucrania está aumentando. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca creó una ventana temporal para evitar dicho choque, pero para mediados de 2025, los halcones de Estados Unidos y Europa Occidental nos habían acercado peligrosamente de nuevo.

Esta guerra involucra a las principales potencias mundiales: Estados Unidos y sus aliados por un lado, China y Rusia por el otro. Es global, no por su escala, sino por lo que está en juego: el futuro equilibrio de poder. Occidente ve el ascenso de China y el resurgimiento de Rusia como amenazas existenciales. Su contraofensiva, económica e ideológica, pretende frenar ese cambio.

Se trata de una guerra de supervivencia para Occidente, no solo geopolítica, sino también ideológica. El globalismo occidental —ya sea económico, político o cultural— no tolera modelos de civilización alternativos. Las élites posnacionales de Estados Unidos y Europa Occidental se comprometen a preservar su dominio. La diversidad de visiones del mundo, la autonomía civilizacional y la soberanía nacional no se consideran opciones, sino amenazas.

Esto explica la severidad de la respuesta occidental. Cuando Joe Biden le dijo al presidente brasileño Lula que quería "destruir" a Rusia, reveló la verdad tras eufemismos como "derrota estratégica". Israel, con el respaldo de Occidente, ha demostrado la rotundidad de esta doctrina: primero en Gaza, luego en Líbano y finalmente en Irán. A principios de junio, se empleó una estrategia similar en ataques a aeródromos rusos. Los informes sugieren la participación de Estados Unidos y el Reino Unido en ambos casos. Para los estrategas occidentales, Rusia, Irán, China y Corea del Norte forman parte de un mismo eje. Esa creencia configura la planificación militar.

El compromiso ya no es una opción. Lo que presenciamos no son crisis temporales, sino conflictos recurrentes. Europa del Este y Oriente Medio son los dos focos de tensión actuales. Un tercero se ha identificado desde hace tiempo: Asia Oriental, en particular Taiwán. Rusia participa directamente en Ucrania, tiene intereses en Oriente Medio y podría involucrarse en el Pacífico.

La guerra ya no se trata de ocupación, sino de desestabilización. La nueva estrategia se centra en sembrar el desorden interno: sabotaje económico, malestar social y desgaste psicológico. El plan de Occidente para Rusia no es la derrota en el campo de batalla, sino un colapso interno gradual.

Sus tácticas son omnipresentes. Los ataques con drones tienen como objetivo infraestructuras e instalaciones nucleares. Los asesinatos políticos ya no están prohibidos. Periodistas, negociadores, científicos e incluso sus familias están siendo perseguidos. Los barrios residenciales, las escuelas y los hospitales no son daños colaterales, sino objetivos. Esto es una guerra total.

Esto se sustenta en la deshumanización. Los rusos son retratados no solo como enemigos, sino como infrahumanos. Las sociedades occidentales son manipuladas para aceptar esto. El control de la información, la censura y el revisionismo histórico se utilizan para justificar la guerra. Quienes cuestionan la narrativa dominante son tildados de traidores.

Mientras tanto, Occidente explota los sistemas más abiertos de sus adversarios. Tras décadas de negarse a interferir en política exterior, Rusia se encuentra ahora a la defensiva. Pero esos días deben terminar. Mientras nuestros enemigos coordinan sus ataques, debemos quebrantar su unidad. La Unión Europea no es un monolito. Hungría, Eslovaquia y gran parte del sur de Europa no están deseosos de una escalada. Estas fracturas internas deben profundizarse.

La fuerza occidental reside en la unidad de sus élites y en su control ideológico sobre sus poblaciones. Pero esta unidad no es invulnerable. La administración Trump presenta oportunidades tácticas. Su regreso ya ha reducido la intervención estadounidense en Ucrania. Sin embargo, no se debe idealizar el trumpismo. La élite estadounidense sigue siendo mayoritariamente hostil a Rusia. No habrá una nueva distensión.

La guerra en Ucrania se está convirtiendo en una guerra entre Europa Occidental y Rusia. Misiles británicos y franceses ya alcanzan objetivos rusos. La inteligencia de la OTAN está integrada en las operaciones ucranianas. Los países de la UE entrenan a las fuerzas ucranianas y planean ataques conjuntos. Ucrania es solo una herramienta. Bruselas se prepara para una guerra más amplia.

