Una despiadada pelea interna entre los jefes militares de las islas y del continente sobre cómo llevar adelante la guerra de Malvinas quedó reflejada en una serie de documentos a los que tuvo acceso Clarín y que se publican por primera vez a veinticinco años del fin del conflicto con Gran Bretaña.
El 16 de mayo de 1982 el gobernador de las islas, general Mario Benjamín Menéndez, envió un dramático informe al jefe del Ejército, y presidente de facto, general Leopoldo Galtieri. Allí describió un angustiante panorama de sus tropas a sólo quince días del primer enfrentamiento armado y a un mes y medio de la recuperación de las islas. También sugirió una serie de medidas para encauzar el rumbo de la guerra.
Diez días después, Menéndez recibió del comandante del Cuerpo de Ejército V, general Osvaldo Jorge García, un virtual emplazamiento, escrito en términos durísimos, que lo instaba a atacar a las fuerzas británicas que cinco días antes habían establecido una cabecera de playa en San Carlos.
Después de recordar el hundimiento del crucero General Belgrano y los ataques de la Fuerza Aérea a los buques británicos, García ordenó a Menéndez, con el eufemismo "ideas rectoras a cumplir" que atacara al enemigo. Y lo presionó con una frase dramática: "En sus futuras decisiones descansa el honor del EA" (Ejército Argentino).
La respuesta de Menéndez no se hizo esperar: a las diez de la noche de ese día, respondió a García que su pedido era casi imposible de cumplir si no se daban ciertas condiciones, que también parecían utópicas.
En todo caso, los documentos, parte de los dos últimos ilustran esta página, revelan las fallas en el comando de la guerra y la división interna entre las fuerzas armadas de la época.
En su informe del 16 de mayo Menéndez afirma que existe:
Desgaste gradual del personal por las difíciles condiciones impuestas por el terreno y clima, las que se van haciendo progresivamente más duras (...) Insuficiencia de equipo individual apropiado para el invierno. Carpas de montaña.
En cuanto a las acciones militares, pide "máximo poder naval y aéreo de combate" y se queja porque "(...) Poco a poco estamos cediendo casi totalmente la iniciativa al enemigo, producto de la reticencia en el actuar desde el continente, a pesar que cada ataque aéreo propio arrojó resultados positivos (...) El enemigo opera con todo tipo de aeronaves, de día, de noche y con mal tiempo. Las aeronaves propias no operan, a veces, ni siquiera con buen tiempo. (...) En general, los ataques aéreos propios fueron ejecutados en forma descoordinada (...) lo que limitó las propias posibilidades y facilitó el accionar del enemigo."
Luego exigió lo que creyó indispensable: visores nocturnos, cañones, municiones, vestuario, raciones, combustible y lubricantes para una campaña que, en apariencia, no estuvo nunca planificada para durar tanto.
El 26 de mayo, ya con los ingleses en pleno avance hacia Pradera del Ganso (Goose Green) y Puerto Argentino, el general García desde el continente comunica a Menéndez que su plan de defensa ha sido sobrepasado por la cabecera de playa británica. Y agrega:
"La Armada Nacional ha aportado su alta cuota de sangre en esta contienda. La FAA (Fuerza Aérea) ha puesto de manifiesto su decisión a travez (sic) del alto costo en vidas y material que significa su accionar. El Ejército aparenta mantener una actitud estática en una defensa, que de proseguir indefinidamente, languidecerá en sus posiciones sin tan siquiera llegar a combatir con la masa de sus efectivos. En sus futuras decisiones descansa el honor de EA."
"(...) Deberá adoptar de inmediato una actitud táctica ofensiva con efectivos muy importantes. Para ello desafecte efectivos significativos de las posiciones de defensa de Puerto Argentino y si fuera necesario,. Fox y Howard para empeñarlos lo antes posible contra la cabeza de playa(...)".
Horas después, Menéndez envió al general García sus razones para no seguir aquellas "ideas rectoras a cumplir".
"(...) Dicho ataque sólo es factible previo detallado planeamiento y coordinación (...) reagrupamiento de medios y marcha a pie de casi cien kilómetros sumamente lenta y difícil que impedirá iniciar operación sobre cabeza de playa antes de doce a quince días. Dejar Puerto Argentino significa sacrificar ventajas logradas a través de elección y preparación terreno (...) Al mismo tiempo vamos al terreno del enemigo, que además tiene superior movilidad táctica por empleo masivo e irrestricto helicópteros (...) No parece conveniente iniciar operación sin lograr superioridad o al menos equilibrio aéreo (...)"
"Esto puede significar que seamos tomados durante el movimiento entre tres elementos; San Carlos — operaciones aeromóviles desde ese lugar y un nuevo desembarco de envergadura, a lo que se sumaría la acción aérea."
"Todo lo expresado no invalida valor plan de ataque para ejecución cuando se den condiciones que permitan contar con reales probabilidades de éxito, lo cual significa prioritariamente alcanzar la superioridad aérea (...) Para ello es muy importante contar con comandos, buzos tácticos, fuerza de tarea aerotransportada y apoyo logístico, que es crítico en ciertos aspectos (,,,) Solicito también libertad para resolver oportunidad de iniciar operación (...)"
