La Segunda Guerra Mundial.

Daishi

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Imágenes en color poco comunes del USS Bunker Hill (CV 17) y el USS Astoria (CL 90) reabasteciendo combustible desde el USS Chikaskia (AO 54) el 14 de abril de 1945 - Parte de TG 58.3 “El USS Chikaskia (AO 54) entregó 276.588 galones en 102 minutos a un ritmo de 162.162 galones por hora. El petrolero era un barco de vapor estable, pero tenía grandes dificultades con sus bombas de combustible y podía entregar aproximadamente el 75 % de la tasa horaria habitual” - Diario de guerra del USS Astoria

 
En la noche del 26 de abril de 1944 más de doscientos bombarderos de la RAF estaban en una misión para derribar objetivos estratégicos en Schweinfurt, Alemania. En uno de los Lancaster del 106 Escuadrón iba sentado el ingeniero de vuelo Norman Cyril Jackson. Cuando su Lancaster fue impactado, tomó la increíble decisión de salir del avión por el ala para apagar el fuego. Una increíble historia de valentía por la que ganaría la Cruz Victoria.

 
El 7 de diciembre de 1941, el teniente Clarence Dickinson y su copiloto, John McCarthy, despegan del USS Enterprise en 2 Dauntlesses, sin saber que están volando directamente hacia el caos del ataque a Pearl Harbor. Volando en medio del caos, ambos aviones se enfrentan a los japoneses y son derribados. La pérdida de un amigo en la batalla impulsa a Dickinson a buscar y atacar inmediatamente el mayor objetivo japonés que pueda.... ¡un submarino!

 

Daishi

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La tripulación del USS Nashville inspecciona los daños causados por un avión de ataque especial (kamikaze), diciembre de 1944​
 
El 29 de noviembre de 1943, un gran grupo de Fortalezas Voladoras B-17 se encontraba en una misión para eliminar objetivos estratégicos en la ciudad industrial de Bremen, Alemania. Dentro de un B-17F del 96th Bomb Group llamado Rikki Tikki Tavi, estaba el Sargento Eugene Moran. Como artillero de cola, Moran estaba en el centro de la lucha contra el enjambre de cazas enemigos. Cuando el Rikki Tikki Tavi experimentó una avería y se deslizó hacia atrás de la formación, los alemanes entraron en tropel con Bf 109 y FW190. La fortaleza finalmente se cortó en dos pedazos, con Moran todavía dentro de la cola. Parte de la investigación para esta película se encontró en el gran libro Tailspin de John Armbruster. Para obtener más información, definitivamente deberías conseguir una copia.

 
El cañón V3 London fue diseñado como arma de venganza por Alemania y destinado para apuntar permanentemente a Londres a 100 millas de distancia. Si se hubiera construido completamente, habría sido el cañón más largo de la historia. Con una longitud de más de 440 pies de largo, que podía lanzar proyectiles a velocidades superiores a Mach 4. Los alemanes construyeron un enorme complejo subterráneo en el norte de Francia diseñado para albergar 25 de estos cañones y garantizar un bombardeo continuo de sobre Londres.

 

Cómo los alemanes desarrollaron y utilizaron el primer bombardero a reacción operativo de la Historia en la Segunda Guerra Mundial​

