El plan en Líbano y Gaza
"Guerra total": Con su poder militar reconstruido Hezbolá amenaza a Israel.
Con su nuevo arsenal de misiles y su red de túneles subterráneos reconstruidos y modernizados en la frontera, Hassan Nasralá advirtió que Hezbolá se prepara para una "guerra abierta" contra el Estado judío. El plan de Israel y EEUU para Líbano y Gaza.
Informe especial
El líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, advirtió el jueves a Israel que la organización político-militar está preparada para una guerra abierta más allá de las fronteras del Líbano contra Israel a quien responsabilizó de la muerte del pasado martes del comandante militar de ese grupo Emad Mughniyah.
El líder de la organización chiíta se dirigió a los miles de simpatizantes a través de una gran pantalla de video donde culpó a Israel por la muerte de Mughniyah y agregó que la guerra contra los judíos no ha terminado.
"Sionistas, si quieren una guerra abierta, entonces dejen que el mundo escuche", señaló.
Tanto Israel como Estados Unidos celebraron la muerte del líder militar de Hezbolá, un combatiente antisionista calificado como el "terrorista más buscado" por los servicios judíos y estadounidenses que ofrecían US$5 millones por su captura.
El asesinato en Siria del comandante de Hezbolá, por medio de un atentado atribuido a los servicios secretos de Israel, reactualizó a Líbano como eje de un conflicto que puede desembocar en una guerra regional con Irán y Siria como protagonistas centrales.
Ayer esos dos países enviaron a sus cancilleres al funeral del comandante de Hezbolá en una clara señal hacia los gobiernos de Washington e Israel.
Además de involucrar nuevamente a Irán y Siria y poner nuevamente a la región en pie de guerra el asesinato del comandante de Hezbolá reaviva el cuadro de "guerra civil" en Líbano y otorga a Israel y a EEUU nuevos argumentos para una nueva intervención militar en la región.
Emad Mughniyah era uno de los líderes militares más importantes de Hezbolá y estaba acusado por el eje sionista EEUU-Israel del secuestro de occidentales en los 80, de ataques contra blancos estadounidenses y de planear el atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994, donde murieron 85 personas.
Israel rechazó las acusaciones de Hezbolá, y puso en alerta roja a sus embajadas y misiones diplomáticas en todo el mundo, además de reforzar la presencia de sus soldados en la frontera con Líbano.
Durante el discurso, en el que no dejó de insistir en que la resistencia libanesa nunca cederá, Nasrala aseguró que "hoy Hezbolá y la resistencia islámica están perfectamente preparados para hacer frente a cualquier agresión posible".
Además, destacó que "el momento, el lugar y la manera de los combates serán los de una guerra abierta".
El poder de fuego de Hezbolá
Hassan Nasralá es el único líder islámico al que el gobierno y el Estado mayor militar israelí toman en serio cuando formula amenazas, dado que estas generalmente se corresponden con los hechos.
Luego de expulsar a la infantería y a los tanques de Israel de sus posiciones en el sur de Líbano (donde la aviación judía masacró a más de 1.300 civiles) , en agosto pasado, Hezbolá quedó victoriosa y con su estructura militar preservada, además del consenso y del poder político ganado tanto en Líbano como en el resto del mundo árabe.
Por otra parte, con Hezbolá fortificado y rearmado en Líbano, y con Hamás en control de Gaza, un (también planificado) ingreso de los tanques sirios a Líbano y una consecuente guerra con Israel, dejaría al Estado judío debilitado y con sus fronteras y poblaciones civiles expuestas a los cohetes y misiles provistos por Irán y Rusia a las organizaciones de resistencia a Israel.
Como también se sabe, y según ha trascendido en informes militares confidenciales, la inteligencia israelí considera a los misiles de Irán y de Siria (en manos de Hezbolá y Hamás) como la mayor amenaza a la supervivencia del Estado judío.
Durante una comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Knesset (Parlamento israelí) el jefe de la división de investigación de la Inteligencia militar israelí, el general brigadista Yossi Baidatz, señaló a fines del año pasado que la milicia chií libanesa Hezbolá se está rearmando al sur del río Litani, a pesar de la presencia de la Fuerza Interina de la ONU para Líbano (FINUL) en la zona.
