Geopolítica del Medio Oriente

Sebastian

Colaborador
Además Turquía tiene que aclarar porqué sus fronteras con Siria eran (o son) un colador, el 90% de los combatientes que llegaron de Europa, la escala o punto de reunión, era (o es) en territorio turco para luego trasladarse a campos de entrenamiento o directamente a las ciudades donde se combate.
Si dice eso, tambien tendra que decir quien se lo permitio y a cambio de que.
 
Qatar no deja de sorprender, acaba de donar 1.000 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza, no llego a entender lo que significa, en la mezcla hay culpa, traiciones, competencia regional, un combo digno de estudio sociopático...

Los aportes para la reconstrucción de la franja de Gaza superan el estimado necesario, Qatar sorprende con el aporte de 1.000 millones



Una cincuentena de países y organizaciones internacionales prometieron este domingo 5.400 millones de dólares de ayuda para la reconstrucción de la franja de Gaza, el enclave palestino asolado por 50 días de guerra con Israel este verano, anunció la conferencia de donantes en El Cairo.
La Autoridad Palestina había requerido 4.000 millones de dólares para ayudar a reconstruir este territorio palestino donde cerca de 2.200 personas -esencialmente civiles– fueron asesinadas entre julio y agosto por los bombardeos del Estado hebreo. Del lado israelí, 73 personas murieron durante el conflicto, casi todos soldados.


http://analisis-global.blogspot.com.ar/2014/10/los-aportes-para-la-reconstruccion-de.html?spref=tw

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La guerra de la energía
Por: Lluís Bassets | 18 de octubre de 2014

Hay muchas formas de librar la guerra. No siempre hacen falta los tiros. Una decisión sobre los precios del gas o del petróleo o una restricción en los suministros basta a veces para producir efectos de mayor eficacia que un bombardeo o una invasión.

Muchas guerras se han librado por la energía, y más concretamente por el petróleo. La primera guerra del Golfo, emprendida con todas las de la ley por Bush padre en 1990, fue para evitar que Sadam Husein se convirtiera con la anexión de Kuwait en el primer productor de petróleo del mundo. Pero hay otras guerras, como la de Ucrania, que se libran bajo la amenaza de la energía: si llegamos al invierno con la penosa tregua sangrienta que hay ahora en Donestk y Lugansk podemos ver cortes del suministro de gas que van a afectar al conjunto de Europa.

Arabia Saudí, el primer productor de petróleo del mundo y dueño de las mayores reservas mundiales, acaba de tomar una decisión que ha sido interpretada en muchos países como una forma de guerra subrepticia. Justo cuando los precios empezaban a bajar, como resultado del incremento de la producción en Estados Unidos y de la caída de la demanda en Europa y en China, los príncipes saudíes han decidido mantener los altos niveles de producción, perjudicando directamente a sus adversarios geopolíticos más próximos, que son Rusia e Irán.
Los sauditas quisieran que Rusia sacara las manos de Siria, donde apoya a Bachar el Asad en un acto reflejo de la presencia soviética en Oriente Próximo durante la guerra fría. También quieren perjudicar la economía de Irán, su mayor rival regional, con el que se disputan la hegemonía en el mundo islámico.

La decisión está llena de recovecos. De una parte echa un cable a Washington en su presión sobre Teherán para que firme de una vez el acuerdo sobre la fabricación pacífica de energía nuclear. Pero a la vez, es un ataque en toda regla a la estrategia de independencia energética de Estados Unidos. Con el barril estabilizado a 80 dólares dejarán de ser rentables muchos proyectos de extracción no convencional, especialmente yacimientos en los que se utiliza el fracking.

La caída de ingresos perjudicará también a las finanzas saudíes, pero proporcionan al reino árabe una palanca de acción geopolítica que acrecienta su interés como aliado. Thomas Friedman, en una columna publicada esta semana en The New York Times, se pregunta si Ryad y Washington no estarán haciendo a Putin y a Kamenei lo mismo que los saudíes hicieron a Gorbachov en 1985, cuando incrementaron súbitamente su producción petrolífera hasta conseguir la bancarrota de Moscú. Según esta versión de los hechos, no fueron las divisiones espirituales de Karol Wojtila, ni la tozudez neoliberal y armamentística de Reagan con la ayuda de Thatcher, sino los príncipes saudíes quienes infligieron la derrota definitiva al comunismo.

http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/2014/10/la-guerra-de-la-energía.html
 
El Líbano para no caer en lo mismo que sus países vecinos se prepara antes del invierno con ayuda británica, de todos modos viene de padecer ataques e incursiones en su territorio del conflicto vecino de Siria.


Londres fortifica el macizo de Qalamun

Según nuestras fuentes, equipos del ministerio de Defensa británico comenzaron, hace algunos días, la construcción de una veintena de torres de vigilancia, equipadas de radares, en el nordeste del Líbano. El objetivo es cercar la parte libanesa del macizo de Qalamun. Este macizo montañoso constituye una gran base de retaguardia del Frente al-Nosra. Es desde este escondite que las tropas jihadistas llevan a cabo incursiones en el Líbano, el más mortal de ellos fue el ocurrido este verano en la ciudad de Ersal. Este ataque provocó la muerte de 17 soldados libaneses, mientras que más de 30 militares fueron tomados como rehenes.
El ejército libanés pidió la ayuda de los británicos porque su estado-mayor le teme al invierno. Las tropas jihadistas no tendrían otra opción que descender hacia las tierras menos hospitalarias. Estos equipos británicos son enviados desde la base de la Royal Air Force (RAF) de Akrotiri, en Chipre, una de las principales estaciones de escucha de Londres en la región.



IOL Edition française 20/10/2014
 
La guerra de la energía
Por: Lluís Bassets | 18 de octubre de 2014

Hay muchas formas de librar la guerra. No siempre hacen falta los tiros. Una decisión sobre los precios del gas o del petróleo o una restricción en los suministros basta a veces para producir efectos de mayor eficacia que un bombardeo o una invasión.

Muchas guerras se han librado por la energía, y más concretamente por el petróleo. La primera guerra del Golfo, emprendida con todas las de la ley por Bush padre en 1990, fue para evitar que Sadam Husein se convirtiera con la anexión de Kuwait en el primer productor de petróleo del mundo. Pero hay otras guerras, como la de Ucrania, que se libran bajo la amenaza de la energía: si llegamos al invierno con la penosa tregua sangrienta que hay ahora en Donestk y Lugansk podemos ver cortes del suministro de gas que van a afectar al conjunto de Europa.

Arabia Saudí, el primer productor de petróleo del mundo y dueño de las mayores reservas mundiales, acaba de tomar una decisión que ha sido interpretada en muchos países como una forma de guerra subrepticia. Justo cuando los precios empezaban a bajar, como resultado del incremento de la producción en Estados Unidos y de la caída de la demanda en Europa y en China, los príncipes saudíes han decidido mantener los altos niveles de producción, perjudicando directamente a sus adversarios geopolíticos más próximos, que son Rusia e Irán.
Los sauditas quisieran que Rusia sacara las manos de Siria, donde apoya a Bachar el Asad en un acto reflejo de la presencia soviética en Oriente Próximo durante la guerra fría. También quieren perjudicar la economía de Irán, su mayor rival regional, con el que se disputan la hegemonía en el mundo islámico.

La decisión está llena de recovecos. De una parte echa un cable a Washington en su presión sobre Teherán para que firme de una vez el acuerdo sobre la fabricación pacífica de energía nuclear. Pero a la vez, es un ataque en toda regla a la estrategia de independencia energética de Estados Unidos. Con el barril estabilizado a 80 dólares dejarán de ser rentables muchos proyectos de extracción no convencional, especialmente yacimientos en los que se utiliza el fracking.

La caída de ingresos perjudicará también a las finanzas saudíes, pero proporcionan al reino árabe una palanca de acción geopolítica que acrecienta su interés como aliado. Thomas Friedman, en una columna publicada esta semana en The New York Times, se pregunta si Ryad y Washington no estarán haciendo a Putin y a Kamenei lo mismo que los saudíes hicieron a Gorbachov en 1985, cuando incrementaron súbitamente su producción petrolífera hasta conseguir la bancarrota de Moscú. Según esta versión de los hechos, no fueron las divisiones espirituales de Karol Wojtila, ni la tozudez neoliberal y armamentística de Reagan con la ayuda de Thatcher, sino los príncipes saudíes quienes infligieron la derrota definitiva al comunismo.

http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/2014/10/la-guerra-de-la-energía.html

me parece que los sauditas, el principal objetivo es ser los únicos proveedores confiables de petroleo relativamente barato......
el problema de esta medida, es que si bien es perjudicial para los rusos, venezolanos e iranies...... es muy beneficiosa para india y china....... de hecho si el precio de U$$ 80 dolares por barril se mantiene por al menos dos años, los principales perjudicados serán los estados unidos, ya que con esos precios, el método de fracking no es rentable..........
 
me parece que los sauditas, el principal objetivo es ser los únicos proveedores confiables de petroleo relativamente barato......
el problema de esta medida, es que si bien es perjudicial para los rusos, venezolanos e iranies...... es muy beneficiosa para india y china....... de hecho si el precio de U$$ 80 dolares por barril se mantiene por al menos dos años, los principales perjudicados serán los estados unidos, ya que con esos precios, el método de fracking no es rentable..........

hay que destacar el futuro del shale, USA apuesta a eso para depender menos del petroleo saudita y alrededores
 
hay que destacar el futuro del shale, USA apuesta a eso para depender menos del petroleo saudita y alrededores

justamente por eso..... si el precio del barril de petroleo se "estanca" en 80 dolares, el fracking, deja de ser rentable y por lo tanto la tan ansiada independencia energetica de EEUU quedaría truncada.......
quizás después de esta baja del precio del petroleo, sospechosamente el ESTADO ISLÁMICO empiece a atacar a las monarquías del golfo persico :rolleyes::rolleyes::rolleyes::rolleyes::rolleyes:diaboldiaboldiaboldiaboldiabol
 
Jordania se suma a las críticas sobre la colonización de los territorios palestinos ocupados y al intento del cambio de status de la explanada de las mezquitas, tercer lugar santo del Islam en Jerusalén.


