En un reciente artículo publicado por las Fuerzas Armadas de Suecia se develan alguno detalles sobre el proceso de formación y operaciones de adiestramiento que llevaron adelante soldados ucranianos para utilizar los misiles RBS-17 Hellfire. La crónica aborda los desafíos que enfrentó el personal de ambos países, ya sea por los plazos acotados y por los trabajo de apoyo una vez que el material comenzó a utilizarse en los campos de batalla.

Con la decisión del gobierno sueco de transferir los misiles RBS-17 Hellfire a Ucrania, un reducido contingente de soldados de ese país se trasladó al país nórdico para iniciar su capacitación en el sistema de defensa de costa. Para esta misión, el Estado Mayor de la Armada comenzó la planificación inicial del programa de entrenamiento, designando al 2º Batallón Anfibio del Regimiento Anfibio de Estocolmo como la unidad responsable de adiestrar a los operadores ucranianos.

Una semana después de que la orden del gobierno llegara a las Fuerzas Armadas, una veintena de soldados ucranianos arribaron en avión a Suecia. Con sólo unos días de preparación, la primera misión de entrenamiento en suelo sueco ya estaba en marcha. La planificación, el reconocimiento, el embalaje y otros preparativos se completaron en muy poco tiempo.

Apenas transcurridos los primeros días se presentaron los primeros desafíos, ya que las operaciones se realizaron en una zona alejada, con una limitada infraestructura disponible. “…El personal tuvo que resolver la logística, por ejemplo, ir a comprar madera y herramientas para poder construir sus propios objetivos…También se aseguró que la tropa que venía tuviera todo lo que necesitaba, como la vestimenta, para que se parecieran a los colegas suecos…”.

Otro de los temas por resolver fue la exigencia física, ya que la operación del sistema RBS-17 resulta muy demandante. Pese a que el equipo ucraniano no llegó físicamente preparado para lo que les esperaba, “…no se quejaron, sino que se animaron y siguieron adelante. No importa lo tarde que fuera el entrenamiento, algunas noches practicamos hasta las 3 de la madrugada…”. La interacción diaria y convivencia de ambos equipos también generó lazos de amistad, algo usual entre camaradas de armas.

Con la entrega de los sistemas RBS-17 Hellfire y la partida del contingente ucraniano surgió un nuevo desafío, que fue el de continuar brindando asistencia ante las novedades que fueron surgiendo una vez que el material se desplegó en el terreno. “…Los operadores querían hablar con nosotros para solucionar los problemas que tenían. Estaba sentado en casa en una fiesta familiar y comencé a llamar a gente a mi casa, colegas con experiencia de vanguardia en el sistema RBS-17 del Estado Mayor de la Marina, Del 2.º batallón anfibio, de la Administración Sueca de Material de Defensa (FMV) y el taller de misiles. Dos horas más tarde todos estaban sentados en mi sótano. Ese fue el punto de partida para un apoyo continuo…” detalló Petra, integrante de la Marina sueca.

El Estado Mayor de la Marina, el Regimiento Anfibio de Estocolmo, el taller de misiles y la FMV se han asegurado juntos de que los operadores ucranianos reciban la ayuda que necesitan con el sistema RBS-17. “…Puede ser cualquier cosa, desde cuestiones técnicas hasta cuestiones materiales. El trabajo continúa en conjunto…”

Pese al bajo perfil de las actividades, para las cuales de dispuso un estricto control, el entrenamiento y las operaciones de adiestramiento lograron el resultado y el efecto deseado en el campo de batalla. La crónica sueca también detalló que otro plus de las actividades fue la formación de un núcleo de operadores, los cuales oficiarían como instructores una vez que llegaran a Ucrania.

A Suecia también se sumó Noruega en la cesión del sistema de defensa de costa Hellfire, replicando lo realizado por el Reino Unido con sus misiles Brimstone.

Imagen de portada ilustrativa. Créditos: Fuerzas Armadas de Suecia.

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