Artillería argentina en Malvinas

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
La Nación, Domingo 09 de mayo de 1999, Buenos Aires

Los cañones de Malvinas Por Alejandro J. Amendolara

Las piezas de artillería cordobesas que fueron trasladadas a las islas se convirtieron en un arma clave para las tropas argentinas y se ganaron el respeto de los ingleses; hoy una de ellas ocupa un lugar en el Museo de los Paracaidistas de Aldershot, cerca de Londres. Es la mañana del 1º de mayo de 1982 en Puerto Argentino. Pocas horas atrás habían terminado los ataques aéreos de los Vulcan y Sea Harrier sobre el aeropuerto y otros objetivos estratégicos en las islas. Ahora sería el turno de los buques británicos de acercarse a las costas para continuar el castigo sobre las posiciones argentinas con su artillería naval. La reacción argentina no tardaría en llegar. Varias oleadas de aviones Dagger arrojaron sus bombas sobre las embarcaciones enemigas, las que, tras evaluar los daños recibidos, debieron repensar seriamente sobre la táctica utilizada.A partir de entonces, las incursiones de bombardeo naval se realizarían sólo por la noche, lejos del alcance de la artillería terrestre y sin la molestia de las aeronaves argentinas, imposibilitadas de operar en misiones de ataque naval nocturno.Transcurrían las noches, y la guarnición argentina sufría el constante martilleo de los proyectiles británicos. Cada buque tenía un cañón automático de 115 milímetros, con capacidad para efectuar 80 disparos por minuto. Resultaba indispensable dar una respuesta. Y rápido.

En la tarde del 13 de mayo, aterrizaba en Puerto Argentino un C-130 Hercules de la Fuerza Aérea Argentina, luego de un prolongado vuelo rasante sobre las olas del mar burlando el bloqueo. Al abrirse la compuerta de la bodega de la aeronave, no fue poca la sorpresa. Se asomaba la boca de una mole impresionante: era un cañón remolcado Sofma, calibre 155mm L33 Modelo 1977, del Ejército Argentino.La pieza había sido concebida y desarrollada en Argentina por Citefa durante la década del setenta, y producida en la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba.

Tenía un alcance máximo de 20 kilómetros, con munición convencional de 43 kilos.Suficiente para que los incursores perdieran también su impunidad nocturna. La pieza era considerada de gran avanzada y con características similares a las mejores del mundo. Ahora sería su turno para demostrarlo.Tres días después, y con la pista de aterrizaje totalmente a oscuras, llegó otro Hercules con una segunda pieza. Por su gran tamaño (más de 10 m de largo), estos cañones recibieron en Malvinas apodos afectuosos, tales como "Gran Berta", "Gran Chaparral", "Gran Leopoldo", luciendo inscripciones jocosas alusivas a algún miembro de la corona sobre sus tubos. Se decidió su emplazamiento en los alrededores de Puerto Argentino, sobre el camino que pasaba por Sapper Hill, al abrigo de su ladera nordeste. El peso del cañón (8500 kilos) y la ausencia de caminos adecuados provocaban su hundimiento en la esponjosa turba malvinense. Ello causaba grandes limitaciones en su movilidad, requiriendo un mayor trabajo y la utilización de una retroexcavadora para lograr el emplazamiento de las piezas en su posición, a unos 150 metros una de otra. Estas tareas y el traslado de la pesada y escasa munición culminaron al día siguiente. Como jefe de la Batería "D" del Grupo de Artillería 3 fue designado el teniente primero Luis A. Daffunchio, de quien se decía que a los Sofma "los tiraba al aire y caían parados". Los soldados argentinos, refregándose las manos, comenzaban a sentir que vengarían las molestias nocturnas de las últimas dos semanas. Ahora había que esperar. Pero no por mucho tiempo.


Bautismo de fuego


Esa misma noche, pasadas las 23:00 hs, el jefe de la pieza recibió la información sobre la aparición en el radar de un eco sobre el mar. Era un buque que navegaba hacia el circuito de tiro cerca de la costa para cumplir con su rutinaria tarea de bombardeo naval contra las posiciones argentinas, confiado en la ausencia de respuesta. Esa noche se equivocaría.

