Tras la actuación de los Super Tucanos colombianos en la Operación Fénix me pareció conveniente revisar el concepto tradicional que tenemos de “ataque ligero” por cuanto es difícil establecer si dicho concepto se refiere al medio empleado, al armamento utilizado o al daño causado.
Normalmente el concepto lo asociamos a tres elementos:
a) El tipo o modelo de aeronave, generalmente ligeras tal como entrenadores con motores a pistón, turbopropulsados o a reacción y con un equipamiento limitado para misiones de ataque;
b) El tipo o modelo de armamento empleado, que tiene relación directa con la poca capacidad de carga de la aeronave y que normalmente consisten en cohetes no guiados, bombas livianas y armamento de tubo de 7,62 , 12,7 o 20 mm como máximo; y
c) El tipo de blanco a atacar, que también guarda relación directa con el armamento, y que se asocia con los llamados “blancos blandos” o poco protegidos.
La conjunción de éstos tres elementos son en principio los que servirían para determinar si una aeronave tiene capacidad de ataque ligero o no. La gran mayoría de las aeronaves catalogadas como de ataque ligero son precisamente entrenadores o derivados directos de ellos: T-37, MB-326, L-39, SF-260, MB-339, PC-9, Tucano, C-101, etc. a los cuales los fabricantes decidieron darles una ligera capacidad de portar armas para así poder ofrecer algo más que un simple y desarmado entrenador.
La llegada de la electrónica
La necesidad de reducir los tiempos de entrenamiento de los futuros pilotos de combate, llevó a los fabricantes a instalar en los entrenadores un equipamiento electrónico básico para reducir la adaptación a los futuros cockptis de cristal de los cazabombarderos. Un Head Up Display y un par de pantallas multifunción comenzaron a ser el equipamiento básico de estos entrenadores a los cuales se los comenzó también a equipar como motores de mayor potencia para acercarse a las aceleraciones y prestaciones que los futuros pilotos deberían enfrentar.
Embraer fue el primero que dio un paso más allá con el concepto ALX (Light Attack Aircraft) para su sistema de vigilancia del Amazonas (SIVAM) al modificar el Tucano para misiones de ataque ligero, incorporando de manera masiva un equipamiento electrónico muy similar al utilizado por cualquier cazabombardero, dotándolo de capacidad nocturna, computadora de misión, avanzados sistemas de navegación y comunicaciones, sistemas defensivos y una amplia variedad de armamento convencional e inteligente.
Aunque Brasil fue el primer usuario del Super Tucano, fue Colombia que a mediados del 2007 comenzó a utilizarlos en misiones de combate real empleando bombas convencionales de 227 kg pero equipadas con un kit de guía láser (Griffin) para cuya iluminación emplea el sensor FLIR Starfire III. Aunque el sistema ya estaba probado, la reciente Operación Fénix confirmó la viabilidad del concepto y marca un punto a partir del cual hay que diferenciar claramente las aeronaves de ataque ligero: las convencionales y las de nueva generación.
Sobre las primeras ya todos las conocemos, son entrenadores dotados de una limitada capacidad de ataque, en cuanto a las de nueva generación son aquellas que aún contando con importantes restricciones de carga, velocidad y autonomía disponen de un equipamiento que les permite realizar operaciones de ataque bajo cualquier condición de visibilidad, empleando armamento inteligente y contando con una aviónica que poco tiene que envidiar a los cazabombarderos de 3º generación.
El Super Tucano ya está en servicio y ha debutado en combate. Muy pronto aparecerá el AT-6 Texan II , el coreano KO-1C y el poco conocido A-67 Dragon , todos originalmente equipados para realizar misiones de ataque; aunque seguramente varios Pilatus PC-7 Mk II, PC-9 y PC-21 serán modificados con equipos similares.
La nueva generación ya está entre nosotros y sus posibilidades son amplias a cuenta que las necesidades de éste tipo de aeronaves han reaparecido como consecuencia del surgimiento de un nuevo modo de conflicto. Si bien combatir a seis guerrilleros armados con AK-47 con una bomba de guía láser puede ser cuestionable en términos de costo y efectividad, también es cuestionable enviar a combatirlos un cazabombardero cuyo costo excede 5 o 6 veces más a los aviones de ataque ligero de nueva generación.
No serán supersónicos ni tendrán mandos FBW o avanzados radares y sistemas defensivos, pero están demostrando que pueden poner la bomba con la misma precisión y efectividad que ellos, pero a un costo de adquisición y operación netamente inferior. Una ecuación que no pasará desapercibida para muchas fuerzas aéreas.
