Notas en los medios sobre Nazismo

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Un guardia de Auschwitz vive tranquilamente en Croacia
«No tengo interés. Adiós», dijo al reportero que trató de hablar con él este hombre de 89 años y biscado por Alemania
Un antiguo guardia de Auschwitz y de otros cuatro campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, buscado por las autoridades de Alemania, vive tranquilamente en la ciudad croata de Osijek, informa Efe citando al diario «Jutarnji list» de Zagreb.
Se trata de Jakob Dencinger, de 89 años, un exmiembro de las Waffen SS, unidades de elite nazis, que fue vigilante en los campos de Mauthausen, Plaszov, Aushwitz, Buchenwald y Sachsenhausen.
La Fiscalía estatal croata ha confirmado al citado diario que ha recibido de Alemania una lista de personas reclamadas por la Justicia en la que aparece ese nombre, aunque no ha confirmado si se trata de la misma persona.
Según el periódico, la Fiscalía ha pedido más información a Alemania y a Estados Unidos, donde Dencinger vivió durante años. Añade que Alemania no ha ofrecido pruebas de que Dencinger cometiera crímenes de guerra, pero sí se sabe con certeza que formaba parte del aparato militar nazi
que los cometía.
A los 18 años, en las SS
La Fiscalía no ha respondido a la petición de Efe de confirmar estas informaciones. «No tengo interés. Adiós», contestó Dencinger al periodista que trató de hablar con él.
Jakob Frank Denzinger nació en 1924 cerca de Osijek, en el este de Croacia y a los 18 años se incorporó en las tropas SS. Según sus vecinos, en 1990 regresó de Estados Unidos con una enorme fortuna, se compró dos pisos en el centro de Osijek, donde reside desde entonces.
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Toledanos que sufrieron el terror nazi
La gran mayoría murió en Gusen y el último falleció gaseado en el castillo de Hartheim
Todo el mundo tiene en su memoria las imágenes que muestran a miles de prisioneros hacinados en los llamados «trenes de la muerte» y en los campos de concentración y exterminio nazis. Más de 7.000 españoles pasaron por este trance y, entre ellos, un gran número de toledanos y castellano-manchegos. [Vea las imágenes del horror]
Las investigaciones de historiadores y familiares, en muchos casos sus nietos con la ayuda del Foro por la Recuperación de la Memoria Histórica, son las que han rescatado del olvido la historia de algunos de ellos. Gracias a esa labor y al apoyo del Ayuntamiento de Toledo, desde el pasado lunes 27 de enero, Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, dicha ciudad cuenta con un monolito situado en la plaza del Sofer, en plena judería.
Hipólito Maquedano Muñoz, Pedro Castelló Hernández, Máximo Gil Serrano, Raimundo Herrero Toledo, José Rodríguez Tocinos, Luciano Rubio del Valle, Francisco Ruiz Benito, Emiliano Sotoca López, Gabriel Villacañas Suárez, Juan Tordesillas Arellanos, Eleno Díaz Tendero y Lorenzo Bueno Reojo son algunos de sus nombres. Entre los asistentes al acto de homenaje en Toledo, estuvo presente en representación de las familias Bienvenido Maquedano, nieto de uno de estos toledanos asesinados por los nazis.
«Después de dedicar toda mi vida al conocimiento de la historia, llegó un momento en el que me percaté que sabía mucho más de los romanos o de Alfonso VI que de mi propia familia», afirma Bienvenido, quien reconoce que en su casa nunca se hablaba de política y, por eso, tardó mucho en saber que su abuelo, Hipólito Maquedano Muñoz, murió el 13 de noviembre de 1941 aferrado a la valla electrificada del campo de exterminio de Gusen.
Bienvenido Maquedano es historiador y, en mayo del año pasado, realizó el recorrido que hizo su abuelo. Así, visitó todos los campos de concentración en los que estuvo y su periplo le llevó por seis países de Europa, en la mayoría de los cuales pudo ver monumentos que recuerdan a las víctimas del nazismo, con lápidas escritas en varios idiomas que llaman la atención sobre «la desdicha de los españoles y la vergüenza de sus asesinos».
Exilio en Francia
Cinco años antes de morir, Hipólito Maquedano salió de su pueblo, El Puente del Arzobispo, junto con un grupo de hombres que consideraba su deber defender a su país de un alzamiento militar. A lo largo de tres años combatió en numerosos frentes hasta que, como otro medio millón de españoles, se vio empujado al exilio.
Según la investigación de su nieto, en Francia Hipólito Maquedano fue internado en un campo de concentración en Argelès-sur-Mer, en una gran playa de la región del Rosellón. Después, con el fin de escapar de la deportación, del hambre o del tifus que sembraba la muerte en un lugar atestado de personas, se alistó en una compañía de trabajadores que dependía del ejército francés.
En este tiempo ayudó a construir una carretera y un túnel en los Alpes, y fue movilizado a Flandes cuando Francia declaró la guerra a la Alemania nazi. El 4 de junio de 1940 fue apresado, junto con otros muchos compañeros, en la playa de Dunquerque, ya que los ingleses se negaron a embarcar a españoles para librarles del ejército alemán y llevarles a su país; los franceses no los reconocieron como miembros de sus tropas y el régimen franquista, bajo órdenes de Ramón Serrano Súñer, se negó a reconocerlos como compatriotas.
A la vista de todo ello, destaca Bienvenido Maquedano, «los nazis no consideraron a los españoles como seres humanos y, por eso, los fueron encerrando en campos de concentración cada vez más crueles hasta que decidieron deshacerse de ellos». De este modo, fueron enviados a los campos de exterminio de Mauthausen, Gusen y Dachau, o a la cámara de gas del castillo de Hartheim.
Otras historias
La historia de Hipólito Maquedano es similar a la de miles de personas cuya conciencia les impidió rendirse al avance del totalitarismo y, aunque con pequeños matices, es igual a los hechos que sufrieron los toledanos que aparecen en el monolito que fue instalado en la plaza del Sofer de la ciudad. Salvo Eleno Díaz Tendero, que murió en Dachau, el resto fueron apresados por los nazis e internados en campos de concentración cerca del frente.
Pedro Castelló Hernández, José Rodríguez Tocinos, Francisco Ruiz Benito, Emiliano Sotoca López y Juan Tordesillas Arellanos llegaron a Mauthausen el 27 de enero de 1941 procedentes del campo de trabajo forzado o «stalag» 11B de Fallingbostel. Máximo Gil Serrano llegó a este mismo campo de exterminio el 22 de agosto de 1941 procedente de Braunschweig y al día siguiente lo hizo Gabriel Villacañas Suárez, que venía del «stalag» 1A de Stablack.
Hipólito Maquedano compartió también tren con Luciano Rubio del Valle el 25 de enero de 1941. Junto con Raimundo Herrero Toledo, los dos llegaron a Mauthausen el 3 de abril de ese mismo año procedentes del «stalag» 12D de Trier. Todos estos toledanos murieron en Gusen en similares circunstancias en un breve espacio de tiempo y el último falleció gaseado en el castillo de Hartheim.
Lorenzo Bueno Reojo: una triste historia
m. cebrián toledo
Otra historia muy llamativa es la de Lorenzo Bueno Reojo, quien no está incluido en el monolito conmemorativo en Toledo y que curiosamente nació el 27 de enero de 1910, por lo que él pasado lunes habría cumplido 104 años, coincidiendo con el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto.
Lorenzo estuvo prisionero en Mauthasen en 1940 con el número 4.367 y poco después fue trasladado a Gusen. En este campo de exterminio estuvo preso con el número 10.965 desde el 17 de febrero de 1941 hasta el 15 de septiembre de ese mismo año, fecha de su asesinato.
Uno de sus nietos, César Bueno Pinilla, cuenta que la historia de su abuelo ha permanecido en el anonimato hasta hace pocos años y, gracias a los registros elaborados por algunos presos de manera clandestina en los campos de concentración, pudo ser conocida. Sin embargo, apunta que sus apellidos fueron transcritos de forma errónea y en muchos documentos aparece Romero en lugar de Bueno.
César Bueno aclara que su abuelo nunca militó en ningún partido ni organización política, sino que fue reclutado por el ejército de la República y se vio forzado al exilio y a su posterior apresamiento por los nazis en Francia.
abc.es
 

