Arrendar Malvinas

Por supuesto que hay otros hilos con Malvinas. Pero concédanme que éste es diferente.

Es como si tuviéramos una casa de nuestra propiedad, con un okupa que echó de adentro a nuestros hijos y puso a su familia. Es poderoso, de manera que mejor no recurrir a la justicia porque posiblemente la maneje él. Por la fuerza, que sería justo, no será posible por muchos años, si alguna vez sucede, y justamente ese futuro nuestro, además del presente, se complica por las pésimas relaciones con el ocupante que tiene además socios no menos dominantes.

¿Le alquilo la casa?

Es difícil pensarlo desde las emociones y llevarlo a una racionalidad casi comercial que no nos nace. Pero -si logramos domarla- tenemos que ver las cosas con la mente tranquila, estudiar a nuestro no elegido enemigo, y analizar si es posible algún acuerdo.

La primera pregunta. ¿Odiamos a los ingleses? No, porque así no somos. ¿Nos odian? No, sólo se aman más a sí mismos que a nosotros. ¿Nos respetan? Increíblemente sí, desde el punto de vista militar, en homenaje a aquellos pilotos únicos y a los soldados que tienen para siempre enterrados ahí. Hasta nos avisan que están dispuesto a defenderse militarmente de nosotros cuando no tenemos ni un avión que pueda llegar a las islas, ni hablar de atacar.

Además, aunque no lo digan, se les complica seguir así. No tienen, en general, la aprobación internacional a su posesión, la ONU acaba de darle a Argentina la extensión de su plataforma marítima a 350 millas, el Brexit dejó a las islas fuera del acuerdo con la Comunidad Europea, y perdieron en la Corte Internacional de Justicia y en la ONU sus pretensiones sobre la isla Diego García, un antecedente muy molesto por su similitud con Malvinas.

Justamente, es un caso de arriendo de islas, en este caso de parte del Reino Unido a EEUU, que puso en Diego García una base militar. Posiblemente se termine arreglando con otro arriendo, pero por parte de EEUU a Mauricio, la verdadera soberana de la isla.

¿Es aplicable un arriendo a Malvinas?

Las ventajas serían varias. Los isleños sabrían que están en su casa, y que si no quieren que las islas se les llenen de argentinos así será, de la misma forma en que el propietario no se va a meter en una casa arrendada. Seguramente podrían de ese modo renegociar con la UE la situación de las islas tras el Brexit. Si quieren tener una base militar, -no sé de qué se van a defender- la pueden tener, ya no le preocuparía a nadie, y si no quieren se la llevan y se ahorran unas monedas. La pesca y la explotación petrolera se podrían hacer en base a una cooperación con el país ribereño y no contra él. Hasta las amas de casa de Malvinas podrían ir de compras a Comodoro Rivadavia. Tendrán el país de enfrente a su disposición.

En el frente Interno, los políticos ingleses pueden sacarse este dolor de cabeza de encima y vender un acuerdo tal como un éxito, y en el internacional, como un acto de grandeza. ¿Y para los argentinos?

Para Argentina sería el reconocimiento final de su soberanía, la eliminación de una preocupación militar, la transformación de un enemigo en un socio comercial –no menos peligroso como tal, pero al menos solvente- la extensión final de toda su plataforma a 350 millas, y el final de toda discusión posible en su proyección antártica.

Y ahí estaría el punto. Porque las pretensiones británicas sobre la Antártida se superponen con las argentinas, en base a la posesión de Malvinas. Por eso, todo acuerdo por Malvinas debería aclarar los términos de la demanda Antártica.

Ahora bien, ¿eso no puede manejarse también? La Antártida no es de nadie, es posible que todos los países estén reclamando décadas en el marco del Tratado Antártico, y nunca se defina la posesión por parte de alguno. El Tratado Antártico, en principio, no tiene fin. Pero si se asignan algún día los derechos soberanos, será en el marco de ese tratado, ajustado a derecho y no por las armas. Ya Argentina y Chile, ambos países lindantes, se reconocen mutuamente soberanía sobre la Antártida, sin precisar límites. Argentina puso la primera base estable en la Antártida (Orcadas), y hasta su plataforma continental se extiende al territorio antártico. Pensar en que va a quedar fuera de un eventual reparto es poco realista, incluso para los ingleses.

Si así fuera, acordar el reconocimiento de la soberanía de Malvinas significaría también acordar un reparto en este otro reclamo superpuesto. Pero los reconocimientos mutuos de soberanía son lo que podría llevar a que tal soberanía se concrete, situación tal vez preferible a dejar los reclamos de soberanía de todos los países eternamente en el limbo de un tratado sin final.

Y también tenemos que pensar que difícilmente vamos a enfrentar los desafíos de la Antártida solos. Ni que nos la vamos a llevar puesta nosotros como se nos dé la gana. Hay muchos rondando y –extraña situación- sólo se logrará la soberanía de la Antártida mediante la aprobación de los mismos que la pretenden. Luego, la posesión antártica es cuestión de tener más socios que enemigos.

La Antártida habrá que negociarla, por la razón de que ni es nuestra ni somos los únicos. Y todos tenemos que vivir en este mundo. Incluidos los ingleses.
 
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