El fracaso de Trump
Jesús Argumosa Pila, 21 de agosto de 2025
Trump y Putin en su reunión en Alaska. (foto: Casa Blanca)
La cumbre del pasado viernes, en
Anchorage, en
Alaska, entre el presidente estadounidense,
Donald Trump, y el presidente ruso,
Vladimir Putin, un “
outsider” en el campo geopolítico frente a un experimentado hombre de Estado, respectivamente, se enmarca en el proceso de configuración de un nuevo orden multipolar que se avecina. El significado de la reunión, en el escenario geoestratégico mundial, abarca y se extiende mucho más allá que conseguir un acuerdo de paz en la guerra en Ucrania cuando estamos viviendo un periodo de incertidumbre permanente.
Es bueno que haya un solo interlocutor occidental con
Putin, con independencia de que el líder elegido,
Donald Trump, sea una persona impredecible en el sentido de defender con contundencia los intereses de Ucrania y de todo el mundo occidental, tanto de los aliados de la
OTAN como los de la
Unión Europea, frente a
Putin. Al menos,
así se evita el error estratégico en los primeros meses de la invasión rusa, cuando varios líderes europeos acudieron a visitar a Putin, en el Kremlin, pidiendo el alto el fuego sin resultado alguno.
En su reunión virtual, el pasado miércoles, con los altos representantes de los países europeos más relevantes, desde el Reino Unido hasta Polonia, pasando por Alemania, Francia, Italia y Finlandia, junto a las más altas autoridades de la
UE y del secretario general de la
OTAN, a los que se unió el presidente ucraniano,
Volodimir Zelensky,
Trump recibió, fundamentalmente, tres importantes peticiones: la prioridad es el alto el fuego, luego garantías de seguridad para Ucrania y tercero, que no reconociera la soberanía rusa sobre los territorios ucranianos ocupados. El presidente
Sanchez no estuvo en dicha reunión.
Cualquier entrega de
Trump a
Putin de territorio ucraniano rompería el ya débil vínculo transatlántico que aún se mantiene con muchas dificultades. El resultado sería proporcionar unas ventajas innegables a los regímenes autoritarios encabezados por China y Rusia, acompañados por Irán y Corea del Norte.
Lo cierto es que el gran beneficiado de la cumbre de Alaska fue Putin ya que ha sido recibido en territorio estadounidense como líder de una gran potencia y, especialmente, ha roto su aislamiento internacional que tenía desde los primeros días de la invasión de Ucrania, en febrero de 2022, sin hacer ninguna concesión. A esto se suma
el halago que proporcionó Trump a Putin al esperarle a la bajada de su avión a través de una alfombra roja, a todas luces una exageración.
El encuentro entre ambos presidentes en
Alaska se puede analizar en tres niveles: en el de la posibilidad de alcanzar la paz en la guerra en Ucrania; en el de la repercusión en la seguridad internacional, particularmente en lo que atañe a Europa; y a nivel geopolítico o de relaciones de poder.
En el primer nivel, en el de la guerra en Ucrania, no se ha conseguido ningún avance, es decir,
Putin se mantiene en su posición maximalista de retirada de las
fuerzas ucranianas de los territorios ocupados por Rusia, del abandono de la ambición de Ucrania de pertenecer a la
OTAN y del levantamiento de las sanciones occidentales sobre Rusia. En la otra parte,
Zelensky rechaza cualquier cesión territorial y demanda garantías de seguridad ante cualquier posible invasión en un futuro acuerdo de paz.
Sin embargo,
Trump ha quedado fuera de juego en este campo,
ya que ha declarado tantas posiciones distintas y cambiantes respecto a la guerra en Ucrania que, en estos momentos, nadie sabe cual es su postura definitiva. Su declaración al final del encuentro de que “
aún no se ha llegado a ningún acuerdo ni siquiera sobre el alto el fuego en Ucrania” dificulta gravemente unas posibles negociaciones de paz en las que debieran intervenir tanto Ucrania como la
Unión Europa, como actores fundamentales.
En el sistema de seguridad internacional, la salida del aislamiento global de Rusia la ha colocado en una posición principal en el panorama interestatal del concierto de las naciones, facilitando el abandono de la imposición de sanciones de diferentes países al mismo tiempo que la permite realizar todo tipo de relaciones ya sean bilaterales o multilaterales toda vez que
Trump como presidente de Estados Unidos y máximo líder mundial, ha sido el primero que ha proporcionado al presidente ruso los máximos honores en territorio estadounidense.
En este horizonte, la política y diplomacia de Estados Unidos, a salvo de lo que pueda tratar
Trump con
Zelensky y varios líderes europeos, incluido el
secretario general de la OTAN, que le acompañan hoy en
Washington,
ha sido un desastre. Sacar del ostracismo al que estaba sometido
Putin por Occidente, sin ninguna contraprestación
indica la ingenuidad de los actuales responsables de la diplomacia estadounidense frente a la experimentada y consolidada diplomacia rusa, donde
Serguei Lavrov constituye un ejemplo. La
realpolitik nos dice que la
cumbre de Alaska ha supuesto
una pérdida de prestigio para Estados Unidos.......................................................
El gran beneficiado de la cumbre de Alaska con Trump fue Putin ya que ha sido recibido como líder de una gran potencia y ha roto su aislamiento internacional
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