EE.UU. Cuantioso gasto en los últimos diez años para la seguridad en los límites con México
Los atentados del 11S llevaron a los políticos a reexaminar la seguridad fronteriza. Diez días después, el presidente George Bush anunció un nuevo Departamento de Seguridad Nacional, cuyo costo asciende a US$ 90 mil millones en diez años.
Encerrado en una cápsula del tamaño de una cabina telefónica suspendida seis metros sobre un campo de repollos en el sur de Texas, un soldado de la Guardia Nacional pasa una noche de domingo con una pistola sujeta a su cadera, mientras observa un naranjal cercano a través de lentes detectores de calor. Apostar 1.200 soldados de la Guardia Nacional en la frontera durante un año cuesta 110 millones de dólares.
Esa misma noche, hacia el oeste, un inquietante silbido atraviesa el silencio del amanecer mientras un tren de 1,6 kilómetros de largo está detenido en el medio de un puente sobre el río Bravo. En un ritual que se repite cada noche, un agente de Aduanas y Protección de Fronteras le quita el seguro a una puerta, un policía del ferrocarril desliza las pesadas puertas para abrirla, y ambos agitan los haces de sus linternas para inspeccionar debajo, arriba y en medio de la carga de automóviles y productos electrónicos, antes de que pasen a través de una máquina de rayos X en busca de personas o drogas ocultas. Pasar una carga ferroviaria a través de una maquina de rayos X cuesta 1,75 millones de dólares.
Esa noche, en el sur de Arizona, un vigilante ve algo extraño en un camión con un remolque cargado de carbón y solicita un examen más detallado. Perros entrenados para oler drogas comienzan a ladrar, y el guardia encuentra 3.600 kilogramos de marihuana en varios camiones. El salario anual de un agente de Aduanas y Protección Fronteriza promedia 75.000 dólares. Un perro detector de drogas cuesta 4.500.
En momentos en los que el Congreso debate cómo financiar la frontera y los gobernadores exigen más asistencia se ha investigado lo que cuesta a los contribuyentes asegurar la frontera entre México y Estados Unidos.
El precio, hasta ahora, no se ha hecho público, pero reviendo los presupuestos de la Casa Blanca, informes obtenidos a través de solicitudes amparadas por la ley de libertad de información y transcripciones del Congreso, se pueden sacar cuentas: 90.000 millones de dólares en diez años.
Para los contribuyentes que pagan esta cuenta, el resultado ha sido agridulce: menos inmigrantes ilegales, pero escaso impacto sobre el terrorismo. Y ciertamente no ha interrumpido la oferta de drogas.
Con el paso de los años, los objetivos de las medidas de seguridad en la frontera han cambiado. Las preocupaciones iniciales de que los terroristas podrían filtrar armas desde México a Estados Unidos se vieron eclipsadas después por las preocupaciones sobre los violentos carteles de la droga que matan personas a lo largo del río Bravo. A medida que la economía estadounidense decayó, prevenir que los inmigrantes ilegales cruzaran al norte en busca de trabajo se convirtió en el centro de atención.
"La seguridad fronteriza ya no trata solo de responder al 11 de septiembre. Se convirtió en una parte muy importante del debate sobre la inmigración", dijo Jena Baker McNeill, analista de políticas de seguridad nacional en The Heritage Foundation, un instituto de investigaciones de tendencia derechista con sede en Washington.
El aumento de recursos ha reducido drásticamente la inmigración ilegal. Hace diez años, los agentes fronterizos atraparon 1,6 millones de inmigrantes ilegales en un año. El año pasado atraparon únicamente 463 mil. El descenso se atribuye en parte a la recesión en Estados Unidos, que disminuyó los puestos de trabajo allí, pero también es una señal, de acuerdo con las autoridades federales, de que menos personas están intentando cruzar ilegalmente la frontera.
Sin embargo, el gasto no ha servido para detener el flujo de drogas ilegales. El año pasado, los guardias fronterizos requisaron cifras récord: 115 mil kilogramos de cocaína, 1,6 millones de kilogramos de marihuana, y 1.900 kilogramos de heroína. Como respuesta, los jefes de los carteles mexicanos simplemente enviaron más: trenes cargados de marihuana y cocaína escondida en los parachoques y los tableros o heroína camuflada en los zapatos de hombres jóvenes.
Por su parte, el representante demócrata de Texas Silvestre Reyes, exdirector de la Patrulla Fronteriza dijo: "Nunca se va a poder sellar la frontera. Nunca se puede detener nada al 100%. Mientras exista un mercado, mientras produzca ganancias, siempre habrá alguien dispuesto a arriesgarse para conseguir que el producto pase".
A pesar del incremento de la violencia a la vuelta de la esquina -los muertos en la lucha de México contra los carteles supera los 35.000- el gobierno de Obama informa que las poblaciones en el lado estadounidense de la frontera disfrutan de relativa paz.
Los terroristas tampoco suelen cruzar la frontera para ingresar en Estados Unidos, señalan las autoridades. Sin embargo, el representante Michael McCaul, republicano de Texas, alerta contra la autocomplacencia.
Frontera mexicana
En los diez años que siguieron a los atentados del 11 de septiembre, el gasto anual en la frontera se triplicó mientras Estados Unidos construyó una red sin precedentes (más de 3 mil kilómetros) a lo largo de la frontera con México: 165 máquinas de rayos X para camiones y trenes; más de mil kilómetros de cercas de alta resistencia y muros de hormigón.
