Historia De La Artilleria

M

MIGUEL

La artillería nace con la aparición de la pólvora. En Europa en el siglo XIV hay varias referencias al uso de piezas artilleras primitivas por parte de los árabes en el sitio de Baza o en una obra sobre los oficios del rey escrita en Inglaterra. En todos los casos se describen una especie de potes de hierro que disparan bolas de piedra y flechas de gran tamaño. En la batalla de Crezy en 1346 entre Inglaterra y Francia, se tiene constancia del uso de un cañón que empleaba como munición bolas de piedra.

En el siglo XVI se sabe que se fabricaban cañones de bronce fundido y de hierro, estos últimos con una técnica parecida a la elaboración de toneles, juntando láminas de hierro al rojo y luego colocando aros de refuerzo alrededor y una tapa gruesa en la parte posterior. Las piezas eran relativamente peligrosas y tenían la tendencia a explotar matando a sus servidores al ser sometidas a mucho esfuerzo. Para disparar una pieza había que primero meter por la boca de la misma un taco con una esponja húmeda para apagar posibles restos que quedaran del disparo anterior, a continuación meter la pólvora, apretándola con un taco, luego la bala y se comprimía el conjunto. En la parte posterior del arma había un orificio denominado oído por el que se metía una pequeña cantidad de pólvora a la que se aplicaba una mecha para provocar el disparo. Con el retroceso el cañón saltaba varios metros hacia atrás y los sirvientes debían empujarlo de nuevo a su posición, el alcance máximo eficaz era entre uno y dos Km.

En estos momentos las piezas de artillería son de dos tipos, por un lado el cañón, pieza larga en relación a su calibre, pensado para disparar sobre un blanco que está a la vista de los artilleros en una trayectoria casi plana en lo que se denomina tiro directo o tiro tenso y el mortero, con un cuerpo metálico corto y ancho, que permite inclinaciones entre 45° y 90° para bombardear enemigos dentro de posiciones fortificadas o desde detrás de muros o elevaciones de terreno con municiones explosivas. Las piezas son generalmente de fundición de bronce o latón. La mayoría de la artillería se destina a atacar o defender ciudades y fortificaciones por su escasa movilidad, aparte de montarse en navíos.

Existían en los siglos XV y XVI varios tipos de cañón, como la bombarda, con un tubo atado a un bastidor de madera montado en una cureña sencilla que se apuntaba metiendo o sacando tacos de madera de un rudimentario dispositivo elevador o el falconete un cañón ligero, normalmente montado en una especie de horquilla de hierro fija a un muro o a la borda de un navío, con una barra que salía por su parte posterior para apuntar la pieza con una mano mientras con la otra se daba fuego al oído del arma para disparar. Una innovación importante fueron los muñones, piezas integradas en la boca de fuego que salían como un cilindro a cada lado que encajaba en la cureña y permitía cambiar el ángulo de elevación, eliminandose así el tosco sistema de atar las piezas a un bastidor.

Aligerando las bombardas surge en el siglo XVI la culebrina, cañón que llegaba a tener 30 veces la longitud del calibre, montada sobre una cureña con dos grandes ruedas que permiten su transporte por los caminos y que permite disponer de una primitiva artillería de campaña para el campo de batalla. En este siglo Carlos I de España intenta por vez primera en Europa homogeneizar los calibres y piezas de sus ejércitos para terminar con los problemas de intendencia que suponía fabricar piezas totalmente distintas y establece siete modelos (seis cañones y un mortero) de calibre entre 40 y 3 libras (en estos momentos los calibres se medían por el peso del proyectil). La mayoría de los ejércitos europeos intentan seguir por el mismo camino, aunque seguirán existiendo piezas no reglamentarias en uso durante muchos años. Desde el siglo XVII la denominación cañón sustituye a las antiguas de bombarda, culebrina, etc... para designar a ese tipo de piezas.


Primeros proyectiles expansivos
La munición empleada hasta el siglo XVII eran normalmente bolas de piedra o metal, adecuadas para derribar muros o atacar barcos en el mar, pero con muy poco efecto sobre la infantería o caballería, aparte de asustar a los caballos.

En ese mismo siglo se desarrollaron nuevos tipos de municiones:

A.- Bolas metálicas huecas rellenas de balas de mosquete o fusil que al chocar contra el suelo o un muro desparraman su contenido

B.- Saquitos rellenos de balas que al salir del cañón se desintegraban desparramando las balas por un frente amplio.

