El Aviador Del Fin Del Mundo

MDD

Colaborador
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EL AVIADOR DEL FIN DEL MUNDO

Revista VIVA – domingo 22 de octubre de 2006
Texto: Daniel dos Santos
Fotografías: Gentileza Roberto Litvachkes

HISTORIAS – El alemán Gunther Pluschow fue el primero que filmó desde
el aire los paisajes helados de los glaciares y de Tierra del Fuego.
Encarnó como pocos el espíritu aventurero de principios del siglo
pasado.

Su propia esposa confesaba que lo perdían unas manos finas y un par
de ojos azul profundo. Y también admitía que siempre perdonaba esa
actitud de amante adolecente. Pero Gunther Plüschow, el primer hombre
que voló, vio y filmó desde el cielo las cumbres de la inhóspita
cordillera en el sur argentino y los eternos glaciares, fue bastante
más que un hombre enredado en sábanas que no le pertenecían. Mezcla
de aviador pionero, descubridor de geografías desconocidas, cineaste
puntilloso y aventurero romántico de principios del siglo XX,
Plüschow nació en la muy alemana y famosa Munich en 1886. Su primera
tumba, con el signo provisorio de una muerte violenta que por
esperada parecía que no iba a ocurrir nunca, estuvo enclavada en la
entonces –1931- casi anónima y desolada El Calafate, Argentina. Entre
ambos episodios pasaron casi 45 años. Y Plüschow los biengastó en
burlar muchas veces su destino y en hacer una película de 127 minutos
sobre la Patagonia y la isla del fin del mundo, ue no es otra que
Tierra del Fuego. Sobre su vida de epopeya y sobre la búsqueda que
encaró un documentalista argentino, Roberto Litvachkes, de esos 2600
metros de celuloide trata esta nota.

Compañero de estudio de los cuatro hijos del Kaiser Guillermo II,
Plüschow pasó con ellos cuatro años en la Escuela de Cadetes de
Ploen. De ahí fue a otra escuela en Berlín y en ese marco más severo
tomó dos decisiones tempranas que marcarían su futuro. Una, hacerse
marino. La otra, conocer Tierra del Fuego. La primera la cambió
pronto cuando los aviones aparecieron en escena. La segunda se volvió
obsesión desde que vio una imagen con enormes montañas cayendo a
pique sobre un mar transparente de bosques tupidos y glaciares
siempre blancos y se preguntó cómo todo esto podía estar junto. Sin
más, Plüschow arrancó esa fotografía del libro de un amigo y
dijo “este es mi país”. La foto, como una amada inalcanzable,
permaneció pegada en su armario de soldado.

Claro que la visita debaría esperar bastantes años. Primero, el
entrenamiento en una torpedera durante 12 meses. Después, una nave
por destino, el Furst Bismarck, en el lejano Oriente y la recorrida
por puertos de sonoros nombres japoneses y chinos: Myatsu, Yokohama,
Tsushima, Tsingtao. Siempre con la aventura por norte, se hace
buceador y repara el casco de un buque inglés, el Port Maria, en
peligro de hundimiento. Practica otro rescate en tierra: en Shangai
saca a un compañero de un fumadero de opio.

En 1911 regresa a Alemania. Lo esperan dos noticias desalentadoras:
la muerte de sus padres y el rechazo de su solicitud para ser piloto.
Con la primera no le queda más remedio que el lento acostumbramiento
a las ausencias. Pero no se queda quieto con la segunda e insiste en
el pedido a sus superiores. Ante tanto sinsabor, viaja a Roma y se
reencuentra con una joven que ya había conocido en Berlín. Isot, así
se llamaba, le regala un talismán con el número 13 el día en que se
recibe de piloto.

