Imagen del ARA Almirante Irízar retornando luego de 10 años a Ushuaia. Imagen cortesía del Ministerio de Defensa argentino

A 260 kilómetros de Puerto Madryn, en abril de 2007, el buque insignia de la Armada Argentina en operaciones navales y científicas de la Antártida, fue víctima de un grave incendió en alta mar que lo dejó inactivo por casi 10 años.

La situación fue angustiosa para la Armada y para todos aquellos que trabajaban – y trabajan – arduamente en la puesta en marcha de las operaciones navales y científicas que la argentina viene desempeñando ininterrumpidamente por 114 años en el continente blanco.

Afortunadamente, el pasado noviembre del 2017, se anunció su reintegro al servicio y la participación del ARA Almirante Irízar en la nueva Campaña Antártica de Verano 2017/2018, tras 10 años de ausencia.

Y así, en abril de este año, se dio por finalizada con éxito su misión en el continente antártico, dando comienzo a un nuevo ciclo del Almirante Irízar dentro de la Fuerza Naval Argentina.

El Incendio

Luego de finalizada la Campaña Antártica 2006/2007, comenzó su regreso al puerto de Buenos Aires, pero a la altura de Puerto Madryn, se produjo un incendio en el cuarto de generadores del buque que terminó por propagarse rápidamente.

En alta mar, 238 personas quedaron naufragando a la espera de rescate, entre ellos militares, científicos y civiles que lograron abandonar el barco en 32 balsas salvavidas. Así, pasaron casi 7 horas esperando ser rescatador en la oscuridad de la noche, hasta que finalmente fueron ubicados y rescatados.

A bordo del buque polar, resistió el comandante, que hizo lo posible por evitar el hundimiento del Almirante Irízar. El ochenta por ciento del buque quedó fuera de servicio, sufriendo daños severos en los sistemas eléctricos y mecánicos, también en la planta propulsora y auxiliar, además de la pérdida de dos helicópteros Sea King, cada uno valuado en aproximadamente unos 18 millones de dólares.

La pérdida supuso un golpe fuerte para la Armada, pero también para el país, en materia de defensa,  que dependía de la labor de dicho buque para sus operaciones logísticas.

Posteriormente se sopesaron varias alternativas respecto de qué hacer con el buque. Se evaluó la posibilidad de comprar uno nuevo, con distintas variables, o la reconstrucción y modernización integra. Eventualmente se concluyó proseguir con la reparación del mismo que implicase, a su vez, una modernización con equipamiento moderno y prestaciones superiores. La misma se llevó a cabo en el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR), y bajo el proyecto nacional, se logró su reconstrucción y modernización.

Base San Martín. Imagen cortesía de Dirección Antártica de Ejército

Breve historia del buque insignia de la fuerza naval argentina

El rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5) (RHAI), fue construido en los Astilleros Wärtsilä en Helsinki, Finlandia en 1977, y para el año 1978, fue entregado a la República Argentina y desde entonces ha participado de las Campañas Antárticas de Verano llevando a cuestas las tareas de abastecimiento de las bases antárticas argentinas, así como también, de otros países con presencia en el continente ártico.

Su rol en la Fuerza Naval Antártica es fundamental para el desarrollo de la misión antártica que tiene como fin la exploración científica, el reabastecimiento de las bases y el recambio de personal.

Por su parte, la Argentina fue uno de los países pioneros en navegar por las aguas antárticas y en realizar expediciones en el continente blanco. Para la Argentina, la presencia en la Antártida significa la posibilidad de continuar afianzando su soberanía nacional, a su vez que se acrecienta el conocimiento geográfico y científico de un territorio que es aún desconocido en grandes zonas.

Gracias a la re incorporación del buque Almirante Irízar, la Campaña Antártica de verano puede contar con los medios navales propios para encargarse del re aprovisionamiento de las bases y no depender de la contratación privada.

Desde 1904, la Argentina se encuentra embarcada en su misión de explorar y conocer el extremo sur, creando instalaciones de destacamento y refugios y el traslado de profesionales para que habiten y estudien el continente.

Cuando se instaló el primer destacamento en las islas Shetland del Sur, la problemática del hielo denso y la dependencia de buques mercantes sentó las bases para la discusión sobre la importancia de un buque rompehielos para la Armada Argentina.

