Muestra de la Guerra del Paraguay en Corrientes

Una pena que recien salga en el diario de hoy, pero para los amigos del litoral, precisamente de Corrientes, tienen tiempo hasta el sabado para visitar esta muestra mas que interesante.

EXPOSICION EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CORRIENTES DEDICADA AL CONFLICTO DE 1865-1870

Con imágenes conmovedoras evocan la Guerra del Paraguay
Pinturas y fotos de una guerra en la que Corrientes fue escenario central de los enfrentamientos.


Desgarradora pero sobre todo devastadora para el Paraguay, país que perdió el 60 por ciento de su población, la guerra que entre los años 1865 y 1870 enfrentó a ese pequeño país mediterráneo de 450.000 habitantes contra la Triple Alianza formada por el Uruguay, Argentina y Brasil sólo puede entenderse en el marco del cúmulo de enfrentamientos, acuerdos, reclamos y promesas incumplidas entre caudillos políticos de una región convulsionada. Una región que aún no tenía definidos sus límites territoriales y políticos, aunque sí compartía una comunidad cultural y lingüística, anterior a esa guerra.

La provincia de Corrientes fue el primer y principal escenario de aquella guerra desde que se desató, en abril de 1865, por el pedido de neutralidad -no concedido- que el caudillo paraguayo Francisco Solano López hizo al presidente argentino Bartolomé Mitre. Solano López quería que las tropas paraguayas pudieran cruzar por la provincia de Corrientes hacia el Uruguay, que sufría a la vez una guerra civil entre los colorados de Venancio Flores y los blancos de Atanasio Aguirre. El partido blanco uruguayo era aliado de Solano López y cuando Flores sitió la ciudad uruguaya de Paysandú -con el apoyo de Brasil- Solano López decidió intervenir con sus tropas y ocupó Corrientes. Esto desencadenó el conflicto, que anticipó las técnicas de "guerra total" que se verían luego en el siglo XX como la guerra de trincheras, las técnicas de "tierra arrasada" y la guerra de guerrillas. De algún modo, la guerra del Paraguay fue la primera "guerra moderna" en Sudamérica, donde se enfrentaron ejércitos regulares -más de 50.000 hombres combatieron en Tuyutí, Paraguay, en noviembre de 1867- que usarían desde buques acorazados impulsados por máquinas de vapor hasta globos aerostáticos y fusiles de repetición. Esta fue también la primera guerra "mediática" de la región, ampliamente fotografiada por profesionales en el campo de batalla. Y no faltaron en ella observadores militares extranjeros.

Hasta septiembre de 1865, cuando el general paraguayo Estigarribia se rindió en la ciudad brasileña de Uruguaiana, Corrientes fue un escenario central de la guerra, al menos hasta que los combates se situaron en territorio paraguayo por el control de las baterías de Humaitá que cerraban el paso hacia Asunción, ciudad que caería en 1869. Por Corrientes cruzaron una y otra vez las tropas paraguayas y hubo combates navales por el dominio del río Paraná. Junto a Entre Ríos, Corrientes fue convocada para reclutar 10 mil soldados en apoyo de la Guardia Nacional, el hecho es que Corrientes vivió el conflicto desde una perspectiva más cotidiana. Volver sobre él, sus imágenes y las marcas que dejó y aún viven en la memoria de la gente, fue hasta ahora una asignatura pendiente que la exhibición "La épica y lo cotidiano: Imágenes de la Guerra Guasú 1865-1870", se propone saldar con las distintas visiones y representaciones de ese acontecimiento, desplegadas en estos días en el Museo Provincial de Bellas Artes Juan Ramón Vidal, que dirige Fernanda Toccalino.

Desde las muy difundidas pinturas de batallas de Cándido López hasta las hoy menos conocidas acuarelas de Modesto Gonzáles y el dibujante documental suizo Adolf Methfessel, las fotografías de época o los periódicos de guerra como "Cabichui" -impresos en xilografías destinadas a mantener el ánimo en el frente de batalla- todo el conjunto tiene la virtud de poner en escena también una guerra de imágenes, que traduce el afán de inscribir con una visión propia el relato de los acontecimientos.

La muestra es un proyecto largamente acariciado por el subsecretario de Cultura de la Provincia, Carlos Lazcano, que lo imaginó en el año 2000 y convocó a los investigadores Roberto Amigo y Mariana Giordano como curadores. Concretarlo ya tiene un costado épico porque logró que diversas instituciones nacionales, provinciales y también del Paraguay facilitaran piezas clave de sus colecciones para apuntalar el guión de la exhibición. Con la sola excepción del Museo Histórico Cornelio Saavedra de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo director no fue autorizado a prestar unas acuarelas del artista militar José Ignacio Garmendia y de Modesto González -que ni siquiera estaban exhibidas en sus salas- el importante grupo integrado por el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Histórico Nacional, el Museo de Luján, la Casa del Acuerdo de San Nicolás y el paraguayo Museo del Barro de Asunción, todos entendieron la importancia de aportar para que esta exhibición se hiciera y, por primera vez, el público de Corrientes pudiera ver el imaginario diverso que generó esta trágica guerra.

El reconocimiento del paisaje como entorno familiar en el detallismo documental de las obras expuestas es uno de los aspectos más conmovedores de esta muestra, que produce encuentros afectivos infrecuentes. En ese sentido, la intención de los curadores ha sido confrontar la visión heroica con la documental, que se abrió tanto al campo de batalla como al larguísimo tiempo de espera antes del fuego.

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Muestra: "La épica y lo cotidiano. Imágenes de la Guerra Guasú, 1865-1870"

Lugar: Museo Provincial de Bellas Artes Juan Ramón Vidal. San Juan 634, Corrientes.

Fechas y horarios: del 3 de setiembre al 4 de octubre. De martes a viernes de 9 a 12 y de 17 a 20, sábados de 8 a 12. La entrada para la muestra es libre y gratuita.
 

Tronador II

Colaborador
Panchi, contesto tu post que viene de este Thread (http://www.zona-militar.com/foros/showthread.php?p=842604#post842604)

Principalmente la parte que decís:
La postura del Sr. forista Tronador es acorde a la historiografía llamada "oficial" (liberal o mitrista), con la cual estoy en las antípodas.

Cual cree que es exactamente mi postura respecto a la guerra de la triple Alianza?

Respecto a la postura liberal o Mitrista,sobre la guerra, cual es exáctamente y que diferencia tiene con las otras posturas (la de Alberdi)?

Cual es su razonamiento o en que se basa para decir que está absolutamente en contra de la Guerra del Paraguay?

Cual es su postura de la Guerra del Paraguay, más allá de que esté en absolutamente contra?

Pregunto, porque nuestro país fue invadido (nosotros no fuimos los agresores), entonces que teníamos que hacer? defendernos y restablecer nuestra soberanía o dejar que pasen como si nada y usen nuestro territorio (porque luego a Brasil, imagino que también se lo deberíamos de haber cedido)?

Yo hasta hace unos años también me creía la historia del Paraguay pujante y ejemplo, pero cuando en base al libro Maldita Guerra (que para mi es muy serio), investigaciones que realizó Rosendo Fraga (y cosas que me contó mi abuelo, que se fue a vivir a Paraguay a fines de los 40)..., cambié mi visión.
 
La guerra de la triple alianza contra el Paraguay aniquiló la única experiencia exitosa de desarrollo independiente, por Eduardo Galeano

Las venas abiertas de América Latina

El hombre viajaba a mi lado, silencioso. Su perfil, nariz afilada, altos pómulos, se recortaba contra la fuerte luz del mediodía. Ibamos rumbo a Asunción, desde la frontera del sur, en un ómnibus para veinte personas que contenía, no sé cómo, cincuenta. Al cabo de unos horas, hicimos un alto. Nos sentamos en un patio abierto, a la sombra de un árbol de hojas carnosas. A nuestros ojos, se abría el brillo enceguecedor de la vasta, despoblada, intacta tierra roja: de horizonte a horizonte, nada perturba la transparencia del aire en Paraguay. Fumamos. Mi compañero, campesino de habla guaraní, enhebró algunas palabras tristes en castellano. «Los paraguayos somos pobres y pocos», me dijo. Me explicó que había bajado a Encarnación a buscar trabajo pero no había encontrado. Apenas si había podido reunir unos pesos para el pasaje de vuelta. Años atrás, de muchacho, había tentado fortuna en Buenos Aires y en el sur de Brasil. Ahora venía la cosecha del algodón y muchos braceros paraguayos marchaban, como todos los años, rumbo a tierras argentinas. «Pero yo ya tengo sesenta y tres años. Mi corazón ya no soporta las demasiadas gentes.»

Suman medio millón los paraguayos que han abandonado la patria, definitivamente, en los últimos veinte años. La miseria empuja al éxodo a los habitantes del país que era, hasta hace un siglo, el más avamzado de América del Sur. Paraguay tiene ahora una población que apenas duplica a la que por entonces tenía y es, con Bolivia, uno de los dos países sudamericanos más pobres y atrasados. Los paraguayos sufren la herencia de una guerra de exterminio que se incorporó a la historia de América Latina como su capítulo más infame. Se llamó la Guerra de la Triple Alianza. Brasil, Argentina y Uruguay tuvieron a su cargo el genocidio. No dejaron piedra sobre piedra ni habitantes varones entre los escombros. Aunque Inglaterra no participó directamente en la horrorosa hazaña, fueron sus mercaderes, sus banqueros y sus industriales quienes resultaron beneficiados con el crimen de Paraguay. La invasión fue financiada, de principio a fin, por el Banco de Londres, la casa Baring Brothers y la banca Rothschild, en empréstitos con, intereses leoninos que hipotecaron la suerte de los países vencedores".

