Los juicios de Núremberg

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Los Juicios de Núremberg o, también, Procesos de Núremberg fueron un conjunto de procesos jurisdiccionales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron y sancionaron las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler en los diferentes crímenes y abusos cometidos en nombre del III Reich alemán a partir del 1 de septiembre de 1939.

Desarrollados en la ciudad alemana de Núremberg entre 1945 y 1949, el proceso que obtuvo mayor repercusión en la opinión pública mundial fue el conocido como Juicio principal de Núremberg o Juicio de Núremberg, dirigido a partir del 20 de noviembre de 1945 por el Tribunal Militar Internacional (TMI) (cuyo sustento era la Carta de Londres), en contra de 24 de los principales dirigentes supervivientes del gobierno nazi capturados, y de varias de sus principales organizaciones.

Otros doce procesos posteriores fueron conducidos por el Tribunal Militar de los Estados Unidos, entre los cuales se encuentran los llamados Juicio de los doctores y Juicio de los jueces.

La tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su constitución (Ver Principios de Núremberg) representaron un avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las Naciones Unidas para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia de guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad, así como para la constitución, a partir de 1998, del Tribunal Penal Internacional permanente.


La legitimidad

Aunque la legitimidad del Tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento -al no existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento universal-, los trabajos realizados para la tipificación de los delitos (también hasta entonces insólitos en su magnitud) y los procedimientos para el desarrollo de la causa servirían en adelante para la constitución de la justicia internacional.

De este modo, se concretaron conceptos sobre delitos anteriormente ausentes o vagamente definidos, como el de crimen contra la humanidad, evocado en la Convención de La Haya de 1907. También resultó modificado el enfoque tradicional de las reglas del derecho internacional que se centraban en las relaciones entre Estados, pero no en los derechos y deberes de las personas. Desde entonces, los delitos cometidos por individuos de una nación a lo largo y ancho de varios países podrían ser juzgados internacionalmente por el conjunto de los países afectados, como fue precisamente en la formación del Tribunal de Núremberg.

El proceso:

El único jerarca que acompañó a Göring durante el proceso fue Rudol phHess quien, por su parte, aparentó no estar en sus cabales. Durante los interrogatorios Hess sonreía sin motivos, miraba fijo al techo o dibujaba mamarrachos sobre su banquillo. Apenas en su alegato final esbozó cierto grado de cordura cuando dijo que no se sentía arrepentido de haber servido al hombre más importante que había nacido en tierras alemanas en los últimos mil años, refiriéndose naturalmente a Adolf Hitler. Nunca se sabrá si Hess simuló su estado de locura aunque sus miradas cómplices con Göring parecen ratificar esta sospecha. Hermann Göring, por su parte, también defendió a Hitler con una vehemencia que mereció la admiración de sus adversarios. Mientras los generales y ministros de Hitler se echaban las culpas unos a otros haciendo recaerla responsabilidad en Hitler como impartidor de las órdenes, Göring se levantó indignado y dijo ante el tribunal : "como me hubiese gustado que los alemanes aquí presentes hubiesen limitado su defensa a tres palabras: chupame el culo". Göring bajó la vista una sola vez durante todo el proceso, en ocasión de la exhibición de algunas escenas de los campos de exterminio, y jamás se quebró ante el maltrato de sus carceleros. El otro poderoso Reichsmarschall vestía unas ropas viejas y gastadas y era obligado a comer en una lata sin cubiertos en una pequeña celda de 3x3 sin calefacción ni agua caliente. El mismo trato recibieron el resto de los prisioneros en un acto que demuestra que la sentencia ya estaba firmada antes de que el "juicio" empezara. Nuremberg fue un circo con Göring como figura estelar a falta de Hitler que astutamente se anticipó a la intención de los aliados suicidándose y ordenando quemar su cuerpo. El resto de los prisioneros, especialmente los ministros de Hitler, demostraron una conducta cobarde y egoísta que no sólo indignó a Göring sino también a sus acusadores. El arrogante y soberbio Ribbentropp se rebajó a niveles increíbles con tal de salvar su pellejo pronunciando frases ridículas como cuando se negó a revelar los secretos del pacto ruso-germano de 1939 alegando sus deberes de discreción como diplomático; Schact no entendía de qué lo acusaban; Frank apelaba al juicio de Dios para condenar el reinado de Hitler; Kaltembrunner se consideraba una víctima de Himmler; Von Papenen su rol de corderito inocente consideraba a Hitler como un embustero patológico que los había engañado a todos; Hess repetía que no se acordaba de nada; Keitel se escudaba en su obediencia como soldado y por lo tanto se consideraba exento de toda responsabilidad. Albert Speer, organizador de la industria bélica, fue el único junto a Göring que no trató de eludir su responsabilidad y contestó siempre con rectitud.