Con los datos suministrados por el radar se establecieron la distancia y el ángulo de dirección para el disparo que, sumado a la velocidad del buque y el tiempo estimado en que el proyectil llegaría al blanco, permitiría preparar la pieza para abrir fuego. La munición era escasa, por lo que los artilleros argentinos no podían permitirse fallar.

Cuando el incursor se encontraba a unos 18 km de distancia, el silencio de la noche se quebró con el hasta entonces desconocido estampido del disparo del Sofma. Para sorpresa de la desprevenida tripulación, los impactos cayeron cerca del buque. Si bien no causaron daño, lograron el efecto esperado. Abruptamente la nave viró con rumbo opuesto, alejándose a toda velocidad. La guarnición argentina estalló en júbilo. El efecto sobre su moral resultó asombroso. Habían culminado las infernales noches de impotencia contra los buques agresores.

En la noche del 17 de mayo se repetiría la acción. A las 22:50 hs, el radar recibió un eco ubicado a unos 30 km de la costa. Pocos minutos después aparecieron en la pantalla dos ecos más, que se aproximaban a gran velocidad en dirección a la costa. Ahora se contaba con un segundo cañón. Los buques comenzaban a realizar el habitual circuito de carrusel para el bombardeo naval. Los artilleros argentinos concentraron el fuego sobre uno de los blancos. Con los primeros impactos sobre el agua, los tres buques repitieron la desesperada maniobra, alejándose velozmente del lugar. Ya no se acercarían más impunemente. Había comenzado un duelo personal entre los buques ingleses y la artillería argentina.



Mirando al poniente

A principios de junio, con la infantería y artillería británicas aproximándose desde el oeste sobre el perímetro defensivo de Puerto Argentino, los Sofma recibieron una nueva tarea. Durante el día debían apuntar sus bocas de fuego en dirección a los cerros que comenzaban a ser ocupados para el avance final sobre la capital isleña.Así, en varias oportunidades efectuaron disparos sobre los montes Kent y Wall, atacando posiciones de artillería, infantería y puestos de observación enemigos.Los efectivos británicos rápidamente aprendieron a distinguir el zumbido de la munición de 155 mm aproximándose, y a hundir sus cabezas en la turba apenas lo escuchaban.Los intentos para silenciar la molesta artillería argentina fracasaban uno tras otro.Las tropas enemigas recibían su castigo mientras intentaban avanzar sobre Monte Longdon, Dos Hermanas y Monte Harriet.Ahora eran los ingleses los que sentían la impotencia. Y su paciencia estaba llegando al límite.En la mañana del 12 de junio, mientras los cañones eran aprestados para realizar una salva de disparos sobre blancos terrestres, dos aviones Harrier GR3 se lanzaron temerariamente en vuelo rasante hacia las posiciones argentinas ubicadas en las cercanías de Sapper Hill. Buscaban los cañones de 155 mm. Lanzaron sus bombas racimo alcanzando una de las piezas, hiriendo además a varios de sus sirvientes, incluyendo a "Tom", el perro mascota que los soldados habían traído del continente. Uno de los aviones fue alcanzado por el fuego de armas livianas, y dificultosamente aterrizó en el portaaviones HMS Hermes, con un incendio en la zona posterior de su fuselaje. Si bien fue reparado, no volvería a participar en la guerra. El incursor pagó cara su osadía. La localización y ataque a las posiciones de estos cañones serían una de las máximas prioridades para la Royal Artillery y la Royal Air Force durante la campaña. En la costa, disipados el humo y la confusión, las ruedas de una de las piezas quedaron hechas jirones, inmovilizando el cañón. Con la posición convertida en terreno arrasado por las bombas e innumerables proyectiles navales, se decidió su traslado al día siguiente a una nueva. Los ingleses tendrían un respiro, pero breve. Pasarían menos de 24 horas para que otro cañón, junto con más munición, llegara a las islas en la bodega de un avión Hercules. En prevención de otros ataques, la pieza recién llegada fue transportada a una nueva posición más hacia el este de la anterior, adonde llegó luego el cañón sobreviviente del ataque aéreo.El asalto final sobre Puerto Argentino se aproximaba. Los duelos de artillería eran incesantes. A los Sofma se les sumaban los obuses Otto Melara de 105 mm, pero las piezas inglesas quedaban fuera del alcance de los proyectiles argentinos. Ello hacía muy arriesgada la situación de nuestros artilleros, obligándolos a cambiar su posición permanentemente para evitar ser alcanzados. Pero la munición les estaba escaseando. El último vuelo en entrar a Puerto Argentino en la noche del 13 de junio llevaba en su vientre una última pieza de 155 mm. Tal vez, un intento desesperado para prolongar el desenlace final. Sería muy tarde. Las tropas inglesas ya estaban en las afueras de la capital y esa última noche los artilleros argentinos callarían finalmente sus cañones. Dispararon hasta agotar su munición.En la mañana siguiente se produjo el cese del fuego.El último cañón no alcanzó a ser emplazado y quedó estacionado en una de las calles de la ciudad.Los artilleros sacaron de sus piezas los blocks de cierre, enterrándolos en la turba, en un intento para inutilizarlas. No fue poca la sorpresa de los ingleses al constatar la escasa cantidad de cañones Sofma que tantos dolores de cabeza les habían ocasionado. Cualquier inglés que hubiera experimentado la sensación de quedar bajo el fuego de los 155 mm, con sus esquirlas y explosiones, aún los recuerda con respeto. La reputación que por estos cañones nació entre las tropas de elite inglesas los llevó a conservarlos como trofeos. Una de las piezas fue colocada en un lugar de honor en el Museo de los Paracaidistas en Aldershot, a pocos kilómetros de Londres.Con inmensa fortaleza y coraje, contando con cañones fabricados en el país, al igual que los forjados por fray Luis Beltrán más de un siglo y medio antes para el Ejército de los Andes, los artilleros argentinos habían cumplido su misión.
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Testimonios De Un Soldado Inglés