Jordania invoca una amenaza sobre su acuerdo de paz con Israel

La construcción de nuevas colonias en Cisjordania y una modificación del status de la explanada de las Mezquitas en Jerusalén oriental pondrían en peligro el acuerdo de paz concluido entre Israel y Jordania, declara el embajador jordano en Israel este domingo.
“Todas estas iniciativas son incompatibles con el derecho internacional y el derecho humanitario internacional y si su continuación es autorizada esto llegará a amenazar el tratado”, estimó Walid Obeidat en vísperas del 20º aniversario de la firma del acuerdo.
Obeidat hacía alusión a las tentativas de militantes israelíes ortodoxos que desean modificar el status de la explanada de las Mezquitas en Jerusalén oriental considerado como el tercer lugar santo del Islam y a los proyectos de nuevas colonias de población en los territorios reivindicados por los palestinos para un futuro Estado.
El primer ministro Benjamín Netanyahu indicó que su gobierno no tenía intención de modificar el status de la explanada que quedó bajo el control de Israel después de la toma de Jerusalén oriental en 1967. La edificación, que abriga principalmente la mezquita de Al Aqsa, es administrada por autoridades musulmanas.
Los aliados políticos de Netanyahu no obstante bregan por una modificación del status del lugar santo con el fin de permitir la organización de oraciones cerca de este sitio a partir del cual, según la tradición musulmana, el profeta Mahoma alcanzó el paraíso.
Los israelíes califican el lugar monte del Templo. La pared occidental de este antiguo templo es hoy el muro de los lamentos, lugar delante del cual vienen a rezar los judíos.
Jordania firmó en 1994 un tratado de paz con el Estado hebreo que garantizaba así su frontera oriental. Se trataba del segundo acuerdo de paz con un país árabe vecino después del de 1979 concluido con Egipto.

http://www.lorientlejour.com/articl...enace-sur-son-accord-de-paix-avec-israel.html
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Hasta no hace tanto, y obviamente antes de la guerra civil en Siria, la influencia siria en el gobierno del Líbano era muy fuerte, a pesar de que con el paso del tiempo la presencia de cuadros del gobierno de Assad en la estructura de gobierno y en las FFAA libanesas fuera mermando.
Pero lo que pasó hoy es una novedad, o no, según algunos era previsible, por eso de los rebalanceos regionales.
La cuestión es que desde comienzos de año, con la financiación de Arabia Saudita, se estableció un programa de compras militares para actualizar y mejorar la respuesta armada del ejército libanés, ante el temor de contagio de lo que sucede en las vecinas Sirias e Irak.
El presupuesto es de 3.000 millones de este "acuerdo franco-saudita" y lo llamativo es que faltaba el visto bueno, la luz verde del gobierno de Irán.
Parece que Irán se está "abuenando" y tiene un poco más de peso político en la región, algo que a los sauditas no les gusta ni medio.
Peor es el contagio, Arabia Saudita sabe que la próxima es ella.
 
Hasta no hace tanto, y obviamente antes de la guerra civil en Siria, la influencia siria en el gobierno del Líbano era muy fuerte, a pesar de que con el paso del tiempo la presencia de cuadros del gobierno de Assad en la estructura de gobierno y en las FFAA libanesas fuera mermando.
Pero lo que pasó hoy es una novedad, o no, según algunos era previsible, por eso de los rebalanceos regionales.
La cuestión es que desde comienzos de año, con la financiación de Arabia Saudita, se estableció un programa de compras militares para actualizar y mejorar la respuesta armada del ejército libanés, ante el temor de contagio de lo que sucede en las vecinas Sirias e Irak.
El presupuesto es de 3.000 millones de este "acuerdo franco-saudita" y lo llamativo es que faltaba el visto bueno, la luz verde del gobierno de Irán.
Parece que Irán se está "abuenando" y tiene un poco más de peso político en la región, algo que a los sauditas no les gusta ni medio.
Peor es el contagio, Arabia Saudita sabe que la próxima es ella.

Irán, el nuevo amigo regional de occidente :D
 
Dos potencias se saludan, dos grossos u otra forma de hacer política en la región


El papa Francisco se reunió con Daniel Barenboim para hablar sobre la paz en Medio Oriente

El músico argentino estuvo acompañado por el ex presidente español Felipe González en la audiencia privada con el pontífice, que duró media hora.

El papa Francisco recibió hoy en audiencia privada al maestro argentino-israelí Daniel Barenboim y al ex presidente español Felipe González, con quienes conversó del conflicto palestino-israelí y del mensaje de paz que representa la Orquesta West Eastern Divan, compuesta por jóvenes músicos de Israel y Palestina, que creó el eximio director.
A la audiencia, que tuvo lugar en el Palacio Apostólico y duró media hora, asistió también el embajador argentino en España, Carlos Bettini, que desde hace años es amigo tanto de Barenboim como de González, a quienes acompañó también en el Festival de Música y Reflexión que ambos protagonizaron en agosto pasado en el Teatro Colón de Buenos Aires.
"Salgo muy feliz y honrado de que el papa Francisco me haya recibido y me haya escuchado. Sabe que estoy a su servicio para cualquier iniciativa que pueda tomar ante el conflicto palestino israelí", dijo Barenboim más tarde en un encuentro con la prensa, en el que contó que en la audiencia se habló principalmente de la situación en Medio Oriente y de su orquesta formada por palestinos y judíos "que, el Papa destacó, demuestra que hay posibilidad de convivir".
"El conflicto palestino-israelí no es un conflicto político, sino humano, entre dos pueblos profundamente convencidos de tener derecho de vivir en un mismo territorio. Después de tantos intentos no se llegó a nada porque israelíes y palestinos piensan que se puede solucionar el conflicto sin un acuerdo", consideró también el maestro, que aseguró que lo emocionó muchísimo el viaje a Tierra Santa de Francisco , en mayo pasado, en el cual demostró gran coraje, invitando a los presidentes de Israel y de Palestina a una oración por la paz en el Vaticano.
Barenboim nunca antes había encontrado a Jorge Bergoglio, a quien le regaló una película sobre la creación de la Orquesta West Eastern Divan y que recibió un medallón de su pontificado. Preguntado cómo definiría musicalmente a Francisco, el destacado director de orquesta contestó: "El papa Francisco es el papa Francisco, alguien único en la historia porque es un Papa que está interesado y preocupado por problemas de toda índole y no directamente conectados con la actividad papal, y eso es extraordinario".
El ex jefe de gobierno español Felipe González, a su turno, contó que había conocido a Bergoglio siendo arzobispo de Buenos Aires y cardenal en 2001, en un momento político e insitucionalmente dramático, en medio de la terrible crisis que llevó a la Argentina al default. "Entonces me pareció alguien extraordinario en su visión de cardenal. Ahora lo veo más voluminoso, engordó un poco", bromeó, al destacar luego que estaba muy impresionado "porque ha hecho gestos de apertura que indican claramente una voluntad de reforma".

http://www.lanacion.com.ar/1744613-...oim-para-hablar-sobre-la-paz-en-medio-oriente
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Sebastian

Colaborador
La amenaza israelí de atacar Irán, un arma básicamente diplomática
De Por Jean-Luc RENAUDIE | AFP – Hace 23 horas

Israel mantiene su amenaza de atacar Irán si hay un "mal acuerdo" sobre el programa nuclear iraní, pero los expertos creen que se trata sobre todo de una forma de influir en las negociaciones en curso y juzgan poco probable que pase a los actos.

"Mantendremos todas las opciones y todos nuestros derechos de hacer lo que juzguemos necesario para defender Israel", advirtió esta semana el ministro israelí de Inteligencia, Yuval Steinitz, en alusión a un posible ataque militar. Steinitz, cuyo país se considera el primer blanco potencial de un Irán dotado de un arma atómica, hizo estas declaraciones mientras en Viena siguen las negociaciones a contrarreloj para lograr un acuerdo de aquí al lunes.

Dichas conversaciones entre Irán y el Grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia , Gran Bretaña, Rusia y Alemania) persiguen garantizar el carácter estrictamente pacífico del programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán.

Para tratar de dar mayor peso a esta amenaza, una "filtración" a la prensa israelí reveló en marzo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Moshé Yaalon, habían ordenado al ejército constituir una reserva presupuestaria de unos tres millones de dólares para preparar una posible ofensiva contra las instalaciones nucleares iraníes.

Incluso, en público, Yaalon criticó al gran aliado estadounidense: "Estados Unidos empezó a negociar con los iraníes, pero desgraciadamente esto se ha convertido en un bazar persa, y los iraníes son mejores", deploró.

El ejército israelí redobló por su lado la presión con la puesta a punto de una nueva versión del Hetz, un sistema para interceptar misiles balísticos.

- 'Israel no quiere la guerra' -

Para Efraim Kam, del Instituto de Estudios para la Seguridad Nacional, es prácticamente imposible que Israel pase a la ofensiva. "Los estadounidenses ya no hablan de una opción militar desde hace un año. Si se prolongan las negociaciones ?algo probable?, Israel no podrá permitirse pasar solo a la acción", dice. Además, "Israel dispone de capacidades para retrasar varios años el programa nuclear iraní, pero no de reducirlo a cenizas", agrega.