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El edificio del Palacio de Justicia, donde fue el proceso de Nuremberg


Los delitos

1.- Crímenes contra la paz: es decir, actuaciones que llevaran a la planificación o ejecución de violaciones de tratados internacionales o comisión de actos de agresión injustificada contra naciones.
2.- Crímenes contra la humanidad: planificación, ejecución o participación en exterminios y genocidios.
3.- Crímenes de guerra: violaciones de las leyes y convenios internacionales sobre la guerra.
4.- Conspiración: actuación con otros o asociación con ellos para cometer cualquiera de los crímenes señalados en los cargos anteriores.

Los acusados

De 4.850 peticiones de procesamientos individuales, fueron acusadas 611 personas. A los grupos se les catalogó entre organizaciones no criminales, donde se encontraba la estructura del Estado (Gobierno y Ejército) y las criminales, que fueron todas aquellas estructuras paralelas del poder nazi como la GESTAPO, la SS y el Partido Nazi. Los más destacados fueron: Karl Dönitz, gran almirante de la Flota Alemana y sucesor de Adolf Hitler tras su suicidio; Rudolf Hess, Capitán General y jefe del partido, huido a Gran Bretaña y capturado en 1941; Hermann Goering, Comandante de la Luftwaffe y presidente del Reichstag; Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht; Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando de Wehrmacht; Alfred Rosenberg, ideólogo del Partido Nazi; Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores; Albert Speer, arquitecto y ministro de Armamentos; Franz von Papen, embajador nazi en Austria y Turquía.

Entre quienes habían muerto y huido antes de ser juzgados se encontraban: Adolf Hitler, Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda que se suicidó al igual que Heinrich Himmler, jefe de las SS e ideólogo del exterminio judío, y los huidos Adolf Eichmann, alto dirigente del Partido Nazi encargado de la logística del exterminio, y Martín Bormann, secretario personal de Hitler desde 1942.

Los juicios

Propiamente existe un juicio llevado a cabo por el Tribunal Penal Militar Internacional, instituido por medio de la Carta de Londres, en 1945. Existieron además una serie de juicios llevados a cabo con posterioridad al principal, donde se juzgaron a los funcionarios menores del Estado, Ejército, doctores e industriales alemanes.

La lista de los juicios es la siguiente:

1. El Juicio de los doctores, seguido contra 24 médicos acusados de conspiración, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluyendo casos de esterilización forzosa y masiva de enfermos, el asesinato de 300.000 enfermos, especialmente en hospitales psiquiátricos durante el Programa de Eutanasia Aktion T-4, colaboración o participación directa en el confinamiento, tortura y exterminio de miles de personas en los campos de concentración así como la realización de investigaciones médicas coercitivas, nocivas y letales contra prisioneros de guerra y civiles y contra pacientes en hospitales y otras instituciones médicas.[1]
2. El juicio contra Erhard Milch, mariscal de campo alemán, acusado de graves crímenes en campos de concentración.
3. El Juicio de los Jueces, seguidos contra 16 abogados y jueces que establecieron el aparataje jurídico nacionalsocialista. Y fueron acusados y encontrados culpables de conspiración criminal, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad entre los que se destaca la aplicación de las leyes de higiene racial y las leyes y decretos contra la población judía, por ejemplo someter por orden judicial a los enfermos a esterilización médica o condenar a prisión y a pena de muerte a judíos que tuvieron relaciones sexuales -probadas o no- con alemanes y condenar mediante orden judicial a miles de personas a confinamiento en los campos de concentración.
4. El Juicio de Pohl, seguido contra la oficina En dlösung, encargada administrativa de los campos de concentración y exterminio. Su jefe era Oswald Pohl.
5. El Juicio de Flick, seguido contra el industrial alemán Friedrich Flick, por la utilización de trabajo esclavo y crímenes contra la humanidad.
6. El Juicio a la IG Farben empresa química industrial alemana, que al igual que Flick y Krupp, usufructuó del trabajo esclavo.
7. El Caso austral o Juicio de los rehenes, en el cual se persiguió la responsabilidad del alto mando alemán por las masacres y graves violaciones a las Leyes de la Guerra durante la Campaña de los Balcanes.
8. El Juicio RuSHA seguido contra los promotores de la idea de pureza racial y del programa Lebensborn.
9. El macabro Juicio a los Einsatzgruppen, seguida contra las brigadas de la muerte de las SS que practicaban el exterminio local de los judíos por medio de los Einsatzgruppen.
10. El Juicio de Krupp, seguido contra los dirigentes del famoso grupo industrial, por su participación en la preparación de la guerra y la utilización de trabajo esclavo durante la guerra.
11. El Juicio de los Ministerios, seguido contra los dirigentes del Estado Nazi por su participación en atrocidades cometidas tanto dentro de Alemania como en los territorios ocupados.
12. El Juicio del Alto Mando, seguido contra los generales del Ejército, Armada y Fuerza Aérea alemana, por la comisión de graves y terribles atrocidades durante la guerra.


Jueces y Fiscal

El Tribunal estuvo compuesto por un juez titular de cada uno de los países y su respectivo suplente. Estos fueron:

* Geoffrey Lawrence (Titular Reino Unido)
o Norman Birkett (Suplente Reino Unido)
* Francis Biddle (Titular Bandera Estados Unidos)
o John J. Parker (Suplente Estados Unidos)
* Henri Donnedieu de Vabres (Titular Francia)
o Robert Falco (Suplente Francia)
* Iona Nikitchenko (Titular Unión Soviética)
o Alexander Volchkov (Suplente Unión Soviética)

El fiscal jefe de la Corte fue el juez norteamericano Robert H. Jackson, con la ayuda de los fiscales Hartley Shawcross, del Reino Unido; el General Roman Rudenko, por la URSS; y François de Menthon y Auguste Cahmpetier, de Francia.


Acusados y sus penas

Durante el juicio principal la Fiscalía del Tribunal presentó acusación en contra de 24 líderes nazis. De todo ellos sólo Albert Speer, Hans Frank y Baldur von Schirach expresaron su remordimiento por los crímenes cometidos. En resumen el tribunal dictó 11 condenas a muerte, 3 condenas a presidio perpetuo, 2 a veinte años, y una a 15 y otra a 10 años. El dueño de las fábricas Krupp fue declarado incapaz de soportar un juicio. Hans Fritzsche, Franz von Papen y Hjalmar Schacht fueron absueltos de sus cargos.


Nombre Cargo y Sentencia
Martín Bormann: Sucesor de Hess como secretario del Partido Nazi
Muerte (en ausencia)

Hans Frank: Gobernador General de la Polonia ocupada (Muerte)

Wilhelm Frick: Ministro del Interior, autorizó las Leyes Raciales de Núremberg (Muerte)

Hermann Göring: Comandante de la Luftwaffe y presidente del Reichstag. (Muerte)

Alfred Jodl: Jefe de Operaciones de la Wehrmacht (Muerte)

Ernst Kaltenbrunner: Jefe de la RSHA y de los einsatzgruppen (Muerte)

Wilhelm Keitel: Comandante de la Wehrmacht (Muerte)

Joachim von Ribbentrop: Ministro de Relaciones Exteriores (Muerte)

Alfred Rosenberg: Ideólogo del racismo y Ministro de los Territorios Ocupados (Muerte)

Fritz Sauckel: Director del programa de trabajo esclavo (Muerte)