Por ello, el gobierno tomo la decisión de encarar la compra de un buque rompehielos que le permitiera actuar en aguas con hielo denso. Así se prosiguió a la primera adquisición del primer rompehielos construido en Alemania en 1954, llamado General San Martín. Pero las crecientes necesidades logísticas y científicas demandaron prontamente la necesidad de un nuevo buque, el Almirante Irízar que llegaría desde Finlandia, con más potencia y capacidad de desplazamiento de casi 15.000 t a diferencia de las 4.854 t del General San Martín – suponía un gran avance dentro de las capacidades de la fuerza naval.

Imagen cortesía del Ministerio de Defensa argentino

Pero, ¿Por qué es tan importante para la argentina poseer un rompehielos y realizar misiones a la Antártida?

En principio, el continente antártico supone uno de los territorios más hostiles y alejados del planeta que alberga uno de los ecosistemas menos alterados. El mismo ejerce un rol estratégico como regulador de climas, temperaturas, vientos y corrientes marinas, con lo cual, su importancia se extiende a todo el planeta Tierra, y no sólo a al territorio argentino. Por consiguiente, tener la posibilidad de explorarlo es un privilegio. Y la Argentina ha gozado de ese privilegio por los últimos 114 años.

Gracias a la actividad en la Antártida, se pueden realizar estudios que analicen el cambio climático, – al estudiar el hielo y como estos se derriten – y con ello predecir el futuro ambiental del mundo y de la Argentina.

Es por su gran importancia y el gran impacto que genera en todo el ecosistema global, que dicho territorio continental ha sido declarado territorio de paz bajo un Tratado Antártico que regula la actividad de la región.

Asimismo, la presencia en la Antártida le permite a la Argentina consolidar su soberanía nacional, y a su vez, contribuir con la labor científica que allí se lleva a cabo, desde centros de investigación nacionales como en cooperación con otros países fortaleciendo lazos e intercambiando conocimiento.

Para ello, es fundamental el desempeño del buque rompehielos que permite todos los años realizar el relevo de las dotaciones y el re abastecimiento de las bases permanentes y la apertura de nuevas bases temporarias donde se realizan actividades científicas monitoreadas por el Instituto Antártico Argentino. Por consiguiente, la Armada Argentina y las Fuerzas Armadas en general, son el pilar fundamental que sostiene toda la logística para que el desarrollo de la ciencia en la Antártida sea posible, y eso incluye el margen de maniobra agregado que le otorga a la Armada el rompehielos Irízar.

Por otro lado, el enriquecimiento científico y el capital humano es también una importante herramienta de defensa para un país, que no debe ser tomada a la ligera, como también así la protección de los recursos naturales y el ecosistema del país.

También cabe destacar, que la ausencia de un rompehielos propio, le ocasiono al Estado un gasto de alquiler de buque en 137 millones de dólares, además de los 147 millones de dólares que costó la reparación y modernización del ARA Almirante Irízar.

Asimismo, si bien se cuestiona lo acertado de la decisión de reparar el buque y no construir uno nuevo de cero, – se considera que hubiese sido más económico teniendo en cuenta el costo de reparación y alquiler -,  lo cierto es que su reparación permitió promover el desarrollo de la industria naval argentina, y generó empleo de mano de obra.

Por el momento la experiencia del buque Irízar servirá para futuras decisiones dentro del Ministerio de Defensa, puesto que desde hace un tiempo se viene contemplando la necesidad de contar con un buque polar complementario para las próximas campañas antárticas de verano.

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4 COMENTARIOS

  1. El Irizar es un orgullo de la Armada Nacional, lo que no fue ningún orgullo es lo que costó, otro de los pésimos negocios a los que estamos acostumbrados.

  2. Gracias a Dios que este noble rompehielos fué recuperado. Sería interesante ver la posibilidad de adquirir o construir un buque polar para reemplazar al recordado ARA Bahía Paraíso. Si dicho reemplazo lo hubiésemos tenido al tiempo en que el ARA Irizar quedó fuera de servicio, no tendríamos que haber recurrido al alquiler de buques polares extranjeros. Saludos.

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