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por Jorge Álvarez31 Dic, 2024
Arado A 234 Reaccion
Un Ar-234 Blitz en tierra. Crédito: Dominio público / Wikimedia Commons
El primer bombardero a reacción operativo de la historia se llamaba Arado Ar 234 Blitz y entró en servicio para la Luftwaffe en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, participando en algunas operaciones y mostrando una velocidad que hacía imposible su interceptación para los cazas enemigos. Sin embargo no resultó todo lo importante que podía haber sido porque la escasez de combustible que sufría Alemania obligaba a mantenerlo en tierra la mayor parte del tiempo y además a esas alturas, la contienda ya se había decantado hacia el bando Aliado. Un modelo de ese avión se exhibe restaurado en el Steven F. Udvar-Hazy Center de Chantilly (Virginia, EEUU).
El Steven F. Udvar-Hazy Center es un edificio anexo del NASM (National Air and Space Museum), un museo perteneciente al Smithsonian Institute que, como indica su nombre, es un auténtico santuario para los aficionados a la aeronáutica: allí se conservan el transbordador espacial Discovery, el B-29 Enola Gay, un avión Concorde, una bomba-globo japonesa que mató a seis estadounidenses en Oregón durante la Segunda Guerra Mundial, un modelo de la nave nodriza extraterrestre de la película Encuentros en la tercera fase y otras muchas cosas interesantes.

Entre ellas, decíamos, figura también un Arado Ar 234 Blitz que fue capturado por los británicos en Stavanger (Noruega) y enviado a EEUU junto con otra unidad a bordo del portaaviones HMS Reaper. No se sabe qué fue de uno de esos dos aparatos; al otro le renovaron varias piezas y pudo hacer varios vuelos de estudio, tras lo cual, en 1949, se le entregó al Smithsonian. Los técnicos de este centro procedieron a restaurarlo para devolverle el aspecto que tuvo en la guerra y pasar a exhibirlo, primero en el edificio principal de Washington y a partir de 2005 en el de Virginia, que acababa de inaugurarse.
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El Ar 234 conservado en el Steven F. Udvar-Hazy Center. Crédito: HawkeyeUK / Wikimedia Commons
La fabricación del Ar 234 correspondió a la empresa Arado Flugzeugwerke GmbH, una compañía alemana fundada en 1925 como Arado Handelsgesellschaft y dedicada a aeroplanos e hidroaviones. Tras cambiar su nombre en 1933 y pasar a ser la principal proveedora de la Luftwaffe, fue nacionalizada por el gobierno nazi debido a la negativa de su presidente a ingresar en el partido y se encargó de fabricar numerosos modelos de avión de combate y adiestramiento, la mayoría inferiores a los de sus competidores, terminando disuelta por orden judicial al término de la Segunda Guerra Mundial.
En los últimos meses de 1940, el Reichsluftfahrtministerium (Ministerio del Aire) sacó una licitación para un avión de reconocimiento de alta velocidad y la única empresa que se presentó fue Arado, con un proyecto denominado E-370 y recibido casi con desconfianza por los funcionarios germanos porque era demasiado revolucionario; al fin y al cabo, en esos momentos todavía no había urgencias ni necesidad de esas armas secretas ultramodernas que supondrían la última esperanza alemana cuando tenían la guerra perdida.

Quien concibió el proyecto fue Walter Blume, un as de la aviación de la Primera Guerra Mundial, en la que obtuvo veintidós victorias y dos Cruces de Hierro de segunda clase. Natural de Hirschberg (Silesia), donde nació en 1896, tras la contienda se graduó en ingeniería aeronáutica y entró a trabajar en Arado Flugzeugwerke, en la que, ayudado por Hans Rabaski, ideó para el E-370 una aeronave totalmente metálica, de aspecto convencional pero propulsada por sendos motores turborreactores Junkers Jumo 004B-0 bajo cada una de sus alas que le proporcionarían una velocidad de 780 kilómetros por hora.
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Walter Blume en sus tiempos de teniente, en 1914, durante la Primera Guerra Mundial. Crédito: Bundesarchiv, Bild 146-2005-0005 / Wikimedia Commons
Aunque su autonomía de 1.995 kilómetros era algo escasa para lo exigido por el ministerio, se decidió admitir la fabricación de dos prototipos. Estuvieron listos a finales de 1941, pero tuvieron que esperar por los motores hasta febrero de 1943 y resultaron poco fiables, por lo que la demora se prolongó hasta el verano. De ese modo, el primer Ar 234 despegó del aeródromo de Rheine en julio de ese año. El segundo se estrelló en octubre matando al piloto y el tercero sirvió de modelo para mostrárselo a Hitler en Intersberg. Entusiasmado, el Führer autorizó la construcción de medio millar de unidades.
Se hicieron en las instalaciones del aeródromo de Flugplatz Falkenberg-Lönnewitz, pero la Luftwaffe sólo llegaría a recibir doscientas catorce aeronaves. Parte de ellas, se destinaron al Umrüstkommando A de reconocimiento y otra parte se adaptaron para bombarderos; en diciembre de 1944 también fueron entregados tres como cazas nocturnos. Debido a esos usos distintos, el Ar 234 experimentó diversos cambios que empezaron ya con los primeros ocho prototipos: los dos últimos de ellos, por ejemplo, incorporaban la novedad de llevar cuatro motores BMW 003, convirtiéndose en los primeros cuatrimotores a reacción en volar (el 8 de agosto de 1944).

