De acuerdo a lo informado por el astillero Huntington Ingalls Industries (HII), comenzaron las pruebas del sistema de catapulta electromagnéticas que equipará al portaaviones nuclear USS John F. Kennedy (CVN 79) de la Armada de los Estados Unidos (US Navy).

Este sistema denominado como EMALS, que ya se encuentra instalado en el portaaviones USS Gerald R. Ford (CVN 78), sustituye a las catapultas de vapor actualmente en uso en los portaaviones de la clase Nimitz de la US Navy. Tras concluir con éxito las pruebas “sin carga” de las catapultas Nro. 1 y 2, conocidas como “bow cats”, el equipo del HII junto a la tripulación del John F. Kennedy, comenzaron las pruebas con “con carga muerta”.

Vista de una catapulta electromagnética EMALS

Esta fase de pruebas consiste en el lanzamiento de un carretón que simula el peso de desplegué de un avión real, el cual se estima en alrededor de 36 toneladas. Una vez efectuado el lanzamiento, el sistema es recuperado para repetir la prueba hasta alcanzar los niveles esperados.

Al respecto, el vicepresidente del programa de portaaviones clase Ford Lucas Hicks señal que “A medida que avanzamos de forma sostenida en la construcción, pruebas y ensayos del John F. Kennedy, alcanzar la fase de pruebas de carga muerta es una demostración visual de lo lejos que hemos llegado”

Cabe destacar que recientemente la US Navy ha anunciado a través de una notificación oficial del Comando de Sistemas Aeronavales (NAVAIR), la intención de adquirir nuevos sistemas de catapultas electromagnéticas EMALS, junto a sistemas de recuperación AAG para sus nuevos portaaviones clase Gerald R. Ford. Si bien en dicho comunicado no se brindaron mayores precisiones, este requerimiento estaría destinado a adquirir estos sistemas para los futuros portaaviones CVN-82, CVN-83 de la US Navy, y el futuro portaaviones “PANG” de la Marina Nacional francesa.

Este sistema, de 91,44 mts de longitud, permite catapultar a los aviones a casi 240 km/h, proporcionando una mayor capacidad de lanzamiento y mayor precisión en el control de la velocidad final, optimizando los lanzamientos con el objetivo de reducir la tensión sobre el fuselaje de la aeronave, lo cual contrasta con la repentina aceleración de las catapultas impulsadas por valor a alta presión.

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