Arthur Seyß-Inquart: Líder del Anschluss y gobernador de los Países Bajos ocupados (Muerte)

Julius Streicher: Jefe del periódico antisemita Der Stürmer (Muerte)

Walter Funk: Ministro de Economía (Cadena perpetua)

Rudolf Hess: Ayudante de Hitler (Cadena perpetua)

Erich Raeder: Comandante en jefe de la Kriegsmarine (Cadena perpetua)

Albert Speer: Líder nazi y Ministro de Armamento (20 años)

Baldur von Schirach: Líder de las Juventudes Hitlerianas (20 años)

Konstantin von Neurath: Ministro de R.R.E.E., "Protector" de Bohemia y Moravia (15 años)

Karl Dönitz: Sucesor designado de Hitler y comandante de la Kriegsmarine (10 años)

Hans Fritzsche: Ayudante de Joseph Goebbels en el Ministerio de Propaganda (Absuelto)

Franz von Papen: Ministro y vicecanciller (Absuelto)

Hjalmar Schacht: Ex presidente del Reichsbank (Absuelto)

Gustav Krupp: Industrial que usufructuó del trabajo esclavo (Sin condena)

Robert Ley: Jefe del Cuerpo Alemán del Trabajo (Sin condena)

Julius Streicher: uno de los responsables de la “solución final” contra los judíos.

Fritz Sauckel: responsable de condiciones infrahumanas de cinco millones de obreros.

Alfred Jodl: responsable de la deportación de la población civil del norte de Noruega.

Arthur Seyss-Inquart: tuvo altos cargos en Austria, Polonia y los Países Bajos.

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Ejecución:


Las ejecuciones de los condenados fueron consumadas por el sargento primero John C. Wood, de San Antonio, Texas, un verdugo profesional que hasta entonces había ejecutado a 299 personas. Hermann Göring escapó de las manos del verdugo porque se suicidó horas antes de su celda ingiriendo una cápsula de cianuro. Nunca se llegó a saber como llegó el veneno a manos de Göring, que le sirvió para salvar el orgullo del hombre censurado con mayor dureza por el Tribunal, que le tachó de "lider de una guerra de agresión y creador del programa de persecución contra los judíos. Su culpabilidad es única en su enormidad".

El 16 de octubre de 1946, a la una y once minutos de la madrugada, Ribbentrop subía las escaleras del patíbulo, instalado en el gimnasio de la prisión, para ser ahorcado. Le seguirían en un corto intervalo, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick y Streicher, quién gritó ¡¡ Heil Hitler !! mientras el verdugo rodeaba su cuello con la soga de horca. Los demás, Jodl, Sauckel y Seyss-Inquart, subieron al patíbulo con serenidad. Borman, juzgado en ausencia, no pudo se ejecutado. Más tarde se confirmó su muerte durante los últimos días de Berlín.

Para evitar cualquier tipo de manifestación en memoria de los líderes nazis ejecutados, sus cuerpos fueron incinerados en el único horno crematorio que existía en Dachau, cerca de Munich, y sus cenizas fueron esparcidas en el cercano río Isar.



El caso Speer

Una muestra emblemática de las limitaciones del juicio de Nuremberg lo da la condena a solo 20 años de prisión a Albert Speer. Este alto jerarca nazi era hijo de una familia burguesa, elegante, educado y brillante arquitecto. Fue uno de los principales colaboradores de Hitler, ministro de Armamento y Municiones. Como arquitecto planificó la reforma de Berlín que quería Hitler, y que significó deportaciones masivas de judíos y el vaciamiento casa por casa de barrios enteros.

Speer se salvó de la horca haciendo alegatos anti nazis y mintiendo durante todo el juicio. Sostuvo, por ejemplo, que nunca supo nada de las masacres en masa en Auschwitz, aunque sus colaboradores directos llevaban allí aceros y otros materiales para las obras. Solo le dieron 20 de prisión; salió en libertad en 1966 y se reintegró sin problemas en la sociedad de Alemania Federal.

