One of Russia’s top foreign policy experts selects the main things to watch this year
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Dmitry Trenin: Por qué el año 2025 será más peligroso de lo que pensamos
Estos son los principales puntos a tener en cuenta en el nuevo año según uno de los mejores expertos en política exterior de Rusia
Predecir el futuro de las relaciones internacionales es siempre una tarea arriesgada. La historia demuestra que hasta los pronósticos más acertados pueden fracasar. Por ejemplo, el último panfleto propagandístico del Pentágono sobre el “poder militar soviético” se publicó en 1991, el año en que la URSS dejó de existir. De manera similar, el escenario de 1988 de la RAND Corporation, con sede en Washington, sobre una guerra nuclear incluía que la Unión Soviética se enfrentara a Pakistán por Afganistán en 2004. Sin embargo, la necesidad de anticipar el futuro es natural, incluso necesaria. Lo que sigue no es una predicción, sino un intento de esbozar expectativas razonables sobre el estado del mundo en 2025.
Ucrania
El intento del presidente estadounidense Donald Trump de lograr un alto el fuego en las líneas de batalla de Ucrania fracasará. El plan estadounidense de
“detener la guerra” ignora las preocupaciones de seguridad de Rusia y pasa por alto las causas profundas del conflicto. Mientras tanto, las condiciones de paz propuestas por Moscú –esbozadas por el presidente Vladimir Putin en junio de 2024– seguirán siendo inaceptables para Washington, ya que significarían en la práctica la capitulación de Kiev y la derrota estratégica de Occidente.
Los combates continuarán. En respuesta al rechazo de su plan, un Trump frustrado impondrá sanciones adicionales a Moscú, pero evitará cualquier escalada seria que pueda provocar que Rusia ataque a las fuerzas de la OTAN. A pesar de la fuerte retórica antirrusa, la ayuda estadounidense a Ucrania disminuirá, trasladando gran parte de la carga a las naciones de Europa occidental. Si bien la UE está dispuesta a intervenir, es probable que la calidad y la escala del apoyo material occidental a Ucrania disminuyan.
En el campo de batalla, la situación seguirá cambiando a favor de Rusia. Se espera que las fuerzas rusas expulsen a Ucrania de regiones clave como el Donbass, Zaporozhye y partes de la región de Kursk. Ucrania movilizará reclutas más jóvenes e inexpertos para frenar los avances de Rusia, pero esta estrategia conducirá a un éxito limitado. Kiev recurrirá cada vez más a operaciones sorpresa, como incursiones fronterizas o ataques simbólicos en territorio ruso, en un intento de desmoralizar a la población rusa.
En el plano interno, Estados Unidos y sus aliados podrían impulsar elecciones en Ucrania, con la esperanza de reemplazar a Vladimir Zelensky (cuyo mandato expiró a mediados del año pasado) por el general Valery Zaluzhny. Si bien esta reestructuración política podría fortalecer temporalmente el liderazgo de Kiev, no resolverá los problemas subyacentes del colapso económico y el deterioro de las condiciones de vida de los ucranianos comunes.
Estados Unidos
A pesar de una transferencia pacífica del poder, el segundo mandato de Trump seguirá plagado de tensiones. El riesgo de atentados contra su vida persistirá. La política exterior de Trump, aunque menos ideológica que la de Biden, se centrará en objetivos pragmáticos.
– Mantener intacta la OTAN, pero exigir mayores contribuciones financieras a los miembros europeos.
– Transferir gran parte de la responsabilidad financiera de Ucrania a la UE.
– Intensificar la presión económica sobre China, aprovechando las vulnerabilidades de Pekín para forzar acuerdos comerciales desfavorables.
Trump también se alineará estrechamente con Israel, apoyando sus esfuerzos contra Irán. Teherán, ya debilitado, enfrentará duras condiciones para un acuerdo nuclear, y una negativa puede provocar ataques militares estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes.
Es probable que Trump se reúna con Putin en 2025, pero esto no significará un deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. La confrontación entre las dos potencias seguirá siendo profunda y duradera. La estrategia de Trump priorizará el dominio global de Estados Unidos, trasladando la carga de los compromisos estadounidenses a aliados y socios, a menudo en detrimento de estos.
