Derruido
Colaborador
Fuente: Política y Desarrollo 20/03/07
Las guerras del siglo XXI en nuestra Argentina "encapsulada"
Informaciones periodísticas de las últimas semanas, referidas a la "modernización" de la Defensa Nacional, parecieran surgir de trascendidos del ministerio del ramo o de sus dependencias...
Escribe Gral. Brig. Heriberto Justo Auel
Ellas deberían constituir, por la desorientación extemporánea que exhiben, una seria preocupación socio-política de la ciudadanía y de sus dirigencias, pues afectan severamente a la Seguridad Nacional. Es decir, a nuestra vida colectiva e individual, en estos primeros años de un nuevo siglo conflictivo.
Nuestra seguridad, responsabilidad primaria del Estado, transita una severa crisis, común al resto de las obligaciones constitucionales del Estado. Sus consecuencias son observables en la situación diaria e inmediata que nos rodea y en el marco más amplio de la región y del mundo globalizado, convulsionados por una nueva "guerra mundial" que nos afecta, aquí y ahora, cada vez con mayor intensidad.
Ya sabemos que la Defensa Nacional -en el ámbito mayor de la Seguridad Nacional- está impedida por la legislación vigente (1). Estas normas han anulado, desde 1988, al planeamiento estratégico.
Desplazaron a las FF.AA. a meras responsabilidades de Policía Militar en el exterior, al servicio de Organismos Internacionales. Internamente pueden ser eventual apoyo de las actividades policiales, en la seguridad pública. Nuestro país ha declarado que no reconoce a los riesgos estratégicos que retiene la mayor parte de la comunidad internacional.
La previsión, ante probables agresiones estratégicas, riegos y amenazas hoy presentes en el interior de nuestros límites geográficos, quedaron en manos de nadie. En el caso de que éstas desbordaran al empleo de los medios de la "seguridad interior" –"el esfuerzo nacional de policía"- podría dictarse el estado de sitio y convocarse, recién entonces, a las FF.AA. Pero la ley indica, con enérgica precisión, que ello no debe traducirse en previsiones de planeamiento, inteligencia, organización, equipamiento o adiestramiento alguno de las FF.AA.
Estas deberán improvisar a partir del momento en que se las convoque y, consecuentemente, asumir la situación terminal que justamente provocará el llamado a las armas.
El Comando Estratégico que se designe en esa emergencia, tendrá que resolver en la contingencia, con los medios que hayan quedado en las FF.AA. Será el "cabeza de turco", inexorable y legal. Ese ha sido el eje de la sesuda ley de nuestros polemólogos de las Comisiones de Defensa de ambas cámaras y del poder ejecutivo que las propuso, cuando acumulábamos las experiencias de dos derrotas estratégicas recientes. Actualmente el 99,51% de las guerras en acto, son internas. Podemos afirmar que nuestros legisladores -y sus asesores- cargaban la "carabina de Ambrosio".
Esta legislación nos coloca en una situación altamente riesgosa. La arrastramos a lo largo de las últimas dos décadas pero, desde el año pasado -2006- el desatino conceptual y legal se ha profundizado.
La legislación del ´88, que nació "muerta" y que se la justificó "porque era necesaria, ante una transición imprevista" (¿?), en el 2006, cuando era imprescindible la necesidad de su reemplazo y rectificación, fue reglamentada. Por simple decreto se profundizaron los desconceptos absurdos que impuso la ley. Podemos afirmar que hoy tenemos una nueva ley de defensa, mucho más retrógrada que la anterior pues se ha ido, en la reglamentación, mucho más allá de lo que prescribían los exabruptos de la ley original, en su letra y en su espíritu.
Sin embargo, éste paso reglamentario era necesario para justificar los "cambios" que pareciera se avecinaban, o los que ya están en pleno desarrollo. Así llegamos al Editorial del diario "La Nación" del pasado 5 de Marzo, titulado: "Absurda Hipótesis de conflicto", que en rigor debió titularse "Absurda Hipótesis de Guerra", toda vez que la fuente de la información periodística no fue el ministerio de relaciones exteriores, sino el de defensa, según se informa.
La Ley de Defensa del ´88 -y su complementaria, la de Seguridad Interior que en la presidencia Menem fue desprendida de uno de sus artículos- si bien fue promulgada por Alfonsín a fines de la Guerra Fría, se apoyaba en conceptos extemporáneos, vigentes hasta el siglo XIX.