El paso del tiempo permitió a los investigadores acceder a la publicación de archivos desconocidos de las SS sobre la construcción de Auschwitz y otras actividades en las cuales estuvo involucrado Speer que probaron contundentemente que, como correspondía a su rango de ministro del Tercer Reich, no solo fue otro genocida, sino un simulador y mentiroso.



Efectos posteriores

El conjunto de procedimientos llevados a cabo tanto en Núremberg como en Tokio, significaron el establecimiento de reglas básicas de persecución de criminales de guerra y la determinación de tales delitos.

Dentro de estos efectos, sirve destacar que el Tribunal fijó las bases de lo que sería llamado erróneamente los Principios de Núremberg, hoy recogido en varios aspectos en los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y Ruanda.

El principal legado de estos Tribunales Internacionales (Tokio y Núremberg) es la Corte Penal Internacional, establecida en Roma en 1998 y que cuenta como base fundante de sus reglas de procedimiento los Estatutos de los Tribunales de Núremberg, Tokio, ex Yugoslavia y Ruanda.


Nuevo orden y nuevo derecho internacional

La enormidad de los crímenes del nazismo planteó la necesidad de crear un ámbito jurídico internacional por encima de la soberanía de los estados. Conscientes de ello, la mayor parte de las naciones de la Tierra crearon, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Carta de las Naciones Unidas. Esta organización, convertida más tarde en la ONU, es el lugar donde se ha ido cimentando un Derecho Internacional y un Tribunal que todavía está en proceso de desarollo.



Condena histórica del nazismo

El proceso contribuyó a la objetivación y divulgación de las atrocidades nazis. Gracias al fiel cumplimiento de todas las garantías procésales que se establecen en un juicio, la historia posterior no puede dudar de la veracidad de los crímenes, todos ellos probados.

Se trata además de temas que ya no están sometidos a la especulación de historiadores interesados. Ahora ya no se puede maquillar la historia. A menudo, personajes históricos han sufrido procesos de envilecimiento para unos y de exaltación para otros. Drake, por ejemplo, es un héroe visto desde la historiografía inglesa y un vulgar pirata visto desde la española. Pero será prácticamente imposible redimir a Hitler o al nazismo después de Nuremberg.



Efecto disuasorio

Las naciones que ganaron la guerra intentaban también crear un precedente que surtiera en el futuro un efecto disuasorio sobre potenciales políticos alocados. El proceso de Nuremberg se planteó como una catarsis para escarmentar en cabeza ajena. Todos los que detentan el poder último en un país soberano, incluso aquellos que disponen de un poder absoluto y están por encima de las leyes de su propio país, saben que no son impunes ante la historia.

La identificación de culpables y de crímenes sirvió también para ir diluyendo el sentimiento generalizado de culpa en el pueblo alemán, y para distanciarle de los crímenes a los ojos de las demás naciones. Quizá eso propiciara una profunda reconciliación posterior que hizo posible el nacimiento de una nueva Europa.






Fue de vital importancia, también, al redactarse:

* La Convención contra el Genocidio de 1948
* Declaración Universal de Derechos Humanos 1948
* Convenciones de Ginebra de 1949 y sus protocolos de 1997


fuestes:
http://www.taringa.net/posts/imagenes/2547002/Los-Juicios-de-Núremberg.html
http://www.ajzanier.com.ar/nuremberg.htm
http://www.atp.com.ar/verpost.asp?ID=39227

creditos: a dario88, este informe lo armamos entre los dos!! gracias dario por la ayuda.

pd: cualquier error q vean, me lo dicen y lo cambio.



un abrazo
 
Muy bueno camarada, no hacia falta el credito. Es un exlente material esperamos que les guste a todos, fue duro pero alguien tenia que hacerlo. Cordiales saludos
 
Buen resumen chicos, da para hablar muchísimo...

Dejo una pregunta (que ya hice hace año y medio en éste mismo foro), ¿puede ser que exista (o haya existido) un puente en Villa General Belgrano nombrado tras Hans Frank?

Saludos.
 