El País Digital
Los atentados del 11S llevaron a los políticos a reexaminar la seguridad fronteriza. Diez días después, el presidente George Bush anunció un nuevo Departamento de Seguridad Nacional, cuyo costo asciende a US$ 90 mil millones en diez años.
Encerrado en una cápsula del tamaño de una cabina telefónica suspendida seis metros sobre un campo de repollos en el sur de Texas, un soldado de la Guardia Nacional pasa una noche de domingo con una pistola sujeta a su cadera, mientras observa un naranjal cercano a través de lentes detectores de calor. Apostar 1.200 soldados de la Guardia Nacional en la frontera durante un año cuesta 110 millones de dólares.
Esa misma noche, hacia el oeste, un inquietante silbido atraviesa el silencio del amanecer mientras un tren de 1,6 kilómetros de largo está detenido en el medio de un puente sobre el río Bravo. En un ritual que se repite cada noche, un agente de Aduanas y Protección de Fronteras le quita el seguro a una puerta, un policía del ferrocarril desliza las pesadas puertas para abrirla, y ambos agitan los haces de sus linternas para inspeccionar debajo, arriba y en medio de la carga de automóviles y productos electrónicos, antes de que pasen a través de una máquina de rayos X en busca de personas o drogas ocultas. Pasar una carga ferroviaria a través de una maquina de rayos X cuesta 1,75 millones de dólares.
Esa noche, en el sur de Arizona, un vigilante ve algo extraño en un camión con un remolque cargado de carbón y solicita un examen más detallado. Perros entrenados para oler drogas comienzan a ladrar, y el guardia encuentra 3.600 kilogramos de marihuana en varios camiones. El salario anual de un agente de Aduanas y Protección Fronteriza promedia 75.000 dólares. Un perro detector de drogas cuesta 4.500.
En momentos en los que el Congreso debate cómo financiar la frontera y los gobernadores exigen más asistencia se ha investigado lo que cuesta a los contribuyentes asegurar la frontera entre México y Estados Unidos.
El precio, hasta ahora, no se ha hecho público, pero reviendo los presupuestos de la Casa Blanca, informes obtenidos a través de solicitudes amparadas por la ley de libertad de información y transcripciones del Congreso, se pueden sacar cuentas: 90.000 millones de dólares en diez años.
Para los contribuyentes que pagan esta cuenta, el resultado ha sido agridulce: menos inmigrantes ilegales, pero escaso impacto sobre el terrorismo. Y ciertamente no ha interrumpido la oferta de drogas.
Con el paso de los años, los objetivos de las medidas de seguridad en la frontera han cambiado. Las preocupaciones iniciales de que los terroristas podrían filtrar armas desde México a Estados Unidos se vieron eclipsadas después por las preocupaciones sobre los violentos carteles de la droga que matan personas a lo largo del río Bravo. A medida que la economía estadounidense decayó, prevenir que los inmigrantes ilegales cruzaran al norte en busca de trabajo se convirtió en el centro de atención.
"La seguridad fronteriza ya no trata solo de responder al 11 de septiembre. Se convirtió en una parte muy importante del debate sobre la inmigración", dijo Jena Baker McNeill, analista de políticas de seguridad nacional en The Heritage Foundation, un instituto de investigaciones de tendencia derechista con sede en Washington.
El aumento de recursos ha reducido drásticamente la inmigración ilegal. Hace diez años, los agentes fronterizos atraparon 1,6 millones de inmigrantes ilegales en un año. El año pasado atraparon únicamente 463 mil. El descenso se atribuye en parte a la recesión en Estados Unidos, que disminuyó los puestos de trabajo allí, pero también es una señal, de acuerdo con las autoridades federales, de que menos personas están intentando cruzar ilegalmente la frontera.
Sin embargo, el gasto no ha servido para detener el flujo de drogas ilegales. El año pasado, los guardias fronterizos requisaron cifras récord: 115 mil kilogramos de cocaína, 1,6 millones de kilogramos de marihuana, y 1.900 kilogramos de heroína. Como respuesta, los jefes de los carteles mexicanos simplemente enviaron más: trenes cargados de marihuana y cocaína escondida en los parachoques y los tableros o heroína camuflada en los zapatos de hombres jóvenes.
Por su parte, el representante demócrata de Texas Silvestre Reyes, exdirector de la Patrulla Fronteriza dijo: "Nunca se va a poder sellar la frontera. Nunca se puede detener nada al 100%. Mientras exista un mercado, mientras produzca ganancias, siempre habrá alguien dispuesto a arriesgarse para conseguir que el producto pase".
A pesar del incremento de la violencia a la vuelta de la esquina -los muertos en la lucha de México contra los carteles supera los 35.000- el gobierno de Obama informa que las poblaciones en el lado estadounidense de la frontera disfrutan de relativa paz.
Los terroristas tampoco suelen cruzar la frontera para ingresar en Estados Unidos, señalan las autoridades. Sin embargo, el representante Michael McCaul, republicano de Texas, alerta contra la autocomplacencia.
Frontera mexicana
En los diez años que siguieron a los atentados del 11 de septiembre, el gasto anual en la frontera se triplicó mientras Estados Unidos construyó una red sin precedentes (más de 3 mil kilómetros) a lo largo de la frontera con México: 165 máquinas de rayos X para camiones y trenes; más de mil kilómetros de cercas de alta resistencia y muros de hormigón.
El País Digital