En 1989/1991, cuando la Guerra Fría terminó, al igual que después de 1945 –cuando finalizó la 2da guerra civil europea -GMII- se produjo una gran revolución en los ambientes académicos que tratan acerca de los complejos temas de la Gran Política, cuando esta se encamina por los senderos de la fuerza. Surgieron, desde una gran confusión y perplejidad, nuevas teorías -no menos de sesenta- y varias doctrinas, a lo largo de los diez años de posguerra fría -1991/2001- (2).
En el 2001 comenzó una nueva guerra mundial, el 11S -con la agresión del "terrorismo global"- que en el 2007 cumplirá su sexto año y que promete ser "muy larga". Ninguno de estos hechos sísmicos, de profundidad tectónica en el área de la Polemología y de la Estrategia, conmovió a nuestros estrategas nativos. Todo siguió igual y, desde el año pasado, la regresión conceptual se ha acentuado de un plumazo, pseudo-legalmente (3).
Llegamos así a la versión de las "absurdas hipótesis", absolutamente ajenas a las probabilidades reales y perceptuales retenidas en la amplísima bibliografía existente hoy en esta disciplina interna de la Ciencia Política o en lo que trasciende desde Brasil, Chile y Perú, que modernizan sus sistemas con varios miles de millones de dólares invertidos en Defensa, atendiendo a los riegos estratégicos reales y aceptados unánimemente en los documentos estratégicos que han dado a conocer, en los últimos años, la UE, la NATO y el Pentágono (4) (5) (4´) y (5´).
"Es una doctrina nueva ideada por nosotros, que no es una copia de doctrinas de otros países, como antes ", explicó un general. (La Nación – 25 de Febrero de 2007).
Por lo que se deduce de éste artículo periodístico, la "doctrina nueva", "ideada por nosotros" es un nuevo plan estratégico, muy exclusivo, es decir totalmente nacional y no copiado, "como antes" y ese "nosotros" es, aparentemente, el EMGE, siempre que nuestra deducción conjetural fuese acertada.
En ese mismo artículo de "La Nación", bajo el título "Drástico cambio en las FF.AA.: nuevas hipótesis de amenazas hasta 2025", se nos informa que "La guerra por los recursos es el nombre oficial de la nueva doctrina militar".
Reiteramos que en éste nivel, una doctrina es siempre emergente de un plan estratégico que, en éste caso -por su objetivo- "es interior", la hipótesis se desarrolla dentro de nuestros límites geográficos, estando ello específicamente vedado en la ley. Esta conjetura nos pone en guardia. ¿Por qué es tolerado un plan estratégico ilegal, en un terreno puntualmente hipersensible para la "progresía" vernácula? Si por tener recortes de diarios "con datos interiores", hubo recientemente relevos de Oficiales Superiores en el área de Inteligencia, ¿cómo sería posible -y además anunciado por el propio ministerio- semejante desliz ilegal?
Hay algo en la noticia que no cierra. Pero además, retiene hoy todo su vigor la afirmación de Clausewitz en "De la Guerra": "el primero, el supremo, el acto de juicio de mayor alcance del hombre de estado y del comandante, tiene que establecer el tipo de guerra en la cual se están embarcando.
No equivocarlo ni tratar de cambiarlo por algo que sea extraño a su naturaleza" (6).
En el Editorial ya citado más arriba, se agregaba:
"El surgimiento de la nueva versión doctrinaria que aquí comentamos parece más bien encaminado a satisfacer un planteo ideológico que reorienta la identificación del enemigo militar en las grandes potencias".
Hoy queda una sola Gran Potencia: EE.UU. Pero, nuestra deducción es solo una conjetura, ya que no encontramos en los trascendidos de la prensa la claridad expresiva con que los "bolivarianos" identifican al "imperialismo". ¿Será solo un eufemismo? Habrá que retenerlo en análisis.
Además, esta fundada presunción se complementa con otra, contenida también en el mencionado artículo del 25 de Febrero:
"En el trabajo se recomienda que la Argentina deberá desarrollar organizaciones militares con capacidad para defender a la Nación de un enemigo convencional superior.
Para ello deben prepararse los elementos para hacer frente a operaciones dinámicas, sin frentes, sin tiempo suficiente de preaviso, con organizaciones de pequeña magnitud, con apoyo territorial preparado de antemano y capaces de organizar los recursos humanos y materiales locales en función del conflicto". (7)
¿Se estará describiendo en éste largo párrafo la organización de milicias, actuando con las tácticas de partisanos en las "guerras asimétricas", como las que postula y organiza Chávez Frías en Venezuela? No nos queda muy claro.