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Las últimas horas del monstruo nazi
Un expolicía revela, 35 años después, detalles de la muerte de Josef Mengele ahogado en una playa de São Paulo



A la izquierda, Josef Mengele (1911-1979). /UNIVERSAL HISTORY ARCHIVE/GETTY IMAGES


La playa de la Ensenada, en la ciudad de Bertioga, en el litoral del estado brasileño de São Paulo, fue hace 35 años el escenario de los últimos momentos de vida del llamadoángel de la muertede Auschwitz. Contra el final que muchos habrían esperado para un criminal nazi, murió cuando se daba un baño en el mar, posiblemente debido a un ataque cardíaco. Tal vez su nombre Josef Mengele suene desconocido para las nuevas generaciones. Pero su trabajo como médico del régimen de Adolf Hitler simbolizó como pocos los horrores de los campos de concentración y exterminio.
Hay un hombre que jamás olvidará aquel 7 de febrero de 1979. El brasileño Espedito Días Romão, entonces con 30 años y cabo de la Policía Militar del Estado de São Paulo, llegó casi al atardecer a la playa, cercana al centro comercial de Bertioga, tras recibir una llamada que informaba de que había un cuerpo en la playa. Al llegar al lugar, afirma haber visto una pequeña aglomeración alrededor de un hombre tumbado en la arena.
Según constaba en el modelo 19, el antiguo documento que identificaba a los extranjeros en Brasil, se trataba del austríaco Wolfgang Gerhard. “Cuando llegué, el cuerpo estaba tirado en la franja de arena. Todo indicaba que le sacaron del mar ya sin vida. Era un señor blanco y con bigote, que no presentaba señales de ahogamiento comunes, como vómitos y agua expelida por la boca. Llegué a pensar que se trataba de un caso de muerte súbita”, cuenta.
En el informe policial, que apuntaba al ahogamiento y a una parada cardíaca como causas de la muerte, se decía que Wolfgang tenía 54 años, era viudo, trabajaba como técnico mecánico y residía en el barrio de Nuevo Brooklin, en São Paulo. “Según los testigos, la víctima se bañaba en el mar, se sintió mal de repente y murió ahogada, aunque fue socorrida por los vecinos”, asegura una copia del documento que Dias mostró a EL PAÍS.
En realidad, Wolfgang era Mengele, según se descubriría años después tras una intensa investigación científica, que aún hoy es objeto de polémica y genera todo tipo de teorías sobre el verdadero destino final del médico nazi, que podría haber sido Estados Unidos y no Brasil. Aquel hombre encontrado muerto en la pequeña Bertioga era uno de los criminales más buscados del mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial y habría pasado por otros países de Latinoamérica, como Argentina, antes de llegar a Brasil.
Como médico en Auschwitz, además de capitán de las SS, Mengele seleccionaba entre los prisioneros a quienes podían trabajar, quienes iban directamente a la cámara de gas y a los niños, mujeres y hombres con peculiaridades físicas que utilizaba para sus experimentos. Sus experiencias con seres humanos, sobre todo gemelos judíos y gitanos pasaron a la historia como uno de los capítulos más inhumanos del siglo XX.
No hubo muchos testigos de la muerte de Mengele en Brasil, según el testimonio de Dias. La playa estaba casi vacía en el momento del deceso. Bertioga, un distrito de la ciudad de Santos hasta que se independizó en 1991, posee actualmente cerca de 50.000 habitantes. En la época, Dias calcula que eran unos 6.000. “Estaba todo prácticamente desierto y el mar, tranquilo. Parecía que solo hubiera tres personas en la Ensenada”, recuerda.
El ex policía militar se refiere así a la pareja de austríacos que acompañaba a Mengele en el paseo, Wolfram y Liselotte Bossert. Los tres compartían una casa de verano localizada a cuatro manzanas de la playa, en un área no asfaltada, según Dias. Liselotte acabaría siendo procesada en 1985 por fraude de documentos tras presentar un DNI falso de Mengele el día de su muerte. Wolfram, por su parte, fue identificado como un oficial del Ejército nazi que vivía en Brasil desde la década de los 50.
“Llevaron a Wolfram Bossert a urgencias por el esfuerzo que le supuso sacar a Wolfgang del agua. Y tenía una estructura ósea bastante fuerte”, comenta Dias. El cuerpo de Wolfgang, por su parte, fue llevado al Instituto Médico Legal (IML) de Santos para realizarle exámenes complementarios. La causa oficial de la muerte sigue siendo un misterio.
Wolfgang-Mengele sería enterrado al día siguiente en el cementerio del Rosário, en la ciudad de Embu, en la región metropolitana de São Paulo.
Giro inesperado
En 1985, sin embargo, hubo un giro inesperado que marcó los sucesos de aquella tarde soleada de febrero. El hecho adquirió dimensiones históricas y atrajo la atención de diversos medios de comunicación brasileños e internacionales. “Un reportero me contactó y comenzó a preguntar si había sido yo quién había acudido a Bertioga en 1979. Ahí todo salió a la luz.”
El caso se reabrió y los peritos acabaron ordenando la exhumación del cádaver de Mengele hasta que una prueba de ADN confirmó, en 1992, que los restos mortales eran del monstruo nazi. Entre incontables entrevistas concedidas, Dias tuvo que relatar el suceso a la Policía Federal de São Paulo. Recuerda que, con la enorme repercusión del caso en Brasil y en el exterior, Bertioga alteró su rutina en aquella época.
“La ciudad que era más tranquila, pacata, sufrió un impacto muy grande”, dice. “Pensaba a menudo cuántas veces habría viso a Mengele en vida”, añade. Dias también trabajó en una base de la policía militar en uno de los puntos de entrada de la ciudad, en el ferry que la une al municipio del Guarujá.
Hoy, Dias es jefe de tráfico y transporte del municipio de Bertioga, después de entrar en la reserva como sargento primero. A los 68 años, el minero que llegó a la ciudad a finales de la década de 1960 como policía de carreteras, se enfrenta a los desafíos de la congestión viaria. Y, de forma sencilla, pero a la vez muy objetiva, resume su sentimiento en torno al caso Mengele, antes de retornar a su ocupación.
“Queda la compasión por las personas que perdieron la vida de forma tan trágica. Hoy el mundo es un lugar mejor.”
elpais.es
 

Sebastian

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Hungría reescribe la ocupación nazi

El 70º aniversario del Holocausto se convierte en una polémica sobre el papel de los colaboracionistas. La principal organización judía boicotea los actos

Silvia Blanco Madrid 10 FEB 2014 - 18:35 CET63


Una mujer llora ante el muro de víctimas del museo del Holocausto de Budapest en enero. / ferenc isza (reuters)

A Viktor Orbán se le está torciendo por minutos el plan para conmemorar del 70º aniversario del Holocausto. Su Gobierno lleva meses publicitando los actos que organizará a lo largo de este año, que además pueden servir para neutralizar las reiteradas acusaciones de no hacer lo suficiente para atajar el auge del antisemitismo. Lejos de eso, el ejercicio de memoria se ha convertido –y 2014 acaba de arrancar— en una tensa bronca sobre la responsabilidad de Hungría en el asesinato de medio millón de sus ciudadanos en 1944.

