Nuevo Orden Mundial

Se asocia Indonesia al BRICS!!, el cuarto país mas poblado del mundo... suma y sigue, pronto veremos a Pakistán??, el quinto...



Nueve países confirman su disposición a unirse como socios del BRICS​


La cumbre del grupo BRICS en Kazán, en Rusia, 23 de octubre de 2024.
La cumbre del grupo BRICS en Kazán, en Rusia, 23 de octubre de 2024.


Un funcionario ruso anunció que, a partir del 1 de enero, nuevos países se integrarán al grupo económico en calidad de Estados socios.

Durante una conferencia de prensa el lunes, Yuri Ushakov, asesor del presidente de Rusia, subrayó la relevancia de formalizar el estatus de los países socios y anunció que Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Tailandia, Cuba, Uganda, Malasia y Uzbekistán se unirán oficialmente como socios del BRICS a partir del 1 de enero.
Según Ushakov, los Estados han reafirmado su disposición para recibir dicho estatus. Además, indicó que Moscú está a la espera de la respuesta de otros cuatro países.
Asimismo, explicó que los Estados asociados podrán presentar sus propias propuestas, aunque no tendrán participación en la aprobación de documentos ni en las votaciones.

Ushakov destacó que el papel del BRICS en la política internacional está ganando importancia. Actualmente, más de dos docenas de países han expresado interés en establecer cooperación con el bloque.
Los países interesados incluyen “Azerbaiyán, Bangladesh, Bahréin, Burkina Faso, Venezuela, Honduras, Zimbabue, Camboya, Colombia, la República del Congo, Laos, Kuwait, Marruecos, Myanmar, Nicaragua, Pakistán, Palestina, Senegal, Siria, Chad, Sri Lanka, Guinea Ecuatorial y Sudán del Sur”, señaló.

El principal colaborador del líder ruso destacó que, antes de la Cumbre de Kazán, se recibieron 35 solicitudes para unirse al BRICS en distintos estatus.
“Algunos países aspiraban a obtener una participación a gran escala de inmediato, mientras que otros preferían participar en eventos específicos como observadores”, explicó.
Además, subrayó que el grupo ha consolidado su autoridad en áreas clave como la economía, las finanzas, la respuesta a los desafíos climáticos y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria y energética a nivel mundial.

El grupo BRICS fue fundado en 2006 por Brasil, Rusia, India y China, y en 2011 se unió Sudáfrica. A partir del 1 de enero de 2024, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía se convirtieron en miembros de pleno derecho.
Entre las principales áreas de cooperación de los BRICS figuran la política y la seguridad, la economía y las finanzas, y los contactos culturales y humanitarios.
 

Alemania está condenada por este grave error.​

Berlín no sólo se volvió contra Rusia: olvidó lo que lo hizo exitoso en primer lugar

Durante décadas, Alemania fue la envidia del mundo: un ejemplo brillante de cómo una nación devastada por la guerra podía resurgir de las cenizas y convertirse en la potencia económica de Europa. Este éxito no fue casualidad. La prosperidad de Alemania se basaba en tres pilares fundamentales: acceso a la energía barata rusa, libre comercio sin trabas con Estados Unidos y otros aliados occidentales y un gasto militar mínimo gracias a las garantías de seguridad estadounidenses después de la Guerra Fría. Estos factores permitieron a Alemania construir una economía industrial sin parangón, mantener un generoso estado de bienestar y convertirse en un actor importante en los mercados globales.

Pero la decisión de Alemania de cortar sus vínculos con Rusia tras la escalada en Ucrania amenaza con desmantelar esa base cuidadosamente construida. Al alinearse por completo con la estrategia de la OTAN dirigida por Estados Unidos contra Moscú, Alemania selló sin darse cuenta su destino económico. Las consecuencias ya son visibles y lo peor está por venir. Alemania está condenada a causa de este grave error.

La crisis energética: el talón de Aquiles de Alemania​

La economía alemana siempre ha sido un gigante construido sobre industrias de alto consumo energético, como la química, la automovilística y la industria pesada. Estas industrias dependían de una ventaja clave: el gas natural ruso a un precio asequible. Durante décadas, Berlín fomentó una estrecha relación energética con Moscú, importando enormes cantidades de gas barato a través de gasoductos como Nord Stream. Este acuerdo mutuamente beneficioso mantuvo a las fábricas alemanas funcionando y a su economía exportadora altamente competitiva.