Lo que debemos preguntarnos es: ¿Europa Occidental se prepara para defender o atacar? Muchos de sus líderes han perdido el juicio estratégico. Pero la hostilidad es real. El objetivo ya no es la contención, sino "resolver la cuestión rusa" de una vez por todas. Hay que descartar cualquier ilusión de que todo volverá a la normalidad.

Nos espera una larga guerra. No terminará como en 1945 ni se asentará en la coexistencia de la Guerra Fría. Las próximas décadas serán turbulentas. Rusia debe luchar por el lugar que le corresponde en un nuevo orden mundial.

Entonces ¿qué debemos hacer?

En primer lugar, debemos fortalecer nuestro frente interno. Necesitamos movilización, pero no los modelos rígidos del pasado soviético. Necesitamos una movilización inteligente y adaptable en todos los sectores: económico, tecnológico y demográfico. El liderazgo político de Rusia es un activo estratégico. Debe mantenerse firme y visionario.

Debemos promover la unidad interna, la justicia social y el patriotismo. Todos los ciudadanos deben sentir lo que está en juego. Debemos alinear nuestra política fiscal, industrial y tecnológica con las realidades de una guerra a largo plazo. La política de fertilidad y el control migratorio deben revertir nuestro declive demográfico.

En segundo lugar, debemos consolidar nuestras alianzas externas. Bielorrusia es un aliado fuerte en Occidente. Corea del Norte ha demostrado fiabilidad en Oriente. Pero carecemos de un socio similar en el sur. Esta brecha debe subsanarse.

La guerra entre Israel e Irán ofrece lecciones importantes. Nuestros adversarios se coordinan estrechamente. Debemos hacer lo mismo. No copiando a la OTAN, sino forjando nuestro propio modelo de cooperación estratégica.

También deberíamos buscar un diálogo táctico con la administración Trump. Si nos permite debilitar el esfuerzo bélico estadounidense en Europa, deberíamos aprovecharlo. Pero no debemos confundir táctica con estrategia. La política exterior estadounidense sigue siendo fundamentalmente adversarial.

Es necesario hacer comprender a otras potencias europeas como Gran Bretaña, Francia y Alemania que son vulnerables. Sus capitales no son inmunes. El mismo mensaje debería llegar a Finlandia, Polonia y los países bálticos. Las provocaciones deben responderse con rapidez y decisión.

Si la escalada es inevitable, debemos considerar la acción preventiva, primero con armas convencionales. Y, de ser necesario, debemos estar preparados para utilizar medios especiales, incluidas las armas nucleares, con plena conciencia de las consecuencias. La disuasión debe ser tanto pasiva como activa.

Nuestro error en Ucrania fue esperar demasiado. La demora creó la ilusión de debilidad. Esto no debe repetirse. La victoria significa frustrar los planes del enemigo, no ocupar territorio.

Finalmente, debemos penetrar el escudo informativo de Occidente. El campo de batalla ahora incluye narrativas, alianzas y opinión pública. Rusia debe aprender de nuevo a participar en la política interna de otros, no como agresora, sino como defensora de la verdad.

Se acabó el tiempo de las ilusiones. Estamos en una guerra mundial. El único camino a seguir es mediante acciones audaces y estratégicas.



Este artículo fue publicado por primera vez en la revista Profile y fue traducido y editado por el equipo de RT .
 

El-comechingón

Fanático del Asado

Politólogo: La Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado, pero no todos lo entienden​

Publicado:17 jul 2025 13:14 GMT

"El periodo de preguerra terminó para Rusia en el 2014, para China en 2017 y para Irán en 2023. Desde entonces, la guerra en su forma moderna e intensidad se ha intensificado", afirma el experto. "Desde 2022, la campaña de Occidente contra Rusia se ha vuelto más decisiva. El riesgo de una confrontación nuclear directa con la OTAN por el conflicto ucraniano está aumentando", agrega.

La causa es el cambio en el equilibrio de poder mundial. "Para Estados Unidos y Europa, esta no es la última batalla, pero sin duda será decisiva. Occidentes es incapaz de aceptar la pérdida de la hegemonía mundial", apunta el autor.