Ephraim Asculai, especialista en cuestiones nucleares en el mismo instituto, considera que a Israel "le interesa jugar la carta diplomática para que las sanciones internacionales a Irán no se levanten". "En caso de acuerdo, Israel no podrá atacar un país que acaba de llegar a un acuerdo con Estados Unidos", agrega.

Para Emily Landau, jefa de un proyecto sobre control de armamento, las amenazas israelíes tienen otro objetivo: "Israel no quiere la guerra. Al agitar la amenaza de una intervención militar, Israel apuesta por el efecto de disuasión. Esto ha funcionado ante los europeos, que por temor a una guerra en el Golfo, impusieron un embargo sobre sus compras de crudo iraní". Según esta experta, un "buen acuerdo no es posible puesto que no incluirá los misiles balísticos iraníes que podrían estar dotados de cabezas nucleares".

En la misma línea, Ephraim Halevy, exresponsable de los servicios de inteligencia israelíes, los cuales, según los observadores, llevan a cabo desde hace años una campaña clandestina de sabotaje y asesinatos de expertos nucleares iraníes, asegura que "Israel dispone de medios para provocar grandes daños a Irán". "La verdadera opción militar depende sobre todo de Estados Unidos y sus tropas, su marina y su aviación desplegadas en el Golfo. Lo ideal tanto para Israel como para Estados Unidos sería ganar la partida mostrando su fuerza sin tener que emplearla", agrega.

Israel está considerada la única potencia nuclear de Oriente Medio y no ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
https://es.noticias.yahoo.com/la-amenaza-israelí-atacar-irán-un-arma-básicamente-173140383.html
 
El que quedó muy debilitado con el conflicto en Siria es el Líbano, encima el Hezbollah no perdió tiempo y sigue mostrando sólidas estructuras civiles y militares, y las acrecienta. Participó en la formación de milicianos de Hamas, donde se pudieron ver los resultados en la ofensiva terrestre israelí sobre Gaza y sigue participando junto a las tropas de al-Assad en Siria contra la nebulosa jihadista particularmente.
Salió a la luz una nueva formación de fuerzas especiales del Hezbollah, entrenada con las fuerzas especiales rusas e iraníes durante un año.


Las "Black Panthers" del Hezbollah

Un nuevo escuadrón de fuerzas especiales acaba de engrosar las filas del Hezbollah: las "panteras negras", todos vestidos de negro. Esta nueva unidad hizo su primera aparición en Beirut durante la fiesta de la Achoura, el 4 de noviembre, en presencia de Hassan Nasrallah. Fuentes cercanas a la milicia chiita confiaron a IOL que estos combatientes acaban de volver al Líbano después de haber pasado más de un año de entrenamiento en Teherán y Moscú, con las fuerzas especiales de estos dos países.



IOL Edition française 29.11.2014
 

Sebastian

Colaborador
El cambio de estación en el Gran Oriente Medio

Domingo 30 de Noviembre de 2014 19:37

Por José Luis Masegosa*

Hace cincuenta años Samuel Huntington destacó la siguiente paradoja de las sociedades en cambio: mientras la modernidad produce estabilidad los procesos de modernización todo lo contrario. La inestabilidad y la violencia son el resultado del cambio social rápido y de la veloz movilización política de nuevos grupos.

Conviene tener presente esta reflexión al contemplar la historia agitada del Gran Oriente Medio en los últimos años, una región en la que un país tras otro se subió al tren de la modernización política para construir gobiernos de elección popular y ampliar la participación política de ciudadanos y grupos sociales. Al mismo tiempo, la región afronta los retos derivados de unos cambios geopolíticos de gran calado, por ejemplo, la Globalización y la revolución energética americana.



Los cambios afectan a los líderes (caída de Hosni Mubarak, Muamar el Gadafi), a las reglas del juego (la constitución otorgada marroquí de 2011 y la constitución tunecina de 2014), a los grupos dominantes (la sustitución de los suníes por los chiíes en Irak), al liderazgo del yihadismo (el Estado Islámico de Irak y Levante sustituye a Al-Qaeda ), y a las potencias externas (el anunciado repliegue de Estados Unidos y la vuelta de Rusia) y regionales (la ascendencia de Irán y el declive de Egipto).

Son cambios intensos, cada vez más violentos, que generan inseguridad, miedo e incertidumbre, esperanza en algunos casos, en las sociedades y élites dirigentes de la ribera sur y este del Mediterráneo.

El impulso de la Primavera Árabe procede de la explosión demográfica y de esa mitad de la población que tiene entre 15 y 24 años, del paro juvenil que dobla la media mundial según la Organización Internacional del Trabajo, de la desigualdad de oportunidades en el campo de la educación, y del alza de precios de los alimentos que castiga con dureza a la región en los últimos años. Una penetración de Internet del 40%, 6 puntos por encima de la media mundial, es el factor catalizador de un proceso de participación política y movilización colectiva sin parangón en la historia de la región.

Ahora bien, esos mismos factores demográficos, sociales, económicos y tecnológicos, junto con la resistencia a la injerencia extranjera, conducen a muchos jóvenes por la senda de la radicalización y del terrorismo.

Los cinco caminos de la Primavera Árabe

La Primavera Árabe sacudió la región en 2011 con protestas, revueltas e insurrecciones populares contra los regímenes autocráticos árabes. Dos años antes, el movimiento verde de protesta contra el pucherazo de la reelección del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad fue un signo premonitorio del parto difícil de la democracia árabe.

Desde entonces la Primavera Árabe ha seguido cinco caminos diferentes: la transición a la democracia, la contrarrevolución, la liberalización, el conservadurismo y la guerra civil.

Túnez ha progresado bastante en la transición a la democracia basada en el consenso a la española. En enero de 2014 el gobierno islamista de Rachid Ghanouchi y la oposición alcanzaron un acuerdo histórico para aprobar una Constitución sin referencia a la sharia o ley islámica. Otro avance significativo ha sido la celebración pacífica de las segundas elecciones democráticas el pasado 26 de octubre en las que ha resultado vencedor “Nidaa Tounes”, una coalición de liberales, centristas y laicos que tiene como denominador común su oposición a los islamistas. Pese al azote del terrorismo, la transición tunecina ha avanzado gracias a un ejército apolítico, una sociedad civil madura, y un movimiento islamista dialogante.



Esos son justamente los ingredientes que han faltado en Egipto donde la contrarrevolución se ha impuesto. El ejército, un Estado dentro del Estado, recurrió a la ruptura preventiva del pacto social en torno a la transición a través de un golpe de estado para derribar en 2013 al presidente islamista Mohamed Morsi, el primer mandatario egipcio salido de unas elecciones democráticas en 2012.
La improvisación y el desgobierno de los Hermanos Musulmanes en nada justificaban una acción inconstitucional del ejército. Las elecciones presidenciales de junio de 2014, en las que resultó ganador con el 93% de los votos el mariscal Abdelfatah al Sisi, constituyen el acta fundacional de una autocracia competitiva idéntica al Ancien regime que parecía haber sucumbido con la caída de Hosni Mubarak en 2011.

Marruecos, al igual que Jordania, optó por la liberalización política con el fin de evitar el desbordamiento de la Primavera Árabe. En 2011 el Rey Mohammed VI otorgó una Constitución en la que cedía parte de sus poderes a un gobierno de elección popular. Desde entonces gobiernan los islamistas moderados de Abdelilah Benkiran en una cohabitación difícil con el Monarca alauí. Benkiran ha sido incapaz de sacar adelante las reformas políticas, judiciales y de las libertades que requiere el país para avanzar hacia la democracia.

Los países del Golfo Pérsico, con la excepción de Catar, representan al conservadurismo inmovilista en el interior al tiempo que defienden el status quoregional. Son monarquías absolutas en las que el soberano ejerce el poder sin limitaciones, anomalías en el mundo del siglo XXI. Amparan los intereses constituidos contra su erosión por parte de los reformistas, sean estos islamistas como los Hermanos Musulmanes o laicos. Arabia Saudita y el resto de emiratos del Golfo Pérsico han tirado de la chequera de los petrodólares para aumentar el gasto social (entre 10 y 30 puntos porcentuales, según el país) y comprar la paz social.

En el exterior estas monarquías utilizan todo su poder blando económico para desalentar la democratización de la región. Arabia Saudita se ha constituido en el socio capitalista del presidente Abdelfatah al Sisi en Egipto y ha condicionado su apoyo a Túnez a la exclusión de los islamistas del gobierno.

Siria, Libia y Yemen son los países peor parados al precipitarse las revueltas populares por el sendero de la guerra civil de tintes sectarios. En Siria el autócrata Bachar el Asad de la minoría alauita resiste una rebelión armada suní en un conflicto que contabiliza más de 9 millones de refugiados y personas desplazadas y 200.000 muertos (un balance por encima del total de muertos de todas las guerras Árabe-Israelís).



Es el camino que, si nadie lo remedia, podría seguir Yemen. La caída del presidente Ali Abdalá Saleh en 2011 impulsó una transición que ahora hace aguas ante el empuje de los rebeldes Huthy, de confesión chiita, que han tomado recientemente la capital Saná, los atentados terroristas de Al-Qaeda y demás organizaciones suníes, y el secesionismo de Yemen del Sur.

La transición Libia atraviesa una crisis grave en el tercer aniversario del triunfo de la rebelión armada contra Muamar el Gadafi. Dos gobiernos, el cesante y el resultante de las elecciones legislativas de junio de 2014, se disputan la legitimidad de dirigir el país. Sin embargo, quién manda en Libia son las milicias que vencieron a Gadafi, que se enzarzaron este verano en un enfrentamiento armado por el control de las fuentes de ingresos del país, el contrabando, el aeropuerto de Trípoli y el petróleo. Las próximas semanas serán decisivas para que el nuevo Alto Representante de la ONU en Libia, el español Bernardino León, encauce la transición de cara a una conferencia de paz que albergará España próximamente.