Hasta su destrucción, Paraguay se erguía como una excepción en América Latina: la única nación que el capital extranjero no había deformado. El largo gobierno de mano de hierro del dictador Gaspar Rodríguez de Francia (1814–1840) había incubado, en la matriz del aislamiento, un desarrollo económico autónomo y sostenido. El Estado, omnipotente, paternalista, ocupaba el lugar de una burguesía nacional que no existía, en la tarea de organizar la nación y orientar sus recursos y su destino. Francia se había apoyado en las masas campesinas para aplastar la oligarquía paraguaya y había, conquistado la paz interior tendiendo un estricto cordón sanitario frente a los restantes países del antiguo virreinato del Río de la Plata. Las expropiaciones, los destierros, las prisiones, las persecuciones y las multas no habían servido de instrumentos para la consolidación del dominio interno de los terratenientes y los comerciantes sino que, por el contrario, habían sido utilizados para su destrucción. No existían, ni nacerían más tarde, las libertades políticas y el derecho de oposición, pero en aquella etapa histórica sólo los nostálgicos de los privilegios perdidos sufrían la falta de democracia. No había grandes fortunas privadas cuando Francia murió, y Paraguay era el único país de América Latina que no tenía mendigos, hambrientos ni ladrones; los viajeros de la época encontraban allí un oasis de tranquilidad en medio de las demás comarcas convulsionadas por las guerras continuas. El agente norteamericano Hopkins informaba en 1845 a su gobierno que en Paraguay «no hay niño que no sepa leer y escribir...» Era también el único país que no vivía con la mirada clavada al otro lado del mar. El comercio exterior no constituía el eje de la vida nacional; la doctrina liberal, expresión ideológica de la articulación mundial de los mercados, carecía de respuestas para los desafíos que Paraguay, obligado a crecer hacia dentro por su aislamiento mediterráneo, se estaba planteando desde principios de siglo. El exterminio de la oligarquía hizo posible la concentración de los resortes económicos fundamentales en manos del Estado, para llevar adelante esta política autárquica de desarrollo dentro de fronteras.

Los posteriores gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano continuaron y vitalizaron la tarea. La economía estaba en pleno crecimiento. Cuando los invasores aparecieron en el horizonte, en 1865, Paraguay contaba con una línea de telégrafos, un ferrocarril y una buena cantidad de fábricas de materiales de construcción, tejidos, lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. Doscientos técnicos extranjeros, muy bien pagados por el Estado, prestaban su colaboración decisiva. Desde 1850, la fundición de Ibycui fabricaba cañones, morteros y balas de todos los calibres; en el arsenal de Asunción se producían cañones de bronce, obuses y balas. La siderurgia nacional, como todas las demás actividades económicas esenciales, estaba en manos del Estado. El país contaba con una flota mercante nacional, y habían sido construidos en el astillero de Asunción varios de los buques que ostentaban el pabellón paraguayo a lo largo del Paraná o a través del Atlántico y el Mediterráneo. El Estado virtualmente monopolizaba el comercio exterior: la yerba y el tabaco abastecían el consumo del sur del continente; las maderas valiosas se exportaban a Europa. La balanza comercial arrojaba un fuerte superávit. Paraguay tenía una moneda fuerte y estable, y disponía de suficiente riqueza para realizar enormes inversiones públicas sin recurrir al capital extranjero. El país no debía ni un centavo al exterior, pese a lo cual estaba en condiciones de mantener el mejor ejército de América del Sur, contratar técnicos ingleses que se ponían al servicio del país en lugar de poner al país a su servicio, y enviar a Europa a unos cuantos jóvenes universitarios paraguayos para perfeccionar sus estudios. El excedente económico generado por la producción agrícola no se derrochaba en el lujo estéril de una oligarquía inexistente, ni iba a parar a los bolsillos de los intermediarios, ni a las manos brujas de los prestamistas, ni al rubro ganancias que el Imperio británico nutría con los servicios de fletes y seguros. La esponja imperialista no absorbía la riqueza que el país producía. El 98 por ciento del territorio paraguayo era de propiedad pública: el Estado cedía a los campesinos la explotación de las parcelas a cambio de la obligación de poblarlas y cultivarlas en forma permanente y sin el derecho de venderlas. Había, además, sesenta y cuatro estancias de la patria, haciendas que el Estado administraba directamente. Las obras de riego, represas y canales, y los nuevos puentes y caminos contribuían en grado importante a la elevación de la productividad agrícola. Se rescató la tradición indígena de las dos cosechas anuales, que había sido abandonada por los conquistadores. El aliento vivo de las tradiciones jesuitas facilitaba, sin duda, todo este proceso creador.

El Estado paraguayo practicaba un celoso proteccionismo, muy reforzado en 1864, sobre la industria nacional y el mercado interno; los ríos interiores no estaban abiertos a las naves británicas que bombardeaban con manufacturas de Manchester y de Liverpool a todo el resto de América Latina. El comercio inglés no disimulaba su inquietud, no sólo porque resultaba invulnerable aquel último foco de resistencia nacional en el corazón del continente, sino también, y sobre todo, por la fuerza de ejemplo que la experiencia paraguaya irradiaba peligrosamente hacia los vecinos. El país más progresista de América Latina construía su futuro sin inversiones extranjeras, sin empréstitos de la banca inglesa y sin las bendiciones del comercio libre.

Pero a medida que Paraguay iba avanzando en este proceso, se hacía más aguda su necesidad de romper la reclusión. El desarrollo industrial requería contactos más intensos y directos con el mercado internacional y las fuentes de la técnica avanzada. Paraguay estaba objetivamente bloqueado entre Argentina y Brasil, y ambos países podían negar el oxígeno a sus pulmones cerrándole, como lo hicieron Rivadavia y Rosas, las bocas de los ríos, o fijando impuestos arbitrarios al tránsito de sus mercancías. Para sus vecinos, por otra parte, era una imprescindible condición, a los fines de la consolidación del estado olígárquico, terminar con el escándalo de aquel país que se bastaba a sí mismo y no quería arrodillarse ante los mercaderes británicos.

El ministro inglés en Buenos Aires, Edward Thornton; participó considerablemente en los preparativos de la guerra. En vísperas del estallido, tomaba parte, como asesor del gobierno, en las reuniones del gabinete argentino, sentándose al lado del presidente Bartolomé Mitre. Ante su atenta mirada se urdió la trama de provocaciones y de engaños que culminó con el acuerdo argentino–brasileño y selló la suerte de Paraguay. Venancio Flores invadió Uruguay, en ancas de la intervención de los dos grandes vecinos, y estableció en Montevideo, después de la matanza de Paysandú, su gobierno adicto a Río de Janeiro y Buenos Aires. La Triple Alianza estaba en funcionamiento. El presidente paraguayo Solano López había amenazado con la guerra si asaltaban Uruguay: sabía que así se estaba cerrando la tenaza de hierro en torno a la garganta de su país acorralado por la geografía y los enemigos. El historiador liberal Efraím Cardozo no tiene inconveniente en sostener, sin embargo, que López se plantó frente a Brasil simplemente porque estaba ofendido: el emperador le había negado la mano de una de sus hijas. La guerra había nacido. Pero era obra de Mercurio, no de Cupido.

La prensa de Buenos Aires llamaba «Atila de América» al presidente paraguayo López: «Hay que matarlo como a un reptil», clamaban los editoriales. En septiembre de 1864, Thornton envió a Londres un extenso informe confidencial, fechado en Asunción. Describía a Paraguay como Dante al infierno, pero ponía el acento donde correspondía: «Los derechos de importación sobre casi todos los artículos son del 20 o 25 por ciento ad valorem; pero como este valor se calcula sobre el precio corriente de los artículos, el derecho que se paga alcanza frecuentemente del 40 al 45 por ciento del precio de factura. Los derechos de exportación son del 10 al 20 por ciento sobre el valor...» En abril de 1865, el Standard, diario inglés de Buenos Aires, celebraba ya la declaración de guerra de Argentina contra Paraguay, cuyo presidente «ha infringido todos los usos de las naciones civilizadas», y anunciaba que la espada del presidente argentino Mitre «llevará en su victoriosa carrera, además del peso de glorias pasadas, el impulso irresistible de la opinión pública en una causa justa». El tratado con Brasil y Uruguay se firmó el 10 de mayo de 1865; sus términos draconianos fueron dados a la publicidad un año más tarde, en el diario británico The Times, que lo obtuvo de los banqueros acreedores de Argentina y Brasil. Los futuros vencedores se repartían anticipadamente, en el tratado, los despojos del vencido. Argentina se aseguraba todo el territorio de Misiones y el inmenso Chaco; Brasil devoraba una extensión inmensa hacia el oeste de sus fronteras. A Uruguay, gobernado por un títere de ambas potencias, no le tocaba nada. Mitre anunció que tomaría Asunción en tres meses. Pero la guerra duró cinco años. Fue una carnicería, ejecutada todo a lo largo de los fortines que defendían, tramo a tramo, el río Paraguay. El «oprobioso tirano» Francisco Solano López encarnó heroicamente la voluntad nacional de sobrevivir; el pueblo paraguayo, que no sufría la guerra desde hacía medio siglo, se inmoló a su lado. Hombres, mujeres, niños y viejos: todos se batieron como leones. Los prisioneros heridos se arrancaban las vendas para que no los obligaran a pelear contra sus hermanos. En 1870, López, a la cabeza de un ejército de espectros, ancianos y niños que se ponían barbas postizas para impresionar desde lejos, se internó en la selva. Las tropas invasoras asaltaron los escombros de Asunción con el cuchillo entre los dientes. Cuando finalmente el presidente paraguayo fue asesinado a bala y a lanza en la espesura del cerro Corá, alcanzó a decir: «¡Muero con mi patria!», y era verdad. Paraguay moría con él. Antes, López había hecho fusilar a su hermano y a un obispo, que con él marchaban en aquella caravana de la muerte. Los invasores venían para redimir al pueblo paraguayo: lo exterminaron.
Paraguay tenía, al comienzo de la guerra, poco menos población que Argentina. Sólo doscientos cincuenta mil paraguayos, menos de la sexta parte, sobrevivían en 1870. Era el triunfo de la civilización. Los vencedores, arruinados por el altísimo costo del crimen, quedaban en manos de los banqueros ingleses que habían financiado la aventura. El imperio esclavista de Pedro II, cuyas tropas se nutrían de esclavos y presos, ganó, no obstante, territorios, más de sesenta mil kilómetros cuadrados, y también mano de obra, porque muchos prisioneros paraguayos marcharon a trabajar en los cafetales paulistas con la marca de hierro de la esclavitud. La Argentina del presidente Mitre, que había aplastado a sus propios caudillos federales, se quedó con noventa y cuatro mil kilómetros cuadrados de tierra paraguaya y otros frutos del botín, según el propio Mitre había anunciado cuando escribió: «Los prisioneros y demás artículos de guerra nos los dividiremos en la forma convenida». Uruguay, donde ya los herederos de Artigas habían sido muertos o derrotados y la oligarquía mandaba, participó de la guerra como socio menor y sin recompensas. Algunos de los soldados uruguayos enviados a la campaña del Paraguay habían subido a los buques con las manos atadas. Los tres países sufrieron una bancarrota financiera que agudizó su dependencia frente a Inglaterra. La matanza de Paraguay los signó para siempre.