Europa occidental
Las naciones europeas, recelosas del regreso de Trump, terminarán por alinearse con él. La dependencia de la UE respecto de Estados Unidos en materia de liderazgo militar y político se profundizará, aun cuando las economías europeas sigan actuando como donantes a la economía estadounidense. En las últimas tres décadas, las élites de Europa occidental han pasado de ser actores nacionales a apéndices de un sistema político transnacional centrado en Washington. Los defensores genuinos de los intereses nacionales, como Alternativa para Alemania o el Agrupamiento Nacional de Francia, siguen políticamente marginados.
La rusofobia seguirá siendo una fuerza unificadora en la política de Europa occidental. Contrariamente a la creencia popular, este sentimiento no es impuesto por Estados Unidos, sino que es adoptado activamente por las élites de la UE y el Reino Unido como una herramienta de cohesión. La operación militar rusa en Ucrania ha sido presentada como la primera etapa de un intento imaginario ruso de
“secuestrar a Europa”.
En 2025, el nuevo gobierno de coalición de Alemania adoptará una postura aún más dura hacia Moscú. Sin embargo, los temores de un enfrentamiento militar directo con Rusia disuadirán a otras naciones europeas de enviar tropas a Ucrania. En cambio, Europa occidental se preparará para una nueva Guerra Fría, aumentando el gasto militar, expandiendo la producción y fortificando el flanco oriental de la OTAN.
Se reprimirá el disenso en Europa. Los opositores políticos a la confrontación con Rusia serán tildados de
“idiotas útiles de Putin” o agentes directos de Moscú. Hungría y Eslovaquia seguirán siendo casos aislados en su relación con Rusia, pero su influencia en la política de la UE será insignificante.
Oriente Medio
Después de importantes victorias militares en 2024, Israel, con el apoyo de Estados Unidos, intentará consolidar sus avances contra Irán. La estrategia estadounidense-israelí implicará una presión combinada, incluidas acciones militares, contra los aliados iraníes, como los hutíes yemeníes, y esfuerzos para profundizar los vínculos con las monarquías árabes del Golfo en el marco de los Acuerdos de Abraham.
Si bien Rusia firmó un tratado con Irán en enero de 2025, este no obliga a Moscú a intervenir militarmente si Teherán es atacado. Por lo tanto, una guerra a gran escala en Medio Oriente que involucre a Rusia y Estados Unidos sigue siendo poco probable. En el plano interno, Irán enfrenta incertidumbre a medida que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, que ahora tiene 86 años, se acerca al final de su mandato.
La influencia de Rusia en Oriente Medio se debilitará a medida que disminuya su presencia militar, pero las rutas logísticas que conectan Rusia con África seguirán siendo una prioridad estratégica.
Asia oriental
Las tensiones entre Estados Unidos y China seguirán aumentando, alimentadas por los esfuerzos estadounidenses por contener las ambiciones económicas y tecnológicas de China. Washington fortalecerá sus alianzas en Asia, en particular con Taiwán y Filipinas, para contrarrestar a Pekín. Si bien sigue siendo posible un conflicto armado por Taiwán o el Mar de China Meridional, es poco probable que estalle en 2025.
La alianza de Rusia con China se fortalecerá, aunque no llegará a ser una alianza militar formal. Desde una perspectiva occidental, esta relación se parecerá cada vez más a una coalición antiamericana. Juntas, Rusia y China se opondrán al dominio global de Estados Unidos en las esferas geopolítica, militar y económica.
El extranjero cercano de Rusia
Se espera que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, asegure un nuevo mandato en enero de 2025, lo que consolidará su alineamiento con Moscú. Mientras tanto, Rusia trabajará para estabilizar sus relaciones con Kazajstán, aunque la falta de una visión convincente de Moscú para la integración euroasiática podría volverse en su contra.
El año 2025 estará marcado por la inestabilidad estratégica, la persistencia de conflictos y el aumento de las tensiones geopolíticas. Si bien Rusia ha logrado éxitos notables en los últimos años, debe cuidarse de caer en la complacencia. La victoria está lejos de estar asegurada y el mundo está lejos de alcanzar el equilibrio. Para Moscú, el camino a seguir exigirá resiliencia y un enfoque claro en los objetivos a largo plazo. La paz llegará, pero sólo mediante un esfuerzo constante y una victoria final, tal vez en 2026.