La doctrina Carter, la revolución energética americana y el ascenso de Irán

A las transformaciones derivadas de la Primavera Árabe se suman los cambios geopolíticosque afectan al Gran Oriente Medio, especialmente el desplazamiento del centro de gravedad de la política exterior norteamericana hacia Asia/Pacífico (“pivot to Asia”), una estrategia que el presidente Barack Obama anunció en un discurso ante el Parlamento australiano en 2011. Naturalmente este giro exterior afecta a Oriente Medio y a Europa, regiones prioritarias para Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.

Washington, como el resto de las grandes potencias, mueve ficha en función del reparto del poder que la globalización ha generado y de sus ganadores, China, India y el Sudeste asiático, que se han beneficiado de una transferencia histórica de riqueza de Occidente a Oriente.

Para apreciar el alcance del giro geoestratégico norteamericano para el Gran Oriente Medio, hay que remontarse a 1979, el año en que la invasión soviética de Afganistán, la revolución islámica de Irán y el segundo shock del petróleo expusieron la vulnerabilidad de un país que importaba el 50% del petróleo de Oriente Medio. El presidente demócrata Jimmy Carter se jugaba la reelección en 1980, las encuestas no eran favorables, así que en su discurso del estado de la nación intentó darles la vuelta con un golpe de efecto: la declaración del Golfo Pérsico como parte del interés nacional y la determinación de los Estados Unidos a resistir militarmente el control del Golfo por parte de cualquier nación (léase la URRS, Irak o Irán).

Jimmy Carter perdió las elecciones de 1980 pero sus sucesores asumieron una doctrina queembarcó a los Estados Unidos en una serie de guerras e intervenciones militares en Oriente Medio (Guerras del Golfo, Libia, Sudán, Afganistán) y en el despliegue de miles de tropas para salvaguardar el orden regional. EEUU ha recurrido a la doctrina Carter desde 1980 para proteger su seguridad energética y también para determinar inútilmente el curso de los acontecimientos del Gran Oriente Medio, según el historiador militar norteamericano Andrew Bacevich.



Treinta años después, el Golfo Pérsico ha perdido parte de su valor estratégico para la seguridad energética de Estados Unidos.
De hecho, los Estados Unidos se encaminan hacia la autosuficiencia gracias a la revolución energética del “fracking”, la técnica de fracturación hidráulica que permite extraer hidrocarburos atrapados en rocas. En los últimos seis años Estados Unidos casi ha duplicado la producción de crudo de 5 mbd a 9 mbd en agosto pasado, algo menos que los mayores productores, Arabia Saudita y Rusia.

La revolución energética americana es profunda y sus efectos se dejan sentir en el sector energético y más allá de Estados Unidos. En el corto plazo la abundancia de crudo, junto con unas perspectivas de crecimiento económico débil en Asia y Europa, explican un descenso del precio del petróleo de un 25% en los últimos meses, una circunstancia que afecta principalmente a países dependientes de los ingresos del petróleo (OPEC y Rusia).

El aumento espectacular de la producción en Estados Unidos erosiona la posición privilegiada del cártel de la OPEC en el mercado de crudo y en la fijación de su precio. Estos cambios en los mercados de crudo debilitarán sin duda la capacidad de muchos de los países del Golfo para garantizar la paz social mediante subsidios generosos.

La revolución energética americana ha permitido a Washington reducir notablemente su presencia militar en Irak, Afganistán y el Golfo Pérsico y, a su vez, explicaría las reticencias del Presidente Obama a implicarse con tropas en el terreno en Siria o Irak.

Su marcha de Oriente Medio irradia incertidumbre y temor entre las élites dirigentesde sus aliados tradicionales en la región, los países del Golfo y el Estado de Israel, que recelan del compromiso de los Estados Unidos con su seguridad y defensa.

La detente actual entre Estados Unidos e Irán eleva al cubo la desconfianza de las monarquías del Golfo y de Israel hacia Washington. Desde enero de 2014, Irán negocia con el Grupo de 5+1 un acuerdo que elimine toda incertidumbre en torno a la naturaleza civil o/y militar del programa nuclear del país persa y asegure su carácter exclusivamente pacífico.

La República Islámica de Irán, un país no árabe y baluarte de la rama chiita del Islam, es lapotencia ascendente en el Gran Oriente Medio. Se ha beneficiado del debilitamiento de sus vecinos árabes (Egipto) y de la sustitución de los suníes por los chiíes como grupo dirigente en Irak. Estable, homogéneo, con una población bien instruida y uno de los niveles más altos de penetración de Internet en la región, Irán está llamado a ganar competitividad y convertirse en una potencia emergente.

Solamente un obstáculo se interpone en su camino, el régimen de sanciones contra el programa nuclear que asfixia la economía persa. Si se alcanza un acuerdo nuclear que limite su programa de enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de las sanciones, será un paso de gigante en la integración de Irán en la región y en el mundo. Esta es la apuesta estratégica del presidente centrista Hassan Rohani para ganar liderazgo regional y renovar la legitimidad del régimen de los Ayatolás a través de la mejora de las condiciones de vida de los iraníes.



De momento la ansiedad saudí y las ambiciones iraníes han espoleado una competición regional por influencia y poder en el devenir de Siria, Líbano, Yemen, Irak, y, en menor grado, en Libia, países divididos que “invitan” a las potencias regionales a interferir en sus asuntos internos.

La Rusia revisionista de Vladimir Putin también quiere meter la cuchara en el río revuelto de Oriente Medio para recobrar su tradicional esfera de influencia al sur del Cáucaso y proyectar poder globalmente. Rusia es un patrono principal de Bachar el Asad y juega un papel clave en la negociación nuclear iraní. Tampoco olvidemos su temor al contagio del terrorismo salafista y yihadista en aquellas repúblicas rusas con porcentajes altos de musulmanes.

Para el gobierno chino, Oriente Medio cumple un papel similar al de África: una región que proporciona las materias primas a la economía china para seguir creciendo. El Imperio del Medio es el primer importador de petróleo desde 2013 y posee inversiones cuantiosas en los sectores energéticos de Irak y Afganistán. No obstante, China no parece dispuesta a implicarse militarmente en la búsqueda de soluciones a los numerosos conflictos que sangran la región.

El invierno árabe
Los efectos de estos cambios políticos y geopolíticos son, salvo honrosa excepción, desalentadores. La esperanza de una cuarta ola de democratización no se ha materializado, o peor aún, el cambio democrático y pacífico ha devuelto a la violencia su papel clave como motor de la historia en el Gran Oriente Medio. Los conflictos internos y el terrorismo han proliferado. Y así llegó el invierno árabe.

Túnez sigue señalando el camino correcto a la modernización política en la región. Constituye la mejor esperanza de un alumbramiento democrático capaz de mostrar que la democracia puede echar raíces en el mundo árabe. El gobierno de Nidaa Tounes de Beji Caid Essebsi deberá abordar el deterioro económico que ha acompañado la transición, la inseguridad en las fronteras y el azote del terrorismo. Pero el desafío político más difícil es, sin duda, forjar una coalición amplia de gobierno que evite el arrinconamiento de Ennhada, el partido islamista que cedió el gobierno en enero de 2014, en un momento muy delicado de la transición.

No obstante, los regímenes autoritarios siguen siendo mayoritarios en la región y se percibe una vuelta al autoritarismo al que se abrazan las clases medias. Estas prefieren el orden a una libertad que encierra un riesgo de desgobierno y caos, como sucede en Libia, Yemen o Siria. Los militares gobiernan Egipto con mano de hierro, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan utiliza maneras cada vez más despóticas, los saudíes acallan cualquier discrepancia con leyes antiterroristas, y el “cambio tranquilo” que ha prometido varias veces el presidente argelino Abdelaziz Buteflika no termina de llegar.



El Estado fracasa como organización que ejerce autoridad en un territorio.
La fragmentación y descomposición, muy visible en el Sahel (Mali, Sudán, Somalia), amenaza en convertir Yemen, Siria, Irak o Libia en estados fallidos.

La violencia sectaria, espoleada por las rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, mina los cimientos del sistema de estados árabes de composición mixta que surgió con el acuerdo Sykes - Picot de 1916 por el que Gran Bretaña y Francia acordaron dividir las posesiones otomanas y crear nuevos Estados después de la Primera Guerra Mundial: Irak, Siria, Líbano y Jordania.

En contra de la advertencia recurrente de una guerra regional de carácter sectario entre las potencias sunitas e Irán (chiita), el cisma en el bloque moderado suní sugiere una situación más compleja. Turquía y Catar, por un lado, y el resto de monarquías del Golfo, por otro, han seguido políticas exteriores opuestas en los países afectados por la Primavera Árabe. En Egipto, el gobierno catarí y la cadena Al-Jazeera fueron los defensores principales del gobierno de los Hermanos Musulmanes y Arabia Saudita su detractor más feroz.

El yihadismo, surgido en los años 1980 para luchar contra la dominación rusa de Afganistán y la hegemonía americana en la región, se afianza ahora en sociedades que sufren conflictos internos, inseguridad, desconfianza en el gobierno, corrupción endémica y bajos niveles de identificación nacional (Irak, Siria, Yemen). También amenaza al Líbano, Túnez y Libia.

