Noticias de Mali evolución del conflicto

Sebastian

Colaborador
Hollande llama a la batalla

El presidente socialista francés lidera un nuevo tipo de guerra panafricana
Europa esconde la cabeza debajo del ala ante la intervención de emergencia
Malí, uno de los 25 países más pobres del mundo, nacido en 1960 como Federación de Malí a raíz de la independencia de Sudán y Senegal, era hasta hace apenas 12 meses un modelo de democracia africana. Con 15,5 millones de habitantes y una extensión vastísima, más del doble que Francia —con el Sáhara al norte, la sabana saheliana en el centro y los cultivos en el sur sudanés regado por el Níger—, el país donde Miquel Barceló pasaba varios meses cada año investigando con la arcilla y las termitas, y pintando sus acuarelas resonaba en los oídos occidentales como el último —o en fin, el penúltimo— paraíso perdido.

Músicos dotados de duende, talento y conciencia como Toumani y Mamadou Diabaté —los genios mandingas de la kora—, Ali Farka Tuoré y Salif Keita creaban marca Malí en todo el mundo; el gran Kanouté goleaba y ganaba títulos en España, los turistas fluían a millares hacia la milenaria Tombuctú para visitar los santuarios y las casas de adobe, y los musulmanes —el 90% de la población— acataban sin problemas el sistema constitucional laico moldeado en París para Alpha Konaré (ganador de las elecciones de 1992 y 1997) y prolongado luego por Amadou Touré, que fue investido presidente en unos comicios homologados por la comunidad internacional en 2002 y reelegido en 2007.

Todo cambió en 2011, cuando acabó la guerra de Libia. Los milicianos independentistas tuaregs de Ansar Dine, que habían permanecido marginados pero más o menos tranquilos durante décadas, lucharon como mercenarios para las tropas leales a Gaddafi, y regresaron a casa en sus veloces camionetas sin techo, armados hasta los dientes con trastos de todos los calibres y pesos posibles (metralletas, cañones, blindados, baterías antiaéreas…), adquiridos a buen precio en el enloquecido bazar libio.

Tras aliarse con los yihadistas de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que controlan un círculo inmenso de arena que va desde el Atlántico hasta Chad y desde Níger al sur de Túnez, y con el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), los tuaregs lanzaron la rebelión en enero de 2012; en unas semanas conquistaron tres regiones del norte y declararon la sharía, la ley islámica. Enseguida empezaron las lapidaciones, las amputaciones y la destrucción del patrimonio histórico. Cientos de miles de malienses huyeron al sur y a los países vecinos, agudizando así la hambruna de millones de personas en el Sahel.

Descontentos con la débil respuesta del presidente, soldados del Ejército regular, que habían sido entrenados por Estados Unidos, que invirtió 500 millones de euros en su formación, se pasaron al enemigo con armas y bagajes, y depusieron a Touré. La mediación de la CEDEAO, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, consiguió en abril colocar al civil Dioncounda Traoré como presidente de un Gobierno de unidad nacional provisional. Pero una turba atacó al nuevo líder, que tuvo que volar hasta París y necesitó dos meses para recuperarse del susto y las heridas antes de volver a Bamako.
La intervención en Malí fue aprobada en la ONU pese a que la embajadora de EE UU la calificó de “plan de mierd@”

En septiembre, Traoré pidió ayuda a la comunidad internacional alegando que los rebeldes seguían ganando posiciones. La ejemplar democracia maliense no controlaba su territorio. Había sucumbido al terror.
Mientras todo esto pasaba, en Francia hubo elecciones. Y ganó François Hollande.
La intervención en Malí fue aprobada en la ONU pese a que la embajadora de EE UU la calificó de “plan de mierd@”.​
La doctrina de François Hollande sobre África es una especie de revolución que trata de sanear las muy corruptas y podridas alcantarillas del neocolonialismo francés. Consiste en afirmar que la Administración ha dejado atrás para siempre los hábitos de la Françafrique, ese término despectivo que describe la complicidad de Francia con los dictadores títere para esquilmar a conciencia las materias primas de la zona y financiar luego bajo cuerda las necesidades, personales o partidarias, del sistema político de París. El mensaje es que la larga fase histórica marcada por las maletas llenas de billetes llegando al Elíseo es cosa del pasado. Que África es adulta y debe gestionar y decidir su futuro. Y que las intervenciones más o menos caprichosas de las tropas francesas asentadas en las bases de Chad, Burkina Fasso, Níger o Costa de Marfil, por citar solo algunas, son cosa del pasado.​
Siguiendo ese dogma, y tras retirar nada más llegar al poder a las tropas de Afganistán de forma anticipada, los asesores de Hollande en el Elíseo, Exteriores y Defensa elaboraron un plan para afrontar el espinoso dossier maliense. El proyecto fue ampliamente debatido, votado y rezagado en la ONU, aunque finalmente fue aprobado en diciembre pese a la oposición inicial de la embajadora estadounidense, Susan Rice, que lo calificó públicamente como —la cita es textual—, “un plan de merde”.

