Israel detiene las exportaciones de seguridad a Colombia luego de las declaraciones del presidente Petro

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Redacción

Israel detiene las exportaciones de seguridad a Colombia luego de las declaraciones del presidente Petro

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Preludios de la muerte del Galil de las FFMMCC.
Por: Gonzalo Jiménez Mora.
26 de noviembre de 2.023

El veto alemán, un claro antecedente.


Entre 1.967 y 1.975, la empresa alemana Heckler & Koch exportó a Colombia 55.200 fusiles G3 (también 3.121 subfusiles MP5 y 1.500 ametralladoras HK21), además, las compañías teutonas Dynamit-Nobel, Empresas Industriales Karlsruhe (IWKA) y Eisenhütte Nassau (MEN, filial de Fritz-Werner), fueron proveedores de más de 110 millones de municiones para tales armas en ese mismo periodo.


Para 1.975, el gobierno colombiano gestionó la licencia de producción del fusil G3, el subfusil MP5 y la ametralladora HK21, para ser "producidos" (ensamblados) en Indumil con componentes provenientes de Oberndorf, Alemania; pero la industria militar colombiana solo produjo el G3 y su munición luego de que Heckler & Koch y Fritz-Werner suministraron la materia prima y la maquinaria necesaria (maquinaria que aún se sigue usando para producir el fusil Galil y su parque).


Desde 1.991, el gobierno alemán vetó la venta de piezas y repuestos para el fusil G3, debido al grueso prontuario de violación de derechos humanos que exhibían (y aun exhiben) las FFMMCC; la "producción" cesó en cuanto los inventarios de piezas se agotaron y ya nunca se reinició; aunque Indumil siguió reparando y manteniendo los fusiles G3 y aún lo hace en Soacha, porque más de tres décadas después, persisten algunas unidades militares colombianas que los usan.


La entrada de los israelíes.


Para 1.994 era ya insostenible la situación y en julio de ese año se adjudicó un contrato a la empresa israelí Isrex para la "producción" en las instalaciones de Indumil en Colombia del fusil Galil por 10 años con base en componentes suministrados desde Israel; el contrato fue muy polémico porque en los debates parlamentarios de la época se aducía que cada arma tendría un costo final real de unos US$ 900,oo en un momento en el que adquirir un AK-74 nuevo desde la Rusia capitalista post-soviética de Yeltsin, que estaba "de luna de miel" con EEUU, costaba solo US$ 200,oo y además, seguía manteniéndose (como se mantiene en la actualidad) el mismo esquema de dependencia.


No obstante, un primer tramo del contrato se legalizó por cerca de US$ 14 millones para "fabricar y ensamblar" 22.000 fusiles en 17 meses a contar desde agosto de 1.994 (más de US$ 635,oo por unidad aún más caros que los AK); los volúmenes y lapsos fueron incumplidos de manera reiterada, algo que no generó mucha sorpresa entre los especialistas, ya que siempre hubo escepticismo sobre esos números tan optimistas debido a experiencias previas como la del revolver Llama de origen español que constaba de 50 piezas, cuya entrada en producción (ensamblaje) por parte de Indumil se tardó cinco años, mientras el Galil poseía 124 piezas. Nunca (ni aún hoy) se lograron las expectativas de producir 30.000 unidades al año, una "capacidad" puramente nominal y no real.


El rápido y constante aumento del pie de fuerza de las FFMMCC desde 1.990 hasta 2.016, aunado al desgaste operacional de la guerra interna colombiana, agudizó la situación ya planteada por la ineficacia de Indumil y obligó a mantener hasta hoy sustanciales inventarios de fusiles antiguos; así comenzó la relación de IMI/IWI con Indumil, un proceso bastante traumático en el que todas las FFMMCC tuvieron que sustituir su arma básica de reglamento en forma intempestiva y aún después de 30 años no lo han logrado hacer del todo.


La historia vuelve a repetirse.


Las circunstancias actuales, que amenazan con dejar a las FFMMCC en la misma situación apremiante de 1.991, son aún más complicadas; persiste la dependencia de piezas y partes que se fabrican fuera de Colombia para poder ensamblar el Galil, que es, por cierto, un modelo distinto (ACE) al que se produjo en primera instancia en Indumil (AR); pero ahora IMI/IWI controla absolutamente los volúmenes de producción y todo el proceso fabril por haber impuesto un esquema de maquila a la empresa militar colombiana que se coronó con un tratado de libre comercio entre ambos países involucrados.


Para empeorar las cosas, la relación entre los propietarios de las patentes y los licenciatarios es diferente; en 1.991 Colombia no deseaba el veto, hoy se presenta una coincidencia perfecta entre los anuncios israelíes de detener las exportaciones de defensa hacia Colombia y la voluntad manifiesta del gobierno colombiano de suspender las importaciones militares desde Israel... Un "tú no me quieres y yo no te quiero" que equivale a un claro rompimiento definitivo.


La racionalización de la tragedia.


En varios foros, RRSS y otros espacios de la Red se leen comentarios muy acomodaticios sobre el futuro incierto de la "producción" de fusiles en Colombia, generalmente realizados por aficionados colombianos que al parecer no entienden mucho lo que significa la producción bajo licencia, el esquema de maquila y fenecimiento de un contrato en el sector público.


Piensan que lo que hace falta para la fabricación del 100% del fusil en Colombia es solo voluntad, sin tomar en cuenta el elemento tecnológico (tecnología = la manera de hacer algo); la casa matriz que es dueña de la patente ha reservado para si la producción de piezas y partes clave, procesos de fabricación sobre los que no ha realizado la transferencia tecnológica, justo para poder controlar la producción de la licenciataria.


Además, está el aspecto legal del asunto; si Colombia no ha sido hasta ahora capaz de realizar sus compras militares en forma soberana ¿Quién puede creer que podría producir sin licencia el Galil y no esperar sanciones financieras por eso? Más aún sabiendo que todo el sistema financiero global está controlado por intereses aliados a Israel y que no se posee en Colombia la capacidad tecnológica de reproducir los procesos de fabricación.


Irremediablemente, si el gobierno colombiano y el régimen israelí no hacen las paces, lo más seguro es que la historia de la "producción" del Galil en Colombia culmine con otro traumático y costoso proceso de cambio del arma básica de las FFMMCC.
 
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