Operación Atrina: la Armada Soviética a la ofensiva

AJO la planificación del almirante N. Chernavin (comandante en jefe de la Armada, 1985-1992) (1) en marzo de 1987, las fuerzas submarinas de la Unión Soviética llevaron a cabo una operación extraordinariamente planificada y ejecutada que sembró el pánico entre las autoridades navales y políticas de los Estados Unidos y gran Bretaña (2). Los años ochenta del siglo pasado se conocen en el contexto del enfrentamiento geopolítico de las superpotencias como la Segunda guerra Fría (3). La paridad nuclear alcanzada por la Unión Soviética en este periodo tuvo como respuesta una rápida expansión de las fuerzas navales y aéreas occidentales dentro de la estrategia de la OTAN de respuesta flexible en caso de ataque masivo. Sin embargo, el acceso al poder de Gorbachov en marzo de 1985 abrió una nueva etapa de distensión en las relaciones entre bloques, que se plasmaron en nuevas conversaciones para el control de las armas estratégicas. La Administración Reagan se negó a incluir en estas negociaciones a las fuerzas navales y, de hecho, la expansión de la Armada americana se hallaba en su apogeo. En consecuencia, la actividad naval se incrementó rápidamente y grupos de combate de portaaviones y submarinos nucleares americanos patrullaban constantemente a las puertas de las zonas de influencia de la Unión Soviética, tanto en el mar Blanco como en los accesos a las bases navales del Pacífico norte, donde se concentraban los submarinos estratégicos soviéticos (4). El control permanente de los movimientos de la Flota soviética llevó a los estrategas navales occidentales a considerar que todas las rutas de navegación eran conocidas y podían ser vigiladas. Desde el otro lado, la búsqueda de salidas inexploradas a mar abierto se convirtió en la misión más importante del mando de las fuerzas submarinas soviéticas. En este contexto, y después de casi dos años de planificación en el más absoluto de los secretos, el 1 de marzo de 1987 zarparon de la base naval de zapadnaya Litza cinco submarinos de ataque (SSN) de la clase 671RTM, pertenecientes a la 33.ª División de Submarinos, con la misión de alcanzar el hemisferio occidental y ejecutar sus patrullas de combate bajo la premisa de la más absoluta indetectabilidad (5). Para ello, los responsables de las fuerzas submarinas de la Flota del Norte escogieron la mejor división de submarinos de la Flota, equipada con las naves más modernas, los oficiales más experimentados y las tripulaciones mejor entrenadas. Los cinco SSN 671RTM (6), bajo el mando del capitán de primer rango Anatoly Schevtchenko, zarparon sucesivamente de su base naval en la península de Kola, doblaron la península de Escandinavia y siguieron la ruta previsible hasta el estrecho de Dinamarca. Pero, una vez allí, desaparecieron de las pantallas de los sistemas de seguimiento de la OTAN. Hasta esa fecha, los medios de vigilancia espaciales, aéreos y navales de la Alianza habían permitido la detección, seguimiento y rastreo de los submarinos soviéticos desde sus propias bases navales a las zonas de patrulla e, incluso, se habían demostrado capaces de detectar, identificar y posteriormente rescatar un submarino soviético hundido en el océano Pacífico en marzo de 1968 (7).


Submarino clase 671RTM designacion OTAN Victor III-Class Submarine


La Armada soviética había planificado la Operación ATRINA desde 1985 con la finalidad de superar las barreras antisubmarinas de la OTAN y demostrar la capacidad de sus fuerzas submarinas realizando un despliegue de una fuerza de combate en las mismas costas de Norteamérica, y todo ello sin ser detectados. El reto al que se iban a enfrentar las fuerzas submarinas y antisubmarinas de los Estados Unidos era inesperado y pondría al límite las capacidades de despliegue en tiempo de paz. Traspasada la barrera de detección tendida a lo largo del estrecho de Dinamarca, los cinco SSN rompieron la formación y se dirigieron a sus respectivas zonas de patrulla en el océano Atlántico y el Caribe, donde permanecerían rastreando y monitorizando a las fuerzas submarinas y antisubmarinas de la OTAN sin ser detectados. Para ello contaron con la colaboración de barcos de apoyo e inteligencia y aviones de reconocimiento de largo alcance Tu-142, que operaron desde bases aéreas en la península de Kola, Rusia central y Cuba. Los mandos navales aliados movilizaron todos los medios antisubmarinos disponibles, incluidos tres grupos de portaaviones y tres barcos de investigación hidroacústica (se ha señalado una tasa de empleo del 90 al 95 por 100 de la fuerza disponible), y seis SSN americanos se dirigieron a la zona con la finalidad de detectar y expulsar a los submarinos soviéticos. Durante ocho días los SSN soviéticos permanecieron indetectados, temiendo los mandos navales aliados, en medio de una dramática situación de carencia de información, la presencia de al menos un SSBN entre las fuerzas de combate soviéticas (8). Es preciso señalar que el mando de la Flota había autorizado a los comandantes de los submarinos el empleo de dispositivos de señales falsas y señuelos para enmascarar sus acciones, que fueron suministrados ex profeso con la finalidad de confundir aún más a los medios antisubmarinos aliados. Los SSN soviéticos regresaron a puerto en el mes de mayo después de realizar una de las operaciones de despliegue mejor preparadas y ejecutadas de la guerra Fría (9) y que puso de manifiesto las nuevas capacidades de combate de las fuerzas submarinas soviéticas con la introducción de los nuevos diseños de la clase 671RTM y, seguidamente, de los 945 Barrakuda y 971 Schuka-B, con los que consiguieron igualar, e incluso superar con la serie 971A, durante un breve periodo de tiempo a sus homólogos occidentales .

Fuente: Luis V. PÉREZ GIL Doctor en Derecho
http://www.armada.mde.es/archivo/rgm/2012/03/cap2_es.pdf
 
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