Las guerras del siglo XXI en nuestra Argentina "encapsulada"
Informaciones periodísticas de las últimas semanas, referidas a la "modernización" de la Defensa Nacional, parecieran surgir de trascendidos del ministerio del ramo o de sus dependencias...
Escribe Gral. Brig. Heriberto Justo Auel
Ellas deberían constituir, por la desorientación extemporánea que exhiben, una seria preocupación socio-política de la ciudadanía y de sus dirigencias, pues afectan severamente a la Seguridad Nacional. Es decir, a nuestra vida colectiva e individual, en estos primeros años de un nuevo siglo conflictivo.
Nuestra seguridad, responsabilidad primaria del Estado, transita una severa crisis, común al resto de las obligaciones constitucionales del Estado. Sus consecuencias son observables en la situación diaria e inmediata que nos rodea y en el marco más amplio de la región y del mundo globalizado, convulsionados por una nueva "guerra mundial" que nos afecta, aquí y ahora, cada vez con mayor intensidad.
Ya sabemos que la Defensa Nacional -en el ámbito mayor de la Seguridad Nacional- está impedida por la legislación vigente (1). Estas normas han anulado, desde 1988, al planeamiento estratégico.
Desplazaron a las FF.AA. a meras responsabilidades de Policía Militar en el exterior, al servicio de Organismos Internacionales. Internamente pueden ser eventual apoyo de las actividades policiales, en la seguridad pública. Nuestro país ha declarado que no reconoce a los riesgos estratégicos que retiene la mayor parte de la comunidad internacional.
La previsión, ante probables agresiones estratégicas, riegos y amenazas hoy presentes en el interior de nuestros límites geográficos, quedaron en manos de nadie. En el caso de que éstas desbordaran al empleo de los medios de la "seguridad interior" –"el esfuerzo nacional de policía"- podría dictarse el estado de sitio y convocarse, recién entonces, a las FF.AA. Pero la ley indica, con enérgica precisión, que ello no debe traducirse en previsiones de planeamiento, inteligencia, organización, equipamiento o adiestramiento alguno de las FF.AA.
Estas deberán improvisar a partir del momento en que se las convoque y, consecuentemente, asumir la situación terminal que justamente provocará el llamado a las armas.
El Comando Estratégico que se designe en esa emergencia, tendrá que resolver en la contingencia, con los medios que hayan quedado en las FF.AA. Será el "cabeza de turco", inexorable y legal. Ese ha sido el eje de la sesuda ley de nuestros polemólogos de las Comisiones de Defensa de ambas cámaras y del poder ejecutivo que las propuso, cuando acumulábamos las experiencias de dos derrotas estratégicas recientes. Actualmente el 99,51% de las guerras en acto, son internas. Podemos afirmar que nuestros legisladores -y sus asesores- cargaban la "carabina de Ambrosio".
Esta legislación nos coloca en una situación altamente riesgosa. La arrastramos a lo largo de las últimas dos décadas pero, desde el año pasado -2006- el desatino conceptual y legal se ha profundizado.
La legislación del ´88, que nació "muerta" y que se la justificó "porque era necesaria, ante una transición imprevista" (¿?), en el 2006, cuando era imprescindible la necesidad de su reemplazo y rectificación, fue reglamentada. Por simple decreto se profundizaron los desconceptos absurdos que impuso la ley. Podemos afirmar que hoy tenemos una nueva ley de defensa, mucho más retrógrada que la anterior pues se ha ido, en la reglamentación, mucho más allá de lo que prescribían los exabruptos de la ley original, en su letra y en su espíritu.
Sin embargo, éste paso reglamentario era necesario para justificar los "cambios" que pareciera se avecinaban, o los que ya están en pleno desarrollo. Así llegamos al Editorial del diario "La Nación" del pasado 5 de Marzo, titulado: "Absurda Hipótesis de conflicto", que en rigor debió titularse "Absurda Hipótesis de Guerra", toda vez que la fuente de la información periodística no fue el ministerio de relaciones exteriores, sino el de defensa, según se informa.
La Ley de Defensa del ´88 -y su complementaria, la de Seguridad Interior que en la presidencia Menem fue desprendida de uno de sus artículos- si bien fue promulgada por Alfonsín a fines de la Guerra Fría, se apoyaba en conceptos extemporáneos, vigentes hasta el siglo XIX.