Gracias Hattusil, quisimos aportar algo mas interesante al foro. Cordiales saludos y hasta mañana
 
LA DECISIÖN DE PROCESAR

La decisión de procesar a los responsables nazis una vez ganada la guerra era intención de todos los países que padecieron la agresión hitleriana. La primera conferencia que la formuló se reunió en Londres, en 1942. En ella, los representantes de Bélgica, Francia, Holanda, Luxemburgo, Grecia, Yugoslavia, Noruega, Checoslovaquia y Polonia acordaron que:
"Después del fin de la guerra los Gobiernos aliados castigarán a los responsables de los crímenes cometidos por ellos o a quienes hubieran participado. Los Gobiernos signatarios están firmemente decididos a 1) que los criminales de no importa qué nacionalidad sean buscados y conducidos ante el Tribunal para que les juzgue, y 2) que las sentencias sean cumplidas".
Hasta la derrota alemana se produjeron nuevas declaraciones en similar sentido y cuando sobrevino el colapso del nazismo, con la firma de la rendición en Reims y Berlín, 7/9 de mayo de 1945, se comenzó a preparar el proceso, capturando como primera medida a los dirigentes hitlerianos, muchos de los cuales habían tratado de esfumarse en la confusión final y algunos, previendo el inevitable proceso, prefirieron, como Himmler o Ley, el suicidio.
El 15 de abril de 1945, tres días después de la muerte de Roosevelt, su sucesor en la Casa Blanca, Harry S. Truman encargó a Robert H. Jackson, juez del tribunal Supremo de los 50 EE.UU., que comenzase a organizar el Tribunal e iniciase los preparativos para un gran proceso internacional.
Jackson, que representó a su país como fiscal en el juicio, es conocido como padre del Proceso de Nuremberg. Él, por ejemplo, eligió la ciudad destruida en un 85 por ciento, debido a que tenía un gran palacio de justicia y dependencias carcelarias anexas apropiadas para el caso, dándose por añadidura la revancha histórica de que esta ciudad fue sede de los grandes fastos nazis y que en ella se publicaron buena parte de las leyes antisemitas.
A las 10.15 de la mañana del 20 de noviembre de 1945 entró el jurado internacional en la gran sala en forma de T. Los 21 acusados presentaban un aspecto bastante diferente del que les era habitual sólo medio año antes; en general estaban más flacos, demacrados, ojerosos, aunque vestían con pulcritud, incluso con afectación como era el caso del mariscal del Reich Hermann Göring. El hombre que suscitó mayor curiosidad fue Rudolf Hess, que voló a Gran Bretaña en una insensata tentativa para que Londres capitulara. Hess, que estaba loco según la mayoría de los psiquiatras que le trataron, y era o se hacía pasar por amnésico, se dirigió jovialmente a Göring
- "Esté tranquilo, mariscal. Cuando estos fantasmas se disipen usted será nombrado Führer del Reich".
Hubo algunas risitas, pocas, porque ya para entonces había comenzado el discurso de apertura a cargo del fiscal Jackson:
- ."..la justicia ha de llegar hasta aquellos hombres que se arrogan un gran poder y que, basándose en el mismo y previa consulta entre ellos, provocan una catástrofe que no deja inmune hogar alguno de este mundo... El último recurso para impedir que las guerras se repitan periódicamente y se hagan inevitables por desprecio de las leyes internacionales, es hacer que los estadistas sean responsables ante estas leyes".
Se acababa de sentar el principio -no seguido después en el acontecer de las relaciones internacionales- de que los estadistas podrían ser juzgados por las guerras que provocasen. Cínicamente podría añadirse que las responsabilidades alcanzarían sólo a los perdedores, pues nunca fue juzgado un vencedor.
Desde ese punto de vista, aun aceptando la terrible culpabilidad de los hombres acusados en Nuremberg, puede decirse que fue un proceso de vencedores contra vencidos. En Nuremberg no pudo hacerse valer por la defensa, a la hora de hablar de las responsabilidades en Polonia, el Pacto germano-soviéticos de 1939 y, como ejemplos claros de maniqueismo, se acusó a los militares alemanes de que sus submarinos no recogían supervivientes y de que sus subordinados disparaban sobre los pilotos que se lanzaban en paracaídas... justamente lo mismo que hicieron los países que presidían el proceso... ¡Vae victis!
