@Suriyakmaps
Hoy, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el líder de las fuerzas de transición sirias (anteriormente Hayat Tahrir al-Sham), Abu Mohammed al-Jolani, se reunieron en Moscú para debatir el futuro de las relaciones ruso-sirias tras la caída del régimen político anterior en diciembre del año pasado.
Este evento fue un claro ejercicio de realpolitik, donde los intereses nacionales primaron sobre los morales.
Cabe destacar en estas conversaciones la reanudación de las relaciones económicas y el estatus de las bases rusas en la costa siria.
En los primeros diez meses, el gobierno ruso ha suministrado trigo y petróleo a las nuevas autoridades sirias, mientras el país sigue padeciendo una precaria escasez de recursos.
A cambio, las fuerzas rusas no solo no han abandonado el puerto de Tartús ni la base aérea de Hmeimim, sino que han reforzado su presencia con la llegada de nuevos convoyes encargados de mejorar las instalaciones y rotar a los soldados.
Además de la aportación económica, la visita el pasado verano de una delegación siria a Moscú sentó las bases para una futura colaboración militar en la que los rusos liderarían teóricamente el rearme y la reestructuración de las fuerzas del STG debido al legado tecnológico del SAA y los problemas de compatibilidad que tienen las armas de fabricación turca en la estructura militar siria.
Rusia destacó las relaciones históricas entre Rusia y Siria y el mantenimiento de los acuerdos entre ambos países. Esto se refiere al mantenimiento de los acuerdos con el anterior régimen político sirio y al pago de la deuda.
Por otro lado, el presidente ruso felicitó a las nuevas autoridades sirias por su victoria, señalando su complicidad con el nuevo régimen político de Damasco y el papel que Moscú desempeñó en la caída del régimen anterior, junto con otros terceros países.
En resumen, ambas partes han adoptado una diplomacia pragmática. Rusia, debilitada por su guerra en Ucrania, busca mantener su presencia en el Mediterráneo a cambio de apoyar a los terroristas que bombardeó hasta diciembre de 2024.
A cambio, Jolani, quien padece enormes problemas de gobernanza en una Siria cada vez más fragmentada que no controla por completo, sigue dependiendo de Moscú tanto económica como militarmente, lo que le obliga a llegar a un acuerdo con quienes la bombardeaban hace apenas un año.
La política carece de valores morales; es simplemente política. Rusia mantiene sus bases a cualquier precio, y las relaciones cambian de la noche a la mañana.
Y a pesar de ello, otro flujo de dinero sigue llegando desde Rusia a las costas sirias y a otros agentes que no son STG u otros grupos terroristas.