Más de 60 países firman el primer acuerdo contra el tráfico de armas

Shandor

Colaborador
Colaborador
La legislación prohíbe exportar armamento convencional, munición, partes y sistemas si se considera un peligro contra la población.

Más de medio centenar de países estamparon en Naciones Unidas su firma en el Tratado que va a regular a escala global la venta de armas. Se trata de la primera legislación internacional que prohíbe exportar armamento convencional, munición, partes y sistemas a Gobiernos que se teme puedan utilizarlos contra su población o cometer crímenes contra la humanidad. Se calcula que la violencia armada se cobra más de medio millón de vidas al año en todo el mundo.
En total, el primer bloque de países firmantes del Tratado está integrado por 62 de un total de 193 miembros de las Naciones Unidas. En el bloque latinoamericano, junto a Brasil y México también participaron en la ceremonia representantes de Belice, Chile, Uruguay, Costa Rica y República Dominicana, además de varios países del Caribe como Bahamas, Jamaica, Santa Lucia o Trinidad y Tobago. Argentina, por su parte, fue copatrocinadora del texto.
“El Tratado no es perfecto, pero es un texto robusto”, indicó en la ceremonia Angela Kane, alta representante de la ONU para cuestiones de Desarme. Christine Beerli, vicepresidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja, destacó como este contrato que firman los países está dirigido a “reducir el sufrimiento de la sociedad civil”. “Pero su éxito dependerá ahora de su aplicación y de los resultados sobre el terreno”, remachó.
Jordi Armadans, miembro de la campaña Armas Bajo Control, calificó la jornada de “histórica” y considera el inicio del plazo para la firma del Tratado como un “importante paso adelante” porque confía que “permitirá salvar muchas vidas”. “La venta de armas a Gobiernos que provoquen el sufrimiento de su población, avivando rebeliones, guerras civiles o conflictos ya no es aceptable”.
La clave a la hora de medir su eficacia, añaden desde Oxfam, dependerá de qué países exportadores lo refrendan y también cuáles lo hacen del lado de los compradores. Junto a España, participaron en este primer acto otros países europeos exportadores de armas como Reino Unido, Alemania o Francia. También fue el caso de Sudáfrica, Brasil y México entre las potencias de los países emergentes. EE UU no está en este primer bloque.
La Administración que preside Barack Obama apoyó la iniciativa cuando se votó en la Asamblea General. Podría firmarlo a final de año. Pero no está claro el curso que va a seguir después el proceso de ratificación en un Congreso reticente a dar más poderes a la ONU y menos en una cuestiones políticamente tan sensible como la de las armas. EE UU es la mayor potencia exportadora.
El Tratado del Comercio de Armas fue adoptado hace un mes, con el respaldo de 154 países. Para que entre en vigor debe ratificarlo 50 países, lo que puede llevar al menos dos años. Pasados 90 días desde ese momento, será de plena aplicación y los miembros deberán evaluar si la exportación directa de armas o a través de un tercero contribuye a socavar las paz y la seguridad o facilita la comisión de violaciones de los derechos humanos, incluida la violencia de género y contra niños.
La legislación cubre desde armas de mano y ligeras pasando por tanques y otros grandes vehículos armados pesados hasta sistemas de artillería de gran calibre, helicópteros, aviones, barcos, misiles y lanzaderas. Tras su ratificación, el reto será prevenir que se desvíen al mercado ilegal, por eso se pide a los países que presentes informes anuales sobre las transferencias.
La negociación comenzó hace siete años. Los únicos países que se oponen a establecer una norma común para regular el comercio de armas son Irán, Corea del Norte y Siria. Calificaron el texto de desequilibrado y lleno de puntos oscuros, además de lamentar que no se haga mención a las transferencias a grupos rebeldes. En el voto del pasado 2 de abril hubo 22 abstenciones.
España fue uno de los primeros países en materializar su adhesión. En el acto de este lunes, el ministro de Industria, José Manuel Soria fue el encargado de firmar el Tratado en nombre del Gobierno español, que ahora debe ratificar un texto que se espera aporte más transparencia a negocio que mueve 70.000 millones de dólares al año. No controla, sin embargo, el uso de armamento convencional dentro de un mismo país.
Soria considera el apoyo al Tratado del Comercio de Armas un “ejercicio de responsabilidad” colectiva. El texto, señaló el ministro español, “marcar un antes y un después” a la hora de regular un comercio “escasamente controlado”. También indicó que permitirá “satisfacer de forma responsable las necesidades de defensa y seguridad nacional de los estados” que lo ratifiquen.
el pais.es
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
EE.UU. se suma al histórico tratado para regular el comercio de armas
Establece obligaciones vinculantes para la venta de material bélico.
32732_083255_490x291.jpg

