Una nueva estrategia rusa para África
9 de Junio de 2010, por Silverio E. Escudero
En el damero del África, a pesar de la ofensiva de Francia y Estados Unidos, existen otros actores que, desde siempre, interactúan en la región. Uno de ellos, Rusia, la heredera de la antigua Unión Soviética, no está dispuesta a retroceder un ápice, mucho más, cuando es un acreedor privilegiado con muchas cuentas a cobrar.
¿Desde cuándo Rusia tiene intereses en el continente africano? Para encontrar la respuesta a esa gran pregunta deberemos adentrarnos en los entrecejos de la historia del África. Sorprende saber que Catalina, después de la segunda guerra contra el imperio otomano y consolidado el dominio ruso en Crimea, consigue, por el tratado de Yassy, un corredor que le permite abrir una ruta comercial que llevara a los rusos hasta El Cairo y Addis Abebba, en Etiopía.
Si bien nuestro acercamiento a la realidad africana fue temprano, muy temprano, recién, en 1984, en un encuentro internacional de librepensadores, organizado para discutir el pensamiento de Patrice Lumumba, hubo ocasión de aproximarnos a la historia africana contada por africanos. Más allá de la riqueza del encuentro la gran pregunta apareció de pronto. Sintetizaba todas las que rondaban los pupitres de los asistentes: ¿cuáles fueron las políticas y estrategias de la Unión Soviética en África? Las respuestas, caudalosas en conceptos, coincidieron en señalar el pragmatismo de los embajadores y asesores soviéticos que, más allá de celebrar los golpes de Estado generados por fuerzas afines, comprendieron con extrema rapidez que los líderes africanos eran difíciles de acorralar.
Hoy la pregunta es la misma. Las respuestas son diferentes como diferente es el escenario. El fin de la Guerra Fría acomodó las piezas en el tablero de manera distinta. Ahora la Gran Madre Rusia busca equilibrios en el Mediterráneo y no perder influencia en el océano Índico frente a los gestos causiprepotentes de China e India, cuanto garantizar los flujos de gas y petróleo de sus ricos yacimientos.
Por ello, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, luego de un trabajoso acuerdo con el presidente Dimitri Medvédev, ordenó repasar los textos de los acuerdos bilaterales que le unen con las diversas naciones africanas, en especial Libia, Argelia, Marruecos, Túnez, Egipto, Sudáfrica, Ghana y Mozambique para, de esa manera, comenzar a diseñar nueva estrategia acorde a la sucedido en el continente.
Rusia, por este tiempo, según estudios publicados por el Stockholm Internacional Peace Research Institute (Sipri), ¿se conformaría? con ser proveedor destacado de armamentos. Ofreció cancelar las deudas contraídas por Argelia y Libia, por compras realizadas en la era soviética, a cambio de nuevos pedidos. Argelia aceptó el convite. En 2006, suscribe contratos por la friolera de 6,5 mil millones de dólares, para la provisión de armamentos de combate, tanques, aviones de entrenamiento, submarinos, lanchas artilladas y sistemas sofisticados de defensa aérea.
Esta compra, a tenor del informe del Sipri, inauguró una peligrosa carrera armamentista entre Argelia, Libia, Marruecos y Túnez. El beneficiario fue uno y único. Se hizo cargo de casi 85 por ciento de las transacciones del área. Muammar al- Gadaffi resistió al canto de las sirenas. Prefirió comerciar con quienes le habían impuesto el embargo en sus compras de armamento. Sin embargo, informes confidenciales aseguran que Moscú -en 2009- concertó acuerdos para construir tres lanchas misilísticas Proyecto 12418 Molniya con un valor estimado de 200 millones de dólares; y reacondicionar 145 tanques de batalla, modelo T-72, mientras se discuten los montos para reparar otros 100 y toda la dotación de tanques T-62, T-55 y T-54, que constituyen la espina dorsal del ejército libio. En enero de 2010, Trípoli vuelve a sorprender.
Habida cuenta que su “Líder y Guía” dejó de figurar en la lista de los terroristas más buscados del mundo, encargó, de urgencia, la compra de 15 nuevos aviones de combate Su-35-2, (un caza polivalente, de superioridad aérea y de ataque de 4,5ª generación y de largo alcance), 4 Su-30 de combate y seis aviones Yak-130.
¿Será el Mediterráneo escenario de una guerra regional? ¿Es posible que se extienda por Europa? ¿A quiénes beneficiaría? ¿Gadaffi, en pleno romance con la Italia de Berlusconi, responde a los intereses de la OTAN o vuelve a ser un alfil del Kremlin? ¿Que hará Argelia? Mientras esto sucede, Egipto vela armas.
Decir que la paz es una verdad de Perogrullo. Un centenar de intelectuales y hombres de buena voluntad, en este mismo instante, por distintos medios, denuncian estos hechos ante los foros internacionales. Paul Kennedy, el célebre historiador británico, transformado en abanderado de esta cruzada, apuesta a la democracia y a la paz. África merece un destino diferente. Por eso es primordial que “las sociedades más ricas del mundo, como imperativo moral, pongan toda su inteligencia, los recursos de capital y los medios a trabajar con los africanos”, para reconstruir el continente dañado. Exige colaboración a largo plazo y no ayudas espasmódicas, porque “el sueño de un mundo más justo y equitativo siempre es posible”.
fuente: http://elbalcon.blogs.comercioyjusticia.com.ar/2010/06/09/una-nueva-estrategia-rusa-para-africa/
9 de Junio de 2010, por Silverio E. Escudero
En el damero del África, a pesar de la ofensiva de Francia y Estados Unidos, existen otros actores que, desde siempre, interactúan en la región. Uno de ellos, Rusia, la heredera de la antigua Unión Soviética, no está dispuesta a retroceder un ápice, mucho más, cuando es un acreedor privilegiado con muchas cuentas a cobrar.