El conflicto empezó a finales de enero con una estatua. O más bien, con un proyecto de estatua que el Gobierno populista de derechas pretende colocar en la capital para recordar “a las víctimas de la ocupación nazi”, según lo definió Orbán. En el boceto, un águila con las alas extendidas se lanza sobre el arcángel San Gabriel. En el reparto de papeles, el brutal Tercer Reich ataca a una inocente Hungría.

Historiadores y representantes de la comunidad judía húngara ven en el monumento un afán de reescribir la historia. De contar el cuento de una Hungría que no tenía nada que ver con los nazis, y que tras la ocupación no pudo hacer nada por evitar la deportación a Auschwitz de medio millón de húngaros. El Gobierno de Orbán se expone al absurdo de recordar a las víctimas de la Shoah sin el apoyo de la principal organización judía del país, la federación Mazsihisz, que decidió el domingo boicotear el programa de eventos a menos que el Ejecutivo deseche, entre otras cosas, la idea de erigir la estatua. Está previsto que el propio primer ministro dé una respuesta esta semana.

Antes ya había habido protestas muy sonoras, como la de Randolph L. Braham, una eminencia en el estudio del Holocausto húngaro. El profesor emérito de la Universidad de Nueva York mostró su indignación por la “campaña de limpieza de la historia llevada a cabo en los últimos años” para “absolver a Hungría por el papel activo que desempeñó” en el Holocausto.

Sus padres y muchos miembros de su familia fueron asesinados por los nazis. Como superviviente e historiador, devolvió hace dos semanas una alta distinción del Estado húngaro y pidió que retiraran su nombre de la biblioteca del Centro en recuerdo del Holocausto de Budapest. Dice en una carta abierta que el monumento es la gota que ha colmado el vaso, “un cobarde intento de distraer la atención de la implicación del régimen de [Miklós] Horthy [el regente entre 1920 y 1944] en la destrucción de los judíos (...)”, y recuerda que la ocupación alemana “no solo no tuvo oposición, sino que fue generalmente aplaudida”.

Este gesto ha debido de doler en el Gobierno de Orbán, al que hace dos años otro reconocido superviviente del Holocausto, el escritor y nobel de la Paz Elie Wiesel, devolvió otra condecoración por similares razones. Solo un día más tarde, y durante la jornada internacional en memoria del genocidio, el presidente húngaro, János Áder, había reconocido la responsabilidad de su país en las deportaciones. Fue un discurso claro e inusitado, igual que el del embajador húngaro ante la ONU, que dijo: “Debemos una disculpa a las víctimas porque el Estado húngaro fue culpable en el Holocausto”.

Esta aparente contradicción —querer hacer un monumento criticado por exculpar el papel de Hungría en el Holocausto y al mismo tiempo pedir perdón por el papel del Estado en la matanza— no es extraña en el Gobierno y su partido Fidesz, que controla dos tercios del Parlamento.

Por eso Orbán habla de "tolerancia cero" con el auge del antisemitismo siempre que tiene ocasión, pero no condena el enaltecimiento de Horthy —aliado de Hitler, promulgó leyes antisemitas y es el responsable último de las deportaciones— o nombra director de un instituto histórico, Veritas, a un profesor que en enero calificó de “acción policial contra extranjeros” la deportación de Kamenets-Podolskii, cuando miles de judíos fueron enviados, ya en 1941, a Ucrania y luego fueron asesinados. Días después, Sándor Szakály se disculpó por sus palabras y sigue en su puesto.

A dos meses de las elecciones legislativas, el debate puede ser un guiño más de Fidesz —que encabeza los sondeos— a los votantes de la extrema derecha de Jobbik, la tercera fuerza política, racista y antisemita. Pero es un fenómeno más amplio. “En Hungría hay en marcha una revisión de la historia por parte de Fidesz desde hace tiempo”, explica el historiador Julián Casanova, que conoce bien el país ya que, durante seis meses al año, da clase en la Central European University de Budapest. Además, no solo se trata de estatuas o símbolos aislados: “Es una operación cultural que se extiende también a los libros de texto y en los medios de comunicación afines”, indica Casanova.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/10/actualidad/1392033115_510844.html
 

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Los nazis planeaban ataques con mosquitos infectados de malaria
Un científico alemán asegura haber descubierto evidencia de este plan biológico durante la Segunda Guerra Mundial



Los mosquitos con malaria iban a ser utilizados en 1944 por el ejército alemán. Foto: Archivo / BBC
Un científico alemán asegura haber descubierto evidencia de que los nazis planeaban usar mosquitos como armas contra sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial.
Klaus Reinhardt, de la Universidad de Tübingen, examinó los archivos de una unidad de investigación ubicada en el campo de concentración de Dachau, al sur de Alemania, en 1944.
Reinhardt sostiene que los científicos de esta unidad intentaban encontrar un mosquito que pudiese ser infectado con malaria e infiltrado detrás de las líneas enemigas para infectar a la mayor cantidad de gente posible.
Se sabe que a los prisioneros del campo de Dachau los infectaban con enfermedades de forma deliberada.
Guerra biológica
Según asegura el diario The Guardian en un artículo en enero de 1942 el líder de las SS, Heinrich Himmler, ordenó la creación del instituto entomológico de Dachau. La misión del instituto era encontrar nuevos remedios contra enfermedades transmitidas por piojos y otros insectos.
Pero Reinhardt opina que los protocolos que mantenía el líder del instituto sugieren nada menos que planes para una supuesta guerra biológica.
En 1944 los científicos estudiaron a distintos tipos de mosquito para establecer si podían mantenerse con vida durante su transporte desde el laboratorio a un posible punto de liberación.
Al final de las pruebas el director del centro recomendó un tipo particular, el anopheles mosquito, una especie bien conocida por su capacidad de transmitir la malaria en humanos
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Un libro revela que Hitler se exilió a Sudamérica y se apellidó Kirchner


  • Yahoo Argentina Noticias/Heinrich Hoffmann - En las fotos se ve al dictador alemán ensayando para sus efusivos discursos. Las imágenes se mantuvieron resguardadas durante décadas en los …más
Gastón Trelles

Buenos Aires, 22 feb (EFE).- Hitler no se suicidó una vez que la guerra ya estaba perdida, sino que escapó a Argentina y visitó varios países de Suramérica con distintas identidades falsas, entre ellas la de Kurt Bruno Kirchner que utilizó durante su estadía en Paraguay, según un libro del periodista argentino Abel Basti.

"Tras los pasos de Hitler" es la investigación definitiva sobre el exilio postmortem del líder nazi en Argentina y otros países de la región, que Basti publicó en la editorial Planeta y que resume 20 años de arduo trabajo.