TESTIMONIOS DE UN SOLDADO INGLÉS

Continuamos con nuestras entrevistas a ex combatientes. En esta oportunidad nos encontramos con Alex Mcdonald quien, en el bar "Antaño" del barrio de Belgrano, nos contó su experiencia en la Guerra de Malvinas, que transcribimos a continuación.En abril de 1982 yo tenía 19 años y acababa de terminar con mi entrenamiento de nueve meses en el regimiento 42 de Comandos de los Royal Marines. Me encontraba en mis dos semanas de licencia, y escuché las noticias sobre el conflicto que se estaba produciendo en las Islas Georgias con Argentina, de la que yo sólo conocía lo básico que uno veía en el colegio: los gauchos, el asado y más que nada el fútbol.
Ese día la policía dejó un mensaje en mi casa para que me presentase en mi base, en Plymouth. Luego de una semana de preparativos, partimos hacia Malvinas en el Camberra (un barco civil) junto con los regimientos 45 de comandos de los Royal Marines, el 2º de paracaidistas. Íbamos haciendo zigzag y no en línea recta, ya que se esperaba una solución diplomática. Llegamos hasta la Isla Ascensión, la que me pareció muy fea y el calor era insoportable, es una isla volcánica, sin ningún atractivo. Ahí estuvimos hasta que llegaron las noticias del hundimiento del Belgrano, el 2 de mayo, y la destrucción y hundimiento del Sheffield, el 4 de mayo. Luego del Sheffield la suerte estaba echada y partimos hacia Malvinas.Una vez que llegamos a la zona del conflicto, nosotros permanecimos en el Camberra. Ya se empezaban a conocer y a respetar las acciones de los pilotos argentinos. La primera acción de guerra que recuerdo fue el ataque de los comandos ingleses SAS (Special Air Services) a la isla Pebbles (Isla de Borbón) donde se destruyeron más de diez aviones argentinos en tierra, y ese mismo día un helicóptero que transportaba otro grupo de comandos SAS cayó al mar, creo que era alrededor del 15 de mayo.El 20 de mayo por la noche se movilizó la flota para el desembarco, nosotros estábamos con todo nuestro equipo en la parte inferior del Camberra y al amanecer del 21 comenzaron los ataques de la aviación argentina y causaron grandes daños a buques ingleses. Como el Capitán del Camberra era un civil, nos relataba por altos parlantes los ataques, fue estremecedor cuando nos dijo: "ahí viene dos skyhawks". Todavía no entiendo como no atacaron al Cambera, era un gran elefante blanco e indefenso, en el medio del estrecho San Carlos. Hubiera sido distinta la historia si nos hundían ya que se hubiera perdido la mayor parte de los tres regimientos que estábamos a bordo. Por suerte para mí, eso no sucedió.