En la vanguardia del yihadismo ya no se encuentra Al-Qaeda sino el Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL), una escisión de aquélla que ha hecho realidad una de sus grandes aspiraciones: un dominio en el que imponer una versión rigorista del Islam. En junio la antigua marca de Al-Qaeda en Mesopotamia proclamó un califato para gobernar los territorios conquistados en el noroeste de Irak y el este de Siria. Allí aplica la Sharia, presta servicios sociales, exporta el petróleo y cobra impuestos. La proclamación del califato recuerda al gobierno de los Talibanes de Afganistán.

En la actualidad el EIIL sobrepasa, según Fernando Reinares, a Al-Qaeda en la movilización y reclutamiento de seguidores, incluyendo combatientes de las marcas de Al-Qaeda en el Magreb (AQMI) y Yemen (AQPA). No obstante, el proyecto califal encierra la mayor vulnerabilidad de este grupo terrorista convertido en movimiento insurgente que utiliza el terrorismo: pierde las ventajas de la clandestinidad, sus líderes y milicianos son conocidos y el aumento del tamaño de la organización va en contra de su seguridad.



La ofensiva del Estado Islámico de Irak y Levante en Mesopotamia ha motivado una nueva intervención militar de Estados Unidos en la región. En septiembre pasado Washington forjó una coalición de treinta países para combatir al EIIL mediante una campaña de bombardeos selectivos. No obstante, el Presidente Obama descartó el empleo de fuerzas terrestres, una ausencia que cuestiona la eficacia de la operación.

La embestida yihadista (y el revisionismo ruso en Europa del Este) distraen al Presidente Obama del giro a Asia que quiere imprimir a su política exterior.

Por último, una paradoja de la situación cambiante es la integración parcial de dos actores, hasta ahora marginados en el mundo árabe, como socios estratégicos: los kurdos y el Estado de Israel. Los milicianos kurdos se han convertido en las tropas terrestres que necesitan desesperadamente la Coalición y Estados Unidos en su lucha contra el Estado Islámico. Los “peshmergas” iraquíes han detenido el avance yihadista en el noreste de Irak y las unidades de protección kurdas de Siria, con la ayuda de milicianos del PKK (el Partido Kurdo de los Trabajadores), resisten el avance yihadista en Kobane.

El protagonismo kurdo en la guerra contra el terrorismo es anatema para Turquía que calibra como puede evolucionar la situación hacia un fortalecimiento de la idea kurda y del Partido Kurdo de los Trabajadores con el que Ankara negocia desde hace meses un acuerdo de paz. Estos cálculos explican, en parte, el distanciamiento turco de la Coalición liderada por Estados Unidos. El presidente Erdogan, después de fomentar un cambio de régimen en Siria durante años, tampoco se siente cómodo con una Coalición que excluye atacar al régimen de Bachar el Asad.

Israel se beneficia de la debilidad de sus vecinos y de una confluencia de intereses con algunos estados árabes. Con los saudíes comparte la inquietud por el ascenso iraní, con los egipcios el riesgo yihadista en el Sinaí y con los jordanos la infiltración de terroristas procedentes de la guerra civil siria. Sorprendentemente la opinión pública jordana considera Israel como un factor de estabilidad regional según un estudio reciente de ArabTrans de la Universidad de Aberdeens.

En conclusión, el Gran Oriente Medio se encuentra en una situación de rápida transformación en la que las armas vuelven a hablar más alto que las protestas y revueltas que no hace mucho infundieron una esperanza de cambio pacífico. No se descarta una implosión de la región.



La ausencia de instituciones regionales inclusivas como la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, capaces de encauzar las diferencias hacia un proceso de resolución pacífica de conflictos, empeora las perspectivas. Tampoco ayuda el ensimismamiento de Europa, Egipto o Turquía, muy centrados en cuestiones internas, o la sensación imperante entre las élites locales de retirada americana de la región.

En los próximos meses debemos observar con atención la transición tunecina (elecciones presidenciales del 23 de noviembre), un experimento inacabado pero esperanzador para la transformación democrática de la región, el diálogo político en Libia y la futura conferencia que albergará España, las negociaciones nucleares entre Irán y el Grupo de 5+1 cuyo plazo expira el próximo 23 de noviembre, la evolución de la producción y precios del petróleo, la guerra contra el Estado Islámico de Irak y Levante y la evolución de la presencia americana en el tablero del Gran Oriente Medio.

*José Luis Masegosa Carrillo es Consejero adjunto de relaciones internacionales del Instituto Internacional de Ciencias Políticas
http://defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14009:elcambio&catid=191:gesi&Itemid=408
 
El cambio de estación en el Gran Oriente Medio

Domingo 30 de Noviembre de 2014 19:37

Por José Luis Masegosa*

Hace cincuenta años Samuel Huntington destacó la siguiente paradoja de las sociedades en cambio: mientras la modernidad produce estabilidad los procesos de modernización todo lo contrario. La inestabilidad y la violencia son el resultado del cambio social rápido y de la veloz movilización política de nuevos grupos.

Conviene tener presente esta reflexión al contemplar la historia agitada del Gran Oriente Medio en los últimos años, una región en la que un país tras otro se subió al tren de la modernización política para construir gobiernos de elección popular y ampliar la participación política de ciudadanos y grupos sociales. Al mismo tiempo, la región afronta los retos derivados de unos cambios geopolíticos de gran calado, por ejemplo, la Globalización y la revolución energética americana.



Los cambios afectan a los líderes (caída de Hosni Mubarak, Muamar el Gadafi), a las reglas del juego (la constitución otorgada marroquí de 2011 y la constitución tunecina de 2014), a los grupos dominantes (la sustitución de los suníes por los chiíes en Irak), al liderazgo del yihadismo (el Estado Islámico de Irak y Levante sustituye a Al-Qaeda ), y a las potencias externas (el anunciado repliegue de Estados Unidos y la vuelta de Rusia) y regionales (la ascendencia de Irán y el declive de Egipto).

Son cambios intensos, cada vez más violentos, que generan inseguridad, miedo e incertidumbre, esperanza en algunos casos, en las sociedades y élites dirigentes de la ribera sur y este del Mediterráneo.

El impulso de la Primavera Árabe procede de la explosión demográfica y de esa mitad de la población que tiene entre 15 y 24 años, del paro juvenil que dobla la media mundial según la Organización Internacional del Trabajo, de la desigualdad de oportunidades en el campo de la educación, y del alza de precios de los alimentos que castiga con dureza a la región en los últimos años. Una penetración de Internet del 40%, 6 puntos por encima de la media mundial, es el factor catalizador de un proceso de participación política y movilización colectiva sin parangón en la historia de la región.

Ahora bien, esos mismos factores demográficos, sociales, económicos y tecnológicos, junto con la resistencia a la injerencia extranjera, conducen a muchos jóvenes por la senda de la radicalización y del terrorismo.

Los cinco caminos de la Primavera Árabe

La Primavera Árabe sacudió la región en 2011 con protestas, revueltas e insurrecciones populares contra los regímenes autocráticos árabes. Dos años antes, el movimiento verde de protesta contra el pucherazo de la reelección del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad fue un signo premonitorio del parto difícil de la democracia árabe.

Desde entonces la Primavera Árabe ha seguido cinco caminos diferentes: la transición a la democracia, la contrarrevolución, la liberalización, el conservadurismo y la guerra civil.

Túnez ha progresado bastante en la transición a la democracia basada en el consenso a la española. En enero de 2014 el gobierno islamista de Rachid Ghanouchi y la oposición alcanzaron un acuerdo histórico para aprobar una Constitución sin referencia a la sharia o ley islámica. Otro avance significativo ha sido la celebración pacífica de las segundas elecciones democráticas el pasado 26 de octubre en las que ha resultado vencedor “Nidaa Tounes”, una coalición de liberales, centristas y laicos que tiene como denominador común su oposición a los islamistas. Pese al azote del terrorismo, la transición tunecina ha avanzado gracias a un ejército apolítico, una sociedad civil madura, y un movimiento islamista dialogante.



Esos son justamente los ingredientes que han faltado en Egipto donde la contrarrevolución se ha impuesto. El ejército, un Estado dentro del Estado, recurrió a la ruptura preventiva del pacto social en torno a la transición a través de un golpe de estado para derribar en 2013 al presidente islamista Mohamed Morsi, el primer mandatario egipcio salido de unas elecciones democráticas en 2012.
La improvisación y el desgobierno de los Hermanos Musulmanes en nada justificaban una acción inconstitucional del ejército. Las elecciones presidenciales de junio de 2014, en las que resultó ganador con el 93% de los votos el mariscal Abdelfatah al Sisi, constituyen el acta fundacional de una autocracia competitiva idéntica al Ancien regime que parecía haber sucumbido con la caída de Hosni Mubarak en 2011.

Marruecos, al igual que Jordania, optó por la liberalización política con el fin de evitar el desbordamiento de la Primavera Árabe. En 2011 el Rey Mohammed VI otorgó una Constitución en la que cedía parte de sus poderes a un gobierno de elección popular. Desde entonces gobiernan los islamistas moderados de Abdelilah Benkiran en una cohabitación difícil con el Monarca alauí. Benkiran ha sido incapaz de sacar adelante las reformas políticas, judiciales y de las libertades que requiere el país para avanzar hacia la democracia.

Los países del Golfo Pérsico, con la excepción de Catar, representan al conservadurismo inmovilista en el interior al tiempo que defienden el status quoregional. Son monarquías absolutas en las que el soberano ejerce el poder sin limitaciones, anomalías en el mundo del siglo XXI. Amparan los intereses constituidos contra su erosión por parte de los reformistas, sean estos islamistas como los Hermanos Musulmanes o laicos. Arabia Saudita y el resto de emiratos del Golfo Pérsico han tirado de la chequera de los petrodólares para aumentar el gasto social (entre 10 y 30 puntos porcentuales, según el país) y comprar la paz social.