"Hezbolá continúa rearmándose, desde una perspectiva militar y social", aseguró Baidatz, para quien la guerrilla libanesa está "adquiriendo una gran cantidad de armas de Irán y Siria".
Según el general israelí, Hezbolá ha repuesto su arsenal de cohetes y ha mejorado su arsenal con misiles antiaéreos y antitanques más avanzados que le habrían llegado de Irán a través de Siria.
"Se está preparando para un posible conflicto, aunque no está interesada en ello ya que aspira a un periodo de calma para rearmarse", explicó el general en su exposición ante el Parlamento israelí.
La inteligencia israelí asegura que el estado mayor militar militar está especialmente preocupado por la posibilidad de que Hezbolá haya conseguido cohetes de largo alcance que podrían alcanzar Tel Aviv.
Informes de la inteligencia israelí precisaban -antes la invasión y bombardeo militar a Líbano- que Hezbolá construyó bajo tierra una red subterránea, una estructura de trincheras y fortalezas con base de hormigón, para resistir la artillería y los bombardeos aéreos israelíes, que no fue tenida en cuenta por los planificadores de la invasión del 12 de julio.
Esa estructura -según la inteligencia judía- tiene sus puntos fuertes localizados en la región que rodea a Bint Jebe, y se distribuye en varios niveles que son utilizados como arsenales y depósitos de agua y alimentos.
Las redes subterráneas interconectadas permiten a los combatientes desplazarse con armas y equipos desde distintas posiciones, surgir y desaparecer, utilizando el "factor sorpresa", el valor táctico más sobresaliente del combate en la modalidad de guerra de guerrillas.
Este sistema de búnkeres y de camuflaje subterráneo encubre a las plataformas móviles que lanzan los cohetes Katiusha hacia las ciudades fronterizas del norte de Israel.
Según un artículo publicado en el diario británico The Sunday Times que cita fuentes militares israelíes, Hezbolá estaría reconstruyendo sua arsenal militar y su red de búnkeres subterráneos en las inmediaciones de la frontera israelí donde ya habría acumulado unos 20.000 cohetes, no obstante la presencia de la Fuerza de Interposición de Naciones Unidas en Líbano (FINUL), desplegada desde que comenzara a regir un tregua en la región en agosto pasado.
El diario británico afirma que durante la vigencia de la tregua Hezbolá habría conseguido recomponer su capacidad bélica y estaría violando las condiciones del acuerdo de alto el fuego que puso fin a la ofensiva del Ejército israelí contra la milicia chií que obligaba a Hezbolá a retirarse al norte del río Litani.
"Desde que salieron las fuerzas israelíes, Hezbolá ha estado construyendo puestos militares subterráneos formidables bajo las narices de la ONU", señala The Sunday Times.
Olmert y Bush: Por el exterminio de Hamás y Hezbolá
El plan para Líbano y Gaza
Se sabe, la información fluye permanentemente, que tanto Washington como Tel Aviv, por ahora, descartan una operación militar en gran escala, tanto en Líbano como en Gaza, por temor a que una nueva masacre de civiles y un nuevo fracaso militar detone una oleada de repudio internacional y complique sus planes en la ONU con Irán y Siria.
Por lo tanto, han concentrado sus esfuerzos en un Plan B (que tiene a la ONU como actor central) cuyo objetivo estratégico principal es una intervención militar en Líbano y Gaza desplegando una fuerza militar ofensiva conducida por la OTAN (como la que está actuando en Afganistán) para que tome el control en reemplazo de de las fuerzas "no ofensivas" de la ONU.
Para conseguir este objetivo los servicios judeos-estadounidenses vienen operando un "plan terrorista" con el asesinato de reputados dirigentes del sector "antisirio" para provocar un enfrentamiento armado con los "prosirios" encabezados por Hezbolá.
De conseguirse este objetivo, y como ya está sucediendo en Afganistán con el gobierno títere de Karzai, las administraciones de Abbas y de los "antisirios" encabezados por Fuad Siniora, con sus respectivos aparatos militares, pasarían a cumplir el rol de "auxiliares" de las fuerzas represivas de la OTAN contra Hamás, Hezbolá y las organizaciones de resistencia a Israel.