¿Desde cuándo Rusia tiene intereses en el continente africano? Para encontrar la respuesta a esa gran pregunta deberemos adentrarnos en los entrecejos de la historia del África. Sorprende saber que Catalina, después de la segunda guerra contra el imperio otomano y consolidado el dominio ruso en Crimea, consigue, por el tratado de Yassy, un corredor que le permite abrir una ruta comercial que llevara a los rusos hasta El Cairo y Addis Abebba, en Etiopía.
Si bien nuestro acercamiento a la realidad africana fue temprano, muy temprano, recién, en 1984, en un encuentro internacional de librepensadores, organizado para discutir el pensamiento de Patrice Lumumba, hubo ocasión de aproximarnos a la historia africana contada por africanos. Más allá de la riqueza del encuentro la gran pregunta apareció de pronto. Sintetizaba todas las que rondaban los pupitres de los asistentes: ¿cuáles fueron las políticas y estrategias de la Unión Soviética en África? Las respuestas, caudalosas en conceptos, coincidieron en señalar el pragmatismo de los embajadores y asesores soviéticos que, más allá de celebrar los golpes de Estado generados por fuerzas afines, comprendieron con extrema rapidez que los líderes africanos eran difíciles de acorralar.
Hoy la pregunta es la misma. Las respuestas son diferentes como diferente es el escenario. El fin de la Guerra Fría acomodó las piezas en el tablero de manera distinta. Ahora la Gran Madre Rusia busca equilibrios en el Mediterráneo y no perder influencia en el océano Índico frente a los gestos causiprepotentes de China e India, cuanto garantizar los flujos de gas y petróleo de sus ricos yacimientos.
Por ello, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, luego de un trabajoso acuerdo con el presidente Dimitri Medvédev, ordenó repasar los textos de los acuerdos bilaterales que le unen con las diversas naciones africanas, en especial Libia, Argelia, Marruecos, Túnez, Egipto, Sudáfrica, Ghana y Mozambique para, de esa manera, comenzar a diseñar nueva estrategia acorde a la sucedido en el continente.
Rusia, por este tiempo, según estudios publicados por el Stockholm Internacional Peace Research Institute (Sipri), ¿se conformaría? con ser proveedor destacado de armamentos. Ofreció cancelar las deudas contraídas por Argelia y Libia, por compras realizadas en la era soviética, a cambio de nuevos pedidos. Argelia aceptó el convite. En 2006, suscribe contratos por la friolera de 6,5 mil millones de dólares, para la provisión de armamentos de combate, tanques, aviones de entrenamiento, submarinos, lanchas artilladas y sistemas sofisticados de defensa aérea.
Esta compra, a tenor del informe del Sipri, inauguró una peligrosa carrera armamentista entre Argelia, Libia, Marruecos y Túnez. El beneficiario fue uno y único. Se hizo cargo de casi 85 por ciento de las transacciones del área. Muammar al- Gadaffi resistió al canto de las sirenas. Prefirió comerciar con quienes le habían impuesto el embargo en sus compras de armamento. Sin embargo, informes confidenciales aseguran que Moscú -en 2009- concertó acuerdos para construir tres lanchas misilísticas Proyecto 12418 Molniya con un valor estimado de 200 millones de dólares; y reacondicionar 145 tanques de batalla, modelo T-72, mientras se discuten los montos para reparar otros 100 y toda la dotación de tanques T-62, T-55 y T-54, que constituyen la espina dorsal del ejército libio. En enero de 2010, Trípoli vuelve a sorprender.
Habida cuenta que su “Líder y Guía” dejó de figurar en la lista de los terroristas más buscados del mundo, encargó, de urgencia, la compra de 15 nuevos aviones de combate Su-35-2, (un caza polivalente, de superioridad aérea y de ataque de 4,5ª generación y de largo alcance), 4 Su-30 de combate y seis aviones Yak-130.
¿Será el Mediterráneo escenario de una guerra regional? ¿Es posible que se extienda por Europa? ¿A quiénes beneficiaría? ¿Gadaffi, en pleno romance con la Italia de Berlusconi, responde a los intereses de la OTAN o vuelve a ser un alfil del Kremlin? ¿Que hará Argelia? Mientras esto sucede, Egipto vela armas.
Decir que la paz es una verdad de Perogrullo. Un centenar de intelectuales y hombres de buena voluntad, en este mismo instante, por distintos medios, denuncian estos hechos ante los foros internacionales. Paul Kennedy, el célebre historiador británico, transformado en abanderado de esta cruzada, apuesta a la democracia y a la paz. África merece un destino diferente. Por eso es primordial que “las sociedades más ricas del mundo, como imperativo moral, pongan toda su inteligencia, los recursos de capital y los medios a trabajar con los africanos”, para reconstruir el continente dañado. Exige colaboración a largo plazo y no ayudas espasmódicas, porque “el sueño de un mundo más justo y equitativo siempre es posible”.
fuente: http://elbalcon.blogs.comercioyjusticia.com.ar/2010/06/09/una-nueva-estrategia-rusa-para-africa/