En el exterior estas monarquías utilizan todo su poder blando económico para desalentar la democratización de la región. Arabia Saudita se ha constituido en el socio capitalista del presidente Abdelfatah al Sisi en Egipto y ha condicionado su apoyo a Túnez a la exclusión de los islamistas del gobierno.

Siria, Libia y Yemen son los países peor parados al precipitarse las revueltas populares por el sendero de la guerra civil de tintes sectarios. En Siria el autócrata Bachar el Asad de la minoría alauita resiste una rebelión armada suní en un conflicto que contabiliza más de 9 millones de refugiados y personas desplazadas y 200.000 muertos (un balance por encima del total de muertos de todas las guerras Árabe-Israelís).



Es el camino que, si nadie lo remedia, podría seguir Yemen. La caída del presidente Ali Abdalá Saleh en 2011 impulsó una transición que ahora hace aguas ante el empuje de los rebeldes Huthy, de confesión chiita, que han tomado recientemente la capital Saná, los atentados terroristas de Al-Qaeda y demás organizaciones suníes, y el secesionismo de Yemen del Sur.

La transición Libia atraviesa una crisis grave en el tercer aniversario del triunfo de la rebelión armada contra Muamar el Gadafi. Dos gobiernos, el cesante y el resultante de las elecciones legislativas de junio de 2014, se disputan la legitimidad de dirigir el país. Sin embargo, quién manda en Libia son las milicias que vencieron a Gadafi, que se enzarzaron este verano en un enfrentamiento armado por el control de las fuentes de ingresos del país, el contrabando, el aeropuerto de Trípoli y el petróleo. Las próximas semanas serán decisivas para que el nuevo Alto Representante de la ONU en Libia, el español Bernardino León, encauce la transición de cara a una conferencia de paz que albergará España próximamente.

La doctrina Carter, la revolución energética americana y el ascenso de Irán

A las transformaciones derivadas de la Primavera Árabe se suman los cambios geopolíticosque afectan al Gran Oriente Medio, especialmente el desplazamiento del centro de gravedad de la política exterior norteamericana hacia Asia/Pacífico (“pivot to Asia”), una estrategia que el presidente Barack Obama anunció en un discurso ante el Parlamento australiano en 2011. Naturalmente este giro exterior afecta a Oriente Medio y a Europa, regiones prioritarias para Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.

Washington, como el resto de las grandes potencias, mueve ficha en función del reparto del poder que la globalización ha generado y de sus ganadores, China, India y el Sudeste asiático, que se han beneficiado de una transferencia histórica de riqueza de Occidente a Oriente.

Para apreciar el alcance del giro geoestratégico norteamericano para el Gran Oriente Medio, hay que remontarse a 1979, el año en que la invasión soviética de Afganistán, la revolución islámica de Irán y el segundo shock del petróleo expusieron la vulnerabilidad de un país que importaba el 50% del petróleo de Oriente Medio. El presidente demócrata Jimmy Carter se jugaba la reelección en 1980, las encuestas no eran favorables, así que en su discurso del estado de la nación intentó darles la vuelta con un golpe de efecto: la declaración del Golfo Pérsico como parte del interés nacional y la determinación de los Estados Unidos a resistir militarmente el control del Golfo por parte de cualquier nación (léase la URRS, Irak o Irán).

Jimmy Carter perdió las elecciones de 1980 pero sus sucesores asumieron una doctrina queembarcó a los Estados Unidos en una serie de guerras e intervenciones militares en Oriente Medio (Guerras del Golfo, Libia, Sudán, Afganistán) y en el despliegue de miles de tropas para salvaguardar el orden regional. EEUU ha recurrido a la doctrina Carter desde 1980 para proteger su seguridad energética y también para determinar inútilmente el curso de los acontecimientos del Gran Oriente Medio, según el historiador militar norteamericano Andrew Bacevich.



Treinta años después, el Golfo Pérsico ha perdido parte de su valor estratégico para la seguridad energética de Estados Unidos.
De hecho, los Estados Unidos se encaminan hacia la autosuficiencia gracias a la revolución energética del “fracking”, la técnica de fracturación hidráulica que permite extraer hidrocarburos atrapados en rocas. En los últimos seis años Estados Unidos casi ha duplicado la producción de crudo de 5 mbd a 9 mbd en agosto pasado, algo menos que los mayores productores, Arabia Saudita y Rusia.

La revolución energética americana es profunda y sus efectos se dejan sentir en el sector energético y más allá de Estados Unidos. En el corto plazo la abundancia de crudo, junto con unas perspectivas de crecimiento económico débil en Asia y Europa, explican un descenso del precio del petróleo de un 25% en los últimos meses, una circunstancia que afecta principalmente a países dependientes de los ingresos del petróleo (OPEC y Rusia).

El aumento espectacular de la producción en Estados Unidos erosiona la posición privilegiada del cártel de la OPEC en el mercado de crudo y en la fijación de su precio. Estos cambios en los mercados de crudo debilitarán sin duda la capacidad de muchos de los países del Golfo para garantizar la paz social mediante subsidios generosos.

La revolución energética americana ha permitido a Washington reducir notablemente su presencia militar en Irak, Afganistán y el Golfo Pérsico y, a su vez, explicaría las reticencias del Presidente Obama a implicarse con tropas en el terreno en Siria o Irak.

Su marcha de Oriente Medio irradia incertidumbre y temor entre las élites dirigentesde sus aliados tradicionales en la región, los países del Golfo y el Estado de Israel, que recelan del compromiso de los Estados Unidos con su seguridad y defensa.

La detente actual entre Estados Unidos e Irán eleva al cubo la desconfianza de las monarquías del Golfo y de Israel hacia Washington. Desde enero de 2014, Irán negocia con el Grupo de 5+1 un acuerdo que elimine toda incertidumbre en torno a la naturaleza civil o/y militar del programa nuclear del país persa y asegure su carácter exclusivamente pacífico.

La República Islámica de Irán, un país no árabe y baluarte de la rama chiita del Islam, es lapotencia ascendente en el Gran Oriente Medio. Se ha beneficiado del debilitamiento de sus vecinos árabes (Egipto) y de la sustitución de los suníes por los chiíes como grupo dirigente en Irak. Estable, homogéneo, con una población bien instruida y uno de los niveles más altos de penetración de Internet en la región, Irán está llamado a ganar competitividad y convertirse en una potencia emergente.

Solamente un obstáculo se interpone en su camino, el régimen de sanciones contra el programa nuclear que asfixia la economía persa. Si se alcanza un acuerdo nuclear que limite su programa de enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de las sanciones, será un paso de gigante en la integración de Irán en la región y en el mundo. Esta es la apuesta estratégica del presidente centrista Hassan Rohani para ganar liderazgo regional y renovar la legitimidad del régimen de los Ayatolás a través de la mejora de las condiciones de vida de los iraníes.



De momento la ansiedad saudí y las ambiciones iraníes han espoleado una competición regional por influencia y poder en el devenir de Siria, Líbano, Yemen, Irak, y, en menor grado, en Libia, países divididos que “invitan” a las potencias regionales a interferir en sus asuntos internos.

La Rusia revisionista de Vladimir Putin también quiere meter la cuchara en el río revuelto de Oriente Medio para recobrar su tradicional esfera de influencia al sur del Cáucaso y proyectar poder globalmente. Rusia es un patrono principal de Bachar el Asad y juega un papel clave en la negociación nuclear iraní. Tampoco olvidemos su temor al contagio del terrorismo salafista y yihadista en aquellas repúblicas rusas con porcentajes altos de musulmanes.

Para el gobierno chino, Oriente Medio cumple un papel similar al de África: una región que proporciona las materias primas a la economía china para seguir creciendo. El Imperio del Medio es el primer importador de petróleo desde 2013 y posee inversiones cuantiosas en los sectores energéticos de Irak y Afganistán. No obstante, China no parece dispuesta a implicarse militarmente en la búsqueda de soluciones a los numerosos conflictos que sangran la región.

El invierno árabe
Los efectos de estos cambios políticos y geopolíticos son, salvo honrosa excepción, desalentadores. La esperanza de una cuarta ola de democratización no se ha materializado, o peor aún, el cambio democrático y pacífico ha devuelto a la violencia su papel clave como motor de la historia en el Gran Oriente Medio. Los conflictos internos y el terrorismo han proliferado. Y así llegó el invierno árabe.

Túnez sigue señalando el camino correcto a la modernización política en la región. Constituye la mejor esperanza de un alumbramiento democrático capaz de mostrar que la democracia puede echar raíces en el mundo árabe. El gobierno de Nidaa Tounes de Beji Caid Essebsi deberá abordar el deterioro económico que ha acompañado la transición, la inseguridad en las fronteras y el azote del terrorismo. Pero el desafío político más difícil es, sin duda, forjar una coalición amplia de gobierno que evite el arrinconamiento de Ennhada, el partido islamista que cedió el gobierno en enero de 2014, en un momento muy delicado de la transición.

No obstante, los regímenes autoritarios siguen siendo mayoritarios en la región y se percibe una vuelta al autoritarismo al que se abrazan las clases medias. Estas prefieren el orden a una libertad que encierra un riesgo de desgobierno y caos, como sucede en Libia, Yemen o Siria. Los militares gobiernan Egipto con mano de hierro, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan utiliza maneras cada vez más despóticas, los saudíes acallan cualquier discrepancia con leyes antiterroristas, y el “cambio tranquilo” que ha prometido varias veces el presidente argelino Abdelaziz Buteflika no termina de llegar.



El Estado fracasa como organización que ejerce autoridad en un territorio.
La fragmentación y descomposición, muy visible en el Sahel (Mali, Sudán, Somalia), amenaza en convertir Yemen, Siria, Irak o Libia en estados fallidos.