El “plan de mierd@” consistía en ayudar al Gobierno de Malí a frenar el avance de la rebelión “terrorista” con tropas estrictamente africanas, reclutadas por la CEDEAO y puestas bajo el mando de un general nigeriano asesorado por un puñado de oficiales franceses. Estas tropas se unirían al desmoralizado y muy impopular Ejército regular maliense para reconquistar el norte, y en vez de ser instruidas por EE UU —visto el éxito obtenido— estarían formadas por 450 instructores europeos. La UE, la ONU, la Unión Africana, e incluso Rusia y China, consideraron que podía servir, y el Consejo de Seguridad aprobó en diciembre la resolución 2.085 autorizando el despliegue.

Pero todo se precipitó de nuevo el 10 de enero. Ese día, los grupos islamistas y otros parientes tomaron Konna. Situada en el centro del país y a escasos kilómetros de un aeropuerto, se trata de un lugar demasiado peligroso y estratégico como para haber sido elegido al azar. La ofensiva de los terroristas hacia Bamako había empezado.
François Hollande trata de sanear las muy corruptas y podridas alcantarillas del neocolonialismo francés​
Tras debatir con su Estado Mayor y los jefes de los servicios de inteligencia interior y exterior, Hollande reunió el día 11 al Consejo de Defensa en el Elíseo y dio la orden de ataque a los aviones Mirage aparcados en la base de Chad, muy cerca de la capital, Djamena. En ese momento, según ha escrito Christophe Barbier en L’Express, Hollande decidió “ser comandante en jefe para convertirse, finalmente, en jefe de Estado”.

En unas horas, la metamorfosis del presidente al que muchos apodan Flanby por su blandura asombra a los franceses. No solo rectifica su flamante política africana no intervencionista sobre la marcha para “asegurar la existencia del Estado de Malí”. También, explica con determinación ante las cámaras, ha dado la orden de enviar un comando de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) a Somalia.

Francia tiene allí a un espía (seudónimo Denis Allex) secuestrado por la milicia yihadista Al Shabab desde hace tres años y medio. El asalto de las fuerzas especiales, cinco helicópteros y 50 militares, fracasa en el intento de liberar al rehén. Mueren dos soldados franceses, otros seis resultan heridos, y Allex es asesinado por sus captores. Según París, el asalto acaba también con la vida de 17 terroristas. El mismo día, Francia sufre la primera baja en Malí, un piloto de helicóptero del regimiento de Pau.

Pese al desastre inicial, Hollande envía un doble o triple mensaje de firmeza. Al “islamogansterismo”, a los socios euroatlánticos que se permiten menospreciar a Francia en la ONU o la UE, y a sus asustados conciudadanos que temen haber elegido a un jefe de Estado incapaz de gestionar las crisis importantes. El recado dice: “No nos chantajearéis con los secuestros, no os dejaremos destruir las precarias democracias africanas, Francia sigue siendo mucha Francia”, y su Ejército, señala Barbier, “está preparado para adaptarse a los peligros contemporáneos y las nuevas amenazas”.

Si hace diez años Jacques Chirac prefirió eximir a sus paisanos de la guerra de Irak, Hollande, asesorado ahora por el nuevo equipo de comunicación del Elíseo, fichado en diciembre para tratar de remontar la popularidad hundida en los primeros meses de su mandato —un 35%—, comparece ante el país solemne, firme, determinado. Los partidos, sin excepción, aprueban sus decisiones, se forma un raro clima de unidad nacional —durará apenas una semana—. Pero pronto queda claro que su nuevo traje no gusta en Europa. Alemania, Reino Unido y España prefieren mirar hacia otro lado ante la petición de colaboración francesa y se convierten en el enemigo en casa.