Dos años después está otra vez en Tsingtao, una colonia alemana en
China. Por barco, recibe su avión desarmado. No le durará mucho. En
agosto del ’14 empieza la Primera Guerra Mundial y los japoneses
atacan la colonia. Plüschow logra despegar con documentos secretos y
una vez en tierra le prende fuego al aparato para que no caiga en
manos enemigas. A pie y en tren huye de los japoneses a través de
China. En Shangai, la hija de un diplomático lo ayuda a partir en
barco hacia América. Llega a Los Angeles y en poco tiempo está otra
vez, con identidad falsa, sobre un barco con destino a Italia. Pero
una tormenta se interpone en el viaje y el Capitán busca refugio en
Gibraltar. Menos inocentes, los ingleses lo detienen y lo llevan a la
prisión de Donington Hill, en Irlanda. Pero otra tormenta lo ayuda a
escapar. Una noche en que Scotland Yard lo persigue se esconde en el
Museo Británico y lee libros sobre la Patagonia. Al final llega a
Alemania y en junio del 16 se casa en un hangar con su amada Isot,
que le da un hijo y le perdona infidelidades varias. También se
convierte en best-seller, al vender medio millón de ejemplares
de “Las Aventuras del aviador de Tsingtau”.

EN LA SENDA DEL AVENTURERO

Todos estos datos y los que vendrán encandilaron a Litvachkes, autor
de Gunther Plüschow, un libro que contiene versiones en español,
alemán, inglés y portugués y la película de Plüschow El Cóndor de
Plata en Tierra del Fuego. “Empecé juntando fotos, filmaciones, sin
saber muy bien para qué. También consulté notas periodísticas, libros
antiguos y hablé con historiadores del lugar. Y hasta llegué a un
campamento olvidado de Plüschow donde había películas veladas, latas
de bencina y tintura y botellas de cerveza de cerámica”, cuenta
Litvachkes en el auditorio de la Manzana de las Luces, donde Plüschow
estrenó su película en 1930.

Pero antes del estreno hay que contar cómo Plüschow cumplió al fin su
sueño de llegar a Tierra del Fuego. Después de retirarse de la Armada
inicia un servicio postal entre Weimar y Berlín, origen de Lufthansa;
trabaja en cine como proyectorista y hasta vende autos y participa en
carreras de regularidad. Pero tiene la idea fija por Tierra del Fuego
y el entusiasmo lo embarga cuando le ofrecen trabajo en un velero de
cuatro mástiles que tiene como destino el sur sur del continente. Le
escribe a su esposa: “Acepté; necesito que compres una cámara
fotográfica y una filmadora... ya que ésa será mi tarea a bordo”. Era
lo que le faltaba. El envión último. Esa primera visita se convirtió
en motor de su sueño. No pararía hasta conseguir un avión Heinkel con
apoyo del Ministerio de Comunicaciones y Transporte de Alemania, un
contrato con una editorial para escribir sobre esa región inexplorada
y 40 mil metros de película virgen de AGFA. También una goleta para
hacer el viaje, la Feuerland.

La película es muda, con esos cuadritos negros entre imágenes que
comunican lo mínimo indispensable. Plüschow no pierde tiempo y filma
desde el mismo instante en que se hace a la mar. Como un regalo del
cielo, en la goleta viaja también su mujer, que oficiará como
cocinera, aunque no por mucho tiempo. En Lisboa debe descender y
marchar de urgencia a Alemania por una grave enfermedad de su hijo.

A Litvachkes le fascina la ceremonia con que festejan los marineros
el paso del Ecuador. Disfrazados de vikingos, hasta el perro mascota
que llevan parece plegarse al buen clima que impera a bordo. Hacen un
alto en Bahía y se internan en el Brasil profundo. Con la sed que lo
caracteriza, filma también allí las primeras imágenes de un pueblo
primitivo, los botocudos, que se convierte en un documento etnológico
sorpresivo.

Por fin llegan a Buenos Aires y de ahí al sur. El 23 de octubre de
1928 entra en Punta Arenas (Chile) y se encuentra con su compañero de
aventuras, el ingeniero y camarógrafo Ernst Dreblow. En tres semanas
arma su avión. El primer vuelo parece una carrera de postas.
Litvachkes lo reconstruye: “Se eleva desde Punta Arenas y deja atrás
el Estrecho de Magallanes. Pasa sobre la ciudad de El Porvenir.
Atraviesa la isla Dawson y la cordillera de Darwin. Llega hasta el
lago Fagnano y divisa el canal de Beagle. Por fin baja en la bahía de
Ushuaia, frente a la población que lo viva”. El recorrido no tiene
sólo un propósito documentalista. En el avión, Plüschow lleva el
primer envío postal que llega a la zona y se lo entrega a las
autoridades locales.