La violencia sectaria, espoleada por las rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, mina los cimientos del sistema de estados árabes de composición mixta que surgió con el acuerdo Sykes - Picot de 1916 por el que Gran Bretaña y Francia acordaron dividir las posesiones otomanas y crear nuevos Estados después de la Primera Guerra Mundial: Irak, Siria, Líbano y Jordania.

En contra de la advertencia recurrente de una guerra regional de carácter sectario entre las potencias sunitas e Irán (chiita), el cisma en el bloque moderado suní sugiere una situación más compleja. Turquía y Catar, por un lado, y el resto de monarquías del Golfo, por otro, han seguido políticas exteriores opuestas en los países afectados por la Primavera Árabe. En Egipto, el gobierno catarí y la cadena Al-Jazeera fueron los defensores principales del gobierno de los Hermanos Musulmanes y Arabia Saudita su detractor más feroz.

El yihadismo, surgido en los años 1980 para luchar contra la dominación rusa de Afganistán y la hegemonía americana en la región, se afianza ahora en sociedades que sufren conflictos internos, inseguridad, desconfianza en el gobierno, corrupción endémica y bajos niveles de identificación nacional (Irak, Siria, Yemen). También amenaza al Líbano, Túnez y Libia.

En la vanguardia del yihadismo ya no se encuentra Al-Qaeda sino el Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL), una escisión de aquélla que ha hecho realidad una de sus grandes aspiraciones: un dominio en el que imponer una versión rigorista del Islam. En junio la antigua marca de Al-Qaeda en Mesopotamia proclamó un califato para gobernar los territorios conquistados en el noroeste de Irak y el este de Siria. Allí aplica la Sharia, presta servicios sociales, exporta el petróleo y cobra impuestos. La proclamación del califato recuerda al gobierno de los Talibanes de Afganistán.

En la actualidad el EIIL sobrepasa, según Fernando Reinares, a Al-Qaeda en la movilización y reclutamiento de seguidores, incluyendo combatientes de las marcas de Al-Qaeda en el Magreb (AQMI) y Yemen (AQPA). No obstante, el proyecto califal encierra la mayor vulnerabilidad de este grupo terrorista convertido en movimiento insurgente que utiliza el terrorismo: pierde las ventajas de la clandestinidad, sus líderes y milicianos son conocidos y el aumento del tamaño de la organización va en contra de su seguridad.



La ofensiva del Estado Islámico de Irak y Levante en Mesopotamia ha motivado una nueva intervención militar de Estados Unidos en la región. En septiembre pasado Washington forjó una coalición de treinta países para combatir al EIIL mediante una campaña de bombardeos selectivos. No obstante, el Presidente Obama descartó el empleo de fuerzas terrestres, una ausencia que cuestiona la eficacia de la operación.

La embestida yihadista (y el revisionismo ruso en Europa del Este) distraen al Presidente Obama del giro a Asia que quiere imprimir a su política exterior.

Por último, una paradoja de la situación cambiante es la integración parcial de dos actores, hasta ahora marginados en el mundo árabe, como socios estratégicos: los kurdos y el Estado de Israel. Los milicianos kurdos se han convertido en las tropas terrestres que necesitan desesperadamente la Coalición y Estados Unidos en su lucha contra el Estado Islámico. Los “peshmergas” iraquíes han detenido el avance yihadista en el noreste de Irak y las unidades de protección kurdas de Siria, con la ayuda de milicianos del PKK (el Partido Kurdo de los Trabajadores), resisten el avance yihadista en Kobane.

El protagonismo kurdo en la guerra contra el terrorismo es anatema para Turquía que calibra como puede evolucionar la situación hacia un fortalecimiento de la idea kurda y del Partido Kurdo de los Trabajadores con el que Ankara negocia desde hace meses un acuerdo de paz. Estos cálculos explican, en parte, el distanciamiento turco de la Coalición liderada por Estados Unidos. El presidente Erdogan, después de fomentar un cambio de régimen en Siria durante años, tampoco se siente cómodo con una Coalición que excluye atacar al régimen de Bachar el Asad.

Israel se beneficia de la debilidad de sus vecinos y de una confluencia de intereses con algunos estados árabes. Con los saudíes comparte la inquietud por el ascenso iraní, con los egipcios el riesgo yihadista en el Sinaí y con los jordanos la infiltración de terroristas procedentes de la guerra civil siria. Sorprendentemente la opinión pública jordana considera Israel como un factor de estabilidad regional según un estudio reciente de ArabTrans de la Universidad de Aberdeens.

En conclusión, el Gran Oriente Medio se encuentra en una situación de rápida transformación en la que las armas vuelven a hablar más alto que las protestas y revueltas que no hace mucho infundieron una esperanza de cambio pacífico. No se descarta una implosión de la región.



La ausencia de instituciones regionales inclusivas como la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, capaces de encauzar las diferencias hacia un proceso de resolución pacífica de conflictos, empeora las perspectivas. Tampoco ayuda el ensimismamiento de Europa, Egipto o Turquía, muy centrados en cuestiones internas, o la sensación imperante entre las élites locales de retirada americana de la región.

En los próximos meses debemos observar con atención la transición tunecina (elecciones presidenciales del 23 de noviembre), un experimento inacabado pero esperanzador para la transformación democrática de la región, el diálogo político en Libia y la futura conferencia que albergará España, las negociaciones nucleares entre Irán y el Grupo de 5+1 cuyo plazo expira el próximo 23 de noviembre, la evolución de la producción y precios del petróleo, la guerra contra el Estado Islámico de Irak y Levante y la evolución de la presencia americana en el tablero del Gran Oriente Medio.

*José Luis Masegosa Carrillo es Consejero adjunto de relaciones internacionales del Instituto Internacional de Ciencias Políticas
http://defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14009:elcambio&catid=191:gesi&Itemid=408

Muy buen artículo, tiene una buena descripción de todos los regímenes thumbb
 

Sebastian

Colaborador
¿Por qué utiliza Arabia Saudita el petróleo como arma?

Michael Stephens* RUSI Qatar
  • 3 diciembre 2014

El ministro de Petróleo saudita Ali al Naimi, dejó claro que su país no piensa reducir la producción de petróleo, pese a la caída del precio.​

En la reciente reunión en Viena de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), finalmente quedó al descubierto lo que el mundo había esperado durante meses.

Arabia Saudita está jugando a la política con el petróleo, forzando a la OPEP a mantener sus actuales niveles de producción en 30 millones de barriles diarios para bajar el precio.

La cotización del crudo ya ha caído un 35% en 2014, por debajo de la marca de US$70 por primera vez desde mayo de 2010.

La pregunta es por qué los sauditas arriesgan la buena voluntad de los miembros de la OPEP al tiempo que recorta su capacidad de usarlo en el futuro para servir sus intereses.

Es un juego de póker de alto riesgo, y a la larga le causará daños a los sauditas, pero no es en eso en lo que están pensando ahora mismo.

Desde las primeras turbulencias petroleras tras la guerra de Medio Oriente de 1973, los sauditas entendieron el rol que pueden jugar en los asuntos regionales y mundiales al abrir y cerrar el grifo del petróleo.

Con el reciente aumento de la producción de EE.UU., era razonable asumir que los sauditas iban a cortar los excedentes para mantener un balance sano.

Pero en lugar de eso, Riad hizo lo opuesto.

Desde la capital saudita el mundo parece un lugar sombrío y tienen un montón de preocupaciones que creen que no están siendo abordadas de la forma adecuada, ya sea por parte de sus aliados occidentales o por sus socios en la región.

Tensión entre Arabia Saudita e Irán
Muchos expertos hablan de una Guerra Fría entre Arabia Saudita e Irán, donde en cada asunto importante para la región, los sauditas perciben como pérdida cualquier ganancia iraní, y para la Casa de al Saud suenan campanas de alarma.

En su visión, Estados Unidos cedió y dejó que Irán se zafara.

Se suponía que a los iraníes no se les iba a permitir ninguna capacidad para enriquecer uranio y mucho menos que se le pagara US$7.000 millones por dicho privilegio.

Aun así, estadounidenses y europeos pasaron meses estudiando maneras creativas de ofrecer al presidente “moderado” de Irán, Hassan Rohani, migajas económicas para apaciguar a los duros de Teherán.

Para los sauditas, el moderado Rohani es una manifestación amistosa de un régimen que busca dominar Medio Oriente y que intenta de forma desesperada ser aceptado por el mundo.

El alcance de Irán en la región de Medio Oriente le preocupa a Arabia Saudita aún más que su programa nuclear.


El ministro de Petróleo de Irán, Bijan Zangeneh, escucha la intervención de su par saudita durante la reciente reunión de la OPEP en Viena.
En Irak, los iraníes se han hecho prácticamente con el control de los aparatos de seguridad estatales, y si no fuera por la intervención de la Guardia Revolucionaria de Irán para prestar ayuda en áreas del norte de Irak, incluidas regiones fronterizas kurdas, el grupo extremista autodenominado Estado Islámico avanzaría incontrolado por todas las regiones.

En Siria, conforme la coalición liderada por Estados Unidos lanza ataques aéreos sobre Estado Islámico, la presión sobre el aliado de Irán, el presidente sirio Bashar al Asad, parece haberse suavizado.

Donde una vez había determinación para derrocarlo del poder, crecen los rumores de que Occidente tendrá que considerar la posibilidad de relacionarse con él para que ayude en la lucha contra la amenaza mayor que supone EI.

Impulsado por el dinero iraní y aliados como el grupo Hezbolá, y protegido por el apoyo ruso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Al Asad parece estar a salvo.