Hollande desdeña las afirmaciones que señalan que la intervención busca proteger a las compañías que extraen materias primas baratas
Dos medios conservadores, Financial Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung, lideran la corriente de opinión.
Al intervenir en solitario en Malí, afirman: Hollande ha cambiado sus principios sobre la marcha, resucita viejas actitudes colonialistas y defiende intereses económicos más o menos ocultos, además de lo obvio, intentar ganar popularidad con una intervención armada.

Hollande replica a las críticas. Afirma que Francia no tiene la menor intención “de quedarse” en su excolonia, y asegura que la operación en Malí, que solo busca defender a los ciudadanos franceses, será “una excepción” a la regla general. Ese nuevo Hollande, que parece menos sincero de lo habitual, desdeña incluso las afirmaciones que señalan que la intervención busca proteger a las compañías que, como el gigante nuclear Areva, extraen materias primas baratas en la zona, entre otras el uranio de la vecina Níger, tan útil para las centrales francesas.

“No estamos en Malí para defender a nuestras empresas”, afirma el presidente, que se pliega a la versión oficial de los tres objetivos: “Primero, frenar la agresión terrorista, que buscaba hacerse con el control de todo el país, incluida Bamako. Después proteger la capital, donde viven varios miles de ciudadanos franceses. Y finalmente, permitir a Malí recuperar la integridad territorial”.

El especialista en África occidental René Otayek, profesor de Science Po en Burdeos, cree que “no es absurdo decir que Francia ha actuado para defender a los miles de franceses que viven en Bamako, aunque no es menos cierto añadir que gran parte de esos ciudadanos trabaja para empresas francesas asentadas en la zona y que es lógico que Francia las defienda. Las minas de Areva en Níger suponen el mayor suministro de uranio para Francia, pero también hay explotaciones petroleras y muchas otras compañías que operan en Mauritania, Malí, Burkina Faso… El Sahel es un lugar estratégico para Francia, y es incontestable que intente impedir que los terroristas amenacen las minas de uranio y sus otros intereses”.

Aunque sea incontestable, esta realidad política, comercial y económica parece estar en la raíz de la escasa implicación de los socios naturales en la primera aventura bélica de Hollande. El eurodiputado ecologista franco-alemán Daniel Cohn-Bendit resumió con toda crudeza el malestar por la deserción europea al decirle a Catherine Ashton: “Madame Ashton, usted ha dicho que nos concierne a todos. Todos nos dicen lo mismo. Pero no hay más que soldados franceses allí. Y lo que se nos está diciendo es: "Nosotros os mandamos unas enfermeras, y a vosotros que os maten”.

Le Monde reveló que en la reunión de ministros de Exteriores celebrada el jueves en Bruselas, el francés Laurent Fabius se sintió también molesto porque sus homólogos español y alemán le preguntaron “qué busca exactamente Francia en Malí”. En cuanto a la Administración de Barack Obama, su lenguaraz embajadora Susan Rice ha dejado claro que París es el único responsable directo de la intervención al afirmar que la petición de ayuda enviada a Naciones Unidas por el presidente maliense se podía resumir con la expresión “¡socorro, Francia!”.

Así, a pesar de la oleada de apoyo moral que Francia ha recibido estos días, Hollande deberá conformarse, de momento, con formar una coalición eminentemente francófona y africana. Hoy por hoy, solo Bélgica entre los 27 países de la UE se ha comprometido a enviar tropas —unos 70 soldados que colaborarán en tareas de transporte y mantenimiento— a la zona. Los compañeros de viaje de Francia estarán en la fuerza multinacional de países africanos occidentales, la Misión Internacional de Apoyo a Malí (MISMA, en francés). Ese contingente de 5.500 soldados, de los que 2.200 deberían estar sobre el terreno el día 26, y los 2.000 soldados que enviará Chad serán por ahora el único consuelo a la soledad de los 4.000 militares franceses que lucharán contra un enemigo formado, según los cálculos del ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, por unos 3.000 yihadistas y tuaregs.
Solo un miembro secundario del Gobierno se ha atrevido a deplorar en público “la mínima movilización de Europa"

La MISMA estará liderará por la anglófona y no siempre eficaz Nigeria (la excepción a la regla francófona aportará 900 soldados y el general al mando), y en ella militan también Togo (540 soldados), Níger (500), Senegal (450), Burkina Faso y Benín (300 cada uno), Ghana (180) y Guinea, que enviará 145 militares.