C.- En las batallas marinas se empleaban dos bolas unidas por una cadena o barra que partían aparejos, mástiles o personas encontradas a su paso.

D.- También se empieza a utilizar munición explosiva para potenciar la penetración de la metralla, colocando en las bolas rellenas de balas un núcleo de pólvora con una mecha que se encendía antes de meter el proyectil en el cañón o mortero. Ya anteriormente las bombardas o morteros empleaban en ocasiones bombas, esferas metálicas rellenas de material explosivo e incendiario con una mecha que se debía encender antes de cargarla en la pieza.

Mejoras en la movilidad
Evolución importantes a caballo entre el siglo XVII y XVIII fueron el armón en tierra y la carronada en el mar. El armón es la combinación de la cureña con la caja de municiones de la pieza para su transporte, que en el caso de los cañones se aligera y dota de dos grandes ruedas que permiten mover la pieza fácilmente por el campo de batalla con un tiro de caballos. La carronada estaba formada por una gruesa cureña de madera en la que va montado el cañón con unas ruedas pequeñas para desplazarlo por la cubierta, la carronada tiene unas anillas de hierro por las que se pasan sogas para fijar la pieza durante el disparo. En el siglo XVIII se generaliza así la artillería de campaña que acompaña al ejército para eliminar a la artillería enemiga y luego castigar las filas de fusileros enemigos, hay pocas novedades, como la supresión de adornos y filigranas, comunes hasta entonces, hasta la primera mitad del siglo XIX.

Desarrollo después de la época napoleónica
Poco después de las guerras napoleónicas aparece el obús, arma parecida al cañón pero que permite por primera vez lo que se llama tiro indirecto en una forma primitiva, esto es, atacar posiciones que estando en la línea de alcance se encuentran ocultas por elementos del terreno, muros, etc... gracias a que permite inclinaciones de 45° o más. Además se comienza a practicar el rayado del ánima de algunas piezas, lo que mejora su precisión pero acorta mucho su vida útil si son de bronce. Se comienza así a emplear hierro fundido en las piezas rayadas y para superar los problemas de desgaste se refuerza la zona posterior con un segundo anillo de fundición que casi duplica el grosor en la zona, a pesar de lo cual se siguen produciendo accidentes de tanto en tanto. El alcance máximo de las piezas mayores no pasa de 4 Km útiles. Aparecen las primeros municiones de forma cilindrocónica y espoletas por contacto que permiten disparar munición explosiva con seguridad.

En la segunda mitad del siglo XIX la artillería experimenta una revolución gracias a las técnicas modernas de fundición de acero que permiten por un lado hacer tubos rayados para las piezas en acero, con la mejora de resistencia que suponía y por otro sustituir los obsoletos armones de madera por nuevas cureñas en acero laminado mucho más resistentes. Además la resistencia de los materiales permite desarrollar un cierre en la parte posterior del cañón para cargarlo por detrás. La munición aparece ya encapsulada junto con su carga en un único elemento o en dos o más en caso de armas muy grandes. La artillería de campaña alcanza ya distancias de casi 10 Km. Finalmente en 1897 aparece el primer cañón con el retroceso controlado por un sistema de recuperación hidráulico que reposa sobre unos brazos en el suelo denominados mástiles, con lo que la pieza no se mueve de su posición de tiro, innovación que se extiende enseguida a todas las piezas.

Se generaliza el tiro indirecto empleando mapas topográficos gracias a la mejora del control de tiro, empleando observadores que tienen la posición a batir a la vista y que por teléfono o radio van proporcionando al mando de la artillería la información para corregir el tiro. Todas las piezas terrestres ligeras y medias pasan a ser cañón-obús, un arma que permite disparar con ángulos entre 0° y casi 90° para desempeñar las funciones que tenían ambas piezas. Las más pesadas pasarán a ser obuses en exclusiva. El cañón tradicional permanecerá para uso naval, y aumentará de calibre y potencia hasta los 460 mm de los cañones del acorazado Yamato en la segunda Guerra Mundial, capaz de mandar un proyectil de casi una tonelada a 40 Km de distancia, el límite del horizonte en el mar.