Diecinueve días después, Puerto Argentino caía en manos británicas.
El 16 de mayo de 1982 el gobernador de las islas, general Mario Benjamín Menéndez, envió un dramático informe al jefe del Ejército, y presidente de facto, general Leopoldo Galtieri. Allí describió un angustiante panorama de sus tropas a sólo quince días del primer enfrentamiento armado y a un mes y medio de la recuperación de las islas. También sugirió una serie de medidas para encauzar el rumbo de la guerra.
Diez días después, Menéndez recibió del comandante del Cuerpo de Ejército V, general Osvaldo Jorge García, un virtual emplazamiento, escrito en términos durísimos, que lo instaba a atacar a las fuerzas británicas que cinco días antes habían establecido una cabecera de playa en San Carlos.
Después de recordar el hundimiento del crucero General Belgrano y los ataques de la Fuerza Aérea a los buques británicos, García ordenó a Menéndez, con el eufemismo "ideas rectoras a cumplir" que atacara al enemigo. Y lo presionó con una frase dramática: "En sus futuras decisiones descansa el honor del EA" (Ejército Argentino).
La respuesta de Menéndez no se hizo esperar: a las diez de la noche de ese día, respondió a García que su pedido era casi imposible de cumplir si no se daban ciertas condiciones, que también parecían utópicas.
En todo caso, los documentos, parte de los dos últimos ilustran esta página, revelan las fallas en el comando de la guerra y la división interna entre las fuerzas armadas de la época.
En su informe del 16 de mayo Menéndez afirma que existe:
Desgaste gradual del personal por las difíciles condiciones impuestas por el terreno y clima, las que se van haciendo progresivamente más duras (...) Insuficiencia de equipo individual apropiado para el invierno. Carpas de montaña.
En cuanto a las acciones militares, pide "máximo poder naval y aéreo de combate" y se queja porque "(...) Poco a poco estamos cediendo casi totalmente la iniciativa al enemigo, producto de la reticencia en el actuar desde el continente, a pesar que cada ataque aéreo propio arrojó resultados positivos (...) El enemigo opera con todo tipo de aeronaves, de día, de noche y con mal tiempo. Las aeronaves propias no operan, a veces, ni siquiera con buen tiempo. (...) En general, los ataques aéreos propios fueron ejecutados en forma descoordinada (...) lo que limitó las propias posibilidades y facilitó el accionar del enemigo."
Luego exigió lo que creyó indispensable: visores nocturnos, cañones, municiones, vestuario, raciones, combustible y lubricantes para una campaña que, en apariencia, no estuvo nunca planificada para durar tanto.
El 26 de mayo, ya con los ingleses en pleno avance hacia Pradera del Ganso (Goose Green) y Puerto Argentino, el general García desde el continente comunica a Menéndez que su plan de defensa ha sido sobrepasado por la cabecera de playa británica. Y agrega:
"La Armada Nacional ha aportado su alta cuota de sangre en esta contienda. La FAA (Fuerza Aérea) ha puesto de manifiesto su decisión a travez (sic) del alto costo en vidas y material que significa su accionar. El Ejército aparenta mantener una actitud estática en una defensa, que de proseguir indefinidamente, languidecerá en sus posiciones sin tan siquiera llegar a combatir con la masa de sus efectivos. En sus futuras decisiones descansa el honor de EA."
"(...) Deberá adoptar de inmediato una actitud táctica ofensiva con efectivos muy importantes. Para ello desafecte efectivos significativos de las posiciones de defensa de Puerto Argentino y si fuera necesario,. Fox y Howard para empeñarlos lo antes posible contra la cabeza de playa(...)".
Horas después, Menéndez envió al general García sus razones para no seguir aquellas "ideas rectoras a cumplir".
"(...) Dicho ataque sólo es factible previo detallado planeamiento y coordinación (...) reagrupamiento de medios y marcha a pie de casi cien kilómetros sumamente lenta y difícil que impedirá iniciar operación sobre cabeza de playa antes de doce a quince días. Dejar Puerto Argentino significa sacrificar ventajas logradas a través de elección y preparación terreno (...) Al mismo tiempo vamos al terreno del enemigo, que además tiene superior movilidad táctica por empleo masivo e irrestricto helicópteros (...) No parece conveniente iniciar operación sin lograr superioridad o al menos equilibrio aéreo (...)"
"Esto puede significar que seamos tomados durante el movimiento entre tres elementos; San Carlos — operaciones aeromóviles desde ese lugar y un nuevo desembarco de envergadura, a lo que se sumaría la acción aérea."
"Todo lo expresado no invalida valor plan de ataque para ejecución cuando se den condiciones que permitan contar con reales probabilidades de éxito, lo cual significa prioritariamente alcanzar la superioridad aérea (...) Para ello es muy importante contar con comandos, buzos tácticos, fuerza de tarea aerotransportada y apoyo logístico, que es crítico en ciertos aspectos (,,,) Solicito también libertad para resolver oportunidad de iniciar operación (...)"
Diecinueve días después, Puerto Argentino caía en manos británicas.
