Un marroquí dispara en una plaza belga: 5 muertos y 123 heridos
El atacante también lanzó granadas contra la gente que hacía compras navideñas en Lieja. Luego se suicidó, según la policía. Se ignoran las causas, pero el gobierno descartó un ataque terrorista. Entre los muertos hay un bebé de 17 meses.
ESCENA DEL CRIMEN. LA POLICÍA SACA FOTOS Y RECOGE MUESTRAS DE LA PLAZA DE LIEJA, DONDE OCURRIÓ LA MATANZA COMETIDA POR UN HOMBRE DE 33 AÑOS.
Faltaban pocos minutos para la una de la tarde en la ciudad belga de Lieja. En pleno centro, en la Plaza Saint Lambert, decenas de personas paseaban esperando la apertura del mercadillo de Navidad. En ese momento se abrió el infierno. Nordine Amrani, un hombre marroquí de 33 años, llegó a la plaza. Cargaba una bolsa. De ella extrajo primero tres granadas que arrojó contra quienes esperaban en una parada de autobús. Entonces sacó un fusil de asalto y durante diez segundos hizo fuego contra la multitud.
En el suelo quedaron más de cien heridos y al menos tres muertos, dos jóvenes de 15 y 17 años y una mujer de 75. El asaltante, según informaciones policiales, se pegó entonces un tiro en la cabeza con un revólver.
Fuentes del Hospital de la Citadelle de Lieja dijeron que entre los 123 heridos había al menos diez muy graves. Y la agencia AFP confirmaba al cierre de esta edición una quinta víctima mortal: un bebé de 17 meses . Versiones no confirmadas hablaban de otros dos muertos, un joven de 20 años y un niño de dos. Una chica de 15 años permanecía en estado crítico.
Las primeras informaciones fueron caóticas. Se habló de la presencia de varios terroristas y de francotiradores escondidos que estarían disparando contra la multitud. La policía intentó asegurar un perímetro en la plaza y fue trasladando a los heridos hacia el edificio del Tribunal Correccional de Lieja para resguardarlos de posibles ataques. Allí se instaló un puesto médico de primeros auxilios donde, según contaba anoche un policía, se salvó la vida de varias personas.
Los informes se fueron aclarando con los minutos y en una primera conferencia de prensa, la ministra del Interior, Jöelle Milquet, descartó cualquier nexo con grupos terroristas (islamistas o de extrema derecha).
Minutos después las ambulancias –algunas llegadas desde la vecina Holanda– empezaron a trasladar a los heridos a los hospitales. Las sirenas sonaron durante horas. La policía belga cerró a cal y canto la zona del ataque y sólo dejaba pasar a servicios de urgencia y periodistas.
La identificación del asesino fue otro duro golpe. Amrani era, según dijo la fiscal Danièle Reynders, un “conocido de los servicios policiales”. En septiembre de 2008 fue condenado a 58 meses de cárcel y ayer tenía que presentarse en una comisaría para un control.
Se lo condenó por tráfico de drogas –guardaba 2.800 plantas de cannabis en casa–, pertenencia a redes de prostitución y tenencia ilícita de armas .
El arsenal que descubrieron entonces los agentes llamó la atención: diez armas, entre ellas un lanzagranadas RPG antitanque, decenas de granadas y al menos 9.500 piezas de munición para esas armas. Un mando militar, capitán de corbeta, explicó ayer a Clarín que “ese RPG no se compra precisamente en el supermercado”.
De aquella condena Amrani apenas cumplió dos años pues en octubre de 2010 salió en libertad condicional.
Ya no tenía más cuentas pendientes con la Justicia.
La prensa belga se preguntaba anoche cómo un hombre condenado por tenencia ilícita de armas y en teoría bajo vigilancia había podido volver a reunir el arsenal con el que atacó ayer.
En el centro de Lieja –de 200.000 habitantes– la vida seguía. Los vecinos comentaban en corrillos las últimas novedades. Algunos contaban que oyeron dos fuertes explosiones –las granadas– y luego un tiroteo. La prensa publicó fotografías en las que se veían charcos de sangre en el lugar de los ataques.
El rey belga, Alberto II, su esposa Paola y el primer ministro Elio Di Rupo acudieron a Lieja. Di Rupo declaró que no tenía “palabras para explicar esta tragedia”. “El shock de la población es comprensible pero insisto: fue un acto aislado” , remarcó.
El ataque tuvo lugar en uno de los lugares de la ciudad donde más daño se podía hacer. En pleno centro, junto a un mercadillo de Navidad y una parada de autobús en la que decenas de personas esperaban.