Desarrollo durante el siglo XX

En la primera guerra mundial
En la primera Guerra Mundial y gracias al control del retroceso y la mejora de las cargas de propulsión se realizan bombardeos de artillería a distancias de más de 20Km e incluso se fabrican cañones especiales sobre raíles que pueden bombardear ciudades a 100 Km de distancia, aunque el desgaste de las piezas es enorme y hay que estar cambiando el tubo continuamente en este caso. El desarrollo de munición explosiva, de fragmentación, incendiaria... da una potencia de fuego como nunca se había visto, convirtiendo el terreno en un erial embarrado por el que repta la infantería.


Después de la primera guerra
Durante el periodo de entreguerras aparecen nuevas formas de artillería como los cañones antiaéreos, armas que disparan munición con una espoleta de tiempo que se gradúa para explotar a una determinada distancia mediante un dispositivo mecánico que conociendo la velocidad del proyectil pone un determinado tiempo al mecanismo de relojería de la espoleta, esto permite que aunque el proyectil no impacte en el avión explosione a su altura causándole daños. Otra nueva pieza es el cañón contracarro, convertido en muchos casos a partir de armas antiaéreas, ya que su alta velocidad de salida es ideal para perforar blindajes. Un ejemplo es el mítico cañón antiaéreo/contracarro alemán de 88 mm que durante la guerra destruirá miles de aviones y tanques enemigos ya sea como cañón en su plataforma o montado en carros de combate. Además los alemanes y soviéticos crearán la artillería de asalto, piezas artilleras montadas sobre vehículos oruga con protección blindada, más baratas y sencillas que los tanques, que acompañan a la infantería y los carros durante los ataques destruyendo con su potencia los reductos enemigos.

Las piezas más ligeras siguen montadas sobre cureñas metálicas con ruedas y un mástil con una reja que se clava al terreno para facilitar su desplazamiento y entrada en servicio inmediata. Las piezas pesadas suelen emplear una base que en transporte va como una única pieza y al colocarla en posición se abre en forma de V (ver foto del obús más abajo) en lo que se llama configuración bimastil, para soportar el retroceso del arma sin desplazarse gracias a los sistemas hidráulicos que monta. Desde la primera Guerra Mundial se había perfeccionado el mortero, convertido en un tubo ligero montado sobre una placa y un bípode que puede ser transportado por tres o cuatro hombres y que actualmente se montan también sobre vehículos blindados de transporte de tropas para darles mayor movilidad, incluso a algunos modelos se les dota de ruedas para moverlos con más facilidad a pie y sistemas de carga rápida por la parte posterior con cuatro proyectiles que pueden disparar muy rápidamente, en vez de la tradicional carga por la boca, siempre manteniendo la característica de la movilidad y el apoyo a la infantería.

Desde la segunda guerra mundial
A partir de la segunda Guerra Mundial hasta hoy las principales innovaciones han sido la incorporación de computadoras para dar un rápido cálculo de trayectoria, lo que unido al sistema GPS para posicionar objetivos permite una gran precisión desde el primer disparo, mientras que antes había que efectuar varios disparos de prueba y corregirlos, empleando observadores si el blanco estaba a gran distancia. Las mejoras en el diseño de materiales que permiten tubos de más larga duración y cureñas y plataformas más eficaces para agilizar el despliegue de las piezas. En los años 70 se generalizan las plataformas de despliegue rápido que permiten transportar las piezas medias y pesadas sobre un camión lanzador especial y colocarla en su posición desplegada casi en el acto, la pieza va integrada en la parte posterior del vehículo con un sistema hidráulico que la recoge o lanza sobre el terreno en muy poco tiempo. También es general el uso de artillería que dispara directamente montada sobre un vehículo de ruedas u orugas (artillería autopropulsada).


Calibres de artillería
Los calibres estándar de la OTAN para la artillería terrestre van de los 105 mm del cañón-obús de campaña más común a los obuses de 155 y 203 mm con alcances efectivos medios de 11, 15 y 22 Km, aunque se pueden alcanzar hasta 30 Km con munición con propulsión auxiliar por cohete. Los misiles han sustituido en muchos casos a la artillería convencional, sobre todo en las funciones antiaérea y contracarro y de ataques a larga distancia. Existe también munición autopropulsada con un motor cohete para tener más alcance y también sistemas de munición inteligente con aletas que corrigen su trayectoria después de ser disparada por el cañón en función de la información de una computadora conectada a GPS que puede seguir varios objetivos a la vez.