Brasil había cumplido con la función que el Imperio británico le había adjudicado desde los tiempos en que los ingleses trasladaron el trono portugués a Río de Janeiro. A principios del siglo XIX, habían sido claras las instrucciones de Canníng al embajador, Lord Strangford: «Hacer del Brasil un emporio para las manufacturas británicas destinadas al consumo de toda la América del Sur». Poco antes de lanzarse a la guerra, el presidente de Argentina había inaugurado una nueva línea de ferrocarriles británicos en su país, y había pronunciado un inflamado discurso: «¿Cuál es la fuerza que impulsa este progreso? Señores: ¡es el capital inglés!». Del Paraguay derrotado no sólo desapareció la población: también las tarifas aduaneras. los hornos de fundición, los ríos clausurados al libre comercio, la independencia económica v vastas zonas de su territorio. Los vencedores implantaron, dentro de las fronteras reducidas por el despojo, el librecambio y el latifundio. Todo fue saqueado y todo fue vendido: las tierras y los bosques, las minas, los yerbales, los edificios de las escuelas. Sucesivos gobiernos títeres serían instalados, en Asunción, por las fuerzas extranjeras de ocupación. No bien terminó la guerra, sobre las ruinas todavía humeantes de Paraguay cayó el primer empréstito extranjero de su historia. Era británico, por supuesto. Su valor nominal alcanzaba el millón de libras esterlinas, pero a Paraguay llegó bastante menos de la mitad; en los años siguientes, las refinanciaciones elevaron la deuda a más de tres millones. La Guerra del Opio había terminado, en 1842, cuando se firmó en Nanking el tratado de libre comercio que aseguró a los comerciantes británicos el derecho de introducir libremente la droga en el territorio chino. También la libertad de comercio fue garantizada por Paraguay después de la derrota. Se abandonaron los cultivos de algodón, y Manchester arruinó la producción textil; la industria nacional no resucitó nunca.

(...)

La triple Alianza sigue siendo todo un éxito.

Los hornos de la fundación de Ibycuí, donde se forjaron los cañones que defendieron a la patria invadida, se erguían en un paraje que ahora se llama Mina-cué -que en guaraní significa Fue mina.

Allí, entre pantanos y manquitos, junto a los restos de un muro derruido, yace todavía la bese de la chimenea que los invasores volaron, hace un siglo, con dinamita, y pueden verse los pedazos de hierro podrido de las instalaciones deshechas. Viven, en la zona, unos, pocos campesinos en harapos, que ni siquiera saben cuál fue la guerra que destruyó todo eso.

Sin embargo, ellos dicen que en ciertas noches se escuchan, allí, voces de máquina y truenos de martillos, estampidos de cañones y alaridos de soldados.

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Lo saque de una pagina de internet, obvio, pero es un capitulo del libro de Eduardo Galeano.

Es increible como cambia la perspectiva de la historia segun la forma de ver las cosas... lo que me hace pensar que no hay una sola historia, eso quizas nunca lo sepamos... simplemente hay distintas versiones de la historia segun quien la escribe.


Aprovechando que lo siguen aca, esto puse yo en el trhead anterior donde surgio el tema... lo posteo para ampliar las posturas sobre el origen y objetivos de la guerra.
 
Panchi, contesto tu post que viene de este Thread (http://www.zona-militar.com/foros/showthread.php?p=842604#post842604)

Principalmente la parte que decís:
La postura del Sr. forista Tronador es acorde a la historiografía llamada "oficial" (liberal o mitrista), con la cual estoy en las antípodas.

Cual cree que es exactamente mi postura respecto a la guerra de la triple Alianza?

Respecto a la postura liberal o Mitrista,sobre la guerra, cual es exáctamente y que diferencia tiene con las otras posturas (la de Alberdi)?

Cual es su razonamiento o en que se basa para decir que está absolutamente en contra de la Guerra del Paraguay?

Cual es su postura de la Guerra del Paraguay, más allá de que esté en absolutamente contra?

Pregunto, porque nuestro país fue invadido (nosotros no fuimos los agresores), entonces que teníamos que hacer? defendernos y restablecer nuestra soberanía o dejar que pasen como si nada y usen nuestro territorio (porque luego a Brasil, imagino que también se lo deberíamos de haber cedido)?

Yo hasta hace unos años también me creía la historia del Paraguay pujante y ejemplo, pero cuando en base al libro Maldita Guerra (que para mi es muy serio), investigaciones que realizó Rosendo Fraga (y cosas que me contó mi abuelo, que se fue a vivir a Paraguay a fines de los 40)..., cambié mi visión.

La corriente historiográfica denominada "oficial" glorifica esa guerra, el revisionismo (en sus 3 variantes) al que yo adhiero, por el contrario, la considera la página mas negra de la historia militar argentina.
¿Pasar transitoriamente por un territorio propio ya es considerado una invasión que justifique una guerra bestial de 5 años, que dejara al "invasor" con apenas el 10% de su población masculina viva?
No se olvide del siguiente hecho mi amigo: la inmensísima mayoría de los caudillos federales (bueno, los que quedaban vivos para ese momento y que no fueron bestialmente asesinados por la policía mitrista, liderada por los Generales Sandes, Paunero, Arredondo y demás degolladores de gauchos e indios) y por consiguiente el pueblo argentino al que ellos representaban, odiaron esa guerra que estuvo llena de deserciones.... si hasta encadenados llevaban a los hombres a pelear. Las palabras de un gran patriota como fuera el Grl. Ricardo López Jordán para el Grl. Urquiza (un gran traidor), en respuesta a la convocatoria del último a voluntarios para la Guerra de la Triple Infamia, son una muestra de esto que afirmo: “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos a pelear a porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano”.
Por cierto, Rosendo Fraga (al igual que Isidoro Ruiz Moreno, mas allá de alguna que otra cosa buena que haya dicho sobre Malvinas) son dos hombres pertenecientes al paleolítico inferior, que con su historiografía liberal ya marchita y superada, no han hecho mas que contribuir al proceso de putrefacción de la mentalidad militar argentina.
 
Si el "invasor transitorio" no se rinde sigue siendo una amenaza mas teniendo en cuenta la acumulación de armas y tropas que venia haciendo Lopez y la voluntad de usarlas fuera de su territorio que demostró cuando invade corrientes para apoyar a sus aliados en Uruguay
 
Invadio nuestro territorio punto, ahora somos tan pusilanimes que culpamos a nuestros antecesores por no haber sido tan degradados como nosotros,siempre lo mismo , en Malvinas nuestras peliculas muestran solo soldados llorones y a Galtieri, en la guerra del Paraguay en la que ciertamente nos defendimos hablan de asesinato, no tenemos dignidad,para los progres de hoy parece ser que tenemos que ser los mancebos del mundo, el trapo de piso de Paraguay.Nuestro proceres se defendieron e hicieron lo correcto por mas duro que eso parezca..........
 
