Armisael dijo:Me parece que comparar un programa nuclear de U$S 8.000 millones al Dólar de 1973 contra uno de submarinos de devaluados U$S 1.100 millones de 2008 no tiene punto de comparación. :banghead:
Pero, . . si te sentís conforme. . .:yonofui:
Saludos.
P.S.: Dad, me refería al Plan Nuclear Brasileño, en el cual pretendieron comprar a los alemanes lo mismo que nosotros desarrollamos solos.
NADIE te cede el corazón de su tecnología, aunque le pagues fortunas. . . y eso parece que los brasileños no lo entienden. . .
No es eso que sabemos::yonofui: :yonofui:
Texto traducido:
No se trata de nacionalismo exacerbado, protección de la soberanía ni defensa de secretos tecnológicos. El gobierno brasileño tiene motivos bien menos sublimes para evitar firmar un documento que autoriza la inspección plena de sus instalaciones nucleares por técnicos del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea), dependiente de las Naciones Unidas. El documento, que se intitula Protocolo Adicional de Salvaguardias de la Aiea, permite a los técnicos examinar el maquinário utilizado en la producción de uranio enriquecido, material que sirve de combustible para las centrales nucleares y, cuando purificado a 95%, para la producción de bombas atómicas. El motivo principal para impedir el acceso de los técnicos extranjeros a las instalaciones nucleares brasileñas es el hecho de los responsables por los proyectos en Brasil tengan, en diversas oportunidades, recorrido el expedientes poco ortodoxos para obtener equipamientos en el mercado externo. Uno exintegrante del primer escalón del gobierno federal que tuvo bajo su comando lo programa nuclear brasileño reveló a VEA que parte del equipamiento de la construcción de las centrifugadoras de purificación del uranio, objeto específico de la inspección de la Aiea, fue conseguida de manera no totalmente transparente. Revelar ahora la existencia de esos equipamientos en operación en Brasil y esclarecer para que fines están siendo utilizados traería constreñimiento a los proveedores extranjeros y cortaría el acceso de Brasil la piezas de reposición. Por esa razón, se decidió mantener los técnicos de la Aiea lejos de las centrifugadoras brasileñas.
Es cierto que Brasil desarrolló una tecnología propia de enriquecimiento de uranio. En todo el mundo, sólo once países dominan el proceso de enriquecimiento del metal, que es hecho a partir de dos tipos de tecnología actualmente en uso. Uno de ellos es la difusión gaseosa, adoptada en escala industrial por Francia y por Estados Unidos y en la práctica embrionario por Argentina. El otro método es el de la ultracentrifugação. Brasil utiliza el segundo método, juntamente con otros siete países. No se sabe al cierto, pero los técnicos brasileños habrían producido una forma de disminuir la fricción en las centrifugadoras y, así, aumentar la eficiencia y la durabilidad de las máquinas. La tesis oficial brasileña es que el método adoptado en EE UU, el de la difusión gaseosa, habría llegado a su límite máximo de desarrollo. Esa sería la razón por la cuál los americanos estarían codiciando la tecnología brasileña de enriquecimiento de uranio. Aunque no haya desarrollado tecnologías mucho más simple, como una manera de erradicar el dengue, o la malaria, Brasil tiene capacidad reconocida internacionalmente en el campo nuclear. La lógica de ese raciocinio se interrumpe ahí. Es un desvarío imaginar que los técnicos de la Aiea, un dependiente de las Naciones Unidas, aceptarían ser manipulados por los americanos para hacer espionaje industrial. El nudo de la cuestión tiene mismo de ser buscado en otro lugar.
Las autoridades militares que participaron del proyecto nuclear desde el inicio reconocen que crearon esquemas poco usuales para adquirir las máquinas de purificación del uranio. El almirante Othon Luiz Pinheiro da Silva, uno de los coordinadores del programa nuclear brasileño hasta 1994, tenía, entre otras, la responsabilidad de negociar la compra de piezas para el programa – tarea que cumplió diversas veces junto a proveedores extranjeros, en especial de Italia y Alemania. En algunas de esas ocasiones, él reveló a VEA, los brasileños mintieron a los proveedores sobre la finalidad de la compra. En vez de digan que el material se destinaba a la construcción de una centrifugadora para enriquecimiento de uranio, informaban que serviría para la fabricación de aviones y cohetes. "Si no hubiésemos actuado así, las piezas saldrían mucho más caras o la empresa sería presionada a no venderlas la nosotros por países que ya detenían la tecnología para enriquecimiento de uranio, como Estados Unidos", dijo Pino a VEA en el jueves pasado.