Uso del cohete
En la segunda Guerra Mundial aparece un nuevo componente de la artillería que es el cohete, aunque ya había sido utilizado anteriormente en formas muy primitivas por ejemplo en China desde el siglo XIII o en la India contra los británicos en el siglo XVIII, los británicos lo adoptaron como arma incendiaria y por sus capacidades más psicológicas que reales contra la infantería, al menos en ese momento, y en el siglo XIX se siguió estudiando y mejorando sobre todo para que tras el lanzamiento mantuviera una trayectoria regular y aumentar su capacidad destructiva. Incluso en la primera Guerra Mundial se emplearon cohetes en aviación de forma limitada.

El cohete, a diferencia del misil, carece de un sistema de guiado posterior a su lanzamiento. Se emplea como arma de saturación, para arrasar completamente una zona, con cabezas de alto explosivo, incendiarias. Para eso se montan varios cohetes en un sistema de guiado mediante raíles o tubos y todo el conjunto sobre un vehículo o plataforma móvil, se apunta al área que se quiere destruir y se disparan simultáneamente mediante un sistema eléctrico. Los clásicos cohetes rusos katiusha de la segunda Guerra Mundial sobre camiones se siguen empleando actualmente en versiones modernas. Incluso ejércitos como el norteamericano, que durante décadas despreciaron el uso de cohetes como un arma tosca, propia de ejércitos anticuados, han incorporado en los últimos años vehículos que permiten lanzar o una cantidad determinada de cohetes para saturar un área determinada, o sustituir los cohetes por dispositivos lanzamisiles, estos con guía después del lanzamiento.

Atte.-
Miguel
 
Las nuevas formas de la guerra

CAÑONES Y ARMAS DE FUEGO


El descubrimiento de la pólvora y de sus propiedades explosivas y propulsoras tiene una rápida repercusión en el campo militar del Occidente medieval, con la invención del cañón y de las armas de fuego portátiles a principios del siglo XIV.


El origen de bocas de fuego es incierto y confuso. Este invento capital proviene quizás de China, donde se desarrolla, desde el siglo XI, una gran variedad de armas de fuego que utilizan pólvora: bombas, granadas, cohetes, como también lanzallamas (huo qiang) fabricados con tubos de bambú.


¿Un invento occidental?

En todo caso, la mención de bocas de fuego se vuelve frecuente a partir del siglo XIV en Occidente, probablemente la verdadera cuna de su invención.

La tradición cuenta que fue obra de un tal Berthold Schwartz, llamado Berthold el Negro, un monje alemán del monasterio de Freiberg. Según una crónica de 1440, Schwartz habría echado una mezcla explosiva en una olla tapada, la que habría colocado sobre un fogón.

La explosión producida habría lanzado violentamente la tapa hacia el techo… y dado al monje la idea de la bombarda. Desgraciadamente, es imposible verificar esta historia ya que los archivos de Freiberg fueron quemados durante la Reforma.

Las primeras bombardas tienen la forma de vasijas o botellas de metal. Están sujetas a un zócalo macizo fijo y sirven para lanzar simples flechas. Su primera representación se encuentra en un manuscrito inglés de 1326, y uno de estos aparatos se conserva en el museo de Estocolmo (largo: 30 cm; calibre: 3.6 cm). También en 1326, aparecen los primeros tubos de cañón de metal, que son encargados por Florencia al ingeniero Reinaldo de Villamagna.

El primer uso de las bombardas con fines militares ocurre en 1334, en la defensa de la ciudad de Meersburg, sitiada por las tropas de Luis el Bávaro. También en la guerra de los Cien Años se ve la utilización de bombardas en el campo de batalla de Crécy, en 1346, y al año siguiente en Calais. Sin embargo, el uso militar de las bocas de fuego se generaliza recién en el siglo XV. La guerra husita, que opone en el corazón de Europa a los seguidores y adversarios del reformador pragués Jean Hus, se resuelve a fuerza de “cañón”, es decir, de bombardas montadas sobre una cureña de dos ruedas. La existencia de estos cañones es atestiguada por el Manuscrito de la guerra husita, nombre dado a un texto anónimo escrito alrededor de 1430, probablemente por un ingeniero militar, y que contiene numerosos dibujos técnicos de artefactos de guerra.


Nacimiento de la artillería

Algunos años más tarde, durante las guerras de Carlos VII contra los ingleses (1449-1461), asistimos al nacimiento de la artillería regular: grandes bombardas y culebrinas de menor calibre se reparten en “parques” de veinticuatro piezas, y se utilizan tanto para la defensa de las plazas fuertes como en los campos de batalla.