El Führer, quien según la historia oficial se quitó la vida con un disparo en la sien, en realidad huyó de una Berlín asediada por el Ejército Rojo y arribó, en submarino, a la patagonia argentina donde vivió en un campo próximo a la ciudad de Bariloche bajo el nombre de Adolf Schütelmayor, afirma el escritor en su último libro.

Basti, que escuchó por primera vez en 1994 que Hitler había llegado a Argentina semanas después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, contó a Efe que al principio no lo creyó "porque tenía en la cabeza la verdad oficial".

"Pero en la medida que me movía en círculos alemanes del sur, y otras partes del país, comencé a ver esa posibilidad. Y la terminé creyendo cuando empecé a entrevistar a testigos que habían estado con Hitler en Argentina", relató el autor.

El periodista, radicado en Bariloche, asegura en su libro que Hitler "no vivió enclaustrado" sino que se trasladaba con total libertad no sólo por el territorio argentino, sino también por países como Brasil, Colombia y Paraguay.

La fuga del jerarca alemán "no hubiera sido posible sin un acuerdo militar entre los nazis y los norteamericanos, que consistía en la salida (de Alemania) de hombres, divisas y tecnología militar para reutilizar todo esto contra el comunismo, a cambio de inmunidad para los nazis y el reciclaje de estos en la estrategia bélica norteamericana", explicó Basti.

Según el escritor, las principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA estadounidense y el MI6 británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban la presencia de Hitler en Suramérica después de 1945.

Basti afirmó que "lo que hacían los servicios secretos era reportar su presencia, pero no actuar para una detención" y que "es obvio" que, si hubiesen querido, podrían haber capturado al líder nazi ya que "así lo demuestran los documentos".

Durante los dos primeros mandatos del expresidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955), Hitler vivió en la hacienda San Ramón, a unos 15 kilómetros de Bariloche, a la que llegó en tren desde la costa patagónica.

Numerosos son los testimonios citados en el libro que corroboran la presencia del Führer en la región, al asegurar haber estado junto a él o tener un familiar que tenía una relación cercana con el presidente del Tercer Reich.

Tales son los casos de Eloísa Luján, quien era una de las "catadoras" de la comida que se le servía al nazi para asegurar que esta no estaba envenenada, y de Ángela Soriani, la sobrina de la cocinera de Hitler, Carmen Torrentegui, en el tiempo que éste pasó en la finca sureña.

La presencia del líder alemán en aquel rincón de la Patagonia era un secreto a voces, "no era que todos sabían que estaba Hitler en esa hacienda pero los que sí lo sabían, por alguna circunstancia como ser empleados de la hacienda, minimizaron el tema respecto a la importancia del personaje", comentó Basti.

"Para la gente de campo la guerra prácticamente no existía, no había radio, los diarios llegaban una vez por mes y no cualquiera los leía. Así que sabían que había una guerra pero no tenían la dimensión del conflicto ni tampoco de los personajes en particular", agregó.

Cuando Perón es derrocado en la llamada Revolución Libertadora (1955), el autor sostiene que muchos nazis se van de Argentina hacia países vecinos, principalmente a Paraguay, y también, aunque hay testigos que aseguran haber estado con Hitler después de esa fecha, el mismo Hitler tuvo que migrar al país guaraní, con el seudónimo de Kurt Bruno Kirchner.

En "Tras los pasos de Hitler", se cita un testimonio de un exmilitar brasileño hijo de un alto cargo nazi, quien asegura que el Führer falleció el 5 de febrero de 1971 y está sepultado en una cripta en un antiguo búnker subterráneo nazi en Paraguay, donde en la actualidad se levanta un "moderno y exclusivo hotel".

Basti escribe que la primera semana de cada febrero, el establecimiento hotelero cierra sus puertas para que un grupo exclusivo de nazis pueda honrar a su líder, "el hombre que les cambió la vida, a ellos y a todo el mundo, para siempre". EFE

OTRA HISTORIETA????????????????
 

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Gastón Trelles

Buenos Aires, 22 feb (EFE).- Hitler no se suicidó una vez que la guerra ya estaba perdida, sino que escapó a Argentina y visitó varios países de Suramérica con distintas identidades falsas, entre ellas la de Kurt Bruno Kirchner que utilizó durante su estadía en Paraguay, según un libro del periodista argentino Abel Basti.

"Tras los pasos de Hitler" es la investigación definitiva sobre el exilio postmortem del líder nazi en Argentina y otros países de la región, que Basti publicó en la editorial Planeta y que resume 20 años de arduo trabajo.

El Führer, quien según la historia oficial se quitó la vida con un disparo en la sien, en realidad huyó de una Berlín asediada por el Ejército Rojo y arribó, en submarino, a la patagonia argentina donde vivió en un campo próximo a la ciudad de Bariloche bajo el nombre de Adolf Schütelmayor, afirma el escritor en su último libro.

Basti, que escuchó por primera vez en 1994 que Hitler había llegado a Argentina semanas después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, contó a Efe que al principio no lo creyó "porque tenía en la cabeza la verdad oficial".

"Pero en la medida que me movía en círculos alemanes del sur, y otras partes del país, comencé a ver esa posibilidad. Y la terminé creyendo cuando empecé a entrevistar a testigos que habían estado con Hitler en Argentina", relató el autor.

El periodista, radicado en Bariloche, asegura en su libro que Hitler "no vivió enclaustrado" sino que se trasladaba con total libertad no sólo por el territorio argentino, sino también por países como Brasil, Colombia y Paraguay.

La fuga del jerarca alemán "no hubiera sido posible sin un acuerdo militar entre los nazis y los norteamericanos, que consistía en la salida (de Alemania) de hombres, divisas y tecnología militar para reutilizar todo esto contra el comunismo, a cambio de inmunidad para los nazis y el reciclaje de estos en la estrategia bélica norteamericana", explicó Basti.

Según el escritor, las principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA estadounidense y el MI6 británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban la presencia de Hitler en Suramérica después de 1945.

Basti afirmó que "lo que hacían los servicios secretos era reportar su presencia, pero no actuar para una detención" y que "es obvio" que, si hubiesen querido, podrían haber capturado al líder nazi ya que "así lo demuestran los documentos".

Durante los dos primeros mandatos del expresidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955), Hitler vivió en la hacienda San Ramón, a unos 15 kilómetros de Bariloche, a la que llegó en tren desde la costa patagónica.

Numerosos son los testimonios citados en el libro que corroboran la presencia del Führer en la región, al asegurar haber estado junto a él o tener un familiar que tenía una relación cercana con el presidente del Tercer Reich.

Tales son los casos de Eloísa Luján, quien era una de las "catadoras" de la comida que se le servía al nazi para asegurar que esta no estaba envenenada, y de Ángela Soriani, la sobrina de la cocinera de Hitler, Carmen Torrentegui, en el tiempo que éste pasó en la finca sureña.

La presencia del líder alemán en aquel rincón de la Patagonia era un secreto a voces, "no era que todos sabían que estaba Hitler en esa hacienda pero los que sí lo sabían, por alguna circunstancia como ser empleados de la hacienda, minimizaron el tema respecto a la importancia del personaje", comentó Basti.

"Para la gente de campo la guerra prácticamente no existía, no había radio, los diarios llegaban una vez por mes y no cualquiera los leía. Así que sabían que había una guerra pero no tenían la dimensión del conflicto ni tampoco de los personajes en particular", agregó.