De esta manera, Israel y EEUU, mimetizados en el control de la fuerza multinacional, controlarían una nueva operación militar de exterminio de Hamás y Hezbolá, sin exponer a sus ejércitos al desgaste de nuevas invasiones militares abiertas que ya han demostrado su inoperancia desde el año pasado hasta aquí.
Pero para conseguir ese objetivo, el lobby sionista diplomático EEUU-Gran Bretaña (como hace habitualmente) tiene que convencer a las potencias aliadas de la Unión Europea de la necesidad de desplegar la OTAN en Medio Oriente como única opción para detener al "terrorismo islámico" de Hamás y Hezbolá, a los que considera las vanguardias de Irán y de Siria en la región.
Esa tarea, de no mediar un estado de "caos, violencia y anarquía" en Gaza, y con "guerra civil" incorporada en Líbano, se torna muy dificultosa, ya que potencias del eje sionista como Francia y Alemania (integrantes claves del Consejo de Seguridad, junto a Gran Bretaña y EEUU) son reacias a la "opción militar" y sólo la suscriben cuando no queda otra salida.
Esa situación, objetiva y lógica, es la que explica la presencia creciente del "terrorismo" como detonante clave de una potencial "guerra civil" en Líbano, o de un estado de "anarquía y caos" en Gaza (al que se suma la catástrofe humanitaria producida por el bloqueo económico), para que impulse la necesidad del despliegue de una fuerza internacional a cargo de la OTAN para controlar los procesos en la región.
Sin sus centrales operativas dentro de Gaza, y con el gobierno de la coalición antisiria encabezado por Fuad Siniora (la réplica de Abbas en Líbano) acorralado por la crisis y las movilizaciones masivas lideradas por Hezbolá pidiendo su renuncia, el eje sionista ha perdido el control sobre los dos enclaves islámicos más importantes de su "retaguardia" en Medio Oriente.
En este escenario adquieren consistencia las amenazas de Nasralá, para cuya organización solo una "guerra generalizada" en Medio Oriente puede detener el plan terrorista de Israel y EEUU en Libano y Gaza.
"Guerra total": Con su poder militar reconstruido Hezbolá amenaza a Israel.
Con su nuevo arsenal de misiles y su red de túneles subterráneos reconstruidos y modernizados en la frontera, Hassan Nasralá advirtió que Hezbolá se prepara para una "guerra abierta" contra el Estado judío. El plan de Israel y EEUU para Líbano y Gaza.
Informe especial
El líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, advirtió el jueves a Israel que la organización político-militar está preparada para una guerra abierta más allá de las fronteras del Líbano contra Israel a quien responsabilizó de la muerte del pasado martes del comandante militar de ese grupo Emad Mughniyah.
El líder de la organización chiíta se dirigió a los miles de simpatizantes a través de una gran pantalla de video donde culpó a Israel por la muerte de Mughniyah y agregó que la guerra contra los judíos no ha terminado.
"Sionistas, si quieren una guerra abierta, entonces dejen que el mundo escuche", señaló.
Tanto Israel como Estados Unidos celebraron la muerte del líder militar de Hezbolá, un combatiente antisionista calificado como el "terrorista más buscado" por los servicios judíos y estadounidenses que ofrecían US$5 millones por su captura.
El asesinato en Siria del comandante de Hezbolá, por medio de un atentado atribuido a los servicios secretos de Israel, reactualizó a Líbano como eje de un conflicto que puede desembocar en una guerra regional con Irán y Siria como protagonistas centrales.
Ayer esos dos países enviaron a sus cancilleres al funeral del comandante de Hezbolá en una clara señal hacia los gobiernos de Washington e Israel.
Además de involucrar nuevamente a Irán y Siria y poner nuevamente a la región en pie de guerra el asesinato del comandante de Hezbolá reaviva el cuadro de "guerra civil" en Líbano y otorga a Israel y a EEUU nuevos argumentos para una nueva intervención militar en la región.
Emad Mughniyah era uno de los líderes militares más importantes de Hezbolá y estaba acusado por el eje sionista EEUU-Israel del secuestro de occidentales en los 80, de ataques contra blancos estadounidenses y de planear el atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994, donde murieron 85 personas.