En 1989/1991, cuando la Guerra Fría terminó, al igual que después de 1945 –cuando finalizó la 2da guerra civil europea -GMII- se produjo una gran revolución en los ambientes académicos que tratan acerca de los complejos temas de la Gran Política, cuando esta se encamina por los senderos de la fuerza. Surgieron, desde una gran confusión y perplejidad, nuevas teorías -no menos de sesenta- y varias doctrinas, a lo largo de los diez años de posguerra fría -1991/2001- (2).
En el 2001 comenzó una nueva guerra mundial, el 11S -con la agresión del "terrorismo global"- que en el 2007 cumplirá su sexto año y que promete ser "muy larga". Ninguno de estos hechos sísmicos, de profundidad tectónica en el área de la Polemología y de la Estrategia, conmovió a nuestros estrategas nativos. Todo siguió igual y, desde el año pasado, la regresión conceptual se ha acentuado de un plumazo, pseudo-legalmente (3).
Llegamos así a la versión de las "absurdas hipótesis", absolutamente ajenas a las probabilidades reales y perceptuales retenidas en la amplísima bibliografía existente hoy en esta disciplina interna de la Ciencia Política o en lo que trasciende desde Brasil, Chile y Perú, que modernizan sus sistemas con varios miles de millones de dólares invertidos en Defensa, atendiendo a los riegos estratégicos reales y aceptados unánimemente en los documentos estratégicos que han dado a conocer, en los últimos años, la UE, la NATO y el Pentágono (4) (5) (4´) y (5´).
"Es una doctrina nueva ideada por nosotros, que no es una copia de doctrinas de otros países, como antes ", explicó un general. (La Nación – 25 de Febrero de 2007).
Por lo que se deduce de éste artículo periodístico, la "doctrina nueva", "ideada por nosotros" es un nuevo plan estratégico, muy exclusivo, es decir totalmente nacional y no copiado, "como antes" y ese "nosotros" es, aparentemente, el EMGE, siempre que nuestra deducción conjetural fuese acertada.
En ese mismo artículo de "La Nación", bajo el título "Drástico cambio en las FF.AA.: nuevas hipótesis de amenazas hasta 2025", se nos informa que "La guerra por los recursos es el nombre oficial de la nueva doctrina militar".
Reiteramos que en éste nivel, una doctrina es siempre emergente de un plan estratégico que, en éste caso -por su objetivo- "es interior", la hipótesis se desarrolla dentro de nuestros límites geográficos, estando ello específicamente vedado en la ley. Esta conjetura nos pone en guardia. ¿Por qué es tolerado un plan estratégico ilegal, en un terreno puntualmente hipersensible para la "progresía" vernácula? Si por tener recortes de diarios "con datos interiores", hubo recientemente relevos de Oficiales Superiores en el área de Inteligencia, ¿cómo sería posible -y además anunciado por el propio ministerio- semejante desliz ilegal?
Hay algo en la noticia que no cierra. Pero además, retiene hoy todo su vigor la afirmación de Clausewitz en "De la Guerra": "el primero, el supremo, el acto de juicio de mayor alcance del hombre de estado y del comandante, tiene que establecer el tipo de guerra en la cual se están embarcando.
No equivocarlo ni tratar de cambiarlo por algo que sea extraño a su naturaleza" (6).
En el Editorial ya citado más arriba, se agregaba:
"El surgimiento de la nueva versión doctrinaria que aquí comentamos parece más bien encaminado a satisfacer un planteo ideológico que reorienta la identificación del enemigo militar en las grandes potencias".
Hoy queda una sola Gran Potencia: EE.UU. Pero, nuestra deducción es solo una conjetura, ya que no encontramos en los trascendidos de la prensa la claridad expresiva con que los "bolivarianos" identifican al "imperialismo". ¿Será solo un eufemismo? Habrá que retenerlo en análisis.
Además, esta fundada presunción se complementa con otra, contenida también en el mencionado artículo del 25 de Febrero:
"En el trabajo se recomienda que la Argentina deberá desarrollar organizaciones militares con capacidad para defender a la Nación de un enemigo convencional superior.
Para ello deben prepararse los elementos para hacer frente a operaciones dinámicas, sin frentes, sin tiempo suficiente de preaviso, con organizaciones de pequeña magnitud, con apoyo territorial preparado de antemano y capaces de organizar los recursos humanos y materiales locales en función del conflicto". (7)
¿Se estará describiendo en éste largo párrafo la organización de milicias, actuando con las tácticas de partisanos en las "guerras asimétricas", como las que postula y organiza Chávez Frías en Venezuela? No nos queda muy claro.