Cuando Perón es derrocado en la llamada Revolución Libertadora (1955), el autor sostiene que muchos nazis se van de Argentina hacia países vecinos, principalmente a Paraguay, y también, aunque hay testigos que aseguran haber estado con Hitler después de esa fecha, el mismo Hitler tuvo que migrar al país guaraní, con el seudónimo de Kurt Bruno Kirchner.

En "Tras los pasos de Hitler", se cita un testimonio de un exmilitar brasileño hijo de un alto cargo nazi, quien asegura que el Führer falleció el 5 de febrero de 1971 y está sepultado en una cripta en un antiguo búnker subterráneo nazi en Paraguay, donde en la actualidad se levanta un "moderno y exclusivo hotel".

Basti escribe que la primera semana de cada febrero, el establecimiento hotelero cierra sus puertas para que un grupo exclusivo de nazis pueda honrar a su líder, "el hombre que les cambió la vida, a ellos y a todo el mundo, para siempre". EFE

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Detenido en Alemania un exenfermero de Auschwitz

El sospechoso, exmiembro de las SS, está acusado de haber participado en la exterminación masiva de prisioneros en el campo

Enrique Müller Madrid 18 MAR 2014 - 19:50 CET27


La entrada del campo de esterminio nazi de Auschwitz / Czarek Sokolowski (AP)

69 años después de la capitulación de la Wehrmacht que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, la justicia alemana sigue en su arduo trabajo de llevar ante un juez a los criminales nazis antes de que la ley natural les arrebate a los culpables. Este martes, la policía detuvo en el norte de Alemania a un antiguo presunto enfermero del campo de la muerte de Auschwitz, de 93 años.

El sospechoso, que vistió el uniforme de las SS entre los años 1940-1944, está acusado de haber participado en la exterminación masiva de prisioneros mientras trabajaba en el campo. Según informaciones de la fiscalía de Schwerin, los sabuesos investigan la llegada de ocho convoyes de prisioneros que arribaron al campo en 1944, procedentes de Eslovenia, Austria, Holanda, Francia y Lituania. En total, 1721 personas fueron enviadas directamente a su llegada a las cámaras de gas, tras haber sido declaradas ineptas para el trabajo.

Según el portavoz de la fiscalía de Schwerin, Stefan Urbanek, el acusado admitió haber trabajado en Auschwitz. “El dijo que no sabía cuál era la función del campo”, explicó el portavoz.

Después de ser sometido a un examen médico, el acusado fue declarado apto para ingresar a una cárcel y por su avanzada edad está bajo constante vigilancia médica. “A causa de la edad del acusado, queremos terminar lo más pronto posible con las investigaciones”, dijo Urbanek, quien evitó revelar el nombre del exenfermero.

El sumario abierto en contra del anciano forma parte de las investigaciones que se están llevando a cabo en todo el país sobre un grupo de unas treinta personas sospechosas de haber cometido crímenes de guerra y cuyos datos fueron entregados a diversas fiscalías alemanas por la Central para el Esclarecimiento de los Crímenes nazis, cuya sede está en la ciudad de Luisburgo.

Todas las personas que están siendo investigadas son mayores de 90 años y la Central, al igual que la justicia, tiene claro que algunas de ellas no podrán responder por los crímenes cometidos. Este fue el caso de tres ex guardas de Auschwitz que fueron detenidos el mes pasado en Baden Württenberg y que, a causa de su avanzada edad, fueron dejados en libertad.

Dos de ellos siguen bajo vigilancia policial, pero el tercero, un anciano de 94 años, recuperó su libertad y la fiscalía retiró todos los cargos a causa de su precario estado de salud. Otro acusado de 88 años fue dejado en libertad porque la justicia admitió que era menor de edad cuando se encontraba en el campo de la muerte.

El tercer acusado de 92 años, que se encontraba en un hospital, también fue dejado en libertad tras el pago de caución de 100.000 euros. El anciano tuvo que entregar su pasaporte a la policía y debe presentarse regularmente ante las autoridades.

Los tres ancianos habían sido acusados por la fiscalía de Stuttgart de haber participado en el exterminio de prisioneros en Auschwitz.

Más de 6,000 personas trabajaron en Auschwitz, donde cerca de 1,1 millón de judíos, gitanos, homosexuales y opositores políticos murieron en las cámaras de gas, de agotamiento o de enfermedad.

Durante más de 60 años, los tribunales alemanes solo juzgaban a acusados contra los que disponían de pruebas directas o de testimonios. Pero la condena del apátrida de origen ucraniano John Demjanjuk en Múnich en mayo de 2011 sentó un precedente jurídico de enorme importancia.

Demjanjuk fue condenado a 5 años de cárcel por su participación en el asesinato de 28.000 judíos. El tribunal consideró que era guardia en el campo de Sobibor, aunque nunca pudo probar su implicación directa en los crímenes
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/18/actualidad/1395168658_001580.html
 
TOdavia recuerdo las palabras de Jack Fuchs, sobreviviente de Dachau y Auschwitz, cuando vino a dar una charla a la facultad "5 minutos en Auschwitz eran una eternidad, eran 5 minutos en el infierno"
 

Sebastian

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Investigación asegura que la mujer de Hitler era judía

La tesis se basa en el análisis del ADN de cabello de la mujer encontrado en un cepillo recuperado en Berghof, la residencia de Hitler en Baviera.


Eva Braun y Hitler

LONDRES ANSA sáb abr 5 2014 11:43
Eva Braun, la mujer de Adolfo Hitler, tendría orígenes judíos, según se desprende de nuevos análisis de ADN realizados para un documental que será emitido el próximo miércoles por la cadena británica Channel 4.

La tesis se basa en el análisis del cabello de la mujer encontrado en un cepillo recuperado en Berghof, la residencia de Hitler en Baviera. Allí Eva Braun vivió durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

Sobre el cabello en cuestión, los investigadores identificaron una secuencia específica de ADN "fuertemente asociada" con los judíos asquenazí, que representan alrededor del 80% de la población judía.

En Alemania, muchos judíos asquenazí se habían convertido al catolicismo en el siglo XIX.

Para confirmar la hipótesis al 100% se debe comparar el ADN de Braun con el de dos de sus descendientes que todavía viven, pero hasta la fecha se han negado a someterse a la prueba.

Asquenazí es el nombre dado a los judíos de origen europeo que se asentaron en la Europa central y oriental, principalmente en Alemania, Polonia, Ucrania, Rumania, Rusia y otros países de Europa Oriental.

El nombre proviene porque esa zona de Europa -que hoy incluye a Alemania- era llamada precisamente por los judíos medievales "Askenaz", después de la invasión romana de Jerusalén, bajo el reinado de Tito Flavio Vespasiano (70 d.C).

Son los descendientes de las comunidades judías medievales establecidas a lo largo del Rin, desde Alsacia, al sur, hasta Renania, en el norte.
http://www.elpais.com.uy/mundo/investigacion-asegura-que-mujer-hitler.html
 

Barbanegra

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Otra noticia del mismo tema...


Un documental afirma que la mujer de Hitler tenía antepasados judíos
Un documental del canal británico Channel 4 asegura que Eva Braun, la que fue durante 15 años pareja del dictador alemán Adolf Hitler y su esposa durante sus últimos momentos de vida, tenía antepasados judíos.