Esa relación terminó. En respuesta a la invasión rusa de Ucrania, Alemania abandonó la energía rusa casi de la noche a la mañana, cerró Nord Stream y buscó alternativas. ¿El resultado? Precios de la energía en alza y una crisis manufacturera que está paralizando la industria alemana. Sin energía barata, los mismos sectores que hicieron de Alemania un gigante industrial –automotriz, siderúrgico y químico– ya no son competitivos a nivel global.

Para empeorar las cosas, el compromiso ideológico de Alemania con una rápida transición hacia una energía verde no ha hecho más que exacerbar el problema. Si bien la energía renovable tiene sus méritos, no está ni cerca de reemplazar la energía de base confiable que proporcionaba el gas ruso. La decisión de Alemania de abandonar gradualmente la energía nuclear –una fuente de energía confiable y libre de carbono– socava aún más su seguridad energética. El resultado es una economía que se está derrumbando bajo el peso de sus propias políticas miopes.

Un mundo sin libre comercio​

El segundo pilar del éxito de Alemania fue su dependencia del libre comercio y de los mercados globales. Como líder en exportaciones, Alemania prosperó en un mundo de bajas barreras comerciales y mercados abiertos. Su modelo económico dependía de la venta de bienes de alta calidad (automóviles, maquinaria y productos químicos) a países como China y Estados Unidos.

Pero el mundo está cambiando. El aumento del proteccionismo, la disociación entre Estados Unidos y China y las crecientes tensiones comerciales han alterado el orden global del que dependía Alemania. La dependencia económica de Berlín respecto de China –su mayor socio comercial– también se ha convertido en un lastre, a medida que aumentan las tensiones geopolíticas entre Pekín y Occidente. Alemania se encuentra ahora en una posición precaria, atrapada entre sus intereses comerciales y sus alianzas políticas.

Incluso la tan cacareada relación comercial de Alemania con Estados Unidos está bajo tensión. Los responsables de las políticas estadounidenses son cada vez más escépticos respecto de la oportunistaidad europea, en particular la negativa de Alemania a asumir una parte justa de los costos de defensa. La economía alemana, impulsada por las exportaciones y que desde hace mucho tiempo se ha beneficiado del libre acceso a los mercados estadounidenses, es vulnerable a las crecientes barreras comerciales y al creciente resentimiento estadounidense.

El dilema militar​

El tercer pilar de la prosperidad alemana de posguerra fue su limitado gasto militar. Protegida por el paraguas nuclear estadounidense durante la Guerra Fría, Alemania tuvo libertad para concentrar sus recursos en el desarrollo económico en lugar de en la defensa. Durante décadas, el gasto de defensa de Berlín rondó el 2% del PIB, muy por debajo del objetivo de la OTAN. Esto le permitió a Alemania invertir fuertemente en infraestructura, programas sociales e innovación industrial.

Ahora, Alemania se ve obligada a cambiar de rumbo. La guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto la dependencia de Europa del poder militar estadounidense, y Alemania se encuentra bajo una intensa presión para aumentar su presupuesto de defensa. Si bien esto puede agradar a los aliados de la OTAN, pondrá a prueba las ya de por sí limitadas finanzas alemanas. La promesa de Berlín de un fondo de defensa de 100.000 millones de euros es un marcado cambio respecto de su estrategia de posguerra de priorización económica. El costo de oportunidad de este cambio será enorme, ya que fondos que podrían haberse destinado a reconstruir la industria alemana o modernizar la infraestructura se desvían al ejército.

El fin del excepcionalismo alemán​

La decisión de Alemania de convertir a Rusia en su enemigo ha convertido uno de sus mayores activos –la energía barata– en una flagrante debilidad. Su excesiva dependencia del libre comercio global está resultando insostenible en un mundo más proteccionista y fragmentado, y su nuevo enfoque en el gasto militar amenaza con socavar la misma estabilidad social y económica que la convirtió en un modelo para otros.

Lo que es peor, los dirigentes alemanes parecen no darse cuenta de la magnitud de la crisis. El gobierno del canciller Olaf Scholz está redoblando sus esfuerzos en políticas que sólo acelerarán la decadencia del país: una agenda verde excesivamente entusiasta, relaciones tensas con China y un alineamiento acrítico con los objetivos geopolíticos de Estados Unidos. Estas decisiones pueden ganarle a Alemania elogios en Washington y Bruselas, pero están condenando a su pueblo a un futuro de estancamiento económico y disminución de los niveles de vida.