Desembarcamos en un pequeño lanchón, donde entraban cien hombres aproximadamente y a mi compañía le dieron la orden de buscar a un grupo de argentinos que habían visto en las cercanías. Los buscamos durante dos días, pero no pudimos encontrarlos, luego tuvimos que cavar trincheras ya que había que armar una posición defensiva y no existían carpas ni otro equipo. Estábamos en una posición elevada sobre unos acantilados y veíamos a los aviones argentinos que viajaban a muy baja altura, desde arriba, era sorprendente y parecía que uno estaba en una película, ya que la lógica hubiera sido ver la parte de abajo de los aviones y no al revés.
Hasta ese momento no teníamos sensación de miedo, pero un día apareció un avión Mirage argentino que dio la vuelta luego de un bombardeo y atacó nuestra posición con sus ametralladoras. Recién ahí nos dimos cuenta de que todo era real.El 25 de mayo nos hunden el Atlantic Conveyor y se pierden alrededor de diez helicópteros, vehículos, municiones, repuestos, etc. y esto obliga a que la mayor parte de las tropas deban marchar a pie a Stanley (Puerto Argentino).Cuando se realizó el ataque a Darwin - Pradera del Ganso (Goose Green), el día 27 de mayo, una parte de la compañía quedó de reserva, por lo que no participé en esa batalla. Abordamos en un momento un helicóptero, pero luego la operación se suspendió.

En los primeros días de junio abordamos otro helicóptero que nos tenía que llevar a las proximidades del monte Kent, que era la primer montaña importante en el camino hacia Stanley, donde debíamos encontrarnos con un grupo de comandos SAS, que mientras nos esperaban, habían sido atacados por argentinos. Cuando llegamos los argentinos ya no estaban, y las posiciones, cerca de la base de la montaña estaban vacías. Éramos aproximadamente cien hombres, la primera avanzada, ya que el resto de las tropas estaba muy atrás. Estuvimos en el monte Kent cinco días, y realizábamos patrullas de reconocimiento. Recibimos el bombardeo de aviones Camberra (aviones de construcción inglesa), sin sufrir ninguna baja. A la noche, nos juntábamos y nos abrazábamos por el frío. Nuestro comandante era Nick Vaux; monte Harriet había sido designado como nuestro objetivo, que estaba a siete horas de marcha a pie desde el monte Kent.
Tres compañías tenían que atacar el monte Harriet; la mía era la compañía K y debíamos atacar por la derecha, la compañía M, por la izquierda y la L, por el centro. Cada compañía estaba compuesta por 100 hombres aproximadamente, que se dividía en tropas de 30 hombres, y cada tropa tenía tres secciones de ocho o diez hombres. A su vez, cada soldado tenía un compañero, y debíamos encargarnos uno del otro, ante cualquier novedad en el combate. Nosotros teníamos que atacar primero por lo que un cura nos acompañaba, y para que fuera sorpresa, en ese ataque no iba a haber ablandamiento previo de artillería por parte de nuestros buques. Luego del primer tiro, empezaba la artillería, guiada por un observador, que debía ser muy preciso, para evitar bajas propias.Los argentinos tiraron bengalas luminosas, por lo que esperábamos que nos tirasen con su artillería, pero por suerte no sucedió, formamos y de noche atacamos. El combate más intenso duró tres horas largas, y se peleó por más de diez horas. Uno de mis compañeros fue muerto de un tiró en la garganta por un soldado argentino que estaba siendo tomado prisionero y no bajó el arma. Con él habíamos compartido muchas charlas en esos cinco días que habíamos estado en el monte Kent, y yo sabía que su mujer estaba embarazada. Luego de dispararle, el soldado tiró el arma y levantó las manos, por lo que fue tomado prisionero. Nuestras órdenes eran que debíamos tratarlos mejor que a nosotros mismos, cosa que si uno escapaba y lo comentaba, eso haría que, en el momento de combate, supieran que si se rendían no sólo permanecerían vivos, sino que además iban a ser bien tratados: factor psicológico.