Si el "invasor transitorio" no se rinde sigue siendo una amenaza mas teniendo en cuenta la acumulación de armas y tropas que venia haciendo Lopez y la voluntad de usarlas fuera de su territorio que demostró cuando invade corrientes para apoyar a sus aliados en Uruguay

Esa "invasión" según tu punto de vista (al cual obviamente respeto, solo que no comparto), se trató de un cruce que necesariamente las tropas paraguayas tenían que hacer por esa zona, sin permanencia de las mismas en territorio argentino. Para ello previamente pidieron autorización dando las explicaciones del caso, y nuestro patriótico gobierno de entonces (patriótico para Inglaterra, no para los argentinos), denegó a propósito ese permiso de cruce, justamente para hacerse de un casus belli y poder declarar la guerra.
El Paraguay de los López ni remotamente constituía una hipótesis de conflicto militar con Argentina, sí en cambio constituía una hipóstesis de conflicto comercial para todas las manufacturas del Reino Unido.
Sra. forista Johana, con el debido respeto que su apreciación merece (que también respeto y no comparto en absoluto) le cuento que me recuerda a las viles comparaciones que hace el Dr. Isidoro Ruiz Moreno en algún libro suyo, poniendo a la misma altura Malvinas (guerra gloriosa) con la Triple Alianza (o Cuádruple Alianza mejor dicho, ya que claramente el mas favorecido de la victoria fue el Imperio Británico, que se deshizo de un gran competidor industrial-comercial que para épocas de esa vergonzosa guerra, contaba ya con numerosas fábricas, ferrocarril e industria pesada). A la primera llevaban como dije antes a los soldados encadenados, a Malvinas se ofrecieron miles y miles de voluntarios.... mire qué diferencia.
Por cierto Sra. Johana, no me endilgue palabras que no salieron de mi escritura, esa es una actitud muy fea su parte.... jamás diría que somos un pueblo pusilánime ni que Malvinas fue una guerra de soldados llorones (de hecho me producen asco todos los seres abyectos que son de esa opinión denigradora de nuestro Pueblo y de nuestros Soldados). Por favor, hágase cargo Ud. de sus palabras teniendo la amabilidad de no endilgármelas a mi, fíjese que de las mías me hago cargo yo sin endoso a terceros. Debatir en esos términos, es decir, metiendo chicanas, no es para nada constructivo. Sería bueno que opusiera argumentos serios tal como hacen por ejemplo los foristas Cyberpampa y TronadorII, con quienes si bien no mantenemos los mismos puntos de vista, podemos discutir con altura.
Le hago una pregunta ya que habló de "próceres" que encabezaron la guerra: ¿El Grl. Bartolomé Mitre, asesino de gauchos, indios y caudillos, entregador de nuestra industria, destructor de nuestras incipientes manufacturas, es para Ud. un prócer? ¿Se refiere a ese pusilánime en tanto prócer argentino o prócer de los ingleses?
Ah, y última aclaración: no soy ni progre ni tampoco liberal para su conocimiento. La razón es sencilla, tengo Patria, ellos no.
 
Esa "invasión" según tu punto de vista (al cual obviamente respeto, solo que no comparto), se trató de un cruce que necesariamente las tropas paraguayas tenían que hacer por esa zona, sin permanencia de las mismas en territorio argentino. Para ello previamente pidieron autorización dando las explicaciones del caso, y nuestro patriótico gobierno de entonces (patriótico para Inglaterra, no para los argentinos), denegó a propósito ese permiso de cruce, justamente para hacerse de un casus belli y poder declarar la guerra.


Panchi el supuetso que sostenes no existia ni existe en el derecho internacional. Paraguay invadio la provincia de Corrientes, este hecho no se puede discutir. La invasión comenzo con el ataque a dos buques de guerra argentinos amarrados en el puerto de la ciudad de Corrientes (casi no hubo sobrevivientes entre las valerosas tripulaciones que defendieron sus naves y nuestro pabellon en ellas). Acto seguido la ciudad fue tomada y hubo varios actos de pillaje, abuso sexual y secuestro perpetrado por las tropas paraguayas. Respeto tú postura revisionista, pero Jose María Rosa es un autor más, no es el único ni el más cercano a la verdad entre todos los demas. El más grande historiador argentino de este tiempo (respetadisimo incluso por los que estan en la vereda opuesta a la de el) Tulio Halperin Donghi, ha dicho con toda justicia que el revisionismo historico a hecho aportes pobrisimos a la historiografia nacional, abogando siempre por una vision decadentista de la historia argentina. Mi humilde vision de este hecho historico : Paraguay invadio, hecho concreto y no discutible, Paraguay se zarpo, Paraguay se jodio. Punto. Es el terrible costo que pago por ser mal gobernado por un delirante que cometio el ******** error de meterse con la Argentina. A lo largo de nuestra historia otros osaron cometer el mismo grueso error y así les fue, vg. batalla de Carmen de Patagones, batalla de Ituzaigo- Paso do Rosario, batalla de Vuelta de Obligado, bombas sobre buques de la Royal Navy en el estrecho de San Carlos, etc.
Mí patria esta primero, y siempre voy preferir en cualquier campo de batalla- se gane o se pierda- seguir y defender mí pabellon por sobre cualquier otro. Si pudiesemos viajar en el tiempo y estar en Curupayty -por dar un ejemplo- y elegiesemos el pabellon paraguayo, seria traicionar a la patria, y traicionar a cientos de argentinos que sabiendo que morian ese día igual fueron a la batalla cumpliendo el sagrado juramento de seguir y defender nuestra bandera hasta perder la vida.

Mis más respetuosos saludos. (espero respetes mi opinión como yo respeto la tuya).

Francisco.
 
Francisco, desde luego que respeto tu opinión, y con todo gusto discutiré el tema con vos.

Panchi el supuetso que sostenes no existia ni existe en el derecho internacional.

Si vamos a considerar "invasión" al pasaje de tropas paraguayas por nuestro territorio, también consideremos "invasión" al desfile de los bandeirantes en la "victoria" de Caseros, al cual dió lugar el Grl. Urquiza (la cual sabemos bien que no fue invasión).

La invasión comenzo con el ataque a dos buques de guerra argentinos amarrados en el puerto de la ciudad de Corrientes (casi no hubo sobrevivientes entre las valerosas tripulaciones que defendieron sus naves y nuestro pabellon en ellas). Acto seguido la ciudad fue tomada y hubo varios actos de pillaje, abuso sexual y secuestro perpetrado por las tropas paraguayas.

¿Según qué historiador y avalado con qué documentos?


Respeto tú postura revisionista, pero Jose María Rosa es un autor más, no es el único ni el más cercano a la verdad entre todos los demas. El más grande historiador argentino de este tiempo (respetadisimo incluso por los que estan en la vereda opuesta a la de el) Tulio Halperin Donghi, ha dicho con toda justicia que el revisionismo historico a hecho aportes pobrisimos a la historiografia nacional, abogando siempre por una vision decadentista de la historia argentina.

Rosa es un historiador mas, de la misma manera que lo es Tulio Halperín Donghi. Totalmente fuera de discusión. En cuanto a la honestidad personal e intelectual de uno y de otro, te cuento: el primero que mencioné fue perseguido políticamente, estuvo preso, no se llenó de plata trabajando en ninguna universidad norteamericana, no fue colaboracionista ni funcionario de ningún gobierno de facto aliado con EE.UU., no persiguió alumnos ni profesores, lo que escribió de la historia argentina lo hizo avalado por documentos históricos de los cuales se munió no solo en la Argentina, sino también viajando a Madrid para obtenerlos en el Archivo de Indias. Te cuento ahora un poco acerca del Currículum Vitae del amigo Halperín Donghi: se autodeclara supuesto "socialista democrático" que fue funcionario de la Revolución Libertadora, durante ese gobierno fue rector en la Universidad Nacional de Cuyo participando activamente de la bestial "intervención" de las Universidades Nacionales encabezada por otro "socialista" de su talla como fuera José Luis Romero, participó de la persecución y de la destitución de 4000 profesores adherentes o sospechados de ser adherentes del régimen anterior (si, hasta contra los que no había pruebas se metieron los "socialistas democráticos"), cuando escribe la historia de la Revolución Libertadora de la cual él fue funcionario, misteriosamente "se olvida" de que para llegar al poder, meses antes bombardearon una plaza llena de civiles inocentes, también "se olvida" que el régimen del cual él cobró mucha plata como rector universitario fusiló ilegalmente civiles y militares durante 1956.... por cierto, desde hace unos 40 años es profesor en la Universidad de California. Desde el punto de vista de sus méritos intelectuales, el tipo en uno de sus libros (no recuerdo cuál, hace mucho lo leí) lo que hace y reconoce en definitiva, es devolverle los laureles a la vieja y superada historiografía oficial mitrista, cuya falsificación de la historia y deshonestidad intelectual quedó probada documentalmente hace mas de 100 años por Adolfo Saldías y por la correspondencia entre Bartolomé Mitre y Domingo Faustino.
Esa, es la calidad personal desde el punto de vista de su honestidad, y esa es la "calidad" académica de Halperín Donghi. Mirá lo que será el tipo, que en un reducto tradicionalmente liberal de izquierda (y gorila) como es la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hace rato ya dejó de tener hegemonía en las distintas cátedras de Historia Argentina, justamente por gorila....

Mi humilde vision de este hecho historico : Paraguay invadio, hecho concreto y no discutible, Paraguay se zarpo, Paraguay se jodio. Punto. Es el terrible costo que pago por ser mal gobernado por un delirante que cometio el ******** error de meterse con la Argentina. A lo largo de nuestra historia otros osaron cometer el mismo grueso error y así les fue, vg. batalla de Carmen de Patagones, batalla de Ituzaigo- Paso do Rosario, batalla de Vuelta de Obligado, bombas sobre buques de la Royal Navy en el estrecho de San Carlos, etc.
Mí patria esta primero, y siempre voy preferir en cualquier campo de batalla- se gane o se pierda- seguir y defender mí pabellon por sobre cualquier otro. Si pudiesemos viajar en el tiempo y estar en Curupayty -por dar un ejemplo- y elegiesemos el pabellon paraguayo, seria traicionar a la patria, y traicionar a cientos de argentinos que sabiendo que morian ese día igual fueron a la batalla cumpliendo el sagrado juramento de seguir y defender nuestra bandera hasta perder la vida.