Caso acepte firmar el Protocolo Adicional de Salvaguardias de la Aeia, Brasil no sólo estará autorizando las revistas plenas de los técnicos de la agencia pero también concordando en entregar la lista completa de los proveedores de todos los equipamientos utilizados en la construcción de las centrifugadoras instaladas en la ciudad fluminense de Resende. Brasil fue presionado por los proveedores alemanes e italianos a no abrir sus instalaciones al escrutinio de los técnicos de la Aiea ni pasar a ellos la lista de las piezas. El poder de presión de los proveedores es grande. Ellos están enfrentando revistas cada vez más severas, y algunos ya recibieron puniciones de las agencias reguladoras europeas por vender equipamientos sin fines específicos que acabaron siendo usados en centrales de enriquecimiento de uranio. Con la intensificación de la guerra al terror liderada por los americanos, la paranoia de las agencias de fiscalización, compreensivelmente, está cada vez mayor.
"Siempre hubo desconfianza con respecto a proyectos nucleares clandestinos. Pero hasta algún tiempo atrás se consideraba aceptable que un gobierno cualquier mantuviese en secreto sus instalaciones nucleares para fines pacíficos. Hoy, la mejor manera de no crear fricción es hacer todo en mayor trasparencia posible", dijo a VEA un técnico de la ONU encargado de revistas en Brasil y en Argentina. Ese técnico recuerda que países como India y Pakistán habían llegado a dominar la tecnología de producir bombas atómicas y sus misiles lanzadores, escancarando todas sus pretensiones interna y externamente. El físico nuclear Anselmo Paschoa considera India uno de los mejores ejemplos en la conducción de la política nuclear. "El país estableció un proyecto de nación e incluyó la búsqueda de la energía nuclear con el consentimiento de la sociedad y del mundo", afirma Paschoa. Obviamente, la ventana de oportunidades usada por India y Pakistán para construir la bomba se cerró. El mundo cambió, y hoy las desconfianzas son mucho mayores.
Brasil adoptó política diametralmente opuesta a la seguida por India y por Pakistán. Desde 1975, cuando cerró un acuerdo con Alemania para la construcción de centrales nucleares de enriquecimiento de uranio, Brasil insiste en mantener una política nuclear nublada. Aún cuando el mundo entero ya sabía que lo gobierno brasileño soñaba en dominar el ciclo completo de la producción nuclear, que podría en el fin llevar a la fabricación de la bomba atómica, el país insistía en mantener el secreto de polichinelo que duró más de una década. Sólo en septiembre de 1987, cuando todas las máquinas necesarias para el enriquecimiento del uranio estaban compradas e instaladas en suelo brasileño, el gobierno anunció oficialmente al mundo que ya detenía el conocimiento completo del ciclo nuclear. Hasta el gobierno Collor, toda la administración del programa nuclear, incluyendo la fabulosa montaña de gastos que él envolvió, continuaba bajo el control de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, órgano que sucedió el SNI. Es decir, un programa eminentemente científico quedó en las manos de la comunidad de informaciones, con contabilidad paralela y tocado por acciones clandestinas. Sólo en la segunda mitad del gobierno Fernando Henrique Cardoso, cuando el embajador Ronaldo Sardenberg se volvió ministro de la Ciencia y Tecnología, fue que las investigaciones nucleares habían pasado a ser subordinadas a la carpeta civil.
En el mundo conturbado de la guerra global contra el terrorismo, cuando el asunto es política nuclear, lo mejor mismo a hacer es ser transparente. "Esa es un área delicada en que las intenciones del país necesitan ser absolutamente cristalinas", afirma David Albright, físico americano. Se, en el pasado, los militares despreciaron el consejo, recientemente, el discurso del gobierno Lula sólo sirvió para volver las intenciones nucleares brasileñas todavía más turbias a los ojos de la comunidad internacional. Durante la campaña presidencial, el entonces candidato Luiz Inácio Lula da Silva, se refiriendo al Tratado de No Proliferación Nuclear, se salió con la siguiente declaración: "Sólo habría sentido si todos los países que ya detienen armas nucleares abriesen mano de las suyas. Pues, por qué un ciudadano pide para yo desarmarme, para quedar con uno estilingue, mientras él queda con un cañonazo arriba de mí? Brasil sólo va a ser respetado en el mundo cuando fuere fuerte económica, tecnológica y militarmente". Luego, fue la vez del ex ministro Roberto Amaral. En una sucesión de declaraciones estorbadas, el entonces titular de la carpeta de Ciencia y Tecnología primero afirmó que Brasil debería dominar el conocimiento para la fabricación de la bomba atómica. Al recusarse a garantizar trasparencia total en un tema que, por motivos obvios, despertada escalofríos en todo el mundo – sea movido por temores inconfesables, sea por un capricho nacionalista –, Brasil sólo tiene a perder. Corre el riesgo, entre otros, de ser tomado represalias contra en sus intereses diplomáticos, como en su histórico pleito de ocupar una plaza permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, o ser solemnemente boicoteado en acuerdos comerciales que le interesan – incluyendo el mercado de energía nuclear, en que se prepara ahora para entrar.
http://veja.abril.com.br/140404/p_056.html