El programa 'Dead Famous DNA' (ADN de famosos muertos), que se emitirá el próximo miércoles en el Reino Unido, ha encontrado en un cabello que supuestamente perteneció a Braun un fragmento de ADN que se transmite por línea maternal -el haplogrupo N1b1- asociado a los judíos asquenazí, de origen europeo.

El cabello proviene de un cepillo que un oficial del ejército estadounidense recogió en 1945 de la residencia alpina de Berghof (Alemania), donde Braun, 23 años menor que Hitler, pasaba largas temporadas.

El dictador alemán, que alcanzó el poder en 1933, tenía miedo de que su imagen pública quedara dañada por su relación con Braun, a la que conoció en 1929 a través de un fotógrafo cuando ella era una modelo adolescente y prefería que su pareja, a la que los historiadores describen como una mujer frívola y vanidosa, se mantuviera escondida en Berghof.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler fue responsable del plan de exterminio sistemático de los judíos al que los nazis llamaron la "solución final", con el que mataron a seis millones de personas. Al término de la guerra, Hitler y Braun se refugiaron en un búnker en Berlín -demolido en 1987- donde pasaron sus últimos días de vida.

El 22 de abril de 1945, el dictador nazi anunció al personal que le acompañaba que la guerra estaba perdida y les dio permiso para abandonar el edificio, y el 29 de aquel mes contrajo matrimonio con Braun. Al día siguiente, ambos se suicidaron en el interior del búnker con cápsulas de cianuro (Hitler se disparó además en la cabeza).

El análisis de ADN del supuesto cabello de Braun "es un resultado que llama a la reflexión", afirmó Mark Evans, presentador del programa de Channel 4, que en episodios anteriores ha profundizado en los secretos genéticos de personajes como el emperador francés Napoleón Bonaparte, el cantante Elvis Presley y el ex presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy.

El pasado marzo, los productores de ese programa compraron por 3.000 libras (3.600 euros) un cabello de Hitler que pertenecía a un historiador británico negacionista del Holocausto, David Irving, para someterlo asimismo a un análisis de ADN.

http://www.elmundo.es/internacional/2014/04/05/533feeb7ca47418d688b4571.html
 

Barbanegra

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Alemania pagará una pensión a los judíos de los guetos nazis
Millares de judíos supervivientes de los guetos nazis en los que fueron recluidos por el régimen e Adolf Hitler (1933-1945), podrán reclamar con efectos retroactivos una pensión por los trabajos que se vieron forzados a realizar en ellos.

Así lo decidió hoy el consejo de ministros alemán encabezado por la canciller, Angela Merkel, a la espera de que sea ratificado en el el Parlamento.

La resolución prevé el pago de una pensión con efectos retroactivos a partir del 1997, también en aquellos casos en los que, hasta ahora sólo había sido concedida retroactivamente con una duración de cuatro años.

En el 2002 ya había sido reconocido el derecho retroactivo de una pensión a partir del 1997 para los judíos que habían trabajado en los guetos nazis. Sin embargo, si las solicitudes se habían presentado más tarde de junio de 2003, el seguro de pensiones alemán sólo pagaba retroactivamente cuatro años según estipulaba una cláusula del código de la seguridad social. Con esta decisión esta normativa dejaría de tener validez.

La ministra de Trabajo, Andrea Nahles, se mostró satisfecha de hacer encontrado una solución común con los trabajadores de los guetos, ya de edad avanzada.

"No podemos hoy en día imaginarnos lo que significó trabajar en un gueto de los nacionalsocialistas bajos condiciones inhumanas" señaló Nahles.

http://www.elmundo.es/internacional/2014/04/08/534436e7268e3e2d448b457b.html
 

Shandor

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Cancelan una subasta de recuerdos de Hitler por la protesta de grupos judíos

Las asociaciones francesas logran detener una venta que «sería una ofensa para la memoria de las víctimas»

AFP
Imagen de uno de los libros de Hitler que se iban a subastar junto a servilletas, el pasaporte de Goering y otros objetos

Iban a subastarse en París varios objetos que pertenecieron a algunos de los principales dirigentes nazis, como Adolf Hitler y Hermann Goering, pero la casa de subastas ha decidido retirarlos, después de que grupos judíos se opusieron a la venta.

Entre los objetos figuraban, ni más ni menos, el pasaporte de Goering y un cofre de madera marcada con esvásticas, que fuepropiedad de Hitler. El ministro de Cultura de Francia se había unido a los grupos judíos en la denuncia de una venta que supondría una visión muy poco edificante, con coleccionistas pugnando por llevarse los recuerdos de un momento tan infausto de la historia de la humanidad.

La casa de subastas, Vermot de Pas, dijo ayer que no tenía la intención de alimentar controversias y por eso retiró la subasta de esos objetos. «Estábamos planteando esta venta en el contexto de la responsabilidad de recordar, pero de ninguna manera queríamos crear una polémica», según declaró a la agencia de noticias Ap el manager de la casa de subastas, Laudine de Pas.

Para la venta, que iba a tener lugar el 26 de abril, se había preparado una oferta de unos 40 artículos confiscados en la casa bávara de Hitler, durante los últimos días de la Alemania nazi, en mayo de 1945. Entre ellos había una servilleta con las iniciales de Hitler y unmanuscrito del siglo XVII que fue regalado a Goering en 1935.

La más conocida asociación francesa de grupos judíos, la CRIF,había denunciado la venta como «una forma de dañar la memoria de las víctimas de la barbarie nazi».

abc.es






 

Sebastian

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El desolador arte de los niños judíos en un campo de concentración

Chris Long
BBC
Miércoles, 16 de abril de 2014

Una muestra en Reino Unido exhibirá los dibujos realizados por niños judíos en un campo de concentración de la ex Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial.

Las imágenes ofrecen una mirada a la traumática experiencia de los niños, muchos de los cuales murieron a manos de los nazis.
La muestra incluye 40 dibujos de niños recluidos en el campo de concentración Theresienstadt.


Helga Weissova, de 14 años cuando fue liberada, retrató el cuarto de las mujeres antes de la inspección de Cruz Roja.


Pavel Sonnenschein, fallecido a los 13 años, dibujó los interiores del ghetto.

Theresienstadt era, tal y como lo describe el Museo del Holocausto de Estados Unidos, "un campo-gueto", un sitio de tránsito para los judíos que "funcionaba como un asentamiento, un campo de reunión, un campo de concentración".

Unos 140.000 judíos fueron recluidos en este recinto, 15.000 de ellos niños. Según el Museo, "aproximadamente el 90% de estos niños murieron en los campos de la muerte".

Brian Devlin, el curador de la muestra, explicó que las familias en el campo comprensiblemente "trataron de ocultar a los niños el horror de su situación ocupando su tiempo libre con juegos, actividades educativas y dibujos".


Malvina Lowova, asesinada a los 12 años, dibujó a su familia siendo deportada por guardias armados con granjeros amanazándolos con horquetas.

El resultado es que se hicieron muchos dibujos, y Devlin dice que los trabajos ofrecen una mirada a las mentes de los niños que los realizaron.

"Un dibujo es casi una página negra, pero puedes distinguir la línea de un tren negro que, supongo, está rodeado por la oscuridad de la perdición que les esperaba", explica. "Incluso el Sol está rodeado de negro".


Ruth Cechova, muerta a los 13 años, dibujó sus recuerdos sobre tomar el sol.

"Otro dibujo muestra a una madre y un padre y sus hijos siendo llevados a través de los campos a Theresienstadt".