Estoy de acuerdo con vos en que la Patria es lo primero. Adhiero totalmente a lo que comentaste sobre Vuelta de Obligado y Malvinas, sin embargo, la Triple Alianza no fue un triunfo argentino, fue un triunfo inglés, nos guste o no nos guste. Suponiendo que los conceptos que vertiste sobre la invasión de Corrientes y los hechos allí ocurridos fueran reales (te doy la derecha por un momento), la represalia por los mismos no ameritaba una guerra bestial de 5 años de duración que dejara al enemigo con solo 10% de su población masculina viva. Por otra parte, si tan "chusma incivil" (al decir de los liberales) fueran los paraguayos, ¿cómo se explica la oposición a la guerra por parte del gauchaje y de los pocos caudillos vivos que quedaban? ¿Cómo se explica la analogía que hacen algunos historiadores entre Malvinas y la Triple Alianza -tomando conceptos de Nicolás Kasanzew- habiendo sido la primera plebiscitada favorablemente por todo el pueblo argentino mientras que la segunda fuera odiada por el mismo(salvo por los apóstoles de los regímenes mitro-sarmientistas, desde luego)?
Desde mi punto de vista, el gran error del Paraguay fue haberse escindido de la Confederación Argentina años antes de Caseros (de hecho Rosas, si bien nunca fue hostil con ese ahora país, nunca reconoció su independencia). Si así hubiera sido, no habría entrado en guerra con un país "extranjero" como la Argentina y ni "Don Bartolo" ni "Dominguito" hubieran tenido motivos para una guerra contra un "enemigo extranjero".

Mis más respetuosos saludos, y aún en el disenso, te mando un cordial abrazo también.
 
Si vamos a considerar "invasión" al pasaje de tropas paraguayas por nuestro territorio, también consideremos "invasión" al desfile de los bandeirantes en la "victoria" de Caseros, al cual dió lugar el Grl. Urquiza (la cual sabemos bien que no fue invasión).

A ver, separemos la paja del trigo. Cuando un ejercito entra en el territorio de otro país no es un pasaje temporal o una mera visita de cortesia es una invasión lisa y llana, es avasallar la soberania territorial de otro estado. Además esta claramento demostrado que no pasaron, sino que todo lo contrario se quedaron y se apoderaron de toda una provincia argentina (recien cuando se pudo remontar una fuerza militar acorde a las circunstancias se libero a Corrientes de la invasion paraguaya, sinedo la batalla de Yatay -actual paso de los libres, del otro lado y al sur de la provincia de marras- la primera de esta guerra. Los sucesos de febrero de 1852 dan para otro topic, pero desde ya te adelanto mí postura (no son comparables). Y no lo digo por que sea admirador de Urquiza - todo lo contrario- sino porque los hechos se dieron en un contexto de guerra civil, donde uno de los bandos pidio ayuda extranjera (acto repudiable, sin lugar a dudas). En cambio Paraguay invadio per se, sin que nadie lo invitara o se lo pidiera.


¿Según qué historiador y avalado con qué documentos?

Los historiadores que por ideologia politica, destruyen la imagen y reputación de su propio país no son de mi agrado y los considero canallas. Esto último no me hace admirar a aquellos que falsifican la historia. Pero mezclar a mí país la República Argentina en una asocición ilicita a los fines e destruir un país y su pueblo, es una calumnia y una injuria (por lo menos para mi).

Rosa es un historiador mas, de la misma manera que lo es Tulio Halperín Donghi. Totalmente fuera de discusión. En cuanto a la honestidad personal e intelectual de uno y de otro, te cuento: el primero que mencioné fue perseguido políticamente, estuvo preso, no se llenó de plata trabajando en ninguna universidad norteamericana, no fue colaboracionista ni funcionario de ningún gobierno de facto aliado con EE.UU., no persiguió alumnos ni profesores, lo que escribió de la historia argentina lo hizo avalado por documentos históricos de los cuales se munió no solo en la Argentina, sino también viajando a Madrid para obtenerlos en el Archivo de Indias. Te cuento ahora un poco acerca del Currículum Vitae del amigo Halperín Donghi: se autodeclara supuesto "socialista democrático" que fue funcionario de la Revolución Libertadora, durante ese gobierno fue rector en la Universidad Nacional de Cuyo participando activamente de la bestial "intervención" de las Universidades Nacionales encabezada por otro "socialista" de su talla como fuera José Luis Romero, participó de la persecución y de la destitución de 4000 profesores adherentes o sospechados de ser adherentes del régimen anterior (si, hasta contra los que no había pruebas se metieron los "socialistas democráticos"), cuando escribe la historia de la Revolución Libertadora de la cual él fue funcionario, misteriosamente "se olvida" de que para llegar al poder, meses antes bombardearon una plaza llena de civiles inocentes, también "se olvida" que el régimen del cual él cobró mucha plata como rector universitario fusiló ilegalmente civiles y militares durante 1956.... por cierto, desde hace unos 40 años es profesor en la Universidad de California. Desde el punto de vista de sus méritos intelectuales, el tipo en uno de sus libros (no recuerdo cuál, hace mucho lo leí) lo que hace y reconoce en definitiva, es devolverle los laureles a la vieja y superada historiografía oficial mitrista, cuya falsificación de la historia y deshonestidad intelectual quedó probada documentalmente hace mas de 100 años por Adolfo Saldías y por la correspondencia entre Bartolomé Mitre y Domingo Faustino.
Esa, es la calidad personal desde el punto de vista de su honestidad, y esa es la "calidad" académica de Halperín Donghi. Mirá lo que será el tipo, que en un reducto tradicionalmente liberal de izquierda (y gorila) como es la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hace rato ya dejó de tener hegemonía en las distintas cátedras de Historia Argentina, justamente por gorila....

Te agradezco los datos aportados sobre Donghi, la verdad los desconocia. Igual no lo desterrare de mí biblioteca, al igual que como no he desterrado ni desterrare a Rosa. A todos hay que leer criticamente.

Estoy de acuerdo con vos en que la Patria es lo primero. Adhiero totalmente a lo que comentaste sobre Vuelta de Obligado y Malvinas, sin embargo, la Triple Alianza no fue un triunfo argentino, fue un triunfo inglés, nos guste o no nos guste. Suponiendo que los conceptos que vertiste sobre la invasión de Corrientes y los hechos allí ocurridos fueran reales (te doy la derecha por un momento), la represalia por los mismos no ameritaba una guerra bestial de 5 años de duración que dejara al enemigo con solo 10% de su población masculina viva. Por otra parte, si tan "chusma incivil" (al decir de los liberales) fueran los paraguayos, ¿cómo se explica la oposición a la guerra por parte del gauchaje y de los pocos caudillos vivos que quedaban? ¿Cómo se explica la analogía que hacen algunos historiadores entre Malvinas y la Triple Alianza -tomando conceptos de Nicolás Kasanzew- habiendo sido la primera plebiscitada favorablemente por todo el pueblo argentino mientras que la segunda fuera odiada por el mismo(salvo por los apóstoles de los regímenes mitro-sarmientistas, desde luego)?
Desde mi punto de vista, el gran error del Paraguay fue haberse escindido de la Confederación Argentina años antes de Caseros (de hecho Rosas, si bien nunca fue hostil con ese ahora país, nunca reconoció su independencia). Si así hubiera sido, no habría entrado en guerra con un país "extranjero" como la Argentina y ni "Don Bartolo" ni "Dominguito" hubieran tenido motivos para una guerra contra un "enemigo extranjero".


Estimado, la guerra bestial duro por la bestia de Solano Lopez. Despues de Tuyutí estaba perdido, lo supo y no le importo su país más que su orgullo personal. Se hubiese rendido y hoy Paraguay sería otra cosa. No podía enfrentar al ejercito imperial brasilero (el que realmente gano la guerra) con el apoyo logistico argentino. De entrada estaba perdido. La consecuencia de su imbecilidad fue no solo la destrucción de su país sino la perdida para siempre de territorios en disputa que una vez acabada la guerra el Paraguay no pudo discutir ni esgrimir sus argumentos sobre la soberania de los mismos. Ejemplo de lo que te digo: Formosa, Chaco, Misiones; eran territorios en la nebulosa que ambos paises (Argentina y Paraguay) se adjudicaban para si. Finalizada la guerra se corrio la frontera sin mayores problemas (hecho tapado por la historia oficial, que da por sentado que el territorio de estas tres provincias era indiscutidamente argentino antes de la guerra, hecho falso por cuanto eran puro monte y más bien tierra de nadie), y se paso a discutir (laudo del presidente yanky Hayes de por medio) la mitad de lo que es hoy el actual territorio del Paraguay. Ahora bien te pregunto, ¿vos, en virtud de la justicia que veo sustenta tus argumentos (conforme tu particular punto de vista, claro) les devolverias las tierras que según tu linea de pensamiento podriamos inferir que les habriamos afanado? (conste que para mí no hubo robo alguno, la guerra sanjo violentamente cualquier disputa al respecto, para bien nuestro). Por último, Paraguay nunca se ecindio de la Cofederación Argentina porque nunca formo parte de ella. Vencido Belgrano en Tacuarí ellos hicieron su vida independiente, de hecho declararón su independencia el 11 de mayo de 1811. Mucho antes que la nuestra. Siempre fueron otro país desde el momento en que se diluyo el poder español en estas tierras. La idea del Paraguay integrante del territorio argentino es una vil impostura del revisionismo.