Luego de los combates más intensos, dos cabos fueron a buscar a un francotirador de una posición argentina que era muy activa. Atacaron la posición primero con lanza misiles antitanques (Milan) y luego con granadas. Creyendo que con eso habían logrado matar al francotirador, uno de los cabos fue a confirmarlo, le tiraron cuando iba subiendo y fue herido en ambas piernas. Esta historia fue famosa en el regimiento 42 de los Royal Marines, ya que el cabo llamó por radio, pidió un médico, y cuando le preguntaron quién estaba herido dijo: "soy yo". Cuando llegó el médico y le quiso administrar la dosis de morfina que cada uno llevaba, se negó y le dijo: "Yo no uso drogas".

Los argentinos retrocedieron o fueron tomados prisioneros, ganamos el monte Harriet, y por los fuegos de las granadas de fósforos que ardían, empezaron a tirarnos con la artillería.También habíamos tomado un mortero argentino, que era de un calibre que nosotros no teníamos y cuando lo empezamos a usar, al saber ellos su ubicación, nos empezaron a bombardear con mayor precisión. Una de esas bombas de la artillería argentina, cayó a 15 metros de donde yo estaba, causando cuatro o cinco heridos. El soldado que estaba al lado mío fue herido en esa explosión y cuando le pregunte cómo estaba, no me contestó. Se encontraba en estado de shock y con una herida grande en el brazo y otra más chica en la frente, por lo que tuve que llevarlo para ser evacuado, y lo tuve que tirar al piso en varias ocasiones, para ponerlo a cubierto de las bombas que caían. Por su estado de shock no sabía dónde estaba, y deliraba sobre qué tipo de té quería que le sirvieran, vaya a saber quién.

Cuando se produce la rendición y llegamos a Stanley, era bastante estresante ver tantos soldados y oficiales con armas, esperando que un loco empezara a tirar y que se produjera un caos. Permanecimos en Stanley dos semanas y como estabamos con raciones de combate, muy básicas, nos comimos todo lo que encontramos en unos contenedores destinados a las tropas argentinas, lo que nos produjo serios problemas de diarrea. En esas dos semanas tuvimos que limpiar el desastre que era Stanley. Me llamó mucho la atención el acento que tenían los isleños. Luego regresamos en el mismo Camberra.

Todavía me pregunto sobre la relación de Argentina con Chile, conociéndose como se conoce que ellos ayudaron a Gran Bretaña durante la guerra y hasta un helicóptero de las SAS cayó en territorio chileno, lo que dejó esto al descubierto.

La guerra hace que uno se conozca mejor a sí mismo, como también distintas actitudes humanas. Hace madurar y crecer. No es algo agradable, la guerra, y tener que enfrentarse a la muerte. Como demuestran las estadísticas, tanto de Argentina como de Gran Bretaña, en ambos casos hoy son más los suicidios de ex combatientes que los caídos en la guerra. El daño mental nunca es tenido en cuenta luego de las guerras y la ayuda psicológica debiera ser proporcionada por los gobiernos. Yo me retiré casi al año de terminada la Guerra.
 
TAN buenas las pìezas de artilleria argentina que los ingleses regalaron un par largo asus mejores amigos...
 