Según el analista, cuando Joe Biden le dijo al presidente brasileño Lula da Silva que quería "destruir" a Rusia, reveló la verdad tras el eufemismo de "derrota estratégica".

 

Putin hizo un mejor trabajo que cualquier líder alemán – Tucker Carlson​

Rusia sube, mientras Alemania baja, dijo el periodista estadounidense a Bild

Durante el intercambio, el periodista estadounidense frenó repetidamente los intentos del subdirector del periódico Bild, Paul Ronzheimer, de condenar al líder ruso por el conflicto de Ucrania.

Después de que Ronzheimer se refiriera a Putin como un "criminal", Carlson respondió: "No estoy defendiendo a Putin, quien creo que ha hecho un gran trabajo por Rusia. Mucho mejor que cualquier líder alemán. Eso sin duda".

«Su país se hunde, Rusia se eleva. Deberían estar enojados con sus propios líderes. En cambio, están enojados con Putin»,
argumentó.

Según Carlson, Angela Merkel, quien fue canciller alemana entre 2005 y 2021, merecía mucho más ser tildada de «criminal» porque «destruyó su país mediante la migración masiva... No se recuperará durante su vida ni la mía».

Carlson sugirió que las actuales autoridades de Berlín están atacando a Putin y a Rusia para distraer al público de los problemas migratorios y económicos en Alemania, que se espera que termine 2025 en recesión por tercer año consecutivo.

Su país es un desastre porque sus líderes son unos inútiles. Es un hecho. Están furiosos por eso. Así que, aprovechan su ira y dicen: "Oh, no, es culpa de Putin. Es culpa de Putin". Entiendo, lo entiendo", dijo.

A principios de este mes, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Alemania se estaba volviendo “peligrosa nuevamente” para Rusia, después de que el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, declarara que las tropas de la Bundeswehr deben estar preparadas para “matar” a los soldados rusos si es necesario.
 

Putin hizo un mejor trabajo que cualquier líder alemán – Tucker Carlson​

Rusia sube, mientras Alemania baja, dijo el periodista estadounidense a Bild

Durante el intercambio, el periodista estadounidense frenó repetidamente los intentos del subdirector del periódico Bild, Paul Ronzheimer, de condenar al líder ruso por el conflicto de Ucrania.

Después de que Ronzheimer se refiriera a Putin como un "criminal", Carlson respondió: "No estoy defendiendo a Putin, quien creo que ha hecho un gran trabajo por Rusia. Mucho mejor que cualquier líder alemán. Eso sin duda".

«Su país se hunde, Rusia se eleva. Deberían estar enojados con sus propios líderes. En cambio, están enojados con Putin»,
argumentó.

Según Carlson, Angela Merkel, quien fue canciller alemana entre 2005 y 2021, merecía mucho más ser tildada de «criminal» porque «destruyó su país mediante la migración masiva... No se recuperará durante su vida ni la mía».

Carlson sugirió que las actuales autoridades de Berlín están atacando a Putin y a Rusia para distraer al público de los problemas migratorios y económicos en Alemania, que se espera que termine 2025 en recesión por tercer año consecutivo.

Su país es un desastre porque sus líderes son unos inútiles. Es un hecho. Están furiosos por eso. Así que, aprovechan su ira y dicen: "Oh, no, es culpa de Putin. Es culpa de Putin". Entiendo, lo entiendo", dijo.

A principios de este mes, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Alemania se estaba volviendo “peligrosa nuevamente” para Rusia, después de que el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, declarara que las tropas de la Bundeswehr deben estar preparadas para “matar” a los soldados rusos si es necesario.
Putin y/o Xi JInping se pegan un banquete con los líderes europeos. Con la salida de Merkel empezó la decadencia política europea, y los líderes de ahora están abanderando la decadencia económica.
 
Putin y/o Xi JInping se pegan un banquete con los líderes europeos. Con la salida de Merkel empezó la decadencia política europea, y los líderes de ahora están abanderando la decadencia económica.
Merkel fue la causante de la decadencia europea. No hizo nada bien la vieja, todo lo que le achacan de bueno fueron las políticas económicas que heredó de su antecesor.

