Los secuestrados, la guerra y el silencio: el país que Netanyahu no quiere escuchar
El gobierno se atrinchera en su estrategia bélica, mientras la sociedad civil clama por los secuestrados, la verdad y la dignidad nacional. La desconexión entre el poder y el pueblo plantea una pregunta urgente: ¿quién representa hoy a Israel?
Durante seis días, los israelitas rodearon las murallas de Jericó, una vuelta por día. El séptimo día se levantaron temprano y rodearon las murallas siete veces. En la séptima vuelta, tocaron los shofarot, el pueblo lanzó un gran clamor, y las murallas cayeron. No sé explicar cómo los decibelios derriban muros, pero los cientos de miles —quizás millones— que ayer se manifestaron por la liberación de los secuestrados pueden extraer de esta historia una lección optimista: la lucha no está perdida. Una vuelta más, una protesta más, un clamor más: al final, las murallas de indiferencia que el gobierno ha construido a su alrededor se derrumbarán. Y si no lo hacen, que cada reservista llamado a recibir una orden de movilización sepa por quién está siendo convocado a luchar. Al menos eso.
Por Yisrael Katz, por ejemplo. El fin de semana, el ministro de Defensa difundió un largo post centrado exclusivamente en Yisrael Katz, su sabiduría táctica, su inteligencia estratégica. No Herodes, ni Aníbal. “Toman a exfuncionarios desconectados y desinformados, con una comprensión de la seguridad anticuada e irrelevante, y a ‘analistas militares’ en el ocaso de su carrera o simplemente periodistas alineados, y les plantan en la boca consignas, eslóganes y calumnias sin ningún fundamento contra mí como ministro de Defensa”, abre su queja.
Y luego viene el rollo de logros. El ataque a Irán, fui yo, Yisrael Katz. Yo definí los objetivos y capacidades de la Fuerza Aérea, yo planifiqué la operación “Boda Roja” contra el mando militar iraní y el programa “Tornado” contra instalaciones del régimen. Yo me ocupé de Hezbolá en el Líbano, promoví y concreté el establecimiento de cinco puestos militares israelíes dentro del Líbano; yo introduje al ejército en Siria, neutralicé las capacidades estratégicas del ejército sirio y protegí a los drusos. Como resultado de mi política, disminuyeron los atentados en Cisjordania, se fundaron nuevos asentamientos y se fortaleció la colonización.
Opinión. El gobierno se atrinchera en su estrategia bélica, mientras la sociedad civil clama por los secuestrados, la verdad y la dignidad nacional. La desconexión entre el poder y el pueblo plantea una pregunta urgente: ¿quién representa hoy a Israel?
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