Solo un miembro secundario del Gobierno, el ministro de Relaciones con el Parlamento, Alain Vidalies, se ha atrevido a deplorar en público “la mínima movilización de Europa”. Vidalies citó “algunas ausencias lamentables”, sin dar nombres, y enfatizó que “Francia no ha decidido actuar en solitario sino que han sido los acontecimientos los que han dictado la respuesta”. Pero el sabio profesor Gilles Kepel ha escrito esta semana en Le Monde que “la soledad de Francia no es sostenible salvo que se vacíe de sentido a la UE”.

Y el problema es que la actitud de sus principales socios, Alemania y Reino Unido, parece revelar que Europa todavía no es consciente de que este episodio de la guerra de las democracias contra el terrorismo es el más europeo de los que se han librado hasta ahora. Con Canarias a 1.800 kilómetros del teatro de operaciones y Argelia a tiro de piedra de España, las deserciones europeas del frente han causado estupor y escozor en Francia. Algunos diputados socialistas han criticado con dureza la negativa de Berlín a enviar tropas. “La crisis de Europa parecía financiera, pero es política”, afirmó Malek Boutih, que acusó a los alemanes de “debilitar la solidaridad europea”.

El profesor Otayek cree que no es momento de dramatizar sino de sumar. “Es verdad y mentira a la vez que Francia esté sola en el Sahel. Alemania solo envía tropas al exterior de forma excepcional, aunque es verdad que si lo hiciera ahora sería un apoyo político muy simbólico. España y Gran Bretaña también han dado apoyo moral y logístico, como Estados Unidos... De momento, la guerra de Malí es quizá la intervención francesa más consensuada de la historia, incluso en la opinión pública nacional. Pero eso puede cambiar si la operación terrestre causa muchas bajas, si el conflicto se alarga y se afganistaniza”, advierte.

Lo que todo el mundo parece tener claro es que la guerra de Malí será larga. El profesor René Otayek recuerda que “terminar la operación en el Sahel requerirá varios años y enormes medios humanos, logísticos y materiales, que exceden con mucho la capacidad de un solo país”.
El impresionante ataque terrorista a la planta de BP en el sur de Argelia, que ha conmocionado al mundo esta semana, ha resonado como un aviso palmario de que el Sahel y sus ramificaciones son demasiado grandes y peligrosas como para que Francia pueda ocuparse sola de todo. Otayek piensa que “el secuestro habrá convencido a algunos, al menos a Reino Unido, Noruega y Holanda, de que van a tener que ayudar mucho más a Francia de lo que querían”.

“El contexto de esta guerra es totalmente distinto del pasado”, dice el profesor de Science Po. “Francia tiene por primera vez el apoyo de toda la región, y también es la primera vez que se forma una coalición panafricana para luchar sobre el terreno, aunque la UE y la Unión Africana trabajaban en esta idea desde hace tiempo. Pero creo que Europa y Estados Unidos entenderán que Occidente se juega en el Sahel mucho más que una guerra y que la inestabilidad de esa zona no se puede conjurar solo con las armas. Para quitar el espacio a los traficantes de toda índole hace falta política, energía, dinero. Y también mano izquierda para integrar a las minorías tuaregs. Si no, nunca habrá paz”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/18/actualidad/1358539809_991186.html
 

Sebastian

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A veces saca buenos artículos.
--- merged: 20 Ene 2013 a las 15:52 ---

El Ejército menguante
Los soldados galos llegan en apoyo de unas fuerzas mal dotadas, divididas, desmotivadas y con constantes bajas

Soldados malienses esperan la llegada del presidente del país, Dioncounda Traore. / Joe Penney​

Moussa Traoré tiene unos 40 años. En 1994 era sargento del Ejército de Malí y estaba orgulloso de formar parte de las Fuerzas Armadas de su país. Sin embargo, llegó la “integración”. Unos 1.600 rebeldes tuareg que se habían alzado contra el Gobierno a principios de los años noventa empezaron a incorporarse al Ejército fruto de los acuerdos de paz. “De repente había alguien dándome órdenes que no había estado nunca en nuestra estructura. Y encima, era alguien contra quien habíamos combatido. Yo mismo fui herido en esa rebelión. No pude soportarlo”, asegura.