"Están rodeados de granjeros furiosos que los amenazan con horquetas. Te hace pensar mucho", añade el curador.

No todas las imágenes son desoladoras. También hay muchos dibujos con momentos felices, que muestran a niños jugando, así como un dibujo de una fiesta de Pascua.
"A los alemanes les gustaba usarlos como prueba para el resto del mundo de su supuesta humanidad", dice Devlin.
"Sin embargo, las pinturas y los dibujos muestran claramente a las tristes víctimas y sólo unos pocos están sonriendo".

Las obras fueron cedidas en préstamo por el Museo Judío de Praga y después de ser exhibidas en Lancashire, Reino Unido, se expondrán en otras partes de este país.

Devlin afirma que los dibujos son, sin ninguna duda, conmovedores y tristes, pero también muy importantes.


Vilem Eisner, muerto a los 13 años, dibujó una de sus lecciones en el dormitorio.
"Es siempre valioso ver el mundo a través de los ojos de un niño", dice. "En este arte veo voces a través de las décadas".
"Muy pocos (en Theresienstadt) sobrevivieron y los nazis trataron de erradicar su recuerdo por completo. Este arte les da voz a las víctimas".
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140416_cultura_ninos_judios_dibujos_nazi_aa.shtml
 

Sebastian

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Amsterdam reconoce su deuda con los judíos supervivientes del Holocausto

Una estudiante encontró las quejas de los afectados en los Archivos Municipales

Isabel Ferrer La Haya 23 ABR 2014 - 17:41 CET32


Un niño visita el monumento a los judíos europeos muertos, en Berlín. / ALI ALI (EFE)

“Las reglas son las reglas”, es una de las máximas más arraigadas de la sociedad holandesa, pero en 1947 el Ayuntamiento de Amsterdam la llevó al extremo. Dos años después de la II Guerra Mundial, al menos 342 vecinos judíos supervivientes del Holocausto tuvieron que pagar impuestos sobre las propiedades abandonadas tras su internamiento en campos de concentración. En la mayoría de los casos, las viviendas fueron confiscadas por los nazis y luego vendidas a los colaboracionistas holandeses, que huyeron tras la victoria aliada. El consistorio de la época no consideró relevante la situación de los inquilinos originales, y una vez recuperados sus antiguos hogares, impuso incluso multas en concepto de atrasos. Eberhard van der Laan, actual alcalde, ha reconocido unos hechos “muy dolorosos porque primó la burocracia y se olvidó a las personas”, y también el derecho de los afectados a ser indemnizados.

Destapado gracias a Charlotte van den Berg, una becaria que trabajaba en 2011 en la digitalización de los Archivos Municipales y encontró las quejas de los judíos, el caso ha sido examinado por el Instituto para la Investigación de la Guerra, Holocausto y Genocidio. Su respuesta, solicitada por el propio Van der Laan, es clara. Con los documentos recuperados -no todos los afectados dejaron sus datos en las ventanillas locales- los supervivientes, o sus familias, deberían recibir una compensación de 4,5 millones de euros por las tasas exigidas, y 400.000 euros más por las multas impuestas. “La cuantía de la suma definitiva es cosa de los políticos”, han subrayado sus portavoces.

Ronny Naftaniel, representante de la comunidad judía holandesa a través del Centro para la Información y Documentación de Israel, cree que la cifra real es muy superior. “Puede rondar los 10,5 millones de euros porque hubo inquilinos que pagaron sin rechistar por miedo. Holanda trató mal a los judíos que regresaron por dos motivos: la población pasó hambre y grandes penurias durante la ocupación, y no pensaron que hubiera supervivientes del Holocausto. Devolverles sus posesiones fue muy difícil. El Ayuntamiento restituyó las casas, pero también recuperó las deudas”, señala. En este punto, los expertos sobre la guerra recuerdan un detalle tremendo. El asesor jurídico consultado por el Ayuntamiento de la posguerra holandesa, consideró “cruel y carente de sensibilidad” gravar a los supervivientes del horror nazi, pero no le escucharon.

A pesar de que 110.000 judíos holandeses perecieron en el Holocausto (de los 80.000 deportados en Ámsterdam murieron 62.000, entre ellos Ana Frank y su familia) y de que la ordenada burocracia nacional facilitó las cosas, el celo impositivo del antiguo Concejo municipal alcanzó las cuentas del gas doméstico y la posesión de perros, abandonados a la fuerza por sus dueños. Naftaniel señala que entre 1998 y 1999, el consistorio de Ámsterdam, y el Gobierno, pidieron disculpas. Ahora que el alcalde Van der Laan parece dispuesto a actuar, espera que les llame para hacer un inventario completo de afectados.

En una de las cartas rescatada por la becaria, un vecino judío pide a las autoridades “que se guíen por razones morales al abordar este caso”. Antes de su deportación, perdió su hogar y todo su dinero, que acabó en las arcas nazis a través del banco Lippmann,Rosenthal & Co, de Ámsterdam. La entidad era en realidad una tapadera utilizada por el Tercer Reich como si fuera una filial del banco del mismo nombre, creado de forma legítima en 1859. Muy efectiva, sirvió para transferir a Berlín los bienes que los judíos holandeses eran obligados a entregar al ocupante. Para que el engaño fuera completo, otra oficina fue instalada en el campo de concentración holandés de Westerbork (al noreste del país). Los detenidos que hubieran llevado consigo alguna cosa de valor, ya fueran joyas o dinero, tenían que dejarlo allí antes de ser empujados al tren camino de Dachau o Bergen-Belsen.

Charlotte Van den Berg, que trabajaba con otros becarios, informó enseguida de su hallazgo al Ayuntamiento. En 2013, y todavía sin una respuesta oficial, supo que las cartas serían destruidas una vez digitalizadas y acudió al rotativo local, Het Parool. El mismo diario fundado por la resistencia holandesa en 1941, que en 1944, en plena ilegalidad, llegó a tirar 100.000 ejemplares. Confrontado con su propio retraso investigador, el consistorio de Ámsterdam encargó el informe recién presentado al Instituto para la Documentación de la Guerra.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/04/23/actualidad/1398267713_477313.html
 
Historia de un Alemán, de Sebastian Haffner

24 de Abril de 2014

"...Recomiendo con entusiasmo a los lectores el estupendo libro de Sebastian Haffner, 'Historia de un Alemán' (Barcelona: Ediciones Destino, 2012), que hace poco disfruté. Se trata de las memorias de este destacado historiador, correspondientes a los años 1914-1933; es decir, desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial hasta el ascenso de Hitler al poder.

Haffner experimentó esos años cruciales como niño, adolescente y joven adulto en medio de inmensas convulsiones, que eventualmente le forzaron a abandonar su país por décadas.

El libro es de gran interés para los venezolanos de hoy, pues existen elocuentes analogías entre lo que sucedió ese tiempo en Alemania y lo que ahora acontece en Venezuela. Desde luego, insisto en que hablamos acá de analogías y no de repeticiones. Por ejemplo, escribe Haffner: “No me equivoqué ni un solo instante al pensar que los nazis eran unos enemigos para mí y para todo lo que yo apreciaba. En lo que sí erré por completo fue al no pensar que fueran a convertirse en unos enemigos tan terribles”. Estoy seguro de que tales impresiones resuenan con fuerza en los espíritus de muchos entre nosotros.