Israel rechazó las acusaciones de Hezbolá, y puso en alerta roja a sus embajadas y misiones diplomáticas en todo el mundo, además de reforzar la presencia de sus soldados en la frontera con Líbano.
Durante el discurso, en el que no dejó de insistir en que la resistencia libanesa nunca cederá, Nasrala aseguró que "hoy Hezbolá y la resistencia islámica están perfectamente preparados para hacer frente a cualquier agresión posible".
Además, destacó que "el momento, el lugar y la manera de los combates serán los de una guerra abierta".
El poder de fuego de Hezbolá
Hassan Nasralá es el único líder islámico al que el gobierno y el Estado mayor militar israelí toman en serio cuando formula amenazas, dado que estas generalmente se corresponden con los hechos.
Luego de expulsar a la infantería y a los tanques de Israel de sus posiciones en el sur de Líbano (donde la aviación judía masacró a más de 1.300 civiles) , en agosto pasado, Hezbolá quedó victoriosa y con su estructura militar preservada, además del consenso y del poder político ganado tanto en Líbano como en el resto del mundo árabe.
Por otra parte, con Hezbolá fortificado y rearmado en Líbano, y con Hamás en control de Gaza, un (también planificado) ingreso de los tanques sirios a Líbano y una consecuente guerra con Israel, dejaría al Estado judío debilitado y con sus fronteras y poblaciones civiles expuestas a los cohetes y misiles provistos por Irán y Rusia a las organizaciones de resistencia a Israel.
Como también se sabe, y según ha trascendido en informes militares confidenciales, la inteligencia israelí considera a los misiles de Irán y de Siria (en manos de Hezbolá y Hamás) como la mayor amenaza a la supervivencia del Estado judío.
Durante una comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Knesset (Parlamento israelí) el jefe de la división de investigación de la Inteligencia militar israelí, el general brigadista Yossi Baidatz, señaló a fines del año pasado que la milicia chií libanesa Hezbolá se está rearmando al sur del río Litani, a pesar de la presencia de la Fuerza Interina de la ONU para Líbano (FINUL) en la zona.
"Hezbolá continúa rearmándose, desde una perspectiva militar y social", aseguró Baidatz, para quien la guerrilla libanesa está "adquiriendo una gran cantidad de armas de Irán y Siria".
Según el general israelí, Hezbolá ha repuesto su arsenal de cohetes y ha mejorado su arsenal con misiles antiaéreos y antitanques más avanzados que le habrían llegado de Irán a través de Siria.
"Se está preparando para un posible conflicto, aunque no está interesada en ello ya que aspira a un periodo de calma para rearmarse", explicó el general en su exposición ante el Parlamento israelí.
La inteligencia israelí asegura que el estado mayor militar militar está especialmente preocupado por la posibilidad de que Hezbolá haya conseguido cohetes de largo alcance que podrían alcanzar Tel Aviv.
Informes de la inteligencia israelí precisaban -antes la invasión y bombardeo militar a Líbano- que Hezbolá construyó bajo tierra una red subterránea, una estructura de trincheras y fortalezas con base de hormigón, para resistir la artillería y los bombardeos aéreos israelíes, que no fue tenida en cuenta por los planificadores de la invasión del 12 de julio.
Esa estructura -según la inteligencia judía- tiene sus puntos fuertes localizados en la región que rodea a Bint Jebe, y se distribuye en varios niveles que son utilizados como arsenales y depósitos de agua y alimentos.
Las redes subterráneas interconectadas permiten a los combatientes desplazarse con armas y equipos desde distintas posiciones, surgir y desaparecer, utilizando el "factor sorpresa", el valor táctico más sobresaliente del combate en la modalidad de guerra de guerrillas.
Este sistema de búnkeres y de camuflaje subterráneo encubre a las plataformas móviles que lanzan los cohetes Katiusha hacia las ciudades fronterizas del norte de Israel.
Según un artículo publicado en el diario británico The Sunday Times que cita fuentes militares israelíes, Hezbolá estaría reconstruyendo sua arsenal militar y su red de búnkeres subterráneos en las inmediaciones de la frontera israelí donde ya habría acumulado unos 20.000 cohetes, no obstante la presencia de la Fuerza de Interposición de Naciones Unidas en Líbano (FINUL), desplegada desde que comenzara a regir un tregua en la región en agosto pasado.