Para empeorar las cosas, en las fronteras sur y oeste del reino saudita, los rebeldes chiítas de Yemen y los manifestantes en Bahréin sólo contribuyen a aumentar la sensación de que el reino está siendo asfixiado por el poder iraní desde todos los lados.

Devolver el golpe
En medio del caos del que Irán parece estar beneficiándose tan bien, Arabia Saudita tomó la decisión de devolver el golpe.

Y dado que Riad prefiere no ser arrastrado a una confrontación militar con los iraníes, ha tenido que buscar otra manera de enfrentarse a Teherán.

El camino más fácil para hacerlo es hurgar en el bolsillo trasero de Teherán.

La economía de Irán depende en gran parte de los hidrocarburos, que suponen hasta el 60% de sus ingresos de exportación y suministraron el 25% del Producto Interno Bruto total en 2013.


Arabia Saudita necesita la cooperación de EE.UU. e Irán para contener el avance de Estado Islámico.
Profundamente comprometidos en la lucha en Siria e Irak, los iraníes se gastan incontables millones de dólares al mes para mantener sus operaciones en ambos países, todo ello mientras intenta aplacar potenciales disturbios internos.

Curiosamente, los iraníes propusieron cortar la producción de la OPEP antes de la conferencia de noviembre sólo para encontrarse con el desplante de los sauditas.

Además, los sauditas tienen la ocasión de darle un puñetazo a Rusia –el incondicional aliado de Bashar al Asad- al bajar el costo del petróleo y dañar los canales de ingresos por hidrocarburos de Moscú, lo que agita la economía rusa.

Según baja el precio del petróleo, también lo hace el valor del rublo ruso, que cayó un 35% desde junio.

Matar dos pájaros de un tiro puede parecer una política inteligente, sobre todo porque es altamente improbable que resulte en la escalada militar que los sauditas quieren evitar.

Grandes reservas
¿Cuánto tiempo pueden mantener este juego los sauditas? De forma realista, pocos meses, pero si el precio del petróleo sigue a la baja, los sauditas pueden verse obligados a reconsiderar su estrategia.

Aun así, el reino se asienta sobre unas reservas de divisas de US$741.000 millones y arrojó un superávit de US$15.000 millones al cierre del último año fiscal, y los sauditas pueden absorber el costo del déficit de presupuesto durante unos años en caso de ser necesario.

A esto le ayuda el hecho de que recientemente se hicieron megacompras y el futuro gasto en defensa del reino se calcula a la baja para los próximos dos o tres años, liberando liquidez para otras aventuras.


Según informes difundidos este martes, la esposa del líder de EI, Abu Bakr al Baghdadi (en la imagen) fue detenida en Líbano.
Aunque Riad ha intentado sellar su autoridad en la región, algo que sin duda causará dolores de cabeza en Teherán y Moscú, el arma del petróleo no puede revertir algunos de los temas más delicados que enfrenta la región.

Estado Islámico lidera una entidad del tamaño de Reino Unido a través de Irak y Siria, y su hostilidad hacia "Al Salool" (un término despectivo para la familia Al Saud) recientemente quedó patente en un discurso de 17 minutos del autodenominado califa Abu Bakr al Baghdadi.

El petróleo barato del territorio de EI continuará fluyendo, aportándole a la organización millones al día y aunque los sauditas han tenido un notable éxito a la hora de alcanzar objetivos de EI, no es suficiente para asegurar la derrota del grupo, a no ser que EE.UU. e Irán cooperen abiertamente para resolver la situación, lo que puede resultar en un consentimiento reticente de parte de Riad.

Igualmente, los sauditas tendrán que aceptar de mala gana un posible acuerdo entre Irán y los países P5+1 (EE.UU., Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), si se quiere evitar una guerra regional.

Es la mejor de una serie de malas opciones, y los recientes intentos de los sauditas por involucrarse diplomáticamente con sus socios iraníes, particularmente en asuntos de seguridad regional como Estado Islámico, parecen positivos.

Pero la desconfianza todavía es profunda y la amenaza de EI parece no haber detenido al reino en su intención de quitarle fuerza a Irán.


El rey Abdula bin Abdelaziz intenta poner el interés nacional saudita por encima de los beneficios económicos de un alza de los precios del crudo.​
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141202_arabia_saudita_petroleo_como_arma_bd
 
Dos notas que muestran el accionar perverso del reino de Arabia Saudita, el comercial y el ideológico de esta monarquía abyecta. El miedo no te hace ver bien la realidad, y mucho menos si sólo te interesa competir con la otra "potencia confesional" de la región.
La frase que remarqué es memorable.


Arabia Saudita forzada a repensar su ideología en la lucha contra Daech/EI

Muchos observadores escépticos pueden fácilmente descartar los califatos contemporáneos como el que apareció en Irak y Siria en junio viéndolas como erupciones temporales que se aprovechan de las posturas emocionales de los musulmanes que añoran un pasado glorioso. Sin embargo, el Reino de Arabia Saudita parece haber tomado el desafío en serio. Rápidamente se unió una alianza internacional contra el Estado Islámico (EI) y declaró a la entidad una amenaza terrorista.
Considerando que Arabia Saudita tenía en el pasado grupos esponsoreados y alimentados muy similares al EI que fueron designados más tarde como organizaciones terroristas, por ejemplo al-Qaeda en Afganistán, es sorprendente que el califato EI sea considerado ahora como una amenaza para la seguridad nacional.
Si el pan-islamismo era el antídoto de Arabia Saudita contra la amenaza del nacionalismo árabe hasta hace poco, ¿cuál es hoy la estrategia de Arabia Saudita para luchar contra el EI?
[BGCOLOR=pink]Dejando aparte la promesa militar, la única solución es disminuir las semejanzas entre el reino y el califato[/BGCOLOR]…

http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2014/12/saudi-kingdom-versus-caliphate.html##ixzz3Kyr1YhHF



La guerra comercial de Arabia Saudita vuelve a golpear el precio del petróleo

Bajó un 40% desde junio. Hubo una nueva caída en los valores del barril en Londres y Nueva York. La pelea entre productores convencionales y no convencionales sacude al mercado.

Arabia Saudita se lanzó de lleno a una guerra comercial mundial, y también con algunos condimentos políticos, para mantener su histórico dominio sobre el mercado petrolero. En un abierto desafío a sus competidores que vienen sufriendo la constante baja en la cotización, la compañía nacional petrolera de la monarquía saudita anunció ayer un descuento para las ventas de enero, que derrumbaron otra vez el valor del hidrocarburo.
Contrastando con la leve suba del miércoles, ayer el barril de Brent del Mar del Norte se retrotrajo 50 centavos y finalizó a 69,42 dólares en Londres, en un ambiente financiero convulsionado. En Nueva York, el barril de “light sweet crude” (WTI) perdió por su parte 57 centavos, para terminar en 66,81 dólares.
Los sauditas, principal productor mundial de crudo convencional, demostraron así que gracias a sus enormes reservas financieras pueden moverse con agilidad en un mercado de grandes altibajos y hacer frente a la coyuntura del momento. Inclusive la especulación llegó a tal punto que la compañía saudita ofreció el barril a 2 dólares menos que Omán o Dubai. Los especialistas coinciden en que de esta manera buscan defender su cuota de mercado petrolero, al cual dominan desde mediados del siglo pasado.
Esta situación afecta a otros jugadores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como Venezuela o Irán, que no tienen el respaldo financiero de Arabia Saudita. La semana pasada, cuando estos países reclamaban en la cumbre de la OPEP bajar la cuota de barriles para reducir la sobreproducción y así subir el precio del barril, Riad se opuso.
Según trascendió, en el encuentro que mantuvieron los miembros de la OPEP, el ministro del Petróleo de Arabia Saudita, Ali al Naimi, puso las cartas sobre la mesa. Sostuvo que debían mantener la cuota de mercado, que es de 30 millones de barriles diarios, ya que los recortes en la producción sólo ayudarían a productores rivales, especialmente a los que producen petróleo shale.
Se refería directamente a Estados Unidos, que en los últimos años elevó notablemente su extracción de shale. El problema para los norteamericanos es que la producción no convencional, que implica utilizar el polémico fracking, es mucha más cara que la convencional de los sauditas. Extraer un barril de shale sale el doble o más que uno convencional.
El derrumbe de los precios de hidrocarburo se profundizó a partir de junio pasado. Desde ese momento hasta ahora cayó casi un 40 %. Esto ocurre en una economía en crisis, donde los grandes compradores redujeron significativamente las importaciones. Europa tiene una economía estancada, Japón está en recesión y China, pese a que sigue creciendo, lo hace a un ritmo más lento. El otro gran mercado era Estados Unidos, pero hoy ya se abastece con petróleo shale y se prepara para exportar.
“No hay duda de que los saudíes quieren mantener la cuota de mercado. Podrían reducir los precios para hacerlos competitivos en un entorno que todavía parece estar con una gran presión a la baja”, explica Victor Shum, directivo de la consultora IHS. Otros analistas, como Takashi Hayashida de Elementos Capital Inc., consideran más grave el tema. “Si los sauditas empiezan a vender en forma agresiva, pueden crear una batalla entre países de la OPEP, e incluso llegar a provocar inestabilidad política en algunos lugares”.
Varios expertos hablan también de una Guerra Fría entre la monarquía de Arabia Saudita y su enemigo en la región, el estado islámico de Irán. A Riad le preocupa más la extensión de la influencia de Irán en la región –como en Irak y Siria– que su programa nuclear. Como no puede enfrentarlo abiertamente, lo estaría haciendo con el precio del petróleo…

http://www.clarin.com/mundo/petroleo-OPEP-Arabia_Saudita-Venezuela_0_1260474345.html
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