Te envio un abrazo, con la mejor buena onda. Y es también un placer para mí debatir con vos.:cheers2:
 
A ver, separemos la paja del trigo. Cuando un ejercito entra en el territorio de otro país no es un pasaje temporal o una mera visita de cortesia es una invasión lisa y llana, es avasallar la soberania territorial de otro estado.

Si nos ponemos en rigurosos, y ¿etimológicamente? hablando te tendría que dar la derecha.... pero como te dije, no era necesaria tal represalia como la que expuse.... y si tan bestial hubiese sido esa invasión, no se explica la total impopularidad de la guerra entre el pueblo argentino, sobre la cual no me comentaste nada. Tratándose de una guerra justa y gloriosa, el pueblo hubiera respondido de la misma manera que respondió en Malvinas... y no lo digo solo en el aspecto de querer ir a pelear contra el agresor externo, también lo digo desde el punto de vista de nuestra unión interior, ya que para la época de Malvinas el país estaba tan o mas dividido que en la época de la Triple Alianza (Proceso de Reorganización Nacional de por medio), y así y todo, ese pueblo confrontado con el gobierno de facto, olvidó las diferencias (que eran de muerte), y se unió en pos de una causa, convirtiéndola en Causa Nacional. La Triple Alianza fue justamente, todo lo contrario: mas impopular que Hitler en el barrio de Once.

Los historiadores que por ideologia politica, destruyen la imagen y reputación de su propio país no son de mi agrado y los considero canallas. Esto último no me hace admirar a aquellos que falsifican la historia. Pero mezclar a mí país la República Argentina en una asocición ilicita a los fines e destruir un país y su pueblo, es una calumnia y una injuria (por lo menos para mi).
[...]
Te agradezco los datos aportados sobre Donghi, la verdad los desconocia. Igual no lo desterrare de mí biblioteca, al igual que como no he desterrado ni desterrare a Rosa. A todos hay que leer criticamente.

Mirá, esto que planteás de la subjetividad/objetividad es un tema dificilísimo. Un historiador, aún como científico social que es, no puede desembarazarse de su escala de valores ni de su ideología. Siempre discutí y jamás me puse de acuerdo con aquellos académicos autodeclarados "neutrales", "libres de toda ideología", "totalmente asépticos", etc. etc. que hablaban de investigar y de hacer ciencias sociales desprovistos de toda ideología, simple y sencillamente porque todos la tenemos, y porque por consiguiente todo lo que hablemos/investiguemos/divulguemos en materia de cualquier ciencia social, aunque no lo querramos, incoscientemente estartará siempre cubierto de un manto (mas fino, mas grueso, igual da) de subjetividad. No existe, ni va a existir nunca "la verdad histórica", ni "sociológica", y muchísimo menos la "verdad política". Por supuesto: todo tiene un límite, que es cuando uno miente de forma consciente y artera. Así lo ha hecho la corriente historiográfica perteneciente a la "Historia Oficial" (Mitre, Levene, etc.), y así lo hace también reconociéndole y hasta rindiéndole culto a ésta, la corriente denominada "Historia Social" (Romero -padre e hijo-, Halperín Donghi, etc.), que no son mas que la re-edición de la Historia Oficial, solo que en una versión mas modernizada y "académica", que recurre al asesoramiento de antropólogos, sociólogos, etc. para mostrarse mas "científica". Acerca de hacer política con la historia, me permito humildemente recomendarte un título de Arturo Jauretche denominado "Política Nacional y Revisionismo Histórico", que justamente se mete en este tema de manera mucho mas exhaustiva que lo he hecho yo y con la honestidad que no tienen los "académicos" falsamente autodenominados "neutrales" y "hacedores de una ciencia libre de ideologías".
Pasando a tu comentario sobre la "asociación ilícita" de la República Argentina en su conjunto, a los fines e destruir un país y su pueblo, te comento que no soy de esa opinión. En todo caso la "asociación ilícita" fue de la minoría oligárquica mitrista con el extranjero. El Pueblo Argentino claramente pensaba distinto, por eso desertaba.

Estimado, la guerra bestial duro por la bestia de Solano Lopez. Despues de Tuyutí estaba perdido, lo supo y no le importo su país más que su orgullo personal. Se hubiese rendido y hoy Paraguay sería otra cosa. No podía enfrentar al ejercito imperial brasilero (el que realmente gano la guerra) con el apoyo logistico argentino. De entrada estaba perdido. La consecuencia de su imbecilidad fue no solo la destrucción de su país sino la perdida para siempre de territorios en disputa que una vez acabada la guerra el Paraguay no pudo discutir ni esgrimir sus argumentos sobre la soberania de los mismos. Ejemplo de lo que te digo: Formosa, Chaco, Misiones; eran territorios en la nebulosa que ambos paises (Argentina y Paraguay) se adjudicaban para si. Finalizada la guerra se corrio la frontera sin mayores problemas (hecho tapado por la historia oficial, que da por sentado que el territorio de estas tres provincias era indiscutidamente argentino antes de la guerra, hecho falso por cuanto eran puro monte y más bien tierra de nadie), y se paso a discutir (laudo del presidente yanky Hayes de por medio) la mitad de lo que es hoy el actual territorio del Paraguay. Ahora bien te pregunto, ¿vos, en virtud de la justicia que veo sustenta tus argumentos (conforme tu particular punto de vista, claro) les devolverias las tierras que según tu linea de pensamiento podriamos inferir que les habriamos afanado? (conste que para mí no hubo robo alguno, la guerra sanjo violentamente cualquier disputa al respecto, para bien nuestro). Por último, Paraguay nunca se ecindio de la Cofederación Argentina porque nunca formo parte de ella. Vencido Belgrano en Tacuarí ellos hicieron su vida independiente, de hecho declararón su independencia el 11 de mayo de 1811. Mucho antes que la nuestra. Siempre fueron otro país desde el momento en que se diluyo el poder español en estas tierras. La idea del Paraguay integrante del territorio argentino es una vil impostura del revisionismo.

Por los errores de López, que se haga cargo López, que indudablemente y por lo expuesto, mucho tiene que responder a la historia y a su pueblo. Mas allá de la "invasión-pasaje" por nuestro territorio que nosotros estamos discutiendo, el régimen mitrista quería la guerra sea como sea, y si no tenía el casus belli de Corrientes iban a encontrar el que fuere.... desde luego, todo a instancias de la diplomacia británica que como viene haciendo históricamente, ha movido las piezas del ajedrez de manera brillante en el campo de las relaciones exteriores. Claramente y como vengo diciendo, fue el Imperio Británico el mayor beneficiado de la capitulación paraguaya. Acá me remito a la afirmación de Agatha Christie, quien no casualmente dijo: "dime quién fue el mayor beneficiario del crímen, y te diré quién es el asesino". En cuanto a la cuestión de las provincias "argentino-paraguayas" en cuestión, convengamos que ni ese ni ningún límite estaba del todo establecido para entonces.... tampoco estaban definidos con todo rigor como el de hoy en día, los países de Suramérica. Esta no es una vil impostura del Revisionismo Histórico. Fijáte que Felipe Varela (otra de las tantas víctimas del mitro-sarmientismo junto con Peñaloza y López Jordán) todavía hacia 1866 hablaba (y peleaba) seriamente de una "Unión Suramericana", con lo cual, no es que la Triple Alianza fue garantía de una no-escición territorial argentina, ya que para entonces en varios de los actuales "países" todavía podía hablarse de una América Unida y no balcanizada.
Lo que me comentás de "devolver tierras" en el actual contexto, es un imposible, pensemos justamente como comenté en el párrafo anterior, del contexto de entonces. Son inconmensurables.

Te envio un abrazo, con la mejor buena onda. Y es también un placer para mí debatir con vos.:cheers2:

Igualmente, :cheers2:
 
LA GUERRA DEL PARAGUAY

Estimados foristas,

Les transcribo al pie un artículo que escribí hace un par de años sobre las causas y consecuencias de la Guerra del Paraguay. La bibliografía en que me basé se encuentra al final del trabajo.

Espero aportar algo de claridad al tema para quienes no han tenido la oportunidad de leer toda la bibliografía sobre esta guerra.

Stratos



LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

SUS CAUSAS Y CONSECUENCIAS


1. INTRODUCCIÓN

El 9 de Mayo de 1865 la República Argentina, en alianza con el Imperio del Brasil y la República Oriental del Uruguay, declaraba formalmente la guerra a la República del Paraguay. A esta guerra, la más sangrienta y brutal de la América del Sur, se la conoce internacionalmente como la Guerra de la Triple Alianza aunque en la Republica Argentina, informalmente, se la recuerda como la Guerra del Paraguay.

El Presidente de la Confederación Argentina, general Bartolomé Mitre, con el tono exaltado de quien busca insuflar el espíritu guerrero en sus conciudadanos ante la inminencia de la guerra, exclamó: “En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en Corrientes (territorio argentino que había sido ocupado por Paraguay sin previa declaración de guerra), en 3 meses en Asunción (Capital del Paraguay)”. Lamentablemente, sus previsiones estuvieron muy alejadas de la realidad. Esta guerra, que estaba pensada como un “paseo militar”, recién finalizó casi cinco años después, el 1ro de Marzo de 1870, con la muerte del gobernante paraguayo, el General Francisco Solano López. En el camino, el Paraguay había sido arrasado y había muerto el 50 % de su población a consecuencia de las balas de los cañones, del hambre y de las pestes. Solo quedaba en pié el 10 % de su población masculina, compuesta casi exclusivamente por ancianos, niños y extranjeros.