Cuando se habla de Nuremberg casi siempre se hace referencia a este primer proceso, el más famoso por la notoriedad de los encausados. Sin embargo en Nuremberg se celebraron trece juicios consecutivos, que llevaron ante los tribunales a 199 importantes colaboradores de Hitler.
En este primero se encausó a 22 grandes jerarcas del III Reich, uno de ellos en rebeldía, Martin Bormann, eligiendo bien los nombres para que hubiera representación de cuanto se deseaba juzgar allí: militares, miembros del partido, funcionarios civiles nazis, exterminadores y genocidas.
El primer grupo formado por Dönitz, almirante, jefe de la flota y sucesor de Hitler al frente del Reich; Raeder, almirante, jefe de la Kriegsmarine hasta 1943; Jodl, general, jefe del Estado Mayor; Keitel, mariscal, jefe del alto mando de la Wehrmacht.
El segundo era el apartado más espectacular. Allí estaba el mariscal del Reich, H. Göring, amigo y sucesor de Hitler, caído en desgracia a última hora, jefe supremo de la Luftwaffe; Alfred Rosenberg, el filósofo del partido; Julius Streicher, el mayor enemigo de los judíos; Joachim von Ribbentrop, ministro de Asunto Exteriores de Hitler durante siete años; Baldur von Schirach, responsable de las juventudes hitlerianas y Gauleiter de Viena; Arthur Seyss-Inquart, nazi austríaco y delegado de Hitler en los Países Bajos, conocido como "el verdugo de Holanda"; Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler hasta 1942.
Funcionarios eran Hjalmar Schacht, que planificó el resurgimiento económico de la Alemania nazi; Franz von Papen, que como canciller apoyó a Hitler para que llegase al poder; Albert Speer, arquitecto, que planificó la producción alemana de armamentos; Hans Fritsche, jefe de radiodifusión en el ministerio de Propaganda; Walther Funk, ministro de Economía y presidente del Reichsbank.
Exterminadores y genocidas eran Ernst Kaltenbrunner, jefe de la Gestapo y controlador de la "solución final"; Wilhelm Frick, furibundo antisemita, ministro del Interior y protector del Reich en Bohemia y Moravia, donde deportó a todos los judíos hacia los campos de exterminio; Hans Frank, gobernador de Polonia, -"el verdudo de Polonia"-, responsable de la esclavización de la mano de obra polaca y corresponsable del exterminio de polacos y judíos en los campos de concentración; Fritz Saukel, alto responsable para Turingia, donde reclutó a cinco millones de obreros en condiciones de esclavitud; Konstantin von Neurath, diplomático, ministro de Asuntos Exteriores desde 1932 a 1938, y protector del Reich en Bohemia y Moravia, culpable de las primeras represalias, aunque dimitió cuando Hitler le acusó de poca dureza.
Doscientos cincuenta y ocho días duró el juicio, durante los cuales los 21 procesados hubieron de soportar una avalancha de acusaciones clasificadas en cuatro apartados: crímenes contra la paz (preparar e iniciar la guerra); crímenes de guerra (malos tratos a población civil o a prisioneros durante las operaciones militares); crímenes contra la humanidad (genocidios, esclavización y explotación contra población civil); conspiración (preparativos para cometer uno o varios de los delitos anteriores).
Las acusaciones del ministerio fiscal se prolongaron hasta el mes de marzo del año siguiente; la defensa duró hasta julio. Discursos finales y conclusiones, más proceso a organizaciones nazis, terminaron el 31 de agosto, y el 30 de septiembre se acordaron las sentencias, que fueron comunicadas a los encausados el uno de octubre.