En este y otros vuelos posteriores, el paisaje parece salvaje,
intocado, avasallante como ya no lo es. Una vista de un salto en el
río Payne, por ejemplo, simula bien las cataratas del Iguazú. Y los
glaciares dan la idea de avanzar y avanzar. Una rápida pasada por
Ushuaia muestra la construcción radiada del penal. El hidroavión de
Plüschow –un biplaza del cual se hicieron sólo 12 unidades- se
adivina tan frágil que da miedo por la suerte ajena. Y un cuadrito
negro de la película da la pauta precisa de quiénes lo están volando.
Se ve el avión, a los tripulantes en la carlinga, frágiles ante una
tormenta repentina. “Ojalá pase pronto, antes de que se acabe el
combustible.” Deseo obvio, con las nubes bajas el piloto no sabría
dónde acuatizar y lo más probable es que impactara en algún cerro.

En abril del ’29, Plüschow vende su goleta a una familia de las
Malvinas y regala a su perro. ¿El motivo? Debe regresar a Alemania
llamado por la editorial que lo había contratado. En pocos meses
edita su libro y su película se estrena en Berlín. En agosto del año
siguiente está otra vez en la Argentina. El clima político está
enrarecido. Yrigoyen pasa los últimos días en el gobierno y el golpe
de Uriburu del 6 de septiembre está en plena preparación. Aquí
aparecen las primeras sospechas contra el piloto. Algunos lo acusan
de espía. Plüschow se defiende: “Ningún soldado del Kaiser podría ser
un espía”, dice. Aún faltaban tres años para que Hitler llegara al
poder y según Litvachkes el piloto tenía permiso del Instituto
Geográfico Militar para hacer lo que hacía.

Sea como sea, en el ’30 Plüschow está otra vez en el sur filmando su
segunda película, esta vez con música y sonido. Hasta ya le había
puesto nombre: Icarus. Pero esa ya es otra historia. Suficiente
trabajo le dio a Litvachkes hacerse con la primera. “Después de mucho
investigar supe que la habían dado por última vez en 1963 en un cine
de Colonia, Alemania. Claro que casi 40 años depués nadie se acordaba
dónde estaba. Al final, la ubiqué en 1997, olvidada, un un museo de
lo que fue Berlín Oriental hasta la caída del Muro.”

No hay, claro, película del último vuelo del Cóndor de Plata. Tampoco
de los últimos momentos de Plüschow vivo. Con la ayuda del libro de
bitácora se sabe que tres días antes del accidente final, una
corriente de aire golpeó el avión y lo obligó a descender en una
laguna., una garganta cerrada en medio de la cordillera. Plüschow no
pudo evitar que el flotador pegara en una roca y se abriera un
agujero del tamaño de una cabeza en esta pieza vital. “Tal vez –
arriesga Litvachkes- hasta podría haberse golpeado un ala del
aparato.” Sumergidos en las aguas heladas, piloto y copiloto rellenan
el hueco con ropa de hule. Al mediodía del 28 de enero de 1931
intentan salir de “esa prisión de rocas”. Dos horas y media más
tarde, pobladores de El Calafate escuchan una explosión en el cielo,
ven el avión caer en tirabuzón y a dos figuras que saltan del
aparato. Ninguno logra abrir el paracaídas. Cuando los socorristas
llegan al lugar, Dreblow todavía respira. Plüschow queda destrozado.
Junto a su corazón tiene el amuleto con el número 13. Está roto.
 
Muy bueno MDD, algo conocía de esta historia, pero lo tuyo amplió la visión que tenía del viejo aventurero. Eran otras épocas, donde el ese romanticismo aventurero alcanzó a romper barreras y abrirle el mate a muchos que por entonces casi que ignoraban todo. Las grandes epopeyas la hicieron tipos como Plüschow, con esto queda claro que no todo se reduce a Saint-Exupery, hubo otros príncipes del aire... Un saludo camarada
 