No existe una versión oficial argentina sobre los antecedentes, causas y consecuencias de esta guerra que nos permita exponer una postura institucional al respecto.

Es por ello que, al analizar los antecedentes y las causas que llevaron a esta contienda armada y sus consecuencias para los países participantes, rescataré la opinión de diversos autores, especialmente argentinos, y que representan a distintas corrientes historiográficas, sin emitir juicios de valor sobre estas, dejando a los lectores el análisis de sus opiniones para extraer sus propias conclusiones.

2. LOS ANTECEDENTES Y LAS CAUSAS DE LA GUERRA

a. Los antecedentes inmediatos

En forma muy sucinta, detallaré algunos de los antecedentes que llevaron a la República Argentina a declarar la guerra al Paraguay, a saber:

1854

El Presidente del Uruguay, general Venancio Flores, del Partido Colorado, derrocado por una revolución del Partido Blanco, emigró a la Argentina donde sirvió a órdenes del general Mitre en las batallas de Cepeda (1859) y Pabón (1861)

1863

En abril, el general Flores invadió su país con el propósito de apoderarse del poder. Con tal motivo, Uruguay reclamó ante Argentina porque la invasión había sido preparada en su territorio, y ante Brasil por el apoyo prestado a Flores desde Río Grande del Sur y por hacendados brasileños residentes en Uruguay. Al mismo tiempo, pidió apoyo al Paraguay.
Argentina contesta afirmando su neutralidad.
Brasil contesta reclamando por los atropellos que dice sufren los súbditos brasileños establecidos en territorio uruguayo.
Paraguay pide explicaciones a Argentina, que ésta no brinda.
Brasil concentra tropas en la frontera con Uruguay y envía una fuerza naval al Río de la Plata, en razón de que Montevideo no ha dado satisfacciones a su reclamación.

1864

30 de agosto – Paraguay protesta ante Brasil por esas medidas militares. El Mariscal López dirigió en esa fecha al representante del Brasil en Asunción una enérgica nota en la que decía que “...el Gobierno de la República de Paraguay considerará cualquier ocupación del territorio oriental por fuerzas imperiales, como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata, que interesa a la República del Paraguay como garantía de su seguridad, paz y prosperidad; y que protesta del modo más solemne contra tal acto, desligándose desde ahora de toda responsabilidad por las consecuencias de la presente declaración.”
21 de septiembre – Brasil invade el territorio uruguayo. Paraguay rompe relaciones con Brasil.
13 de noviembre – El vapor mercante brasileño “Marqués de Olinda” es apresado por Paraguay frente a Asunción.
24 de diciembre – Fuerzas paraguayas, unos 6.000 hombres, parten de Asunción e invaden Matto Grosso (Brasil) (esta expedición regresó a mediados de 1865).

1865

14 de enero – Paraguay solicita autorización para pasar con su ejército por territorio argentino a fin de operar contra Brasil.
9 de febrero – Argentina contesta negando dicho requerimiento, como lo había hecho días antes con Brasil, y protesta ante el gobierno de Asunción por la concentración de fuerzas paraguayas en la zona en litigio, sobre la margen izquierda del alto Paraná.
10 de febrero – El general Flores con la cooperación de fuerzas terrestres y navales brasileñas toma posesión del gobierno de su país.
18 de marzo – Paraguay sanciona una Ley, que mantiene momentáneamente en secreto, declarando la guerra a Argentina y autorizando la continuación de la guerra contra Brasil.
13 de abril – Paraguay, sin previa declaración de guerra, se apodera de los buques armados argentinos “25 de Mayo” y “Gualeguay”, anclados en el puerto de Corrientes (Argentina).
14 de abril – Fuerzas paraguayas se apoderan de la ciudad de Corrientes.
1 de mayo – Tratado de la Triple Alianza – Lo firman Argentina, Brasil y Uruguay, comprometiéndose a: llevar una guerra ofensiva contra el gobierno de Paraguay; no hacer la paz por separado ni deponer las armas hasta no haber derrocado a dicho gobierno; confiar el comando supremo terrestre al general Mitre y el naval al almirante Tamandaré. Al término de la guerra, las correspondientes zonas limítrofes en litigio pasarían a poder de Brasil y Argentina. Este tratado se mantuvo en secreto hasta después de iniciadas las operaciones en territorio paraguayo.
3 de mayo – El gobierno argentino recibe la declaración de guerra paraguaya, sancionada el 18 de marzo.
9 de mayo – Argentina declara la guerra a Paraguay.

b. Las causas
Uno de los aspectos más polémicos de la Guerra de la Triple Alianza es la identificación de sus causas, existiendo relevantes diferencias de interpretación. Algunos historiadores (el caso del británico Pelham Box, la corriente liberal argentina o el paraguayo Cecilio Báez) centran su análisis causal en la conducta del régimen de Francisco Solano López, presentándolo como un gobierno poco prudente respecto de su política en el Río de la Plata. De este modo, López sería el responsable del estallido de la Guerra de la Triple Alianza.
Otros, en cambio, (el revisionismo argentino con José María Rosa y Miguel Angel Scenna) responsabilizan de la guerra al Imperio del Brasil, y particularmente a los intereses ganaderos de Río Grande, por su política intervencionista en el Uruguay, causa eficiente del conflicto con Paraguay pues el intervencionismo brasileño en Uruguay, respaldado por la Argentina, afectaba el equilibrio del área rioplatense que el régimen de Solano López estaba dispuesto a defender. La línea de este razonamiento implica que López decidió intervenir en la crisis oriental temiendo una futura intervención conjunta argentino-brasileña en territorio paraguayo.
Otra causa alegada por el revisionismo es la existencia de problemas limítrofes pendientes de Paraguay con la Argentina y Brasil, disputas territoriales no solucionadas y que tenían clave económica (el reclamo argentino en Misiones y el Chaco Central, el del Imperio en el norte y noreste de Paraguay, áreas ricas en yerbales), agravadas por el problema de la fortaleza de Humaitá para la libre navegación del río Paraná. También figura en el enfoque revisionista como factor causal de la guerra la presión de la diplomacia británica para que López abriera su economía, que llevó al ministro británico en Buenos Aires y Asunción, Edward Thornton, a dar luz verde a la política mitrista contra López y los blancos uruguayos.
Otro factor que aparece en los revisionistas argentinos y en historiadores como el oriental Luis Alberto de Herrera o el paraguayo Cecilio Báez como un detonante de la Guerra de la Triple Alianza es la crisis oriental, y, en el caso específico de Báez, el poder de sugestión de la diplomacia oriental sobre Solano López para que éste adoptase una actitud intervencionista en la crisis entre blancos y colorados, respaldando a los primeros en nombre de la defensa del equilibrio en el Río de la Plata. De acuerdo con esta línea argumental que centra su causalidad en la crisis uruguaya, ante la intervención argentino-brasileña a favor de los colorados, los blancos que estaban en el gobierno uruguayo decidieron ir en busca de López, quien intervino como garante del equilibrio amenazado en el área rioplatense. (1)
Por otra parte, Halperín Donghi y McLynn desechan las argumentaciones anteriores como causas directas de la Guerra de la Triple Alianza. Para ellos, el expansionismo brasileño, los recelos del régimen paraguayo de Francisco Solano López, la crisis interna oriental expresada en la lucha entre blancos y colorados, los intereses económicos de Río Grande, serían más bien factores estructurales que operaban en el panorama rioplatense. Pero el gatillo que hizo estallar el conflicto fue para ambos autores la actitud de la diplomacia mitrista respecto de Paraguay, vinculando la Guerra de la Triple Alianza con el proceso de formación y consolidación del Estado nacional argentino, objetivo éste al que Mitre apuntó. (2)
Asimismo, para algunos historiadores argentinos y paraguayos existe una conexión entre dos conflictos armados que se sucedieron sucesivamente, la Guerra de Secesión y la Guerra de la Triple Alianza. Según esta corriente historiográfica, la escasez de algodón en Inglaterra, provocada por la suspensión de exportaciones de los estados sureños norteamericanos, generó el interés británico por el algodón del Paraguay. Como el gobierno de este país ejercía un fuerte control de sus cosechas, productos y mercados, era conveniente propiciar su destitución y promover así la libertad de comercio que les hubiese convenido. Tal hipótesis es extremadamente difícil de demostrar, sobre todo teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos que culminaron con la destrucción no sólo de la actividad algodonera paraguaya sino con el Paraguay mismo.

Finalmente, Claudio Morales Gorleri, en una interpretación que en líneas generales comparte con Miguel Ángel Scenna, considera que el conflicto que llevó a la creación de la Triple Alianza y a la guerra entre 1865 y 1870 fue fundamentalmente ideológico. A su juicio, dos cosmovisiones se enfrentaron en las gestiones diplomáticas y posteriormente en la guerra. Una de ellas relacionada con el liberalismo económico que intentaba conformar un sistema de libre mercado entre las naciones más poderosas de Sudamérica: Argentina y Brasil, con el respaldo del partido Colorado de la República Oriental del Uruguay y, por otro lado, la República del Paraguay y el partido Blanco que estaba en el poder en el Uruguay, se identificaban con un sistema conservador que había logrado un desarrollo industrial y militar prominente en el Paraguay.