Dado que, decíamos, la autonomía era insuficiente para lo exigido por el ministerio, se buscó la solución de reducir el peso del avión -ocho toneladas- retirándole el tren de aterrizaje para sustituirlo por tres patines retráctiles. Eso obligaba a que el despegue se realizase mediante un carro de ruedas que luego se podía eyectar, cayendo a tierra con cinco paracaídas para su recuperación. El resultado no fue del todo satisfactorio, ya que cuando los aviones aterrizaban quedaban inmovilizados en la pista y era necesario remolcarlos. De ahí que a la versión bombardero se le colocara un tren triciclo retráctil.
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Vista frontal del Ar 234 conservado en el Steven F. Udvar-Hazy Center. Crédito: Kogo / Wikimedia Commons
No sólo se procuró rebajar el peso sino también equilibrarlo, para lo cual se distribuyeron tanques de combustible por todo el fuselaje. Eso dejaba al avión sin espacio para cargar bombas, así que éstas, tres SC-500, iban colgadas de anclajes externos; además la visibilidad de la cabina hacia la popa quedaba obstaculizada, por lo que los cañones traseros se tenían que apuntar mediante un periscopio y al final se prescindió de esa defensa. En el caso de los cazas, la modificación principal consistió en incorporarles un radar FuG 218 Neptun de banda UHF; nunca consiguieron un derribo.
En el verano de 1944 los Ar 234 de reconocimiento sobrevolaron varias veces Reino Unido sin que los cazas enviados a interceptarlos pudieran hacer nada; los aviones germanos operaban a una altitud excesiva para ellos, 11.000 metros, y proporcionaron información para valorar una posible invasión continental de los Aliados por los Países Bajos o Normandía. En otoño-invierno llevaron a cabo sus primeros bombardeos, en Lieja, Amberes y Bruselas, además de intervenir en la batalla de las Ardenas atacando a la artillería enemiga en Bastoña. También actuaron en el norte de Italia y dañaron el puente de Remagen lo suficiente como para que acabara colapsando.

A causa de lo avanzado de la contienda, era difícil conseguir el combustible adecuado y hubo que recurrir a lo que hubiera, lo que provocó una disminución de la eficacia y la fiabilidad de los motores: a veces se paraban en plena misión y había que cambiarlos o repararlos demasiado a menudo, cada diez horas.
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Hangar abandonado por la Luftwaffe en Manching (Alemania) con un A 234 en primer término. Crédito: Signal Corps Archive / Dominio público / Wikimedia Commons
También se produjeron muchos accidentes durante los despegues, que requerían un recorrido muy largo y para solucionarlo se añadieron cohetes. Los accidentes solían acabar mal porque los pilotos no contaban con asientos eyectables y únicamente disponían de una pequeña trampilla para salir.
En febrero de 1945 sufrieron la primera baja en combate, derribada por un caza estadounidense Republic P-47 Thunderbolt, pero fue un caso raro porque generalmente los derribos eran causados por los antiaéreos o cuando volaban en línea recta, único momento vulnerable, como ya había pasado con el Messerschmitt Me 262 (el primer avión a reacción que entró en servicio, en julio de 1944); la mayoría de los A 234 alcanzados por fuego enemigo lo eran en tierra o durante el despegue.