Europa empieza a ver cada cierto tiempo estos ataques de lobos solitarios, desesperados que por una razón o por otra deciden acabar con su vida llevándose por delante a cuanta más gente mejor.
pfotogaleria Las imágenes del ataque en www.clarin.com
El atacante también lanzó granadas contra la gente que hacía compras navideñas en Lieja. Luego se suicidó, según la policía. Se ignoran las causas, pero el gobierno descartó un ataque terrorista. Entre los muertos hay un bebé de 17 meses.
ESCENA DEL CRIMEN. LA POLICÍA SACA FOTOS Y RECOGE MUESTRAS DE LA PLAZA DE LIEJA, DONDE OCURRIÓ LA MATANZA COMETIDA POR UN HOMBRE DE 33 AÑOS.
Faltaban pocos minutos para la una de la tarde en la ciudad belga de Lieja. En pleno centro, en la Plaza Saint Lambert, decenas de personas paseaban esperando la apertura del mercadillo de Navidad. En ese momento se abrió el infierno. Nordine Amrani, un hombre marroquí de 33 años, llegó a la plaza. Cargaba una bolsa. De ella extrajo primero tres granadas que arrojó contra quienes esperaban en una parada de autobús. Entonces sacó un fusil de asalto y durante diez segundos hizo fuego contra la multitud.
En el suelo quedaron más de cien heridos y al menos tres muertos, dos jóvenes de 15 y 17 años y una mujer de 75. El asaltante, según informaciones policiales, se pegó entonces un tiro en la cabeza con un revólver.
Fuentes del Hospital de la Citadelle de Lieja dijeron que entre los 123 heridos había al menos diez muy graves. Y la agencia AFP confirmaba al cierre de esta edición una quinta víctima mortal: un bebé de 17 meses . Versiones no confirmadas hablaban de otros dos muertos, un joven de 20 años y un niño de dos. Una chica de 15 años permanecía en estado crítico.
Las primeras informaciones fueron caóticas. Se habló de la presencia de varios terroristas y de francotiradores escondidos que estarían disparando contra la multitud. La policía intentó asegurar un perímetro en la plaza y fue trasladando a los heridos hacia el edificio del Tribunal Correccional de Lieja para resguardarlos de posibles ataques. Allí se instaló un puesto médico de primeros auxilios donde, según contaba anoche un policía, se salvó la vida de varias personas.
Los informes se fueron aclarando con los minutos y en una primera conferencia de prensa, la ministra del Interior, Jöelle Milquet, descartó cualquier nexo con grupos terroristas (islamistas o de extrema derecha).
Minutos después las ambulancias –algunas llegadas desde la vecina Holanda– empezaron a trasladar a los heridos a los hospitales. Las sirenas sonaron durante horas. La policía belga cerró a cal y canto la zona del ataque y sólo dejaba pasar a servicios de urgencia y periodistas.
La identificación del asesino fue otro duro golpe. Amrani era, según dijo la fiscal Danièle Reynders, un “conocido de los servicios policiales”. En septiembre de 2008 fue condenado a 58 meses de cárcel y ayer tenía que presentarse en una comisaría para un control.
Se lo condenó por tráfico de drogas –guardaba 2.800 plantas de cannabis en casa–, pertenencia a redes de prostitución y tenencia ilícita de armas .
El arsenal que descubrieron entonces los agentes llamó la atención: diez armas, entre ellas un lanzagranadas RPG antitanque, decenas de granadas y al menos 9.500 piezas de munición para esas armas. Un mando militar, capitán de corbeta, explicó ayer a Clarín que “ese RPG no se compra precisamente en el supermercado”.
De aquella condena Amrani apenas cumplió dos años pues en octubre de 2010 salió en libertad condicional.
Ya no tenía más cuentas pendientes con la Justicia.
La prensa belga se preguntaba anoche cómo un hombre condenado por tenencia ilícita de armas y en teoría bajo vigilancia había podido volver a reunir el arsenal con el que atacó ayer.
En el centro de Lieja –de 200.000 habitantes– la vida seguía. Los vecinos comentaban en corrillos las últimas novedades. Algunos contaban que oyeron dos fuertes explosiones –las granadas– y luego un tiroteo. La prensa publicó fotografías en las que se veían charcos de sangre en el lugar de los ataques.
El rey belga, Alberto II, su esposa Paola y el primer ministro Elio Di Rupo acudieron a Lieja. Di Rupo declaró que no tenía “palabras para explicar esta tragedia”. “El shock de la población es comprensible pero insisto: fue un acto aislado” , remarcó.
El ataque tuvo lugar en uno de los lugares de la ciudad donde más daño se podía hacer. En pleno centro, junto a un mercadillo de Navidad y una parada de autobús en la que decenas de personas esperaban.
Europa empieza a ver cada cierto tiempo estos ataques de lobos solitarios, desesperados que por una razón o por otra deciden acabar con su vida llevándose por delante a cuanta más gente mejor.
pfotogaleria Las imágenes del ataque en www.clarin.com