El error de Alemania no fue sólo volverse contra Rusia, sino olvidar lo que la hizo exitosa en primer lugar. El camino que le queda por delante será largo y doloroso y, a menos que Berlín reconsidere su estrategia, el milagro económico alemán se convertirá en una advertencia sobre arrogancia y locura estratégica.
 


El dominio del dólar se desvanece, según datos del FMI​

Los países han intensificado sus esfuerzos para alejarse del dólar, según muestran los datos

La participación del dólar estadounidense en las reservas mundiales de divisas ha caído a su nivel más bajo en casi 30 años, según los últimos datos publicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Las estadísticas que sigue la institución con sede en Washington muestran que la participación del dólar en las reservas oficiales cayó un 0,85% entre julio y septiembre de este año, y ahora se sitúa en el 57,4%, su nivel más bajo desde 1995. El FMI no proporciona estadísticas de años anteriores.

El FMI advirtió esta tendencia en junio, cuando señaló en un blog oficial que la caída del dólar se estaba produciendo en medio de esfuerzos de diversificación por parte de países de todo el mundo. Por ejemplo, si bien los datos muestran que la participación del dólar ha estado cayendo de manera constante durante los últimos tres trimestres, la participación de las monedas “no tradicionales” ha estado ganando terreno.

El dólar también ha cedido terreno frente al euro. En el tercer trimestre, su participación aumentó hasta el 20,02%, frente al 19,75% del segundo trimestre. Las inversiones globales en yenes japoneses han aumentado en los últimos seis trimestres, y su participación en el tercer trimestre ascendió al 5,82%.
 
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Transportes y Turismo

Se acabó el reinado de los portacontenedores gigantes en el comercio mundial: los armadores optan por buques más pequeños​

  • Los buques de tamaño medio facilitan una reacción más rápida
  • Ante hechos como los ataques en el Mar Rojo o un deterioro macro
  • También influyen el menor comercio con China y las normativas ambientales
Buque portacontenedores
Foto: Alamy
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  1. elEconomista.es
10:57 - 3/01/2025

Hablar de comercio mundial, sin necesidad casi de precisar que marítimo, hace pensar enseguida en gigantescos megabuques repletos de coloridos contenedores llenos de mercancías. Una imagen que se ha vuelto más icónica aún en el 'nuevo mundo' emergido tras la pandemia, en el que las restricciones al comercio mundial primero y diferentes acontecimientos posteriores (un enorme portacontenedores atascado en el Canal de Suez, barcos de este tipo atacados en el Mar Rojo) han cobrado primera actualidad. Sin embargo, este 'reinado' puede estar acabando y todo se debe a una cuestión práctica.
El desvío del comercio mundial de China a otros puertos asiáticos está llevando a los armadores a abandonar la era de los buques cada vez más grandes y a optar por embarcaciones más pequeñas. Las últimas cifras conocidas dan fe de este cambio de tendencia. Sólo seis portacontenedores capaces de transportar el equivalente a más de 17.000 contenedores de 20 pies (6,1 metros de largo), conocidos en la jerga del sector como TEU (acrónimo en inglés de medida de 20 pies), se entregarán en 2025, frente a los 17 entregados en 2020, según el agente naviero Braemar. Al mismo tiempo, 83 buques de tamaño medio -entre 12.000 y 16.999 contenedores TEU- se completarán en 2025, casi cinco veces más que cinco años antes.
"El buque de 16.000 contenedores se convertirá en el caballo de batalla de las compañías de línea regular", afirma Jonathan Roach, analista del mercado de contenedores de Braemar, en un extenso reportaje del Financial Times sobre este cambio de registro en el sector naviero. Para Roach, el "tibio" comercio mundial y la saturación de "buques masivos" también han reducido el apetito por este tipo de embarcaciones.

Los expertos del sector coinciden y apuntan a otras causas como las crecientes normativas medioambientales. Los armadores no están seguros de qué requisitos establecerá la Organización Marítima Internacional, el regulador del sector, para alcanzar su objetivo de cero emisiones netas en torno a 2050. Existe una gran incertidumbre sobre el combustible que se utilizará en los buques del futuro, ya que la oferta de alternativas ecológicas es limitada.
No obstante, el gran 'elefante en la habitación' son las interrupciones de las rutas comerciales -véase el citado caso del Mar Rojo que ha obligado a redirigir rutas por el Cabo de Buena Esperanza, al sur de África- como factores que han afectado a la demanda de los portacontenedores más voluminosos.
Este conjunto de analistas espera que estas perturbaciones continúen con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente entrante de EEUU ha amenazado con una agresiva batería de aranceles contra China, lo que hará a los compradores del resto del mundo fijarse en otros exportadores. Un marco que encaja con la estrategia que debaten actores como la Unión Europea de un proceso de-risking o reducción de riesgos, consistente en ser menos dependiente de Pekín.