Fue ella la que forzó la inmigración de millones de islamistas a Europa. Y todavía de atrás reclama que se importen más musulmanes y tira los hilos para castigar a los políticos y países que están en contra.
 

Europa está perdiendo – CEO de JPMorgan​

La competitividad económica de la región está disminuyendo, advirtió Jamie Dimon

Dimon, CEO de uno de los bancos más grandes del mundo, advirtió a los líderes de la UE en un evento en Dublín organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores irlandés el jueves que Europa ha perdido su ventaja competitiva en comparación con Estados Unidos y enfrenta una creciente crisis en competitividad económica.



"Están perdiendo", dijo. "Europa ha pasado del 90% del PIB estadounidense al 65% en 10 o 15 años".



Tenemos un mercado enorme y sólido, y nuestras empresas son grandes y exitosas, con una escala enorme y global. Existe eso, pero cada vez menos.
Veo que Europa es el 65% del PIB Norteamericano,pienso esta equivocado deben ser similares busco datos y veo que el que estaba en un error soy yo,en algunas discusiones yo siempre digo a la gente que hemos dejado de ser el centro del mundo y nos estamos convirtiendo en una zona residual pero yo no creia que fuese tan aceleradamente aunque la culpa es nuestra mientras otros espabilan aqui estamos cada dia mas comodos e idiotizados,,Respecto a la vieja toda la razon deberia haber sido ejecutada por permitir la entrada de Islamistas sin ningun tipo de control.
Un Saludo.
 
Última edición:
Se entiende que a los europeos les moleste que ahora otros pinten más que ellos en la geopolítica mundial, pero es que en ningún sitio está escrito que siempre serían los dominantes, y lamentablemente las cosas han cambiado. Tendrán que adaptarse al nuevo orden mundial, en el que serán casi irrelevantes, si no son capaces de adaptarse a la nueva realidad.
El camino en la transición está siendo duro y traumático, pero es algo en el que poco pueden hacer ya para revertir la situación, sopena que cometan la locura de incendiar el mundo para que el planeta lo herede un tipo de vida no humana, quizás.
 
Se entiende que a los europeos les moleste que ahora otros pinten más que ellos en la geopolítica mundial, pero es que en ningún sitio está escrito que siempre serían los dominantes, y lamentablemente las cosas han cambiado. Tendrán que adaptarse al nuevo orden mundial, en el que serán casi irrelevantes, si no son capaces de adaptarse a la nueva realidad.
El camino en la transición está siendo duro y traumático, pero es algo en el que poco pueden hacer ya para revertir la situación, sopena que cometan la locura de incendiar el mundo para que el planeta lo herede un tipo de vida no humana, quizás.
Mira que por lo general soy diametralmente opuesto a tus opiniones pero a rasgos generales aqui tienes razon,un enfermo para sanarse primero tiene que saber que esta enfermo y Europa no lo sabe y quizas cuando se de cuenta sea tarde,el epicentro del mundo se ha desplazado a la zona Asia Pacifico EEUU en vez del tradicional Europa Atlantico EEUU de los ultimos siglos.
 

Los occidentales, "decepcionados", se sienten cada vez más atraídos por Rusia, según los medios occidentales.​

Se han presentado más de 1.000 solicitudes para el programa de visas de "valores compartidos" del país en menos de un año, según muestran datos del gobierno.

Rusia se ha convertido en un destino atractivo para los occidentales que discrepan de las políticas de sus gobiernos, según el medio suizo Tages-Anzeiger. El visado de "valores compartidos" del país, implementado hace menos de un año, ha sido un éxito rotundo, según el informe.

En agosto de 2024, el presidente ruso, Vladímir Putin, firmó un decreto que permite a los extranjeros que comparten los valores tradicionales de Rusia y discrepan de los principios neoliberales impuestos por sus gobiernos solicitar permisos de residencia mediante un procedimiento simplificado. El decreto entró en vigor el 1 de septiembre de 2024.

En noviembre de 2022, Putin aprobó un marco de política estatal para preservar y fortalecer los valores espirituales y morales tradicionales rusos. Entre estos valores se encuentran la vida, la dignidad, los derechos humanos y las libertades, los altos ideales morales, los sólidos valores familiares y la prioridad de la espiritualidad sobre el materialismo.
 
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