A que costo? Si esta práctica la trasladamos al campo de aviación denota lo antieconomico que sería usar un caza en tareas policiales para darle una segunda vida
Primero que nada, en el mundo de las armadas es una solución bastante habitual. Incluso las principales de todo el orbe. Y en el caso de Argentina, también una larga tradición.
No se esta inventando nada. Es resultado de intentar exprimirle a cada casco hasta el último centavo. Antecedentes hay muchos.
Si todo el mundo lo hace, por algo será. Tan tonto no debe ser.
Segundo, tal como usted menciona, indudablemente el costo de navegación de un buque de combate reconfigurado como patrullero es mayor que el de un patrullero puro (Aunque menor de cuando era un buque de combate).
Es más, la diferencia de costos es aún mayor si comparamos a un buque diseñado para alta mar y termina operando en una zona de agua dulce, como paso con el Marature y King, entre otros. Claramente, sería más económico la operación diaria de un patrullero diseñado desde el principio para esas aguas y optimizado en consecuencia.
El único buque que tiene una última vida más barata que todas sus anteriores, es el que es usado como blanco en algún ejercicio. Su “última vida” por decirlo de algún modo.
Pero, pero, pero… el costo de combustible y operación cotidiana no es el único costo. No es lo único que interviene en la medición de eficiencia.
Podríamos recordar que el Costo Total de Propiedad (lo que finalmente se termina pagando) es igual al Costo de Adquisición (incluido intereses cuando intervienen créditos) más la sumatoria del costo de operación anual a lo largo de la vida útil de X cantidad de años (combustible, aceite, salarios, mantenimiento habitual, etc.), más los costos de modernización/reparación. La tasa de disponibilidad también influye.
Cuanto mayor la vida útil de un buque, los costos de adquisición (intereses del crédito inclusive) tienden a diluirse en ese período extendido (y suele tender a cero cuando se alarga la vida de servicio más allá de aquello para lo que fue diseñado). Pero los costos de operación y las desagradables reparaciones tienden a aumentar, especialmente a partir de que se extiende su vida de servicio más allá de aquello para lo que fue diseñado.
En ese juego de ecuaciones no necesariamente un buque viejo que gasta más combustible y repuestos tiene mayores costos totales de propiedad que un buque nuevo por el que hay que pagar el capital con intereses.
Hay puntos de equilibrios calculables donde una cosa es más costo-eficiente que otras. Y superado ese punto de equilibrio, hay que hacer lo contrario.
Estos barcos en segunda y terceras vidas ya están completamente amortizados. No hay inversión de capital. Así que ese concepto tiende a cero y puede compensar con ello los mayores costos de operación y mantenimiento. O no.
Los especialistas son los que tienen que sacar cuentas con sus hojas de calculo. Tal parece, en el mundo de las Armadas las cuentas en muchos casos han sido favorables a las segundas y terceras vidas.
Tercero, ya que estamos, también puede darse al contrario.
Hay que sumar a la consideraciones las necesidades de la industria naval.
Es necesario mantener programas de construcción naval permanente para que los astilleros continúen abiertos (y los bancos financiando) y eso prima sobre ecuaciones económicos-financieras que pudieran justificar el alargar la vida de unos buques.
En muchos casos, hasta pueden darse casos extremos de acortar la vida de servicio de un buque para habilitar la recepción de unidades nuevas. El crecimiento económico, la producción y trabajo, compensa cualquier aumento exagerado en inversión en capital.
Pero en la Argentina actual, casi sin industria naval, no parece que las necesidades de la misma sea un factor de decisión para acortar la vida útil de ningún barco. Incluso, dada la naturaleza de la industria naval argentina, parece que darle trabajo cosiste en inversiones en modernizaciones y extensiones de vida (como la ARA Libertad, el ARA Irizar, los patrulleros de la prefectura, los TR-1700 y, ya que estamos… las Meko 140 que estaban destinadas a ser patrulleros).
Por último, no hay que perder de vista el costo de oportunidad.
La Armada Argentina tiene muchas necesidades insatisfechas. Muchas. Pero no hay dinero suficiente para hacer todo a la vez. Hay que establecer prioridades.
Lo que inviertas en una cosa no podrá invertirse en otra.
En ocasiones, tomar conciencia que un buque puede recibir una segunda o tercera vida puede ser una forma de liberar fondos que podrían destinarse a satisfacer otras necesidades.
Por ejemplo, si en vez de patrulleros nuevos se hubiese reasignado algunas Meko-140 como patrulleros (algo que igualmente se iba a intentar hacer) se podría haber destinado ese dinero para, por ejemplo, adquirir capacidad anfibia.