La importancia que toma a partir de ese momento la artillería se debe, según el historiador Fernand Braudel, “al descubrimiento de la pólvora en grano, hacia 1420, que produce una combustión instantánea y segura, a diferencia de las mezclas antiguas cuya materia compacta no permitía ninguna compenetración del aire”.
Hasta 1450, los cañones están hechos de barras de fierro forjado soldadas entre sí y sujetas por fuera con anillos de fierro. Lanzan balas de piedra, y su alcance es de algunos cientos de metros. Pero estallan después de 10 ó 12 lanzamientos, y el efecto de retroceso es destructivo para la cureña. Poco a poco, los tubos se alargan y los calibres aumentan. A partir de 1450, los tubos son de bronce fundido, lo que les asegura una mayor vida útil, las balas son de hierro, y los muñones aseguran la movilidad vertical y permiten ajustar rápidamente el ángulo de tiro.


Aparición del arcabuz

Paralelamente se empiezan a desarrollar las armas de fuego portátiles. Al principio, parecen cañones ligeros que se llevan bajo el brazo como lanzas en reposo. El Bellifortis del alemán Konrad Keyser (1405) entrega una presentación de estas armas. Luego, hacia fines del siglo XV aparece el arcabuz. Esta arma es muy efectiva, aunque su manejo es muy lento: se debe cargar y recargar, encender la mecha, etc. Habrá que esperar la aparición del mosquete para ver la pica y la ballesta destronadas. A partir de 1630, el mosquete es reemplazado a su vez por el fusil, de mayor perfeccionamiento, al que se le agrega la bayoneta a fines del siglo XVII.


Artillería y caída del feudalismo

La artillería y las armas de fuego hacen doblar las campanas para la caballería y el sistema feudal. Las fortalezas hasta entonces inexpugnables, caen pulverizados por el efecto destrcuctor de las balas de cañón, y los arcabuceros vencen a los caballeros y sus armaduras. Y, como observa acertadamente el historiador L. Sprague de Camp, “destruyendo el castillo feudal, como lo había hecho con los muros de Constantinopla, el cañón abre paso a la era de los reyes Sol que reinan por derecho divino”.

Sin embargo, para enfrentar la atronadora entrada de la artillería en la historia, a partir del siglo XVI se inicia la construcción de fortalezas de baja elevación, con gruesas murallas de tierra donde los obuses se entierran en vano, y con la instalación de una artillería de defensa en lo alto de las murallas fortificadas.

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Galileo y la balística moderna

En 1633, Galileo sienta las bases de la balística moderna en sus Discursos concernientes a dos cincias nuevas, publicados en Holanda.

En esta obra, que funda la física moderna, Galileo estudia la trayectoria de los proyectiles propulsados por un movimiento horizontal y estando sujetos a la acción de la gravedad, tal como las balas de cañón.

El descubrimiento fundamental de Galileo es mostrar que “los movimientos horizontal y vertical se realizan independientemente el uno del otro, y (que) la posición de un objeto en un instante dado se determina considerando su movimiento hacia adelante y hacia abajo separadamente” (Morris Kline). Este descubrimiento es revolucionario, ya que desde Aristóteles se pensaba que, si un objeto está sujeto a dos fuerzas, éstas se confunden. En consecuencia, las teorías balísticas permitían hacer viajar una bala en línea recta, y luego hacerla caer verticalmente, una vez que todas las fuerzas a las que está sometida se agotaban.

Galileo descarta absolutamente esta interpretación y muestra que, por el contrario, el movimiento de un proyectil debe tener en cuenta la acción independiente de las dos fuerzas. A partir de estas observaciones, define la ley según la cual: “Un proyectil que realiza un movimiento compuesto por un movimiento horizontal uniforme y por un movimiento naturalmente acelerado hacia abajo describe una trayectoria semiparabólica”.
La aplicación de este principio genera el desarrollo de la balística moderna, en la medida en que permite determinar el ángulo de tiro correcto de cualquier cañón, una vez conocidas la velocidad de la bala y la distancia al punto de impacto.
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Fuente: Enciclopedia Larousse de los Grandes Inventos


Saludos
 
L. Sprague de Camp, “destruyendo el castillo feudal, como lo había hecho con los muros de Constantinopla, el cañón abre paso a la era de los reyes Sol que reinan por derecho divino”.
Paradójicamente no es la artillería, sino el azar, el que jalona el destino de Constantinopla.