El diario británico afirma que durante la vigencia de la tregua Hezbolá habría conseguido recomponer su capacidad bélica y estaría violando las condiciones del acuerdo de alto el fuego que puso fin a la ofensiva del Ejército israelí contra la milicia chií que obligaba a Hezbolá a retirarse al norte del río Litani.
"Desde que salieron las fuerzas israelíes, Hezbolá ha estado construyendo puestos militares subterráneos formidables bajo las narices de la ONU", señala The Sunday Times.
Olmert y Bush: Por el exterminio de Hamás y Hezbolá
El plan para Líbano y Gaza
Se sabe, la información fluye permanentemente, que tanto Washington como Tel Aviv, por ahora, descartan una operación militar en gran escala, tanto en Líbano como en Gaza, por temor a que una nueva masacre de civiles y un nuevo fracaso militar detone una oleada de repudio internacional y complique sus planes en la ONU con Irán y Siria.
Por lo tanto, han concentrado sus esfuerzos en un Plan B (que tiene a la ONU como actor central) cuyo objetivo estratégico principal es una intervención militar en Líbano y Gaza desplegando una fuerza militar ofensiva conducida por la OTAN (como la que está actuando en Afganistán) para que tome el control en reemplazo de de las fuerzas "no ofensivas" de la ONU.
Para conseguir este objetivo los servicios judeos-estadounidenses vienen operando un "plan terrorista" con el asesinato de reputados dirigentes del sector "antisirio" para provocar un enfrentamiento armado con los "prosirios" encabezados por Hezbolá.
De conseguirse este objetivo, y como ya está sucediendo en Afganistán con el gobierno títere de Karzai, las administraciones de Abbas y de los "antisirios" encabezados por Fuad Siniora, con sus respectivos aparatos militares, pasarían a cumplir el rol de "auxiliares" de las fuerzas represivas de la OTAN contra Hamás, Hezbolá y las organizaciones de resistencia a Israel.
De esta manera, Israel y EEUU, mimetizados en el control de la fuerza multinacional, controlarían una nueva operación militar de exterminio de Hamás y Hezbolá, sin exponer a sus ejércitos al desgaste de nuevas invasiones militares abiertas que ya han demostrado su inoperancia desde el año pasado hasta aquí.
Pero para conseguir ese objetivo, el lobby sionista diplomático EEUU-Gran Bretaña (como hace habitualmente) tiene que convencer a las potencias aliadas de la Unión Europea de la necesidad de desplegar la OTAN en Medio Oriente como única opción para detener al "terrorismo islámico" de Hamás y Hezbolá, a los que considera las vanguardias de Irán y de Siria en la región.
Esa tarea, de no mediar un estado de "caos, violencia y anarquía" en Gaza, y con "guerra civil" incorporada en Líbano, se torna muy dificultosa, ya que potencias del eje sionista como Francia y Alemania (integrantes claves del Consejo de Seguridad, junto a Gran Bretaña y EEUU) son reacias a la "opción militar" y sólo la suscriben cuando no queda otra salida.
Esa situación, objetiva y lógica, es la que explica la presencia creciente del "terrorismo" como detonante clave de una potencial "guerra civil" en Líbano, o de un estado de "anarquía y caos" en Gaza (al que se suma la catástrofe humanitaria producida por el bloqueo económico), para que impulse la necesidad del despliegue de una fuerza internacional a cargo de la OTAN para controlar los procesos en la región.
Sin sus centrales operativas dentro de Gaza, y con el gobierno de la coalición antisiria encabezado por Fuad Siniora (la réplica de Abbas en Líbano) acorralado por la crisis y las movilizaciones masivas lideradas por Hezbolá pidiendo su renuncia, el eje sionista ha perdido el control sobre los dos enclaves islámicos más importantes de su "retaguardia" en Medio Oriente.
En este escenario adquieren consistencia las amenazas de Nasralá, para cuya organización solo una "guerra generalizada" en Medio Oriente puede detener el plan terrorista de Israel y EEUU en Libano y Gaza.