Igual que Traoré, cientos de militares se fueron. Su caso ilustra a la perfección cuál es el estado de la defensa en Malí, con un Ejército dividido, escasamente formado y mal dotado que ahora debe hacer frente a un enemigo nuevo que usa tácticas no convencionales, los grupos yihadistas. Desde que comenzó la última rebelión tuareg, en enero del año pasado, las Fuerzas Armadas de Malí han adelgazado de manera considerable merced a más de un millar de defecciones. De unos 6.300 efectivos, en la actualidad se ha pasado a unos 5.000.

Y por si esto fuera poco, los llamados boinas rojas, un cuerpo de élite integrado por varios cientos de militares y adscrito a la Presidencia, han sido completamente apartados y reprimidos tras haber apoyado al expresidente Amadou Toumani Touré durante el golpe de Estado de marzo pasado y en las semanas posteriores, cuando protagonizaron un contragolpe que acabó con soldados malienses enfrentándose entre ellos a tiros por las calles de Bamako. Fruto de la asonada, quien manda de facto en las Fuerzas Armadas (y en el resto del país) es el capitán golpista Amadou Haya Sanogo.

Además, algunos batallones, como la unidad dirigida por el coronel Gamou (un exrebelde tuareg) e integrada por unos 500 hombres, funcionan más como milicias que como parte de un verdadero ejército: solo responden a las órdenes de su jefe y promocionan de rangos al margen del resto. “En realidad se podría hablar más bien de pequeños ejércitos que van un poco por libre”, asegura un soldado que prefiere guardar el anonimato.

Pese a esta caótica situación, son decenas de miles los jóvenes que cada año intentan entrar. Pasar de cero a un sueldo de unos 45 euros al mes (lo que cobra un soldado raso) es una buena motivación para uno de los países con los salarios más bajos del mundo. Sin embargo, el presupuesto de Defensa, en torno a 60 millones de euros (el 2% del PIB), no da para muchas veleidades y la puerta apenas se abre para unos pocos cientos al año.

El otro gran problema es su escasa dotación. El Ejército del Aire prácticamente no cuenta con medios. Según fuentes militares, el 80% de sus 40 aviones y helicópteros data de los años sesenta y setenta, comprados a la Unión Soviética. En tierra, 50 tanques y 70 blindados no llegan a formar una fuerza de choque eficaz frente a un enemigo que se mueve con enorme facilidad. En los últimos días, el Gobierno ha aprovechado el estado de emergencia declarado tras el inicio del conflicto para requisar centenares de camionetas para ayudar al transporte rápido de tropas y suplir así algunas de estas carencias.

Dadas estas condiciones, no es de extrañar que los militares malienses no plantearan mucha batalla a los grupos armados que iban avanzando hacia el sur del país, salvo en momentos concretos, como en la batalla de Aguelhoc, en la que noventa soldados fueron degollados tras ofrecer una dura resistencia a los yihadistas. La desbandada fue general el último fin de semana de marzo. En solo tres días cayeron las ciudades de Gao, Kidal y Tombuctú, y el Ejército, desmoralizado y falto de medios, puso pies enpolvorosa y no paró hasta llegar a Mopti, en el centro del país, más allá de los límites del territorio histórico del Azawad.

Tampoco es de extrañar que en este contexto hayan surgido, una vez más en la historia de Malí, las milicias ciudadanas, como Ganda Izo, Ganda Koy o el Frente de Liberación del Norte (FLN). Moussa Traoré, el exsargento maliense, lidera este último grupo, que ha convertido un colegio de Sevaré en su cuartel general. Sobre la superficie se trata de jóvenes muy motivados para “dar la sangre” por su país y que se constituyen en grupos de autodefensa ante la imposibilidad del Estado de hacer frente a la rebelión.

Pero si se rasca un poco enseguida se percibe que se trata de una peligrosa combinación de jóvenes ansiosos por entrar en el Ejército que han ido consiguiendo algún tipo de armamento ligero y están dispuestos a demostrar su arrojo en el campo de batalla. El Estado los tolera y algo más. En los últimos días, ante el avance yihadista, algunos de ellos han sido contactados por el Ejército para reforzar las patrullas militares. “Todo en este Ejército está bloqueado”, asegura Traoré, de igual nombre que el de un expresidente del país. “La gente accede con la única idea de tener un sueldo y subir en el escalafón. No reciben formación especializada ni conocen la guerra. Es frustrante”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/18/actualidad/1358537785_174776.html
 

Sebastian

Colaborador
Primeras evidencias de ejecuciones en el Malí controlado por el Ejército