SALUDOS
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
Me están desafiando a subir imágenes de manuscritos. . . :yonofui: :sifone:

Mañana, cuando tenga a mano mi archivo.

Saludos.

P.S.: Ir al post "La pólvora", donde hago algunas aclaraciones al respecto.
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
Siguiendo la línea de la "Santa Granada de Mano de Antioquía" y otros grandes descubrimientos históricos del grupo "Monty Python" :sifone:, acá subo algunas imágenes no muy conocidas sobre el origen de la artillería de pólvora occidental (que de tracción, resorte, basculante y neurobalísitca existía desde la Antigua Grecia y Roma).

El manuscrito en el que se representa por primera vez el uso de un "pot de feu", es el "De Nobilitatibus, Sapientii et Prudentiis Regnum", de Walter de Milemete (tutor del Rey de Inglaterra), realizado en 1326:



La imagen inferior inconclusa, es de la obra "De Secretis Secretorum", también de 1326, y atribuída al mismo autor.

De acuerdo con Cristopher Gravett ("Medieval Siege Warfare", Osprey, Londres 1990), la primera referencia al cañón se hace en una ordenanza florentina del año 1326, que menciona un cañón de latón, flechas y balas de hierro. También se hace referencia al uso del cañón en el sitio de Metz, en 1324.

Acá les dejo de ejemplo una foto de un cañón florentino conservado de esa época:



Y con respecto a las armas de múltiples tiro, existían sistemas de aparejo de caños múltiples, que se utilizaban más que nada para batir a los defensores de los muros, y a la infantería enemiga. Acá mando dos imágenes del manuscrito alemán del S. XIV "Alte Armatur und Ringkunst":





En este último pueden verse la representación de los "potes incendiarios" que menciono en el post "La Pólvora".

Espero que les haya gustado.

Saludos.

P.S.: Existe un tratado sobre la guerra de sitio (de armas de pólvora y artillería de tracción) del período del S XIV, que es el alemán "Bellifortis" de Conrad Kieser, pueden encontrarse a veces su imágenes en internet.
 
Cito a John Laffin:

"El primer empleo de la artillería -que originalemente no fue concebida como medio de arrojar proyectiles con poder de penetración- tuvo lugar en el lejano Oriente. Tártaros y árabes emplearon tubos de madera hueca o bambú, estrechamente ligados con cuero, cáñamo o alambre. Se cargaban por la boca con cargas alternadas de pólvora y balas incendiarias, a menudo hechas de sebo. Cuando el tubo era encendido desde la boca, el fuego penetraba por entre las balas y, al tocar la pólvora, la hacía eplotar, despidiendo la carga. Los mongoles tuvieron armas que arrojaban proyectiles cargados de sebo y grasa derretida.

Se sabe con certeza que Roger Bacon conocía la pólvora en 1252, y el monje alemán Berthold Schwartz, quién vivió en Freiberg hasta aproximadamente 1384, hizo incontables dibujos de cañones, pero no fue quien los inventó: no se sabe dónde se hizo el primer cañón, ni quien lo inventó. En el siglo XIV, tanto la caballería como la infantería tenían cañones de mano -eran poco más que grandes tubos adosados a un cabo largo-. Los soldados disparaban sus cañones encendiendo la pólvora desde el oído [agujero que tienen algunas armas de fuego en la recámara para comunicarlo con la carga] con una mecha de soga o madera que llevaban con ese fin.

Un texto árabe de 1304 menciona el cañón, documentos existentes en Grantes hablan de cañones en 1313 y 1314, y en Oxford hay una representación de un pot de fer -un jarro lanza saetas- empleado en 1324. En 1338, había un cañón en Cambrai, Francia, que arrojaba varios dardos en forma simultánea. En 1339, en el asalto a Quesnoy, había varios cañones de ese tipo. Y de ahí en más, las referencias históricas a los cañones se multiplican. En 1340, Augsburgo, en Alemania, tenía un molino para la fabricación de pólvora.

El primer cañón era pequeño y arrojaba dardos o pequeñas bolas de plomo de un peso máximo de tres libras. Existió una gran variedad de cañones primitivos, muchos de ellos gigantescos.