Normalmente el concepto lo asociamos a tres elementos:
a) El tipo o modelo de aeronave, generalmente ligeras tal como entrenadores con motores a pistón, turbopropulsados o a reacción y con un equipamiento limitado para misiones de ataque;
b) El tipo o modelo de armamento empleado, que tiene relación directa con la poca capacidad de carga de la aeronave y que normalmente consisten en cohetes no guiados, bombas livianas y armamento de tubo de 7,62 , 12,7 o 20 mm como máximo; y
c) El tipo de blanco a atacar, que también guarda relación directa con el armamento, y que se asocia con los llamados “blancos blandos” o poco protegidos.
La conjunción de éstos tres elementos son en principio los que servirían para determinar si una aeronave tiene capacidad de ataque ligero o no. La gran mayoría de las aeronaves catalogadas como de ataque ligero son precisamente entrenadores o derivados directos de ellos: T-37, MB-326, L-39, SF-260, MB-339, PC-9, Tucano, C-101, etc. a los cuales los fabricantes decidieron darles una ligera capacidad de portar armas para así poder ofrecer algo más que un simple y desarmado entrenador.
La llegada de la electrónica
La necesidad de reducir los tiempos de entrenamiento de los futuros pilotos de combate, llevó a los fabricantes a instalar en los entrenadores un equipamiento electrónico básico para reducir la adaptación a los futuros cockptis de cristal de los cazabombarderos. Un Head Up Display y un par de pantallas multifunción comenzaron a ser el equipamiento básico de estos entrenadores a los cuales se los comenzó también a equipar como motores de mayor potencia para acercarse a las aceleraciones y prestaciones que los futuros pilotos deberían enfrentar.
Embraer fue el primero que dio un paso más allá con el concepto ALX (Light Attack Aircraft) para su sistema de vigilancia del Amazonas (SIVAM) al modificar el Tucano para misiones de ataque ligero, incorporando de manera masiva un equipamiento electrónico muy similar al utilizado por cualquier cazabombardero, dotándolo de capacidad nocturna, computadora de misión, avanzados sistemas de navegación y comunicaciones, sistemas defensivos y una amplia variedad de armamento convencional e inteligente.
Aunque Brasil fue el primer usuario del Super Tucano, fue Colombia que a mediados del 2007 comenzó a utilizarlos en misiones de combate real empleando bombas convencionales de 227 kg pero equipadas con un kit de guía láser (Griffin) para cuya iluminación emplea el sensor FLIR Starfire III. Aunque el sistema ya estaba probado, la reciente Operación Fénix confirmó la viabilidad del concepto y marca un punto a partir del cual hay que diferenciar claramente las aeronaves de ataque ligero: las convencionales y las de nueva generación.
Sobre las primeras ya todos las conocemos, son entrenadores dotados de una limitada capacidad de ataque, en cuanto a las de nueva generación son aquellas que aún contando con importantes restricciones de carga, velocidad y autonomía disponen de un equipamiento que les permite realizar operaciones de ataque bajo cualquier condición de visibilidad, empleando armamento inteligente y contando con una aviónica que poco tiene que envidiar a los cazabombarderos de 3º generación.
El Super Tucano ya está en servicio y ha debutado en combate. Muy pronto aparecerá el AT-6 Texan II , el coreano KO-1C y el poco conocido A-67 Dragon , todos originalmente equipados para realizar misiones de ataque; aunque seguramente varios Pilatus PC-7 Mk II, PC-9 y PC-21 serán modificados con equipos similares.
La nueva generación ya está entre nosotros y sus posibilidades son amplias a cuenta que las necesidades de éste tipo de aeronaves han reaparecido como consecuencia del surgimiento de un nuevo modo de conflicto. Si bien combatir a seis guerrilleros armados con AK-47 con una bomba de guía láser puede ser cuestionable en términos de costo y efectividad, también es cuestionable enviar a combatirlos un cazabombardero cuyo costo excede 5 o 6 veces más a los aviones de ataque ligero de nueva generación.
No serán supersónicos ni tendrán mandos FBW o avanzados radares y sistemas defensivos, pero están demostrando que pueden poner la bomba con la misma precisión y efectividad que ellos, pero a un costo de adquisición y operación netamente inferior. Una ecuación que no pasará desapercibida para muchas fuerzas aéreas.