F

federicobarbarroja

Cnl de Artillería JULIO CESAR NAVONE

Nuestro jefe propuso entonces al Comandante de la Agrupación Ejército "Puerto Argentino", pedir al continente la asignación de Cañones Citer de 155 mm de fabricación nacional de 20 kilómetros de alcance, para poder intentar con sus fuegos neutralizar a los navíos británicos.

El 14 de mayo de 1982 fue un día frío, ventoso, gris, con copiosas lloviznas, pero fue también un día de regocijo general, al recibir el primer cañón de 155 mm, que a partir de ese momento fue bautizado, humorísticamente, como el "Gran Berta", en evocación de aquel famoso cañón alemán empleado en la Primera Guerra Mundial.

De inmediato se iniciaron detalladamente los reconocimientos para su emplazamiento. No fue una tarea sencilla, ya que este cañón por su gran peso (8.500 kilogramos) y la poca consistencia que presentaba el terreno, obligaron a recurrir a una retroexcavadora y a planchas de aluminio para lograr la sustentación y la firmeza del suelo necesaria para el tiro.

En días sucesivos se recibieron otros dos cañones más, conformando la Batería "D", que pasó a depender de nuestra unidad.

Esas piezas de artillería venían provenientes del Grupo de Artillería 101, que tenía su asiento de paz en la ciudad de Junín (Provincia de Buenos Aires).

Inicialmente, a estos cañones se les asignó una misión no común en Artillería: hostigar a los buques enemigos. Su presencia y sus fuegos pusieron término a la impunidad con que las fragatas cañoneaban nuestras posiciones, pero sobre todo cumplieron un importante objetivo psicológico sobre la propia tropa que ya no se sentía tan desamparada.

Esos fuegos fueron ejecutados en su totalidad durante la noche, con el frío entumeciendo las manos y el viento cortajeando los rostros de esos estoicos artilleros que cumplieron más de quince misiones de fuego contra los buques, disparando sobre ellos más de ciento cincuenta proyectiles de 45 kilogramos de trotil y acero cada uno.

Además de este tipo de misiones, la Batería "D" estableció también verdaderos duelos de contrabatería contra la artillería británica y ejecutó fuegos de neutralización y hostigamiento a las mayores distancias incidiendo en la profundidad del campo de combate del enemigo.

Esta batería realizó, durante la campaña, un heroico esfuerzo que fue ampliamente valorado por todos los combatientes que luchamos en las islas.

Combatió estoicamente desde el 14 de mayo hasta la noche el 13 al 14 de junio, en que sus piezas se silenciaron por haberse agotado su munición.

No sufrió ninguna deserción durante el combate, alcanzando algunos de sus hombres un desempeño superlativo, transmitiendo el ejemplo de su accionar heroico a sus camaradas.Podríamos hoy recordar numerosos escritos británicos, que por ser precisamente vertidos por el enemigo de esos días, involucran una gran objetividad, ajena a la natural predisposición de ver las cosas desde nuestro propio punto de vista.

Pero me limitaré a mencionar sólo tres de ellas.

La primera extraída del libro "Una cara de la moneda" que dice:

"Los cañones argentinos de 155 mm que estaban situados alrededor de STANLEY, seguían causando estragos entre las posiciones británicas. Son unos cachorros endemoniadamente malos y desagradables. Te escupen un proyectil y te "estonquea" toda la zona".

En segundo lugar los conceptos expresados por el Brigadier Julian Thompson, Comandante de la Brigada 3 de Comandos Británicos, quien en su obra "No Picnic" al respecto dice:

"Los proyectiles de los cañones de 155 mm se distinguían de los proyectiles de los Obuses de 105 mm y morteros de 120 mm por su fuerte tronar. Cuando tuviera lugar la siguiente fase, sería mejor, pues menos tiempo deberían mis hombres permanecer bajo el fuego de la artillería argentina".