Peter Sand, analista jefe de Xeneta, empresa de seguimiento del mercado del transporte marítimo, afirma en el reportaje del FT que "no cabe duda de que cada vez hay más interés por no abastecerse exclusivamente de productos chinos". Los buques de mayor tamaño "sólo tienen sentido desde el punto de vista económico si se dispone de carga para llenarlos. Si no, pierdes dinero", subraya.
Voces del sector, como la de un alto ejecutivo de una de las mayores navieras asiáticas de contenedores, recogida por el citado medio financiero británico, ponen ejemplos. Con el traslado de la fabricación a India y Vietnam, probablemente tenga menos sentido esperar que los buques más grandes se llenen en dos o tres puertos, señala este ejecutivo.
El cambio de paradigma se produce después de décadas en las que los armadores han ido encargando buques cada vez más grandes con el auge del comercio mundial. Aunque los buques de tamaño medio habían superado en popularidad a los de mayor tamaño, la demanda de buques de más de 18.000 contenedores había vuelto a repuntar al dispararse los beneficios del sector del transporte marítimo de contenedores en 2024. Según Braemar, a principios de diciembre se habían encargado 76 buques de este tamaño, frente a los 45 del mismo periodo de 2023. Sólo Mediterranean Shipping Company (MSC), líder del sector, encargó 10 buques de 21.000 contenedores en septiembre, según la prensa especializada.
Los ingresos de los armadores se han disparado especialmente con los ataques de los hutíes de Yemen, rebeldes respaldados por Irán, que han hecho prácticamente intransitable el Mar Rojo y sin apenas tránsito un enclave geográfico fundamental como el Canal de Suez. La motivación 'oficial' detrás de estos ataques a embarcaciones comerciales es el apoyo a Gaza frente a los ataques de Israel, si bien estas escaramuzas han llegado a afectar a embarcaciones de aliados de Teherán como Rusia.

Lo ocurrido en el Mar Rojo, ruta comercial marítima por excelencia, no solo ha elevado el coste del transporte marítimo a medida que disminuía la oferta de buques disponibles. También ha puesto de manifiesto la creciente importancia de la flexibilidad en el sector. Los buques de gran tamaño se utilizan sobre todo para recorrer las grandes rutas Asia-Europa a través del Canal de Suez, pero tendrían dificultades para transitar por otros pasos críticos como el Canal de Panamá.
"El cierre del Canal de Suez ha afectado gravemente al transporte marítimo de contenedores", constata afirma William MacLachlan, socio del bufete de abogados HFW, que asesora a clientes sobre construcción naval. "Los buques más pequeños pueden responder más fácilmente a los acontecimientos macroeconómicos", resuelve.

El negocio naviero en constante evolución...Cuando se arregle el problema con Yemen volverán a los gigantes portacontenedores?
 

Macron acusa a las antiguas colonias francesas de ingratitud​

Chad y Senegal respondieron con un primer ministro que dijo que esos comentarios son una señal de desprecio.

Jajaja que caradura Dios mío. El día que los ex imperios europeos entiendan que tienen que tratar a sus ex colonias como iguales las cosas quizás cambien en el mundo...
 
Llama la atención la creciente predica belicosa del futuro presidente Trump y allegados.
Es interesante notar que la primera presidencia de Trump fue considerada como una donde no inicio ninguna guerra nueva. Alrededor de lo cual baso parte de su campaña electoral para regresar a la presidencia.
Trump parece representante del regreso a la tradición aislacionista estadounidense. Así que el abandono de compromisos y conflictos en Europa podría verse como parte de ello.