 

Operación K, el fallido segundo bombardeo japonés de Pearl Harbor con hidroaviones tres meses después del primer ataque​

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por Jorge Álvarez18 Dic, 2024
Operación K
Un hidroavión estadounidense sobrevuela el atolón Wotje, donde estaba la base japonesa de donde partirían los Emily destinados a la Operación K y que fue atacada por mar y aire en febrero de 1942. Crédito: US Navy / Dominio público / Wikimedia Commons
No es muy conocido a causa de lo limitado de la acción y sus pobres resultados, pero, tres meses después de su fulminante ataque a Pearl Harbor, los japoneses realizaron una segunda incursión que tenía como objetivo obligar a la flota estadounidense a salir a mar abierto y enfrentarse a la suya en una batalla decisiva, aprovechando que se encontraba en inferioridad de condiciones. Fue la bautizada como Operación K, que no salió como estaba previsto y pasó a la historia, sobre todo, por tratarse del primer bombardeo con hidroaviones y el que cubrió mayor distancia.
Como sabemos, la base areonaval estadounidense de Pearl Harbor, ubicada en la isla hawaiana de Oahu, fue arrasada por sorpresa el 7 de diciembre de 1941 por varias oleadas de cientos de aviones japoneses que despegaron de seis portaaviones y buscaban golpear el poder militar de EEUU en el Pacífico en vísperas de la invasión del sudeste asiático. Aquella Operación Z, como se la denominaba en el Cuartel General Imperial, hundió cuatro acorazados, dañó otros ocho, destruyó ciento ochenta y ocho aviones y mató a casi dos millares y medio de personas, pero se quedó a medias.

Y es que cuatro de los buques enviados a pique pudieron reflotarse gracias al escaso calado del puerto y de otros se rescataron partes importantes, mientras que las principales instalaciones insulares, como el astillero, la central eléctrica, los depósitos de combustible, los talleres , los muelles y el cuartel general salieron indemnes. Pero, sobre todo, se libraron los grandes portaaviones (Lexington, Enterprise, Saratoga, Yorktown y Hornet), que no se encontraban en la isla, lo que significaba que la fuerza estadounidense en el océano seguía vigente y a la larga sería la clave de la victoria aliada en el Pacífico.
Operación K
Pearl Harbor despueś del ataque japonés, con los buques hundidos y/o dañados Crédito: US Navy / Dominio público / Wikimedia Commons
Y es que el día de la infamia llevó al presidente Roosevelt a anunciar inmediatamente la entrada de su país en la Segunda Guerra Mundial. Entretanto Japón rebosaba optimismo y estudiaba la forma de continuar la racha triunfante. Diez días después del ataque, un avión de reconocimiento fue lanzado desde el submarino I-7 con la misión de sobrevolar Hawai y analizar cómo estaba la situación, comprobando que los estadounidenses estaban reparando los daños a buen ritmo. Entonces, el Departamento Naval del Cuartel General Imperial decidió que habría que obstaculizar esos trabajos con un segundo y desmoralizador golpe.
Eso sí, debía ser diferente al anterior, ya que no podía reunirse de nuevo la misma fuerza (seis portaaviones, cuatrocientas catorce aeronaves, cinco cruceros, nueve destructores y veintitrés submarinos), al necesitarse para combatir a la Royal Navy en la inminente invasión de Hong Kong y Malasia, entonces posesiones británicas. La solución llegó cuando esa necesidad se juntó con otra de carácter técnico: evaluar la capacidad de las hidrocanoas H8K. Como indica su nombre, se trataba de hidroaviones tipo canoa fabricados por la empresa Kawanishi, en principio para patrullas marítimas.