Que linda historia, lástima el final.
Estaría bueno hacer una miniserie con la historia de la aviación nacional, desde los pioneros hasta las escenas de Malvinas.
¿Alguien vio la pelicula de Jorge Newery? Está bárbara, y es cine nacional. Creo que era Victor Laplace el que hacia de Newery. Ahora que lo nombro, me viene a la memoria el escritorio de Newery que esta en el museito de aviación en EL Palomar, simplemente magnífico... Una sola pieza de madera y en el frente un condor extendiendo un ala, algo hermosísimo de ver.
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Si puedes, trata de ver "La Ultima Escuadrilla" (1951), "Alas de mi Patria" (1937) y hay otra que sel lama "El Escuadron Azul" (1937) Alli fimaronn los ejercicios de la aviación eon en la maniobras de 1937..Los cazas? Hawk III y el unico Hawk IV..que tuvo la entonces la aviacion del ejercito r.
 
licastro dijo:
Que linda historia, lástima el final.
Estaría bueno hacer una miniserie con la historia de la aviación nacional, desde los pioneros hasta las escenas de Malvinas.
¿Alguien vio la pelicula de Jorge Newery? Está bárbara, y es cine nacional. Creo que era Victor Laplace el que hacia de Newery. Ahora que lo nombro, me viene a la memoria el escritorio de Newery que esta en el museito de aviación en EL Palomar, simplemente magnífico... Una sola pieza de madera y en el frente un condor extendiendo un ala, algo hermosísimo de ver.

Era Germán Kraus, y estaba muy buena la peli, bien lograda la época, y con una historia que valía la pena ser contada.

La última escuadrilla está pasable, pero de seguro fué armada para mostrar los Avro Lincoln que acababan de llegar al país, los cuales aparecen al final de la película, cuando los cadetes de la academia donde transcurre la historia se reencuentran, ya pilotos hechos y derechos, con uno de los bombarderos de fondo.
 
Oye tú Brunner, podrías hacer un post dedicado a los pioneros criollos, seguramente tenés material de sobra, o me equivoco?:D
 

MDD

Colaborador
Colaborador
La réplica del avión de Gunther Plüschow se ubicará en el Aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires. ( Me parece que la noticia ya es vieja )

Como es de público conocimiento, en ocasión de conmemorarse a
principios de este año distintos aniversarios relacionados con
Gunther Plúschow y sus vuelos y filmaciones en la Patagonia y de
editarse distintos sus libros y películas y a la vez del retorno de
su Goleta " Feuerland " a Alemania para su restauración, la
figura y hazañas de este pionero han recibido un gran repercusión
en la prensa nacional e internacional.

A fin de destacar el valoroso aporte de Plüschow con sus vuelos y su
película documental sobre la Patagonia, Aeropuertos Argentina 2000
aceptó la ubicación de una réplica de su avión Heinkel HD24
en el interior del Aeroparque Jorge Newbery, sitio donde circulan
cientos de miles de turistas de todo el mundo.

La Secretaría de Turismo de la Nación asumió el costo principal
de realización y se espera que instituciones y empresas privadas se
sumen a la misma.

Características de la réplica.

El tamaño de la réplica es de 1, 83 mts. de ancho x 1, 05 de largo
y 0,40 cm de altura, estará emplazada sobre una base de 1, 20 mts. de
altura para que el público la pueda observar con comodidad.

Se realiza igual que el original con las alas con sus largueros y
costilla de madera de pino, herrajes de sujeción, entelado, enchapado
de aluminio de la zona del motor y otros finos detalles.

Todos lo planos alares y timones conservan su movilidad.

El realizador de la réplica es el aeromodelista, Ex_Comandante e
Instructor de vuelos de Aerolíneas Argentinas, Sr. Hernán Bravo,
es uno de los más el más prestigiosos aeromodelistas de aviones
antiguos y referente histórico internacional en esta temática.

La misma estará emplazada varios meses en Aeroparque y durante un mes
( Septiembre ) se podrá ver también en una muestra nacional que se
realiza en el Automóvil Club Argentino.

Luego se exhibirá en distintos lugares de la Argentina y del exterior
del País.

Exhibiciones de este tipo se realizan en Aeropuertos de todo el mundo
con excelente repercusión en el público que se sorprende cuando
conoce las hazañas de los pioneros de la aviación.



Heinkel HD24 en este caso sueco
 
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