Pues bien, esta creciente belicosidad discursiva ¿pone en entredicho estas expectativas?
Groenlandia, Canada, Mexico y Panama han sido objeto de declaraciones preocupantes.
Quizás la historia puede iluminar un poco.
El periodo aislacionista estadounidense (desde su Independencia hasta la Segunda Guerra Mundial) paso por diversas etapas.
La que interesa para esta temática es la que surge después de la guerra civil americana y finaliza en la Segunda Guerra Mundial. Un período donde Estados Unidos se mantuvo aislada de Europa y, simultáneamente, puso en práctica lo que llamaron "diplomacia de los cañones" o "Gran Garrote" con en el Hemisferio Occidental. Múltiples intervenciones en México, la guerra hispano-americana, el Canal de Panamá, entre otros, caracterizaron a este periodo del aislacionismo estadounidense con fuerte acción en lo que consideraban su "patio trasero".
La doctrina de las “Guerras pequeñas” del cuerpo de Mariners estadounidenses se desarrolla aquí.
El Aislacionismo de Europa no era sinónimo de ausencia de intervenciones en Las Américas, más bien al contrario. El Corolario Rosevelt a doctrina Monroe es la que mejor lo representa.
Una cuestión que aterrorizo en su tiempo a las elites argentinas de la conocida como "Generación del 80". Mientras Estados Unidos promovía el "panamericanismo", la respuesta Argentina fue "America para el Mundo".

El aislacionismo con Europa tampoco implicaba aislacionismo del Pacífico, otra región donde Estados Unidos prestó mucha atención. Pero en el periodo aislacionista es el Hemisferio Occidental, el patio trasero, el que recibía la mayoría de los garrotes y cañones.

Preocupante la forma que puede adoptar la política exterior estadounidense en el
Hemisferio Occidental con la nueva presidencia.
 
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Llama la atención la creciente predica belicosa del futuro presidente Trump y allegados.
Es interesante notar que la primera presidencia de Trump fue considerada como una donde no inicio ninguna guerra nueva. Alrededor de lo cual baso parte de su campaña electoral para regresar a la presidencia.
Trump parece representante del regreso a la tradición aislacionista estadounidense. Así que el abandono de compromisos y conflictos en Europa podría verse como parte de ello.

Pues bien, esta creciente belicosidad discursiva ¿pone en entredicho estas expectativas?
Groenlandia, Canada, Mexico y Panama han sido objeto de declaraciones preocupantes.
Quizás la historia puede iluminar un poco.
El periodo aislacionista estadounidense (desde su Independencia hasta la Segunda Guerra Mundial) paso por diversas etapas.
La que interesa para esta temática es la que surge después de la guerra civil americana y finaliza en la Segunda Guerra Mundial. Un período donde Estados Unidos se mantuvo aislada de Europa y, simultáneamente, puso en práctica lo que llamaron "diplomacia de los cañones" o "Gran Garrote" con en el Hemisferio Occidental. Múltiples intervenciones en México, la guerra hispano-americana, el Canal de Panamá, entre otros, caracterizaron a este periodo del aislacionismo estadounidense con fuerte acción en lo que consideraban su "patio trasero".
La doctrina de las “Guerras pequeñas” del cuerpo de Mariners estadounidenses se desarrolla aquí.
El Aislacionismo de Europa no era sinónimo de ausencia de intervenciones en Las Américas, más bien al contrario. El Corolario Rosevelt a doctrina Monroe es la que mejor lo representa.
Una cuestión que aterrorizo en su tiempo a las elites argentinas de la conocida como "Generación del 80". Mientras Estados Unidos promovía el "panamericanismo", la respuesta Argentina fue "America para el Mundo".

El aislacionismo con Europa tampoco implicaba aislacionismo del Pacífico, otra región donde Estados Unidos prestó mucha atención. Pero en el periodo aislacionista es el Hemisferio Occidental, el patio trasero, el que recibía la mayoría de los garrotes y cañones.

Preocupante la forma que puede adoptar la política exterior estadounidense en el
Hemisferio Occidental con la nueva presidencia.
Y va a seguir sin ir a ninguna guerra. No hay tono belicoso. Es solo negociación en posición de fuerza.
 

La anexión de Groenlandia por parte de EE.UU. supondría una “amenaza militar”: alto diputado ruso​

La isla ártica podría ser un trampolín para una futura guerra, afirmó Andrey Kartapolov


EEUU presiona a desarrollador de tierras raras de Groenlandia para que no venda a China – Reuters​

El informe llega en medio de la creciente insistencia del presidente electo Donald Trump en adquirir el territorio controlado por Dinamarca.
 

Congreso de EE.UU. respalda sanciones contra la CPI​

El tribunal con sede en La Haya emitió el año pasado una orden de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
 

Dmitry Trenin: Por qué el año 2025 será más peligroso de lo que pensamos​

Estos son los principales puntos a tener en cuenta en el nuevo año según uno de los mejores expertos en política exterior de Rusia


Predecir el futuro de las relaciones internacionales es siempre una tarea arriesgada. La historia demuestra que hasta los pronósticos más acertados pueden fracasar. Por ejemplo, el último panfleto propagandístico del Pentágono sobre el “poder militar soviético” se publicó en 1991, el año en que la URSS dejó de existir. De manera similar, el escenario de 1988 de la RAND Corporation, con sede en Washington, sobre una guerra nuclear incluía que la Unión Soviética se enfrentara a Pakistán por Afganistán en 2004. Sin embargo, la necesidad de anticipar el futuro es natural, incluso necesaria. Lo que sigue no es una predicción, sino un intento de esbozar expectativas razonables sobre el estado del mundo en 2025.