Gracias a sus cuatro motores Mitsubishi MK4, el KH8K (al que los americanos llamaban Emily) tenía un amplio radio de acción y su tamaño (treinta y ocho metros de envergadura) permitía artillarlo adecuadamente (cinco ametralladoras Tipo 92 y cinco cañones automáticos Tipo 99), además de conferirle capacidad para cargar dos mil kilos de bombas o sesenta y cuatro soldados; incluso podía llevar dos torpedos pesados en sus alas. Otras bazas eran el fuerte blindaje del fuselaje y los sistemas antiincendios de a bordo, que lo volvían difícil de derribar. Por contra, en las primeras pruebas (31 de diciembre de 1941) mostró un mal comportamiento hidrodinámico en el agua.
Realizadas las pertinentes correcciones en su quilla, las nuevas pruebas a principios de 1942 obtuvieron el visto bueno de la Armada y se decidió concederles a las hidrocanoas el protagonismo en la debatida segunda incursión contra Pearl Harbor. En principio debían ser cinco unidades las que llevaran a cabo el ataque, reuniéndose en el atolón French Frigate Shoals, el más grande que hay al noroeste del archipiélago hawaiano. No resultaba fácil porque debían coincidir una noche de luna llena -para tener visibilidad sobre los objetivos- con que el mar estuviera en calma, ya que iban a repostar de submarinos.
Operación K
Un hidroavión japonés Kawanisi H8K, como los destinados a la Operación K, en pleno vuelo. Crédito: US Navy / Dominio público / Wikimedia Commons
Al igual que el 7 de diciembre, los descifradores de códigos estadounidenses descubrieron el plan y hasta el lugar, pero, incomprensiblemente, su información fue ignorada por los mandos. Quizá se debiera a que entre los primeros figuraba el teniente Jasper Holmes, quien bajo el seudónimo de Alec Hudson había publicado un relato titulado «Rendezvous» en el Saturday Evening Post el anterior mes de agosto; una historia de ficción sobre el reabastecimiento de combustible de aviones estadounidenses desde submarinos en una isla remota para un ataque aéreo contra un objetivo situado a miles de kilómetros.
El caso es que de nuevo los japoneses iban a actuar sin obstáculos sobre la isla de Oahu, que seguía así siendo el escenario bélico principal de aquellos inicios de la guerra; y eso que en principio estaba previsto que el raid se realizara contra California o Texas. Al llegar el momento resultó que sólo había dos hidroaviones disponibles, pilotados respectivamente por el teniente Hisao Hashizume, que recibió el mando de la misión, y el alférez Shosuke Sasao, a pesar de lo cual el Jefe de Estado Mayor del 24º Escuadrón Aéreo viajó a Tokio y se reunió con el Mando Militar y la Flota Combinada, tomando la decisión de seguir adelante.