3. LAS CONSECUENCIAS

Más allá de las estelas de desolación y muerte que sumieron al Paraguay después de la contienda, aspecto éste que mencionamos en la introducción de este trabajo, Argentina incorporó definitivamente la zona situada al Sur del Alto Paraná en el extremo noroeste de Corrientes, hoy Misiones, que por derecho le pertenecía. En el territorio del Chaco los límites argentino – paraguayos fueron sometidos al arbitraje del presidente de los EEUU, Rutherford Hayes, quién el 21 de noviembre de 1878 dio su fallo arbitral, fijando como límite del territorio argentino el río Pilcomayo y no el río Paraguay hasta el límite con Brasil (unos 600 kms al norte de Asunción) como se había estipulado en el Tratado de la Triple Alianza, de conformidad con la frase del ministro argentino de relaciones exteriores Varela “La victoria no da derechos”. Brasil incorporó a su territorio la zona en litigio.

4. CONCLUSIONES FINALES

Tanto en el ejército aliado como en el paraguayo se registraron innumerables acciones de heroísmo. La mayoría de los jefes de batallones argentinos murieron en combate al frente de sus tropas.

La experiencia de la guerra fue aprovechada por las naciones participantes para la actualización de sus respectivas doctrinas y organización de sus fuerzas. La improvisación, que fue el accionar común de los aliados al iniciar la guerra y hasta la derrota aliada en Curupaytí, el 22 de septiembre de 1866, fue rectificándose en el período posterior a medida que la experiencia en carne propia se asentaba en todos los niveles de la conducción.

A pesar de los inconvenientes apuntados, se puede afirmar que esa primera coalición internacional americana logró un alto grado de integración y consistencia que se hacía evidente a medida que las tropas ganaban en veteranía y los comandos aliados fortalecían y agilizaban el planeamiento y accionar combinado.

Como bien han expresado Carlos Floria y César García Belsunce en su “Historia de los Argentinos”, la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay integra con las guerras de la unificación alemana y la guerra de secesión norteamericana los grandes conflictos bélicos de la segunda mitad del Siglo XX. Grandes no solo en sus proporciones militares sino por su trascendencia en el desarrollo posterior de la historia continental.

En el caso particular de la guerra que hemos tratado en este trabajo, significó, además, la destrucción de la única potencia mediterránea de Sudamérica y el último gran acto de una polémica secular: la disputa fronteriza entre los imperios hispano y lusitano y sus respectivos herederos.


Bibliografía:

• ATLAS HISTORICO MILITAR ARGENTINO, Colegio Militar de la Nación, Bs As, 1970
• BEVERINA, Juan, La Guerra del Paraguay, 7 tomos, Biblioteca del Oficial, Bs As, 1947.
• BAEZ, Cecilio, Resumen de la historia del Paraguay desde la época de la conquista hasta el año 1880, Asunción, H. Kraus, 1910.
• BOX, Pelham Horton, Los orígenes de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, Nizza, Bs As / Asunción, 1958.
• CÁRCANO Ramón J., Guerra del Paraguay. Acción y reacción de la Triple Alianza, Vol. I, Buenos Aires, Domingo Viau, 1941.
• CARDOZO, Efraím, El Imperio del Brasil y el Río de la Plata. Antecedentes y estallido de la Guerra del Paraguay, Buenos Aires, Librería del Plata, 1961
• DE MARCO, Miguel Ángel, La Guerra del Paraguay, Planeta, Bs As, 2003.
• ESCUDE, Carlos, CISNEROS, Andrés y colaboradores; Historia general de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, 15 Tomos; Bs. As.; GEL; 1998/200.
• FLORIA, Carlos Alberto y GARCIA BELSUNCE, César A. Historia de los Argentinos, Tomo 2, Círculo de Lectores, Bs As, 1971.
• HALPERÍN DONGHI, Tulio, Una nación para el desierto argentino, CEAL, Bs As, 1982.
• HERRERA Luis Alberto de, La diplomacia oriental en el Paraguay, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1908.
• MC LYNN, F.J., The Causes of the War of Triple Alliance: An Interpretation, Inter-American Economic Affairs, Vol. 33, Nº 2, Autumn, 1979.
• MORALES GORLERI, Claudio, La triple Alianza, primera coalición militar de América, Military Review, EEUU, Nov/Dic 2003.
• SCENNA, Miguel Angel, Argentina – Brasil: cuatro siglos de rivalidad, La bastilla, Bs As, 1975.
• ROSA, José María, Historia Argentina, Oriente, Buenos Aires, 1973.
• ROSA, José María, La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986
• SOARES, Teixeira, Diplomacia do Imperio no Rio da Prata, Río de Janeiro, 1955.
• THOMPSON, Jorge, La Guerra del Paraguay, Buenos Aires, 1869.
• WARREN, Harris Gaylord, Paraguay and the Triple Alliance. The Postwar Decade, 1869-1878, Institute of Latin American Studies, The University of Texas and Austin, University of Texas Press, 1978, p. 8.
 
Por cierto, Rosendo Fraga (al igual que Isidoro Ruiz Moreno, mas allá de alguna que otra cosa buena que haya dicho sobre Malvinas) son dos hombres pertenecientes al paleolítico inferior, que con su historiografía liberal ya marchita y superada, no han hecho mas que contribuir al proceso de putrefacción de la mentalidad militar argentina.

Es un poco offtopic, pero por curiosidad, ¿cual es su opinion de "Campañas Militares Argentinas" de Ruiz Moreno?, desde un punto de vista historiografico/historiologico.
 
Amigo Stratos, déjeme leer con tranquilidad y después le cuento, muchas gracias por su aporte.

Es un poco offtopic, pero por curiosidad, ¿cual es su opinion de "Campañas Militares Argentinas" de Ruiz Moreno?, desde un punto de vista historiografico/historiologico.

No puedo opinar, puesto que no he leído esa obra. Solamente leí de ese caballero "Comandos en Acción - El Ejército en Malvinas", la cual si bien es atrapante y está redactado con una finísima pluma, en mi opinión adolece de varias debilidades:
1) El subtítulo es "El Ejército en Malvinas", cuando en realidad se restringe exclusivamente a las acciones de los comandos, queda afuera la historia de varios regimientos participantes de la Gesta.
2) Permanentes analogías con la Guerra del Paraguay, y nada que ver Malvinas con aquella.
3) Tiene en algunos apartados un espíritu faccioso e "internístico" entre las distintas Fuerzas, que no es para nada constructivo, como ser por ejemplo un gran denuesto hacia la Armada en su conjunto y también hacia la Fuerza Aérea (muy sintéticamente de la primera dice que "no peleó" -¿el BIM 5 y la aviación naval no pertenecían a la Armada Argentina?-, de la segunda "que se ocupó solo de las fragatitas en San Carlos" en lugar de bombardear el avance inglés hacia Puerto Argentino -mentira, los Camberras se encargaron de eso-).
4) Permanentes citas de quien Don Isidoro llama "el Gran Historiador" (que para él es Don Bartolo, un mentiroso y un farsante).
5) El relato si bien está bien nutrido de fuentes testimoniales y documentales, adolece de la falta de relatos de suboficiales.... él se escuda en que "ninguno quiso aportar".... mmhhhh.....
6) Relacionado con el punto anterior, su libro no tiene un gran mérito desde el punto de vista heurístico-investigativo, ya que Don Isidoro al ser profesor en el Ejército, lo único que tiene que hacer es cruzarse dos minutos con cada "moncho" con que se encuentra en las aulas, entrevistarlo, y punto..... no es que tuvo que viajar mucho, tenía a todos los actores servidos en bandeja.
7) Una referencia a un cipayo como Alte. Isaac Rojas, en términos de "un gran patriota" (?¡?¡!?)

Eventualmente compraré la obra "Campañas Militares...", el tema es que es costosa, y para gastarme semejante guita en libros de Ruiz Moreno, prefiero priorizar en otros.
 
7) Una referencia a un cipayo como Alte. Isaac Rojas, en términos de "un gran patriota"

¿Se cobran "royalties" por usar la palabra cipayo en casi todos los posteos?
Va con onda, no da para traer a Voltaire, Montesquieu o al cipayo René Houseman a esta simple pregunta. Saludos
Hernán.
 
Estimados foristas,

Les transcribo al pie un artículo que escribí hace un par de años sobre las causas y consecuencias de la Guerra del Paraguay. La bibliografía en que me basé se encuentra al final del trabajo.

Espero aportar algo de claridad al tema para quienes no han tenido la oportunidad de leer toda la bibliografía sobre esta guerra.

Stratos

Interesante laburo Stratos, muchas fuentes y de diversas corrientes, mas allá de lo que uno pueda opinar, ha sido bastante ecuánime. Por cierto, del lado de la corriente historiográfica revisionista, no sólo investigaron la cuestión de la Triple Alianza Miguel Angel Scenna y José María Rosa, sino también un gran académico y brillantísimo intelectual como fuera Atilio García Mellid. Éste ha abordado el tema si mal no recuerdo en dos de sus obras: "Proceso al Liberalismo Argentino" y "Proceso a los Falsificadores de la historia del Paraguay". García Mellid no fue solo un historiador (ex presidente del IIHJMR), también fue un gran politólogo, diplomático y constitucionalista; me permito recomendarle cualquier lectura de él, su pluma es realmente excelente, con un castellano diría yo, exquisito.
Me dejó sorprendido con las citas de Morales Gorleri, yo pensaba que este retirado Teniente Coronel era del palo de Ruiz Moreno.... evidentemente no era tan así la cosa.
 
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