Ucrania​

El intento del presidente estadounidense Donald Trump de lograr un alto el fuego en las líneas de batalla de Ucrania fracasará. El plan estadounidense de “detener la guerra” ignora las preocupaciones de seguridad de Rusia y pasa por alto las causas profundas del conflicto. Mientras tanto, las condiciones de paz propuestas por Moscú –esbozadas por el presidente Vladimir Putin en junio de 2024– seguirán siendo inaceptables para Washington, ya que significarían en la práctica la capitulación de Kiev y la derrota estratégica de Occidente.

Los combates continuarán. En respuesta al rechazo de su plan, un Trump frustrado impondrá sanciones adicionales a Moscú, pero evitará cualquier escalada seria que pueda provocar que Rusia ataque a las fuerzas de la OTAN. A pesar de la fuerte retórica antirrusa, la ayuda estadounidense a Ucrania disminuirá, trasladando gran parte de la carga a las naciones de Europa occidental. Si bien la UE está dispuesta a intervenir, es probable que la calidad y la escala del apoyo material occidental a Ucrania disminuyan.

En el campo de batalla, la situación seguirá cambiando a favor de Rusia. Se espera que las fuerzas rusas expulsen a Ucrania de regiones clave como el Donbass, Zaporozhye y partes de la región de Kursk. Ucrania movilizará reclutas más jóvenes e inexpertos para frenar los avances de Rusia, pero esta estrategia conducirá a un éxito limitado. Kiev recurrirá cada vez más a operaciones sorpresa, como incursiones fronterizas o ataques simbólicos en territorio ruso, en un intento de desmoralizar a la población rusa.

En el plano interno, Estados Unidos y sus aliados podrían impulsar elecciones en Ucrania, con la esperanza de reemplazar a Vladimir Zelensky (cuyo mandato expiró a mediados del año pasado) por el general Valery Zaluzhny. Si bien esta reestructuración política podría fortalecer temporalmente el liderazgo de Kiev, no resolverá los problemas subyacentes del colapso económico y el deterioro de las condiciones de vida de los ucranianos comunes.

Estados Unidos​

A pesar de una transferencia pacífica del poder, el segundo mandato de Trump seguirá plagado de tensiones. El riesgo de atentados contra su vida persistirá. La política exterior de Trump, aunque menos ideológica que la de Biden, se centrará en objetivos pragmáticos.

– Mantener intacta la OTAN, pero exigir mayores contribuciones financieras a los miembros europeos.

– Transferir gran parte de la responsabilidad financiera de Ucrania a la UE.

– Intensificar la presión económica sobre China, aprovechando las vulnerabilidades de Pekín para forzar acuerdos comerciales desfavorables.

Trump también se alineará estrechamente con Israel, apoyando sus esfuerzos contra Irán. Teherán, ya debilitado, enfrentará duras condiciones para un acuerdo nuclear, y una negativa puede provocar ataques militares estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes.

Es probable que Trump se reúna con Putin en 2025, pero esto no significará un deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. La confrontación entre las dos potencias seguirá siendo profunda y duradera. La estrategia de Trump priorizará el dominio global de Estados Unidos, trasladando la carga de los compromisos estadounidenses a aliados y socios, a menudo en detrimento de estos.

Europa occidental​

Las naciones europeas, recelosas del regreso de Trump, terminarán por alinearse con él. La dependencia de la UE respecto de Estados Unidos en materia de liderazgo militar y político se profundizará, aun cuando las economías europeas sigan actuando como donantes a la economía estadounidense. En las últimas tres décadas, las élites de Europa occidental han pasado de ser actores nacionales a apéndices de un sistema político transnacional centrado en Washington. Los defensores genuinos de los intereses nacionales, como Alternativa para Alemania o el Agrupamiento Nacional de Francia, siguen políticamente marginados.