Mientras se enviaba un submarino a vigilar Hawai, otros dos con los tubos lanzatorpedos modificados para albergar mangueras de repostaje, llegaron a French Frigate Shoals. Allí amerizaron, la primera semana de marzo, los dos hidroaviones que, procedentes del atolón de Wotje, en las Islas Marshall, a más de tres mil kilómetros, iban cargados con cuatro bombas de 250 kg. Como aún tenían que volar otros novecientos hasta Oahu, recargaron los depósitos de combustible, tal como estaba previsto y reemprendieron el viaje a las 16:00 del 4 de marzo. La Operación K estaba en marcha.
No faltaron contratiempos. La misión estaba prevista para febrero, pero tuvo que posponerse un par de días debido al intento de la Armada estadounidense de recuperar la isla Wake (un atolón a medio camino entre Hawai y las Marianas), perdida el 24 de diciembre (el futuro presidente George Bush participó en los bombardeos). Asimismo, el submarino I-23, encargado de situarse al sur de Pearl Harbor para informar de las condiciones meteorológicas y de recoger a las tripulaciones de los hidros que fueran derribados, desapareció sin que se volviera a saber de él el 14 de febrero.
Operación K
La ubicación de French Frigate Shoals entre las Midway y Hawái lo hacía idóneao para el repostaje de los dos hidroaviones japoneses. Crédito: US Geological Survey / Dominio público / Wikimedia Commons
Por consiguiente, Hashizume y Sasao tendrían que cumplir su misión confiando en que el cielo estuviera como en French Frigate Shoals, despejado, ya que, si bien los criptólogos japoneses descrifraron el código del enemigo y podían averiguar el tiempo por él, los estadounidenese lo cambiaron el 1 de marzo. Tampoco los norteamericanos estuvieron finos. La estación de Kauai detectó las aeronaves aproximándose a las 18:44 y se enviaron un caza Curtiss P-40 Warhawk y un hidroavión PBY Cataline (Consolidated Model 28) para interceptarlos, pero la densa nubosidad impidió su localización, ya que volaban por encima, a cuatro mil seiscientos metros.
Lo que resultó beneficioso por un lado, fue perjudicial por otro: las nubes también confundieron a los japoneses, que se separaron involuntariamente cuando Hashizume tomó como referencia el faro de Kaena Point y viró hacia el norte de la isla, mientras Sasao lo hacía hacia el sur al no recibir sus instrucciones. La primera mitad de la misión, observar cómo iban los trabajos de recuperación de la base de Pearl Harbor, resultaba imposible por la falta de visibilidad, así que se centraron en la segunda, dificultar esas tareas bombardeando un muelle al que se conocía como Ten-Ten por su longitud de mil diez pies (casi trescientos ocho metros).

Pero también ésa presentaba serias dificultades. La capa nubosa sólo permitía a Hashizume atisbar tramos de tierra de vez en cuando, algo agravado por el hecho de que las luces de la isla fueran apagadas por el aviso de Kauai, encendiéndose por contra los reflectores aéreos. Tuvo que disparar a ciegas y las cuatro bombas cayeron en la ladera del monte Tantalus, un cono de ceniza correspondiente a un volcán extinto que dominaba la parte septentrional de la ciudad de Honolulú, la única con tendido eléctrico, aunque, como decíamos, desconectado en ese momento por precaución.
No causaron ningún daño, pues la estructura arquitectónica más cercana, la President Theodore Roosevelt High School, se encontraba a trescientos metros de distancia. Todos los efectos se redujeron a unos cráteres de entre seis y nueve metros de ancho por tres de profundidad, más unos cuantos cristales de ventanas rotos por la onda expansiva. Como sólo eran dos los aviones incursores y no fueron avistados, los americanos no supieron dar una explicación coherente a aquellas explosiones, culpándose mutuamente el Ejército y la Armada de provocarlas.
Operación K
Un Kawasnishi H8K2 original conservado en el museo japonés de Kanoya. Crédito: Max Smith / Dominio público / Wikimedia Commons
El hecho de que no se produjeran bajas humanas fue un factor más para dejar correr el asunto, aun cuando los medios de comunicación nipones aseguraron hacerse eco de una noticia de radio emitida desde Los Ángeles que hablaba de una treintena de muertos y setenta heridos, entre militares y civiles. Y eso que la intervención del alférez Sasao fue todavía más inane: incapaz de ver nada en tierra -tengamos en cuenta que ya eran más de las nueve de la noche y estaba lloviendo-, decidió soltar sus bombas sobre el mar, no se sabe si frente a Waianae o Pearl Harbor, pasando completamente desapercibido.
Al retirarse, las dos aeronaves pusieron rumbo suroeste hacia las Islas Marshall. Sasao se posó en el atolón de Wotje, el punto de donde habían partido el día anterior, pero Hashizume había sufrido daños en el casco mientras despegaba de French Frigate Shoals y temía que en esa base no dispusieran de medios para la necesaria reparación, así que decidió continuar el vuelo hasta el atolón de Jaluit, que estaba en el mismo archipiélago aunque algo más lejos. De ese modo completó lo que era la misión de bombardeo sin escolta más larga de la Historia hasta ese momento.

