Se cumplieron 36 años del desembarco argentino en las Islas Malvinas, hecho que daría inicio a un conflicto que marcaría la historia de un país y de su gente. El año era 1982, y tras dos meses de confrontación, 649 argentinos dejaron su vida allí para luchar por la defensa de la soberanía nacional.
Muchas historias ayudaron a componer el relato de Malvinas, con sus proezas e infortunios, pero el protagonista de esta historia es un submarino que se desempeñó en una guerra submarina con una de las potencias militares más poderosas del mundo: la Real Armada Británica (Royal Navy).
Para entonces, la flota de submarinos de la Armada Argentina contaba con un inventario muy desigual al de la Real Armada Británica. La flota argentina comprendía tan solo cuatro unidades, dos de ellos eran unidades de sumergibles Tipo Guppy de origen norteamericano: el ARA Santiago del Estero y el ARA Santa Fe, ambos de la Armada de los Estados Unidos, botados en el 44 y el 45 y asignados a la Argentina en el 71.
Para la década del 70, la Argentina encabezaba un proyecto de re equipamiento naval que contaba con el apoyo de Alemania en la construcción de modernos submarinos Tipo TR-1700, y la incorporación de hasta ocho submarinos. Pero jamás sucedió.
En 1982, el ARA Santiago del Estero ya se encontraba fuera de servicio por haber agotado su vida útil; y el ARA Santa Fe atravesaba dificultades técnicas que lo dejaban casi en desuso. Por otro lado, quedaban otras dos unidades, los submarinos Clase 209: el ARA San Luis y ARA Salta, ambos de origen alemán.
Así, se le encargó a la flota de submarinos de la Armada Argentina la difícil tarea de luchar la guerra submarina contra la Real Armada Británica, líderes en la guerra antisubmarina dentro de la OTAN.
Pero el ARA Salta poco se involucraría en el conflicto puesto que fue desvinculado del mismo brevemente después de haber iniciado la ofensiva argentina. El problema surgió cuándo se registró un ruido inusual en sus motores que delataba su presencia en los sonares enemigos convirtiéndolo en un blanco fácil. De esta forma se ordenó su retirada, dejando al ARA San Luis prácticamente solo con el apoyo de un vetusto ARA Santa Fe.
El ARA San Luis contra la Royal Navy en la guerra submarina
La tarea de la flota de submarinos fue la de “desgastar a la fuerza incursora expedicionaria británica en el área focal” con el propósito de “contribuir a mantener y consolidar la conquista de Malvinas”. Esa fue la orden otorgada al capitán Fernando Azcueta, quién se encontraba a cargo del ARA San Luis.
Así, el ARA San Luis y el ARA Santa Fe, debían destruir los buques enemigos para impulsar la conquista de la isla. De ambos submarinos, se destaca la labor del ARA San Luis quién participó en una campaña que duraría casi 40 días.
A pesar de sufrir desperfectos técnicos, inaceptables dadas las características de la misión que se le había otorgado, (no funcionaba la computadora de tiro y para lazar torpedos se requería realizar los cálculos manualmente); su desempeño fue memorable, logrando sobrevivir al acecho de la Real Armada Británica, un hecho tan épico como dramático.
Dicha aventura bajo las profundidades del océano iniciaría en la madrugada del 11 de mayo, cuando el sonar detectó una nave británica que se acercaba por el Este seguida de otra. El Capitán Azcueta ordenó atacar y se procedió a lanzar un torpedo SST-4. Sin embargo, el proyectil pegó contra el casco sin lograr la detonación.
Comprometida su ubicación gracias a la falla del torpedo, el ARA San Luis fue bombardeado durante 22 horas ininterrumpidas por buques y helicópteros enemigos. Ante la intensidad del ataque, el Capitán Azcueta toma la decisión de sumergirse y asentarse en el lecho marino para desaparecer de los radares y evitar el intenso bombardeo.
Finalmente, el ARA San Luis regresó a la base de operaciones en la Base Naval Puerto Belgrano donde arribó luego de 39 días de patrulla y 864 horas de inmersión, logrando sobrevivir al asedio continuo perpetuado por la Real Armada Británica.
El ARA San Luis no logró hundir ningún buque enemigo, pero sí logró molestar a los ingleses y retrasar el desembargo inglés a la Isla, y todo a pesar de los numerosos desperfectos técnicos que contrariaron su misión. Sin embargo, luego de su regreso a la Base Naval, el ARA San Luis no volvió al combate y en 1997 fue desprogramado.