“Splash one Hercules”
Así fue titulado el capítulo en donde el Comandante Niguel David “Sharkey” Ward relata en su libro “Sea Harriers over The Malvinas” las circunstancias del derribo del Hércules TC-63 de la Fuerza Aérea Argentina sucedido el 1º de Junio de 1982. El libro aparecido en el 2006, en realidad poco aporta sobre éste derribo, ya que se centra más en múltiples críticas y análisis sobre el tipo de operaciones que afrontaron los Sea Harrier’s británicos durante el conflicto por Malvinas.
Aunque se tejieron muchas historias sobre David Ward, poco se sabe de él. Aunque todos piensan que es un inglés, en realidad nació en Canadá en 1943 aunque su carrera militar se desarrolló en el Reino Unido, concretamente en la Royal Navy donde voló Hunter, Sea Vixens, F-4K Phantom, Sea Harrier y fue instructor calificado de guerra aérea. Durante el conflicto de Malvinas se desempeño como Comandante del Escuadrón Naval 801 con el grado de Teniente Comandante basado en el Invencible y tras el conflicto fue condecorado con la Cruz de Servicio Distinguido por sus acciones durante el conflicto.
Mérito no le faltó: el 1º de Mayo enfrentó dos T-34C Turbo Mentor navales dañando ligeramente a uno de ellos; el 9 de Mayo proporcionó cobertura aérea al abordaje del pesquero Narwal,. El 19 de Mayo bombardeó Monte Kent intentando destruir helicópteros del Ejército Argentino; el 21 de Mayo obtuvo dos derribos, el Pucará del Mayor Tomba con fuego de cañón y el Dagger del Primer Teniente Senn con Sidwwinder, por último el 1º de Junio derribó al Hércules TC-63. El 30 de Junio fue ascendido a Comandante y posteriormente fue consultor del ministerio de defensa británico en guerra y armamento aéreo, siendo uno de los mayores opositores al reemplazo de los Sea Harrier F/A-2 por los Harrier’s GR.Mk7 por carecer éstos de radar y capacidad BVR.
Ahora regresemos al 1º de Junio de 1982
En cumplimiento de la Orden Fragmentaria 2258, el Hércules TC-63 se alista en las primeras horas para realizar uno de los llamados “vuelos locos”: exploración y reconocimiento marítimo al Norte de Malvinas. Una misión de alto riesgo dada la situación táctica del momento. Se estima que el primero de ésta clase de vuelos sucedió el 26 de Mayo con el indicativo “Loco” a cargo del TC-64. La táctica utilizada para la detección de objetivos navales aún hoy congela la sangre:
Vuelo rasante sobre el mar a 590 km/h hasta una posición determinada, allí una rápida trepada con 30 grados nariz arriba hasta alcanzar los 10.000 pies, encendido del radar, dos a tres barridos para detectar blancos y rápido descenso para plancharse nuevamente sobre el mar con un cambio de rumbo de 45 grados. Cada maniobra se repetía cada 20 a 30 minutos y el patrón de vuelo asemejaba a una doble v (W), patrón conocido también como “dientes de perro”.
Un elemento resultó vital para éstas misiones y fue el sistema de identificación amigo-enemigo (IFF). Si el mismo se activaba, era señal que el Hércules estaba siendo iluminado por un radar, el paso siguiente era detectar la posición del mismo. Entonces se ascendía, se buscaba el emisor o blanco con el radar meteorológico, se determinaba su posición mediante los navegadores inerciales y se transmitía la posición, aunque casi siempre el procedimiento debía repetirse para confirmar la posición de los blancos, hecho que volvía exponerlos a un ataque.
La situación Táctica
Para fines de Mayo, los ingleses ya se habían consolidado en San Carlos y comenzaban su avance hacia Puerto Argentino. El día 30 de Mayo se determinó que los Harriers ya operaban en una base improvisada en San Carlos, hecho de singular importancia porque no sólo podrían realizar misiones de apoyo cercano sino también frenar cualquier vuelo argentino desde el continente hacia Puerto Argentino. Para confirmar las sospechas y fijar la posición estimada de la base, se fija una táctica que consistía en utilizar un par de Mirage III como señuelos y así el radar de Malvinas determinaba la posición aproximada de despegue de los Harrier’s británicos para luego coordinar un ataque a dicha base de despliegue.
La misión fue un fracaso. En la madrugada del 31 de Mayo el radar de Malvinas recibe el ataque de un bombardero Vulcan armado con misiles antirradar Shrike. Para evitar la destrucción, el radar es desconectado. Sin embargo los dos Mirage III con el indicativo “Pitón” despegaron de Río Gallegos rumbo a Malvinas y a sólo 10 minutos de vuelo se les ordenó regresar ante la no disponibilidad del radar. Por la tarde, los mismos Mirage intentaron nuevamente la misión pero no pudieron tomar contacto con el radar de Malvinas y la misión nuevamente se frustró.
Para el Martes 1º de Junio, en las primeras horas de la madrugada (04:50) dos Canberra (Indicativo Huinca) bombardean posiciones inglesas en Monte Kent. A sólo cinco minutos del ataque, el CIC (Centro de Información y Control de Malvinas) detecta dos Sea Harriers que intentan dar caza a los Canberra. La persecución dura unos 20 minutos y luego de múltiples enlaces se logra informar a uno de los Canberra que eran perseguidos por Sea Harriers. Con maniobras evasivas, eyectando los depósitos auxiliares y lanzando chaff, los Canberra logran eludir a los británicos. A las 07:58 el CIC detecta la presencia de nuevas PAC (Patrullas Aéreas de Combate) de Sea Harriers.
A las 06:30, el Hércules TC-63 con el indicativo Tiza despega desde Comodoro Rivadavia pero algunos problemas técnicos lo obligan a regresar y recién vuelve a despegar a las 08:53. Al mando del Hércules se encuentra el Capitán Rubén Martel, secundado por Capitán Carlos Krause como navegador el vicecomodoro Hugo Meisner; completando la tripulación los CP Miguel Cardone, CP Carlos Cantezano, SP Julio Lastra, y SA Manuel Albelos. La OF 2258 los llevará a sólo 100 Kilómetros al Norte de Malvinas.
Momentos antes el Hércules TC-66 aterriza en Puerto Argentino y más tarde regresa al continente. La operación es detectada por los británicos que ponen en el aire varias PAC que se posicionan en las proximidades de San Carlos; en tanto al Oeste de Malvinas, cerca de los islotes que conforman las llamadas Islas Cebadles, es destacada la fragata británicas HMS Minerva para vigilancia aérea.
Hacia esa zona se dirigía el TC-63. Se desconoce si la tripulación tenía conocimiento de la intensa actividad británica que estaba sucediendo en ésos momentos. Se estima que no ya que el silencio radial era vital para la seguridad de la misión.
Final Primera Parte