Parte 1
@pati_marins64
Con el doble de inversión, la industria rusa de drones ahora es mayor que la ucraniana.
En 2022, a medida que la guerra en Ucrania intensificaba la carrera tecnológica, la industria rusa de drones se enfrentaba a un estancamiento.
Controlada por conglomerados estatales como Rostec y Almaz-Antey, la producción se caracterizaba por un estricto monopolio, burocracia y una dependencia del 60% de componentes chinos.
Los pequeños fabricantes, conocidos como "productores de garaje", luchaban por conseguir contratos gubernamentales, pero se enfrentaban a problemas como la falta de financiación, la lentitud en la certificación y la exclusión de acuerdos militares, el llamado "VALLE DE LA MUERTE".
Empresas emergentes como Oko Design Bureau intentaron ampliar su producción de drones FPV, mientras que la demanda se disparaba en primera línea. Rusia producía solo unos pocos cientos de miles de drones al año, lejos de los 1,5-2 millones necesarios para competir con la agilidad ucraniana, impulsada por la iniciativa privada y el apoyo de sus aliados.
Los desafíos eran considerables. Las sanciones occidentales obstaculizaban el acceso a chips avanzados esenciales para la IA y las tecnologías modernas.
La certificación gubernamental podría tardar meses, lo que frena las startups. La dependencia de las importaciones chinas, estimada en 1.500 millones de dólares anuales, expuso a Rusia a interrupciones del suministro.
La falta de un ecosistema privado impidió una rápida innovación, ya que los conglomerados estatales priorizaron drones de largo alcance como el Geran-2 en lugar de modelos FPV asequibles y ágiles, lo que contrasta marcadamente con la industria ucraniana, más dinámica.
En 2023, Rusia comenzó a cambiar el rumbo con una inversión de 3000 millones de dólares en 407 empresas de aviación, incluyendo varios fabricantes de drones FPV.
La capacidad de la fábrica en Alabuga se multiplicó por 16, se inauguró una nueva planta en Dubna y se asignaron aproximadamente 150 millones de dólares a centros de I+D, como el parque industrial de Moscú, centrados en drones con inteligencia artificial parcial y sistemas antiinterferencias.
A pesar de estos esfuerzos, la producción aún distaba mucho de alcanzar la escala ucraniana, lo que impulsó una iniciativa de financiación de 50 millones de dólares para startups como Oko y SKB Piranya, destinada a producir drones FPV de bajo coste, promoviendo la fabricación descentralizada y ágil, alcanzando los 180 millones de dólares en 2025. Ese mismo año, se inyectó una inyección de 500 millones de dólares al Programa Nacional de Drones, con inicio de operaciones previsto para 2024.
El Centro RiVIR, creado en julio de 2024, conectó a startups como Oko Design Bureau con el sector militar. Centros como el Parque Tecnológico de Rúdnevo, el Parque Tecnológico de Skolkovo y la fábrica de Alabuga ampliaron la producción de drones y fibra óptica, así como las colaboraciones con China e Irán, incluyendo 200 millones de dólares en tecnología Shahed.