Tal vez no todo el mundo lo sepa, pero existen alrededor de 1.000 cables submarinos de fibra óptica desplegados por el lecho marino (hasta 8.000 metros de profundidad) destinados a conectar el planeta. El mismo se encarga de gestionar las comunicaciones transoceánicas y hacen posible la comunicación entre lugares remotos.

Dichos cables conforman la columna vertebral de la economía global moderna, y sin ellos, las comunicaciones en Internet no serían posibles. De fallar o dañarse, le costaría billones de dólares diarios a la economía global.

Y aquí es dónde el apocalipsis marítimo podría desatarse. Recientemente existe una creciente (y abrumadora) preocupación por parte de los miembros de la OTAN por la posibilidad de que Rusia destruya adrede los cables submarinos sumiendo al mundo en un caos total.

Mapa de los cables submarinos que conectan todo el planeta.

La inquietud radica en el incremento de la actividad submarina rusa y la fuerte inversión realizada por la actual administración para reconstruir la Armada rusa.

El reciente interés de resucitar la Armada  luego de su deterioro post Guerra Fría suscita sospechas entre los aliados de la OTAN,  que no ven con buenos ojos los intentos de Vladimir Putin de aumentar su presencia en los mares.

Aparentemente, la situación se presenta vulnerable, y se requiere de tomar cartas al asunto para evitar que un hecho de tal envergadura pudiese llegar a suceder.

Desde las altas esferas de la OTAN se ha comunicado que el acceso “indebido” a los cables submarinos podría otorgarle al Kremlin la facilidad de “acceder a las líneas y con ellos obtener datos vitales” que podrían comprometer la situación en Estados Unidos o Europa.

La OTAN, que viene siguiendo de cerca la actividad rusa, observa irritada, el aumento drástico de la actividad rusa alrededor de los cables submarinos del Atlántico Norte, y lo percibe como una postura agresiva que ha obligado a la OTAN a revivir los tiempos de la Guerra Fría.

Por consiguiente, dada la amenaza latente, la OTAN ha decidido generar estrategias de defensa con el objetivo de proteger las líneas marítimas de comunicación.

Dentro de las medidas a tomar, figuran el restablecimiento de un puesto de comando cerrado luego de finalizada la Guerra Fría, además de impulsar el desarrollo de capacidad de guerra antisubmarina y el desarrollo de aviones avanzados de detención submarina.

A su vez, Estados Unidos persigue aumentar la presencia de su flota en el océano Pacifico con el objetivo de contrarrestar la presencia rusa en esa zona.

Pero la tensión no solo se siente en los mares, sino que ha alcanzado picos históricos desde la caída de la Unión Soviética, con situaciones de nerviosismo en el espacio aéreo en Siria o incluso en los países bálticos, además de tropas estacionadas muy cerca de la frontera con el territorio perteneciente a la OTAN.

El contralmirante de la Marina estadounidense y comandante de las fuerzas submarinas de la OTAN, Andrew Lennon, dijo recientemente, que dentro de las capacidades de Rusia figuran la capacidad de realizar investigación oceanográfica con recolección de datos de inteligencia subacuática, además de poseer submarinos auxiliares diseñados para trabajar en el fondo del océano. Los mismos son transportados por la nave nodriza y se cree esta diseñados para manipular objetos en el fondo del océano.

Esa capacidad,  podría darle a Rusia,  la ventaja de cortar los cables o de aprovecharlos para sustraer data.

Si bien Lennon no afirma oficialmente que Rusia haya intentado tocar los cables, si alega que la actividad rusa alrededor de dichos cables ha aumentado considerablemente poniendo en duda razonable el interés o la intencionalidad que pueda haber detrás de las acciones rusas en sus actividades submarinas.

A raíz de esto, la OTAN lleva ya un tiempo practicando la “caza de submarinos” realizado incursiones aéreas en las áreas donde se sabe que Rusia opera sus submarinos.

La cacería se ha extendido por el Báltico, el Mediterráneo y el Atlántico, han movilizado fragatas de rastreo de submarinos, aviones y helicópteros P8 Poseidon equipados con sonar y submarinos de ataque con el objetivo de peinar los mares en busca de presencia rusa.

¿Existen antecedentes de manipulación del cableado submarino?

Según, Keir Giles, investigador asociado del Programa de Rusia y Eurasia del think tank Clatham House, sí.

Giles se refiere al caso Crimea, dónde los proveedores de  telecomunicaciones de Ucrania informaron perturbaciones del servicio de Internet en cables y puntos de conexión claves durante la actividad militar rusa en la península en 2014. Hecho que remite a una táctica de guerra rusa.

Imagen cortesía de UAWire

Giles dice que “una estrategia así parece plausible”, y añade que, el objetivo es hacerse con “la infraestructura de Internet con el fin de hacerse con el control de la información disponible en regiones específicas”.

Giles, afirma que las acusaciones tienen sentido dado el intenso programa de construcción de submarinos al cual Rusia se ve profundamente inmersa, y que “incluye la construcción de algunos navíos muy especializados”.

Edward Snowden, ex empleado de la NSA, revelo en el pasado,  documentación de los servicios de inteligencia estadounidenses que confirmaban la intercepción de comunicaciones a Reino Unido a través de los cables submarinos.

La otra versión

Otra versión surge y comprende una acusación bien diferente. Esta se origina desde la intencionalidad por parte de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, de inculpar a Rusia de una “ridícula maniobra” para justificar sus incursiones en el Océano Indico.

La maniobra funcionaria como una campaña de engaño destinada a hacer creer a la población sobre una inminente amenaza rusa que podría conducir al caos. De esta forma, se justificaría la presencia naval creciente, y la necesidad de aumento, de los buques estadounidenses y de la OTAN a lo largo de toda la costa Afro-Eurasiática para monitorear las rutas marítimas de la nueva Ruta de la Seda en China.

Sin embargo, proteger los más de 1.000 cables submarinos resulta casi imposible actualmente,  con lo cual implicaría la inversión de más presencia naval adquiriendo y aumentando su flota.

Aparentemente, la visión global de China “One Belt One Road”,  además del aumento en infraestructura con la construcción de siete islas artificiales en el Mar de China Meridional,  supondrían para occidente, una amenaza a sus intereses.

Toda la situación se antoja sensible para occidente, que vería en China, actitudes expansionistas que alterarían el orden mundial imperante y  apeligrarían el comercio internacional, volcándolo a los interés chinos, y aumentando su margen de maniobra político y económico en el mundo.

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