En 1368, en Francia existía el cargo de Maestro de los Cañones del Rey y en 1383, el obispo de Norwich empleó el "Gran Cañón de Cantórbery" en el sitio de Ypres. En 1391, la ciudad italiana de Bolonia tenía abundante provisión de munición de hierro.

Para esta época se empieza a mencionar un tipo especial de cañón, la culebrina. La Gran Culebrina disparaba proyectiles que pesaban quince libras, la Culebrina Bastarda, de siete libras, la Culebrina Media de dos libras. Para el fin de siglo catorce, ya existían las bombardas, que podían tirar un volaño de piedra de un peso de hasta doscientas libras. Pero no tenían una gran utilidad práctica. Su propio retroceso las solía aplastar y no llegaban a derribar una sola muralla."

Extraído de LAFFIN, John. Grandes Batallas de la Historia. Editorial El Ateneo. Buenos Aires. 1° Edición, 2° reimpresión, agosto de 2005. Cap.9: La era de la innovación, págs. 119-120.

Saludos
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
Este es el problema de las traducciones, y los traductores.

La Artillería se usa desde tiempos de Grecia y Roma, salvo que no era de proyectiles impulsados por pólvora.

Existian los trabucos ("trebuchet"), catapultas, manganeles, mangones, espringoles, onagros, balistas, y la cantidad de nombres que se te ocurran.

Y hasta, hilando fino, los arqueros, utilizados a la usanza inglesa eran artillería ligera de apoyo (los mismos no actuaban como fusileros, como piensa la mayoría de la gente, sino en tiro parabólico indirecto, "esterilizando" zonas del terreno de combate, y encauzando el ataque enemigo), distinto es el caso del tiro tendido de los ballesteros.

Por eso, coincido con muchos autores que la artillería es más vieja que la pólvora.

(...)en Oxford hay una representación de un pot de fer -un jarro lanza saetas- empleado en 1324.(...)

Es la obra de Milemete que mencioné en mi post anterior. :cheers2:

(...)En 1338, había un cañón en Cambrai, Francia, que arrojaba varios dardos en forma simultánea.(...)

Como la imagen que posteé del "Alte Armatur" :cheers2:

(...)En el siglo XIV, tanto la caballería como la infantería tenían cañones de mano -eran poco más que grandes tubos adosados a un cabo largo-. Los soldados disparaban sus cañones encendiendo la pólvora desde el oído [agujero que tienen algunas armas de fuego en la recámara para comunicarlo con la carga] con una mecha de soga o madera que llevaban con ese fin.(...)

Eso se llamaba "palo de fuego", o en alemán "hacken busch", de donde proviene el término español "arcabuz". Yendo nuevamente a mi archivo, tengo algunas imágenes de época del mismo:







Las primeras dos son imágenes de distintos códices de aproximadamente el año 1400, mientras que la última es la pieza metálica de una arma proveniente de mediados del 1300.

Saludos.
 
Excelentes material!!

Coincido con el asunto de la edad de la artillería, supongo que las catapultas pueden ser consideradas ancestras de los cañones.

Saludos
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
(...)Coincido con el asunto de la edad de la artillería, supongo que las catapultas pueden ser consideradas ancestras de los cañones.

De hecho, en el comienzo de la artillería de pólvora, los cañones eran solo un complemento secundario de las máquinas "petrarias" que tenían más capacidad y lanzaban munición más pesada, y en una cadencia de tiro realmente sorprendente.

En la obra "De Expugniatione Lyxbonensi", que relata el sitio de Lisboa en el año 1147, se afirma que dos máquinas que funcionaban por relevos de hombres dispararon aproximadamente 5.000 piedras con una cadencia de una cada 15 segundos. . .

Es un tema para charlar una largo rato. :cheers2:

Saludos.
 
De hecho, en el comienzo de la artillería de pólvora, los cañones eran solo un complemento secundario de las máquinas "petrarias" que tenían más capacidad y lanzaban munición más pesada, y en una cadencia de tiro realmente sorprendente.

En la obra "De Expugniatione Lyxbonensi", que relata el sitio de Lisboa en el año 1147, se afirma que dos máquinas que funcionaban por relevos de hombres dispararon aproximadamente 5.000 piedras con una cadencia de una cada 15 segundos. . .

Es un tema para charlar una largo rato. :cheers2:

Saludos.


Una buena cadencia, y la pieza no se sobrecalentaba, :sifone:

Saludos
 
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