Finalmente rescato la opinión de otro testigo presencial de la guerra, el periodista Charles Laurence, quien a fines del año 1982 escribió al respecto:

"Las tropas británicas enfrentaron a una dura artillería de 155 mm, que dejó tirados a heridos y muertos, pertenecientes a las unidades de asalto".
Por el Cnl de Artillería JULIO CESAR NAVONE
 

Willypicapiedra

Miembro del Staff
Moderador
Al final las piezas se las dimos, sí; pero antes les dimos absolutamente todo lo que escupieron por las bocas de fuego, como adelanto.
Muy buena nota André.
Saludos
Willy
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
danram dijo:
TAN buenas las pìezas de artilleria argentina que los ingleses regalaron un par largo asus mejores amigos...

Los CITER no, pero si 18 Oto Melara, que me imagino habran sido armados con piezas rejuntadas de los demas, pues hubo muchos cañónes que quedaron casi fundidos por el esfuerzo continuo de los tubos...

Al final las piezas se las dimos, sí; pero antes les dimos absolutamente todo lo que escupieron por las bocas de fuego, como adelanto.

Si! egfectivamente Willy, y lo curioso es que a mediados d ela decada del 70, los ingleses remplazaron sus propios Oto Melara con los c1 de 105mm que trajeron a MLV..
Saludos
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Testimonios ingleses


Los relatos que se agregan a continuación han sido extraídos de crónicas de guerra británicas y forman parte del sentimiento auténtico de soldados que supieron valorar la aptitud de los artilleros argentinos.

Al igual que un sinnúmero de otras referencias vinculadas con la valentía y el coraje evidenciado por soldados de las fuerzas argentinas que participaron en la gesta de Malvinas, nos permitimos extractar estas notas a modo de homenaje a quienes modestamente lucharon y expusieron sus vidas con la templanza propia de nuestros legados artilleros y, por sobre todo, en reconocimiento hacia quienes murieron en suelo malvinense.

"Todas las informaciones dejaban entrever que los argentinos se servían de las elevaciones para atrincherarse y preparar las mejores posiciones defensivas. El área quedaba dentro del alcance de los grandes cañones calibre 155mm que los argentinos desplazaban constantemente desde una base a otra alrededor de STANLEY".

The Sunday Time Insight Team, Una cara de la moneda, La Guerra de Malvinas, Editorial Hispamérica, Buenos Aires, 1983, Pag 367 y 368.


"El viernes 11 de junio todavía no se había respondido a los llamamientos, y el efecto de la demora, combinados con las noches heladas y bombardeos por parte de la artillería argentina, empezaban a producir cierta frustración. Un pelotón de Guardias Escoceses tuvo que retirarse ante los intensos disparos de la artillería pesada argentina y el Regimiento de Comandos 42 sufrió las primeras bajas, desde el avance, al verse alcanzado por los proyectiles argentinos".

The Sunday Time Insight Team, Una cara de la moneda, La Guerra de Malvinas, Editorial Hispamérica, Buenos Aires, 1983, Pag 370.


"Los cañones argentinos que estaban situados alrededor de STANLEY, seguían causando estragos entre las posiciones británicas. Son unos cachorros endemoniadamente malos y desagradables. Te escupen un proyectil y estonquea toda la zona".
The Sunday Time Insight Team, Una cara de la moneda, La Guerra de Malvinas, Editorial Hispamérica, Buenos Aires, 1983, Pag 377.


En relación con los fuegos de hostigamiento realizados contra los buques ingleses, según el testimonio del Teniente de la Armada Británica DAVID TINKER, "...los proyectiles de los cañones argentinos caían a unas 50 yardas de distancia de nosotros".
TINKER HUGH, La vida y gallarda muerte del Teniente David Tinker.


"La artillería argentina tenía cuatro cañones franceses calibre 155mm. Durante la campaña estos fueron utilizados con poca munición. Mientras esperábamos en el Monte KENT, recibimos mas de treinta ráfagas. Durante el ataque al Monte DOS HERMANAS, aproximadamente 400 proyectiles de alto poder fueron disparados sobre nosotros en aproximadamente 4 horas".

(NOTA: Error del autor. Se trataban de sólo dos cañones calibre 155mm, Modelo Argentino, de fabricación nacional)
AKHUST GERALD R (My), "A gunner's tale", Fiel Artillery Jornal (US Army), Marzo - Abril 1984, Pag 21.