Amnistía denuncia desapariciones y asesinatos de sospechosos de ser yihadistas.
En Sevaré, en el centro de Malí, hay una zona a la que llaman Million-Kin (Barrio de los Millonarios, en bambara, la lengua local). Allí, en un descampado no muy lejos de la pista de tierra, hay un cadáver semienterrado con descuido. Está tumbado boca abajo, desnudo, y solo asoman sus nalgas y su brazo izquierdo. Parece que ha sido quemado y que no lleva allí más de 48 horas. Numerosos residentes en Mopti y Sevaré hablan, cada vez con más insistencia, de que se están llevando a cabo ejecuciones extrajudiciales por el mero hecho de ser extranjero y no tener papeles, ser de piel clara o por proceder del norte del país. Amnistía Internacional y la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) aseguran tener pruebas que implican al Ejército de Malí.

Está lejos de ser un secreto, pero todos hablan en voz baja. “Hay que estar muy atentos. Estos días están pasando cosas en Sevaré y hay gente que está desapareciendo”, asegura un residente. Algunos van más allá y relatan incluso haber participado, en los últimos días, en la quema de una veintena de cadáveres que luego han sido arrojados a pozos o enterrados en las afueras. Los pozos han sido rellenados con arena y grava. Imposible verificar a simple vista o saber si se trata de combatientes yihadistas que murieron en la batalla de Konna, a 70 kilómetros de aquí, como dicen unos, o de personas sospechosas de haber colaborado con los radicales y ejecutados de forma sumaria, como aseguran otros. Pero la presencia de un cadáver en Million-Kin es una evidencia imposible de negar.

El alcalde de Mopti, Oumar Bathily, asegura: “hemos dado instrucciones a todo el mundo sobre los sospechosos. Si hay gente rara o desconocidos en el pueblo, hay que denunciarlos y que las autoridades se encarguen de hacer la investigación. Sabemos que hay infiltración de yihadistas y no lo vamos a permitir. Mopti siempre ha sido un lugar de acogida, abierto a todo el mundo, pero nos hemos dado cuenta de los peligros que esto entraña”. Sin embargo, al ser preguntado por posibles hechos violentos en la ciudad, asegura no tener constancia. En la misma línea, el coronel Didier Dacko, hasta hace solo unos días responsable del Ejército maliense en Sevaré, dice “no haber escuchado nada”.

Amnistía Internacional piensa de otra manera. Un observador de esta organización ha recogido testimonios de arrestos, interrogatorios y torturas a personas sospechosas de haber colaborado con los yihadistas. En concreto, cita el caso de una mujer de etnia fulani. “Un día, mi hijo desapareció. Le buscamos durante dos o tres días pero no pudimos encontrarlo. Entonces, algunas personas nos contaron que el día que desapareció, el Ejército había disparado a dos personas y los había arrojado a un hoyo dentro de la base militar”, aseguró esta mujer a Amnistía Internacional. Por su parte, la FIDH habla de al menos diez ejecuciones sumarias en Sevaré, mientras que Human Rights Watch dice haber recibido “informaciones creíbles” respecto a graves abusos cometidos por las fuerzas de seguridad en Niono contra poblaciones árabes y tuaregs.

En Wailhirdé (Sevaré) hay un pozo cercano a una base militar que muchos señalan como uno de los lugares donde se están arrojando los cadáveres. En el brocal hay restos de sangre. Y otros testimonios apuntan a la existencia de agujeros y fosas donde están siendo enterrados los cuerpos después de haber recibido un disparo en la cabeza. “Los matan en una zona llamada Chechenie, donde se llevan a cabo las prácticas militares de tiro”, asegura otro vecino. Hace unos días desaparecieron el padre y el hermano de un gendarme, originarios del norte. Estas desapariciones se han intensificado en los últimos días, tras la llegada de los salafistas a la ciudad de Konna, pero no son algo nuevo.

Mohamed era un tuareg de unos cincuenta años procedente del norte muy conocido en Sevaré. Tenía una pequeña tienda en la que vendía todo tipo de productos. En abril, tras la toma de Gao por los yihadistas, desapareció. “Todo el mundo sabe que está muerto”, asegura un joven residente. El carácter étnico de estas desapariciones es lo que más preocupa a Amnistía. “Vestir ropas tradicionales árabes o tuaregs y no ser de Sevaré es suficiente para que te pare la policía”, relata otro testimonio. En los últimos días hay gente que incluso se ha afeitado la barba para evitar ser confundidos con yihadistas.