Estados Unidos, el mayor vendedor de armas en el mundo, se sumó ayer a los 89 países que firmaron el Tratado sobre Comercio de Armas convencionales (TCA) de la ONU, que busca regular un comercio global que mueve hasta u$s85.000 millones anuales.

El secretario de Estado, John Kerry, rubricó el tratado a nombre de EE.UU., sumándose a más de la mitad de los Estados miembros de la ONU que lo han suscripto hasta ahora.

“Este tratado fortalece nuestra seguridad y aumenta la seguridad global sin minar el legítimo comercio internacional de armas convencionales”, consideró Kerry. Según Kerry, el tratado no sólo evita que las armas caigan en manos de terroristas sino que “no disminuirá las libertades de nadie” en Estados Unidos.

En ese sentido, el Departamento de Estado explicó que el tratado, que aún necesita la ratificación del Senado de EE.UU., “no requiere ningún cambio en las leyes, prácticas y políticas de Estados Unidos”.

El tratado fue aprobado en la Asamblea General de la ONU el pasado 2 de abril por una abrumadora mayoría de 154 votos a favor (entre ellos el de Argentina), tres en contra (Irán, Corea del Norte y Siria ) y 23 abstenciones, entre ellas las de Rusia, India y China, en un momento histórico que puso fin a un largo proceso de negociación.

El TCA establece obligaciones vinculantes para que los gobiernos evalúen las transferencias de armas y municiones, eviten su desvío a grupos terroristas y el crimen organizado y garanticen que no serán utilizadas para cometer violaciones de los derechos humanos.

En cierto sentido, se pretende controlar el comercio de equipos bélicos como tanques y aviones de combate, misiles, vehículos blindados, helicópteros militares y armas ligeras.

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, “da la bienvenida a cada firma de este importante tratado”, porque considera que éste contribuirá a “reducir la inseguridad y el sufrimiento para los pueblos en todos los continentes”, según dijo su portavoz, Martin Nesirky.

“Es de especial significado que el mayor exportador de armas en el mundo, EE.UU., figure ahora entre aquellos países que se han comprometido con la regulación global del comercio de las armas”, dijo Nesirky.

La anexión de EE.UU. generó malestar entre los influyentes grupos de presión conservadores que apoyan la tenencia de armas en este país.

Según observadores, su impacto dependerá en buena medida de los países que finalmente lo ratifiquen y de los mecanismos para su plena aplicación.

Las negociaciones estuvieron plagadas de controversia, y el acuerdo sólo fue adoptado por la ONU tras un largo proceso. El año pasado, las negociaciones se estancaron después de que Estados Unidos pidiera más tiempo para revisar el documento.

La administración del presidente Barack Obama había indicado en junio pasado que se adheriría, pese a las objeciones de grupos que advirtieron que se minarían los derechos constitucionales en Estados Unidos. La Segunda Enmienda de la Constitución consagra el derecho a la tenencia de armas en el país.

Kerry firmó el tratado en el marco de la 68º Asamblea General de Naciones Unidas, donde mantuvo encuentros bilaterales para tratar asuntos como el conflicto en Siria, el desarme nuclear de Irán y el proceso de paz en Oriente Medio.

Para Shalil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, la firma del tratado por parte de Estados Unidos es un gran “hito” para poner fin “al flujo de armas convencionales que alimentan el abuso y las atrocidades” en el mundo.