"Los fuegos de las baterías enemigas fueron muy efectivas. Finalmente tuvimos muchas dificultades para localizar los cañones enemigos. Disparamos muchos proyectiles sobre posiciones simuladas. Demasiado tarde nos dimos cuenta que tirábamos sobre viejas cubiertas que simulaban ser cañones, cubiertas por telas de enmascaramiento. Fueron muy buenos para engañarnos".

AKHUST GERALD R (My), "A gunner's tale", Fiel Artillery Jornal (US Army), Marzo - Abril 1984, Pag 21.


"El 2do Batallón del Regimiento de Paracaidistas, tuvo escasa oposición, pero considerable dificultad causada por el fuego de la artillería argentina calibre 155mm"

- WATSON, BRUCE W y DUNN, PETER M * Military lesson of the Malvinas Island warviews from the Unites States, Arms and armours press, Londres, 1984, Pag 164.


"El fuego de la artillería argentina de 155mm comenzó a caer sobre las posiciones que los argentinos acababan de perder. Los Infantes de Marina británicos se protegieron entre las fisuras que presentaban las rocas, mientras que los proyectiles explotaban alrededor".

- THOMPSON JULIAN, No Picnic, Leo Cooper in association with SECKER and WARBURG, London, 1985, Pag 157.


"Con la luz del día el fuego de la artillería argentina se intensificó bajo la dirección de los observadores adelantados quienes reglaban el tiro. El terreno lindante el Monte DOS HERMANAS estaba cubierto de cráteres por las granadas de 155mm".
- THOMPSON JULIAN, No Picnic, Leo Cooper in association with SECKER and WARBURG, London, 1985, Pag 165.


"Los proyectiles de los cañones calibre 155mm se distinguían de los proyectiles de los obuses calibre 105mm y de los morteros de 120mm por su fuerte tronar. Cuanto antes tuviera lugar la siguiente fase era mejor, pues menos tiempo debieran mis hombres permanecer bajo el fuego de la artillería argentina".

- THOMPSON JULIAN, No Picnic, Leo Cooper in association with SECKER and WARBURG, London, 1985, Pag 165.


" Las tropas británicas enfrentaron a una dura artillería de 155mm, que dejó tirados a heridos y muertos, pertenecientes a las unidades de asalto".

- LAURENCE CHARLES, corresponsal de guerra del The Daily Telegraph.
 
Brunner dijo:
Los CITER no, pero si 18 Oto Melara, que me imagino habran sido armados con piezas rejuntadas de los demas, pues hubo muchos cañónes que quedaron casi fundidos por el esfuerzo continuo de los tubos...

Al final las piezas se las dimos, sí; pero antes les dimos absolutamente todo lo que escupieron por las bocas de fuego, como adelanto.

Si! egfectivamente Willy, y lo curioso es que a mediados d ela decada del 70, los ingleses remplazaron sus propios Oto Melara con los c1 de 105mm que trajeron a MLV..
Saludos

SE LOS REGALARON A LOS VECINOS DE AL LADO...y favor con favor se paga....
 

Eagle_

Colaborador
Colaborador
Qué distinto hubiese sido tener 30/40 de esos bichitos en isla Soledad...
 

Brunner

Forista Sancionado o Expulsado
Que distinto hubiera haber llevado a los Schneider mod. 1928 de 105 mm L.30 (alcance 15,5 km..)
 
pensar que esos dos CITER fueron llevados casi como "contrabando" por que la superioridad habia desechado el usarlos
 
Muchachos, creo que ya se explico que lo de los cañones cedidos a Chile por Gran Bretaña es falso.

Saludos.
 

tanoarg

Miembro del Staff
Moderador
ale, tresher refiere a los dos sofman que llevaron a las malvinas, salteandose al general jofre, y que fue un arreglo entre balsa y el encargado del teatro de operaciones aereas malvinas (no recuerdo el nombre ahora).
un abrazo
 
Si Tano, yo me refería al comentario sobre los Oto Melara, que está un poco más arriba.

Saludos.
 
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