paulo
Forista Sancionado o Expulsado
Brasil negocia pacto de no-agresión
Acuerdo ayudaría región a superar desconfianzas surgidas tras firma de tratado militar entre Colombia y EE UU
El Itamaraty comenzó a negociar un tratado de no-agresión en América del Sur, como medio de contornar los conflictos provocados por el acuerdo militar entre Colombia y los EE UU, firmado viernes. El tratado tendrá el objetivo garantizar a los signatarios que no serán blancos de ataques de vecinos que vengan a actuar en cooperación militar con países de otras regiones.
El Itamaraty espera convencer Ecuador, país que preside este año la Unión de las Naciones Suramericanas (Unasul), la encampar la ideia y llevarla a la consulta de las cancillerías de los otros miembros del bloque.
La sus asesores, el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, afirmó que esa salida multilateral será una forma de soportar con la polémica causada por la decisión de Colombia de cerrar un acuerdo que permitirá a EE UU mantener militares en siete bases en el país. Según el ministro, el tratado reforzaría garantías fundamentales que vengan a ser escritas sin énfasis en los acuerdos bilaterales y permitiría la tan ambicionada “construcción de confianza” entre los países de América Sur. Sería, finalmente, un medio de disipar temores – los reales y los infundados.
El tratado de no-agresión serviría como un principio básico de garantía jurídica a ser respetado en todos los compromisos en el área de defensa de los países de la Unasul, sin exclusiones. Así, apaciguaría Bogotá, al contemplar su insistente preocupación de que todos los acuerdos de defensa cerrados por los compañeros suramericanos con países de fuera de la región deberían ser puestos sobre la mesa e incluir garantías. Esa exigencia tiene como fundamento la ausencia de garantías de no-agresión en los acuerdos celebrados por Venezuela con Irán y Rusia.
Para que lo tratado alcance el objetivo imaginado por Amorim, el Consejo Suramericano de Defensa deberá debatir al menos dos cuestiones básicas. Primero, se el nuevo acuerdo seguirá la receta del Tratado de Tlatelolco, de 1967, por el cuál naciones militarmente más desarrolladas se comprometen a no minar el status de América Latina y Caribe como región libre de armas nucleares. Una respuesta positiva significaría la negociación para que EE UU, Rusia, Irán y Francia, entre otros, suministren garantías de que no alimentarán ni participarán de conflictos en América del Sur.
La segunda cuestión dice respeto al registro de los acuerdos en el Consejo de Defensa, es decir, la fractura de la confidencialidad del documento.
FUENTE: Estadão
Acuerdo ayudaría región a superar desconfianzas surgidas tras firma de tratado militar entre Colombia y EE UU
El Itamaraty comenzó a negociar un tratado de no-agresión en América del Sur, como medio de contornar los conflictos provocados por el acuerdo militar entre Colombia y los EE UU, firmado viernes. El tratado tendrá el objetivo garantizar a los signatarios que no serán blancos de ataques de vecinos que vengan a actuar en cooperación militar con países de otras regiones.
El Itamaraty espera convencer Ecuador, país que preside este año la Unión de las Naciones Suramericanas (Unasul), la encampar la ideia y llevarla a la consulta de las cancillerías de los otros miembros del bloque.
La sus asesores, el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, afirmó que esa salida multilateral será una forma de soportar con la polémica causada por la decisión de Colombia de cerrar un acuerdo que permitirá a EE UU mantener militares en siete bases en el país. Según el ministro, el tratado reforzaría garantías fundamentales que vengan a ser escritas sin énfasis en los acuerdos bilaterales y permitiría la tan ambicionada “construcción de confianza” entre los países de América Sur. Sería, finalmente, un medio de disipar temores – los reales y los infundados.
El tratado de no-agresión serviría como un principio básico de garantía jurídica a ser respetado en todos los compromisos en el área de defensa de los países de la Unasul, sin exclusiones. Así, apaciguaría Bogotá, al contemplar su insistente preocupación de que todos los acuerdos de defensa cerrados por los compañeros suramericanos con países de fuera de la región deberían ser puestos sobre la mesa e incluir garantías. Esa exigencia tiene como fundamento la ausencia de garantías de no-agresión en los acuerdos celebrados por Venezuela con Irán y Rusia.
Para que lo tratado alcance el objetivo imaginado por Amorim, el Consejo Suramericano de Defensa deberá debatir al menos dos cuestiones básicas. Primero, se el nuevo acuerdo seguirá la receta del Tratado de Tlatelolco, de 1967, por el cuál naciones militarmente más desarrolladas se comprometen a no minar el status de América Latina y Caribe como región libre de armas nucleares. Una respuesta positiva significaría la negociación para que EE UU, Rusia, Irán y Francia, entre otros, suministren garantías de que no alimentarán ni participarán de conflictos en América del Sur.
La segunda cuestión dice respeto al registro de los acuerdos en el Consejo de Defensa, es decir, la fractura de la confidencialidad del documento.
FUENTE: Estadão