Entre los numerosos aspectos que de estas memorias, admirablemente estructuradas, pueden señalarse con miras a su pertinencia para la actual Venezuela, tres en particular llaman la atención. El primero, ya esbozado, se refiere a la dificultad que con frecuencia nos impide evaluar con claridad y tempranamente la magnitud de una amenaza política, encarnada en un propósito revolucionario. Ello les pasó a Haffner y a incontables compatriotas suyos, que solo entendieron lo que Hitler y sus seguidores realmente representaban cuando era demasiado tarde para detenerles.

El segundo tema tiene que ver con lo ocurrido en marzo de 1933. Luego de solo dos meses en el poder nuevas elecciones fueron convocadas por Hitler y los nazis, que obtuvieron como partido político el mayor número de posiciones en el parlamento, pero que no obstante y a pesar de la avasallante propaganda, intimidación y persecución a sus adversarios no lograron la mayoría absoluta. Los alemanes todavía rechazaron en ese momento clave, aunque por escaso margen, la amenaza mortal del hitlerismo. La sociedad mostró no estar aún de rodillas frente al mal. Sin embargo, ante esta inesperada derrota, los nazis reaccionaron con eficacia. Al poco tiempo la victoria se disipó, los dirigentes se esfumaron, las organizaciones sucumbieron y el camino quedó abierto al totalitarismo nazi. Fue esta una experiencia sobre la que cabe reflexionar, pues las oportunidades no son infinitas y las que se pierden muy pocas veces retornan.

En tercer lugar, transcribo lo que Haffner con tanta lucidez expone: “Puede sonar paradójico, pero no deja de ser un simple hecho que las decisiones y los acontecimientos históricos realmente importantes tienen lugar entre nosotros, en los seres anónimos, en las entrañas de un individuo cualquiera, y que ante esas decisiones masivas y simultáneas, cuyos responsables a menudo no son conscientes de estar tomando, hasta los dictadores, los ministros y los generales más poderosos se encuentran completamente indefensos”. Esta observación me parece de un especial contenido para la Venezuela de hoy. Estoy persuadido de que, entre febrero y marzo de este año 2014, la sociedad venezolana experimentó el preludio de un fenómeno de transformación colectiva, y que la llegada de ese punto de saturación que va creciendo en el alma de la “gente cualquiera”, como bien dice Haffner, avanza de modo inexorable y anuncia grandes cambios...."

Fuente: Aníbal Romero (Filósofo, Politólogo y Doctor en Estudios Estratégicos. Profesor titular de la Universidad Simón Bolívar)
 

Shandor

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Mi vida en el hogar alpino de Hitler
  • 'Lisbeth' entró a trabajar en la residencia de descanso del Führer con 18 años
  • Debía llevar mandil blanco y no contar nada de lo que escuchara en la casa
  • Según su testimonio, Hitler sólo bebía agua caliente y 'picaba' en la cocina de noche

Arranque de la entrevista a Elisabeth Kalhammer publicada este lunes en el diario austriaco 'Salzburger Nachrichten'.

"Podía pensar, pero no hablar", fue una de las primeras instrucciones que recibió la joven Elisabeth Kalhammer cuando después de contestar a un anuncio de un periódico acabó trabajando como empleada doméstica de Adolf Hitler en 1943.
Más de 70 años después, Kalhammer rememora en una entrevista publicada este lunes por el diario austriaco 'Salzburger Nachrichten' sus experiencias en la casa del dictador en Berchstesgaden, uno de los rincones más idílicos de los Alpes bávaros.
"Se busca empleada doméstica. Lugar de trabajo: Berghof en Obersalzberg, en la Baviera Berchtesgaden", rezaba el anuncio para la que era la segunda residencia de Hitler.
La Oficina de empleo de la localidad austriaca de Wels escogió entre todas las solicitudes la de la entonces joven de 18 años. Sin embargo, lejos de sentirse feliz por la oportunidad, la mujer que actualmente tiene 89 años reconoce que tuvo miedo la primera vez que llegó al que sería su lugar de trabajo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Su madre le había pedido que no fuera, pero la mujer de la oficina de empleo le dijo que debía estar agradecida por una oportunidad por la que miles de jovencitas estarían encantadas. Así acabó haciendo las maletas y tras pasar por dos puestos de control de las SS, llegó a la casa de Hitler. "La casa estaba llena de invitados y el 'Führer" estaba allí", recuerda sobre su llegada.
Disciplina y privacidad
Enseguida la hicieron partícipe de las reglas de la casa: "Lo que se hable en la casa, no puede salir bajo ningún concepto de ella. Las faltas serán castigadas con la prohibición de poder salir de casa".
Kalhammer pronto se dio cuenta del funcionamiento de la residencia de descanso de Hitler. Sólo trabajadores con años a su servicio tenían permitido el acceso a las consideradas 'salas privadas' del dictador. 'Lisbeth', como se la conocía allí, pasó sus horas no sólo lavando o cosiendo, sino también limpiando.
Respecto a la compañera sentimental de Hitler, Eva Braun, Kalhammer la recuerda como una "mujer elegante", con trajes a la última moda, que disfrutaba de la visita de sus amigos y que era "un gran amor".
Braun se comportaba en Berghof como la dueña de la casa, aunque no estuviera casada con Hitler, recuerda la antigua empleada del hogar, que debía vestir mandil blanco y que unas navidades recibió lana de Braun para tejer calcetines para los hombres en el frente, uno de los cuales mandó a su hermano.
Nunca se encontró con el dictador
Kalhammer recuerda también la pasión de Braun por la actriz austriaco-alemana Marika Rökk. "En Berghof había una sala de cine. La novia del 'Führer' se preocupaba porque las jóvenes tuvieran algún sitio donde sentarse cuando proyectaban una película de Rökk".
"Por suerte nunca me encontré con Hitler y no tuve que hablar con él", afirma la mujer que nunca quiso contar a nadie sus experiencias al servicio del dictador durante la época del Tercer Reich hasta ahora.
Sin embargo, aunque la joven no hablara con el que era uno de los hombres más temidos de Europa, debía estar al tanto de todas sus manías.
"Seguía una estricta dieta para la que tenía a su propia cocinera y sólo bebía agua caliente. Pero bien entrada la noche, Hitler se escabullía a la cocina donde debía haber uno de los conocidos como 'pasteles del Führer': un pastel de varias capas de manzana con nueces y pasas", revela.
"Cuando Hitler salía en alguna ocasión a pasear fuera, estaba prohibido observarlo. Sólo podíamos verlo a través de las cortinas", asegura.
El 14 de julio de 1944 fue la última vez que vieron a Hitler en Berghof, seis días antes del atentado contra él del que salió ligeramente herido.
"A partir de ese momento, creció el nerviosismo en Berghof y los trabajadores debían comenzar a llevar los tesoros de Hitler al bunker para el que había que bajar 95 escalones", indica. Entre las cosas que había que trasladar al bunker había un "enorme" número de libros, cuadros y espejos.
Cuando los aliados comenzaron a acercarse a la zona, se prohibió a las jóvenes abandonar la casa. Para ello les contaron todo tipo de historias horribles de los que les iba a pasar: "Nos contaban que los negros venían a cortarnos el pelo y a violarnos".
Sin embargo, ella desobedeció la orden y huyó. Con ayuda de una amiga llegó dos días antes del final de la guerra a casa de su madre y hoy en día vive en la ciudad de Salzburgo (Austria).
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