“EE.UU. es el mayor vendedor de armas en el mundo pero ha tenido un historial mixto a la hora de suspender suministros de armas basado en el expediente de derechos humanos” de ciertos países, y falta ver que esa nación pase del compromiso “a la acción”, agregó Shetty, al insistir en que China y Rusia deben sumarse al tratado.
bae
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
Fabricantes de armas, árbitros del mundo
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad poseen el 90% del arsenal bélico y controlan el resto de manera selectiva

Armas atómicas, químicas, bacteriológicas, cabezas nucleares, bombas de hidrógeno, de neutrones… A este listado caben añadir las armas digitales que en cierto modo ya se han perfilado como potencialmente devastadoras a través de acciones de hackers, robo de bancos de datos y todo un cúmulo, aún hoy insospechado, de posibles ciberataques que podrían sumir al mundo moderno en el caos más absoluto. Seguramente, las guerras del futuro se librarán por Internet. Sofisticados sistemas de software y contra-software podrían cortar la energía eléctrica, el abastecimiento de agua, de gas, alterar las señales radioeléctricas, paralizar los sistemas informáticos de un continente, todo cuanto hoy en día regula nuestra vida cotidiana, desde la comunicación de masas hasta la vida profesional, familiar y social… En definitiva, retroceder al siglo XIX, sin luz, sin teléfono, sin ondas hertzianas, sin gas, sin agua corriente potabilizada. En una palabra, el fin de la vida que las sociedades occidentales y desarrolladas han conocido y disfrutado desde hace muchos años. ¿Estamos preparados para esa posibilidad? Pues deberíamos, aunque hoy por hoy el tema sea objeto únicamente de películas de ciencia ficción.
Sin embargo, la cuestión que yo quería poner sobre el tapete es el uso de armas químicas sobre la población civil por parte de poderes sin escrúpulos como ha sido el reciente caso de Siria o lo fue en su momento el del Irak de Saddam Hussein sobre la población kurda en 1988. Por cierto, sin reacción internacional en aquel caso.
Hablamos día tras otro de los 1.500 civiles muertos a finales de agosto en la periferia de Damasco y de las represalias bélicas anunciadas precipitadamente por el presidente norteamericano Obama y frenadas por la iniciativa negociadora del presidente ruso, tras la cumbre del G-20 en San Petersburgo. De momento, parece que se ha sorteado la carrera hacia una ofensiva bélica de consecuencias imprevisibles para alivio de Obama, aunque queda mucho camino por andar y podríamos decir aquello de que las espadas permanecen en alto. Por delante, tenemos, en el mejor de los casos, un tortuoso camino de localización y entrega de dichas armas a inspectores de la ONU para depositarlas en algún lugar aún por determinar para su subsiguiente destrucción.
El acuerdo internacional sobre armas químicas prohíbe su uso, pero también su fabricación
¿Destrucción? ¿Y si hablamos de cómo y quién las fabrica y las vende? Porque en el acuerdo sobre la convención de armas químicas de 1993 (en vigor desde 1997), se prohibía no solo su uso, sino también su fabricación. Aunque Siria en este caso no firmara dicho tratado, por sí sola no es capaz de fabricar dichas armas sin el concurso de proveedores del exterior de los productos químicos necesarios. Convendría saber quiénes o qué países cometen tal infamia en aras de un negocio tan lucrativo, como el de la fabricación y venta de armas para alimentar los centenares de guerras y conflictos en todo el mundo que engrasan a poderosas firmas mundiales —también de armamento convencional—, algunas de ellas bien conocidas. Y en este capítulo Estados Unidos sigue siendo el primer productor mundial de armamento de todo tipo en el mundo.
Pero en este crimen contra la Humanidad que significa el enriquecimiento de holdings y también gobiernos a costa de matar a semejantes en todo el planeta hay un doble discurso entre las potencias que se llaman a sí mismas “grandes democracias” con enormes dosis de hipocresía. Recuérdese a este propósito el famoso escándalo del Irangate (1986-87) con el embargo por el Senado norteamericano de venta de armas al Irán de los ayatollahs mientras el propio presidente Reagan lo transgredía flagrantemente. En este orden de cosas tenemos hoy otros ejemplos. Tal o cual país no puede tener la bomba atómica, por nombrar una de las más mortíferas armas conocidas, porque están tan ofuscados o son tan fanáticos como para decidirse a emplearlas en un momento dado, cuando no se aduce que podrían caer en manos terroristas del signo que fueren y destruir medio mundo.