El primero en entrar en el salón para escuchar su veredicto fue Göring: "muerte en la horca". El corpulento mariscal abandonó el recinto musitando: "la muerte, la muerte". Cuatro minutos de promedio costó leer la sentencia a cada uno de los acusados. Unos quedaron abatidos, otros en desafiante actitud, otros se desmoronaron y otros, como Funk, que esperaba la horca, lloraron de emoción al librarse con una larga condena. En resumen, tres fueron absueltos: Von Papen, Fritzsche y Schacht; uno condenado a 10 años: Dönitz; otro a 15: Neurath; dos, a 20: Speer y Schirach; tres, a cadena perpetua: Funk, Hess y Raeder. Los otros once (más Bormann, en rebeldía), a muerte.
Cuatro días tuvieron para una apelación inoperante y, luego, once días más... fue el plazo necesario para montar una ejecución de lujo. Harry Moaks, un viejo artesano londinense, preparó las cuerdas, parcialmente forradas delante para que fuesen más resbaladizas; los nudos corredizos fueron de exposición. Como verdugo oficiará un brigada del Ejército norteamericano, John C. Woods, tipo duro de origen irlandés que andaba en la cuarentena y que durante la guerra había ejecutado a 364 personas en la horca.
El 15 de octubre, por la tarde, llegaron a Nuremberg las denegadas peticiones de indulto. La ejecución debería ser inmediata.
Hace una noche de perros, húmeda y ventosa. Aunque no se les haya comunicado, los condenados saben ya que esas son sus últimas horas. Hacia las 22.15 se permite visitar la zona de los condenados a ocho periodistas que han obtenido permiso para presenciar la ejecución. Ante cada celda un policía militar monta guardia; los condenados están despiertos, salvo Göring que duerme o finge hacerlo.
El director de la cárcel seguía su ronda con los periodistas cuando sonó la alarma. Eran las 22.30 horas. Göring se había suicidado con una ampolla de cianuro. Hacia las 0.20 horas del miércoles, 16 de octubre, se comunica a cada condenado que su petición de indulto ha sido rechazada y se le confirma la sentencia.
El patíbulo se ha erigido en el gimnasio, que se halla abarrotado. Comisiones de los países vencedores, soldados, funcionarios judiciales, ocho periodistas, fotógrafos, oficiales, mecanógrafos, sepultureros, verdugo y ayudantes... Poco después de la una de la madrugada se abre la puerta del gimnasio y entra Ribbentrop, con las manos esposadas a la espalda. Sube los trece peldaños del cadalso.
- "¿Tiene usted algo que decir?" -le pregunta un oficial.
- "¡Dios salve a Alemania! Deseo que Alemania recobre su unidad, que el Este y el Oeste se alíen y que la paz pueda reinar en el mundo".
Le ataron las piernas y lo encapucharon. Después le pasaron la cuerda por el cuello. A la 1.14 minutos se abrió la trampilla y Ribbentrop se coló a plomo por el agujero.
La misma escena se repitió diez veces en 103 minutos. Todos los condenados -salvo Streicher y Sauckel, que opusieron alguna resistencia- afrontaron la muerte con docilidad y gallardía. El último de ellos fue Seyss-Inquart, bajo quien se abrió la trampa a las 2.48 minutos, mientras gritaba: "¡Yo creo en Alemania!"
Seguidamente los cuerpos de los ejecutados, metidos en los féretros previstos, llegaron al campo de concentración de Dachau, cerca de Munich. Desde hacía horas ardía allí el fuego en uno de los hornos crematorios que sirvió para asesinar a docenas de miles de judíos. En dos horas quedaron reducidos a cenizas que fueron recogidas y arrojadas al río Isar, más arriba de la capital bávara.
Los siete condenados a penas de prisión quedaron recluidos en la cárcel de Spandau, que por turnos es vigilada por las cuatro potencias ocupantes de Alemania. Cumplieron sus condenas y volvieron a la libertad Dönitz, Speer y Schirach. Murieron excarcelados por motivos de salud Raeder, Funk y Neurath. Otro, Rudolf Hess, enfermo y, al parecer, absolutamente loco, murió en la cárcel de Spandau en 1987.

La fuente la pongo mas tarde por que la perdi. Cordiales saludos

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Esa es la fuente, no puedo pegar el link no se por que. Cordiales saludoshttp://www.artehistoria.jcyl.es/batallas/contextos/5594.htm
 
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