Se estimó que su H8K necesitaría pasar unos días en el taller, lo que, combinado con la meteorología adversa y la falta de luz lunar, obligó a suspender la operación para lo que quedaba de mes, en espera de la siguiente luna llena. Sin embargo, el 10 de marzo, estando ya listo el hidroavión y habiendo despegado con rumbo a Midway para incorporarse a una nueva misión, fue detectado por un radar estadounidense y derribado por cazas Brewster F2A Buffalo que salieron a su encuentro. Y es que, pese a que parecía el final de la Operación K, todavía quedaba un epílogo.
Se mantuvo ese nombre para las labores de observación que se iniciaron sobre el área de influencia de Hawai con motivo del siguiente paso en la expansión japonesa por el Pacífico: la Operación MI. Así denominó el almirante Yamamoto la conquista de las Islas Midway, una importante base aeronaval de EEUU en el Pacífico que había que anular para evitar las facilidades que presentaba para repetir el Raid Doolitle, una incursión contra Tokio, Yokosuka y Nagoya llevada a cabo por el teniente coronel James H Doolitle el 18 de abril como respuesta al ataque a Pearl Harbor.

 
Australia descubre un avión intacto de la Segunda Guerra Mundial durante un estudio hidrográfico de rutina

Se trataría del Beaufort A9-497 perteneciente al Escuadrón 1 de la RAAF


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La Oficina Hidrográfica Australiana ha hecho un descubrimiento histórico durante un estudio hidrográfico de rutina frente a la costa de Darwin, en el Territorio del Norte.

La Oficina, que opera bajo la Fuerza de Defensa Australiana (ADF), descubrió un avión bombardero Beaufort de la Segunda Guerra Mundial intacto como parte del Programa de Asociación de la Industria HydroScheme (HIPP).

El HIPP es un programa de adquisición comercial que lleva a cabo actividades de estudio hidrográfico enfocadas a contribuir a las prioridades nacionales de cartografía. Su objetivo es realizar un estudio hidrográfico eficiente, efectivo y sostenible de Australia, que incluya la recopilación de datos geofísicos marinos y oceanográficos.

Según la ADF, el avión se perdió durante una misión en 1944. Según el informe del accidente, la ubicación y el estado del avión, se descubrió que era el Beaufort A9-497 perteneciente al Escuadrón 1 de la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF).

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El avión operaba desde el aeródromo de Gould, a unos 100 kilómetros al sur de Darwin. El Beaufort A9-497 llevó a cabo una serie de tareas, desde operaciones ofensivas sobre territorio controlado por Japón en Timor Oriental hasta la protección de convoyes en el norte de Australia.

El 26 de noviembre de 1944, una falla en el motor obligó al avión a realizar un aterrizaje de emergencia en el agua. Los cuatro miembros de la tripulación sobrevivieron y fueron rescatados al día siguiente.

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Los aceleradores, los indicadores y los cables de la cabina estaban intactos, junto con los dos motores y las hélices. La torreta del cañón con la ametralladora seguía en su sitio y apuntaba a babor.

La ADF ha declarado que el Beaufort A9-497 permanecerá bajo el agua sin ser tocado por ahora, bajo la gestión del Gobierno del Territorio del Norte.

"Sabíamos de algunos naufragios en la zona, pero cuando la imagen del sonar empezó a aparecer en la pantalla, quedó claro que habíamos encontrado un avión intacto", dijo en un comunicado el inspector jefe Charles Collins, que dirigió la investigación.


 

Daishi

Colaborador

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17 de octubre de 1944, al sudeste de Taiwán. Asignado al Grupo de Tareas 38.3, el acorazado USS Massachusetts (BB 59) se está reabasteciendo de combustible desde un petrolero de reabastecimiento USS Kaskaskia...​
 
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