La rusofobia seguirá siendo una fuerza unificadora en la política de Europa occidental. Contrariamente a la creencia popular, este sentimiento no es impuesto por Estados Unidos, sino que es adoptado activamente por las élites de la UE y el Reino Unido como una herramienta de cohesión. La operación militar rusa en Ucrania ha sido presentada como la primera etapa de un intento imaginario ruso de “secuestrar a Europa”.

En 2025, el nuevo gobierno de coalición de Alemania adoptará una postura aún más dura hacia Moscú. Sin embargo, los temores de un enfrentamiento militar directo con Rusia disuadirán a otras naciones europeas de enviar tropas a Ucrania. En cambio, Europa occidental se preparará para una nueva Guerra Fría, aumentando el gasto militar, expandiendo la producción y fortificando el flanco oriental de la OTAN.

Se reprimirá el disenso en Europa. Los opositores políticos a la confrontación con Rusia serán tildados de “idiotas útiles de Putin” o agentes directos de Moscú. Hungría y Eslovaquia seguirán siendo casos aislados en su relación con Rusia, pero su influencia en la política de la UE será insignificante.

Oriente Medio​

Después de importantes victorias militares en 2024, Israel, con el apoyo de Estados Unidos, intentará consolidar sus avances contra Irán. La estrategia estadounidense-israelí implicará una presión combinada, incluidas acciones militares, contra los aliados iraníes, como los hutíes yemeníes, y esfuerzos para profundizar los vínculos con las monarquías árabes del Golfo en el marco de los Acuerdos de Abraham.

Si bien Rusia firmó un tratado con Irán en enero de 2025, este no obliga a Moscú a intervenir militarmente si Teherán es atacado. Por lo tanto, una guerra a gran escala en Medio Oriente que involucre a Rusia y Estados Unidos sigue siendo poco probable. En el plano interno, Irán enfrenta incertidumbre a medida que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, que ahora tiene 86 años, se acerca al final de su mandato.

La influencia de Rusia en Oriente Medio se debilitará a medida que disminuya su presencia militar, pero las rutas logísticas que conectan Rusia con África seguirán siendo una prioridad estratégica.

Asia oriental​

Las tensiones entre Estados Unidos y China seguirán aumentando, alimentadas por los esfuerzos estadounidenses por contener las ambiciones económicas y tecnológicas de China. Washington fortalecerá sus alianzas en Asia, en particular con Taiwán y Filipinas, para contrarrestar a Pekín. Si bien sigue siendo posible un conflicto armado por Taiwán o el Mar de China Meridional, es poco probable que estalle en 2025.

La alianza de Rusia con China se fortalecerá, aunque no llegará a ser una alianza militar formal. Desde una perspectiva occidental, esta relación se parecerá cada vez más a una coalición antiamericana. Juntas, Rusia y China se opondrán al dominio global de Estados Unidos en las esferas geopolítica, militar y económica.

El extranjero cercano de Rusia​

Se espera que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, asegure un nuevo mandato en enero de 2025, lo que consolidará su alineamiento con Moscú. Mientras tanto, Rusia trabajará para estabilizar sus relaciones con Kazajstán, aunque la falta de una visión convincente de Moscú para la integración euroasiática podría volverse en su contra.

El año 2025 estará marcado por la inestabilidad estratégica, la persistencia de conflictos y el aumento de las tensiones geopolíticas. Si bien Rusia ha logrado éxitos notables en los últimos años, debe cuidarse de caer en la complacencia. La victoria está lejos de estar asegurada y el mundo está lejos de alcanzar el equilibrio. Para Moscú, el camino a seguir exigirá resiliencia y un enfoque claro en los objetivos a largo plazo. La paz llegará, pero sólo mediante un esfuerzo constante y una victoria final, tal vez en 2026.
 

El conflicto de Ucrania está transformando el orden global: así es como​

La crisis ha beneficiado a Estados Unidos en el corto plazo, pero corre el riesgo de acabar cortando los lazos transatlánticos en el largo plazo.

La era de la monolítica “solidaridad atlántica” ha terminado, y Rusia ha sido un importante catalizador de esa erosión. Estados Unidos ha surgido como el principal beneficiario de la crisis de Ucrania. Las relaciones entre Rusia y Europa occidental se han visto alteradas, la infraestructura energética se ha visto socavada y la UE se ha visto obligada a pagar a Washington más de lo debido por suministros militares y energéticos. Sin embargo, los beneficios que obtendrán los estadounidenses de una normalización profunda de las relaciones serán limitados: los vínculos con Moscú seguirán siendo distantes y las herramientas para presionar a sus aliados europeos de la OTAN se debilitarán.

