El interés de Putin por la energía nuclear brasileña
Además del uranio, el litio y el petróleo también son objeto de intercambio entre ambos países.
El presidente ruso Vladimir Putin asiste a una reunión con el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva en el Kremlin en Moscú, Rusia, 9 de mayo de 2025 (REUTERS/Maxim Shemetov)
¿Qué ha quedado, aparte de la polémica, de la visita de Lula a Putin el pasado 9 de mayo en Moscú, para asistir al desfile, junto con numerosos dictadores del mundo, por el 80º aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial? En primer lugar, es posible que ambos se vuelvan a ver pronto en la reunión del BRICS prevista en Río de Janeiro los próximos 6 y 7 de julio.
Recordemos que Lula invitó a su homólogo ruso a participar en el evento, a pesar de que Putin tiene una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, es decir, por haber deportado a cientos de niños ucranianos a Rusia. La semana pasada, el presidente brasileño declaró que la decisión de venir a Río de Janeiro dependerá de Putin.
“Es uno de los fundadores de los BRICS. Puede participar o no. Ha sido condenado por un tribunal internacional, sabe que corre peligro, pero la decisión le corresponde a él. Está invitado porque es un miembro natural, es el creador de los BRICS junto con Brasil, India y China”, declaró Lula. Mientras tanto, en su encuentro cara a cara en Moscú, se reforzó el vínculo entre los dos países.
“Mi visita tiene como objetivo reforzar y reconstruir con mayor fuerza nuestra asociación estratégica”, afirmó Lula. “Brasil tiene intereses políticos, comerciales, culturales, científicos y tecnológicos con Rusia. Somos dos grandes naciones en continentes opuestos. Formamos parte del Sur del mundo y tenemos la oportunidad, en este momento histórico, de hacer crecer significativamente nuestras relaciones comerciales”, concluyó el presidente brasileño.
El propio ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, fue quien, en declaraciones a los periodistas, proporcionó detalles sobre lo que será esta nueva alianza entre ambos países. Silveira anunció que Brasil y Rusia comenzarán a colaborar para crear una asociación sobre el uranio brasileño y para el desarrollo de pequeños reactores modulares (Small Modular Reactors, SMR en inglés).
“El presidente Putin ha ordenado a Rosatom (la agencia estatal rusa para la energía nuclear) que inicie lo antes posible una asociación con el Gobierno brasileño para desarrollar estos pequeños reactores nucleares, que serán esenciales para el futuro de la energía”, declaró Silveira. Los SMR son una nueva generación de reactores nucleares diseñados para ser pequeños, con menor potencia y modulares. Son ventajosos por su mayor flexibilidad energética y por su posible uso en procesos industriales (por ejemplo, para la producción de hidrógeno o calor para las industrias).
Sin embargo, sus limitaciones son los altos costes, el hecho de que aún hay pocos ejemplos en funcionamiento y la gestión de los residuos radiactivos. Además, existe un riesgo geopolítico. Aunque no han sido diseñados con fines bélicos, pueden utilizarse potencialmente con fines militares.
En particular, pueden suministrar energía a bases militares remotas o en zonas difíciles de abastecer con combustibles convencionales. Además, pueden proporcionar apoyo logístico y de infraestructura en situaciones de guerra y guerra híbrida, para generar electricidad, calor, agua desalinizada o hidrógeno en teatros operativos.
Algunas tecnologías SMR pueden tener un doble uso, es decir, pueden utilizarse tanto para fines civiles como para programas militares encubiertos. También existe un riesgo de proliferación, especialmente si no se dispone de una normativa sólida o si el combustible gastado se gestiona mal o incluso se roba.
La mayoría de los SMR diseñados o en fase de desarrollo en la actualidad utilizan uranio como combustible nuclear. Brasil posee la octava reserva de uranio del mundo, con unas 280.000 toneladas de mineral disponible. “Tenemos grandes reservas de uranio y el potencial para ser líderes en este sector a nivel mundial”, declaró Silveira. Según el ministro, tal y como informa el sitio web especializado en energía Petronotícias, “los rusos iniciarán con Brasil un proceso de planificación en el sector minero del uranio y de evaluación de nuestro potencial”.
“Posteriormente —dijo Silveira— ayudarán a identificar nuestros recursos en el resto de nuestro territorio y estarán disponibles para comenzar a discutir cómo establecer una asociación en reactores nucleares pequeños“. Brasil no solo permitirá al Gobierno ruso cartografiar los recursos estratégicos de Brasil, sino también participar en la industria nuclear del país latinoamericano.
“Los rusos aportarán su amplia experiencia en este sector con fines pacíficos, por supuesto. Pero también contribuirán a que podamos llevar a cabo lo que propuse en mi informe presentado al Consejo Nacional de Política Energética: avances en el sector nuclear”, declaró el ministro Silveira en la entrevista, refiriéndose a Angra 3, una central nuclear en construcción en Brasil, situada en Angra dos Reis, en el estado de Río de Janeiro.
La historia de Angra 3 ha sido turbulenta desde el principio. Proyectada en los años 90, las obras se interrumpieron y se reanudaron varias veces por motivos económicos, políticos y relacionados con la corrupción, ya que se vio envuelta en el escándalo de Lava Jato.
La apertura de Brasil a Rusia en el sector nuclear coincide con una de las fases más críticas del conflicto en Ucrania. Putin no solo ha rechazado hasta ahora las propuestas de acuerdo mediadas por la comunidad internacional, sino que a finales de mayo amenazó con utilizar armas nucleares contra el país que invadió en 2022.
Ayer, precisamente en relación con el tema nuclear, el presidente ruso intervino proponiéndose como mediador entre Israel e Irán, cuyo mandatario, Masoud Pezeshkian, declaró a Putin que “Irán no tiene intención de poseer armas nucleares”. Sin embargo, el día anterior, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) votó por primera vez en 20 años una resolución contra Irán. “Teherán viola las obligaciones de no proliferación nuclear”, se lee en el texto. La respuesta de Irán a la decisión del Consejo del OIEA no se hizo esperar. Tras calificarla de “política”, Teherán anunció que creará una nueva planta de enriquecimiento de uranio.
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Además del uranio, el litio y el petróleo también son objeto de intercambio entre ambos países
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