En este sentido, Boucacar Traoré, coordinador del campo de desplazados de Sevaré donde residen 587 ciudadanos que han huido de sus hogares en el norte, ha recomendado a las personas allí acogidas no salir mucho estos días a la calle “hasta que la situación sea estable”. En todo Mopti se ha declarado un toque de queda a partir de las nueve de la noche y muchos permanecen en sus casas por temor.

El ministro de Justicia de Malí, Malick Coulibaly, dio una respuesta inquietante a Amnistía Internacional cuando fue contactado por teléfono: “Ningún Ejército es perfecto. El estadounidense es uno de las más profesionales del mundo y se ha descubierto que han cometido actos de tortura y asesinatos ilegales. Eso existe en todos los ejércitos”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/20/actualidad/1358705132_145342.html
 
Embajada de Brasil en el Mali se mantendrá abierta, dice Itamaraty

Renata Giraldi


El portavoz del Ministerio de las Relaciones Exteriores, Itamaraty, embajador Tovar de Silva Nunes, dijo a la Agencia Brasil que la Embajada de Brasil del Mali (África) será mantenida en funcionamiento. Según él, hasta el momento, no hay orientaciones para el cierre de la unidad. La iniciativa brasileña va de encuentro a las decisiones tomadas por varios gobiernos, como lo de Japón, que anunció el cierre temporal de su representación diplomática en el Mali.

A la vez, las autoridades brasileñas defienden la búsqueda por un acuerdo negociado entre las fuerzas oficiales del Mali y los grupos extremistas, que tutéan principalmente en el Norte del país. Para las autoridades, las acciones ofensivas contra el terrorismo han mostrado pocos efectos positivos. El gobierno brasileño también está preocupado con la preservación de los derechos humanos en la región.

La crisis en el Mali se agravó los últimos días, pero ella ocurre desde 2011. Al hacer frontera con ocho países, el Mali está entre los más pobres de la región. De los cerca de 12 millones de habitantes, más de la mitad vive abajo de la línea de la pobreza. Incertidumbres políticas e histórico de golpes de Estado forman parte del cotidiano del Mali. El próximo día 29, la Unión Africana (que reúne 52 naciones) debate la crisis en el país.

Los grupos extremistas islámicos, que representan tres mandos distinguidos, ocupan el Norte del Mali, mientras el gobierno tiene el control del Sur del país. La población se queja de la inseguridad y de las presiones de los extremistas que usan la sharia (aplicación de los preceptos islámicos en el cotidiano).

Los grupos extremistas que tutéan el Norte del Mali son: Al Qaeda del Magrebe Islámico (Aqmi), Ansar Dine Movimiento para la Unidad y Jihad en el Oeste Africano (Mujao). En el transcurso de los enfrentamientos entre los extremistas y las fuerzas del gobierno, el número de refugiados aumenta diariamente, según el Alto Comissariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Un boletín, de la semana pasada, informó que el número de refugiados del Mali para los países vecinos en búsqueda de abrigo y seguridad llega a 150 mil. Pero la Oficina de Coordinación de los Asuntos Humanitarios (Ocha) añadió que hay cerca de 230 mil ciudadanos desplazados dentro del Mali.

El Mali es el séptimo mayor país del continente africano en extensión y uno de los más populosos de la región, cercado por siete países - Argelia, Níger, Mauritânia y Senegal, además de la Costa del Marfim, de Guinea y de Burkina Faso.
 

Shandor

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ESTADOS UNIDOS INICIA EL TRASLADO DE TROPAS FRANCESAS Y EQUIPOS A MALI


Estados Unidos ha comenzado a transportar a soldados franceses y equipamiento a Mali en el marco de su apoyo logístico a la operación que Francia está llevando a cabo en el país africano contra los insurgentes islamistas, según ha informado Benjamin Benson, portavoz del mando militar estadounidense en África. Hemos iniciado el traslado aéreo de personal del Ejército francés y material a Bamako desde Istres, señaló Benson y subrayó que Estados Unidos. también está cooperando con Francia en cuestiones de inteligencia.

espejo aeronautico
 

Chan!

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Tengo entendido que de la MAG no hay ni hubo licencia... se compraron todas a la Hesrtal de Bélgica. Si se tuviere la licencia no existiría problema (bah... si es que existe al día de hoy la capacidad...) para producir localmente los repuestos tan necesarios para las mismas.
 
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