La interacción entre Estados Unidos y sus “amigos” europeos se ha considerado durante mucho tiempo como un “proyecto transatlántico” unificado, basado en una visión compartida de seguridad y valores comunes. Pero el ascenso del nuevo presidente estadounidense Donald Trump expuso fracturas dentro de este constructo. Su victoria electoral en noviembre fue recibida calurosamente por el primer ministro húngaro Viktor Orban, quien anticipó ganancias económicas para su país. En cambio, el presidente francés Emmanuel Macron expresó sus preocupaciones e instó a los socios de la UE a consolidarse frente a la imprevisibilidad de la política exterior de Trump, y pidió una Europa occidental más unida y soberana.

Las acciones provocadoras de Trump, como la propuesta de anexar Groenlandia, parte de Dinamarca, un aliado de la OTAN, o sus amenazas de retirar a Estados Unidos del bloque si los países europeos no aumentan sus contribuciones financieras, no fueron meras excentricidades. Esas declaraciones representaron un alejamiento de la estrategia tradicional estadounidense de actuar en cooperación con los aliados y ofrecer un marco de compromiso en el que la lealtad a Washington conllevara beneficios compartidos para todas las partes.

Ha quedado claro que ahora Estados Unidos prioriza sus intereses nacionales por encima de los objetivos colectivos de la comunidad euroatlántica.

Durante décadas, Occidente persiguió la idea de un “mil millones de dólares de oro” en expansión, en el que el proyecto transatlántico buscaba absorber más estados mediante la integración económica y la difusión de valores democráticos liberales o alianzas militares. El objetivo era exhibir un alto nivel de vida, grandeza ideológica y superioridad tecnológica sobre el resto del mundo, integrándolos gradualmente al orden occidental. Las “líneas rojas” de Rusia y su impulso a un orden mundial multipolar –basado en la cooperación con países de la “mayoría mundial”– limitaron significativamente esta expansión. Un choque se hizo inevitable: el apoyo de Occidente a las fuerzas nacionalistas en Kiev tenía como objetivo integrar rápidamente a Ucrania a las estructuras euroatlánticas. Moscú, sin embargo, vio esto como una amenaza directa a su seguridad.

Hoy, la retórica de Trump ha reforzado entre los líderes europeos la mentalidad de “cada nación por sí misma” , empujándolos hacia el interés nacional. Las fuerzas políticas de Alemania, Italia y Hungría cuestionan cada vez más el apoyo incondicional a las políticas de Washington. Los europeos occidentales están perdiendo el entusiasmo por las sanciones y la ayuda militar a Kiev, mientras que los principales actores de la UE están calculando cómo garantizar su propia seguridad y estabilidad económica. Aunque estos sentimientos aún no son comunes entre las élites occidentales, cada vez se escuchan más voces que culpan a Occidente de profundizar la crisis ucraniana y abogan por un acercamiento a Rusia.

La era de la monolítica “solidaridad atlántica” ha terminado indudablemente, y Moscú ha desempeñado un papel clave en esta transformación.

Mientras tanto, Kiev se ha negado a negociar con Rusia y ha rechazado la fórmula de solución discutida durante las conversaciones de Estambul. La supervivencia política de Vladimir Zelenski depende de que continúe la guerra, sin importar el costo que esto le cueste a Ucrania.

Este impasse, sumado a los beneficios estratégicos que Estados Unidos obtuvo del conflicto, hace poco probable una resolución significativa en el corto plazo.

La raíz de la crisis ucraniana reside en la colisión de dos grandes proyectos geopolíticos: la solidaridad transatlántica rígidamente homogénea de Occidente y la visión rusa de un mundo multipolar que abrace la diversidad natural de las identidades nacionales. Ucrania, especialmente después del golpe de Estado de Maidán en 2014, se ha convertido en el campo de batalla central de esta competencia, una prueba para ver qué sistema es más duradero y adaptable y qué visión comprende mejor las realidades globales y ofrece las soluciones más eficaces en un mundo cada vez más complejo y diverso. Estas preguntas siguen sin resolverse.

Ucrania se ha convertido a la vez en un instrumento clave y en un eslabón débil de la estrategia estadounidense. El intento de Washington de utilizar a Kiev como palanca contra Moscú ha encontrado una férrea resistencia por parte de Rusia y divisiones crecientes dentro de la alianza transatlántica. El resultado de esta lucha puede conducir a una transformación más amplia de las relaciones internacionales, con un giro hacia un orden mundial multicéntrico y un replanteamiento del papel de Estados Unidos en Europa.
 
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