La tragedia del MS-760 en el Dique de Ullúm

DSV

Colaborador
La tragedia del avión militar
Pasó hace veintinueve años. El miércoles 14 de agosto de 1985, un avión de las FFAA caía en las profundidades del Dique de Ullúm. Sus tres ocupantes murieron. El avión, quedó destrozado. Por Michel Zeghaib.







En un avión de entrenamiento de las Fuerzas Armadas Argentina, el suboficial sanjuanino Hugo Riveros (28) y los alférez mendocinos Marcelo Peñale (piloto) y Héctor Bruno (copiloto), estaban realizando un vuelo de instrucción. Lo que ellos no sabían era que ese sería el último. La nave tenía asiento en la IV Brigada Aérea de Mendoza. Había salido de El Plumerillo y entrado en espacio sanjuanino media hora antes de las 11hs. El plan de vuelo estipulaba que, luego del adiestramiento, aterrizarían en Las Chacritas. Pero cuando iba pasando sobre las aguas de la presa de embalse del Dique de Ullúm, el avión se precipitó al lago cobrándose la vida de su tripulación.

El Moranne Saulnier del tipo MS 760 “París”, quedaba sumergido a unos 200 mts de la costa oeste del embalse, a donde ahora se encuentran las ruinas de la desaparecida Bodega Las Lomas. El aeroplano llamó la atención de los sanjuaninos porque no se solían ver asiduamente en el espacio local aviones militares de estas características. Minutos antes de las 11 de la mañana, una serie de testigos oculares aseguraban haber visto a la máquina sobrevolar las zonas de Las Chacritas, Santa Lucía, Capital, Desamparados y Rivadavia. Luego, otros dieron cuenta de haberlo visto ya sí sobre el lago de Ullúm, a tan baja altura que una de sus alas había tocado el agua provocando un gran salto para luego precipitarse en sus profundidades.

Juan José Licciardi era entonces Jefe de Aeronáutica Provincial. Él, junto a algunos periodistas locales que estaban cubriendo el hecho, lograron divisar desde el helicóptero de la provincia dos artefactos de color gris que se asemejaban a enormes bollas, y que flotaban a la deriva, a unos 200 mts de la costa oeste del embalse, lugar donde apuntaban las primeras hipótesis respecto de la caída. Cerca del lugar –también desde las alturas– se podía ver a los patrulleros del Comando Radioeléctrico, mientras que por la sinuosa ruta del dique que viene desde el centro sanjuanino, a lo lejos, se alcanzaba a ver a los Bomberos que se acercaban al lugar. Y también, por supuesto, a los acostumbrados observadores de oficio que sumaban una cantidad considerable.

Hacia la zona central del lago ullunero, una impresionante mancha de aceite se hacía ver. Pero lo más impactante fue cuando, cerca de los restos del avión que ya habían sido localizados, apareció un casco de piloto color blanco. Esto, de inmediato, hizo confirmar (y resignar) el peor de los finales –aunque éste ya había sido anunciado por el Jefe de las FFAA apenas el avión había caído–: que la tripulación efectivamente había muerto. Pero, además, algunas de las personas que estaban en el lugar y que ayudaban voluntariamente, encontraron una bolsa de plástico con la documentación personal y las camperas de dos de los pilotos de la tripulación.

Mientras tanto, los buzos de la División Bomberos, de la Policía y del Club Náutico, amarrando los restos encontrados de la nave, la arrastraban hacia tierra firme. Los trabajos de rescate eran una tarea titánica por la cantidad de árboles, cepas, alambres, material de arrastre y demás elementos que quedaron debajo del agua antes de que el dique fuese dique. Sumada la incertidumbre de saber se encontrarían o no a las personas, a la tripulación, porque, durante las primeras horas del rescate, sólo aparecían chapas y demás objetos materiales. Esto provocaba que la ansiedad aumentara porque a medida que pasaban las horas, menos posibilidades habían de encontrarlos con vida. Pero, llegó la noche, sumado a una jornada de arduo trabajo, dispuso que se debía continuar al otro día.

El testimonio del pescador“Dio dos giros, toco el agua, se produjo una neblina, y después cayó…” Así explicaba Pablo Enrique Rodríguez, el pescador testigo de la caída del avión. Entonces tenía 71 años y se encontraba (con su esposa) pescando cerca del lugar.

En su testimonio aseguraba que el avión había realizado unos círculos sobre el dique, para luego regresar rozando unos árboles y descender sobre las aguas en medio de un viento zonda que se hacía sentir. Después de dos vuelos rasantes sobre el agua del lago, de pronto se asentó sobre ellas provocando un gran estampido, rebotó, se elevó y calló con todo el fuselaje de punta.

Hipótesis inconclusa

Los tripulantes del avión de entrenamiento de la Fuerza Aérea, Marcelo Peñale, Héctor Bruno y Hugo Riveros, realizaron el ejercicio previsto y reportaron que volverían a Mendoza pasadas las 11 de la mañana. Pero, nunca se sabrá el porqué, no siguieron la ruta prevista.

http://www.tiempodesanjuan.com/sanjuan/2014/8/12/tragedia-avion-militar-62770.html
 
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