En los años de la llamada Guerra Fría en un mundo bipolar compuesto por dos grandes y únicas potencias mundiales, Estados Unidos y la URSS, se dijo que el miedo al arma atómica evitó una tercera guerra mundial. Tanto Washington como Moscú eran conscientes de lo que podía significar pulsar el botón del maletín rojo, la destrucción mutua. Entrados ya en el segundo decenio del siglo XXI, con un mundo multipolar, la bomba atómica, al margen de las potencias aliadas, ganadoras de la Segunda Guerra Mundial, la tienen, entre otros países emergentes, China, India, Pakistán, declaradamente aceptados y algunos otros, tolerados. Pero no algunos. Por ejemplo, Corea del Norte. O Irán, que merece un capítulo aparte tras años de enfrentamientos y sanciones internacionales por negarse a permitir el acceso a sus instalaciones nucleares por parte del Organismo Internacional de la Energía Atómica. Actualmente, tras las elecciones de un nuevo presidente, el moderado Hassan Rohaní, Teherán parece dispuesto a permitir ahora las inspecciones del OIEA para averiguar en qué estadio se hallan sus centrifugadoras en cuanto a obtener el uranio enriquecido necesario para la fabricación del arma atómica.
El único país que ha utilizado la bomba atómica, y de manera unilateral, es Estados Unidos
Sin embargo, no lejos de la nación persa, otro país más pequeño pero poderoso, Israel, posee este armagedón desde hace años, precisamente en el centro del polvorín en que se ha convertido Oriente Medio. Y nos preguntamos, ¿por qué el Estado judío puede fabricar y almacenar en el desierto del Neguev la bomba atómica y no tiene el mismo derecho Irán? Razonamientos esgrimidos por altos responsables israelíes vienen a afirmar: “Nosotros nunca seríamos los primeros en usarla”.
En la memoria de todos está el reciente 68 aniversario del bombardeo, el 6 y el 8 de agosto de 1945, de Hiroshima y Nagasaki. Fue precisamente el gran mentor y protector de Israel, Estados Unidos, el único país que ha usado el arma nuclear por primera vez, unilateralmente y sin avisar, sobre dos ciudades japonesas con el argumento de acortar la Segunda Guerra Mundial y salvar así muchas vidas humanas. Entre Hiroshima y Nagasaki murieron más de 500.000 personas por consecuencias inmediatas y/o directas de los efectos nucleares, sin tener en cuenta las secuelas que aún perduran en los supervivientes y descendientes de aquellas desdichadas gentes, supervivientes del horror jamás imaginado: ver desaparecer sus ciudades en un segundo. Sí, fueron víctimas de un país enemigo. Pero víctimas civiles, claro.
Ahora que nos hallamos sumergidos en la recuperación de la memoria histórica de los genocidios y demás agresiones cometidas por poderes totalitarios en tantas partes del mundo, no atisbo la razón por la cual esa barbaridad no ha sido catalogada aún como un crimen contra la Humanidad. Y por qué recelamos más de Irán que de un país como Israel, que al fin y al cabo es el peón-centinela en Oriente Medio del único Estado que ya usó en el pasado el arma nuclear. Israel se permite, cuando lo cree pertinente en aras de su seguridad interior, bombardear, por ejemplo, el reactor iraquí de Osirak en 1981 o más recientemente, en 2007, llevar a cabo un ataque sobre un reactor “sospechoso” en Siria con el resultado de varios trabajadores norcoreanos muertos, hecho sobre el que cayó un sospechoso silencio informativo sin reclamaciones, por otra parte, de los dos países afectados.
Y un último interrogante: ¿Por qué Estados Unidos no cumple la convención firmada en 1993, en vigor desde 1997, sobre la no fabricación y almacenamiento de armas químicas y sigue siendo el primer productor y exportador mundial de armamento convencional y no convencional? ¿Y por qué junto con Inglaterra, Francia, Rusia y China, (el quinteto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) poseen cerca del 90% del armamento mundial?
María Dolores Masana Argüelles, expresidenta de Reporteros sin Fronteras, es vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE.
EL PAIS.ES
 
Arriba